14 enero 2008

Obras completas de Pedro Salinas



Pedro Salinas.
Obras completas.
I Poesía. Narrativa. Teatro. II Ensayos completos. III Epistolario.
Edición de Enric Bou, Monserrat Escartín y Andrés Soria Olmedo.
Cátedra. Biblioteca Avrea. Madrid, 2007.


En una espléndida edición en tres tomos coordinados por Enric Bou, Cátedra Avrea publica un ambicioso proyecto diseñado hace dos décadas por Jaime Salinas y que diversas circunstancias frustraron en su momento: la obra completa de Pedro Salinas, una de las voces más significativas y fértiles de la literatura española contemporánea.

Además del mérito y el trabajo de una edición monumental como esta, que permite captar la profunda unidad de la obra de Salinas y la transversalidad que la recorre por encima de los géneros, conviene resaltar tres novedades importantes: en la poesía – de la que se ha ocupado Monserrat Escartín- se han depurado algunas erratas repetidas en ediciones anteriores y se han incorporado casi ochenta textos inéditos; los ensayos hacen una propuesta más amplia de las que habían aparecido hasta ahora y en cuanto al epistolario, se ha realizado una selección generosa del ingente volumen de cartas del autor.

A la poesía completa de Pedro Salinas, tanto la publicada como la inédita o los poemas no recogidos en volumen; a toda su narrativa, desde el vanguardismo de Víspera del gozo a los relatos de El desnudo impecable y al teatro se dedica el primer volumen de estas Obras Completas.

Entre Presagios y el póstumo Confianza, Salinas elaboró su obra poética como una aventura hacia lo absoluto y el conocimiento. Buscó una voz propia en sus primeros libros por los caminos de la vanguardia y la encontró en un ciclo de poesía amorosa inspirada por Katherine Whitmore, entre la plenitud y el lamento. El exilio abrió un paréntesis de silencio hasta que en Puerto Rico se reencontró con la lengua y la poesía con el mar de El contemplado, que se prolongó luego en la voz civil y angustiada de Todo más claro.

Menos conocida es su prosa narrativa, que sin embargo manifiesta esa transversalidad de temas e intereses a que aludía más arriba. La integran dos volúmenes de relatos, el vanguardista Víspera del gozo y El desnudo impecable del exilio, y una novela, La bomba increíble, antimilitarista y emparentada con su poema Cero.

La reunión de géneros de este primer tomo permite una lectura global en la que Víspera del gozo puede ser interpretado como el prólogo de su poesía amorosa, de la que el epílogo sería su teatro.

Un teatro no representado, sólo editado póstumamente; teatro de minorías doblemente exiliado, porque fue escrito en el alejamiento del exilio y por su alejamiento de las corrientes teatrales de la época.

El segundo tomo se ocupa de sus ensayos completos, desde el imprescindible estudio sobre la tradición y la originalidad en Jorge Manrique a sus asedios a la poesía modernista, a la obra de Rubén Darío y a la literatura del 98 y del 27, pasando por la defensa del idioma o de las minorías en El Defensor.

El magisterio de Salinas en ese campo del ensayo literario es indiscutible. Varias generaciones de filólogos nos hemos formado con su espléndido Jorge Manrique o tradición y originalidad, con su libro hondo y definitivo sobre la poesía de Rubén Darío o con los artículos que reunió en su Literatura española siglo XX.

Está en ellos el profesor y el crítico literario, el lector apasionado y riguroso que fue Salinas, pero también el poeta que lo complementa o lo contradice. La crítica literaria de Pedro Salinas es la de un creador, la de quien es a la vez actor y espectador, escritor y lector, la de quien hace no sólo crítica de la poesía, sino también una poética de la crítica, en una línea similar a la del mundo universitario norteamericano, ámbito en que se escribieron muchos de estos ensayos.

Tanto en este segundo tomo como en el tercero, dedicado a su epistolario, Enric Bou ha compartido la responsabilidad de la edición con Andrés Soria Olmedo. El volumen con la obra epistolar de Salinas reúne un millar largo de cartas, una selección generosa de las más de dos mil que constituyen su epistolario completo.

En este ingente material epistolar, que incorpora unas quinientas inéditas hasta esta edición, está –como es lógico- el universo literario y vital de Pedro Salinas: su mundo personal, familiar, amoroso, profesional, literario o civil. Este es el lugar en que se cruzan lo público y lo privado, lo literario y lo doméstico, el escritor y el hombre.

Por eso estas cartas no son un componente marginal de su obra, sino una parte fundamental que ilumina el resto de su producción: cuando hace cinco años se publicaron las enviadas a Katherine Whitmore, se pudieron entender adecuadamente La voz a ti debida, Razón de amor y Largo lamento.

Y, más allá de ese mundo personal o poético de Salinas, en estas cartas está también la literatura de toda una época, la España del 27 y la República, la de la guerra civil y la España errante del exilio.

Como un archipiélago definen los editores el epistolario de Salinas. Un archipiélago –añaden- con tres islas mayores (Margarita Bonmatí, Katherine Whitmore y Jorge Guillén), de variada vegetación y diverso interés. Cartas de amor o de amigo, llamativamente frías las dirigidas a la novia, a la esposa o a la amante, más sinceras y variadas las dirigidas al amigo poeta y cómplice literario y vital que fue Guillén.

Hay en ese archipiélago epistolar otras islas menores, pero espléndidas, como las cartas dirigidas a su hija Solita o a otros amigos como Dámaso Alonso, Guillermo de Torre, Américo Castro o Ferrater Mora.

Entre lo íntimo y lo público, estas cartas trazan un panorama general desde una perspectiva privada y a la vez enmarcan lo privado en una mirada más amplia. Son cartas escritas con el afecto o el impulso de la amistad o el amor, pero en ellas Salinas no deja de ejercer de escritor y parece pensar en la posteridad y en la publicación. Al redactarlas parece estar escribiendo para un público lector que va más allá de la persona y el tiempo de sus destinatarios.

La selección que se ha hecho se ha basado en su interés literario, biográfico o estilístico, porque este conjunto epistolar es una muestra variada de un cruce de géneros que se van – como el resto de su obra- del ensayo y la poesía al retrato y la crónica o al diario íntimo.

Testigo y protagonista, lector y escritor, crítico y poeta, profesor y comentarista epistolar, para Salinas la literatura fue –como explicaba en una carta de 1947- una experiencia total de la vida, en la que se suman lo estético, lo histórico, lo moral, lo filológico, para dar un resultado último puramente humano.


Santos Domínguez

12 enero 2008

Alada claridad



Yosa Buson.
Alada claridad.
Traducción y prólogo de Alberto Silva.
Pre-Textos. Valencia, 2007.

En su bellísima colección El pájaro solitario, ligada en su título y en la viñeta que la identifica a Ramón Gaya, Pre-Textos publica Alada claridad, una colección de cincuenta haikus sobre vuelos diversos. Los escribió en el siglo XVIII el japonés Yosa Buson, poeta y pintor de Osaka, perito en pájaros y hombre de haikus.

Sus conocimientos ornitológicos, su ciencia pajarera son el resultado de una mirada experta y un oído afinado en sus vagabundeos por los paisajes costeros o boscosos de la isla de Honshu. Un cazador de vuelos, cantos y momentos fugaces llenos de revelaciones. Para ese tipo de acechos, ningún género mejor que el haiku.


Un arte de pájaros traducido por Alberto Silva, que explica en el prólogo que el asunto del arte es volar. Y a eso aspira Yosa Buson, cazador de fugas y dibujante de pájaros y flores. Antes que su palabra, su mirada, educada en la observación de la naturaleza y en la reflexión, está en el origen de estos textos que tejen una red momentánea para apresar el vuelo y para expresar la fuga de un pájaro que es símbolo del tiempo y de la transcendencia, para explicar la condición fugaz del canto y del vuelo, del pájaro y del hombre.

La mirada de Buson que se proyecta simultánea hacia fuera y hacia dentro, humaniza a las aves para ver en ellas un símbolo de una común condición aérea. Golondrinas y cigüeñas, cormoranes y chorlitos, faisanes y pichones, vuelan o cantan en estos haikus en los que la vista y el oído convocan al gallo y a la grulla, a las garzas y al pájaro carpintero, con agua y con árboles:

El primer trino
del ruiseñor parece
caerse de una rama.

Al final del libro, un catálogo descriptivo de los seres alados de Yosa Buson, elaborado por Alberto Silva, establece un repertorio de formas y sustancias, de costumbres y señales aladas.

Santos Domínguez

11 enero 2008

Esto no es música



José Luis Pardo.
Esto no es música.
Introducción al malestar de la cultura de masas.

Galaxia Gutenberg /Círculo de Lectores.
Barcelona, 2007


Con La regla del juego, una original iniciación a la filosofía con la que obtuvo el Premio Nacional de Ensayo en 2005, José Luis Pardo (Madrid, 1954) se convirtió en uno de los ensayistas más prestigiosos de este país.

La densidad lúcida de su pensamiento y su capacidad para establecer relaciones entre los distintos campos de la realidad y la cultura contemporánea vuelven a ponerse de manifiesto en su nueva obra, Esto no es música (Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores), quizá más ambiciosa y profunda, desde luego no menos aguda que la anterior, a la que complementa en muchos aspectos.

El punto de partida de esta introducción al malestar de la cultura de masas es una vieja foto de familia: la de la carátula de Sgt. Pepper’s y el club de los corazones solitarios que agrupaba en el posado de la foto a Poe y a Marilyn, a Laurel y Hardy y a Jung, a Marx y a Wilde, a la Dietrich y a Einstein.

Músicos, actores, escritores y filósofos y algún boxeador habían sido convocados por el grupo de Liverpool que aparece duplicado en la fotografía con su imagen real y las reproducciones del museo de cera de Madame Tussaud.

¿Qué significaba la reunión de toda esa gente? Aquel abigarramiento de la portada decía en verdad lo que parecía decir: que Sonny Liston y Stockhausen están exactamente al mismo nivel, que los logros de Oscar Wilde no pulsan una fibra del espíritu jerárquicamente superior a la que tocan los de Marilyn Monroe y que Karl Marx no es por ningún concepto más venerable que Lenny Bruce. ¿Era esto demasiado decir? ¿Una sobredosis o un exceso de igualdad?

Aquella foto, de la que parecía desprenderse el desprecio por las jerarquías y una crítica social y cultural que iguala – como en el tango de Santos Discépolo- al colchonero con el rey de bastos y al burro con el profesor, más que una carátula es una declaración de principios.

Para desentrañar esos principios y los finales que proponen, José Luis Pardo ha escrito uno de los libros de los que más se va a hablar este año. Esto no es música es, como señala el subtítulo, una introducción al malestar en la cultura de masas y una indagación sobre los orígenes, el desarrollo y la influencia de la cultura pop en el pensamiento contemporáneo.

Tomando como hilo narrativo los distintos cortes de Abbey Road, el último album de los Beatles, se acomete aquí -con divertido rigor- un análisis de la cultura urbana de la modernidad que une a Dylan con Hegel, a Edipo con Correcaminos o a Simon Rodia con Sonny Liston.

La voluntad de llegar a ser alguien, el mito fundacional que surge de otra caverna mítica, la nada platónica The Cavern, o el platonismo invertido que propugnaba Nietzsche, se mezclan con propuestas gnoseológicas y de filosofía de la historia para integrar una interpretación compleja y abarcadora de la cultura de masas en la que caben los Rolling y un análisis de la profundidad trágica de Edipo, el nihilismo o la búsqueda de identidad y Kant o Platón comparten páginas con el anarquista Lucheni, el tonto del siglo XIX que asesinó a Sissi emperatriz.

Cada uno de sus diecisiete capítulos va introducido por un resumen argumental orientativo e incentivador. Este es el que encabeza el último apartado del libro:

En donde el autor, falto sin duda de más argumentos, revela sin querer la impotencia de su desgastado corazón para latir al ritmo de los cambiantes tiempos,en los cuales sus héroes de risa se han convertido en ídolos de pena, y deja al lector incómodamente situado en pleno malestar.

Y en ese capítulo, a propósito de Smalville (2001), la serie de la Warner Brothers para la televisión en la que un Superman joven vive en una pequeña aldea, estas líneas que podrían tomarse como conclusión del ensayo:

El paso de Metrópoli a Smallville da cuenta del fenómeno -tan a menudo invocado por Paul Virilio- de la compresión del mundo, que el propio personaje de Superman experimenta doblemente: con su paso de la pantalla grande a la pequeña y de la edad adulta a la adolescencia. Contra la tan acreditada impresión de que nuestra época está envejeciendo a marchas forzadas, lo que más bien parece suceder en este nuevo orden es que todos -incluidos los superhéroes- nos hacemos pequeños, vulnerables, frágiles e indefensos.

Santos Domínguez

10 enero 2008

Mientras gira el viento


Jorge Omar Viera.
Mientras gira el viento.
Funambulista. Madrid, 2007.

Cuando suenan los tiros, se encienden algunas luces en el Barrio Limão, ladran los perros de variopintas razas, huyen los gatos de albañal y se esconden bajo los coches, hacen una pausa los gallos, para saber si ha llegado la hora de sus cacareos, andan con la cola entre las patas los perros vagabundos que merodean la calle donde ha sido abatido Baltasar, y ya sangra sobre el pavimento.

Han matado al menino Baltasar. Y desde ese momento, el final de su vida, la narración se remonta al origen, a otra madrugada, la de su nacimiento dieciocho años antes. Otra madrugada en la que su hermano mayor, Nelson, también corrió en su ayuda.

Es sólo el comienzo de Mientras gira el viento, la novela de Jorge Omar Viera que ahora publica Funambulista. A partir de entonces la narración, ambientada en el Barrio Limão de São Paulo y desarrollada con una eficiente técnica de documental y narración testimonial, va a ir reconstruyendo en flashback las circunstancias de la vida de Baltasar, su carácter y su entorno.

Con esa superposición de tiempos y enfoques, la novela acaba centrándose en la historia amorosa con Lua Dos Santos y en una deuda pendiente que acabará solventando su hermano Nelson, el primero que llegó al lugar del crimen para cerrarle el párpado al Pesseguinho.

Una historia soñada en portugués y escrita en español, ha explicado su autor, que con esta novela fue finalista del Premio de Novela Mario Lacruz en su edición de 2006.

Mayra Vela Muzot

09 enero 2008

Microgramas III


Robert Walser.
Escrito a lápiz. Microgramas III (1925-1932).
Edición de Bernhard Echte y Werner Morlang.
Traducción de Rosa Pilar Blanco.
Siruela. Libros del Tiempo. Madrid, 2007.


Susan Sontag lo definía como un escritor fundamental, dotado de las virtudes del arte más maduro y civilizado. El día de Navidad de 1956, hace poco más de medio siglo, durante un paseo por la nieve, moría Robert Walser. Unos niños encontraron su cadáver cerca del manicomio de Herisau, donde había pasado los últimos años de su vida.

Siruela acaba de publicar el tercer y último volumen de los Microgramas en prosa, con los que completa su edición de las 526 hojas y papeles de distinto formato, cubiertos de una minúscula caligrafía Sütterlin que descifraron rasgo a rasgo Werner Morlang y Bernhard Echte. Dedicaron diecisiete años a transcribir en una labor minuciosa esos textos casi ilegibles que Walser escribió a lápiz entre 1924 y 1932. De esa manera pusieron al descubierto una colección de textos breves, poemas y dramas en verso. Textos de enorme valor literario enterrado bajo lo que en principio parecían los garabatos de un loco. Los publicaron en Alemania en seis volúmenes entre 1985 y 2000 y Siruela los ha venido editando en España desde 2005.

Walser confesaba en una carta de 1927 que había empezado a utilizar el lápiz para librarse del tedio de la pluma, de un cansancio que lo había llevado a un desajuste y al bloqueo estilístico. De esa crisis, de ese desencuentro con la pluma y con un determinado ritmo de escritura, surgen los microgramas, la miniaturización cada vez más intensa de su caligrafía, que llega en los textos de este tercer volumen a una pequeñez extrema con letras de un milímetro.

Quien pasó parte de su vida deambulando de un lado para otro de forma compulsiva acabó convirtiendo su literatura en una cháchara monologante y espiral sin plan premeditado, atento al detalle fragmentario, a una realidad dispersa en el detalle que se ve de paso, en un ir y venir dentro de la página sin rumbo, como sus gustos de paseante:

No es en el camino recto -le dice Walser a una muchacha-, sino en los rodeos donde se encuentra la vida.

Y las palabras fluyen, van y vienen con el paso rápido del dromómano frenético que fue Walser, que el 23 de abril de 1939 resumía así la misión del escritor: El artista tiene que extasiar o atormentar a su público.

Esas dos posibilidades del arte conviven en estos microgramas, una literatura envolvente que, una vez desencriptada, atrapa al lector y le lleva a mirar el mundo desde una perspectiva inédita, humilde y orgullosa a la vez, marginal siempre.

Los textos recogidos en este tercer volumen los escribió Walser en Waldau, entre 1925 y 1932. Son seguramente los últimos que escribió y constituyen su testamento literario. La minuciosa labor de Werner Morlang y Bernhard Echte permite acceder a estas piezas menores, algunas excelentes como las que empiezan Mencionaré un jardín o Hay tigres y obras teatrales.

Está en esos textos el universo literario de Walser y su deseo de no ser nadie, de no llegar a ninguna parte, de perderse, como en sus paseos, entre los objetos sin propósito definido, de borrar el yo y destruir la propia identidad. Porque en Walser la realidad, como la escritura, está en un proceso de desintegración constante, de disolución en lo mínimo, como en estas líneas finales:

Oh, qué hermoso es por una parte olvidar y por otra ser olvidado. Seguro que la gente piensa con mucha frecuencia en fulano y mengano, en esto y aquello. Ahora me siento muy a gusto.


Santos Domínguez

07 enero 2008

Guía del observador de nubes




Gavin Pretor-Pinney.

Guía del observador de nubes.
Traducción de Patricia Antón de Vez.
Salamandra. Barcelona, 2007.

Variadas, dramáticas y caprichosas, la belleza efímera de las nubes merece una contemplación que las rehabilite de su mala fama, de su imagen negativa vinculada a los malos agüeros.

Gavin Pretor-Pinney fundó en 2004 la Sociedad de Observación de Nubes para defenderlas y reivindicarlas como la poesía de la naturaleza, como el más igualitario y universal de sus despliegues. Ese mismo propósito tiene este libro fascinante, esta Guía del observador de nubes que publica en España Salamandra.

Nada en la naturaleza –escribe el especialista en nubes- puede competir con la variedad y el dramatismo de las nubes; nada está a la altura de su belleza sublime y efímera.

Tal vez por eso, por su espectacularidad sin fronteras, las nubes tienen tanta importancia en la literatura, en la mitología y en la iconografía religiosa. Con un enfoque que combina el dato científico, la referencia literaria o pictórica y la experiencia primaria e irrepetible del que las observa, esta guía insólita para aprender a mirar las nubes reivindica la celebración de un pasatiempo que en muchas culturas es una imagen de la despreocupación relajada.

Porque las nubes son para soñadores y su contemplación beneficia al alma-como declara el Manifiesto fundacional de esta Sociedad de Observación de Nubes-, reflejan los cambios de humor de la atmósfera y pueden interpretarse como las expresiones del rostro de una persona, el estudio de sus variedades, su reflejo en la pintura o la poesía, la simbología escondida en el espíritu de un cúmulo o en la personificación de un nimbo son algunos de los aspectos abordados en este libro generosamente ilustrado, que incluye en sus páginas centrales un examen práctico con fotografías a todo color para obtener el diploma de observador de nubes.

Santos Domínguez

05 enero 2008

Un día de cólera


Arturo Pérez Reverte.
Un día de cólera.
Alfaguara. Madrid, 2007.

Como un día de cólera, no como un movimiento patriótico, presenta Pérez Reverte la explosión popular del 2 de mayo de 1808 que fue el inicio de la Guerra de la Independencia. Galdós lo contó de manera inolvidable y esta novela vuelve a narrar con tono documental aquellos hechos desde dentro, desde el punto de vista de quienes agitaron la calles de Madrid aquel día vergonzoso y fascinante.

Ahora aquellas caras anónimas que pintó Goya en sus lienzos y sus grabados tienen no sólo los nombres recogidos en documentos y partes de bajas, sino una vida individual, un pasado no siempre ejemplar y razones viscerales o depredadoras para echarse a la calle a matar franceses.

Escrita en tono de documental distante y contada desde dentro por un narrador imparcial curtido como reportero de guerra antes que como novelista, Un día de cólera (Alfaguara) arrastra al lector con la vorágine furiosa de una masa que le lleva de un lado a otro de aquel Madrid amotinado con ritmo de galopes y persecuciones.

Más que de una novela, se trata de un reportaje que sigue casi al minuto, desde las siete de la mañana, los acontecimientos de un 2 de mayo goyesco y bronco, de aquella espiral de violencia que Pérez Reverte reconstruye de forma detallada y verosímil y con información de primera mano.

Entre la Puerta del Sol y la de Toledo, entre Puerta Cerrada y el parque de artillería de Monteleón, con los capitanes Daoiz y Velarde, que crecen en la novela a medida que sus resistencia es más inútil, se trazó aquella jornada una topografía radial de la furia que se puede seguir al detalle con el plano que incorpora el libro.

Como en El pintor de batallas, en Un día de cólera Pérez Reverte explica un cuadro. O varios: La carga de los mamelucos, Los fusilamientos del 3 de mayo en la montaña del Príncipe Pío o Malasaña y su hija, que se ha utilizado como motivo de cubierta.

Un día de cólera es una novela muy visual, una novela que se lee y se ve, pero que también se oye: suenan en ella las voces de los amotinados, las descargas de la fusilería, los relinchos de los caballos, el ruido que hacen las navajas de dos palmos y siete muelles al abrirse, o el trote de los escuadrones franceses. Y luego el silencio posterior a las matanzas.

El caos de aquella masa en movimiento desordenado, el humo de las descargas, los gritos de los atacantes y los heridos, la sangre y el griterío de la manolería por las calles de Madrid son los sonidos y las imágenes del furor desatado el dos de mayo. Y es que para reflejar aquel estallido de violencia y brutalidad no bastan las palabras, ni las descripciones visuales o la sonoridad de las onomatopeyas, sino una conjunción de todos esos factores en un relato que va del individuo al grupo y de los interiores de palacios o cuarteles a los espacios abiertos de las plazas y los callejones.

No fueron muchos los que protagonizaron aquel día de cólera, no se levantó la nación en armas: fue un motín callejero, un estallido de ira española que duró un día y luego se manipuló como símbolo patriótico. Lo llamativo es que aquella algarada tuviera consecuencias tan duraderas en la historia de España y secuelas dolorosas para ilustrados como Moratín, Blanco White o Goya, que siguieron horrorizados los excesos de ambos bandos y tuvieron que elegir entre el progreso que significaban las ideas francesas y la vuelta al oscurantismo reaccionario y clerical que se agazapaba detrás de la chusma de menestrales alzados en armas.

Las consecuencias, aún hoy, doscientos años después de aquel desgraciado día de cólera, siguen siendo visibles. Las dos Españas, la de la cólera y la de la idea, también:

José Blanco White es hombre atormentado, y a partir de hoy lo será más. Hasta hace poco, mientras las tropas francesas se aproximaban a Madrid, llegó a imaginar, como otros de ideas afines, una dulce liberación de las cadenas con las que una monarquía corrupta y una Iglesia todopoderosa maniatan al pueblo supersticioso e ignorante. Hoy ese sueño se desvanece y Blanco White no sabe qué temer más de las fuerzas que ha visto chocar en las calles: las bayonetas napoleónicas o el cerril fanatismo de sus compatriotas. El sevillano sabe que Francia tiene entre sus partidarios algunos de los más capaces e ilustres españoles, y que sólo la rancia educación de las clases media y alta, su necia indolencia y su desinterés por la cosa pública, impiden a éstas abrazar la causa de quien pretende borrar del mapa a los reyes viejos y a su turbio hijo Fernando. Sin embargo, en un Madrid desgarrado por la barbarie de unos y otros, la fina inteligencia de Blanco White sospecha que una oportunidad histórica acaba de perderse entre el fragor de las descargas francesas y los navajazos del pueblo inculto. Él mismo, hombre lúcido, ilustrado, más anglófilo que francófilo, en todo caso partidario de la razón libre y el progreso, se debate entre dos sentimientos que serán el drama amargo de su generación: unirse a los enemigos del papa, de la Inquisición y de la familia real más vil y despreciable de Europa, o seguir la simple y recta línea de conducta que, dejando aparte lo demás, permite a un hombre honrado elegir entre un ejército extranjero y sus compatriotas naturales.

Santos Domínguez

03 enero 2008

La fuga de Atalanta


Michael Maier.
La fuga de Atalanta.
Prólogo de Joscelyn Godwin.
Traducción de María Tabuyo y Agustín López.
Atalanta. Gerona, 2007.


Michael Maier (1568-1622), alquimista y médico de la corte del emperador Rodolfo II de Praga, compuso la que está considerada por los expertos en emblemática la obra más bella del género: Atalanta Fugiens.

Libro ilustrado, composición musical y tratado alquímico, la publicó en 1617, en pleno auge del movimiento rosacruz en los principados alemanes. Y tanto el autor como el editor, Theodor de Bry, y el grabador, Merian, pertenecían a aquella tendencia ocultista emparentada con los viejos cultos herméticos.

Los editores de esta primera traducción completa al español de Atalanta en Atalanta han querido subrayar su triple naturaleza -visual, musical y literaria-, su carácter de obra total. Y para ello, además del material puramente literario del texto, y junto con los grabados de cincuenta emblemas y las cincuenta partituras que acompañan a las imágenes, han editado en un CD las interpretaciones musicales, dirigidas por Michael Noone, de las cincuenta fugas, que se pueden escuchar mientras se contemplan sus grabados y se leen sus epigramas o sus comentarios alquímicos.

La fuga de Atalanta es por tanto un libro para ver, oír y leer, el primer libro multimedia de la historia, como afirma el editor. La casualidad ha querido que su aparición en España coincida con las noticias del lanzamiento comercial de Kindle, un nuevo dispositivo de almacenamiento y lectura que permite la integración de imágenes, música y palabras.

Un artefacto electrónico como ese respondería a la triple naturaleza visual, musical y textual de esta obra que incluye por primera vez en castellano el texto íntegro de Maier, traducido por María Tabuyo y Agustín López y precedido de un prólogo de Joscelyn Godwin, que destaca el carácter misterioso y sugestivo de estos emblemas enigmáticos para la vista, el oído y la mente.

Alquimia y ciencia hermética, epigramas mitológicos e imágenes encauzan los cincuenta mensajes cifrados en un laberinto para iniciados y una obra de fantasía que desde el punto de vista literario responde a un reto lingüístico semejante al de la mística o la poesía: la necesidad de expresar lo inexpresable, traducir a palabras saberes o experiencias inefables e irracionales. Eso obliga a recurrir constantemente a las metáforas y a construir con ellas alegorías que remitan a la realidad y asedien el sentido.

Por eso precisan, como los textos místicos, del comentario que elabore esos símbolos en un sistema coherente y en una lectura del epigrama y del emblema, del texto y la imagen y los organice en torno a unas claves de las que depende su sentido: la exploración de los secretos de la naturaleza, la fuente de la eterna juventud y el incesto, las manzanas de oro de la mitología y el bronce del saber filosófico, la autofagia y el vómito, el equilibrio de los cuatro elementos, el fuego y el oro y la piedra filosofal, las resurrecciones con fuego y Vulcano, Isis y Osiris, el sol y la luna y el árbol de la vida, la rosaleda de la sabiduría y la salamandra inmune al corazón del fuego, Mercurio y Venus son algunos de los temas y de sus protagonistas.

El lenguaje de los lemas, los epigramas y los comentarios, elusivo y alusivo, abundante en imágenes ensaya aquí la aventura de descifrar el jeroglífico, de expresar lo inefable. El material gráfico de los emblemas o su argumentario mitológico no son más que variantes de esos asedios que intenta la imagen verbal, una conjunción de arte y sabiduría, de poesía y filosofía para indagar el secreto del mundo y de la vida o para iluminarlo.

Mucho después de que nosotros seamos ya historia -leemos en el prólogo-, Atalanta Fugiens, libro de emblemas y de música de Michael Maier, seguirá fascinando a las generaciones venideras. Este libro es portador del espíritu de su tiempo: lleva los vahos y los olores del laboratorio del alquimista, los ecos de los coros del Renacimiento, la absorta atención del grabador en su plancha de cobre.


Santos Domínguez

01 enero 2008

Juan Ramón de viva voz



Juan Guerrero Ruiz.
Juan Ramón de viva voz.
I. 1913-1931. II. 1932-1936.
Prólogo y notas de
Manuel Ruiz-Funes Fernández.
Pre-Textos. Valencia, 1998.


Seguramente nadie haya sido tan determinante como él en la poesía española del siglo XX. Y no sólo porque abriera el camino al primer 27 con su neopopularismo temprano o con su poesía pura, sino porque algunos de los libros esenciales de la poesía española contemporánea, desde Marinero en tierra a Poeta en Nueva York pasando por Cántico, están ya previstos en la obra de Juan Ramón Jiménez, especialmente en ese libro seminal que es el Diario de un poeta reciencasado, en el que están anunciadas con diez o quince años de anticipación algunas de las claves de la poesía posterior.

Este año se conmemora el medio siglo de la desaparición de Juan Ramón. Y una de las maneras posibles de acercarse a su figura es la lectura de otro diario, el diario indirecto que su amigo Juan Guerrero Ruiz (Cónsul general de la poesía lo llamó Lorca en una dedicatoria) escribió para dar cuenta de sus encuentros y sus conversaciones desde el 27 de mayo de 1913 hasta el 29 de junio de 1936.

Juan Ramón de viva voz se titula ese espléndido y raro libro que tuvo una primera edición mutilada en 1961, muertos ya los interlocutores. Se publicó en Insula, con prólogo de Ricardo Gullón, y en aquella edición un texto sin firma advertía:

El mejor homenaje a ambos amigos es dar a luz las pulcras cuartillas de Juan Guerrero sin intervenir en ellas. Es decir, sin otra intervención que omitir alguna alusión directa o algún comentario que fuera de su momento es inapropiado y el propio Juan Ramón habría suprimido.

La nota –como se ve- no tiene desperdicio. No es muy aventurado señalar a José Luis Cano y a Enrique Canito –los responsables de Insula por entonces- de la mutilación, de la inexplicable coartada y de imperdonables errores como traspapelar las cuartillas de finales de marzo del 31 con las de principios de mes. Es sólo una parte de la triple censura de aquella edición insular

Cuando hace diez años Pre-Textospublicaba en dos tomos la versión íntegra de las 1.144 cuartillas de Juan Guerrero pudo comprobarse la extensión del material censurado. Me limito a dar un dato: los dos volúmenes de Pre-Textos están equilibrados con una extensión similar, unas cuatrocientas páginas. El primero abarca desde 1913 hasta 1931 y el segundo desde 1932 hasta 1936. La desproporción en la edición parcial (menos de cuarenta páginas entre 1913 y 1931) indica claramente que la tijera se aplicó en la parte en la que Juan Ramón habla de sus relaciones y sus desencuentros con los poetas del 27.

Y es que si Juan Ramón es el más influyente de los poetas españoles contemporáneos, también fue el de trato más problemático. Lo demuestra este libro, que es el diario de una amistad y está escrito con una admiración sin límites, pero que refleja también –quizá involuntariamente- las zonas de sombra del poeta.

Está aquí consignado el día a día del creador que hace y deshace su obra en marcha, del urdidor de proyectos literarios, sus patologías reales e imaginarias, sus celos, su vanidad y sus incomprensiones del 27 ("poetas del limbo o de música celestial, de antro y dianche" es lo más suave que les dice), la dedicación intensa y a tiempo completo a sí mismo y a su poesía, su neurastenia egocéntrica ("No, no es La voz a ti debida, sino la voz a mí debida", decía de Salinas) que le hacía proclive a elogiar al mediocre inofensivo y le incapacitaba para ver la altura de Sobre los ángeles (“un libro sin importancia”, dice), o de Lorca o Cernuda.

Pese a todo fue un altísimo poeta que, ya en el exilio y después del tiempo consignado en estas conversaciones, escribiría Espacio, quizá el mejor poema de la literatura española del XX, con el que siguió ejerciendo una influencia enorme en los poetas españoles de la segunda mitad del siglo.

Por eso no se equivocaba Ricardo Gullón al destacar que este libro era, además de un documento sobre los trabajos y los días de Juan Ramón durante casi un cuarto de siglo crucial en su vida y en su obra, una obra capital para el conocimiento de la literatura española contemporánea.

Santos Domínguez

30 diciembre 2007

Cuarto creciente


José Antonio Ramírez Lozano.
Cuarto creciente.
Renacimiento. Sevilla, 2007.


Luna llena, y no Cuarto creciente, debería haberse titulado esta segunda antología poética de José Antonio Ramírez Lozano que publica Renacimiento con prólogo de Enrique Baltanás y selección del propio poeta.

Es la segunda edición de la antología que publicó Libertarias en 1989, revisada y ampliada ahora con los doce libros que Ramírez Lozano ha publicado desde 1987 -el año que cerraba la primera entrega de Cuarto creciente con Teluria y Bolero-, hasta Corambo, que aparecía este mismo año.

De ese nuevo material se nutre este libro, que fija sus límites entre 1980 y 2007, pero se centra preferentemente en estos últimos veinte años en los que la voz poética de Ramírez Lozano se ha ido haciendo más ronca y oscura, más quevedesca en el lamento del estrago y más densa y profunda en la consideración del tiempo.

Y es que este Cuarto creciente, pese a la identidad del título, es otro libro: un libro menos narrativo y más proclive a la meditación. Porque toda antología –dice su autor- es un propósito de enmienda. Y en esta nueva selección, aunque sin dolor de corazón ni voluntad penitente, se expresa un Ramírez Lozano quizá menos brillante, con una poesía menos dada al destello espejeante de la superficie del río y más anclada en su profundidad transparente.

Imaginativa e ingeniosa, sí, pero con más fuego que juego y menos pirotécnica que minera, la poesía de Ramírez Lozano ha pasado, como señala Enrique Baltanás en su prólogo, del retablo barroco al telegrama conceptista. Y en esa evolución, más visible en una selección amplia y extensa como esta, una lucha doble, con la creación y con la facilidad de la palabra, articula cada vez con más intensidad sus últimos libros.

Lo explica el poeta en este Almuédano, de Razón de la impostura:

IGUAL que la plegaria
remota del almuédano,
hay mañanas que das
con el mismo poema
y tratas de evitarlo
esquivando su burda,
su torpe reincidencia.

—Mis poemas son todos
el mismo -te consuelas—.
Lo dijo Juan Ramón.

Y te dejas llevar
por los versos de siempre,
por las palabras mismas,
como un dios aburrido
—dijo también Cernuda—
que para convencerse
de que existe tuviera
que escucharse su voz.

Dioses que son palabras,
sólo apenas palabras
y para ser obligan
a rezar a los hombres.

La voz inconfundible de Ramírez Lozano ha levantado –en su poesía y en su narrativa- un mundo propio que no es el resultado de la repetición amanerada de una fórmula, sino el fruto de un crecimiento orgánico y radial, de un ir y venir como el de la tela de una araña.

Insistente y sólida como ella, llena de brillos en el trasluz y de avisos graves en su simbología de premoniciones, su obra ha ido creciendo desde el tono de salmodia y misterio de Sybila Famiana, un texto con un cuarto de siglo a cuestas en el que no ha envejecido, hasta la expresión depurada y meditativa de Corambo, su último libro.

Quedan en medio la narratividad de Bestiario de cabildo, con sus espléndidas miniaturas, sus hormigas y sus difuntos; el tono sombrío que se insinúa ya claramente en Teluria y Memento, con Mañara al fondo; la claridad del Agua de Sevilla, donde la ironía convive con la emoción como el azahar con la bosta en las calles sevillanas; el Azogue impuro de la palabra del poeta, angustiada en la noche oscura de la incertidumbre creadora; la muerte y la memoria de Oscura trashumancia; y sobre todo a partir de El arquero ciego, en Gata sola y en Corambo, la clave de arco cada vez más visible de sus últimos libros, en los que la palabra es un antídoto contra el tiempo y el poema se plantea como una forma de aplazar la muerte:

Los poemas
son todos en el fondo una manera

de aplazar el destino
terrible del abismo.

Esos dos temas, la muerte y la palabra, se funden y se cruzan de manera cada vez más explícita en los últimos libros de Ramírez Lozano, para culminar en el último verso de Corambo:

Lo que importa es, al cabo, derrotar a la Muerte.

Santos Domínguez

27 diciembre 2007

Te devolverán las mareas


Andrés Jorge.
Te devolverán las mareas.
Hipálage. Osuna (Sevilla), 2007.

Safo, Izumi, Virginia, Ofelia son las cuatro partes en que se organiza Te devolverán las mareas, que Andrés Jorge, escritor cubano afincado en México desde hace más de quince años, publicó en 1998 en Planeta México y que se reedita en España con el sello de la editorial sevillana Hipálage.

Cuatro nombres de mujer, cuatro escritoras de distintos tiempos y lugares, unidas por la pasión literaria, por la búsqueda de la libertad expresiva y personal, por su solitaria condición insular y su homosexualidad abierta o encubierta, problemática o asumida con valentía.

Lo explica el cuarto pesonaje femenino, Ofelia Ibarra, la escritora cubana emigrada a Australia, que se ve a sí misma como la última convocada a un extraño rito inmemorial:

Safo, Izumi Shikibu, Virginia Woolf, mujeres dispersas por las islas del mundo, llevaban en sí como nadie su condición de isleñas, su soledad de islas. Y como ellas, desde siempre, yo he escuchado la llamada ancestral, pródiga. Más de una vez he despertado con el fragor de las mareas en la piel. Siento miedo, pero no terror. Todo ha llegado a transmutarse en simple curiosidad: ¿qué veré finalmente cuando se descorra el velo?

El mar y la palabra, las islas y el tiempo, el amor y la ausencia son los temas y los paisajes rituales de una indagación profunda, inteligente y sensible a la vez, en el mundo de la misteriosa creatividad femenina.

Con prosa tensa y vibrante y con evidente solvencia narrativa, Andrés Jorge plantea, entre suicidios por agua, ritos de purificación y reencarnaciones, una novela en cuatro partes unitarias, con cuatro historias vinculadas entre sí no sólo por los temas antedichos, sino por un tiempo y un espacio que más allá de la geografía y las épocas es uno y el mismo porque habla de la condición humana en Lesbos o en Osaka, en Australia o en Londres:

Y seré yo misma en una próxima vida y en otra, no seré hombre, ni caballo, ni hiladora, ni madre de diez hijos, seré yo, Sei Shônagon, con otra piel y otra carne sobre mis huesos, con otro nombre, pero yo, haré las mismas cosas, pensaré igual, seré escritora, seré una mujer sensible y arrogante. Porque lo que se reencarna es el espíritu, y ese espíritu es lo que vuelve a nutrir otro tiempo, a asentarse en un lugar donde fuerzas superiores a nosotros deciden que estemos de nuevo.
Mayra Vela Muzot

26 diciembre 2007

Muerte en el reality show


Lorenzo Silva.
Muerte en el reality show.
Rey Lear. Madrid, 2007.


No es la primera vez que la ficción y la realidad se solapan trágicamente: Casi a la vez que un programa de televisión transmite el prólogo de un crimen pasional y reúne bajo los focos al futuro asesino y a su víctima, Rey Lear publica una novela corta de Lorenzo Silva que trata de la telebasura y de un asesinato.

Muerte en el reality show es un relato policiaco con un cadáver, una pandilla de tarados y un detective que debe investigar la autoría y las razones del crimen. Por encima de ese planteamiento tradicional, esta narración resulta de un cruce inaudito: la novela por entregas, que tiene sus modelos canónicos en el XIX, y la participación interactiva de los lectores, que intervinieron como coautores en el desarrollo de la trama y en la elección de los personajes que la protagonizarían.

Durante varias semanas del verano de 2003, Lorenzo Silva tuvo en vilo a los lectores de El Semanal, que decidían con sus votos, sus cartas y sus correos electrónicos el curso de la acción, la función de los personajes o el sexo del asesino.

Y, además de contener una parodia de la novela policiaca y una crítica explícita a este tipo de programas, además de su ironía, su humor ácido y su destreza en el manejo de la estructura policiaca, el final abierto plantea al lector un conjunto de interrogantes sobre un mundo menos imaginario de lo que parece. Cuando ocurre un crimen relacionado con la telebasura, ¿hasta dónde llega la responsabilidad de quien hace de la intimidad un espectáculo en el que se desdibujan las fronteras de la realidad y la ficción? ¿Dónde acaba la responsabilidad de las cadenas que se lucran con este tipo de espacios?

Santos Domínguez

24 diciembre 2007

Saña de Margo Glantz


Margo Glantz.
Saña.
Pre-Textos.
Valencia, 2007.


Tan rebosante de fuerza como inclasificable, Saña, el último libro de Margo Glantz (Ciudad de México, 1930) que publica Pre-Textos, es una obra hecha con anotaciones escritas y maceradas durante mucho tiempo, con reflexiones que habitan, más allá de la furia de su estilo afilado y su enfado lúcido, el territorio del ensayo más que el de la novela. Reflexiones que van y vienen de la saña, porque surgen de ella y la provocan como respuesta.

Convencida de que el funcionamiento de un texto depende de que difumine la frontera entre los géneros, Margo Glantz ha escrito un libro en el que la literatura de Rimbaud y la música de Scarlatti, la guerra y el papel de la mujer son algunos de los hilos con los que teje este tapiz de lecturas y recuerdos, reflexiones o ironías, como en esta Cuestión de óptica:

Desde la pica donde llevaban su cabeza guillotinada, la princesa de Lamballe gozaba de una vista privilegiada de la Bastilla.


Vida y literatura se confunden de manera ejemplarmente creativa para construir con sus textos breves un mosaico grave y leve, culto y popular, intelectual y visceral, apasionado y distante, serio y humorístico. Un libro en el que hay sitio, entre los mil rostros de la saña, para la literatura y el arte, para los campos de concentración y para unos zapatos de moda; para un Rimbaud cambiante y deambulatorio, pero también para Naomí Campbell; para Santa Teresa y para Madonna; para Scarlatti y también para Kate Moss. Un libro que se construye con materiales autobiográficos, pero también con la presencia de Colón, San Agustín o Baudelaire, que configuran un conjunto lleno de sutileza y precisión con las mutilaciones, las ruinas o la destrucción como centro.

Margo Glantz ha declarado explícitamente su voluntad de delimitar lo indelimitable, aquello que separa la santidad de la impureza, lo sucio de lo limpio, la mutilación de lo íntegro. Para ello ha utilizado textos propios y ha incorporado materiales ajenos, que -elaborados por ella- forman parte de lo que la misma autora ha definido como su digestión literaria. Unos y otros hablan de sus obsesiones y exploran el tema de la saña como hilo conductor.

Y lo hacen con una prosa intensa que en sus manos se convierte en un bisturí bien afilado para diseccionar la realidad con una mezcla de crueldad y emoción semejante a la de los cuadros de Francis Bacon, uno de los referentes estéticos y éticos del libro.

Con trazo enérgico como el de Bacon, con una economía de palabras que contribuye a la intensidad de los textos, con un humor imprescindible y cáustico, Saña es un libro que ha venido escribiendo lentamente, con ensañamiento, una condición necesaria para escribir, porque la saña genera energía.

Más fuerte que el rencor o el odio, la saña es el hilo conductor de unos textos que hacen inventario de ese sentimiento y exploran su presencia en la vida cotidiana, en la historia y en el arte, en las mitologías y en la literatura.

Saña es un libro inclasificable en su intensidad, abierto en su amplia temática, que incorpora notas y reflexiones de lectura, plantea incertidumbres o perplejidades, filtra recuerdos y desahoga su rabia contenida ante la realidad y la saña del mundo.

Inclasificable, sí, pero no incalificable. Es uno de los mejores libros de este año que termina. Un libro intenso, bello y respiratorio para leer y releer al mismo ritmo lento con el que se ha escrito.

Santos Domínguez

22 diciembre 2007

Poesía completa de Quasimodo

Salvatore Quasimodo.
Poesía completa.
Traducción de Antonio Colinas.
Linteo. Orense, 2007.

Salvatore Quasimodo (1901-1968), que soñó y recreó en su poesía la imagen de su Sicilia natal como una isla de tradiciones y esencias griegas, reivindicó lo clásico y cultivó el hermetismo antes de verse sacudido por la Segunda Guerra Mundial y de evolucionar a una poesía más discursiva y afincada en el presente.

Quasimodo fue un poeta de trayectoria muy unitaria y coherente a lo largo de medio siglo de escritura, aunque se podrían distinguir en ella dos etapas separadas por la guerra mundial. Dos épocas, cada una de ellas de unos veinticinco años en los que su poesía se desenvuelve entre el mito y el dato, entre el hermetismo y el tono discursivo, entre un lenguaje elíptico y un propósito comunicativo.

Y en las dos etapas, una serie de notas unitarias, como su insularidad. Quasimodo es un poeta isleño y Sicilia es el referente del paraíso perdido, de la infancia, de una edad mítica y de una isla encantada a la que traslada el mito de Ulises.

Cuando en 1942 publica una antología con el título Y de pronto anochece, reúne en ella lo más importante de su obra hasta ese momento. Está recogida en ese libro la producción más hermética de Quasimodo, desde Aguas y tierras a Nuevos poemas. Y en medio, dos cimas de la poesía italiana de la primera mitad del XX, Oboe sumergido y Erato y Apolo.

Los modelos estilísticos ungarettianos, la religiosidad, los mitos sicilianos y griegos, la naturaleza o la aspiración a lo absoluto o lo eterno vertebran unos libros en los que su poesía va depurándose en la búsqueda y en una apertura progresiva a la realidad, en un salir de sí mismo para acercarse a los demás.

El tono de esos textos oscila con frecuencia entre lo elegíaco y lo bucólico, de manera que el sentimiento de pérdida, la destrucción, el dolor o la soledad, transferidos metafóricamente a la naturaleza, a las voces astrales y a los mitos mediterráneos. Quizá sea Erato y Apolo la cumbre del hermetismo visionario y místico de Quasimodo, antes de que en Nuevos poemas se aproxime al resto de los hombres a través de la humanización del paisaje y de una mayor tendencia al diálogo con los demás.

Luego, la experiencia traumática de la guerra abre la segunda fase de Quasimodo, con su libro más discursivo, Día tras día, antes de volver a la temática de la isla siciliana con el surrealismo de El falso y verdadero verde y a la gran variedad de tonos y tendencias de La tierra incomparable antes de hacer balance en Debe y haber, el testimonio último de un Quasimodo sereno y ya cercano a la muerte y a los hombres.

La isla y el Mediterráneo, los caballos al galope y los pájaros en la noche forman parte de su imprescindible universo poético y de una obra levantada con la mirada compasiva y los versos oscuros o luminosos de una de las voces más notables de la poesía europea del siglo XX.

Ahora llega a su segunda edición la versión bilingüe de la poesía completa de Quasimodo, que tradujo Antonio Colinas para la excelente colección de poesía de la editorial Linteo. Con ella obtuvo en 2005 el Premio Nacional de Traducción que otorga el Ministerio de Asuntos Exteriores de Italia.


Santos Domínguez

21 diciembre 2007

Noviembre


Gustave Flaubert.
Noviembre.
Traducción de Olalla García.
Introducción de Lluís Mª Todó.
Impedimenta. Madrid, 2007.


De un episodio de iniciación amorosa que protagonizó Gustave Flaubert en octubre de 1840 surgió dos años después, en octubre de 1842, este Noviembre que edita Impedimenta con una nueva traducción de Olalla García y un prólogo de Lluís Mª Todó.

Con aquella experiencia iniciática Flaubert entraba en la madurez sexual y creativa. Su marca persistente reaparecerá en La educación sentimental, en Mme. Bovary o en Salammbó, pero antes servirá para completar este retrato del artista adolescente, una autobiografía romántica que es también la más acabada de sus obras de aprendizaje juvenil, su primera narración considerable y la última de sus confesiones, con la que daba por clausurada su juventud.

Porque Noviembre es el punto final del Flaubert romántico y el punto de partida del autor de algunas de las mejores novelas del XIX. Está aquí todavía el autor enamoradizo y soñador de las Memorias de un loco, el que se evade con la imaginación a lugares exóticos y vive obsesionado con la muerte, el que habita más en el pasado de la ensoñación melancólica que en el hastío y el desapego del presente.

Pero hay ya en esta novela corta, a pesar de ciertas persistencias de un espíritu visionario, señales que apuntan en otra dirección, hacia un alejamiento del narcisismo autobiográfico para explorar otras vidas, para practicar análisis y disecciones psicológicas, como llamó Flaubert a estas tentativas, que luego serían fundamentales para la apertura de nuevas vías narrativas, imprescindibles en sus grandes novelas.

La figura de Marie -mitad ángel, mitad demonio, como suele suceder con las figuras femeninas del Romanticismo-, que representa el deseo, la pasión y el arrepentimiento, reaparecerá parcialmente en Emma Bovary, en la Mme. Arnoux de La educación sentimental, y sus rasgos seguirán siendo perceptibles en algunos personajes femeninos de Salammbó o de Bouvard y Pécuchet.

No es ese el único motivo que hace de Noviembre un libro imprescindible para entender la producción posterior de Flaubert. Cierre y apertura de dos momentos en la evolución de su autor, es también una novela de aprendizaje literario, de adiestramiento técnico y no sólo sentimental.

Aunque declaró varias veces su aprecio por Noviembre, Flaubert no la quiso publicar, y hubo que esperar a 1910, treinta años después de su muerte, para una primera edición que permitiera calibrar su importancia como ejercicio estilístico, la tensión de su prosa y –lo que me parece más decisivo- los cambios en el punto de vista narrativo, con los que Flaubert empieza a mostrar su creciente capacidad novelística y su esfuerzo para construir personajes desde dentro.

La propuesta final de una nueva voz, la perspectiva de un narrador distante y objetivo, una voz ajena a los dos personajes, es un primer anuncio serio del virtuosismo novelístico de Flaubert.

Por eso Noviembre no es sólo la crónica de la transformación sentimental operada por la pasión erótica, es también la primera piedra sobre la que se levantaría el sólido edificio de algunas de las novelas más memorables del Realismo.

Santos Domínguez

20 diciembre 2007

De regalo


Joseph Conrad.
El corazón de las tinieblas.
Ilustraciones de Ángel Mateo Charris.
Traducción de Sergio Pitol.
Galaxia Gutenberg /Círculo de Lectores.
Barcelona, 2007.

El horror ilustrado en la edición que ha hecho Galaxia Gutenberg /Círculo de Lectores de El corazón de las tinieblas. A indagar en sus sombras y a hacer visible la oscuridad se ha dedicado Ángel Mateo Charris, que ha ilustrado la obra de Conrad con 28 óleos. Un espléndido homenaje para conmemorar el 150 aniversario del nacimiento del autor con la traducción canónica de Sergio Pitol.
El ilustrador ha entrado en el tenebroso corazón de la novela y del África colonial y ha ido pasando de un cromatismo marcado por la intensidad de la luz y el sol africanos a la tonalidad de las tinieblas que narra Conrad.



Pedro Salinas.
Obras completas. I Poesía. Narrativa. Teatro. II Ensayos completos. III Epistolario.
Edición de Enric Bou, Monserrat Escartín y Andrés Soria Olmedo.
Cátedra. Biblioteca Avrea. Madrid, 2007.

A la poesía completa de Pedro Salinas, tanto la publicada como la inédita y los poemas no recogidos en volumen; a toda su narrativa, desde el vanguardismo de Víspera del gozo a los relatos de El desnudo impecable y al teatro se dedica el primer volumen de las Obras Completas de Salinas en la Biblioteca Avrea de Cátedra.
El segundo tomo se ocupa de sus ensayos completos, desde el imprescindible estudio sobre la tradición y la originalidad en Jorge Manrique a sus asedios a la poesía modernista y del 27, pasando por la defensa del idioma en El defensor.
El tercer tomo, dedicado a su epistolario, aparecerá en enero y completará esta espléndida edición de una de las voces más significativas y fértiles de la poesía española contemporánea.



Juan Carrete Parrondo.
Goya.
Estampas.
Grabado y litografía.

Electa. Barcelona, 2007.

El catálogo de la obra gráfica completa de Goya: Caprichos, Desastres, Tauromaquia y Disparates, las cuatro series de su producción como grabador. En estos 287 grabados y litografías, magníficamente editados por Electa con introducción de Juan Carrete Parrondo, la ironía, la ambigüedad de su sentido o el patetismo hacen de Goya uno de los impulsores de la modernidad. En su obra gráfica, el alarde técnico es el cauce de expresión de su libertad artística y su capacidad de invención. Ética y estética en una obra viva, que contempla la realidad con una nueva mirada y la reinventa gráficamente en sus aguafuertes o sus litografías.




Alberto Manguel.
Diario de lecturas.
Traducción de José Luis López Muñoz.
Alianza Literaria. Madrid, 2007.
Hace unos años decidí volver a leer unos cuantos de mis libros preferidos y me sorprendió constatar cómo su intrincado mundo pasado parecía reflejar el brumoso caos social del mundo en el que estaba viviendo: un artículo de periódico quedaba repentinamente iluminado por cierta escena de una novela; un episodio medio olvidado era recobrado por cierto suceso ficticio; una sola palabra leída provocaba una larga reflexión. Decidí llevar un registro de tales momentos.Entre junio de 2002 y mayo de 2003, Manguel fue releyendo un libro por mes y completó el diario personal de un año de relecturas. Doce libros, de Bioy Casares a Kipling, de Cervantes a Wells. El resultado es este magnífico Diario de lecturas, con el que Manguel nos vuelve a regalar un libro de libros. Las abundantes ilustraciones reflejan la relación profunda que hay en Manguel entre vida y literatura, la cartografía de una existencia cotidiana marcada por la lectura.

Frances Erskine Inglis.
La vida en México.
Durante una residencia de dos años en ese país.

Traducción de Raquel Brezmes.
Rey Lear. Madrid, 2007.

El 27 de octubre de 1839 Frances Erskine Inglis, una mujer escocesa que luego sería Marquesa de Calderón de la Barca, embarcaba en Nueva York con rumbo a México, donde su marido había sido destinado como primer embajador español tras la independencia. Estuvo allí hasta enero de 1842, y al año siguiente publicó La vida en México, cincuenta y cuatro cartas en las que recogía con su irónica mirada europea las impresiones de aquella experiencia americana a través de la vida cotidiana y el pintoresquismo en aquel territorio convulso y peligroso.
El libro se imprimió primero en Boston, con prefacio del historiador William H. Prescott, y muy poco después en Londres con la mediación de Dickens.
La excelente edición de Rey Lear, que aporta una nueva traducción e incorpora abundantes pinturas y grabados contemporáneos de la autora, recupera una joya de la literatura de viajes escrita por mujeres.


Gavin Pretor-Pinney.
Guía del observador de nubes.
Traducción de Patricia Antón de Vez.Salamandra. Barcelona, 2007.

Nada en la naturaleza –escribe el especialista en nubes- puede competir con la variedad y el dramatismo de las nubes; nada está a la altura de su belleza sublime y efímera.
Tal vez por eso, las nubes tienen tanta importancia en la literatura, en la mitología y en la iconografía religiosa. Con un enfoque que combina el dato científico, la referencia literaria o pictórica y la experiencia primaria e irrepetible del que las observa, esta guía insólita para aprender a mirar las nubes reivindica la celebración de un pasatiempo que en muchas culturas es una imagen de la despreocupación relajada. Un libro fascinante que incluye un examen práctico para la obtención del diploma de observador de nubes.




Dietrich Schwanitz.
La cultura.
Taurus. Madrid, 2007.

Una nueva edición actualizada de un clásico con más de 1.000 fotografías e ilustraciones y nuevos materiales que aumentan la utilidad de una obra de consulta ya imprescindible. Un cuaderno de bitácora y un recorrido por la literatura, la filosofía o el arte en un libro presidido por la idea de que la cultura tiene una profunda dimensión vital.



Fernando García de Cortázar.
Historia de España desde el arte.
Planeta. Barcelona, 2007.

La historia visual de España a través del arte. Desde la cueva mágica de Altamira a la reciente ampliación del Museo del Prado a través de quinientas obras de arte en una obra que enfoca la Historia como crónica para enmarcar cada una de las obras de arte en su momento histórico y en su marco cultural.
Y así se muestra cómo Tiro entró en Gadir y vemos las noches medievales, aterradas y crédulas de los monjes de Cluny, la luz de América y el resplandor humanista del plateresco encendido de Salamanca, la utopía ilustrada de la Enciclopedia, los atardeceres del Romanticismo y la provocacón de la vanguardia.
Walter Benjamin utilizó el Angelus Novus de Paul Klee para imaginar al ángel de la historia y García de Cortázar ha pensado -y así lo declara textualmente- que una selección de arquitecturas, pinturas y esculturas pueden ser una estimulante guía para recorrer la Historia de España.



Gonzalo Torrente Ballester.
Los gozos y las sombras.
Alfaguara. Madrid, 2007.

En Pueblanueva del Conde, Carlos Deza, Cayetano Salgado, Doña Mariana, Juanito Aldán o Fray Ossorio dan cuerpo a un complejo cruce de conflictos personales, amorosos y políticos con el telón de fondo de una Galicia que se debate entre las tradiciones seculares de la vieja aristocracia feudal y la nueva burguesía adinerada que ha accedido al poder con la fuerza incontestable de su poder económico.
Cincuenta años después de la primera edición de El señor llega, la primera entrega de la serie, Alfaguara reedita en un solo tomo, en estuche y con pasta dura y sobrecubierta, la trilogía con la que Torrente Ballester entró en la historia mayor de la literatura. Una edición especial para una de las novelas fundamentales del siglo XX en España.



Ivan Morris.
El mundo del príncipe resplandeciente.
Prólogo y traducción de Jordi Fibla.
Atalanta. Gerona, 2007.

Un espléndido libro que reconstruye con rigor y amenidad la época cenital de la cultura japonesa que dio como resultado La historia de Genji, la primera novela de la historia de la humanidad. Traducida por Jordi Fibla, autor de la versión del Genji en esta misma editorial, no es una guía de esa obra imprescindible, sino más que eso: una descripción pormenorizada del ambiente cultural que hizo posible una figura como la de Murasaki Shikibu y la aparición de un libro como aquel. La red de relaciones culturales, religiosas, sociales o literarias con las que se tejió aquella narración en el periodo Heian, el papel de la mujer y las supersticiones son dilucidadas por Ivan Morris, que publicó este magnífico libro en 1964.




Rainer María Rilke.
Sobre el amor.
Alianza. Libros Singulares.
Madrid, 2007.

Una auténtica exquisitez que reúne en un volumen los mejores poemas y textos escritos por Rilke sobre el amor. El erotismo explícito (Ahora en ti penetro paso a paso /y alegre sube el semen como un niño) o la delicadeza (Mundo había en el rostro de la amada) de quien es uno de los poetas fundamentales del siglo XX queda de manifiesto en la espléndida selección realizada por Vera Hauschild, una gran conocedora de su obra, cuidadosamente traducida por Carmen Gauger.



Francisco Umbral.
Pío XII, la escolta mora y un general sin un ojo.
Planeta. Barcelona, 2007.

La posguerra de un adolescente y la provincia en una novela del mejor Umbral, el de la Leyenda del César Visionario, heredero en su prosa y en su enfoque del Ruedo Ibérico valleinclanesco. Memoria y esperpento de los 40, entre la milagrería, el patriotismo de las rutas imperiales y la miseria cotidiana.
Un texto brillante y melancólico, distante y doloroso por el que pasean espectrales y patéticos, justicieros y sanguinarios, Pío XII y Millán Astray, la Virgen de Fátima y la guardia mora de Franco. Estampitas y escapularios con indulgencias plenarias y purgatorios. Nunca como entonces el infierno fueron los otros.




William Edward Parry.
Viaje para el descubrimiento de un paso por el Noroeste.
El Nadir. Valencia, 2007.
Para celebrar el Año Polar Internacional la editorial El Nadir hace su particular homenaje al almirante William Edward Parry con la edición abreviada de su diario del tercer Viaje para el descubrimiento de un paso por el Noroeste.
El diario de
aquel tercer viaje de Parry en 1824, que fracasó en su intento de encontrar un paso entre los hielos del Noroeste de Canadá es lo que recoge este libro ilustrado sobre una expedición que buscaba un paso a través del Ártico durante el verano. Hasta 1985 no se logró aquel objetivo de atravesar aquellas rutas con rompehielos.
Lo que hubo antes fue la historia de una insistencia tenaz, de un sueño frustrado.


Samuel Pepys.
Diario. 1660-1669.
Traducción y prólogo de
Joaquín Martínez Lorente.
Espasa. Madrid, 2007.

El diario que Samuel Pepys escribió entre 1660 y 1669. La historia privada del hijo de un sastre, de un hombre humilde que ocupó cargos de relevancia en la época de Carlos II. Y junto a los datos triviales que aluden al canto de un mirlo, al efecto de una medicina tomada la noche anterior o a las preocupaciones de la vida diaria, el fresco irrepetible de un país que estaba en manos de un irresponsable con título de rey, el testimonio de primera mano de quien frecuentó la corte y las tabernas y quiso denunciar las corrupciones o revelar la incapacidad de algunos personajes públicos. Empezó a escribir el Diario a los 27 años, cuando comenzaba su ascenso, y lo mantuvo durante una década, hasta que la ceguera le obligó a interrumpirlo. Su intención no era literaria, pero en pocos libros se sugiere la vida de una manera tan intensa y cercana.


Santos Domínguez