12 octubre 2012

Antología de Spoon River


Edgar Lee Masters.
Antología de Spoon River.
Edición bilingüe.
Traducción y prólogo de Jaime Priede.
Bartleby Editores. Madrid, 2012.

La Antología de Spoon River, que Edgar Lee Masters (Kansas, 1868- Pensilvania, 1950) publicó en 1915, es no solo el libro más vendido en la historia de la poesía norteamericana, sino también un texto imprescindible para conocer algunas claves de la literatura actual, porque de él procede gran parte de la literatura norteamericana contemporánea.

En esa obra, que determinó el rumbo de la poesía y la narrativa de los últimos setenta y cinco años, todo es raro y sorprendente: su prosaísmo, su narratividad, la brevedad de sus poemas lapidarios, los monólogos desinhibidos y escandalosos de los muertos, el paisaje de emociones y rencores que dibuja el conjunto de esas lápidas en las que los muertos narran, protestan, discuten y se contradicen, se justifican o confiesan sus miedos, sus secretos o sus fantasías.

Y, antes que nada, lo más raro y lo más genial: la idea de componer un libro con las lápidas imaginarias de un cementerio inexistente inspirado en el que existe en Oak Hill, en Lewistown, y en el modelo helenístico de los epitafios y los textos apodícticos de la Antología griega: la muchacha violada y la mujer adúltera, el asesino y el juez corrupto, el banquero estafador y la maestra rural son algunos de los personajes que yacen bajo casi doscientas cincuenta lápidas que sirven para tejer un entramado de veinte historias que los relacionan entre sí en una danza de la muerte contemporánea.

Con la Antología de Spoon River Lee Masters desbrozaba el camino que seguiría una parte de la poesía norteamericana del siglo XX, pero abría también la senda que transitaron luego la novela coral o caleidoscópica, el relato breve, la crónica testimonial o lo que en Estados Unidos se llama Non fiction o Faction, las obras basadas en hechos reales.

Porque aunque aparentemente aquí nada es real, y como los mejores libros de poesía, se lee también como una novela, esta es una obra germinal que puede abordarse también como un docudrama que refleja críticamente la intrahistoria de la sociedad que conoció y combatió Lee Masters, abogado laboralista en Chicago, defensor de sindicalistas, comprometido con las libertades, la justicia social y detractor del imperialismo norteamericano que había mostrado su cara más agresiva, como denunció él mismo, en el hundimiento del Maine en 1898 en busca de una excusa para declarar la guerra a España.

La antología de lápidas de aquel club de narradores muertos y los monólogos lapidarios que provocaron el escándalo de aquella sociedad puritana aparecen ahora en Bartleby en edición íntegra y bilingüe, traducida, prologada y anotada por Jaime Priede.

A punto de cumplir cien años, la Antología de Spoon River mantiene la frescura incorruptible de los clásicos y un aire intemporal que Jaime Priede ha puesto en español con pericia, sensibilidad y con ese sexto sentido imprescindible para captar la atmósfera emocional, la mezcla de crítica y compasión de esta poesía y la tonalidad cambiante de sus diversas voces, como esta de Theodore, el poeta, en la que tal vez se resuma el sentido global del libro:

De niño, Theodore, pasaste largas horas sentado
a orillas del turbio Spoon,
la mirada fija en la madriguera del cangrejo,
esperando que asomara y se arrastrara afuera,
primero sus antenas ondulantes como paja de heno,
luego su cuerpo color de jabón
adornado con ojos de azabache.
Te preguntabas hipnotizado
qué sabía, qué deseaba, por qué vivía.
Más tarde volviste la mirada hacia los hombres y las mujeres
ocultos en las madrigueras de las grandes ciudades,
esperando a que salieran sus almas
para ver
cómo vivían, para qué,
por qué seguían arrastrándose tan afanosos
por el arenoso camino donde escasea el agua
en el declive del verano
.


Santos Domínguez

11 octubre 2012

Pessoa. Aforismos



Fernando Pessoa.
Aforismos.
Edición de José Luis García Martín.
Renacimiento. Sevilla, 2012.

En la colección A la Mínima, Renacimiento publica una selección de los Aforismos de Fernando Pessoa preparada por José Luis García Martín, que explica en su prólogo que aunque su autor nunca pensó en un libro de este género, toda la escritura de Pessoa tiende al aforismo.

Extraídos de su obra en verso o en prosa, ortónimos o heterónimos -Ricardo Reis, Bernardo Soares, Alberto Caeiro, Álvaro de Campos-, estos aforismos, sin ser inéditos uno por uno, dan lugar a un libro inédito que reúne por primera vez en español los textos sentenciosos que resumen el complejo entramado literario y vital de Pessoa, que escribió en uno de ellos Sé plural como el universo.

Confesionales y brillantes, constituyen un acercamiento al universo plural de Pessoa, a la vez complejo y humilde: la ética de la renuncia y la estética de la indiferencia; las reflexiones sobre la vida y la literatura, el amor y los dioses, la memoria y la poesía de un autor esencial del siglo XX.


Santos Domínguez

10 octubre 2012

Bobby Logan


Miguel Ángel Oeste.
Bobby Logan.
Zut Ediciones. Málaga, 2011.

Cuando empecé a leer Bobby Logan, la primera novela de Miguel Ángel Oeste, que publica Zut Ediciones, y a tomar notas para esta reseña, tenía muy reciente otra reseña que acababa de escribir sobre la relectura de El gran Gatsby.

Por eso comprobé con cierta alarma que podía estar repitiéndome cuando anotaba, a propósito de Bobby Logan, impresiones como “épica de la derrota”, "elegía por los sueños perdidos”, “el exceso de las fiestas descontroladas” o “paraísos artificiales”.

No era sin embargo ni una casualidad ni una alarmante tendencia a la repetición de fórmulas críticas. No tardé en reparar en que la novela de Scott Fitzgerald era una referencia que Miguel Ángel Oeste había tenido muy presente mientras escribía Bobby Logan, que plantea en el fondo algo muy parecido, lo que se resume en la cita de El gran Gatsby que abre este libro:

Y así vamos adelante, botes que reman contra la corriente, incesantemente arrastrados hacia el pasado.

Con la diferencia de que aquí no hay botes, sino tablas de surf, ese peso creciente del pasado es el eje de una novela amarga ambientada en Málaga. Una novela que toma su título de una discoteca frecuentada por un grupo de jóvenes, los chicos de la playa, en busca de la ola grande en veranos sin olas en la Arena Blanca, en un Mediterráneo en calma en la Playa del Chanquete.

Entre la búsqueda de esa ola durante el día y el cielo de Bobby Logan en las noches de los fines de semana, transcurre la vida de esos muchachos cuya existencia oscila entre el exceso y el aburrimiento, en una huida de la sórdida realidad cotidiana hacia paraísos artificiales, cada vez más artificiales y menos paraísos.

Bobby Logan es la primera novela de Miguel Ángel Oeste, pero no es la obra de un principiante. Crítico cinematográfico y guionista, ha publicado varios libros y abundantes artículos sobre cine y eso le permite tener ya una prosa ágil y madura, sin titubeos ni caídas de tono.

Una prosa con la que aborda una novela coral que traza la crónica generacional de un grupo de jóvenes de una barriada malagueña que empiezan a entrar en la madurez en la que se frustran los sueños perdidos en un mar en calma o en el cielo ficticio en el que vuela Bobby Logan:

Entrar en Bobby Logan significaba ascender al Cielo. Bastaba con subir al avión pilotado por Bobby, el aviador de eterna sonrisa y ojos azules, que te llevaba más allá de las nubes en un vuelo sencillo o en una amplia gama de vuelos opcionales con piruetas inverosímiles.


Por encima de las circunstancias concretas del espacio –el barrio malagueño del Pedregalejo- y el tiempo –finales de los ochenta y comienzos de los noventa-, por debajo de las canciones que resumen las historias personales y emocionales de esos muchachos, más allá de las experiencias y los recuerdos del autor, lo que explora la novela es un territorio moral de alcance más amplio: un territorio en el que el futuro se va adelgazando, el presente empieza a ser sombrío y el pasado crece en tamaño y en importancia de día en día, y la memoria empieza a suplantar a la realidad:

El sitio conserva el nombre pero ya no es el mismo. Las personas responden a los mismos nombres aunque ya no son las mismas. Tampoco los objetos ni las cosas ni los recuerdos que pretenden ser igual a lo que fue y ya no será.

Más allá del fin del sueño americano, de eso mismo hablaba también El gran Gatsby: de los paraísos perdidos, de la derrota de las ilusiones, del vacío y del final de la juventud.

Santos Domínguez



09 octubre 2012

Faulkner. La mansión



William Faulkner.
La mansión.
Traducción de José Luis López Muñoz.
Alfaguara. Madrid, 2012.

Con La mansión cerraba Faulkner en 1959 la trilogía de los Snopes, un conjunto novelístico fundamental para entender su mundo narrativo. Ya en Sartoris, más de treinta años antes, había esbozado la historia de esta familia que representa la típica basura blanca y pobre del Sur. Esos personajes, una plaga dañina que se había apoderado de Jefferson, se fueron perfilando y creciendo en una serie de relatos cortos que acabarían integrándose en las tres novelas del ciclo: El villorrio, La ciudad, La mansión, una novela sobre la venganza que comienza así: El jurado dijo «Culpable» y el juez «Cadena perpetua», pero Mink no los oyó. No estaba escuchando.

Aunque en Faulkner, ya lo saben sus lectores, lo verdaderamente inolvidable son los finales. Y aquí el final es especialmente importante porque cierra una novela que es también una recapitulación no solo del mundo de los Snopes, sino de la historia del condado de de Yoknapatawpha y de toda la obra faulkneriana, “el trabajo de toda su vida”, como señala el propio Faulkner en el escueto prólogo que presenta esta novela polifónica y densa con la que el autor clausura un mundo y se despide de sus personajes.

La publica Alfaguara con una espléndida traducción de José Luis López Muñoz.

Santos Domínguez


08 octubre 2012

El gran Gatsby




Francis Scott Fitzgerald.
El gran Gatsby.
Traducción de Susana Carral.
Reino de Cordelia. Madrid, 2012.

Francis Scott Fitzgerald.
El gran Gatsby.
Traducción de Justo Navarro.
Compactos Anagrama. Barcelona, 2012.

Por debajo de su superficie sentimental y folletinesca y más allá de su desenlace truculento, El gran Gatsby es uno de esos títulos que han ido creciendo con el paso del tiempo hasta convertirse en un clásico contemporáneo imprescindible y en la más acabada representación del ambiente americano de los años veinte, la Edad del Jazz y la ley seca, con su rara y explosiva mezcla de vitalismo y decadencia, de miseria y lujo.

Pocos críticos captaron su importancia en 1925. Uno de ellos, T. S. Eliot, que la calificaba como una de las obras fundamentales de la literatura en lengua inglesa.


La actualidad de la novela la demuestra no sólo el reciente estreno de una nueva versión cinematográfica -la primera es de 1926, solo un año después de la primera edición del libro- con Leonardo Di Caprio y Carey Mulligan, sino el hecho de que coincidan hoy mismo en las mesas de novedades dos nuevas traducciones: la reciente de Justo Navarro en Anagrama, que aparece ahora en formato de bolsillo en Compactos, y la de Susana Carral en Reino de Cordelia.

Intachables las dos, se suman a la casi canónica de José Luis López Muñoz en Alfaguara. Y puestos a no elegir, cualquiera de ellas es una invitación a la lectura o a la relectura de un texto que traza una épica de la derrota, una elegía de la autodestrucción de una época y unos personajes que comparten con el autor esa virtud poliédrica, cambiante y hasta contradictoria que solo tienen los clásicos.

Scott Fitzgerald la escribió en Francia en una época complicada marcada por los problemas personales en la relación con su mujer, Zelda Sayre. Sometido a la presión de ese conflicto sentimental, el autor proyectó su propia situación en la del protagonista en su difícil relación con Daisy.

Lo reconocía el novelista en un texto autobiográfico que escribió años después. Decía allí Scott Fitzgerald de su personaje, Jay Gatsby:

Es lo que siempre fui: un joven pobre en una ciudad rica, un joven pobre en una escuela de ricos, un muchacho pobre en uní club de estudiantes ricos, en Princeton. Nunca pude perdonarles a los ricos el ser ricos, lo que ha ensombrecido mi vida y todas mis obras. Todo el sentido de Gatsby es la injusticia que impide a un joven pobre casarse con una muchacha que tiene dinero. Este tema se repite en mi obra porque yo lo viví.


Probablemente a esas alturas ya había comprendido que, de la misma manera que Gatsby traza sin saberlo como un protagonista de tragedia clásica su propio destino autodestructivo, en esa novela había prefigurado lo que sería su sino trágico.

Como en todas las novelas clásicas, lo que plantea El gran Gatsby es la relación conflictiva entre el protagonista y el mundo. De Cervantes a Proust y de Dickens a Joyce o a Kafka, esa mirada a la sociedad es un elemento que forma parte de la raíz del relato largo.

Y esa característica es la que fundamenta la vigencia de El gran Gatsby: la crítica social de un mundo frágil y superficial que acabaría estallando en el crack del 29, cuatro años después de la aparición de esta novela que de alguna forma lo profetizaba.

Porque eso es lo verdaderamente importante de esta novela: la atmósfera social y humana que evoca el narrador, Nick Carraway, un excelente hallazgo técnico que acredita la solvencia narrativa de Scott Fitzgerald, desde las primeras, inolvidables, frases del libro:

Cuando yo era más joven y más vulnerable, mi padre me dio un consejo en el que no he dejado de pensar desde entonces.

«Antes de criticar a nadie», me dijo, «recuerda que no todo el mundo ha tenido las ventajas que has tenido tú.»


El mundo de la novela es un mundo de apariencias y de imposturas, un mundo de máscaras en el que nadie es lo que parece, empezando por el propio protagonista, que oculta su pasado oscuro, se inventa una biografía presentable y cambia su nombre real –James Gatz- por el más elegante Jay Gatsby.

Scott Fitzgerald siempre tuvo sentimientos encontrados hacia el mundo de los ricos, con los que alternó en fiestas tan dadas al exceso como las que ofrece Gatsby, un advenedizo como él en ese paraíso mundano y vertiginoso.

Son los mismos sentimientos encontrados que tiene Carraway, un narrador comprensivo que ha aprendido a no juzgar a nadie, hacia un Gatsby complejo y poliédrico.

Ambiguo y misterioso, problemático y contradictorio, víctima o verdugo, ángel o demonio, héroe o antihéroe, Gatsby no es ni una cosa ni otra o tal vez las dos a un tiempo, tras la cortina de humo o de niebla que difumina su contorno moral y lo convierte en un personaje opaco.

Pero en todo caso, como explicó lúcidamente Vargas Llosa, Gatsby es un personaje emparentado con una genealogía de personajes como Don Quijote o Mme. Bovary, habitantes de un mundo en el que se han borrado las fronteras entre la realidad y la fantasía, entre la vida vivida y la vida soñada y acaban sus asumiendo la derrota y el fracaso de sus sueños perdidos.

Y eso es lo que hace de Gatsby, por encima de su pasado turbio y su ambigüedad ética, un personaje admirable.

Santos Domínguez

05 octubre 2012

Joaquín Márquez. Pira de Incienso


Joaquín Márquez.
Pira de Incienso.
Reino de Cordelia. Madrid, 2012.


Yo lo he visto pasar –Moguer al fondo-
las noches en que el cielo está más hondo,
de su májico verso caballero.


Así termina Nocturno de Moguer, una emocionada evocación de Juan Ramón Jiménez que forma parte de Pira de Incienso, el libro con el que Joaquín Márquez ha obtenido el XV Premio de Poesía Eladio Cabañero que acaba de publicar Versos de Cordelia.

Es uno de los veinticinco poemas con los que el poeta tiende puentes de doble dirección que comunican vida y literatura, mediante la palabra, la verdad y la emoción que siempre están al fondo de la auténtica poesía.

Porque aunque en Pira de Incienso no faltan ni la ironía –el arte es un curioso sucedáneo- del espléndido Retrato de familia ni el sarcasmo del Soliloquio del ángel caído -sus descendientes me darán legiones-, en sus textos predominan el afecto, el homenaje y la emoción proyectados en escritores, artistas o pintores, en los que la cultura se hace vida y la vida se hace cultura para expresar el sentimiento del tiempo del tiempo destructor en la intensidad de sus versos, la piedad del Último retrato de Almotamid, el rey sevillano, más triste que Boabdil-, un soliloquio sin centro de Van Gogh o una conclusión desengañada de Paracelso –sé bien/ que el oro es el plomo/ de los muertos.

Bajo la mirada deslumbrada por el fulgor de la luz, la garganta y el corazón del sur de Joaquín Márquez reúnen en este libro no solo ese mundo cultural hecho vida, sino al descubridor de la antimateria y al ciclista Luis Ocaña (el mérito está en llegar el último), a Ernesto Guevara, insobornable en su gesto y en su dignidad y la evocación en silvas gongorinas de un espontáneo que torea de salón las armas represivas del franquismo bajo el sol de injusticia de una tarde de huelga.

Reunidos por la voz madura y serena de Joaquín Márquez, en una convivencia natural que les da la unidad de tono del libro y la variedad de metros que se ajustan a los ritmos interiores de la emoción, el recuerdo y la experiencia, los textos de Pira de Incienso -algunos de ellos memorables en la fusión de intensidad y precisión verbal- escriben la única historia que de verdad interesa al lector y al escritor: la historia personal de la cultura.

Santos Domínguez

04 octubre 2012

Antonio Pereira. Todos los cuentos


Antonio Pereira.
Todos los cuentos.
Prólogo de Antonio Gamoneda.
Siruela. Madrid, 2012.

Una página ya conocida –sostenía Pereira- es nueva en cada relectura, en cada actualización, porque el lector nunca es el mismo.

La reunión de toda su narrativa breve en un volumen que publica Siruela en una esmerada edición es una nueva ocasión para comprobar la vitalidad de los relatos, para releer o para leer por vez primera a Antonio Pereira, del que decía Manuel Talens:

Si en el mundo hubiera eso que llamamos justicia, si Dios (¿pero existe?) fuera en verdad misericordioso, hace años que Antonio Pereira estaría públicamente considerado como el contador de historias más grande que ha dado este país en el último cuarto de siglo.

Aquel artículo terminaba con una recomendación que agradecerán quienes aún no hayan leído estos cuentos: Lean a Antonio Pereira. Les cambiará la vida.

Se reúnen en este volumen todos los relatos que fueron apareciendo en seis libros publicados entre 1967 y 2007, entre Una ventana a la carretera  y La divisa en la torre. Y se añade un último relato, Bradomín, de 2008.

Está recogido aquí en su totalidad el inconfundible mundo narrativo de Antonio Pereira, la oralidad del filandón estilizado que es el humus de sus relatos, en los que se armonizan con refinado oficio lo mejor de la tradición y de las aportaciones del relato contemporáneo para integrar una evidente variedad de técnicas narrativas en un continuo ejercicio de virtuosismo formal, de equilibrismo divertido y seguro en el filo de la navaja, como destacó Ricardo Gullón.

En Pereira se funden la ironía cervantina y el humor comprensivo, la profundidad sicológica y el uso magistral de los diálogos, la fluidez de la oralidad y la sabiduría en el uso de las técnicas elusivas. Y una melancolía en las evocaciones que tiene algo de indecible y que convive en su mirada con la cordialidad zumbona, con esa forma castiza de ironía que llamamos retranca.

La publicación de su narrativa breve completa depara una nueva ocasión de comprobar que el cuento no es un género menor, sino una manifestación fundamental de la literatura, un género para el virtuosismo. Nos lo tuvieron que venir a decir los autores sudamericanos y entonces se empezó a valorar a Ignacio Aldecoa o al mismo Antonio Pereira como referencias fundamentales cuya sombra ha ido creciendo en el panorama narrativo español.

Estos cuentos completos dan cuenta de la altura narrativa, de la variedad temática y la riqueza técnica de un autor experto en sutileza e ironía, en un esperpentismo suave, sin desgarro ni alejamiento, que busca siempre  la complicidad de aquellos lectores que Pereira invocaba en el título de una de sus antologías más leídas, Cuentos para lectores cómplices.

El ingeniero Balboa, Las peras de Dios, El síndrome de Estocolmo, La ilustre casa de Pereira, La Orbea del coadjutor o El pozo encerrado son algunos de esos textos imprescindibles e inolvidables. Cuentos en los que la realidad y la imaginación convergen en una técnica que Antonio Pereira maneja como pocos: la que le permite contar lo irreal de forma verosímil para hacer creíble lo increíble y para presentar lo real con un toque de fantasía que lo eleva un palmo o dos por encima de su altura diaria.

Además de las valoraciones de la crítica, los mayores elogios de la obra narrativa de Antonio Pereira los han firmado Mateo Díez, José Mª Merino o Martín Garzo. Y no sólo narradores como esos, también poetas como Antonio Colinas, Juan Carlos Mestre o Antonio Gamoneda, que ha escrito para este volumen una espléndida Carta (sin fecha) a Antonio Pereira, en la que afirma: Realidad poética es el componente verídico y esencial de tu narrativa breve, y esta es la razón de su sencilla, íntima –implicada- grandeza. Todo ello tiene como causa –aquí una obviedad necesaria- que tú, esencialmente, eres poeta, y, precisamente porque eres poeta, escribes una prodigiosa narrativa breve.

Y es que la precisión y la exactitud de la prosa de Pereira aproxima sus cuentos a la estilización de la poesía. Y así surge un relámpago de acero como el de la navaja de la barbera alemana de uno de sus libros, Picassos en el desván.

Un volumen para el disfrute de sus lectores, que podrían llevar una pancarta como la que llevaban sus amigos canarios cuando fueron a recibirle al aeropuerto de Tenerife:

LEA USTED A PEREIRA

Pues eso. Léanlo.

 
Santos Domínguez

03 octubre 2012

Musil. Prosa temprana


Robert Musil.
Prosa temprana
y Obras póstumas publicadas en vida.

Traducción de Claudia Cabrera.
Sexto Piso. Madrid, 2007.

Tras el retrato magistral y definitivo de Robert Musil que hizo Canetti en El juego de ojos, resulta una osadía cualquier aproximación crítica a uno de los autores que con Proust, Kafka, Joyce o Faulkner renovó decisivamente la literatura de la primera mitad del siglo XX.

Entre los escritores entonces tenidos por tales
–escribía Canetti- ninguno poesía su talla, ni en Viena ni acaso en todo el ámbito de la lengua alemana.

Y aunque no siempre tuvo esa consideración entre sus coetáneos, a los setenta años justos de su muerte es uno de los indiscutibles fundadores de la literatura contemporánea, un autor que hizo de la precisión su método estilístico. Y ese método lo puso al servicio de lo que fue el objeto de toda su escritura: la vivisección de la realidad y de sí mismo a través del rigor analítico y de una mirada tan penetrante cuando se dirige hacia el exterior como intensa cuando se proyecta hacia la complejidad interior de los personajes.

Ese proyecto literario tuvo su culminación en El hombre sin atributos, uno de los monumentos literarios que dejó la cultura de entreguerras, pese a quedar inconcluso; una novela sobre la insoportable inconsistencia del individuo y un clásico contemporáneo que hace de Musil toda una literatura.


Pero Musil y su literatura son mucho más que esa obra monumental e inacabada que aspiraba a representar la realidad contemporánea. Y para comprobarlo o simplemente para entrar en ese universo literario llamado Musil, nada mejor que adentrarse en la lectura de Prosa temprana y Obras póstumas publicadas en vida, cuatro volúmenes esmeradamente editados en Sexto Piso con traducción de Claudia Cabrera.

El primero de ellos recoge Las tribulaciones del estudiante Törless (1906), una autobiografía de la insatisfacción y el despertar sexual en la que Musil explora la correspondencia entre la situación personal del protagonista y la conflictiva realidad del cambio de siglo y hace de la crisis adolescente de Törless un reflejo de la crisis finisecular.

La brutalidad de un internado, la soledad y la melancolía, la búsqueda de sentido, los límites del lenguaje a la hora de transmitir la complejidad de los estados de ánimo y de explicar las conductas son algunas de las claves de una novela que resume la mirada de Musil hacia un mundo incomprensible.

Autobiográfica y lúcida, introspectiva y autocrítica, más allá de una novela de formación es una crónica inclemente del fin de una época y una profecía inquietante de los tiempos belicistas y dictatoriales que se avecinaban porque en la crueldad de los adolescentes compañeros de Törless germinaba la semilla de las guerras mundiales y del nazismo.

Cinco años después, los dos relatos de Uniones abordan las relaciones de pareja y la sexualidad a través de una serie de situaciones que en parte son el campo de pruebas del que surgirían algunos personajes y temas que reaparecen en El hombre sin atributos.

Tres mujeres, el tercero de los volúmenes de esta edición, es ya una obra madura de Musil. Se publicó en 1924 y rastrea a través de tres figuras femeninas – una campesina, una misteriosa portuguesa y una adolescente- la vinculación entre psicología y erotismo en tres relatos espléndidos en los que Musil muestra una enorme agilidad narrativa y un constante equilibrio entre tensión y sutileza.

Finalmente, Obras póstumas publicadas en vida, de título irónico y paradójico, es un conjunto de textos breves escritos en su mayoría entre 1920 y 1929, un año antes de la aparición de la primera parte de El hombre sin atributos, y contemporáneos por tanto de esa obra mayor.

Entre el artículo y el relato corto, contienen premoniciones y parábolas, sátiras y paráfrasis, alegorías e historias de animales y dan cuenta de la variedad de asuntos y registros que ensayaba Musil. Desde la inflación hasta un entierro en un pueblo esloveno, desde la risa de un caballo hasta una pensión romana, desde la grandeza de los poetas hasta la hermosura de los bosques, cualquier tema se somete a la mirada y a la escritura de Musil para transformarse en pura y alta literatura.

Santos Domínguez

02 octubre 2012

Musil. El hombre sin atributos

Robert Musil.
El hombre sin atributos.
Traducción de José María Sáenz.
Austral. Barcelona, 2010.

Una obra monumental e inacabada que a través de Ulrich, su protagonista, va más allá del mero carácter de ficción para convertirse en una alegoría de la disolución de un mundo, en una interpretación moral, filosófica, histórica y cultural de la crisis de la razón científica positivista, de la pérdida de identidad del hombre contemporáneo, de la caída del Imperio Austrohúngaro – la Kakania de la ficción-, y del papel del intelectual en la problemática modernidad de la Europa de entreguerras.

Pese al fondo interpretativo e intelectual de su obra, Musil quiso evitar que El hombre sin atributos se convirtiera en un ensayo sobre las raíces últimas del desastre, para lo que utilizó dos recursos: el distanciamiento irónico y la creación de escenas narrativas y de descripciones que evocan la realidad viva que conoció de cerca y de la que fue víctima y cronista lúcido.

Cuando le sorprendió la muerte, en 1942, Robert Musil tenía 61 años, llevaba más de dos décadas enfrascado en la escritura de El hombre sin atributos y su obra estaba prohibida en la Alemania nazi por nociva. Había publicado dos volúmenes de la novela y dejaba inédita una parte que se publicaría al año siguiente, aunque eso no alteraba su condición de obra truncada.

Aun así, una parte de la crítica actual considera El hombre sin atributos como la más importante novela del siglo XX escrita en alemán, por delante de obras como La montaña mágica, La muerte de Virgilio o las obras de Kafka.

La edición definitiva de los dos tomos de El hombre sin atributos, que Austral recoge en un estuche con la espléndida y más que meritoria traducción de José María Sáenz, pone al alcance de cualquier lector una novela fundamental de la literatura del siglo XX.

Santos Domínguez


01 octubre 2012

Karl Kerényi. Prometeo


Karl Kerényi.
Prometeo.
Interpretación griega de la existencia humana.

Traducción de Brigitte Kiemann.
Sexto Piso. Madrid, 2011.

De entre todos los mitos griegos, Prometeo es el que tiene la más extraordinaria relación con la humanidad, escribe Karl Kerényi en Prometeo. Interpretación griega de la existencia humana, que publica Sexto Piso con traducción de Brigitte Kiemann.

Ni dios ni hombre, intermedio entre Hermes y Ulises, el de Prometeo es un mito solidario cuya actitud sacrificial se puede relacionar con el papel mesiánico y redentor de Cristo, aunque el griego nunca se hace hombre ni habita entre nosotros, sino que permanece siempre en el ámbito de la mitología.

Y sin embargo el eje de este libro es que Prometeo, como sugiere el subtítulo, representa la interpretación griega de la existencia humana en un periodo prefilosófico.

Del linaje de Jápeto el Titán y protagonista de la única tragedia de Esquilo que se conserva íntegra, fue el astuto, el heraldo de los titanes, el que robó el fuego a los dioses para entregárselo a los hombres y liberarlos de la oscuridad, el segregado, el habitante del reino de lo oscuro, el dueño de un secreto, el profeta, el encadenado al que el águila de Zeus devoraba durante el día el hígado que se regeneraba de noche.

Este volumen, la cuarta entrega de la espléndida tetralogía que el filólogo húngaro dedicó a las imágenes primigenias de la religión griega, es un acercamiento penetrante y decisivo al mitologema de Prometeo a través de la poesía clásica griega y de su reaparición en Goethe, el mitólogo moderno, el mediador entre la antigüedad y nosotros, que ve en ese mito fundacional un reflejo de su propia experiencia juvenil como poeta y como hombre.

Santos Domínguez

28 septiembre 2012

Shakespeare. Jardín circunmurado


William Shakespeare.
Jardín circunmurado.
Selección, introducción y notas
de Christian Law Palacín.
Pre-Textos. Valencia, 2012.

En La prisionera, uno de los tomos de A la busca del tiempo perdido, Proust habla de un cuadro de Vermeer, Vista de Delft, y de un pequeño fragmento de muro amarillo que representa, incluso aislado del conjunto, la belleza autosuficiente.

Algo parecido se puede decir de este Jardín circunmurado, la antología poética del teatro de Shakespeare que ha preparado Christian Law Palacín y que publica Pre-Textos.

“Si se lee su teatro con un mínimo de finura -escribe Law Palacín en un prólogo en el que destaca la calidad excéntrica de su lenguaje teatral-muy pronto emerge el poeta que Shakespeare fue por encima de todo.

Y a destacar la potencia poética del Shakespeare dramaturgo se dedica esta espléndida selección bilingüe de textos extraídos de sus comedias, de sus tragedias y sus dramas históricos. Organizados cronológicamente, son una muestra de ese secreto y exuberante jardín lírico que se oculta tras los muros del teatro shakesperiano.

Christian Law Palacín, que ya dio una excelente medida de su capacidad como traductor de los Sonetos de Shakespeare en Bartleby, se ha ocupado de seleccionar los textos, de hacer cuatro anotaciones imprescindibles y sobre todo de proponer un conjunto de traducciones que ponen en español más de medio centenar de textos de temática, tonalidad y métrica tan variadas como las obras de las que proceden.

Entre Ricardo III y La tempestad, pasando por Enrique V, Como gustéis, Otelo o Cuento de invierno, se reúne en este volumen un brillante conjunto de textos que, gracias a su fuerza poética, se sustentan por sí mismos fuera de la obra a la que pertenecen.

Monólogos en los que se resumen la crueldad, la venganza, la duda o el miedo, y diálogos llenos de buen humor o de pasión amorosa. De estilo elevado o aire popular, de tono solemne o jocoso, son textos de alto voltaje: las palabras que Shakespeare puso en boca de Lady Macbeth o de Troilo, de Viola o de Orsino, de Ricardo de Gloucester o de Falstaff, de Lear o de Otelo, de Próspero o de Caliban.

Cuarenta años después de la antología A choice of Shakespeare’s verse que preparó Ted Hughes, este Jardín circunmurado debería convertirse en un título de referencia entre las cada vez más abundantes y mejores traducciones al español de la obra de Shakespeare.


Santos Domínguez

27 septiembre 2012

La Nouvelle Vague



Michel Marie.
La Nouvelle Vague.
Una escuela artística.
Traducción de Alicia Martorell Linares.
Alianza editorial. Madrid, 2012.

En 2009 se cumplían cincuenta años del comienzo de la Nouvelle Vague, un movimiento cinematográfico francés que a lo largo de los años sesenta se consolidó como una referencia imprescindible en la historia del cine que además sobrepasó los límites estrictos del séptimo arte para convertirse en el símbolo de una nueva época en la cultura, en las costumbres y en la mentalidad europea.

Promovido por directores como François Truffaut, Jean-Luc Godard, Claude Chabrol o Alain Resnais, dio lugar a películas como Los cuatrocientos golpes, Al final de la escapada, El bello Sergio o Hiroshima mon amour y lo encarnaron figuras como Jeanne Moreau, Belmondo, Brigitte Bardot o Jean-Pierre Leaud.

Con motivo del cincuentenario de la Nouvelle Vague, Michel Marie publicó este volumen que ahora edita en español Alianza en su colección de bolsillo. Un ensayo que hace un recorrido por las claves de una dirección cuya transcendencia cultural enriqueció la literatura y aportó nuevos enfoques narrativos.

La génesis del movimiento, sus propuestas técnicas y su programa estético, los sistemas de producción y distribución, la relación con la escritura, las técnicas de rodaje, los temas y el montaje son algunos de los aspectos que explora y describe este ensayo sobre una de las estéticas más interesantes y con más implicaciones literarias de la historia del cine europeo.


Santos Domínguez

26 septiembre 2012

Samaniego. Veintidós cuentos picantes



Félix María Samaniego.
Veintidós cuentos picantes.
Edición de Alfonso Martínez Galilea.
Ilustraciones de Javier Jubera García.
Pepitas de calabaza. Logroño, 2012.

El jardín prohibido. Así titula Alfonso Martínez Galilea el prólogo que ha escrito para esta selección de Veintidós cuentos picantes de Samaniego que acaba de publicar Pepitas de calabaza con espléndidas ilustraciones de Javier Jubera.

Es un Samaniego muy distinto al conocido fabulista ejemplarizador y didáctico. Semejante al Moratín padre del Arte de las putas, el de estas silvas narrativas, libres y flexibles, es un Samaniego secreto, oral y manuscrito. Porque estos textos circularon clandestinamente y fueron conocidos por ámbitos ilustrados y minoritarios desde finales del XVIII o se diluyeron en la tradición anónima a través de la transmisión oral para la que estaban pensados.

Son los “cuentos verdes” a los que aludía en su Historia de los heterodoxos españoles Menéndez Pelayo, que los conocía y no quería ni siquiera citar los títulos de estas “composiciones nefandas” de un Samaniego que se integraba así en la corriente libertina que tuvo en la Ilustración referentes tan decisivos como Sade o Casanova.

En los últimos años se han sucedido las ediciones de estos textos que muestran, en palabras de Alfonso Martínez Galilea, “un Samaniego en su manera más jocunda, irreverente y viva.”

Cuando las editó López Barbadillo en El jardín de Venus, en 1921, resumía su contenido en estos términos: “burlas de frailes y monjas y mucho chiste y regocijo.”

El descaro, el anticlericalismo, la libertad expresiva que encuentra su mejor cauce en la libertad de los heptasílabos y los endecasílabos de sus silvas recorren estos cuentos cuyo escaso valor literario se compensa con la frescura de un lenguaje sorprendentemente contemporáneo.

Samaniego tuvo problemas con la Inquisición de Logroño, donde ahora aparece esta cuidada edición enriquecida con las ilustraciones sólidas y carnales de Javier Jubera.

Santos Domínguez

25 septiembre 2012

La creación del psicoanálisis


George Makari.
Revolución en mente.
La creación del psicoanálisis.
Traducción de Daniela Morábito.
Sexto Piso. Barcelona, 2012.

Cuando el médico de veintinueve años bajó del tren en el otoño de 1885, era un fracasado.

Con esa evocación de la llegada de Sigmund Freud a París comienza Revolución en mente, un amplio estudio en el que George Makari reconstruye el proceso de fundación y desarrollo del psicoanálisis como una aventura intelectual que empezó en esos años con sus estudios sobre la histeria y que alteraría la manera de entender al individuo, sus pulsiones y su subconsciente.

Como una de las más grandes revoluciones intelectuales del siglo XX define Makari esa aventura creativa y fundacional que llevó a cabo Freud en un contexto cultural crítico e irracionalista.

Pasado casi un siglo, en un momento en el que su legado y la base misma de sus teorías psioanalíticas se ponen en cuestión por el pensamiento posmoderno más reaccionario, este extraordinario ensayo reivindica su herencia, su innegable huella en la cultura contemporánea y su transcendencia filosófica.


Santos Domínguez

24 septiembre 2012

Scott Fitzgerald. Mi ciudad perdida


Francis Scott Fitzgerald.
Mi ciudad perdida.
Edición y traducción
de Yolanda Morató.
Zut ediciones. Málaga, 2011.

Todo se ha perdido salvo el recuerdo, escribe Francis Scott Fitzgerald en el artículo del que toma su título la espléndida reunión de textos autobiográficos del autor norteamericano que integran el volumen Mi ciudad perdida, que publica Zut ediciones con traducción y prólogo de Yolanda Morató.

Es un conjunto de dieciocho textos que el novelista publicó entre 1920 y 1940 en revistas de la época, en dos décadas cruciales en su trayectoria narrativa.

En una carta a su editor, el 2 de abril de 1936, el autor de El gran Gatsby le proponía una edición en libro de este conjunto de artículos. No debió de ser muy convincente, porque ese volumen –que ahora se traduce por primera vez al español- no apareció en vida de Scott Fitzgerald, que murió en 1940 sin verlo publicado, aunque dejó ordenados sus textos y listos para su edición.

Entre el boom y el gloom titula Yolanda Morató un prólogo en el que resalta las líneas que comunican estos textos ensayísticos que trazan la autobiografía literaria de Scott Fitgerald con su escritura narrativa. Autobiografía personal y generacional, crítica social y literaria conviven en estos artículos que no fueron solo un medio de supervivencia en tiempos de escasez económica, sino el reflejo de la quiebra múltiple –sociocultural, moral y económica- de la que fue testigo y víctima.

Entre el boom del éxito literario y social, la prosperidad y los artículos bien pagados y el gloom del fracaso y del pesimismo se mueven las obras narrativas de Scott Fitgerald y estos textos en los que habla con distancia crítica del mundo de los ricos y el dinero, describe con agudeza meticulosa los tiempos de escasez y de abundancia, escribe con lucidez sobre la juventud y el paso del tiempo y une el pasado y el futuro en el presente de la escritura que le permite por ejemplo hacer su autobiografía irónica a través de los licores que bebió en cada momento o de los hoteles en los que se alojó con Zelda Sayre.

En conjunto trazan la crónica de una derrota anunciada, resumen la asimilación de un fracaso cada vez más intenso y sobre todo son el envés de la trama que teje en sus novelas y en sus cuentos quien en alguna ocasión confesó no ssber si era un personaje más de sus relatos.

Y por eso, inevitable y felizmente, muchos de ellos tienen un admirable tono narrativo en la evocación de los altibajos vitales de los que se nutrió su obra de creación: su trayectoria literaria, su experiencia de la universidad en Princeton, la génesis de libros como A este lado del paraíso, la estancia en la Costa Azul o la evocación de su amigo Ring Lardner, en la que parece estar hablando de sí mismo, o la caracterización de su época -la edad del jazz- y de su generación son algunos de los ejes de un libro que, como toda su obra, podría resumirse en la frase de uno de estos textos: la vida entera es un proceso de quiebra.

Santos Domínguez

22 septiembre 2012

Galileo Galilei. Dos lecciones infernales


Galileo Galilei.
Dos lecciones infernales.
Traducción y Posfacio de Matías Alinovi.
Introducción de Riccardo Pratesi.
La Compañía. Páginas de Espuma. Madrid, 2012.

Galileo escribió y leyó estas dos conferencias sobre el infierno de Dante en 1587 por encargo de la Academia de Florencia. Pretendía con ellas afrontar la investigación y la descripción de la ubicación y la forma del infierno, el cual está sepulto en las vísceras de la Tierra, oculto a todos los sentidos y de nadie por ninguna experiencia conocido; adonde es tan fácil descender, y de donde, sin embargo, es tan difícil salir.

Los conciudadanos de Dante le miraban con recelo justamente por eso, porque habían leído la Comedia y creían literalmente que Dante había vuelto del Infierno que siempre se consideró la parte más notable de su obra. Tres siglos después, Galileo aplicaba sus conocimientos científicos y matemáticos a la elucidación topográfica de la ubicación, la forma y la extensión de un lugar que posiblemente es más una metáfora que el territorio subterráneo que Galileo describe en estas dos lecciones.


Santos Domínguez

21 septiembre 2012

Edward Thomas.Traducciones simultáneas




Edward Thomas.
Poesía completa.
Edición, traducción y notas de
Gabriel Insausti Herrera.
Pre-Textos. Valencia, 2012.



Edward Thomas.
Poesía completa.
Traducción de Ben Clark.
Linteo. Orense, 2012.

Auden, Larkin, Brodsky, Heaney, Walcott. Son no sólo cinco referentes imprescindibles de la poesía contemporánea en lengua inglesa. Son también algunos de los más conocidos admiradores de la poesía de Edward Thomas (Londres, 1878 -Arras, 1917), autor de vida breve y de ciento cuarenta y dos textos que constituyen toda su obra poética.

Apenas conocido en español salvo por la traducción de Ben Clark y Borja Aguiló de una pequeña parte de esos textos en Tengo una cita con la muerte, aparece su obra poética completa en dos traducciones simultáneas, la de Gabriel Insausti en Pre-Textos y la de Ben Clark en Linteo.

Escribió toda su poesía en los dos últimos años de su vida, con la intensidad y la maduración vertiginosa de quien sabía que podía morir en los campos de batalla durante la Primera Guerra Mundial, lo que finalmente ocurrió el domingo de resurrección de 1917 en la batalla de Arras.

Como Thomas Hardy, uno de los autores que más influyeron en su obra, pasó de la prosa al verso en un proceso de evolución inusual que invierte los términos habituales, porque lo más frecuente es que el poeta adolescente se convierta en narrador maduro y no lo contrario.

En todo caso, cuando Edward Thomas empieza a escribir poesía tiene a sus espaldas una larga y acreditada trayectoria de veinte libros en prosa, lo que explica en parte la solvencia de sus poemas desde el principio.

Su poesía –lo explicaba él mismo- quintaesenciaba el mundo literario que había construido en esos libros. Por eso, Thomas no es exactamente un poeta de la guerra, sino un autor que se inscribe en la tradición bucólica de las baladas de Wordsworth para unir biografía y naturaleza en un marco paisajístico único: el escenario campestre de South Country, una suerte de paraíso perdido en el que transcurrieron su infancia y su adolescencia.

Thomas escribió la totalidad de su poesía durante la guerra, pero la reflejó en sus versos de manera indirecta y crítica. Sus textos son el testimonio de una Inglaterra tradicional y rural, de una forma de vida en extinción y de una civilización amenazada.

Fue más un poeta de la naturaleza que un poeta de la guerra, que está siempre en el fondo implícito de los campos abandonados y de una naturaleza asilvestrada de la que ha desaparecido la mano agricultora del hombre.

Su núcleo son las cosas del campo de las que escribió entre nosotros alguien tan influido por el tono y los temas de la poesía inglesa como José Antonio Muñoz Rojas. Son versos humildes, de tono apagado, unos “versos débiles” a primera vista -como destacó Derek Walcott- que describen un mundo de pájaros y de prados, de estanques y colinas, de árboles y canciones viejas, de caminos bajo la niebla y paisajes lluviosos.

Apoyados en la mirada y en el oído, descriptivos en su superficie pero dotados de un sentido que se apoya en un tratamiento simbólico del paisaje, los poemas de Thomas son una excepción de calidad en la avalancha de poesía patética e intranscendente que escribieron los soldados ingleses en la Gran Guerra.

Bastan versos como estos, que cierran su poema Libertad, para comprobarlo. Los transcribo en la versión de Gabriel Insausti:

Sigo amando el dolor, amando a medias
lo imperfecto, con lágrimas y risas,
con cuanto tiene un fin, con vida y tierra
y esta sombra que soy bajo la luna.

Santos Domínguez

20 septiembre 2012

La música de los clásicos


Jorge Bergua Cavero.
La música de los clásicos.
Pre-Textos Música. Valencia, 2012.


En su colección de temática musical La huella sonora, Pre-Textos publica un llamativo ensayo de Jorge Bergua, traductor del griego clásico e investigador de la pervivencia de la tradición clásica antigua en la filosofía, la literatura o la música.

Versiones de la poesía antigua, de la Edad Media al Renacimiento tardío es el elocuente subtítulo de este ensayo que explora la presencia de la música griega y romana en la cultura europea medieval, renacentista o barroca.

Horacio en la Edad Media, Virgilio en el Renacimiento, Ovidio en el Barroco son los referentes de un proceso que abarca desde las recitaciones salmódicas a la polifonía renacentista de los madrigales y de ahí a las primeras óperas barrocas; los eslabones del relato de la búsqueda de una tradición musical perdida que se concretó en la música vocal y en la musicalización de poemas antiguos.

Pero este libro indaga también en las conexiones entre lenguaje poético y lenguaje musical, los vínculos entre los sonidos y los significados de las palabras, entre el ritmo verbal y el compás de la música. En resumen, en la conflictiva relación entre las exigencias de la música y las del texto que ya planteó Einstein.

Un apéndice bibliográfico y discográfico y un útil índice onomástico completan este libro que afronta uno de los episodios culturales menos conocidos de la historia europea.

Santos Domínguez

19 septiembre 2012

Lezama Lima. Confluencias


José Lezama Lima.
Confluencias.
Editorial Confluencias. Almería, 2012.

La Colección Hispaniola de la Editorial Confluencias nace – y de ahí el homenaje colombino que recuerda el nombre del primer fuerte español en las Indias- con la vocación de integrar en ella la literatura y el pensamiento de las dos orillas atlánticas. Y la inaugura un ensayo que se titula como la editorial, Confluencias. Un texto memorable que resume la poética y el mundo literario de Lezama Lima, que lo escribió en julio de 1968 y lo publicó en La Habana en 1970.

Es un breve e intenso ensayo autobiográfico y literario en el que confluyen la exploración y el descubrimiento, lo telúrico y la revelación, la indagación en lo oscuro, “en un mundo nocturno y fuera del tiempo”, como indica Enrique Juncosa en su prólogo.

Este texto de Lezama, que nació como una conferencia, podría incorporarse como introducción a cualquier edición de su obra, porque en sus páginas – como en el mundo literario de Lezama- confluyen también la insularidad y la universalidad, la poesía, el ensayo y el relato. Por eso Thomas Barège define estas Confluencias como una “enciclopedia en miniatura.”

Se rescata exento, corregido y comentado, en formato bilingüe español-francés, con edición de Thomas Barège y prólogo de Enrique Juncosa.

Santos Domínguez

18 septiembre 2012

Historia de la pobreza en EE.UU.


Stephen Pimpare.
Historia de la pobreza en EE.UU.
Península. Barcelona, 2012.


El profesor de Historia contemporánea Stephen Pimpare recoge en este libro, que publica Península en su colección Atalaya, decenas de testimonios de primera mano sobre la pobreza en Estados Unidos. Unas veces de personajes conocidos como el activista Malcolm X o como el escritor James Baldwin, pero sobre todo de personas anónimas, como asistentes sociales, vagabundos, madres solteras que viven de las ayudas públicas, parados...

Es un libro de ensayo, pero a la vez un recopilatorio de documentos y relatos personales que ayudan a ver la pobreza desde distintos puntos de vista y a entender un poco su enorme complejidad: desde quienes piensan que la pobreza es simplemente una condena que sufren, merecidamente, personas descarriadas; hasta quienes, como el profesor Pimpare, contemplan la pobreza no como la simple falta de dinero, sino como algo muchas veces conectado con la enfermedad, la violencia, la obesidad (al menos desde mediados del siglo XX), la ancianidad...

A veces, los testimonios pueden parecer un poco extremos (sorprende cómo en ese país perder el empleo significa en muchas ocasiones una caída automática en la pobreza más absoluta), pero hay que recordar que en Estados Unidos los lazos familiares son más laxos que en España y apenas sirven de protección, y que el estado no cumple en la misma medida que en muchos países europeos como amortiguador de la miseria. De todos modos, la actual ola de recortes sociales (el fantasma que recorre Europa) pronto acabará con estos distingos y, de este modo, la lectura del libro puede ilustrar al lector como previsión de lo que pronto será común también en esta orilla del Atlántico.

Algunos testimonios resultan estremecedores (“Cuando un vagabundo te pide pan, ponle estricnina o arsénico y no volvera a molestarte, y los demás no se acercarán al barrio”, recomendaba The Chicago Tribune a sus lectores en 1884), otros rozan lo humorístico, y algunos producen perplejidad, en especial aquellos que recogen la vergüenza de quienes se ven obligados a recurrir a las ayudas sociales y llegan a negar que lo que reciben sean ayudas públicas, pues ellos también han asumido que quienes se benefician del dinero público tienen que haber hecho algo inmoral para encontrarse en esa situación.

La lectura del libro nos ofrece una perspectiva múltiple del problema: cómo ven la pobreza quienes no la sufren (“eso sale de mi bolsillo” le grita un hombre a una mujer pobre que recibe los cupones de ayuda alimentaria), las autoridades que administran la asistencia social (siempre temerosas de que la oferta de ayuda genere un aumento de la demanda) y los pobres, que tienen que demostrar su idoneidad y su virtud para ser ayudados.

Sorprende la tendencia a exigir a quienes reciben ayuda social que acepten ciertas tutelas y que se sometan a controles, como si el Estado se hubiese contagiado de la tradicional manía eclesiástica de mezclar los componentes materiales y espirituales en la práctica de la caridad.

Implícita en esta tendencia a juzgar la moralidad de los pobres está la idea de que estos tienen que ser culpables de algo, y de que sólo llevando una vida virtuosa podrán salir de la pobreza. En los últimos meses, algunos de nuestros próceres no han parado de proponer ocurrencias (alguna de ellas ya concretada legalmente) para exigirles a los parados españoles algo a cambio de los lujos de los que disfrutan: que arreglen los jardines de la Villa y Corte y que reforesten nuestros bosques chamuscados durante la canícula. Lo que me sugiere inquietantes preguntas: ¿Estará naciendo en España un movimiento ecologista de derechas? ¿Darán frutos amargos los árboles sembrados con trabajos forzosos?

Jesús Tapia

17 septiembre 2012

Toba Tek Singh


Saadat Hasan Manto.
Toba Tek Singh.
Traducción del urdu y prólogo
de Rocío Moriones Alonso.
Contraseña editorial. Zaragoza, 2012.

Como “el maestro indiscutible del relato moderno de la India” reconocía Salman Rushdie a Saadat Hasan Manto, que nació hace ahora un siglo y escribió en urdu, una de las lenguas de la India y lengua oficial de Paquistán.

Entre el Punyab, donde nació en 1912, y Lahore, en donde murió en 1955 tras una vida marcada por el desengaño, la autodestrucción y la bebida, transcurrió la vida de Manto, autor de centenares de relatos de los que este volumen ofrece una selección significativa de catorce textos centrados en la sexualidad, la infancia, la situación de la mujer y sobre todo los conflictos provocados por la partición de la India y la segregación de Paquistán, que sufrió en primera persona.

Porque esa partición que marcó un antes y un después en la historia de la India fue un hecho que partió en dos la biografía y la obra de Manto y constituye también la clave fundamental del universo narrativo y moral de un escritor deslumbrante formado en gran medida en la lectura de los clásicos de la narrativa europea del siglo XIX, con Maupassant a la cabeza, a los que tradujo y de los que aprendió los fundamentos técnicos del relato breve, que combinó con una creciente influencia de la técnica cinematográfica.

Un prólogo de la traductora, Rocío Moriones, que traza una panorámica de la lengua y la literatura en urdu y hace un breve análisis de la narrativa de Manto, abre la edición de esta antología, que toma su título del que probablemente sea el relato más emblemático del autor: una alegoría de la partición a través de dos manicomios, uno de la India, el otro, de Paquistán, una ridiculización intemporal de los nacionalismos y las fronteras:

Hubo un loco que se armó tal jaleo con aquel galimatías de Paquistán y la India, y la India y Paquistán, que se volvió más loco aún. Un día, mientras estaba barriendo el suelo, trepó a un árbol y se sentó en una rama, y estuvo dos horas seguidas dando un discurso sobre la espinosa cuestión de la India y Paquistán. Cuando los guardas le dijeron que bajara, trepó más arriba aún, y, cuando lo amenazaron, dijo:

- ¡Yo no quiero vivir ni en la India ni en Paquistán, quiero quedarme en este árbol!


Obsceno, irónico e irreverente, revolucionario o reaccionario, provocador y disoluto, alcohólico y pobre, Manto reflejó en su vida y en su obra las contradicciones y las tensiones de la India, los conflictos religiosos y sociales entre los sijs y los musulmanes. Ese fanatismo religioso es el telón de fondo del espléndido Mozel, uno de los mejores relatos del libro.

Pero además de un testigo incómodo, Manto fue un maestro de la descripción y las técnicas elusivas: de la elipsis narrativa y de los finales abiertos; construyó sus relatos desde dentro hacia fuera, con una mirada que arranca del mundo interior del personaje o ahonda introspectivamente en su carácter, y combinó con equilibrio la narración y el diálogo, las voces del narrador y de los personajes en una tonalidad narrativa que recuerda con frecuencia a Chejov.

Es la segunda vez que se traduce una obra del urdu al español. En la otra ocasión, la misma traductora, Rocío Moriones Alonso, ofreció en Atalanta una brillante versión de Aroma de alcanfor, tan impecable como esta.

Santos Domínguez



14 septiembre 2012

Gottfried Benn. Morgue


Gottfried Benn.
Morgue.
Traducción de Jesús Munárriz.
Zut Ediciones. Málaga, 2008.

Este año cumple un siglo uno de los libros más extraños y decisivos en el panorama poético de comienzos del siglo XX. En 1912, un joven médico alemán llamado Gottfried Benn publicaba un folleto con nueve poemas agrupados bajo el título Morgue y otros poemas.

Eran el resultado del talento literario de su autor y de su experiencia forense en un hospital. Y por eso su mirada era la misma mirada del médico que observa los cadáveres, realiza autopsias o contempla el dolor del moribundo con frialdad compasiva, con ojo clínico y humano.

Estremecedores y distantes, estos poemas participan por igual del formol y de la piedad, de minuciosos detalles macabros y de la solidaridad con el que sufre o con el que ha sufrido antes de morir.

Poemas del cuerpo, tan templo de dios como cuadra del diablo, presentan al hombre como un trozo de carne, en la sala de las parturientas o en la mesa de disecciones, evocan a las enfermeras que lavan los cuerpos moribundos de los cancerosos como quien lava bancos o describe el sexo femenino como ranura de la carne.

Con una radical y antirromántica separación entre el sujeto y el objeto, conviven en estos poemas el éter y las hemorragias, las prostitutas y las vírgenes, las vísceras y los fetos, el cáncer y una operación de apendicitis.

La palabra de Benn, cortante como un escalpelo, y su mirada aséptica, fría como un cadáver, es la de quien declara en El médico, uno de los mejores poemas del libro, que vive frente al cuerpo y su vergüenza o presenta irónicamente a sus congéneres como corona de la creación, el cerdo, el hombre.

De él se podría decir lo que decía Canetti de Musil: evitaba las palabras sentimentales, todo lo que fuera complaciente le resultaba sospechoso.

Junto con los nueve textos que aparecían en aquel volumen, la edición que Jesús Munárriz ha preparado para Zut ediciones recoge otra serie de poemas de parecido tono y tema que Benn fue publicando en los diez años siguientes.

Un conjunto que, como señala Munárriz, pese a su violencia, nos incita a la piedad, a la compasión.

Santos Domínguez

13 septiembre 2012

Adelante, Pedro, con juicio


Giovanni Albertocchi.
Adelante, Pedro, con juicio.
Barataria. Sevilla, 2012.

En su colección Documentos, Barataria reúne un conjunto de artículos que el propio Giovanni Albertocchi califica como aproximaciones cordiales a la literatura italiana de los siglos XIX y XX.

A través de autores tan dispares como Alessandro Manzoni, Italo Svevo, Giuseppe Tomasi di Lampedusa y Claudio Magris, y de obras tan dispares como Los novios, La conciencia de Zeno, Senilidad, El gatopardo o Microcosmos, Albertocchi explora su común condición de clásicos por encima del tiempo. Dotados de una transcendencia que va más allá de sus fronteras nacionales, sus mundos narrativos forman parte del imaginario colectivo italiano y europeo.

Estos textos indagan en las razones de su pertenencia intelectual, estética y sentimental al canon narrativo occidental, en su concepción ética de la escritura, en su valor testimonial sobre la disolución de un orden social anticuado, en la crisis de la conciencia que se produce a comienzos del siglo pasado, en el viaje como forma de conocimiento de la propia identidad.

Santos Domínguez

12 septiembre 2012

Verdes colinas de África



Ernest Hemingway.
Verdes colinas de África.
Traducción de Damián Alou.
Debolsillo. Barcelona, 2012.

Hace casi ochenta años, en 1933, Ernest Hemingway cazaba en la sabana africana, cerca de las nieves del Kilimanjaro. De aquella experiencia surgió Verdes colinas de África, una obra maestra del reportaje, un libro de viajes y un relato de aventuras que publica Debolsillo con traducción de Damián Alou.

El autor ha intentado escribir un libro totalmente veraz -escribe Hemingway en el prefacio- para comprobar si la forma de un territorio y la acción que ocurre durante un mes, presentados de manera veraz, podrían competir con una obra de la imaginación.

Un Hemingway en estado puro y en estilo directo con su habitual dominio de las descripciones y los diálogos.

Santos Domínguez

10 septiembre 2012

Los amores oscuros

Manuel Francisco Reina.
Los amores oscuros.
Temas de Hoy. Madrid, 2012.

A medio camino entre el ensayo de investigación y la reconstrucción novelística, Los amores oscuros, que Manuel Francisco Reina publica en Temas de Hoy, es una obra reveladora, potente y polémica. Narrada en primera persona, el autor cede la voz del relato de unos hechos investigados y documentados por él a Juan Ramírez de Lucas, el verosímil destinatario de los Sonetos del amor oscuro.

De esa manera, contada desde dentro en primera persona por uno de sus protagonistas, cobra más fuerza la narración de su relación amorosa con García Lorca, una historia secreta que Manuel Francisco Reina ha indagado en numerosos testimonios orales y en la abundante bibliografía lorquiana para elaborar con esa base documental un texto híbrido, un excelente relato real de extraordinaria fuerza emocional, una novela testimonio sobre uno de los secretos mejor guardados de la literatura española contemporánea, una creación narrativa que busca el disfrute y la emoción de sus lectores.

Santos Domínguez

07 septiembre 2012

Pablo Palacio en Barataria

Pablo Palacio.
Débora.
Un hombre muerto a puntapiés.
Prólogo de Leonardo Valencia.
Barataria. Barcelona, 2012.

Como un “clásico de la vanguardia latinoamericana junto a escritores como Macedonio Fernández o Juan Emar” define Leonardo Valencia al narrador ecuatoriano Pablo Palacio en el prólogo –La risa frente al día inmóvil- que abre la edición de su novela corta Débora y del libro de cuentos Un hombre muerto a puntapiés. Los dos títulos, publicados en 1927, los recupera Barataria en su colección Humo hacia el sur.

Marginal y excéntrico, Pablo Palacio (1906-1947) fundió en su biografía vida y literatura y proyectó su propia excentricidad en los personajes de sus novelas y de sus cuentos, marcados por la voluntad de escándalo y por la transgresión de las normas sociales. No es ese su único rasgo vanguardista: el gusto por lo fragmentario y la influencia del cine como tema y como técnica recorren una escritura consciente que reflexiona constantemente sobre el proceso creativo.

Santos Domínguez

05 septiembre 2012

Antología del microrrelato español


Antología del microrrelato español
(1906-2011).
El cuarto género narrativo.
Edición de Irene Andrés Suárez.
Cátedra Letras Hispánicas. Madrid, 2012.

Irene Andrés Suárez, acreditada especialista en el género, ha preparado para Letras Hispánicas una amplia antología del microrrelato español. Amplia en el tiempo y generosa en la nómina, porque entre el primer texto –firmado por Juan Ramón Jiménez y fechado en 1906- y el último –publicado en 2011 por Manuel Espada- ha pasado más de un siglo. Más de cien años que sin embargo no han sido suficientes ni para establecer un canon ni para fijar las claves genéricas de lo que en esta antología se denomina el cuarto género narrativo, el género emblemático del siglo XXI.

Un género caracterizado por la brevedad y la narratividad, la tensión concentrada y el lenguaje connotativo, la simplicidad estructural y el esquematismo de la acción, la condensación temporal y la reducción espacial, la importancia del título y –también- por la inestabilidad de sus límites genéricos. Eso es lo que permite que convivan en este volumen Baroja, Gómez de la Serna y García Lorca con el postismo de Antonio Beneyto y el movimiento pánico de Fernando Arrabal y clásicos contemporáneos del tamaño de Ayala, Max Aub, Cunqueiro o Aldecoa con maestros recientes como Merino, Millás o Aparicio, que han abierto el camino para las nuevas promociones de narradores como Manuel Moya, Ángel Olgoso o Miguel Ángel Zapata.

Santos Domínguez


04 septiembre 2012

Peter Sís. El coloquio de los pájaros

Peter Sís.
El coloquio de los pájaros.
Traducción de Valeria Luiselli.
Sexto Piso Ilustrado. Madrid, 2012.

Diez años cumple Sexto Piso, una editorial que se ha consolidado en esta década como una referencia de calidad en el ámbito literario hispánico a base de cuidar el continente y de seleccionar el contenido de sus libros.

Ediciones cuidadas que se han convertido en referentes culturales en el ámbito de la lengua española por su ímpetu renovador especialmente en el campo de la narrativa y el ensayo.

La Obra temprana de Musil, el Prometeo de Kerényi, los Dibujos de Kafka, las ediciones ilustradas de Proust o de Ginsberg son algunas de las muestras de una propuesta editorial que aúna riesgo y calidad para dar como resultado un catálogo imprescindible al que se suma ahora uno de esos títulos que confirman el lugar de privilegio que ocupa Sexto Piso en el panorama literario hispánico.

Es la adaptación gráfica que propone el ilustrador y cineasta checo Peter Sís (Brno, 1949) de El coloquio de los pájaros, un poema persa de Farid Udín Attar, del que escribió memorablemente Borges en El acercamiento a Almotásim en unas líneas que retomó años después en El libro de los seres imaginarios.

Borges evocaba así al ilustre persa del siglo XII a quien mataron los soldados de Tule, hijo de Zingis Jan, cuando Nishapur fue expoliada. Quizá no huelgue resumir el poema. El remoto rey de los pájaros, el Simurg, deja caer en el centro de la China una pluma espléndida; los pájaros resuelven buscarlo, hartos de su antigua anarquía. Saben que el nombre de su rey quiere decir treinta pájaros; saben que su alcázar está en el Kaf, la montaña circular que rodea la tierra. Acometen la casi infinita aventura; superan siete valles, o mares; el nombre del penúltimo es «Vértigo»; el último se llama «Aniquilación». Muchos peregrinos desertan; otros perecen. Treinta, purificados por los trabajos, pisan la montaña del Simurg. Lo contemplan al fin: perciben que ellos son el Simurg y que el Simurg es cada uno de ellos y todos.

El poeta, transformado en una abubilla, encabeza esa búsqueda de la montaña Kaf y del rey Simurg, que tiene todas las respuestas, en una travesía difícil, llena de interrogantes y de abandonos, en un viaje alegórico, interior y místico en el que los pájaros alcanzan todos los rincones del mundo, sobrevuelan siete mares y cruzan siete valles simbólicos, siete alegorías que van desde el Valle de la Búsqueda al de la Muerte, pasando por el Valle del Amor, el del Conocimiento o el del Asombro, en un místico camino de perfección sufí que se eleva sobre la ascesis del despojamiento y el desapego hacia lo material y que dejaría una huella indeleble en la mística española del Renacimiento.

De los cientos de miles de aves que inician el viaje, más espiritual que físico, solo sobrevive una bandada de treinta pájaros maltrechos que llegan en un vuelo casí inmóvil a la montaña circular para descubrir que ellos eran el rey Simurg y que el rey Simurg era cada uno de ellos.

Santos Domínguez



03 septiembre 2012

Cámara oscura


Gabriel Insausti.
Cámara oscura.
Pre-Textos. Valencia, 2012.

Una mirada crítica, distante a veces y apasionada otras, recorre los diarios que Gabriel Insausti ha reunido en su Cámara oscura. Escritos entre 2001 y 2010 y subtitulados Días en Ramplona, un topónimo más irónico que desorientador, los publica Pre-Textos en su colección de narrativa y son la crónica de un naufragio contada por quien va en una nave a la deriva y quiere dejar su versión de los hechos, el relato de su propia perplejidad.

Lo íntimo y lo público, la literatura y el cine, la infancia y la familia, el campo y la ciudad, lo que pasa en la calle y la vida literaria vista desde la provincia, la suma de hechos y seres triviales que es la vida. Como el de esas vecinas que hablan de balcón a balcón de cosas intrascendentes, ese es al final el destino del género. Quizá también su vocación.Y para hablar de todo eso Gabriel Insausti usa gafas de cerca y una prosa cercana y directa, pero terminante e inobjetable.

Santos Domínguez