4/2/09

El soldado Svejk


Jaroslav Hasek.
Las aventuras del valeroso soldado Schvejk.

Ilustrado por Josef Lada.
Traducción de Monika Zgustova.
Galaxia Gutenberg. Círculo de Lectores.
Barcelona, 2008.

Las aventuras del bravo soldado Svejk –escribía Milan Kundera en El arte de la novela- es probablemente la última gran novela popular. ¿No es asombroso que esa novela cómica sea al mismo tiempo una novela de guerra cuya acción se desarrolla en el ejército y en el frente? ¿Qué ha ocurrido con la guerra y sus horrores para que se hayan convertido en motivo de risa?

El 28 de junio de 1914, el mismo día que matan en Sarajevo al archiduque de Austria y se enciende la mecha de la Primera Guerra Mundial, empieza la acción de Las aventuras del bravo soldado Svejk, de Jaroslav Hasek, la obra más conocida de la literatura checa, que edita Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores con traducción de Monika Zgustova, la primera que se publica en castellano directamente desde el checo. Una espléndida traducción, por cierto, que permite que sus centenares de páginas se lean con sorprendente fluidez.

El señor Svejk comenta con la señora Müllerova, su ama, el asesinato del archiduque Fernando. Y el narrador hace la primera caracterización del antihéroe que protagoniza la novela:

-Así que nos han matado a Fernando –dijo el ama al señor Svejk que, una vez declarado idiota por la comisión médica militar, había abandonado el servicio y vivía de la venta de perros, unos horribles monstruos híbridos para los cuales inventaba falsas genealogías.

Tras esa primera presentación se irán sucediendo una serie de peripecias extravagantes que llevarán al personaje de una taberna a la jefatura de policía, de allí al manicomio, a la cárcel y al ejército y finalmente al frente de Galitzia. En su recorrido por esos ambientes y en su ir y venir por distintos tribunales, Svejk se comporta con una inocencia irreductible y una torpeza llena de buena voluntad y de un optimismo que pone patas arriba todas las estructuras del sistema y colapsa la maquinaria social de la autoridad.

Manicomios, comisarías, iglesias, cárceles y ejércitos, jueces, policías y militares quedan en evidencia o se desesperan ante la ingenuidad impasible de un personaje mitad Quijote, mitad Sancho, con una mezcla explosiva de lucidez, sentido común y patosería ante la que el lector se pregunta constantemente: ¿Es tonto o se hace el tonto?

Como en la novela de Cervantes, Hasek no juzga y la ambigüedad de su texto, la mezcla de crueldad y comicidad y el tratamiento del personaje nos muestran a un Svejk que a veces parece un estúpido y otras un farsante a la defensiva o un cínico al ataque.

Alegato antibelicista en el que el humor demuestra toda su potencia destructiva, denuncia de la degeneración de la sociedad austro-húngara, la novela muestra que la actitud de Hasek, lo explicaba también Kundera, es semejante a la de Kafka. Cuando la guerra del 14 cambió el mundo, Musil, Kafka, Broch y Hasek expusieron en sus novelas el fin de una época, las paradojas con las que terminaba la modernidad y empezaba de verdad el siglo XX. Desde esa perspectiva, la necedad de los burócratas de Kafka es la misma de los burócratas del ejército de Hasek, que escribió este texto con una evidente intención satírica contra las instituciones del agonizante imperio austrohúngaro.

Las aventuras del bravo soldado Svejk se fueron publicando por entregas en 1921 y 1922 a medida que las iba escribiendo Hasek con una técnica de relato acumulativo, de narración en sarta que quedó truncada por su muerte en 1923. De las seis partes que tenía el proyecto, sólo escribió cuatro, que aparecieron en forma de libro en una edición póstuma con las ya imprescindibles ilustraciones de Josef Lada.



Santos Domínguez