23/2/09

Joubert. Pensamientos


Joseph Joubert.
Pensamientos.
Antología crítica a cargo de Rémy Tessonneau.
Traducción de Manuel Serrat Crespo.
Península. Barcelona, 2008.

Atormentado por la maldita ambición de meter siempre todo un libro en una página, toda una página en una frase y esta frase en una palabra.

Así se veía a sí mismo el moralista francés Joseph Joubert (1754–1824) en una anotación del 8 de febrero de 1815.

Autor sin libro, escritor de fragmentos, Joubert no publicó estos textos y fue Chateaubriand quien editó una parte de estos apuntes en 1838, en una selección titulada Recueil des pensées de M. Joubert.

Entre la agudeza breve del aforismo y la profundidad más extensa de la máxima, Península publica la espléndida antología crítica que realizó Rémy Tessonneau, un conjunto de 1376 fragmentos organizados en torno a 32 ejes temáticos.

Es una antología del pensamiento de Joubert compuesta como un reflejo de sí mismo, de manera que El hombre y el autor es la primera de las secciones en que ordena temáticamente su ideología: las artes, la educación, el sexo, los libros, la condición humana, las matemáticas, la política, la revolución, la música, los animales, el amor, la literatura, la memoria o la vejez son algunas de las preocupaciones que atraen el interés reflexivo y la agudeza analítica de Joubert, que escribe reflexiones como estas, sobre las relaciones humanas: Perdemos siempre la amistad de quienes pierden nuestra estima.

Sobre la belleza: Todo lo bello es indeterminado.

O sobre la educación: Enseñar es aprender dos veces.

Para facilitar el acceso al pensamiento de Joubert, la edición incorpora dos índices, uno onomástico y otro analítico, que permiten establecer la amplia red de relaciones que se cruzan en el entramado ideológico del pensador francés, que resumía así un proyecto (Todos esos escritos de los que sólo queda, como del espectáculo de un arroyo, el recuerdo de las palabras que han huido) que dejó inédito cuando murió:

Quisiera que los pensamientos se sucedieran en un libro como los astros en el cielo, con orden, con armonía, pero fácilmente y a intervalos, sin tocarse, sin confundirse; y no obstante no sin seguirse, sin concordar, sin combinarse. Sí, quisiera que fluyesen sin agarrarse y sujetarse, de modo que cada uno de ellos pudiera subsistir independiente. Nada de cohesión demasiado estricta; pero nada tampoco de incoherencias: la más leve es monstruosa.

Santos Domínguez