27/2/09

El cuarto de atrás


Carmen Martín Gaite.
El cuarto de atrás.
Prólogo de Gustavo Martín Garzo.
Ediciones Siruela. Madrid, 2009.


Si no se perdiera nada, la literatura no tendría razón de ser, dice la narradora-protagonista en El cuarto de atrás. Y en esa declaración de ecos machadianos (Se canta lo que se pierde) se resume el sentido que tiene la escritura para Carmen Martín Gaite.

Con este título inaugura Ediciones Siruela la Biblioteca Carmen Martín Gaite. Es una elección intachable porque posiblemente es la obra más adecuada para adentrarse en el universo literario de la autora.

Memoria y evasión, imaginación y realidad, sueño y recuerdo se unen en El cuarto de atrás, que es el espacio de los juegos, el símbolo de la infancia, el paraíso perdido y la literatura. En último extremo, a la pérdida y a la necesidad de recuperar el pasado responde la frase que citaba más arriba. No es un dato trivial que Carmen Martín Gaite empezara a escribir esta novela a finales de noviembre de 1975 ni que se le ocurriera mientras veía por la televisión de un bar madrileño el entierro de Franco.

Más novelera que novelista, más cuentista que literata, la autora hizo en El cuarto de atrás –que acaba de cumplir ahora treinta años- una de sus obras más libres y personales, una fusión de novela y autobiografía en la que reconstruye una parte esencial de su historia personal y de la historia social de la Salamanca de la guerra y la posguerra.

Recuerdo e imaginación, Salamanca y la isla de Bergai, vida y literatura se funden en El cuarto de atrás, que es una suma de novela fantástica y memorias de una niña de la guerra, el relato de un viaje que tiene una triple dimensión. Es un viaje temporal, un viaje espacial y además, y sobre todo, un viaje interior en busca de uno mismo y de las claves personales que le permitan reconocerse en la niña que fue. Una mirada entre visillos desde una ventana, a veces hacia fuera y a veces hacia dentro, desde ese espacio intermedio entre el salón y la calle que resume tan bien la literatura de Carmen Martín Gaite.

Y a través de un diálogo aparente que encubre una sucesión de monólogos, El cuarto de atrás es la  expresión de esa constante búsqueda de interlocutor que está en la base de toda la obra de Carmen Martín Gaite y que aquí es el pretexto del relato y el eje de la narración. A eso alude Gustavo Martín Garzo en el prólogo (El misterio de la cajita dorada) que ha escrito para esta edición y que define El cuarto de atrás como una larga conversación:

Todos los libros de Carmen Martín Gaite son una conversación, pues para ella escribir nunca fue distinto a hablar. Hablar con alguien ausente, puede que desconocido, pero, en definitiva, una conversación en toda regla.

Desdoblada en la protagonista y en la narradora, la autora se mira en un espejo que es el de la realidad, pero también el de la Alicia de Lewis Carroll, al que está dedicado el libro. Un libro en el que se cuenta por el mero placer de contar, pero también por la necesidad de explicarse a sí mismo a través del espejo caprichoso de la memoria.

Lo resumía en uno de sus Cuadernos de todo, en donde escribía estas líneas:

No importa lo que te ha ido pasando, sino lo que has ido pensando de lo que te pasó, cómo lo has ido enfrentando, lo que te ha dejado, lo que has aprendido con ello. Las cosas no son nada. Sólo cuenta su elaboración. De contar una cosa bien a contarla mal hay un abismo.


Santos Domínguez