15 diciembre 2010

Navidades de libro. Narrativa




Mario Vargas Llosa.
El sueño del celta.
Alfaguara. Madrid, 2010.

En la justificación del Nobel otorgado a Vargas Llosa, decía la Academia Sueca que el premio se le concedía al novelista peruano por “su cartografía de las estructuras del poder y sus mordaces imágenes de la resistencia individual, la revuelta y la derrota.” Y eso es en gran medida El sueño del celta, la novela que Vargas Llosa publica en Alfaguara sobre la figura del diplomático irlandés Roger Casement (1864-1916), que denunció la violencia criminal de la colonización belga del Congo y el régimen terrorista y genocida que implantó allí la católica majestad del rey Leopoldo II. La otra parte se centra en un informe de Casement sobre la Amazonía peruana, el Informe sobre el Putumayo, que asume las denuncias del periodista Benjamín Saldaña y describe pormenorizadamente las brutalidades que los comerciantes de caucho cometían sobre los indígenas. El sueño del celta, además de un recorrido por ese mapa del terror que figura ensangrentado en la portada, es un viaje al interior del personaje, una incursión en las zonas más oscuras y secretas del Casement privado, del personaje terminal sometido a la degradación física de la suciedad y a la humillación moral por parte de los carceleros en el oscuro interior de la prisión de Brixton, lleno de piojos y pulgas, previa a la última humillación en forma de exploración anal tras su ejecución en la horca.



Gilbert Keith Chesterton.
El hombre que fue Jueves.
(Una pesadilla).

Traducción de Alfonso Reyes.
Prólogos de Felipe Benítez Reyes
y Alfonso Reyes.
Espuela de Plata. Sevilla, 2010.

Una pesadilla es el subtítulo con el que Chesterton resumió el sentido y el planteamiento de El hombre que fue Jueves, una de sus novelas más conocidas y celebradas. La publicó en 1908, a los treinta y cuatro años. La edita Espuela de Plata en su colección Clásicos y Modernos, con traducción de Alfonso Reyes, el mexicano que fue una de las cimas de la prosa en castellano, y dos prólogos, uno del traductor y otro de Felipe Benítez Reyes (Un gordo de genio y un gordo de novela) sobre el gordo que fue Chesterton y el que se llama Domingo en la novela. Una novela tan divertida como inclasificable, una aventura enigmática que en palabras de Alfonso Reyes es una narración policiaco-metafísica que se desarrolla en dos planos y cuenta dos historias, una superficial y otra secreta, entre la imaginación y el diseño matemático, entre el entretenimiento y la especulación.



Pequeñas resistencias 5.
Antología del nuevo cuento español
(2001-2010).

Edición de Andrés Neuman.
Prólogo de Eloy Tizón.
Páginas de Espuma. Madrid, 2010.

Desde que en octubre de 2002 Páginas de Espuma publicara una antología del nuevo cuento español, titulada Pequeñas resistencias, han pasado ocho años en los que han ido apareciendo nuevos volúmenes antológicos de una obra que llega ahora a su quinta entrega con la propuesta de un amplio y brillante muestrario de la narrativa breve en España. En Pequeñas resistencias 5 Andrés Neuman reúne cuarenta cuentos de cuarenta autores ordenados alfabéticamente, entre Pilar Adón y Manuel Vilas, pasando por Pablo Andrés Escapa, Espido Freire, Berta Marsé, Ricardo Menéndez Salmón, Vicente Luis Mora, Miguel Ángel Muñoz, Juan Jacinto Muñoz Rengel o Javier Sáez de Ibarra. Cuarenta muestras de la vitalidad del género y la diversidad de sus tendencias y técnicas entre 2001 y 2010. Un espléndido y significativo panorama prologado por Eloy Tizón, autor de la deslumbrante Velocidad de los jardines, que cierra así su introducción, Ruido y milagros: Dentro de cincuenta, cien años, si no nos hemos extinguido aún como especie, será el momento de los balances y las enciclopedias, de la contabili­dad de pérdidas y ganancias y del recuento de qué nombres de hoy ha respetado el olvido. Quiero pensar que ese hipotético volumen, que preservará las voces supervivientes, ese libro del futuro, con sus inevitables añadidos y supresiones, se parecerá mucho a este libro.


Don DeLillo.
Punto omega.
Traducción de Ramón Buenaventura.
Seix Barral. Barcelona, 2010.

La guerra de Irak, la reflexión sobre las limitaciones del tiempo y la insuficiencia de las palabras son el centro de la última novela de Don DeLillo. Punto omega reúne en mitad del desierto de Anza-Borrego a tres personajes muy dispares -un viejo asesor del Pentágono que dio argumentos intelectuales para la invasión, su hija y un director de cine- en un encuentro de alta densidad intelectual que tiene como vehículo una prosa cortante y depurada. El cuchillo de la prosa minimalista de Don DeLillo da cauce a su inteligencia afilada y lúcida en un viaje más allá de la conciencia. Una nueva incursión en la posmodernidad y en el silencio del fin de la historia que publica Seix Barral con traducción de Ramón Buenaventura.




Gabriel Sofer.
Bestiario y fuga.
El olivo azul. Córdoba, 2010.

El misterioso y brillante Gabriel Sofer vuelve a las librerías con un nuevo libro de relatos. Ilustrado por Lina Vila, Bestiario y fuga es un fabulario secreto y neoyorkino ambientado en Brooklyn, un bestiario contemporáneo y urbano. Una indagación simbólica en el hombre y en su vida en fuga a través de un cuervo o un caracol, de hormigas, gatos y perros, animales que huyen, cada uno a su manera. Y el arte de la fuga como técnica musical y literaria se convierte en la clave de un libro tan asombroso, tan intenso y tan complejo como su anterior Al final del mar.



Roberto Bolaño.
La literatura nazi en América.
Anagrama. Barcelona, 2010.

Un catálogo ficticio de la literatura nazi en América, una novela que tiene la apariencia de un ensayo y comienza como una divertida parodia borgiana ("una antología vagamente enciclopédica de la literatura filo-nazi en América desde 1930 a 2010") para acabar trazando la alegoría verosímil de una realidad política lamentable. De Edelmira Thompson de Mendiluce (Buenos Aires, 1894-Buenos Aires, 1993) al seudoheterónimo Carlos Ramírez Hoffman (Santiago de Chile, 1950-Lloret de Mar, España, 1998), La literatura nazi en América es un diccionario enciclopédico de nazis imaginarios, una historia continental de la infamia a través de esas vidas que se inventan en el libro. Quince años después de su primera edición y a los diez años de la muerte de Bolaño, la desconcertante fusión de realidad y ficción de esta obra que recupera Anagrama conserva toda su frescura literaria, su potencial lúdico y contiene la esencia del talento narrativo y la ironía de su autor en sus trece capítulos rematados por un Epílogo para monstruos.



Juan Marsé.
Si te dicen que caí.
Edición de Ana Rodríguez Fischer
y Marcelino Jiménez León.
Cátedra Letras Hispánicas. Madrid, 2010.

Una nueva versión, que Juan Marsé considera la definitiva, de Si te dicen que caí, una de las novelas fundamentales de su autor. Una elegía crítica en la que Marsé se despide de su infancia charnega en la sombría Barcelona de los años cuarenta. El barrio de Guinardó, las aventis, la fantasía para sobrevivir a la dureza de la posguerra, el hambre y el amor, el frío y la violencia en una de las obras imprescindibles para comprender la literatura española de los últimos cincuenta años. Esta cuidada edición que publica Letras Hispánicas de Cátedra en un estuche de dos tomos, además de incluir un excelente estudio introductorio de Ana Rodríguez Fischer sobre la increíble historia y la estructura de la novela, es el reconocimiento explícito de que Si te dicen que caí es ya un clásico de la literatura española contemporánea.



Giovanni Papini.
Gog.
Traducción de
Paloma Alonso Alberti.
Rey Lear. Madrid, 2010.

Gog, posiblemente la mejor novela de Papini, junto con su secuela El libro negro, es una cáustica reflexión sobre el capitalismo salvaje, sobre su capacidad embrutecedora y corrosiva y sobre su locura moral. Construida como el diario del magnate americano Goggins, cuyo hipocorístico Gog coincide con el apocalíptico Gog, rey de Magog, Papini la escribió bajo la impresión del crack del 29, del que el millonario sa le indemne pero enloquecido, en una alegoría crítica del sistema. No se trata -afirma Papini en la presentación de los diarios de Gog-, como comprobará el lector, ni de un libro de memorias, ni mucho menos de una obra de arte. Se trata, me parece, de un documento singular y sintomático; espantoso, tal vez, pero de un cierto valor para el estudio del hombre de nuestro siglo. Se publicó en 1931, cuando Papini le hacía guiños cómplices al fascismo, y fue un éxito inmediato en toda Europa, en donde proliferaron rápidamente las traducciones. La versión española de 1933, de Mario Verdaguer, incluía las ilustraciones que reproduce esta edición de Rey Lear, con una nueva traducción de Paloma Alonso Alberti.



Jesús del Campo.
Berlín y el barco de ocho velas.
Editorial Minúscula. Barcelona, 2010.

En Berlín y el barco de ocho velas, que publica Minúscula en su serie Paisajes narrados, Jesús del Campo va más allá del límite estricto del libro de viajes para interpretar la ciudad a través de la mirada profunda de un flâneur que sabe ver lo que hay por debajo de la apariencia de la superficie. Berlín y el barco de ocho velas combina la observación del presente con la evocación del pasado, la música con el cine, la imaginación con el reportaje, el paisaje urbano con el paisaje humano, la literatura con la vida para transmitirnos la esencia de una ciudad perdedora. Jünger y Barry Lindon, Mozart y Neil Young, Keats e Isadora Duncan, el Tiergarten y la Alexanderplatz, Unter den Linden y la puerta de Brandenburgo. Tiempo y espacio de una ciudad atravesada por el dolor, que forma parte del espíritu de Berlín, que podría ser también el prototipo ético del civismo futuro, levantado sobre esa desolación llena de cicatrices.




Eduardo Mendoza.
Riña de gatos.
Madrid 1936.
Planeta. Barcelona, 2010.

Un acercamiento irónico a los ambientes convulsos de un Madrid primaveral y previo a la guerra civil. Eduardo Mendoza y su humor inconfundible mezcla talento narrativo e ironía, historia y fabulación en su última novela, reciente Premio Planeta. Desde la óptica distante y extrañada de Anthony Whitelands, un inglés despistado y aficionado a la bebida que llega a la capital para peritar un cuadro, se sucede una peripecia continua que combina la intriga y el disparate y se mueve entre los ambientes conspirativos de la derecha que preparaba el alzamiento y las algaradas revolucionarias. Entre el esperpentismo y el folletín, entre el sainete y la tragedia, Riña de gatos es una novela divertida, repleta de intriga y humor, una nueva muestra del oficio novelístico del mejor Mendoza.


Santos Domínguez

13 diciembre 2010

Navidades de libro. Regalo


William Shakespeare.
Tragedias.
Teatro completo I.
Edición de Ángel Luis Pujante.
Espasa. Madrid, 2010.

La colección Espasa Clásicos publica, con traducciones de Ángel Luis Pujante y Salvador Oliva, inéditas dos de ellas -las de Tito Andrónico y Timón de Atenas-, las diez tragedias que compuso Shakespeare entre 1590 y 1607. Es el primero de los tres tomos en que se ha organizado la edición del teatro completo del dramaturgo isabelino. El segundo volumen recogerá sus comedias y tragicomedias y el tercero, los dramas históricos. Romeo y Julieta, Julio César, Hamlet, Otelo, El rey Lear, Macbeth, Antonio y Cleopatra, Coriolano. La corona y la espada. El puñal y el veneno. El hacha y el pañuelo. Esos son algunos de los instrumentos de que se sirven la muerte, la venganza o el odio en las tragedias de Shakespeare. Como a todos los clásicos que lo son de verdad, a Shakespeare no se le acaba de leer nunca. En cada nueva lectura, en cada nueva versión, en cada puesta en escena de sus variadas tramas incide una luz distinta.



Liev Tolstói.
Guerra y paz.
Traducción de Lydia Kúper.
Seguida de Editar Guerra y paz.
El Aleph Editores. Taller de Mario Muchnik.
Madrid, 2010.

Para celebrar el centenario de la muerte de Tolstói, se publican dos reediciones de Guerra y paz. El Aleph Editores y El Taller de Mario Muchnik reeditan en la nueva colección de Clásicos Rusos la espléndida traducción directa del ruso de Guerra y paz que terminó Lydia Kúper en 2003. Esta reedición es una nueva invitación al viaje y a la relectura y añade a los anexos de personajes, resumen de episodios y notas un epílogo fascinante -Editar Guerra y paz-, que antes que epílogo fue un libro escrito por el editor Mario Muchnik desde la admiración por esa obra descomunal. Editar Guerra y paz cuenta la historia de un viejo deslumbramiento y del terror a que la novela se acabe, evoca la labor editorial en el impulso de una traducción que abarcó cuatro años y medio, casi el mismo tiempo que le llevó a Tolstói la composición de la novela.



El erudito de las carcajadas.
Jin Ping Mei.
Volumen I.
Traducción, prólogo y notas de
Alicia Relinque Eleta
Memoria mundi. Atalanta. Gerona, 2010.

Reclinado sobre la almohada, le he echado un vistazo, y sus páginas desprenden una bruma erótica, decía en una carta de 1596 el letrado chino Yuan Hongdao a propósito de Jin Ping Mei. Es la primera mención que se conoce de una novela que seguiría creciendo manuscrita y rodeada de una leyenda trágica hasta su primera edición en 1617. Los lectores de El nombre de la rosa recordarán que la clave de los asesinatos de la novela, perpetrados por un monje borgiano -que se llamaba transparentemente Jorge de Burgos- era la tinta envenenada. No es muy arriesgado suponer que Eco se inspiró para diseñar esa trama criminal en la leyenda que rodea al posible autor del Jin Ping Mei, Wang Shizhen (1526-1590), que vengaba con ese manuscrito envenenado la muerte de su padre. Con un magnífico texto introductorio de Alicia Relinque, que destaca como motor de la novela la piedad filial transformada en acto de justa venganza, la edición de Atalanta, traducida directamente del original chino por la sinóloga Alicia Relinque, además de la primera que se hace en español, es también la versión más completa que existe en una lengua occidental del Jin Ping Mei, una novela fundacional, escandalosa y ejemplar a un tiempo.



José Saramago en sus palabras.
Edición y selección de
Fernando Gómez Aguilera.
Alfaguara. Madrid, 2010.

Ciudadanía, novela, democracia, compromiso, ética, ironía, escritor, literatura, mujer. Son las palabras que aparecen en la portada de José Saramago en sus palabras, un profuso repertorio de declaraciones del autor recogidas en la prensa escrita desde la segunda mitad de los años setenta hasta marzo de 2009. Fernando Gómez Aguilera es el responsable de la selección y edición de este José Saramago en sus palabras que publica Alfaguara. Una meritoria labor de ordenación y presentación que da unidad a todos esos materiales dispersos en la prensa escrita para reunir en un conjunto coherente las reflexiones del novelista portugués en torno a la literatura, el compromiso, la política, la ética y la ideología. Este libro es un complemento de su obra novelística y la explicación del mundo de quien antes que escritor se consideró un ciudadano comprometido con la justicia y la libertad. Emerge en sus más de quinientas páginas el Saramago combativo y lúcido, el novelista que hizo de la literatura un ejercicio civil, el intelectual coherente y riguroso que reflexiona autocríticamente sobre la escritura y sobre su responsabilidad ética o el hombre que evoca sus recuerdos y el mundo de su infancia.

Marcel Proust.
En busca del tiempo perdido.
Traducción de Carlos Manzano.
Debolsillo. Barcelona, 2010.

Debolsillo edita un estuche con los siete volúmenes de En busca del tiempo perdido en tapa dura. Obra esencial en la literatura contemporánea, Proust dejó en ella el relato de su vocación literaria y reescribió su autobiografía a través de los lugares y las sensaciones, de la crónica social de doscientos personajes en los ambientes refinados de comienzos del siglo XX. La densidad de una novela que indaga en la densidad del recuerdo. El tiempo perdido y recuperado, porque el pasado forma parte de nosotros y, para recuperarlo a través del arte, Proust recurre a un pintor, a un novelista y a un músico. La muerte, la aristocracia, la homosexualidad, el refinamiento y la melancolía en París y en Combray, a través del snob Swan y el barón de Charlus, de Odette y Albertine. Un pasado en el que la memoria superpone ficción y realidad, igual que se superponen la voz de narrador y la del autor y los tiempos distintos en los que viven. Amor, tiempo y deseo al fondo, al otro lado de la habitación forrada de corcho en la que escribía Proust, con una insuperable capacidad estilística para crear atmósferas y con una languidez espiritual que inunda su estilo, recuperado también en la traducción de Carlos Manzano, que propone la mejor versión española de la serie proustiana.




Francisco Ayala.
Autobiografía(s).
Obras Completas II.
Galaxia Gutenberg /Círculo de Lectores.
Barcelona, 2010.


El segundo volumen de las Obras Completas de Francisco Ayala (1906-2009), que está publicando Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores con edición de Carolyn Richmond, reúne por primera vez la totalidad de los textos autobiográficos de quien es una de las referencias literarias y éticas de la literatura y el pensamiento español del siglo XX. En ese volumen -del que forman parte textos esenciales como El tiempo y yo o El mundo a la espalda (1992) y De mis pasos en la tierra (1998)- ocupan un lugar central sus Recuerdos y olvidos (1906-2006), a los que se han incorporado los apéndices que no aparecían en las ediciones más recientes de unos textos que van mucho más allá de la simple autobiografía y contienen la conciencia lúcida y crítica de un siglo conflictivo. Memoria, realidad y ficción, como titula Luis García Montero el prólogo que presenta este volumen en el que un Ayala cercano conversa con el lector sobre el 27, el Berlín del nazismo, la España de la República, el exilio en Buenos Aires o la ciudad de Nueva York. Un Ayala directo y completo en una cuidadísima edición.


Édouard Laboulaye.
Abdallah.
Aziz y Aziza.
Traducción de Gustavo Adolfo Bécquer.
Ilustraciones de Valeriano Bécquer.
Edición y prólogo de Agustín Porras.
Reino de Cordelia. Madrid, 2010.

Traducida por Gustavo Adolfo Bécquer y espléndidamente ilustrada por su hermano Valeriano, Reino de Cordelia publica Abdallah o El trébol de cuatro hojas, una novela histórica de ambiente oriental del francés Édouard Laboulaye (París, 1811-1883), seguida del relato Aziz y Aziza, un relato de Las mil y una noches. Bécquer, que al parecer se escondió como traductor tras las siglas D. F. de T. para abordar el tema que había tratado en El caudillo de las manos rojas, no se limitó a traducir los doce poemas que incluía la novela, sino que hizo una versión tan personal que los doce textos parecen doce rimas. Se publicó entre 1868 y 1869, ilustrada por veinticuatro dibujos de Valeriano Bécquer. El destino, la fatalidad, el exotismo y el pasado idealizados por el tardorromanticismo en un curioso volumen con aire de otra época.



Ovidio.
Heroidas.
Traducción de Vicente Cristobal López.
Prólogo de Maruja Torres.
BackList Clásicos. Barcelona, 2010.

Me abraso como se abrasan las mieses en una fértil campiña, cuando los Euros indómitos avivan el fuego. Faón visita ahora los campos lejanos del Etna Tifoide; a mí me domina un ardor tan intenso como el fuego del Etna. Y no se me ocurren canciones que asociar a las bien templadas cuerdas. Las canciones son producto de una mente desocupada. Ni me agradan ya las muchachas de Pirra o Metimna, ni ninguna de las otras de Lesbos. Esas líneas, que forman parte de una misiva ardiente y desesperada de Safo a Faón, pertenecen a las Heroidas, un conjunto de veintiuna cartas –la mayoría femeninas- que Ovidio escribió poco antes de purgar sus días disipados en el destierro del Ponto Euxino. Salvo esta, todas las atribuyó a la mujer de un héroe mitológico. De Penélope a Ulises, de Briseida a Aquiles, de Fedra a Hipólito, de Dido a Eneas, de Ariadna a Teseo, de Medea a Jasón, de Paris a Helena y de Helena a Paris, de Leandro a Hero y de Hero a Leandro. Está aquí el mejor Ovidio, con más sutileza erótica que en el Ars amandi, más cercano a lo sagrado que en las Metamorfosis. Acaba de publicarlas BackList, con un prólogo de Maruja Torres, que presenta a Ovidio como El hombre que comprendía a las mujeres. Tanto, que aquí se puso no en su piel, sino en sus venas.



Robert Louis Stevenson.
Fábulas.
Prólogo de Roberto Alifano.
Traducción de Catalina Martínez Muñoz.
Breviarios de Rey Lear. Madrid, 2010.

Me gustan los relojes de arena, los mapas, la tipografía del siglo XVIII, las etimologías, el sabor del café y la prosa de Stevenson, escribió Jorge Luis Borges. Posiblemente pensaba en el Stevenson de las Fábulas póstumas, en las que Borges vio una breve y secreta obra maestra que tradujo y prologó en 1982 con Roberto Alifano. Con prólogo de este último y una nueva traducción de Catalina Martínez Muñoz, Rey Lear publica las Fábulas de Robert Louis Stevenson en un volumen que incorpora dos piezas inéditas (El simio científico y El relojero) descubiertas en 2006 por la Universidad de Yale entre los fondos de la colección Beinecke. No es, ni mucho menos, un Stevenson menor o lateral. Está aquí en estado puro y en una excelente versión el mejor Stevenson, el poderoso contador de historias al que sus deslumbrados oyentes en Samoa llamaban Tusitala, que da en estas Fábulas breves e intensas que aparecieron en 1896, dos años después de su muerte, una depurada lección de libertad creadora y eficacia narrativa. Cada fábula de este libro –es Borges otra vez el que habla- tiene su propio estilo y su propio vocabulario, casi en cada renglón hay una sorpresa.



Fiódor M. Dostoievski
Diario de un escritor.
Crónicas, artículos, crítica y apuntes.

Edición de Paul Viejo.
Traducción de Eugenia Bulatova,
Elisa de Beaumont y Liumila Rabdanó.
Páginas de Espuma. Madrid, 2010.

Desde el artículo inicial que escribió para El bocazas y que prohibió la censura, hasta los apuntes de sus cuadernos de notas, Páginas de Espuma recoge en las más de mil seiscientas páginas del Diario de un escritor el resultado de un trabajo de tres años dirigido por Paul Viejo que reúne por primera vez en un volumen todos los artículos periodísticos de Dostoievski. Es la primera vez que se publica una edición íntegra en español de las crónicas, artículos, crítica y apuntes del ruso. De la política a la literatura, de lo privado a lo público, de San Petersburgo a Baden-Baden, de Pushkin a Anna Karénina, un Dostoievski inquieto y directo, autocrítico y dubitativo, en una versión más completa y en una prosa más cercana que la que proponía la muy envejecida de Cansinos Assens, que traducía del francés y un poco por encima. El Diario de un escritor es, como dice Paul Viejo en su introducción, el legado descomunal de uno de los mayores escritores universales.



James Joyce.
Ulises.
Traducción de José Mª Valverde.
Lumen. Barcelona, 2010.

A las 8 de la mañana del 16 de junio de 1904 empieza el Ulises, en la torre de Martello, con vistas a la bahía de Dublín. El gordo Buck Mulligan oficia una misa negra:

Solemne, el rollizo Buck Mulligan avanzó desde la salida de la escalera, llevando un cuenco de espuma de jabón, y encima, cruzados, un espejo y una navaja. La suave brisa
de la mañana le sostenía levemente en alto, detrás de ál, la bata amarilla, desceñida. Elevó en el aire el cuenco y entonó:
–Introibo ad altare Dei.
Deteniéndose, escudriñó hacia lo hondo de la oscura escalera de caracol y gritó con aspereza: –¡Sube acá, Kinch! ¡Sube, cobarde jesuita!

A lo largo de sus dieciocho capítulos, desde el interior confuso del personaje, un experimento que funde la parodia de la literatura anterior con la fantasmagoría del presente bajo la niebla dublinesa. Leopold Bloom, un Odiseo contemporáneo, y Stephen Dedalus –Telémaco- son las dos proyecciones del autor, maduro y joven, en la novela con la que Joyce inauguró en 1922 una nueva época literaria. La peripecia del héroe por las calles de Dublín –el Mediterráneo- durante las veinticuatro horas de la acción: el reino de los muertos, la música de las sirenas, el regreso a Ítaca antes del monólogo de Mary Bloom-Penélope en la madrugada del Bloomsday. El lenguaje como protagonista de una historia tan laberíntica como su modelo homérico. O como el mundo. Un desafío al pasado y a los lectores que reedita Lumen con la traducción, ya clásica, de José Mª Valverde, y sus imprescindibles introducciones de 1976 y 1988.


Leopoldo Alas «Clarín»
Narrativa completa.
I. Cuentos
II. Novelas.
Edición, introducción y notas de Francisco Caudet.
Cátedra Bibliotheca AVREA. Madrid, 2010.

En dos tomos cuidados en detalle, la Bibliotheca AVREA de Cátedra reúne la narrativa completa de uno de los grandes de la segunda mitad del XIX en Europa. Nadie discute la importancia de Clarín, reconocido como el mejor escritor de relatos cortos del siglo XIX en España y como autor de la mejor novela que –junto con Fortunata y Jacinta- dio en nuestro país aquel siglo agitado y prosaico. Con excelentes prólogos de Francisco Caudet sobre la evolución y la conciencia crítica del Clarín cuentista y sobre la génesis de dos estrategias narrativas en sus dos novelas, el primer tomo recopila los relatos breves y las novelas cortas. El segundo volumen, además de La Regenta y Su único hijo, recupera las diez novelas que Clarín dejó sin terminar. Como en todos los libros de la Biblioteca AVREA, las abundantes notas se colocan al final de cada tomo para no interrumpir la lectura fluida de los textos en una edición que será de referencia obligada en los próximos años.



Edgar Allan Poe.
Cuentos.
Traducción y prólogo de Julio Cortázar.
Alianza Editorial. Madrid, 2010.

Abordó en sus textos temas científicos y horrores variados, el misterio policial y la aventura y en más de una ocasión practicó la parodia de los viejos modelos narrativos. Revitalizó la narración de terror en La caída de la casa Usher y la de aventuras en El escarabajo de oro, fundó el relato policiaco con La carta robada y Los crímenes de la rue Morgue y fue el primero que hizo que el horror se independizara de la escenografía y que la sensación de terror surgiera en el interior del personaje y se transfiriera luego al lector. Escribió cuentos alimenticios para salir del paso y obras maestras imprescindibles. Replanteó la creación literaria desde la premeditación y su capacidad para la creación de atmósferas y para bucear en los mecanismos mentales que generan el efecto del terror. Sus relatos fundan las modalidades narrativas detectivescas, fantásticas, de ciencia ficción o de terror; profeta del simbolismo, renovó las formas de relación del narrador con el lector, de plantear el ambiente o el trazado psicológico del personaje. En ellos están las raíces, el tronco, las ramas y los frutos del árbol de la narrativa contemporánea, que nace en ese territorio fértil que se llama Edgar Allan Poe, sin el cual no se puede concebir la literatura actual. En su renovada colección El libro de bolsillo Alianza publica en un estuche los dos volúmenes con los 67 cuentos que Edgar Allan Poe publicó a lo largo de su vida con la magnífica traducción y el imprescindible prólogo de Julio Cortázar. Literatura en estado puro, una invitación al placer de la lectura.

Santos Domínguez

10 diciembre 2010

Marianne Moore. Poesía completa


Marianne Moore.
Poesía completa.
Edición, traducción y prólogo
de Olivia de Miguel.
Lumen. Barcelona, 2010.


Escribió una de las obras poéticas más significativas y radicales del modernismo. Innovadora y alejada de los estereotipos de la poesía femenina, descolocó a la crítica académica con una poesía que no es ni sentimental ni conservadora, ni complaciente, sino ambiciosa intelectualmente y rompedora en su forma.

La estadounidense Marianne Moore (1887-1972), amiga de Eliot, que prologó su poesía, y de Pound, que orientó el sentido de sus correcciones, admirada por William Carlos Williams, por Wallace Stevens y por Auden, desarrolló una poética feminista que rompe con la tradición literaria y con la cultura patriarcal.

En su etapa más innovadora, entre 1921 y 1936, tuvo que enfrentarse a la crítica más inmovilista, que no asumió su combatividad feminista ni descifró la dificultad interpretativa de sus primeros libros.

El carácter evasivo de su poesía y de su personalidad, propensas a las máscaras y a la polifonía, su tendencia al collage, a la reutilización de citas y al reciclaje de materiales lingüísticos, además de sus renovadoras propuestas métricas, produjeron desconcierto en su momento, pero han atravesado indemnes el tiempo y hoy constituyen una de las líneas más influyentes de la poesía contemporánea en lengua inglesa.

La exactitud y la precisión verbal, la observación y la meditación son las bases de su poesía misteriosa y desconcertante en la configuración de sus imágenes y en la renovación de las estructuras rítmicas, en las que nada está planificado previamente -explicaba- y las palabras se agrupan como cromosomas.

Como H.D. o Amy Lowell, Marianne Moore representa la alternativa femenina y experimental al canon poético del modernismo, una propuesta literaria excéntrica en un momento en el que la mujer se rebela contra su papel vicario en la sociedad y en la cultura, contra la autoridad y contra la tradición. Roses Only o Marriage son poemas que resumen esa respuesta feminista frente a la sociedad patriarcal.

La de Marianne Moore es una poética de la diferencia en la que conviven la sátira del poema epigramático con un bestiario que propone -como las fábulas- una metáfora que interpreta los comportamientos humanos a través de la voz lírica del animal. Es lo que ocurre en An Octopus o The Monkeys y en otros textos donde el anuncio de un zoo, la factura del teléfono o una conversación oída en la calle forman parte del material lingüístico del poema, que en ella aspira a la precisión de la lengua oral.

Refractaria a la autobiografía, elíptica y rupturista, la obra de Marianne Moore se construye desde el rechazo de la poesía poética y se sitúa en esos Imaginary gardens with real toads in them (jardines imaginarios con sapos de verdad en ellos), el observatorio poético que invocó en su Poetry. Y desde allí aborda cualquier tema que provoque su interés: desde una tumba a la relación entre el béisbol y la escritura, desde Yul Brinner a Leonardo da Vinci, pasando por su particular animalario o su experiencia de las ciudades.

Esta magnífica edición que acaba de publicar Lumen es la primera traducción en España de los Complete Poems de Marianne Moore, que los había preparado en 1967 tras una constante labor de revisión y reescritura, aunque no aparecieron, ya póstumos, hasta 1981, casi diez años después de su muerte.

La entrevista que le hizo en 1961 Donald Hall para The Paris Review y el prólogo de T. S. Eliot a los Selected Poems completan una cuidada edición bilingüe que incluye las imprescindibles anotaciones que la autora añadía a sus poemas.

Todo ello en la excelente traducción de Olivia de Miguel, que firma también un prólogo luminoso y admirativo en el que escribe: De todas las obras a las que he prestado mi voz de traductora a lo largo de estos últimos veinticinco años, ninguna me ha acompañado, enamorado y enseñado tanto como la de Marianne Moore.

Santos Domínguez

08 diciembre 2010

Stevenson. Fábulas


Robert Louis Stevenson.
Fábulas.
Prólogo de Roberto Alifano.
Traducción de Catalina Martínez Muñoz.
Breviarios de Rey Lear. Madrid, 2010.


Me gustan los relojes de arena, los mapas, la tipografía del siglo XVIII, las etimologías, el sabor del café y la prosa de Stevenson,
escribió Jorge Luis Borges.

Posiblemente pensaba en el Stevenson de las Fábulas póstumas, en las que Borges vio una breve y secreta obra maestra que tradujo y prologó en 1982 con Roberto Alifano. Con prólogo de este último y una nueva traducción de Catalina Martínez Muñoz, Rey Lear publica las Fábulas de Robert Louis Stevenson en un volumen que incorpora dos piezas inéditas (El simio científico y El relojero) descubiertas en 2006 por la Universidad de Yale entre los fondos de la colección Beinecke.

No es, ni mucho menos, un Stevenson menor o lateral. Está aquí en estado puro y en una excelente versión el mejor Stevenson, el poderoso contador de historias al que sus deslumbrados oyentes en Samoa llamaban Tusitala, que da en estas Fábulas breves e intensas que aparecieron en 1896, dos años después de su muerte, una depurada lección de libertad creadora y eficacia narrativa.

Cada fábula de este libro –es Borges otra vez el que habla- tiene su propio estilo y su propio vocabulario, casi en cada renglón hay una sorpresa.

Desde el primer texto -Los personajes del relato- comienzan esas sorpresas en el diálogo que mantienen Long John Silver y el Capitán Smollet en un descanso de su trabajo como personajes de La isla del tesoro. Cuando su autor ha terminado el capítulo 32, esas dos figuras que representan el bien y el mal sostienen una conversación preunamuniana y desenfadada sobre el valor que les ha asignado el inventor de sus días.

Es la primera de las veintidós Fábulas en las que un Stevenson brillante y dueño de resortes narrativos como el diálogo y la sorpresa derrocha imaginación y talento, ironía y buen humor. Muchos lectores tendrán en este Stevenson la mejor versión del admirable contador de historias que fue siempre.

Santos Domínguez

06 diciembre 2010

Correr el tupido velo


Pilar Donoso.
Correr el tupido velo.
Alfaguara. Madrid, 2010.

Diez años después de la muerte de José Donoso (1924-1996), su hija Pilar –la Pilarcita que aparece insistentemente en sus diarios- asumió la tarea de trazar una biografía de su padre que se basa en las anotaciones recogidas en sesenta y cuatro cuadernos que en gran medida son los diarios del escritor.

Correr el tupido velo, que publica Alfaguara, es en un doble sentido una edición crítica de esos diarios, porque a los fragmentos de los cuadernos los sigue siempre una reflexión de Pilar Donoso, que ha utilizado también algunas notas autobiográficas y diarios de su madre, María Pilar Serrano, y las cartas de sus padres para plantear una larga conversación con ellos a través de esos materiales.

Una conversación cuya necesidad, que va más allá de la mera literatura, de la biografía o del análisis literario, la justifica así la hija del novelista:

Este relato es, de un modo muy personal, una manera de liberarme, de ahuyentar a su fantasma. Mi padre me contó una vez algo que probablemente la mayoría de los lectores debe conocer: Virginia Woolf se preguntaba por qué el recuerdo de su madre no había dejado de obsesionarla a sus cuarenta y cuatro años de vida. Entonces escribió Al faro y el fantasma de su madre dejó de perseguirla. Por supuesto, no es mi intención hacer una comparación de ese tono y proporciones, pero sí de mi propio proceso de liberación.

Se trata de una tarea compleja, porque enseguida el diario confluye con el relato, la realidad se confunde con la ficción, el escritor se oculta tras su máscara y finalmente la biografía del padre es también inevitablemente la autobiografía de su hija, que es consciente de la complejidad de un texto como este:

¿Será esta biografía mi venganza? ¿Será una manera de mostrarle al mundo quién era o quién podía llegar a ser? No. No lo creo. He logrado rescatar tantas cosas suyas, su inteligencia, su agudeza, su visión, su humor, su ironía, su entrega y su amor. Pero siempre me quedará la duda –y supongo que al lector también- de si lo que plasmó en estas miles de páginas de sus diarios es “él” o su propia ficción sobre sí mismo.

Lo que hay detrás de una máscara nunca es un rostro- decía José Donoso-. Siempre es otra máscara. Las distintas máscaras son una herramienta, las usas porque te sirven para vivir. No sé qué es eso de la autenticidad. Lo que sé es que la vida es un complejo sistema de enmascaramientos y simulaciones.

Como su padre, Pilar Donoso sabe que un hombre es también sus máscaras, y por eso gran parte de su tarea ha consistido en desenmascarar esas simulaciones, en conocer la realidad que se esconde bajo esa sucesión de máscaras. La relación con otros novelistas del boom y con los editores, los problemas económicos y la falta de reconocimiento, las difíciles relaciones con su mujer, la homosexualidad latente y reprimida, la vanidad enfermiza del escritor y sus tendencias paranoicas, el psicoanálisis de un hipondriaco, sus constantes cambios de domicilios y ciudades completan una crónica del desarraigo de su padre. Un desarraigo que va más allá del exilio del chileno y que no es sólo geográfico, sino también social y familiar:

Mi padre siente una carga dolorosa, determinante desde su infancia: la sensación de haber heredado una fisura. (...) Fue un niño desconcertado por no saber a qué grupo social pertenecía, si era aristócrata, rico o pobre; sin saber a qué grupo debía acercarse, se sentía descolocado en el mundo que lo rodeaba, un paria.

Es un destino asumido por el propio Donoso, que en 1979 escribía estas palabras:

Tenemos que enfrentarnos a este destino elegido pero no querido de gente solitaria, de mínimo núcleo aislado, sin patria porque no hemos compartido los destinos de la patria y ya casi no hablamos su idioma, sin clase social, sin leyendas familiares, sin parientes que nos ayuden y nos consuelen pese a criticarnos.

En la búsqueda del padre a través de la visión de una hija-niña, hija-adolescente, hija-mujer que lo acompañó, lo admiró, lo amó y lo odió se justifica la dureza radical de un libro valiente y duro en el que Pilar Donoso conjura los fantasmas personales, descorre un tupido velo y se encuentra entre luces y sombras con la figura del padre y consigo misma para, al final, comprenderlo en su totalidad, permitiéndome quererlo, odiarlo, perdonarlo, agradecerle y, por último, lograr el duelo, separarme de su imagen, que he buscado durante estos últimos años, y ser yo misma.

Santos Domínguez

03 diciembre 2010

Alberto Girri. En selva de inquietudes


Alberto Girri.
En selva de inquietudes.
(Antología poética).

Selección, edición y prólogo
de José Muñoz Millanes
Colección La cruz del Sur.
Pre-Textos. Valencia, 2010.

La extensa obra poética de Alberto Girri (Buenos Aires, 1919-1991) es una indagación intensa y constante sobre sus propios límites para descifrar una realidad opaca y huidiza.

Lo resumía Girri en El poema como idea de la poesía:

Que la finalidad
sea provocar el sentimiento
de las palabras,
y alcanzar
el desafío de la expresión,
perseguir objetos
que se ajustan al sentimiento,
hundirse en objetos
hasta la emoción adecuada,
está probado,
y tanto, probado y probado,
como no lo está
el que en esos tránsitos
la tendencia madre sea
por dónde va la inspiración,
«si en frío o en caliente»,

y no lo está
que haya que seguir a Homero
entre las Musas, su rogar que lo asistan,
y a Platón
saludando hermosos versos
más en mediocres pero iluminados
que en sagaces y hábiles exclusivamente
al amparo de sus propias fuerzas,
y a Dante, el reclamar
la intervención de dioses
acaso sin creer en ellos:
O buono Apollo, all'ultimo lavoro
fammi del tuo valor...

Pero tampoco ninguna
terminante prueba hacia lo opuesto,
que el poema
se conduzca en la mente como un
experimento en una ciencia natural,
y que la aptitud
combinatoria de la mente sea
la solo inspiración reconocible.

Desde su primer libro (Playa sola, 1946) hasta el último (Juegos alegóricos, 1991) sus textos son una evocación y una invocación, como explicó Octavio Paz. Una evocación elegiaca del paso del tiempo (Soy uno que se marcha, escribió en su poema El indeciso) y una invocación a la inteligencia y a la palabra como instrumentos para conocer la realidad.

Una larga trayectoria de más de veinticinco libros que se resumen en la antología En selva de inquietudes (Pre-Textos) de la que se ha encargado José Muñoz Millanes, que ha seleccionado los poemas más significativos de la obra de Girri y los ha presentado con las Veinte aproximaciones que explican la línea continua que recorre toda su trayectoria y delimitan el sentido de su poesía.

Una poesía en la que el prologuista destaca su carácter de monólogo intransitivo y su naturaleza discursiva. Esa relación problemática con una realidad huidiza e indescifrable que se resiste al conocimiento es a la vez el motor del poema y su freno.

Y es que la poesía de Girri -de una inusual lucidez autocrítica, emparentada en nuestra tradición más cercana sólo con Gabriel Ferrater- plantea una reflexión sobre sus propios límites y un esfuerzo doloroso consciente de su insuficiencia, de la irremediable escisión con el otro, con lo otro y consigo misma.

Porque la de Girri es una poesía autorreflexiva que explora la distancia entre el pensamiento y la escritura, entre el proyecto mental y el resultado lingüístico. Ese es el eje del que posiblemente es el libro central de Girri, El motivo es el poema (1976), en el que figura un texto de título significativo: Nunca un poema es lo que su autor creyó.

En selva de inquietudes es el título que se ha elegido para esta antología de una obra poética que es una silva de soledad ante el desorden, una suma de ciencia y melancolía que con esa tensión constante entre el intento y el fruto se interna en una selva laberíntica en busca del sentido del mundo a través de una poesía austera y sobria que el propio Girri resumía así en El motivo es el poema:

Esquematismo. Desnudada la poesía de falsos entusiasmos.

Santos Domínguez

01 diciembre 2010

José Saramago en sus palabras


José Saramago en sus palabras.
Edición y selección de
Fernando Gómez Aguilera.
Alfaguara. Madrid, 2010.


Ciudadanía, novela, democracia, compromiso, ética, ironía, escritor, literatura, mujer.

Son las palabras que aparecen en la portada de José Saramago en sus palabras, un profuso repertorio de declaraciones del autor recogidas en la prensa escrita desde la segunda mitad de los años setenta hasta marzo de 2009.

Sobre esas declaraciones decía Saramago en 2008: Me dicen que las entrevistas han valido la pena. Yo, como de costumbre, lo dudo, tal vez porque estoy cansado de oírme. Lo que para otros todavía puede ser novedad, para mí se ha convertido, con el paso del tiempo, en comida recalentada. O algo peor, me amarga la boca la certeza de que unas cuantas cosas sensatas que he podido decir durante la vida no habrán tenido, a fin de cuentas, ninguna importancia. Y ¿por qué habrían de tenerla? ¿Qué significado tiene el zumbido de las abejas en el interior de la colmena? ¿Les sirve para comunicarse unas con las otras?

Fernando Gómez Aguilera es el responsable de la selección y edición de este José Saramago en sus palabras que publica Alfaguara. Una meritoria labor de ordenación y presentación que da unidad a todos esos materiales dispersos en la prensa escrita para reunir en un conjunto coherente las reflexiones del novelista portugués en torno a la literatura, el compromiso, la política, la ética y la ideología.

Con estas palabras lo presenta Fernando Gómez Aguilera:

La intervención en la esfera pública constituye uno de los rasgos centrales del perfil intelectual de José Saramago, un escritor en permanente elusión de cualquier torre de marfil, alejado del ensimismamiento. A donde va el escritor, va el ciudadano solía reiterar con convicción, despejando cualquier eventual duda sobre su compromiso civil, asumido como imperativo cívico, emanado tanto de sus convicciones políticas cuanto de la impregnación humanista —nihil humanum puto alienum mihi— que se filtra con brío por el tejido de su estructura cultural y de su musculatura de incombustible y vigoroso polemista. Como sucediera con Albert Camus, no cabe la posibilidad de disgregar la escritura de sus principios frente a las circunstancias de la realidad, se deriven las consecuencias que se deriven de este hecho. El autor concentra, sin fisuras, en la persona que es, el haz de obligaciones desprendido de sus actos, ya sean los específicos de la literatura, los propios del ejercicio de la ciudadanía o los concernientes a la simple vida, porque, para Saramago, la obra es el novelista y el novelista resulta de la proyección de la persona que lo anima. De este modo, la responsabilidad —también su variante consanguínea, concretada en un arraigado sentido del deber— afirma una de las categorías que definen su carácter, marcando el conjunto de valores que orientan su conducta ética, pero también su quehacer creativo y reflexivo.

Por eso este libro es un complemento de su obra novelística y la explicación del mundo de quien antes que escritor se consideró un ciudadano comprometido con la justicia y la libertad. Emerge en sus más de quinientas páginas el Saramago combativo y lúcido, el novelista que hizo de la literatura un ejercicio civil, el intelectual coherente y riguroso que reflexiona autocríticamente sobre la escritura y sobre su responsabilidad ética o el hombre que evoca sus recuerdos y el mundo de su infancia.

La infancia de niño pobre en Azinhaga, la formación autodidacta, su problemática y honda relación con Lisboa y con Portugal, las referencias éticas, la religión y la razón, el pesimismo existencial y la relación con la muerte son algunos de los temas que se suceden en las primeras secciones del libro, las más ligadas a la biografía de Saramago y a sus actitudes vitales.

Los capítulos posteriores abordan la literatura y la ideología, el compromiso y el pensamiento crítico y son la base de una intensa reflexión sobre las relaciones entre narrativa y ensayo, entre creación y pensamiento o entre el autor y el narrador. Esas páginas resumen su concepción del estilo y su idea de la novela como instrumento de conocimiento de la realidad, exploran la conexión del método narrativo con la Historia. En ellas Saramago analiza sus propias novelas o habla del papel determinante del lector y de las mujeres en la sociedad, en su biografía y en su literatura.

Una literatura levantada sobre una ética de la palabra que el novelista mantuvo hasta esta declaración que cierra el libro:

Hay una regla fundamental cuando se vive como nosotros vivimos -en sociedad, porque somos animales gregarios-, que es simplemente no callar. ¡No callar!

Santos Domínguez



29 noviembre 2010

Guerra y paz


Liev Tolstói.
Guerra y paz.
Traducción de Lydia Kúper.
Seguida de Editar Guerra y paz.
El Aleph Editores. Taller de Mario Muchnik.
Madrid, 2010.

El Aleph Editores y El Taller de Mario Muchnik reeditan en la nueva colección de Clásicos Rusos la espléndida traducción directa del ruso de Guerra y paz que terminó Lydia Kúper en 2003. Esta reedición es una nueva invitación al viaje y a la relectura.

Para ver, junto al río Inn, al norte de Salzburgo, cómo Kutúzov pasa revista a las tropas zaristas.

Para estar con el príncipe Andrei Bolkonski el día antes de Austerlitz y después de la batalla, cuando, desde el suelo, herido, ve pasar a Napoleón.

Para entrar en los palacios de Moscú y en el Club inglés antes de que ardan.

Para ir a San Petersburgo con Bezújov y ser testigo de su ingreso en la masonería.

Para echarse a un lado cuando Napoleón atraviesa el Niemen y entra en Rusia.

Para oír los cañones cerca de la ciudad y el silencio de la nieve sobre las cúpulas.

Para oler la pólvora y la sangre y el barro mientras se comparten penurias con el ejército ruso.

Para conocer a Natasha. Y a Nesvitski.

Para acompañar a un Napoleón acatarrado antes de la batalla decisiva de Borodinó, donde se enfrenta (nos dice Tolstói) su incompetencia a la de Kutúzov, el viejo zorro.

Para no olvidar la tierra quemada y el Moscú vacío e incendiado que se encuentra Napoleón, la retirada de los franceses cuando se ha echado encima el invierno, y la descomposición de su ejército en la estepa nevada de noche.

Para volver a irritarse con esa insoportable segunda parte del epílogo, pretenciosa y altisonante.

Para entender que las noches anteriores a las batallas son más intensas y más inolvidables que las batallas mismas, como en el Enrique V de un Shakespeare del que Tolstói renegó y aprendió tanto. Del que aprendió, por ejemplo, que la víspera de Agincourt es una de las cimas de la literatura.

Y aunque nuestra perezosa imaginación visual apenas tiene que hacer ya un mínimo esfuerzo para ver las escenas que nos ha contado el cine, en otras épocas, y aún hoy, las descripciones de las batallas, sólo comparables a las de La Cartuja de Parma, siguen produciendo una enorme emoción en el lector actual.

Para estar con Andrei Bolkonski, inteligente y aburrido.

Y con Pierre Bezujov, bastardo y despistado en ese episodio del tricornio de un general que va desplumando hasta que su legítimo dueño le ruega que se lo devuelva.

Para conocer a todos los hombres en todas las situaciones y con todos los sentimientos.

Para todo eso ofrece esta reedición una nueva oportunidad. Y a todas esas razones se añade la de la fácil lectura en esta edición que para el Taller de Mario Muchnik preparó Lydia Kúper. Una excelente traducción en un papel ligero para un libro manejable a pesar de sus casi dos mil páginas de agradable tipografía para una lectura descansada.

Esta nueva edición añade a los anexos de personajes, resumen de episodios y notas un epílogo fascinante -Editar Guerra y paz-, que antes que epílogo fue un libro escrito por el editor Mario Muchnik desde la admiración por esa obra descomunal. Editar Guerra y paz cuenta la historia de un viejo deslumbramiento y del terror a que la novela se acabe, evoca la labor editorial en el impulso de una traducción que abarcó cuatro años y medio, casi el mismo tiempo que le llevó a Tolstoi la composición de la novela.

Este epílogo es también el diario de un lector apasionado y ejemplo de editores, la intrahistoria de la traducción que hizo Lydia Kúper, con casi 90 años, y el relato apasionado de esos cuatro años y medio que llevó la tarea.

Eran sólo seis meses menos de los cinco años intensos y extenuantes que Tolstoi confesaba haber dedicado a la escritura de Guerra y paz. Ese dato confirmaría que con los grandes libros la traducción se acomete como una empresa parecida a la de la construcción original.

Santos Domínguez

26 noviembre 2010

Félix Francisco Casanova




Félix Francisco Casanova.
Antología poética.
Cuarenta contra el agua.

Selección de Francisco Javier Irazoki.

Yo hubiera o hubiese amado.
Diario íntimo (1974).

Prólogo de Luna Miguel.
Demipage. Madrid, 2010.


Debes saber que a veces

soy como un entierro interminable,
siempre triste y azul
subiendo y bajando
por la misma calle.
Pero otras veces soy un río de risa
corriéndome por toda la ribera,
haciendo el amor a la mar,
una felicidad contagiosa,
un revólver de amor, nena,
y voy a disparar justo a tu corazón
¡bang, bang!
¿te di?
Quiero arrollarte, enrollarte y arrullarte,
montaña de aguardiente
y tarde rojiza.

Así termina Eres un buen momento para morirme, el último poema que escribió el canario Félix Francisco Casanova (1956-1976). Se lo dedicó a su novia, María José, y lo fechó el 14 de diciembre de 1975, justo un mes antes de su muerte en enero del año siguiente. Tenía poco más de 19 años y ya había empezado a convertirse en una leyenda al borde de un abismo; una leyenda que, alimentada por las circunstancias de su muerte prematura, no ha dejado de crecer desde entonces.

Precoz para la muerte y para la literatura, dejó escrita y publicada El don de Vorace, una asombrosa novela paródica que escribió en mes y medio. La ha reeditado Demipage, que acaba de publicar simultáneamente Yo hubiera o hubiese amado, diario íntimo de 1974, y la Antología poética. Cuarenta contra el agua, preparada por Francisco Javier Irazoki, que resume lo más significativo de La memoria olvidada, el volumen que en 1990 reunió la poesía completa de Félix Francisco Casanova.

Todo un acierto esa simultaneidad, porque los dos libros son complementarios. En el diario, un cercano autorretrato del artista adolescente, el poeta refleja sus lecturas y sus gustos, pone en orden su lucidez potente y en limpio los poemas que va escribiendo -casi todos de Una maleta llena de hojas, premiado con el "Matías Real" poco antes de su muerte-, y explica las raíces estéticas y vitales de las que surge su poesía, que se nutre tanto de la literatura como de la música. De hecho, como recuerda en el prólogo del diario su padre, el también poeta Félix Casanova -con el que escribió a dos manos Cuello de botella-, lo primero que compuso aquel precoz adolescente fueron letras de canciones en inglés.

Y es que muchos de sus textos, ajenos a la solemnidad, tienen el tono melancólico y ensimismado de un blues o manifiestan la temperatura brutal y autodestructiva de una letra de rock. Esas claves están ya presentes en El invernadero, su primer libro de poesía, que ganó el Premio Julio Tovar y fue publicado en mayo de 1974.

Lautreamont y Rimbaud, Coltrane y Mingus forman parte esencial del paisaje vital, sentimental y estético de Félix Francisco Casanov, en cuya poesía la libertad expresiva y la ambición imaginativa son el cauce para manifestar la rebeldía y la desavenencia radical con la realidad, como en uno de sus últimos poemas, Bocadillo de pájaros:

Extraño es el arte
de sufrir: se cultiva
en selvas y ciudades,
el semen negro y espeso
de una cicatriz de nieve.
Desde las plantaciones
al cuarto de alquiler
el mismo humo del sueño
nos excita como un pezón,
el vicio subterráneo
de los solitarios
extendiéndose
como un sangriento polen
en cada beso de raíz a raíz.
Los barcos cargan toneladas de cigarrillos
y las arañas se encienden en los hoteles.
Nadie se está quieto.
Es un asunto muy contagioso
este de la muerte.


Santos Domínguez

24 noviembre 2010

Jin Ping Mei


El erudito de las carcajadas.
Jin Ping Mei.
Volumen I.
Traducción, prólogo y notas de
Alicia Relinque Eleta
Memoria mundi. Atalanta. Gerona, 2010.

Reclinado sobre la almohada, le he echado un vistazo, y sus páginas desprenden una bruma erótica, decía en una carta de 1596 el letrado chino Yuan Hongdao a propósito de Jin Ping Mei. Es la primera mención que se conoce de una novela que seguiría creciendo manuscrita y rodeada de una leyenda trágica hasta su primera edición en 1617.

Los lectores de El nombre de la rosa recordarán que la clave de los asesinatos de la novela, perpetrados por un monje borgiano -que se llamaba transparentemente Jorge de Burgos- era la tinta envenenada. No es muy arriesgado suponer que Eco se inspiró para diseñar esa trama criminal en la leyenda que rodea al posible autor del Jin Ping Mei, Wang Shizhen (1526-1590), que vengaba con ese manuscrito envenenado la muerte de su padre.

Así recrea esa leyenda el magnífico texto introductorio de Alicia Relinque, que destaca como motor de la novela la piedad filial transformada en acto de justa venganza:

Leyó: Jin Ping Mei en verso y en prosa. El mensajero que le había entregado la caja de brocado que contenía el manuscrito le había susurrado al oído: «El amo dice que sólo puedes disfrutar de él tú, mi señor; que no lo lean otros ojos, sobre todo que ninguna otra mano roce sus páginas». Excitado, apartó la primera hoja y, al percibir el suave tacto del papel, pura seda, se dijo: «Se nota que el libertino sabe disfrutar. ¡Qué papel tan delicado para una novela vulgar!». Y no pudo evitar sentir un estremecimiento de placer al saberse uno de los pocos privilegiados que tenían acceso a ella (...) y siguió hasta el final del primer capítulo y quiso leer más. Y leyó su primer encuentro con Ximen Qing, el «ser depravado», y cómo éste la conquistó, y cómo se entrelazaron…, y siguió leyendo y leyendo, y leía y leía. Las hojas de aquel papel tan suave se dejaban pasar con dificultad, así que debía humedecerlas con la punta de los dedos para que se adhirieran mejor y poder así continuar leyendo…Entonces conoció a Chunmei y a Li Ping’er, y el calor se intensificaba en la parte inferior de su abdomen –el «campo de cinabrio» le decían–, y cada vez leía con más ansia, y más rápido pasaba las hojas, y más se humedecía los dedos que iban, incesantes, del papel a la lengua y de la lengua al papel. El calor se convirtió en fuego, y de pronto el fuego comenzó a ascender, y ya no resultaba tan placentero, se estaba convirtiendo en una especie de dolor ardiente y sordo en sus entrañas. Pero nada podía detenerlo, leía y leía y el dolor se acrecentaba mientras la vela se consumía destilando lágrimas…
Wang Shizhen permanecía sentado en la oscuridad de su estudio junto a la mesa donde reposaba vacío el frasco de veneno. No le parecía injusto sentenciar al hijo de Yan Song, verdugo del hombre al que más había admirado; no era más que la ley kármica, el ciclo de la retribución. Creyó oír en la lejanía unos alaridos que anunciaban un fin lento y doloroso. “Mi padre no conocerá a sus nietos, pero tú jamás los tendrás.”


Es posible que la escena no se desarrollara exactamente así. En realidad, esta leyenda sobre la maldición de la novela proba­blemente no fuera más que eso, una leyenda que hizo circular, allá en la China del siglo XVII -entre la caída de la dinastía Ming (1368-1644) y la instauración de la Qing (1644-1911)-, algún avispado editor a quien le interesaba despertar un entusiasmo morboso hacia esa obra que se disponía a lanzar al mercado.

Ambientada en el siglo XII y escrita casi quinientos años después, Jin Ping Mei es una espléndida novela y un retrato crítico del poder en la sociedad china de la época Ming. El título de la obra alude a los tres personajes femeninos centrales y en cuanto a su vengativo autor, se ocultó bajo un estrafalario seudónimo, El Erudito de las Carcajadas de Lanling, por dos razones tan verosímiles como decisivas: la sexualidad explícita de sus episodios y la crítica del poder y de la corrupción política que hay en sus páginas.

Tal vez esas dos razones combinadas expliquen también por qué esta obra que combina la crítica social y el fetichismo ha sido prohibida durante siglos y las peripecias de su desmesurado protagonista, el mercader Ximen Qing, han tenido que circular clandestinamente. Y no sólo por la razón más superficial, por su repetido carácter pornográfico, sino porque el ambicioso nuevo rico que lo protagoniza ejerce el poder de dos maneras: corrompiendo a los políticos con su influencia y proyectando ese poder a través de una desaforada sexualidad que no es más que una variante del mismo ejercicio insaciable de dominación.

Esa sexualidad compulsiva que es la otra cara de la ambición de poder contiene las claves de la autodestrucción del protagonista con una droga afrodisiaca que acaba provocando su ruina personal y el declive de su estirpe.

La edición de Atalanta, traducida directamente del original chino por la sinóloga Alicia Relinque, además de la primera que se hace en español, es también la versión más completa que existe en una lengua occidental del Jin Ping Mei.

De momento ha aparecido el primer volumen, con cincuenta de los cien capítulos de la obra y abundantes ilustraciones en color procedentes de un álbum del siglo XVIII y un centenar de dibujos en blanco y negro de la edición original de la novela. Para el año que viene está programada la aparición del segundo tomo de esta novela fundacional, escandalosa y ejemplar a un tiempo.


Santos Domínguez

22 noviembre 2010

La mujer muerta


Manuel Rico.
La mujer muerta.
Prólogo de Ana Rodríguez Fischer.
Rey Lear. Madrid, 2010.


Diez años después de su primera edición, vuelve a las librerías La mujer muerta, una novela de Manuel Rico que recupera Rey Lear en edición revisada por su autor y con prólogo de Ana Rodríguez Fischer.

La mujer muerta, la más extraña de las novelas de Manuel Rico, traza una inquietante metáfora de la creación artística, de sus incertidumbres y sus abismos. Describe un viaje interior, una bajada a los infiernos a través de la figura de su protagonista, el pintor Gonzalo Porta, que emprende una fuga de la nada a la nada, de la capital a Cerbal, un pueblo de la Sierra Pobre de Madrid, en la frontera del tiempo y del mundo. Una bajada a los sótanos de la conciencia y a la memoria oscura de un tiempo y un país.

Y así como hay un antes y un después de la Cueva de Montesinos en la experiencia y en la mirada de Don Quijote, la huida del pintor a ese lugar que está al margen del tiempo y del espacio es el principio de una travesía moral que reflexiona sobre la función y el sentido ético y social del arte.

Lo interior y lo exterior, el campo y la ciudad, la realidad y la fantasía, el silencio y el miedo, la niebla y el olvido, el bosque misterioso y la memoria colectiva son algunas de las claves de una novela que indaga en una realidad diferente marcada por un paisaje abrupto y solitario que desciende desde la altura ocre o negra de la pizarra hacia lo oscuro.

Desasosegante y obsesiva, en la búsqueda de sentido que articula La mujer muerta convergen el paisaje y el personaje, la vida y la literatura, el presente y el pasado, el sueño y la realidad a través de un túnel del tiempo que comunica 1987 y 1958 por un pasadizo que da al otro lado, al lado secreto de la realidad, al territorio misterioso de la creación.

Bajo un paisaje nuboso y un aire gris inundado por la neblina o la llovizna que difumina los contornos de las cosas, su intensa acción interior recurre al arte para atrapar el tiempo y encontrar la vida entre las sombras, porque el pintor ha buscado salir de la crisis volviendo al pasado, refugiándose en una zona segura y conocida de su memoria. El manuscrito fue el puente que, en conexión con sus recuerdos infantiles de esa zona de la sierra, acabó por llevarlo a Cerbal.

Hay una línea secreta que une la huida y la pintura de Gonzalo Porta con el mismo misterio que reflejan dos novelas que aparecen, cervantinamente, dentro de la novela: Tiempo deshabitado, el manuscrito de un autor muerto, y La frontera del tiempo, de Richard Scybilia, un novelista coetáneo de Hemingway desaparecido en España sin dejar rastro:

A veces pensaba en las consecuencias de la pesadilla de la noche del accidente, o en el pasado de Mateo, marcado por la violenta muerte del padre, o en las conversaciones que mantuvo, meses antes, con el tabernero. Pero lejos de encontrar en tales evocaciones la causa y el origen de sus desajustes anímicos, éstas se apuntaban como estaciones de un trayecto iniciado en la noche de insomnio de hacía un año: fue Tiempo deshabitado, el manuscrito del muerto, lo que desencadenó todo, solía decirse. Sabía que era absurdo achacar a aquella novela sus desavenencias, pero tenía la sensación de que alrededor de ella giraba todo: la decisión de aislarse en Cerbal, el retorno a un realismo oscuro, la aparición de Mateo, la biografía amputada de un novelista americano coetáneo de Hemingway, obsesionado, como Jaime Zarco, por el tiempo y sus límites, la pareja que surgió de la nieve. Sobre ese fermento había crecido la pesadilla, sobre esa tierra urdían una precaria trabazón experiencias procedentes de la realidad a las que las opiniones de Diego Illana y del joven crítico Luis Bremant otorgaban visos de verosimilitud: los cuadros como enlaces con un tiempo de posguerra, como plasmación de los fantasmas entrevistos en la lectura de dos novelas extrañas. A veces se sueña lo que, en el fondo, uno quiere soñar, se decía. E intentaba separar del sueño posteriores experiencias, dotarlas de una dudosa lógica. ¿Qué tiene de extraordinario que en un viejo jeep encontrara un diario de 1958? ¿Por qué no pensar que la artesana coleccionaba viejos periódicos?, se preguntaba a veces. Pero aquellos destellos de racionalidad eran frágiles asideros frente a la red inestable que tejía el mundo imaginario que crecía en torno a él.

La mujer muerta es un viaje desde el desarraigo y la sombra hacia los abismos de la noche oscura del alma, hacia el otro lado del espejo, ese lado oculto del mundo que evoca la cita de Antonio Tabucchi que abre una espléndida novela a la que Manuel Rico ha dedicado seis años y tres reescrituras con un brillante resultado.

Santos Domínguez

19 noviembre 2010

El Cuervo y otros poemas góticos


Luis Alberto de Cuenca.
El cuervo y otros poemas góticos.
Ilustraciones de Miguel Ángel Martín.
Reino de Cordelia. Madrid, 2010.


Desde que a mediados del XVIII Horace Walpole fundó con El castillo de Otranto la literatura gótica, que tuvo su continuidad en el Romanticismo y en Poe y su renacimiento en el cine y en el cómic, el terror, la oscuridad, los vampiros y el mundo sobrecogedor que rebasa las fronteras de lo visible y de lo vivible han alimentado las fantasías y las pesadillas del hombre contemporáneo.

Una de las cimas de ese universo gótico es un poema de Poe: The Raven, el cuervo que con su repetido estribillo oscuro –Nevermore- se convierte en un profeta de las sombras, en un emisario de las fuerzas infernales que surgió una noche de una mezcla explosiva de alcohol y cocaína. Ese mismo cuervo es el que se posa en un largo poema de Luis Alberto de Cuenca una noche de hastío de diciembre en que el poeta hojea, solísimo en el mundo, una edición del texto de Poe, vulgar pero ilustrada por Doré.

En las noches de insomnio las sombras tienen alas, /como el cuervo de Poe, escribe el poeta. Y de esas noches surgen Drácula y los zombis, el sueño de las tres hermanas y la alucinación de una muerta enamorada, un crimen cometido sobre el cadáver de la amada con un puñal de fuego, el amour fou con que aman los reyes a sus hijas, los Gigantes de Hielo y una resucitada, un fantasma desolado por el paso del tiempo, el hombre lobo y la princesa Leia venida desde una galaxia en guerra.

Tal vez para compensar su gusto por la línea clara en poesía, Luis Alberto de Cuenca siempre ha mostrado su predilección por ese mundo oscuro de la imaginación gótica, que ha ido reflejando en sus libros de poesía o en su edición del Tratado sobre vampiros del benedictino Augustin Calmet.

Reino de Cordelia ha reunido El cuervo y otros poemas góticos treinta textos de temática gótica que Luis Alberto de Cuenca escribió entre 1970 y 2009. Cada uno de los poemas lleva una ilustración de Miguel Ángel Martín diseñada para esta cuidada edición que aparece en la colección Los versos de Cordelia.


Santos Domínguez

17 noviembre 2010

Aretino. Casos de amor



Pietro Aretino.
Casos de amor.
Traducción de José Antonio Bravo.
Tintas de Perico Pastor.
Barataria. Barcelona, 2010.

Con traducción de José Antonio Bravo y tintas de Perico Pastor, Barataria publica por primera vez en español los Dubbii amorosi de Pietro Aretino. Son los Casos de amor que aparecen en la colección Uno más uno, que reúne textos con imágenes.

Sus octavas y cuartetos acoplados tienen una estructura binaria en la que se plantean a Ser Agnello –una autoridad en la materia- diversas dudas sobre asuntos eróticos de burdeles o conventos para que proponga una respuesta. Muy probablemente se trata de una parodia de las estructuras retóricas de la escolástica universitaria y los studia medievales.

Una parodia de estilo, de tono y de tema, porque estos textos descarados y audaces son el reverso de Savonarola. Sus tecnicismos jurídicos, su jerga frailuna y su latín macarrónico se dedican a explorar el territorio pecaminoso del onanismo, la sodomía o la lujuria en todas sus variantes y a manifestar el anticlericalismo de aquella época vitalista.

Forman parte de una línea literaria heterodoxa y secreta que frecuentó el Renacimiento y que dio lugar a numerosos textos que circularon en copias manuscritas o en ediciones ilustradas y clandestinas.

Azote de príncipes y pornógrafo famoso, Pietro Aretino (1492-1556) fue uno de sus más caracterizados representantes, hasta el punto de que su fama hizo que se le atribuyesen textos que no escribió. Tras publicar sus Sonetos lujuriosos en 1525, sufrió un atentado con arma blanca tras el que se refugió en la más tolerante Venecia, donde pudo haber compuesto estos Casos, de dudosa atribución.

En todo caso, si no los escribió Aretino, fue alguien de su escuela, su tono y su talante quien compuso cuartetos como estos:

Dubbio V

Destossi l'abadessa con gran furia

sognando di mangiar latte e giuncate,
trovossi in bocca il cazzo dell'abbate.
Fu peccato di gola o di lussuria?

Risoluzione V


Non fu gola o lussuria, è risoluto,

perché questo caso accidentario;
ben se l'avesse avuto in tafanario
o in potta dubitar s'avria potuto.

Por uno de esos raros caprichos del calendario, Aretino murió cuando la Iglesia celebraba en Trento un concilio que le iba a apretar las tuercas inquisitoriales de la ortodoxia al Renacimiento, a la literatura y a la vida.

Santos Domínguez