José Watanabe.
Poesía completa.
Pre-Textos. Valencia, 2008.
Poesía completa.
Pre-Textos. Valencia, 2008.
Con un prólogo en dieciséis tiempos de Darío Jaramillo, Pre-Textos reúne todos los libros de poesía, más ocho poemas inéditos, del peruano José Watanabe (1945-2007), autor de una sólida obra que desde la contemplación, el recuerdo y la exactitud de la palabra propone al lector una nueva mirada que redescubre el mundo, rememora el pasado y funda la realidad desde una perspectiva inédita.
El ojo de este hombre sabía hablar, escribe Darío Jaramillo en el prólogo. Y esa mirada de la palabra, penetrante y contemplativa, habla con la voz del coloquio y la precisión, con altura poética y hondura humana, del mundo y el cuerpo, de la enfermedad y la casa, de la familia y la geografía humilde y cercana del paisaje, de las muchachas y el deseo.
Desde Álbum de familia (1971) hasta Banderas detrás de la niebla (2006), los libros de Watanabe parecen escritos como un susurro y sus textos convocan a todos los sentidos con palabras que se convierten en miradas, porque la poesía es para Watanabe una fugaz y delicada acción del ojo:
Es difícil persistir en la poesía, más aún
cuando ella misma nos desorienta:
en la desesperación
yo escribí los poemas más sosegados.
¡Casi enloquezco pidiendo calma!
/. . ./
De estas flores aprenderé, una vez más,
que la poesía que tanto amo sólo puede ser
una fugaz y delicada acción del ojo.
Una acción que busca la palabra exacta que se ajuste a la precisión de la mirada, actualizada constantemente en una memoria viva, porque, como dice Darío Jaramillo en el prólogo, el ojo siempre está en presente.
Alejada del aspaviento y del patetismo, la poesía de Watanabe es un elogio del refrenamiento. Así tituló un texto en el que resumió su postura ante el mundo, ante la muerte y ante la poesía, y así se tituló una antología de su obra hasta 2003.
Ese mismo título podría servir para caracterizar la totalidad de una poesía en la que temas insistentes como la infancia, el pueblo, los animales, el amor o la muerte configuran un universo poético atravesado por la mirada compasiva y evocadora de José Watanabe.
El ojo de este hombre sabía hablar, escribe Darío Jaramillo en el prólogo. Y esa mirada de la palabra, penetrante y contemplativa, habla con la voz del coloquio y la precisión, con altura poética y hondura humana, del mundo y el cuerpo, de la enfermedad y la casa, de la familia y la geografía humilde y cercana del paisaje, de las muchachas y el deseo.
Desde Álbum de familia (1971) hasta Banderas detrás de la niebla (2006), los libros de Watanabe parecen escritos como un susurro y sus textos convocan a todos los sentidos con palabras que se convierten en miradas, porque la poesía es para Watanabe una fugaz y delicada acción del ojo:
Es difícil persistir en la poesía, más aún
cuando ella misma nos desorienta:
en la desesperación
yo escribí los poemas más sosegados.
¡Casi enloquezco pidiendo calma!
/. . ./
De estas flores aprenderé, una vez más,
que la poesía que tanto amo sólo puede ser
una fugaz y delicada acción del ojo.
Una acción que busca la palabra exacta que se ajuste a la precisión de la mirada, actualizada constantemente en una memoria viva, porque, como dice Darío Jaramillo en el prólogo, el ojo siempre está en presente.
Alejada del aspaviento y del patetismo, la poesía de Watanabe es un elogio del refrenamiento. Así tituló un texto en el que resumió su postura ante el mundo, ante la muerte y ante la poesía, y así se tituló una antología de su obra hasta 2003.
Ese mismo título podría servir para caracterizar la totalidad de una poesía en la que temas insistentes como la infancia, el pueblo, los animales, el amor o la muerte configuran un universo poético atravesado por la mirada compasiva y evocadora de José Watanabe.
Santos Domínguez