31 julio 2017

Manual de remedios literarios


Ella Berthoud, Susan Elderkin.
Manual de remedios literarios.
Traducción de Clara Ministral.
Siruela. Madrid, 2017.

“Nuestros medicamentos no son cosas que vayas a encontrar en la farmacia, sino en las librerías, las bibliotecas o descargándotelas con tu lector de libros electrónicos. Somos biblioterapeutas y las herramientas de nuestro oficio son los libros. Nuestra botica contiene bálsamos beckettianos, torniquetes tolstoianos, los calmantes de Calvino y las purgas de Proust y Perec. Para crearla, hemos recorrido dos mil años de literatura en busca de las mentes más brillantes y las lecturas más reconstituyentes, desde Apuleyo y El asno de oro, del siglo II, hasta los tónicos contemporáneos de Jonathan Franzen y Haruki Murakami”, escriben Ella Berthoud y Susan Elderkin en la introducción del magnífico Manual de remedios literarios que publica Siruela con traducción de Clara Ministral.

Subtitulado Cómo curarnos con libros, es un divertido tratado de biblioterapia, un manual de medicina atípico que contiene múltiples prescripciones de novelas para el alivio o la curación de distintas dolencias físicas y emocionales: Yo, Claudio para tratar la soledad; Las olas de Virginia Woolf y El corazón es un cazador solitario para bajar la tensión; La insoportable levedad del ser para la depresión; Anna Karenina para el dolor de muelas; Aquí nos vemos para sobrellevar el luto; Sostiene Pereira para la obesidad; La subasta del lote 49 para la paranoia o el Libro del desasosiego para el insomnio.

Son algunos ejemplos de un nutrido repertorio de novelas que se recomiendan por su función terapéutica ante diversos males. Y además, diversas listas: las 10 mejores novelas para quedarse en la cama; otras 10 para curar la xenofobia; las 10 más recomendables para leer en el hospital

Construido a base de entradas ordenadas alfabéticamente de la A a la Z y rematado  con dos índices, uno de entradas y otro de obras citadas, este Manual de remedios literarios es también un peculiar e ingenioso tratado de literatura enfocado desde una perspectiva inusual, pero inteligente y muy interesante.

“Sea cual sea tu dolencia – escriben las autoras-, nuestras recetas son muy sencillas: una novela (o dos) que deberás leer a intervalos regulares. Algunos tratamientos te curarán por completo. Otros simplemente te ofrecerán consuelo, mostrándote que no estás solo. Todos ellos calmarán temporalmente tus síntomas, debido al poder de la literatura para distraernos y transportarnos. A veces es mejor administrar el remedio en forma de audiolibro, o leído en voz alta con un amigo. Como con cualquier medicamento, para obtener los mejores resultados es recomendable seguir el tratamiento hasta el final.”

Santos Domínguez

28 julio 2017

Sharon Olds. La célula de oro

Sharon Olds.
La célula de oro.
Edición bilingüe.
Traducción y prólogo de Óscar Curieses.
Bartleby Editores. Madrid, 2017.


Con traducción de Óscar Curieses, Bartleby Editores publica en edición bilingüe La célula de oro, de Sharon Olds, un libro que publicó en 1987, después de Los vivos y los muertos y antes de El padre.

El carácter polisémico que tiene el título en inglés, como explica el traductor -“se podría traducir también como La celda de oro, ya que en inglés “cell” significa ambas cosas: “célula” y “celda”-,  generaba en el original una ambigüedad que apunta a la idea de que “lo que nos puede encerrar (la celda) nos da la vida (la célula).” 

El que seguramente es el poema fundamental del libro, “Vuelvo a mayo de 1937”, tiene como eje ese cruce del sufrimiento y el crecimiento personal. En ese texto Sharon Olds evoca el momento en el que sus padres se conocieron y, aunque en un primer momento le hubiera gustado advertirles de que no se casaran, porque iban a generar sufrimiento en sus hijos antes de divorciarse, en el último verso asume su destino como una forma de ser quien es:

“Adelante, hacedlo, que yo lo contaré.”

Y eso, contar sin contemplaciones, es lo que hacen los textos narrativos y turbadores de este libro organizado en cuatro apartados: la poesía urbana de la primera parte describe el intento de suicidio de un hombre un solsticio de verano en Nueva York o la violación y asesinato de una niña antes de enfocar con ironía el modo de vida americano: la segunda parte se centra en la infancia de la autora y en la opresiva situación familiar con un padre tiránico y alcohólico y una madre anoréxica.

Ese es el núcleo duro de este texto confesional, casi una descarnada terapia de psicoanálisis atravesada por el rencor al padre y por la compasión hacia la madre.

Tras él, la tercera parte evoca diversas escenas de la adolescencia y la madurez articuladas en torno a las primeras experiencias sexuales, a la muerte del novio en accidente de tráfico a los 19 años o a las relaciones matrimoniales.

La vida y la muerte, el sexo y la pérdida, lo bueno y lo malo de la vida, la belleza y la crueldad, su hijo y su hija, en los que se centra la cuarta parte, recorren estos poemas inquietantes y turbadores en los que conviven lo público y lo privado en el exorcismo de sus demonios familiares. 

Santos Domínguez

26 julio 2017

Jorge Edwards. Prosas infiltradas



Jorge Edwards.
Prosas infiltradas.
Reino de Cordelia. Madrid, 2017.

“Lo esencial del ensayo, para mí, consiste en proponer preguntas y en admitir respuestas diversas, coyunturales, conjeturales y hasta contradictorias”, escribe Jorge Edwards en el Breve ensayo sobre el ensayo que hace la función de prefacio de sus Prosas infiltradas, una espléndida colección de ensayos breves que publica Reino de Cordelia.

Borges, Cortázar, Octavio Paz, Machado de Assis, Voltaire, Proust, Svevo, Cervantes o Montaigne son algunos de los referentes intelectuales y literarios a los que interrogan estas páginas con las que Jorge Edwards se adentra en el territorio más fecundo de la modernidad.

Porque estos ensayos son prosas infiltradas entre los diferentes géneros, puertas giratorias que abren de un lado el componente narrativo del ensayo clásico y de otro el factor reflexivo de las grandes novelas de Proust, Stendhal o Thomas Mann.

Desde ese territorio ensayístico propicio a la libertad y al tanteo, a la exploración y a la incertidumbre, Edwards explora la difícil relación de la cultura con el poder, traza la semblanza de Fidel Castro y de Neruda o aborda la literatura francesa como una referencia constante, además de la literatura en español, de estos ensayos que son también un homenaje a sus lecturas desde la memoria de un lector agudo que busca espacios de encuentro de la lectura y la escritura.

La narrativa de Cortázar en sus prosas sueltas y libres, con un fondo frecuente de elementos ensayísticos que revela Edwards en un ensayo luminoso, una aproximación a la obra de Cortázar desde “la libertad de escritura y la libertad de lectura”; Octavio Paz como ejemplo de confluencia de poesía y ensayo o la invención de una voz narrativa en Machado de Assis son el de objeto algunos de estos textos en los que siempre está presente la conexión de vida y literatura, de lectores leídos y escritores contados, como titula uno de los mejores capítulos del libro: un estupendo ensayo sobre Cervantes y el Quijote.

Santos Domínguez

24 julio 2017

Caballero Bonald. Examen de ingenios



José Manuel Caballero Bonald.
Examen de ingenios.
Seix Barral. Barcelona, 2017.

Con un título que homenajea a Huarte de San Juan, que publicó en Baeza en 1575 su Examen de ingenios que le convertiría en patrón de la psicología, José Manuel Caballero Bonald reúne en Seix Barral un centenar largo de semblanzas de escritores, artistas plásticos  o músicos del ámbito hispánico “que me han atraído por alguna razón y a los que he tratado de manera asidua o eventual.”

Entre la anécdota y la reflexión crítica, estos retratos literarios, dictados por la proximidad o por el desafecto, se acercan a novelistas, poetas, cantaores, pintores o actores desde la admiración o el encono indisimulado.

Ordenadas de manera aproximadamente cronológica, no por su fecha de nacimiento sino por la fecha en que los conoció, estas semblanzas son una forma indirecta de autobiografía porque con todos ellos ha tenido una vinculación personal más o menos intensa. 

Algunos de estos retratos estaban esbozados en La novela de la memoria o en Oficio de lector, pero toman aquí su perfil definitivo, pasado por el filtro del tiempo y por la evolución del propio Caballero Bonald, que coteja así “lo que pensaba con lo que pienso”por ejemplo en relación con Tiempo de silencio.

Alejados por igual de la adulación y la mordacidad, son dibujos rápidos, hechos con  pinceladas precisas, “bosquejos casuales y probablemente temerarios” que en lo que se refiere a la literatura española evoca a escritores de cinco grupos generacionales: el 98 de Azorín o Baroja, el Novecentismo de Américo Castro o D’Ors, el 27 de Alberti o Aleixandre, el 36 de Rosales, Panero o Ridruejo y la promoción del 50, con Valente o José Agustín Goytisolo, con lo que Caballero Bonald prescinde de promociones posteriores a la suya.


El retrato cáustico de un Azorín más estático que el del retrato de Zuloaga; la mirada entre admirativa y maliciosa a Dámaso Alonso –“no es disparatado suponer que había nacido calvo y que se valió de las gafas al mismo tiempo que del sonajero”-; la admiración por la escritura de Alejo Carpentier; la mala experiencia de conocer a Borges en persona; el encuentro silencioso de dos retraídos -Onetti y Rulfo-, autores de una obra admirable; el elogio de La casa encendida de Luis Rosales; la celebración de la narrativa de Cunqueiro; sus conflictivas relaciones con Cela, “especialista en la obra de Cela"; el recuerdo de Lezama Lima en su salón habanero, “mitad leonera mitad scriptorium”; un retrato demoledor de José Hierro o “la claridad jubilosa” de la poesía de Claudio Rodríguez son algunos de los ejemplos de este Examen de ingenios.

Un libro en el que coexisten las luces y las sombras, la evocación de la persona o el personaje y el análisis de su obra, la subjetividad de la memoria y la objetividad crítica o una mirada irónica sobre nombres como Antonio Gala, Vargas Llosa, Gil de Biedma o Carlos Barral.

Completan el panorama, mayoritariamente literario, pintores como Viola, Millares, Antonio López o Tapies; actores como Marsillach o Paco Rabal y cantaores como Agujetas, Mairena o La Niña de los Peines.

Santos Domínguez

21 julio 2017

Poesía reunida de Pablo del Águila

Pablo del Águila.
De soledad, amor, silencio y muerte.
Poesía reunida (1964-1968) 
Edición y estudio de Jairo García Jaramillo
Bartleby Editores. Madrid, 2017.

Como una “promesa de verdad y gloria poéticas” define Antonio Carvajal la obra, prematuramente frustrada por la muerte, de Pablo Del Águila (Granada, 1946-1968), “la escritura trágicamente truncada de un poeta en formación que había sido capaz ya de ofrecer muy notables frutos”, como señala Jairo García Jaramillo en el amplio estudio introductorio sobre la vida y la obra del poeta –“Las huellas borradas de Pablo del Águila”- que sirve de prólogo a su edición de De soledad, amor, silencio y muerte. Poesía reunida (1964-1968), que publica Bartleby Editores.

Una edición organizada en cinco secciones que recuperan lo que podrían haber sido cuatro libros de Pablo del Águila: Pequeños poemas de soledad, amor, silencio y muerte, Resonando en la tierra, Poemas de Madrid y Desde estas altas rocas innombrables pudiera verse el mar, que tuvo una edición en 1973 de la que Miguel García-Posada dijo que era el testimonio y el testamento del poeta.

Poeta póstumo, en el momento de su muerte prematura no había publicado nada, pero en su escritura se perfilaba una tendencia muy alejada del preciosismo esteticista de los novísimos y vinculada al compromiso, se prefiguraba en ella la poesía de la otra sentimentalidad granadina de los años ochenta.

La poesía que estaba escribiendo en los meses previos a su muerte había encontrado sus referentes rehumanizados en los Poemas humanos de César Vallejo y en Blanco spirituals, de Félix Grande. 

Y un poco más al fondo, suenan los ecos de la poesía desarraigada que había sido en los años cincuenta una de los semillas de la poesía social.

La ironía, el desengaño, la presencia de lo cotidiano como material poético son algunas de las claves de esa poesía en la que se había producido un paso del yo al nosotros, del intimismo ensimismado al compromiso, para acabar  “vestido de otros y desnudo de sí mismo.” 

El sincretismo de muy diversas tendencias estéticas -del pop al neovanguardismo, del camp a la poesía clásica árabe de las qasidas- debería haberse decantado en la evolución de una voz personal que quedó apagada por la muerte, pero que antes dejó versos como estos:

Regreso a mí con mi pasado a cuestas. 
Cuando me fui, lo sabes, pensaba ya en mi vuelta. 
Regreso a mí 
como todas las cosas 
que se apartan del punto en que nacieron 
para volver más firmes a sí mismas. 

Regreso con más años a encerrarme 
en un rincón más viejo. 
Cuando vuelvo a pensar en las esferas...


Santos Domínguez


19 julio 2017

Emmanuel Bove. Huida en la noche


Emmanuel Bove.
Huida en la noche.
Traducción de Mercedes Noriega Bosch.
Pasos perdidos. Madrid, 2017.

Huida en la noche, que publica Pasos perdidos con traducción de Mercedes Noriega, fue la penúltima novela de Emmanuel Bove y es una obra que remite al mundo inconfundible del novelista, a sus protagonistas indecisos, sometidos a los vaivenes del azar y abocados a la condición de seres solitarios.

Tras su trama argumental y su tensa intriga -la huida de una docena de prisioneros franceses de un campo de concentración alemán durante la Segunda Guerra Mundial -, su sentido profundo acaba convirtiéndola en la metáfora de un viaje hacia la soledad.

Y el variopinto muestrario de caracteres de los fugitivos que aparecen en sus páginas resumen también las distintas actitudes humanas, los distintos comportamientos ante la vida, que para la amarga visión de Bove es una condena de la que en el fondo no se puede escapar.

Por eso hay más tensiones en la conflictiva relación humana entre los fugitivos que la que genera la propia huida o la preparación del plan meticuloso de fuga. El desánimo, los peligros, el miedo, el egoísmo, la deslealtad no frustran pese a todo una huida en la que el protagonista narrador se acaba quedando solo.

Y cuando llega a Francia, remata la novela con este párrafo que deja abierta la acción y que se convierte en un mal presagio que se confirmaría en la última novela que escribió, Non-lieu: “Ese despertar en plena noche aún me hacía temblar de vez en cuando. Pero estaba en Francia. Pronto estaría en París, mi ciudad natal. Estaba a salvo, al menos eso creía.”

Santos Domínguez

17 julio 2017

Noticias sobre Juan Rulfo. La biografía


Alberto Vital.
Noticias sobre Juan Rulfo. 
La biografía.
Fundación Juan Rulfo. Editorial RM.
Barcelona, 2017.

Agotada hace tiempo la primera edición de 2004 de la que sin duda es la mejor biografía sobre Juan Rulfo y coincidiendo con el centenario del autor mexicano del nacimiento del autor mexicano la Fundación Juan Rulfo y la Editorial RM publican la segunda edición de Noticias sobre Juan Rulfo, de Alberto Vital.

Puesta al día y enriquecida con las aportaciones de nuevos estudios y precisiones sobre la vida y la obra de Juan Rulfo, con abundantes ilustraciones y cuatro anexos en los que Rulfo habla de su obra, Noticias sobre Juan Rulfo es un libro de referencia ineludible en la bibliografía rulfiana, en la que ocupa un lugar central, porque traza una imagen total del autor y su obra, de su actitud ante el mundo en un acercamiento a la vida interior de la que se nutre su creación artística, siempre a caballo entre la ficción y la historia.

Es una incursión en la vida silenciosa de un tímido en cuya literatura hay, una considerable dosis de silencio, como en sus fotografías, a las que se dedica también mucha atención en esta biografía, que, como explica Alberto Vital en el prefacio para esta nueva edición, “quiere refrescar y reflejar nuevos haces de luz desde y hacia una obra sin medida.” 

Elaborada con rigor documental y con un profundo conocimiento de la narrativa de Juan Rulfo, sus páginas viajan de la vida a la obra de la mano de un especialista en su obra que abre así nuevas vías de acceso a la lectura de su narrativa, sobre la que está biografía ofrece también una completa perspectiva crítica.

Los antecedentes familiares, la guerra cristera, la biblioteca que Ireneo Monroy depositó en la casa de su familia, el orfanato, su difícil juventud, la universidad, su actividad como fotógrafo, los cuentos de El llano en llamas, las primeras trazas de Pedro Páramo, el método de escritura de Rulfo y el proceso de redacción de la novela y su consagración literaria con el Premio Nacional de Literatura en 1970 son algunos de los episodios que rastrea esta magnífica biografía de Rulfo hasta el día de su muerte, el 7 de enero de 1986.

Santos Domínguez

14 julio 2017

Claudio Rodríguez. Antología poética



Claudio Rodríguez. 
Antología poética. 
Prólogo de Philip W. Silver.
El libro de bolsillo. Alianza Editorial. Madrid, 2017.

Como “uno de los más extraordinarios poetas españoles de la segunda mitad del siglo XX” define a Claudio Rodríguez Philip W. Silver en el prólogo de la espléndida Antología poética que publica El libro de bolsillo de Alianza Editorial.

Claudio Rodríguez creó uno de los mundos poéticos más característicos y exigentes de la poesía española del medio siglo. Un mundo poético atravesado por el deslumbramiento ante la magia de lo cotidiano, por la revelación de la mirada y la memoria que construyen una poesía del conocimiento como experiencia sensorial, como fruto de la percepción y de la participación con todo lo que existe.

Entre la exaltación contemplativa de Don de la ebriedad y la meditación existencial de Casi una leyenda, la poesía de Claudio Rodríguez, celebratoria casi siempre y elegiaca a veces, surge de una constante búsqueda del sentido de la vida y del mundo. El resultado de esa búsqueda es una experiencia de revelación que transciende lo cotidiano en la contemplación reflexiva del presente o mediante la evocación de las claves de la memoria.

Una aventura poética sustanciada en su obra intensa y breve, de la que esta completa antología ofrece los textos más significativos, que dan la imagen plural de una poesía unitaria que busca la luz y encuentra la revelación de la sombra que aparece en su último libro, Casi una leyenda:  "Se está haciendo de noche. Y qué mas da. / Es lo de siempre, pero todo es nuevo."

Acerca de esta  selección generosa, Philip W. Silver destaca que este volumen no es una simple reedición de la anterior antología publicada en esta misma colección en 1981, porque además de recoger los 34 poemas que el propio Claudio Rodríguez consideraba imprescindibles en cualquier antología de su obra, contiene una selección significativa de Casi una leyenda, que se publicó en 1991, diez años después de aquel volumen.

Santos Domínguez

12 julio 2017

Max Aub. Campo cerrado


Max Aub. 
Campo cerrado.
El laberinto mágico I.
Prólogo de Antonio Muñoz Molina. 
Edición al cuidado de Carmen Córdoba y Miguel Ángel Arcas.
Cuadernos del Vigía. Granada, 2017.

Con una cuidadísima edición revisada de Campo cerrado, de Max Aub, de la que se han ocupado Carmen Córdoba y Miguel Ángel Arcas, Cuadernos del Vigía inicia la recuperación de El laberinto mágico, un ciclo coral y un variado retablo que constituye el conjunto novelístico más ambicioso y representativo de los que se escribieron en el exilio sobre la guerra civil española. 

Tras la emblemática edición, inencontrable ya, de sus seis volúmenes en Alfaguara a finales de los años setenta, uno de los acontecimientos editoriales de la transición, la figura de Max Aub fue una víctima de la desmemoria que evocó con amargura en La gallina ciega, el diario de un regreso esporádico a España desde su exilio mexicano.

Encabezada con una introducción de Antonio Muñoz Molina y precedida del prólogo que Aub publicó en la primera edición mexicana de 1943 con interesantes observaciones sobre el proyecto del ciclo incipiente, sobre las circunstancias en las que surgió, Campo cerrado es la primera muestra de un proyecto editorial que prevé la edición de dos volúmenes por año. Le seguirán los cinco tomos restantes: Campo de sangre (1945), Campo abierto (1951), Campo del Moro (1963), Campo francés (1965) y Campo de los almendros (1968).

Cada uno de ellos irá prologado por reconocidos especialistas en la obra de Aub como José Antonio Pérez Bowie, Carmen Valcárcel o Gerard Malgat, o por novelistas como Almudena Grandes.

Hace años que la literatura de Max Aub entró en un injusto olvido, en un purgatorio del que viene a rescatarla este admirable proyecto que se inicia con Campo cerrado (1943), la primera de las seis novelas del ciclo.

Basta un párrafo como este, el segundo de la novela, para dejar constancia de uno de los rasgos fundamentales del ciclo: la calidad de su prosa:  “La plaza, por ocho días ruedo verdadero, apuntaladas las fachadas limpias de derrengaduras con escaleras y tablones; el casino adargando su última luz tras las talanqueras; en el centro, la fuentecilla barroca con su canto de agua de cuatro caños recobrando su calaña de abrevadero; la plaza, acabadas de tocar las diez, ombligo del mundo.”

Organizada en tres partes subdivididas cada una en tres capítulos, Campo cerrado es una novela de formación y búsqueda ambientada en los prolegómenos de la Guerra Civil. Se narra en ella el despertar al mundo de Rafael López Serrador, un joven castellonense recién llegado a una Barcelona crispada en vísperas del conflicto.

En su episodio inicial, un toro de fuego recorre aterrado y furioso las calles del pueblo del protagonista, Viver de las Aguas. No es una casualidad ni una nota pintoresca: esa imagen se convertirá en un símbolo del hombre acosado por la barbarie y la violencia del ambiente que acabó desembocando en la Guerra Civil, que acaba de estallar cuando se cierra la novela, el 19 de julio de 1936, y tras una serie de escaramuzas y combates en las calles, Barcelona permanece fiel a la República.

“Rafael Serrador vaga por las calles tropezando con las gentes y sintiendo los lazos que le unen con los hombres, y como cogido en una red de la cual él fuese una de las mallas, una de las hebras de la noche. Por la plaza del Pino pasea un hombre completamente desnudo, gritando: 
—¡Viva el Sr. Kneipp! ¡Viva el Sr. Kneipp! 
Un mundo salido de sí, un mundo sin madre. Apoyado en un canalón, Rafael Serrador piensa en el agua, un agua bárbara, ímpetu bronco, raudo, tenaz, incontenible: como el de un toro de fuego, un arco iris de fuego, por encima de la ciudad vencedora.”

Entre esas dos escenas, la primera parte de Campo cerrado aborda la infancia y adolescencia de Rafael en su pueblo, la segunda se centra en Barcelona y en el contacto del personaje con la realidad social de la ciudad y la tercera recuerda los momentos iniciales de la sublevación militar.

Como en el resto del ciclo, Max Aub interpreta  la guerra como el resultado de una confluencia de barbarie e imprevisión, de fuerzas contrarias desatadas. Esta primera novela, escrita muy rápidamente y terminada en París en agosto de 1939, es además de una reflexión del autor sobre el desastre que acababa de terminar, el producto de una concepción terapéutica de la escritura, la respuesta narrativa que le permitió asimilar la experiencia traumática de la guerra y el exilio.

Y es que, como señala Muñoz Molina en el prólogo, "da la impresión de que en el mismo momento en que las cosas le suceden ya está imaginando el modo de convertirlas en literatura."


Santos Domínguez


10 julio 2017

El fotógrafo Juan Rulfo


El fotógrafo Juan Rulfo.
Fundación Juan Rulfo. Editorial RM. 
México-Barcelona, 2017.

La Fundación Juan Rulfo y la Editorial RM  publican un volumen espléndido, El fotógrafo Juan Rulfo, como otra aportación bibliográfica esencial al centenario de Juan Rulfo. Un volumen que  incluye decenas de fotografías que Juan Rulfo -el mejor fotógrafo de América Latina según Susan Sontag- hizo durante décadas y varios ensayos sobre este aspecto de la creación artística de Juan Rulfo.

El lector que observe estas fotografías recordará inevitablemente el mundo literario de  Pedro Páramo, de El Llano en llamas o de El gallo de oro, los tres títulos de su obra narrativa, en la que la mirada tiene una importancia fundamental.

Pero, como señala Jorge Zepeda en uno de los ensayos que acompañan este libro, hay que deslindar la faceta del Rulfo escritor y la del fotógrafo, porque su obra gráfica no es un simple complemento de su obra literaria.

La fotografía, a la que dedicó muchas horas, no fue en Rulfo una actividad artística secundaria ni un ejercicio subordinado a su literatura, como se puede ver en la parte central del libro, que contiene una gran cantidad de imágenes sobre temas muy distintos.

Hay paisajes ásperos y secarrales desiertos, ruinas y calles abandonadas, pero también escenas urbanas, arquitectura prehispánica y colonial, ferrocarriles, fotografías de rodajes de películas y de actores como Pedro Armendáriz o María Félix. 

En los artículos que contiene el libro, además del deslinde ya aludido de Jorge Zepeda, Andrew Dempsey aborda el reflejo de la acción del tiempo en la naturaleza y estudia su vinculación con la pintura de Constable y con la obra del pintor mexicano José María Velasco.

Víctor Jiménez destaca las correspondencias entre las fotografías de Rulfo y las de Paul Strand y finalmente una cronología de Paulina Millán resume la trayectoria de Rulfo como fotógrafo.

Santos Domínguez

07 julio 2017

Diccionario biobibliográfico del exilio republicano de 1939




Manuel Aznar Soler y José-Ramón López García, editores
Diccionario biobibliográfico 
de los escritores, editoriales 
y revistas del exilio republicano de 1939.
4 vols.
Biblioteca del Exilio. Renacimiento. Sevilla, 2017.

“Este Diccionario biobibliográfico de los escritores, editoriales y revistas del exilio republicano de 1939 pretende ser una obra de consulta, el atlas de los distintos mapas de nuestro exilio republicano de 1939, un Diccionario que proporcione una información rigurosa que sirva para posibilitar futuras líneas de investigación, que permita estimular a futuros investigadores, particularmente a los más jóvenes, a estudiar y editar las obras de autores olvidados, poco o mal estudiados, autores llamados “menores” sin cuyo conocimiento nunca estará completa la historia y cultura españolas del siglo XX”, escriben Manuel Aznar Soler y José-Ramón López García en la introducción de esta  obra monumental que publica Renacimiento en su Biblioteca del Exilio.

Sus cuatro tomos recogen en más de 2000 páginas en doble columna el resultado de más de dos décadas del trabajo en equipo dirigido en la Universidad Autónoma de Barcelona por los coordinadores del volumen.

Se trata de una guía imprescindible, de un panorama de conjunto de la producción del exilio en las cuatro lenguas del Estado. En millar y medio de entradas se recopila la biobibliografía de cerca de 1200 escritores, 245 revistas y 55 editoriales fundadas en el exilio, especialmente en México y Buenos Aires.

Santos Domínguez

05 julio 2017

Juan Rulfo. Narrativa completa



Juan Rulfo.
El Llano en llamas.
Pedro Páramo.
El gallo de oro y otros relatos.
Estuche conmemorativo del centenario.
Editorial RM. México-Barcelona, 2017.

Cuando acaban de cumplirse 100 años del nacimiento de Juan Rulfo,  uno de los narradores imprescindibles del siglo XX en español, una de las aportaciones más importantes es este estuche conmemorativo del centenario con los tres volúmenes de su obra narrativa.

Cuidada por la Fundación Juan Rulfo, que ha fijado los textos definitivos, la publica la Editorial RM con una espléndida tipografía, en una edición muy limpia en tres tomos muy manejables y agradables de leer.

Los cuentos imprescindibles de El Llano en llamas, que inauguran un territorio literario inconfundible que dos años después, en 1955, daría cabida a su novela Pedro Páramo, habitada por un coro de voces y sombras que sirve de fondo a la bajada a los infiernos de Juan Preciado, el narrador que habla en el comienzo memorable: “Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo. Mi madre me lo dijo. Y yo le prometí que vendría a verlo en cuanto ella muriera.”

Un tercer volumen contiene el guión de El gallo de oro, con el texto fijado por la Fundación Juan Rulfo, y un poema para La fórmula secreta, una película de referencia en el cine mexicano. 

Decía el crítico Chris Powell que “se puede leer la breve pero densa obra de Rulfo en un par de días, aunque eso sólo significa dar el primer paso dentro de un territorio todavía por conocer. Su exploración es uno de los viajes más extraordinarios de la literatura.”

Lo advirtió el propio Rulfo cuando decía que hasta después de tres o cuatro lecturas no se entendía Pedro Páramo, una novela inagotable cuya brevedad engañosa es otro de los espejismos de la obra.

Santos Domínguez

03 julio 2017

El abismo verde


Manuel Moyano.
El abismo verde.
Menoscuarto. Palencia, 2017.

“Dios somete a pruebas implacables a sus emisarios; por eso acabé apartándome de Él. Durante cierto tiempo, mientras aún ejercía el sacerdocio, fui conocido como «el Padrecito»: así solían llamarme los habitantes de aquel inmundo pueblo amazónico de Agaré, antes de que su propia insensatez los borrara de la faz de la tierra.”

Así comienza El abismo verde, de Manuel Moyano, una novela armada sobre una intriga inquietante que atrapa al lector desde esas primeras líneas en las que se invoca el desenlace de una peripecia sorprendente.

Publicada por Menoscuarto en su colección Cuadrante nueve, responde al modelo clásico de la novela de aventuras con rasgos imprescindibles como el viaje a lugares remotos, los peligros en una naturaleza desconocida y adversa, o el misterio que rodea a los personajes, que parecen ser dueños de un secreto indescifrable. 

Narrada muchos años después de los hechos por el protagonista, un joven religioso en crisis que va a tomar posesión de la parroquia de Agaré, antigua colonia minera en un lugar sin mujeres y al margen de la civilización, ese viaje es también y sobre todo viaje al fondo de sí mismo y a los abismos de su propia conciencia. 

Escrita con envidiable ritmo narrativo y con una prosa muy ágil y precisa, El abismo verde es una novela absorbente en la que la búsqueda de su propia identidad por parte del protagonista se va rodeando de elementos fantásticos, ciudades abandonadas y criaturas extrañas que van surgiendo en medio de una naturaleza agresiva, aflorando desde una corriente subterránea de terror que emerge en el último capítulo. 

La ambientación  en medio de la selva, el contraste de civilización y primitivismo y ese fondo de horror remite en esta novela a los modelos declarados por el narrador: Verne, El corazón de las tinieblas de Conrad, London, Stevenson o Las aventuras de Allan Quatermain, de Rider Haggard  son lecturas confesadas a lo largo de la narración.

En ese sentido, El abismo verde es también un brillante homenaje a los clásicos de la novela de aventuras.

Santos Domínguez

30 junio 2017

Marta Agudo. Historial


Marta Agudo.
Historial.
Calambur. Barcelona, 2017.

El día quince de mayo a las doce y media salió de la consulta con las palabras “enfermedad sin tregua.”

Así comienza Historial, el tercer libro de poesía de Marta Agudo, que publica Calambur.

De una intensidad casi insoportable, a la altura y a la hondura que corresponden a la experiencia perturbadora de una enfermedad grave, los versos de Historial transportan al lector -pese al carácter intransitivo del dolor: “porque todo lo verdadero resulta intransferible”- al territorio de la fragilidad y de la incertidumbre del animal de fondo que pregunta.

Porque este es un libro más interrogativo que afirmativo o negativo, en el que la enfermedad se convierte en una experiencia de la que se sale siendo otro, en una frontera que separa un antes y un después.

También literariamente, porque la palabra desbocada de estos textos encuentra su cauce expresivo más adecuado en el poema en prosa y en el versículo, frente a la contención depurada de sus libros anteriores. Lejos de los versos cortos y elípticos de Fragmento y 28010, la intensidad emocional de esta experiencia de los límites exigía la palabra en libertad que desborda estos versos en busca de respuestas.

Pero no hay respuestas: hay exploraciones en el deterioro, el tiempo y la fragilidad. Exploraciones que, desde una mirada casi póstuma, desde “la sangre / de todo cuanto fui”, generan una nueva percepción del tiempo y del espacio, “porque el cáncer es un espacio.”

Desde ese “lado nocturno de la vida” que evoca la cita de su Susan Sontag que abre el libro, los versos interrogativos y desbocados de Historial miran “el mapamundi del dolor”para afirmar que “la esperanza persiste en el cráneo como flor que alguien deja dentro del ataúd.”

Aunque, pese a todo, hay una luz de fondo y el hospital es en los últimos versos del poema un “monumento a la segunda oportunidad.”

Quedan, imborrables, visibles, las cicatrices:

¿Cómo olvidarte, enfermedad,
anfitriona heredada de tantas cicatrices…?

Santos Domínguez

28 junio 2017

La cocina mexicana de Socorro y Fernando del Paso


La cocina mexicana
de Socorro y Fernando del Paso.
Edición conmemorativa.
Fondo de Cultura Económica. México, 2017.


“Porque a la Noche Triste siguió, tras la victoria de Otumba y la llegada de refuerzos desde La Habana, el triunfo total de Cortés, y con él despuntó un día que duró cuatro siglos: en todo ese largo tiempo y hasta que, en 1901, Cuba se transformó prácticamente en un protectorado norteamericano en el reino de España jamás se puso el sol.
Durante esos cuatro siglos —en realidad tres en lo que a México concierne: 1521-1821— se fraguó uno de los mestizajes más fecundos de la historia cuyos frutos mayores, entre los más suculentos y deliciosos, se dieron en el campo de las artesanías, el folclor y el arte culinario —también, y a largo plazo, en la arquitectura y las artes plásticas—. Pero en ninguna parte el resultado fue tan rápido, sorprendente y definitivo como en la cocina: a diferencia de los peregrinos del Mayflower, colonizadores del norte de los Estados Unidos que llegaron con esposas, hijas y hermanas que les hacían la comida y que trasplantaron la cocina europea a América, los españoles llegaron solos, sin mujeres. Por necesidad, se aparearon con las indias. Luego se casaron con ellas. Después, aprendieron a amarlas. Por necesidad, también, comieron lo que ellas les guisaban. Luego, se acostumbraron a la comida. Después, aprendieron también a amarla, y fue así como los criollos de la Nueva España en algo sí que muy pronto dejaron de ser españoles: en la forma de comer.
Desde luego, el verdadero y profundo mestizaje culinario comenzó cuando, muy pronto también, les tocó a los indios descubrir a su vez los prodigios y monstruos benévolos que llegaron en los barcos españoles: el trigo, el arroz, las lentejas, la naranja solar, la lechuga de holanes verdes, la zanahoria, la coliflor con sus sesos al aire, la caña de azúcar y docenas más de plantas y frutas comestibles así como, entre los animales, la vaca de grandes tetas, la gallina que ponía huevos con yemas de oro, el borrego, el puerco mucho menos puerco y mucho más precioso de lo que su nombre parecía indicar y, aparte del fabuloso caballo, en último caso también comestible, otras numerosas bestias que nunca se hubieran subido al Arca de Noé si al Creador se le ocurre que Noé naciera en América.”

Así termina El día que duró cuatro siglos, la primera parte del espléndido prefacio con el que se abre la edición conmemorativa de La cocina mexicana de Socorro y Fernando del Paso, un libro que publica el Fondo de Cultura Económica con ciento cincuenta recetas de Socorro Gordillo del Paso y comentarios eruditos e ilustraciones de su marido, Fernando del Paso.

Edición conmemorativa de los veinticinco años de este libro que es mucho más que un libro de cocina, publicado en francés en 1991 con el título Douce passion de la cuisine mexicaine, para desmentir la fama que asocia la cocina mexicana con la agresividad picante de sus condimentos más conocidos.

Ese estupendo texto introductorio evoca el descubrimiento de la naturaleza americana y destaca la importancia del mestizaje culinario que sirve para articular la estructura de este libro, que recoge un centenar y medio de recetas, pero es sobre todo la propuesta de un festín literario: una manifestación de la excepcional prosa, suculenta y jugosa, de Fernando del Paso.

Con ilustraciones del propio Fernando del Paso, salpicadas con el elogio del maíz y los frijoles, del jitomate y el cilantro, del aguacate y el chile, del chocolate y el cacahuete, sus páginas son una reivindicación del mestizaje, del ir y venir de los ingredientes y sus elaboraciones.  

Y en ese encuentro entre lo que México le dio al mundo y lo que el mundo le dio a México, se suceden las recetas de repostería y frutas, de salsas y sopas frías y calientes, de carnes y  pescados, de ensaladas y platos vegetarianos, de postres y bebidas, de cócteles y dulces.

Escrito con un estilo que es también ejemplo de sazón y condimento, este es un libro excepcional que habla de la variedad culinaria de la cocina mexicana, pero es también un paseo por medio milenio de historia y cultura, de arte y gastronomía de la mano de uno de los grandes escritores mexicanos actuales.

Santos Domínguez



26 junio 2017

Eduardo García. La lluvia en el desierto


Eduardo García.
La lluvia en el desierto.
Poesía completa (1995-2016).
Prólogo de Andrés Neuman.
Epílogo de Vicente Luis Mora. 
Vandalia. Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2017.


Bajo la indiferencia y el hastío
se oculta una emoción por explorar.
Allí donde hay ropa tendida, platos
sucios, despertadores quejumbrosos,
coches que nos aguardan, autopistas
inútiles que llevan al trabajo,
al llanto de un teléfono, a los gestos
vacíos que nos tiende la costumbre,
también brota el hechizo de la luz,
su voz bajo la piel fluye despacio.
Escucha resonar en esta página
sus corceles de viento, sus promesas.

Ese poema, La lluvia en el desierto, da título al espléndido volumen que recoge la Poesía completa de Eduardo García en la colección Vandalia de la Fundación José Manuel Lara.

Ese era el título que Eduardo García (1965-2016) había previsto para la edición de su poesía reunida, que su muerte prematura ha convertido en esta Poesía completa que incorpora dos libros que el poeta dejó inacabados al morir: La hora de la ira y Bailando con la muerte.

Se cierra con ellos una trayectoria que abarca dos décadas de escritura que se iniciaron con Las cartas marcadas y prolongaron libros como No se trata de un juego, Horizonte o frontera, La vida nueva o Duermevela, reconocidos con premios como el Juan Ramón Jiménez, Fray Luis de León o Ciudad de Melilla.

Enmarcan la edición de la poesía completa de Eduardo García dos estupendos ensayos: el prólogo Eduardo en el oído, evocador y amistoso, de Andrés Neuman, y el epílogo de Vicente Luis Mora Reencantar el mundo: el legado poético y ensayístico de Eduardo García, un exhaustivo y profundo estudio de los resortes creativos, las influencias y las claves poéticas y sobre las que se sustenta la escritura de Eduardo García.

La lluvia en el desierto tiene como pórtico el prólogo que Eduardo García dejó escrito para la edición frustrada de su poesía reunida, para la que había elegido también la ilustración de portada, un detalle de El sueño (1912), de Franc Marc.

“Escribir -dice el autor en ese prólogo- siempre ha sido para mí salir en persecución del misterio que alienta el respirar  /.../ Escribir como se respira, luchando con las palabras cuerpo a cuerpo, sin coraza ni red que me proteja de cuanto pueda descubrir allá al fondo en las tinieblas de lo desconocido.”

Y por eso, su itinerario poético, que se inició con el realismo narrativo de su primer libro, se fue decantando en un proceso de búsqueda de su propio tono de voz que encontraría su mejor expresión en el “realismo visionario” de lo que él mismo llamó una poética del límite en un memorable ensayo en el que fijó su concepción poética, que halló su instrumento de acceso al poema en la imaginación simbólica, en el ensueño, en la busca de revelaciones de una realidad transcendida en la mirada del poeta.

Esa concepción de la poesía como búsqueda y revelación de lo desconocido la dejó expresada en Confidencial, un poema de Horizonte o frontera que podría tomase como cifra de su escritura:

Cada verso que escribo
susurra al otro lado otras palabras,
otras voces convoca en otras lenguas,
debajo de la página. Ya escucho
el eco de las fuentes que me brotan
más allá del papel. Hablan despacio
de lo desconocido. Sigilosas,
iluminan regiones en penumbra,
rescoldos encendidos, sangre seca,
las altas barandillas de la infancia,
peleas de vecinos
en el patio interior.

Cuando miro en el pozo del poema,
en las aguas del pozo, en lo secreto,
otro rostro sonríe al otro lado.

Y porque "escribir –como explicaba Eduardo García en el prólogo- es una aventura, no un elegante juego de lenguaje”, esa aventura alcanzaría en La vida nueva y sus poemas de largo aliento su voz más personal y su cima creativa desde la indagación en lo oscuro.

De esa manera la poesía se convierte en un viaje al conocimiento para “cercar el misterio mediante un uso creativo del lenguaje”, porque “en las antípodas de la pedestre crónica, la poesía revela y genera realidad.”

Una nueva realidad que integra en su configuración simbólica la imaginación y la reflexión, la pérdida y la celebración, lo figurativo y lo visionario, la experiencia y el conocimiento, el irracionalismo y el sueño en torno al eje temático del deseo.

Una sutil ironía recorre la obra de Eduardo García y la envuelve en un fondo de distancia que culmina el último poema de Bailando con la muerte:

Si todo ha de acabar, qué importa nada.
Si el río ha de arrastrar cuanto queremos,
días, amigos, cuerpos, libros, senos,
cavando a nuestro paso una hondonada;

si todo ha de anegar la mar helada
y al cabo nos aguardan crisantemos,
más vale no olvidar lo que seremos
y enterrar en olvido la alborada.

Mas si el destino está en quedar en nada
rema a contracorriente, a tumba abierta,
apurando los cauces, siempre alerta
al destello que inflama la mirada.

Si todo ha de acabar, muerde muy fuerte
cada hora que le robas a la muerte.


Santos Domínguez

23 junio 2017

Juan Ramón Jiménez. Segunda antolojía

Juan Ramón Jiménez
Segunda antolojía poética 
(1898-1918).
Edición e introducción 
de Soledad González Ródenas.
Austral.  Barcelona, 2017.

La Segunda antolojía poética (1898-1918), que Juan Ramón Jiménez publicó en la Colección Universal de Calpe en 1922, es probablemente el libro que más ha influido en la poesía española contemporánea.

Planeado inicialmente como una selección que debía contener 360 poemas, el volumen acabó creciendo hasta convertirse en una revisión de su propia obra  en la que incorporaría un total de 522 textos, en los que con frecuencia no renunciará a la reescritura de los textos ya publicados y de los abundantes inéditos que incorpora en una generosa cantidad. 

Porque, además de una selección de textos de los libros ya publicados, desde Arias tristes hasta Eternidades, pasando por Jardines lejanos, La soledad sonora, Poemas májicos y dolientes, Sonetos espirituales o Diario de un poeta recién casado, Juan Ramón da a conocer una gran cantidad de poemas pertenecientes a libros inéditos, como Arte menor, La frente pensativa, El silencio de oro, Idilios, Ellos o Piedra y cielo. 

Aquella primera edición, resultado de un proceso lento y cuidadoso de edición que contrasta con el descuido con que se editó luego, fue concebida por Juan Ramón -explica Soledad González Ródenas, responsable de la edición- como "una sinfonía que, en muy distintos tonos, recoge la parte con mayor vocación de permanencia de su obra." 

Preparada minuciosamente por un Juan Ramón antólogo de su propia obra, las ediciones sucesivas deberían haber sido reimpresiones controladas por él; pero no fue así y las erratas han ido creciendo y multiplicándose de forma lamentable desde las ediciones de la posguerra que no pudo corregir hasta llegar a una situación de escandaloso deterioro del texto en la edición de 1998, como señala la editora en el admirable estudio introductorio que abre esta nueva edición en Austral. 

Y a corregir esa situación, a restituir a su estado original el texto de este clásico del siglo XX se dirige esta nueva edición. Una tarea de restitución para la que González Ródenas ha tomado como referencia la primera edición, que ha cotejado con los archivos personales del poeta, como explica en su prólogo sobre el proceso de composición y sobre la transcendencia de la Segunda antolojía. 

En el prólogo de sus Poesías escojidas Juan Ramón había dejado claros sus criterios de selección: "elijo yo solo los poemas, con arreglo a la única norma que tengo hace tiempo para todas las cosas: mi gusto -que, por el momento, es así.'" 

Por eso la Segunda antolojía, encabezada por un epigrama de Goethe -"Como el astro, sin aceleración y sin descanso"- ofrece una selección que responde al estilo con el que más se identificaba Juan Ramón en ese momento y en consecuencia todo lo anterior a 1913 queda relegado a un segundo plano. 

Con todos sus defectos editoriales, este era el único libro poético juanramoniano al que se podía acceder con relativa facilidad en España durante la posguerra. Una obra que lo había convertido en un clásico -Cernuda escribió que "Juan Ramón Jiménez es toda una época de la poesía española"- y que crecería como libro de cabecera de generaciones de poetas españoles contemporáneos y actuales: de Hierro a Colinas, pasando por Valente, Claudio Rodríguez o Caballero Bonald. 

Tal vez sabiendo eso, se preguntaba Juan Ramón en una conferencia de 1948: "¿Quién será el que levante y pase una nueva antorcha, y, sobre todo, el que determine una poesía de verdad mayor? Para mí será un poeta libre, aislado, claro, de forma personal como la de los cuatro influyentes mayores; de realismo májico pero trascendente; más sensual que Unamuno; más interior que Darío; más general que Antonio Machado; menos socorrido que Lugones; más optimista que J.R.J.; más sencillo que Gabriela Mistral; menos premioso que Guillén; más completo que García Lorca; más sano que Neruda; más unido que Alberti." 

Esta edición cuidadísima, que restituye la versión original y la limpia de erratas, se cierra con una estupenda guía de lectura que incluye textos complementarios sobre la acogida crítica de la antología, una amplia bibliografía activa y pasiva actualizada y abundantes propuestas de trabajo sobre los textos juanramonianos. 

Una reedición imprescindible. 

Santos Domínguez

22 junio 2017

Diálogos a la sombra de la luna


Inma Brook y Rodrigo Guerínez.
Diálogos a la sombra de la luna.
Ediciones en huida. Sevilla, 2017.
  
“Cuando escribo no miento, / aunque sea mentira lo que digo.” Esos dos versos, machadianos por complementarios, del poeta sevillano Víctor Jiménez  abren los Diálogos a la sombra de la luna, de Inma Brook y Rodrigo Guerínez, que publica Ediciones en huida.

Con la alternancia de voces de los amantes, estos Diálogos a la sombra de la luna desarrollan el proceso amoroso en una secuencia en la que se suceden las dos voces del diálogo: la cursiva y la redonda, la prosa femenina de la amante que lleva la iniciativa y el verso masculino –de tono clásico o neopopularista-, la carta y el poema, lo dramático y lo lírico.

Entre septiembre de 2014 y mayo de 2015 se desarrolla ese proceso amoroso, articulado en torno a la alegoría de las cuatro fases de la luna. Desde la luna nueva del deseo al cuarto menguante de la despedida, pasando por la expectativa del creciente y por la plenitud de la luna llena.

Con Pedro Salinas y su trilogía amorosa al fondo, un ciclo de pasión perecedera hacia la sombra que se vislumbra incluso en la fase de plenitud, como en este diálogo, de la sección Luna llena, que constituye uno de los mejores momentos del libro:

CRUCE DE MIRADAS
¿Llevar la iniciativa? ¿Manejar yo las riendas? Te vas a arrepentir de darme ese poder. Te hago sufrir, seguro. Y te amarro las manos con este cinturón de cuero que me gusta.
A mi antojo me muevo buscando, sobre ti, tan sólo mi placer, sin dejarte llegar… mientras, más de una vez, en tu piel me derramo. Este ha sido mi plan. Y, cuando en ello estoy, de repente, cruzamos así nuestras miradas, con esa sencillez de las cosas auténticas. Y no tengo más ganas de jugar ya contigo.
Me desnudas a besos y yo a ti con caricias sin nombre y, piel con piel, vivimos el amor hasta parar el mundo y romper las razones que ayer atenazaban mis anhelos más íntimos. Sin poder respirar todavía, me abrazas por detrás y, al oído, me susurras “te quiero”. No será igual mañana. Esto es más que teatro. Traspasó nuestra historia las páginas del libro. No cambió el argumento. Hemos sido nosotros.

PRIMAVERA
Ver el mar no es lo mismo
que navegar tus aguas.
Subirte las enaguas
es más que un espejismo,
hay debajo veranos
de tórridos calores.
Coronan los alcores
de tus senos mis manos.
No hubo nunca un estío
como esta primavera
que incendia la frontera
de tu cuerpo y el mío.
Vale este amor la pena,
aunque dirás adiós.
Y te lo digo a dos
de abril y luna llena.

Santos Domínguez

21 junio 2017

Poeta en Nueva York ilustrado


Federico García Lorca.
Poeta en Nueva York 
Nueve meses en Manhattan (1929-1930)
Ilustraciones de Fernando Vicente.
Introducción de Luis Alberto de Cuenca.
Edición de María Robledano y Jesús Egido.
Reino de Cordelia. Madrid, 2017.

Nueve meses en Manhattan (1929-1930) es el subtítulo de la espectacular edición ilustrada de Poeta en Nueva York que publica Reino de Cordelia en su colección Los versos de Cordelia. 

Con espléndidas ilustraciones de Fernando Vicente, el volumen se abre con una introducción en la que Luis Alberto de Cuenca destaca que “Poeta en Nueva York es, tal vez, la obra más poderosa de la poesía española del siglo XX, la más comprometida con su tiempo, la más rica en metáforas y en matices estilísticos.”

Pero por una lamentable paradoja, Poeta en Nueva York es a la vez la obra mayor de García Lorca y el libro que tiene la historia textual más complicada de la literatura española contemporánea.

Escrito entre 1929 y 1930 durante el viaje de Lorca a Nueva York y Cuba, el poeta lo dio a conocer parcialmente en recitales y conferencias, se refirió a él en muchas entrevistas, lo corrigió insistentemente durante seis años, le cambió el título y pensó llamarlo –luego lo descartaría- Introducción a la muerte por sugerencia de Neruda, exageró sobre su tamaño y prometió trescientos poemas, desvinculó parte del material para integrarlo en otro proyecto que quería titular Tierra y luna, cambió la disposición de los textos, modificó el título de algunos poemas, dudó hasta última hora sobre su estructura y sobre los textos que incorporaría Poeta en Nueva York...

Aunque poco importa al lector que haya dos secciones más o menos, que los poemas figuren en una o en otra, o que no haya secciones. Lo fundamental es que algunos de los textos de Poeta en Nueva York –El rey de Harlem, Norma y paraíso de los negros, Paisaje de la multitud que vomita, Poema doble del lago Eden, New York (Oficina y denuncia), Luna y panorama de los insectos, Grito hacia Roma, Oda a Walt Whitman, Pequeño vals vienés Son de negros en Cuba- forman parte imprescindible de la poesía universal del siglo XX.

Además de las ilustraciones, esta edición tiene la particularidad de que, junto con los poemas, reproduce, más como contrapunto que como notas aclaratorias, las cartas que Lorca enviaba a su familia. Lo explican así los editores, María Robledano y Jesús Egido, en su texto ‘El otro Lorca’: 

“Sabemos con bastante aproximación qué hacía García Lorca mientras componía casi todos los versos de Poeta en Nueva York, momentos de su vida privada, generalmente bucólicos y frívolos, que poco tienen que ver con la rotunda intensidad del poemario, surgido de los rincones más oscuros y secretos del ánimo. El propósito de esta edición, Poeta en Nueva York.  Nueve meses en Manhattan (1929-1930) es mostrar esa doble realidad.” 

En las cartas a su familia, el poeta elude el reflejo de su problemática situación personal y sentimental, entre junio de 1929 y marzo de 1930. En ese contraste entre la alegría que quiere transmitir en las cartas y el tono trágico de los poemas inciden las ilustraciones de Fernando Vicente, que ha sabido captar el espíritu del libro, esa escisión trágica entre el poeta y sus máscaras, con el telón de fondo de la gran ciudad y sus claroscuros de color y blanco y negro, de civilización y muerte.

Santos Domínguez

19 junio 2017

El poeta que rugió a la luna y se convirtió en tigre


Atsushi Nakajima.
El poeta que rugió a la luna 
y se convirtió en tigre.
Traducción de Makiko Sese y Daniel Villa.
Hermida Editores. Madrid, 2017.

“Cuando la comitiva llegó a la colina volvieron la cabeza como les habían dicho y miraron hacia la pradera en medio del bosque. De repente vieron cómo aparecía un tigre saltando desde la maleza hasta el camino. El tigre miró hacia la luna blanca que había perdido ya su brillo y rugió un par de veces. Un instante después saltó de nuevo hacia las matas desde las que había salido y jamás volvió a aparecer.” 

Así termina La luna sobre la montaña, el cuento protagonizado por el erudito Li Zheng, que se transforma kakfianamente en un tigre.

Ese es uno de los ocho relatos espléndidos de Atsushi Nakajima (Tokio, 1909-1942), un clásico pese a su muerte prematura a los 33 años, que publica Hermida Editores bajo el título El poeta que rugió a la luna y se convirtió en tigre, con traducción de Makiko Sese y Daniel Villa. 

La indiferencia y el comportamiento extraño de un poseído no sólo por el espíritu de su hermano muerto en combate, sino también por otras personas y hasta animales como una carpa, un halcón o una loba. Un poseído que se convierte en inventor de cuentos fantásticos y acaba siendo devorado por sus vecinos; la historia de un comandante persa en Egipto en quien se reencarna la momia de un sacerdote; una reflexión sobre la lengua escrita a propósito del espíritu de las letras; el sueño de la felicidad o la evolución de un maestro de tiro con arco que alcanza la perfección y termina olvidando el nombre de su herramienta. 

En las historias de metamorfosis y transmigraciones, de sueños y premoniciones, de venganzas y revelaciones que contienen estos cuentos fantásticos que se publican por primera vez en español conviven el mito y la narración, la poesía y la fábula, las influencias de la tradición china y de la  literatura occidental.

Ocho estupendos relatos breves, llenos de sutileza y de levedad, de fluidez y misterio. que prefiguran algunos textos de Borges. Una atmósfera semejante flota sobre ellos.

Santos Domínguez

16 junio 2017

Mario Campaña. Pájaro de nunca volver


Mario Campaña.
Pájaro de nunca volver.
Prólogo de Eduardo Milán. 
Candaya. Barcelona, 2017.

esos trotes que resuenan en el cielo 
esos nuevos compañeros que entre nubes se despiden 
continuando sin fin el viaje 

adiós muchachos.

sin respuesta aquí en los límites 
entre riberas desaparecidas 
entre pueblos extintos 
esta herencia 
tiernos osarios de pájaro y serpientes.

ardan ya casa y ciudad 
cielo 
corazón y memoria 
todo puede cambiar 

Así termina Pájaro de nunca volver, el poema-libro del ecuatoriano Mario Campaña (Guayaquil, 1959) que publica Candaya en su colección de poesía.

Cierra el ciclo de cuatro libros iniciado con Cuadernos de Godric hace casi treinta años, en 1988 y del que forman parte también Aires de Ellicott City (2006) y En el próximo mundo (2011), publicados en esta misma editorial.

Un ciclo que constituye un viaje poético-temporal, como señala Eduardo Milán en su prólogo –“Donde no se regresa. Desafío de Mario Campaña”-,  que añade que este es el “final de un largo transcurrir que va de pérdida en pérdida.” 

Esa travesía por la pérdida y el desarraigo, sin origen ni meta, es un “ilusorio viaje de regreso / de ida o de regreso qué más da” por medio de unos textos que se mueven entre lo individual y lo colectivo, entre el yo y el nosotros, entre la presencia y el vacío, entre la mirada y el sueño.

Así había comenzado este viaje:

aquella noche despertamos sobrios con el sol
y ya había desaparecido el río.

incrédulos recordamos los presagios
trémulos mirando el cauce
basura, piedra y fango lo colmaban;
recogimos los anzuelos, la red y las carnazas
del cielo súbitas sombras nos cercaron.

todo el día estuvimos en silencio 
junto a los cántaros, en el bosque.

en la tarde meditamos juntos:
“ahora las muchachas caminan libres 
donde antes se arrastraba el río”.

de noche el silencio era más duro.

después todos volvimos a la orilla
caminando con un pie en el sueño.

Enmarcado entre un Introito y una Coda, el poema-viaje se organiza en dos partes que van del exilio al naufragio y al submundo de la disolución en un estar sin final, en un constante deshacerse y rehacerse en el que “ahora la inmovilidad / no al vacío / teme el alma aletargada.”

La de Mario Campaña es una poesía fuerte y dolorosa, como la denominó Américo Ferrari, una escritura que viaja a los límites de la experiencia y de la expresión guiada con la luz de la imagen visionaria y con una palabra sostenida en sí misma y en su persistente resistencia:

el pájaro de nunca volver hoy canta 
memoriosas ofrendas del porvenir 
en el tiempo del fin de mundo.

Santos Domínguez