12 diciembre 2007

Navidades de libro. Narrativa española

Ramiro Pinilla,
Antonio B. el Ruso, ciudadano de tercera.
Tusquets. Barcelona, 2007.

La recuperación imprescindible de una novela que llevaba tiempo agotada. Antonio B. el Ruso, ciudadano de tercera es una narración escrita en primera persona con la fuerza perturbadora y testimonial de quien fue a la vez una víctima y un resistente. La vida de ese hombre entre los años treinta y el comienzo de la transición posfranquista es uno de los mejores relatos sobre la durísima España de la posguerra. Elaborada sobre la base de personajes reales y con información de primera mano, es una demostración sobrecogedora de cómo la realidad supera en dureza y humillaciones la capacidad imaginativa de cualquier lector. El prólogo, escrito por Pinilla en 2007 para esta reedición, da cumplida noticia de la génesis de esta espléndida novela-biografía contada por su propio protagonista.




Luis Mateo Díez.
La gloria de los niños.
Alfaguara. Madrid, 2007.


Desde su portada, La gloria de los niños, la última novela de Luis Mateo Díez reivindica la estética del neorrealismo y la picaresca. Ambientada en la posguerra, su tono es el de los cuentos infantiles de búsqueda y maduración. Su protagonista, Pulgar, remite a esos relatos orales y, con Dickens al fondo, es el eje de una fábula con pruebas y laberintos en una ciudad de sombras y ruinas y callejones expresionistas. Una exploración del sentido del mundo y la existencia.



Pablo Andrés Escapa.
Voces de humo.
Páginas de Espuma. Madrid, 2007.

Si su primer libro, Las elipsis del cronista, fue la revelación de una de las voces de más calidad de la narrativa española actual, Voces de humo es no sólo una confirmación de la importancia de Escapa, sino un escalón más en un camino de perfección que maravilla al lector de estos textos memorables. El autor convoca en sus catorce relatos a unas voces tan huidizas como el humo del ferrocarril que recorre la vía entre Ponferrada y Villablino por un territorio mítico, la Badabia/Babia, en el Noroeste de León, más allá del Bierzo. De ese espacio, que es tanto un territorio como una divagación melancólica sobre el paraíso perdido y la edad de oro, surge esta reunión de voces conjuradas por la prosa espléndida de Escapa.



Paco Piquer Vento.
El caso del cadáver sonriente.
Rey Lear. Madrid, 2007.

Una novela con una sabia combinación de intriga policiaca y humor, que arranca con un cadáver de amplia sonrisa congelada en la cámara frigorífica de un restaurante japonés. A partir de ahí, un ex policía, Prudencio Lavandeira, reconvertido en detective privado, investiga el caso en Barcelona, con la ayuda de Niruhito Maremoto, cocinero catalán. Con esta novela, contada con agilidad, oficio y dominio del diálogo, Paco Piquer Vento obtuvo el X Premio Francisco García Pavón de Narrativa.



Antonio Orejudo.
Fabulosas narraciones por historias.
Tusquets. Barcelona, 2007.


Quienes la leyeron en su primera edición en 1997, cuando fue Premio Tigre Juan, no la habrán olvidado y ahora volverán a ella con renovado gusto. Quienes no tuvieron entonces esa suerte, tienen ahora el regalo envidiable de poder descubrir una de las mejores novelas españolas de las últimas décadas. Quizá la más divertida.
Ambientada en el Madrid de los años veinte en la Residencia de Estudiantes, sus protagonistas ponen en peligro, a base de novatadas y sabotajes de conferencias, el proyecto mafioso de ingeniería cultural que era la incipiente generación del 27 . Provocadora y paródica, irreverente e irónica, sus tres protagonistas están a punto de cometer un atentado contra la historia de la literatura.
Por sus páginas pasean Juan Ramón Jiménez, Lorca, Unamuno, Ortega o Primo de Rivera en una fiesta continua y sorprendente, en un Madrid que era entonces todavía una fiesta.




Agustín Gómez Arcos.
El cordero carnívoro.
Prólogo de Luis Antonio de Villena.
Traducción de Adoración Elvira Rodríguez.
Cabaret Voltaire. Barcelona, 2007.


Cuando van a cumplirse diez años de la muerte de Agustín Gómez Arcos (1933-1998), Cabaret Voltaire sigue en su empeño de recuperar la memoria histórica publicando la obra del más exiliado de los exiliados españoles de la posguerra, traducido a catorce idiomas y poco o nada editado en castellano.
Gómez Arcos, del que ya apareció en esta misma editorial el estremecedor El niño pan, obtuvo en 1975, con El cordero carnívoro, el premio Hermès a la mejor novela francesa. Esta es la primera traducción al español de una obra que reflexiona sobre la muerte, la homosexualidad, la libertad y la religión desde la incorrección política y la provocación. Los 25 primeros años de vida de un muchacho en la Andalucía de los años 50 y 60, narrados con la fuerza de la primera persona y el estilo directo y potente de Gómez Arcos.


Mutantes.
Narrativa española de última generación.
Berenice. Córdoba, 2007.

Con selección y prólogos de Julio Ortega y Juan Francisco Ferré, Berenice publica esta antología de la narrativa española reciente. Una muestra amplia, heterogénea y ecléctica de veinte narradores de los que, pese a su desigualdad o tal vez por eso, saldrá el canon de los próximos años, con nombres como Germán Sierra, Eloy Fernández Porta o Isaac Rosa.
La narrativa más nueva, innovadora o avanzada a través de la novela o el relato corto, el género mutante por excelencia.





Antonio Pérez-Ramos.
Gógol en el Palacio de El Pardo.
Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores.
Barcelona, 2007.


La sátira y la reflexión, lo testimonial y el esperpento se conjugan en esta novela sorprendente, con tanta desmesura como calidad literaria. Carmen Polo, la primera dama del franquismo, despierta un día y descubre que ha perdido el chiflito de hacer pipí. No será la última ni la menor de las sorpresas de esta novela en la que la búsqueda del vellocino de oro encuentra una de sus variantes más divertidas. Imaginativa y sarcástica visión de una España no demasiado lejana, por la que desfila la alucinante corte de los milagros de las postrimerías franquistas.




Arturo Pérez Reverte.
Un día de cólera.
Alfaguara. Madrid, 2007.

Como un día de cólera, no como un movimiento patriótico, presenta Pérez Reverte la explosión popular del 2 de mayo de 1808 que fue el inicio de la Guerra de la Independencia. Galdós lo contó de manera inolvidable y esta novela vuelve a narrar con tono documental aquellos hechos desde dentro, desde el punto de vista de quienes agitaron la calles de Madrid aquel día.
No fueron muchos, no se levantó la nación en armas: fue un motín callejero, un estallido de ira española que duró un día y luego se manipuló como símbolo patriótico. Lo llamativo es que aquella algarada tuviera consecuencias tan duraderas en la historia de España y secuelas dolorosas para aquellos ilustrados que tuvieron que elegir entre el progreso que significaban las ideas francesas y la vuelta al oscurantismo reaccionario y clerical que se agazapaba detrás de la chusma de menestrales alzados en armas. Las consecuencias aún hoy, doscientos años después de aquel desgraciado día de cólera, siguen siendo visibles. Las dos Españas, la de la cólera y la de la idea, también.


Pepe Monteserín.
La lavandera.
Lengua de Trapo. Madrid, 2007.


Un suicidio, el de Manuel Acuña, y lo contrario de un suicidio, mi supervivencia: eso voy a contar. Una vida breve, que me llevará muchas páginas, y otra larga, sumida en el agua, terca como un manatí.
Así comienza La lavandera, la última novela de Pepe Monteserín. Una narración escrita con excelente pulso que empieza siendo una biografía del poeta suicida y mexicano Manuel Acuña contada por su lavandera y va mucho más allá, para dar las claves intrahistóricas del México revolucionario. Con ella obtuvo el premio Lengua de Trapo de Novela.


Santos Domínguez

11 diciembre 2007

Navidades de libro. Narrativa extranjera


Vasili Grossman.
Vida y destino.
Traducción de Marta Rebón.
Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores.
Barcelona, 2007.


Esta es la primera edición íntegra en España de Vida y destino, de Vasili Grossman. Sin duda alguna uno de los mejores libros publicados este año y probablemente una de las grandes novelas del siglo XX, comparable a Guerra y paz. Con el Holocausto nazi y la batalla de Stalingrado al fondo, con los ejércitos alemán y soviético librando una fase decisiva de la Segunda Guerra Mundial, Grossman construye sobre la base de la bondad y la piedad el relato coral e inolvidable del sufrimiento de quienes fueron víctimas del estalinismo y del nazismo, dos variantes de la utilización criminal del Estado. Una de esas pocas novelas que dejan una huella indeleble en el lector.




Carson McCullers.
El aliento del cielo.
Traducción de
José Luis López Muñoz y María Campuzano.
Seix Barral. Barcelona, 2007.

Todo lo que sucede en mis relatos me ha sucedido o me sucederá. En esa declaración, tan confesional como inquietante, se resume el mundo narrativo de Carson McCullers. El aliento del cielo, con prólogo y comentarios de Rodrigo Fresán, es una recopilación de los cuentos de la estadounidense. Además de sus relatos breves, el volumen incluye Reflejos en un ojo dorado, La balada del café triste y Frankie y la boda, sus tres novelas cortas. De los diecinueve textos restantes sólo seis se habían publicado en español. Algunos de ellos son la prehistoria de su excelente primera novela, El corazón es un cazador solitario. El prólogo, la cronología y los apuntes de Rodrigo Fresán al frente de cada relato son un valor añadido de esta edición imprescindible traducida por José Luis López Muñoz y María Campuzano.




Mark Haddon.
Un pequeño inconveniente.
Traducción de Patricia Antón.
Alfaguara. Madrid, 2007.


El autor de El curioso incidente del perro a medianoche, una de las novelas más originales y de más éxito de los últimos años, vuelve con la historia de un pensionista al borde de la locura y del suicidio a causa de los secretos familiares. El protagonista, un inglés reservado que empieza a perder la cabeza y confía en recuperar el juicio con sentido común. La incomunicación se irá revelando como la clave de un mundo presentado con una mezcla de elementos cómicos y trágicos que no dejarán indiferente al lector.




Varlam Shalámov.
Relatos de Kolimá. Volumen I.
Traducción de Ricardo San Vicente.
Minúscula. Barcelona, 2007.

El infierno blanco de Kolimá, en Siberia. El paisaje de la taiga, los sufrimientos en los campos de trabajo, la injusticia y el dolor. Para huir del grito silencioso, Shalámov, de cuyo nacimiento se cumple ahora un siglo, utiliza la intensidad del relato breve como un etnólogo en tierra de salvajes que, aunque sabe que es imposible expresar el horror, acomete el intento de narrarlo en los treinta y tres relatos siberianos de este volumen, el primero de los seis que constituyen el ciclo que Minúscula va a publicar completo en español por primera vez con una excelente traducción de Ricardo San Vicente.


Sam Savage.
Firmin.
Traducción de Ramón Buenaventura.
Seix Barral. Barcelona, 2007.

Un libro escrito para gente que siente pasión por los libros. (Donna Leon)
Sam Savage es uno de esos contados escritores que parecen surgir de la nada y Firmin es uno de esos contados libros que parecen haber caído del cielo (o, mejor dicho, ascendido desde el sótano) para sorprendernos y deslumbrarnos. (Rodrigo Fresán)
Una estupenda fábula sobre los poderes transformadores, prodigiosos, de la literatura. ( Justo Navarro)
Un breve y mordaz tratado de crítica literaria. (Pere Gimferrer)

Todo eso, y más, es Firmin, la novela de Sam Savage que edita Seix Barral con traducción de Ramón Buenaventura. Protagonizada por una rata bostoniana que vive royendo páginas (Bueno para leer, bueno para comer) entre montañas de libros, será uno de los libros más regalados y leídos en estas Navidades.




Davide Longo.
El comedor de piedras.
Traducción de Patricia Orts.
Lengua de Trapo. Madrid, 2007.


Una excelente narración de Davide Longo (Carmagnola, 1971), planteada con el envoltorio de la novela negra y que va más allá de la investigación de una muerte para convertirse en una reflexión sobre las vidas de quienes se sitúan al margen de la sociedad y del mundo. Con una dureza que renuncia a cualquier tipo de concesiones, Davide Longo, uno de los más interesantes novelistas italianos, realiza en El comedor de piedras un análisis radical e irónico de los comportamientos humanos de unos personajes complejos. Marginales o integrados, siempre problemáticos.



Irène Némirovsky.
El ardor de la sangre.
Traducción de José Antonio Soriano Marco.
Salamandra. Barcelona, 2007.


Pocos meses después de convertirse en otro éxito de ventas en Francia, Salamandra publica El ardor de la sangre, una nueva novela de Irène Némirovsky. La empezó a escribir hace setenta años y ha permanecido inédita hasta su reciente descubrimiento.
Relato de un crimen rural en los años treinta, la crueldad, las pasiones subterráneas y primitivas como la tierra, el agua y la sangre ardiente en un fuego sordo y oculto. La piedad y la búsqueda de la felicidad vuelven a convertirse en los ejes de una historia oscura en un universo narrativo inconfundible, narrado con intensidad y soltura y felizmente recuperado.



Norman Mailer.
El castillo en el bosque.
Traducción de Jaime Zulaika.
Anagrama. Barcelona, 2007.


A los pocos días de su muerte se publica en España El castillo en el bosque, la última y turbadora novela de Norman Mailer. Tan directamente provocadora y polémica como todo lo que escribió, Mailer cuenta la infancia de Adolf Hitler utilizando como narrador a D. T., un antiguo oficial de las SS que tiene que comprobar la limpieza de sangre de aquel monstruo:

Pueden llamarme D. T. Es la abreviatura de Dieter, un nombre alemán, y D. T. servirá, ahora que estoy en Estados Unidos, un país curioso. Si recurro a mis reservas de paciencia es porque el tiempo aquí transcurre sin sentido para mí, un estado que a uno le incita a rebelarse. ¿Será porque estoy escribiendo un libro? Entre mis colegas de antaño, tuvimos que jurar que nunca tomaríamos una iniciativa semejante. Al fin y al cabo, yo era miembro de un grupo de inteligencia incomparable. Clasificado como las SS, Sección Especial IV-2a, estaba bajo la supervisión directa de Heinrich Himmler.


Alexandr Nikoláievich Afanásiev.
Leyendas populares rusas de santos, diablos, milagros y maravillas.
Traducción de Eugenia Bulátova, Elisa de Beaumont Alcalde
y Liudmila Rabdanó.
Edición y estudio preliminar de José Manuel Pedrosa.
Páginas de Espuma. Madrid, 2007.


Prohibidas en la Rusia de los zares, relegadas al olvido en la URSS, desconocidas en el resto del mundo, las Leyendas populares rusas (1859) de Alexandr Nikoláievich Afanásiev contienen el alma de la vieja Rusia campesina, supersticiosa y fascinante, triste y mágica. De los mitos sobre la creación del mundo a las leyendas orales e inquietantes, unos relatos para contar al amor de la lumbre mientras fuera sopla inclemente el viento de la estepa y cae la nieve sobre la tierra negra y las almas de los labradores y los viajeros pobres.



Jim Dodge.
Introitus lapidis: una epopeya alquímica.
Prólogo de Thomas Pynchon.
Traducción de Mónica Sumoy Gete-Alonso.
Alpha Decay. Barcelona, 2007.


Precedida de un prólogo memorable de Thomas Pynchon, Alpha Decay publica Introitus lapidis, la tercera novela de Jim Dodge, un escritor tan secreto y poderoso como el prologuista, que le dedica al libro adjetivos como irreverente y sensible, mágico y americano.
El gobierno de los EE.UU. custodia un enorme diamante esférico extraterrestre de tres kilos: la Piedra Filosofal. En torno a ella se organiza esta novela iniciática, una odisea moderna sobre la búsqueda del conocimiento y de uno mismo. Entre la demanda del grial y la conjura de los necios, una novela sorprendente, descabellada y divertida.



Herbert Rosendorfer.
El constructor de ruinas.
Traducción de Roberto Bravo de la Varga.
Acantilado. Barcelona, 2007.

Herbert Rosendorfer (Bolzano, 1934) hizo con El constructor de ruinas (1969), que publica en España Acantilado, el relato de un viaje en tren en el que van surgiendo una serie de historias fantásticas:
Quien sube a un tren en el que seiscientas monjas emprenden una peregrinación a Lourdes se alegra de encontrar un compartimiento para él solo, aunque al entrar le llame la atención un leve silbido de un tono extraño y, más todavía, el frío del ambiente en el que flota un olor acre.

Entre el humor y el absurdo, en estos relatos convocan en su tono y sus enfoques a Buster Keaton y a Kafka, a Ionesco y a Cortázar para ir siempre un poco más allá de lo grotesco o lo irónico. Lo disfrutarán los muchos lectores que buscan fabulación en estado puro. Rosendorfer será una sorprendente revelación para ese lector ávido de que le cuenten historias.



Carlo Levi.
El reloj.
Traducción de Carlos Manzano.
Gadir Ficción. Madrid, 2007.


Con traducción de Carlos Manzano, Gadir publica El reloj, una novela de Carlo Levi ambientada en la posguerra italiana. Con técnica documental, casi cinematográfica, y una admirable combinación de capacidad narrativa y voluntad analítica, El reloj es un excelente fresco de los ambientes romanos y napolitanos a través de una galería viva de personajes en movimiento y una reflexión sobre las circunstancias políticas que provocaron el fracaso de un proyecto político, el modelo bipartidista y la larga hegemonía de la Democracia cristiana italiana.

Santos Domínguez

10 diciembre 2007

Cuentos contados dos veces


Nathaniel Hawthorne.
Cuentos contados dos veces.
Traducción de Marcelo Cohen.
Acantilado. Barcelona, 2007


Nathaniel Hawthorne (1804-1864) es, junto con Poe, Melville o Twain, uno de los grandes prosistas norteamericanos del XIX.

Los treinta y seis relatos que agrupó en estos Cuentos contados dos veces que publica Acantilado cimentaron una fama que crecería con La letra escarlata y La casa de los siete tejados.

Se publicaron en 1837, amparados en un título shakespeareano (La vida es tan tediosa como un cuento contado dos veces, El rey Juan), con tratamientos alegóricos y centrados en temas como la culpa y el castigo, los laberintos de la conducta y la conciencia moral o el orgullo.

Lo sobrenatural, lo mágico y el horror recorren muchos de estos cuentos inquietantes, en los que se decanta definitivamente lo mejor de la tradición romántica. Pero su intención declarada de reflejar la vida real, su actitud meditativa y no pasional le sitúan ya en el camino del realismo. Lo explica en el Prefacio que escribió en 1851 para la reedición de estos cuentos.

Y añade estas líneas, que lo muestran como un maestro en el arte de crear atmósferas para la lectura de estos textos crepusculares sobre un mundo de sombras y brillos dorados:

El libro, si quieren ustedes ver algo en él, demanda ser leído en la clara, rojiza atmósfera del crepúsculo en que fue escrito; abierto a pleno sol, tenderá a parecer un conjunto de páginas en blanco.

Cuando Poe reseñó estos cuentos de Hawthorne en el Graham’s Magazine (Los relatos de Hawthorne pertenecen a la región más elevada del arte, un arte sometido al genio de un orden sublime) quizá ni uno ni otro sabían que con aquel artículo fijaba la naturaleza del relato en la unidad de efecto y firmaba la partida de nacimiento de una de las direcciones fundamentales del cuento contemporáneo.

Relatos como Wakefield, El experimento del doctor Heidegger o Los siete vagabundos forman, desde entonces, parte esencial del canon imprescindible del relato.

Santos Domínguez

09 diciembre 2007

Humanismo y Renacimiento


Humanismo y Renacimiento.
Antología de textos.

Selección de Pedro R. Santidrián.
Alianza Editorial. Madrid, 2007.


En su colección El Libro de Bolsillo, Alianza Editorial publica una espléndida antología de textos de humanistas italianos de los siglos XV y XVI.

La ha prologado, traducido y anotado Pedro R. Santidrián, que propone en ella una selección de los textos más representativos de aquel movimiento cultural que estuvo en la raíz del Renacimiento y sentó las bases de la modernidad desde ciudades italianas como Florencia, a la que aquí se presta especial atención.

Lorenzo Valla, Marsilio Ficino, Angelo Poliziano, Pico della Mirandola, Pietro Pomponazzi, Baldassare Castiglione y Francesco Guicciardini son los siete autores seleccionados. Su influencia benéfica extendió por Europa una nueva imagen del hombre en torno a dos claves: la modernidad y la universalidad en un movimiento proteico y camaleónico, como definía Pico della Mirandola al hombre.

El elogio de la elegancia de la lengua latina y la defensa del libre albedrío en Lorenzo Valla, un comentario de Marsilio Ficino sobre El Banquete de Platón, el brillante Discurso sobre la dignidad del hombre, de Pico della Mirandola, o una selección de varios pasajes de El Cortesano de Castiglione son algunos de los textos que cimentaron una nueva imagen del hombre y le propusieron un nuevo papel en el mundo.

La verdad, la libertad, la recuperación de los valores del mundo clásico perfilaron aquel movimiento humanista, definido como “un ideal, un quehacer, un método y unos principios” por Pedro R. Santidrián, que ha colocado al frente de cada uno de los textos un estudio introductorio y una útil aproximación al mundo ideológico de sus autores.

Santos Domínguez

05 diciembre 2007

De banquetes y batallas


Javier Murcia Ortuño
De banquetes y batallas.
Alianza Editorial. Madrid, 2007.


La antigua Grecia a través de su historia y sus anécdotas se subtitula este amplísimo compendio de información sobre el mundo griego clásico que ha preparado Javier Murcia Ortuño para el libro de bolsillo de Alianza Editorial.

La virtud de la obediencia en aquella Esparta domadora de hombres, un recorrido por los reyes, los nobles y los sabios de la antigüedad, la ambición de ser el primero que llevó a las tiranías, la necesidad de abatir a los soberbios, la búsqueda de la belleza, la sabiduría y el verdadero conocimiento, la figura de Alejandro, el más extraordinario de los hombres, o los juegos fúnebres son los apartados que trata el libro antes de un brillante epílogo sobre la fama y la gloria.

A través de una generosa recopilación de textos sobre personajes, acontecimientos y costumbres de la antigua Grecia, Javier Murcia da cuenta de un mundo complejo, evocado y descrito mediante el rastreo minucioso de los testimonios de autores antiguos griegos y romanos.

Ese es el mérito del autor, que no se ha limitado a hacer de este libro una mera yuxtaposición recopilatoria de las historias y las anécdotas, sino que las ha situado en un contexto que las explica y que nos transmite una imagen completa de aquella cultura y aquella mentalidad clásica con una amenidad que no renuncia al rigor y a la profundidad de enfoque.

Fuentes literarias, mapas y un minucioso índice onomástico que permite la consulta rápida de episodios y situaciones, completan este volumen de lectura agradable y fácil.

Santos Domínguez

04 diciembre 2007

La puta de Babilonia


Fernando Vallejo.
La puta de Babilonia.
Seix Barral. Barcelona, 2007.


El colombiano Fernando Vallejo ha escrito en La puta de Babilonia, con el rigor y la excelente prosa a que tiene acostumbrados a sus lectores, un valiente alegato que renuncia al eufemismo y desenmascara las prácticas de una institución eclesiástica demasiado apegada a los intereses terrenales y al poder político y económico.

Lo publica Seix Barral y es un ajuste de cuentas con la Iglesia de Roma, la puta de Babilonia del Apocalipsis, a través del sumario de crímenes perpetrados en nombre de la fe y de Cristo desde su acceso a los poderes terrenales con el emperador Constantino. Mil setecientos años de sangre derramada y de carne de hereje quemada en las hogueras del Santo Oficio.

Su tono está claro desde el primer párrafo, que no engaña a nadie acerca de lo que se va a encontrar después:

LA PUTA, LA GRAN PUTA, la grandísima puta, la santurrona, la simoníaca, la inquisidora, la torturadora, la falsificadora, la asesina, la fea, la loca, la mala; la del Santo Oficio y el índice de Libros Prohibidos; la de las Cruzadas y la noche de San Bartolomé; la que saqueó a Constantinopla y bañó de sangre a Jerusalén; la que exterminó a los albigenses y a los veinte mil habitantes de Beziers; la que arrasó con las culturas indígenas de América; la que quemó a Segarelli en Parma, a Juan Hus en Constanza y a Giordano Bruno en Roma; la detractora de la ciencia, la enemiga de la verdad, la adulteradora de la Historia; la perseguidora de judíos, la encendedora de hogueras, la quemadora de herejes y brujas; la estafadora de viudas, la cazadora de herencias, la vendedora de indulgencias; la que inventó a Cristoloco el rabioso y a Pedropiedra el estulto; la que promete el reino soso de los cielos y amenaza con el fuego eterno del infierno; la que amordaza la palabra y aherroja la libertad del alma; la que reprime a las demás religiones donde manda y exige libertad de culto donde no manda; la que nunca ha querido a los animales ni les ha tenido compasión; la oscurantista, la impostora, la embaucadora, la difamadora, la calumniadora, la reprimida, la represora, la mirona, la fisgona, la contumaz, la relapsa, la corrupta, la hipócrita, la parásita, la zángana; la antisemita, la esclavista, la homofóbica, la misógina; la carnívora, la carnicera, la limosnera, la tartufa, la mentirosa, la insidiosa, la traidora, la despojadora, la ladrona, la manipuladora, la depredadora, la opresora; la pérfida, la falaz, la rapaz, la felona; la aberrante, la inconsecuente, la incoherente, la absurda; la cretina, la estulta, la imbécil, la estúpida; la travestida, la mamarracha, la maricona; la autocrática, la despótica, la tiránica; la católica, la apostólica, la romana; la jesuítica, la dominica, la del Opus Dei; la concubina de Constantino, de Justiniano, de Carlomagno; la solapadora de Mussolini y de Hitler; la ramera de las rameras, la meretriz de las meretrices, la puta de Babilonia, la impune bimilenaria tiene cuentas pendientes conmigo desde mi infancia y aquí se las voy a cobrar.

Con prosa torrencial, como se ve, apasionada y sin concesiones a la correccción política ni tendencia a andarse por las ramas, Fernando Vallejo hace en esta obra un exorcismo con sus demonios personales, que resultarán familiares también para muchos de sus lectores.

Más de trescientas páginas de buena prosa continua, sin capítulos y en un monólogo narrativo de inusual fuerza persuasiva y con un enfoque que sitúa este libro en la mejor tradición del ensayo: la que desde Montaigne conecta con el pensamiento ilustrado y las propuestas críticas provocadoras.

Será piedra de escándalo para algunos, pero su rigor intelectual, su pulso narrativo y su fuerza persuasiva harán que la aprecien y la agradezcan muchos lectores.

Y que nadie se confunda: las críticas afectan a Lutero y al protestantismo y a Mahoma, el Corán y el islamismo, porque no hay razón para que estos fanatismos monstruosos (…) perduren un día más. Ha llegado la hora de decirles basta.

La historia de la Iglesia es la historia de la persecución inmisericorde del discrepante, a sangre y fuego, del heterodoxo. Con una sabia y efectiva combinación de fuentes documentales y desahogos personales, de rigor histórico y subjetividad, Fernando Vallejo ha escrito una obra que hace no mucho hubiera acabado en la hoguera, purificada por el fuego, seguramente en compañía de su autor.

Y no por falta de ganas, sino porque ya Ratzinger nada tiene. Ni siquiera dientes. Es un inquisidor desdentado que ya no puede torturar ni quemar por más que le nazca del alma. Mentir sí, y extender la mano y expoliar viudas.

Santos Domínguez

03 diciembre 2007

Las vidas de Joseph Conrad


John Stape
Las vidas de Joseph Conrad.
Traducción de Ramón Vilà.
Lumen. Barcelona, 2007.



Lumen se suma a la conmemoración de los 150 años del nacimiento de Joseph Conrad, que se cumplen justamente hoy, 3 de diciembre, con la publicación de su biografía más reciente. Escrita por John Stape, que está considerado como el experto más solvente en Conrad, es el más completo de los estudios biográficos sobre el autor de La línea de sombra.

La personalidad compleja y elusiva de Conrad ha dificultado los intentos de aproximación a una vida en cuyas peripecias se confunden realidad y leyenda, biografía y ficción.

Más que de una vida se trata de varias vidas, como señala Stape en el título (The Severals Lives...), porque su compleja personalidad fue el resultado de múltiples experiencias marinas y de un cruce de diversas identidades culturales.

Conrad dejó escrito que había vivido tres existencias –la de polaco, la de marino y la de escritor. Se quedaba corto en esa declaración, como demuestra el biógrafo, que ha explorado la vida doméstica de Conrad en su intimidad cotidiana, sobre todo a través de los nueve tomos de su epistolario, que Stape, coeditor de esa correspondencia, ha manejado para recrear esa dimensión intrahistórica oculta.

Una reconstrucción minuciosa llevada a cabo con extraordinario rigor documental que incorpora abundante material fotográfico inédito, ocho mapas, varios árboles genealógicos y un quién es quién de las personas que formaron parte del círculo literario de Conrad y de su entorno familiar.

Desde su nacimiento, aquel 3 de diciembre de 1857, en Berdichev, un sitio perdido donde se casó Balzac, hasta la noche del 2 al 3 de agosto de 1924, la última de su vida, que pasó intranquilo y levantándose a cada momento, se narran aquí los sesenta y siete años de quien antes de ser uno de los grandes novelistas del siglo XX cruzó los mares del mundo como aprendiz, oficial y capitán; sus crisis de salud, la búsqueda de estabilidad y el desarrollo de una carrera literaria en inglés, una lengua que nunca habló bien y en la que sin embargo escribió como pocos.


Santos Domínguez

01 diciembre 2007

El poeta y su invención



Ángel Crespo.
El poeta y su invención. Escritos sobre poesía y arte.
Edición y prólogo de Pilar Gómez Bedate.
Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores.
Barcelona, 2007.


Los escritos sobre poesía y arte de Ángel Crespo han sido recopilados en El poeta y su invención, en la colección Ensayo de Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores, que publicó en 2005 una amplia antología de su obra poética en La realidad entera.

Dispersos en publicaciones especializadas o minoritarias, o inéditos hasta ahora, los ha reunido en las cinco partes de este volumen Pilar Gómez Bedate.

Poesía y vida, traducción, filosofía y arte son los ejes de este libro que traza un perfil completo de la personalidad intelectual, las lecturas y los intereses poéticos y artísticos de un Ángel Crespo polifacético y coherente: poeta, traductor y crítico de arte y literatura.

Habla aquí su autor (muchos de estos textos tienen un origen oral) de su relación con la poesía y de su propia obra, pero también de la poesía de aquellos a quienes tradujo, como Dante o Pessoa, o a los que editó, como el Juan Ramón de Guerra en España.

Otros textos aclaran sus afinidades electivas en el terreno del pensamiento y la literatura: de Schopenhauer y Nietzsche a William Carlos Williams o Miguel Labordeta, pasando por otros nombres como Yeats, Vallejo, Ungaretti o Carlos Edmundo de Ory.

La escritura poética, la vocación literaria, el hermetismo, el culturalismo o el realismo social son algunos de los temas sobre los que reflexiona Ángel Crespo. Quien habla allí, o quien escribe, es el fundador de revistas como Deucalión, el poeta que rememora su trayectoria en el postismo, el que conoció el abismo del exilio o el que medita sobre el grupo poético del 50, de cuya formación se declara testigo privilegiado.

Y está aquí representado también el poeta que se lee y se comenta a sí mismo en unos textos que iluminan su concepción de la poesía como voluntad de conocimiento, el traductor que reflexiona sobre el ideal de la traducción poética y sobre sus limitaciones, y el que descubrió a Pessoa a mediados de siglo y a partir de entonces lo tradujo y lo difundió en España.

La colección de escritos de Ángel Crespo se cierra con los dedicados a la crítica de arte, una tarea que realizó en Madrid en los años 50 y 60 y en los 80 y 90 en Barcelona, y con sus colaboraciones en distintos catálogos de pintores como Guinovart o Ràfols-Casamada y de fotógrafos como Toni Vidal.


Santos Domínguez

30 noviembre 2007

Gödel, Escher, Bach


Douglas R. Hofstadter.
Gödel, Escher, Bach.
Un eterno y grácil bucle.
Traducción de
Mario Ansaldo Usabiaga y Alejandro López.
Fábula. Tusquets. Barcelona, 2007.


La Ofrenda musical que compuso Bach por encargo de Federico el Grande es uno de los mejores ejemplos de la lógica de las construcciones autorreferenciales. Sus improvisaciones y variaciones son paralelos a los grabados de Escher y al teorema de la incompletitud de Gödel.

El paralelismo oculto entre los grabados de Escher y la música de Bach, su relación con las paradojas clásicas de los sofistas y el teorema de Gödel, que conmovió los pilares de la lógica matemática y el pensamiento científico del siglo XX es el punto de partida y el objeto de este clásico en que se ha convertido el ensayo Gödel, Escher, Bach. Un eterno y grácil bucle, que publicó Douglas R. Hofstadter en 1979.

La primera traducción que se hizo de este libro,
que había obtenido el Pulitzer y se había convertido en un fenómeno de ventas en Estados Unidos, fue la traducción al castellano que hizo en 1982 Mario Usabiaga en México.

La editorial Tusquets, que publicó en 1987 la traducción de Mario
Usabiaga, que ya había fallecido, revisada por Alejandro López sobre la versión anotada de esta obra, la reedita ahora en su colección Fábula.

En este ensayo los sistemas formales se convierten en objeto de estudio y centro de una propuesta que analiza significado y forma en Matemáticas, las sonatas de Bach y la relación entre fondo y figura en la pintura de Escher.

Sumado eso a l
a recursividad de la fuga y el canon bachiano, los patrones lingüísticos, las estructuras geométricas, las funciones matemáticas y los programas de ordenador completan una red de relaciones que permiten unir en una realidad similar las creaciones de Gödel, Escher y Bach. Y no sólo eso: esos tres constructos se relacionan con procesos mentales, sistemas de computación y pensamiento artificial que describen bucles de recursividad y son ejemplos de entrecruzamientos de sistemas que se vuelven autorreferencialmente sobre sí mismos.

Para no ser una excepción, este libro, esta obra de arte escrita por un sabio, acaba deviniendo en un bucle en el momento en que el capítulo final vuelve al comienzo de la obra para conectar otra vez mediante el esquema de la autorreferencialidad la música de Bach, la pintura de Escher y el teorema de Gödel.

Entre los diversos capítulos en los que se aborda la inteligencia humana o la artificial, los sistemas formales y sus limitaciones, las paradojas del lenguaje y el pensamiento, el isomorfismo y los problemas de filosofía de la ciencia o el debate sobre el significado, los diálogos tomados de Lewis Carrol o imitados de ese modelo funcionan como contrapunto ilustrativo de las tesis de cada apartado.

Con todo ello se crea en conjunto una atmósfera de racionalidad mágica que envuelve al lector de estas páginas de gran inteligencia creadora.

Luis E. Aldave

29 noviembre 2007

El enigma de la luz


Cees Nooteboom.
El enigma de la luz. Un viaje en el arte.
Traducción de Isabel Clara Lorda-Vidal.
Siruela. Madrid, 2007.

Cees Nooteboom realiza en El enigma de la luz, que acaba de publicar Siruela, un viaje hacia la belleza y el misterio de la pintura, un diálogo con el arte y consigo mismo en el que la mirada del escritor se detiene en la imagen con emoción, nostalgia, admiración o placer.

Transeúnte de la belleza y viajero constante, Noteboom ha escrito un ensayo en varios capítulos sobre la percepción del mundo en la pintura, una manifestación del enigma y la incertidumbre. Y lo ha hecho con una mirada intensa y profunda, limpia de apriorismos, una mirada que desde la inocencia y el despojamiento va más allá de la superficie del cuadro y no sólo mira, sino que escucha las historias que cuentan las pinturas: los enigmas de la luz en Hopper y Vermeer o de los grabados y los frescos de Tiépolo con su teatralidad, su delirio rococó y su técnica sin misterio, la naturaleza de Leonardo da Vinci y su agua sólida, el milagro de la pintura de Piero della Francesca en Arezzo, el autorretrato de Rembrandt, los interiores de Vermeer, los paisajes de Brueghel, los rostros sin ojos de Chirico y su autorretrato en La incertidumbre del poeta, el lado oscuro de la pintura en Friedrich en su cárcel autista y sus laberintos de niebla o las soledades urbanas de Hopper, uno de esos pocos pintores que inventan su propia luz.

El enigma de la luz es la narración de un viaje en busca de la revelación de la belleza por museos, iglesias y palacios de todo el mundo, en ese lugar intermedio donde confluyen la mirada del escritor y la del pintor, un lugar donde se oye en un cuadro de Vermeer, La lección de música interrumpida, la voz de una muchacha holandesa.

Porque la pintura tiene en Nooteboom una consistencia narrativa y propone un relato con argumento, personajes, ambientes y situaciones que no son el resultado del análisis técnico, sino el de la intuición del voyeur que ha escrito en estas líneas la clave del libro:

Un poeta que ama a un pintor no puede remediar ver los cuadros de este como seres vivos, como personas incluso, o, cuando menos, como objetos con un universo propio que el cuadro permite visualizar.

Santos Domínguez

27 noviembre 2007

Cuando fuimos los mejores


Aixa de la Cruz.
Cuando fuimos los mejores.
Almuzara. Córdoba, 2007.


Está siendo una de las novelas más comentadas en la red y en los foros adolescentes y va camino de convertirse en una referencia de la generación emergente de escritores jóvenes.

Se titula Cuando fuimos los mejores, como una canción de Loquillo, y la ha escrito Aixa de la Cruz (Bilbao, 1988), que compagina la afición a la música con la literatura y no es -como asegura un curioso bulo- un seudónimo de Loquillo.

Aixa pertenece a la quinta promoción de jóvenes creadores de la Fundación Antonio Gala, que la seleccionó por su novela inédita Tempestad. Lectora madura e inquieta, ha leído mucho y reconoce influencias tan variadas como la novela romántica del siglo XIX o escritores latinoamericanos como García Márquez o Vargas Llosa.

Este Cuando fuimos los mejores es su opera prima desde un punto de vista estrictamente editorial, aunque la soltura de su prosa, el manejo de las distintas voces en los diálogos, con una convivencia de estilos que encauzan la caracterización de los personajes, revelan a una narradora con cierta experiencia y con unas lecturas y unas vivencias bien asimiladas.

Con una frescura estilística propia de su edad y una hondura sorprendente en alguien tan joven, esta prometedora novela es también una reflexión compleja y desolada sobre un mundo y unos personajes problemáticos, contradictorios y vivos.

Con esta novela la editorial Almuzara abre la colección dedicada a la Fundación Antonio Gala, en la que irán apareciendo las obras más notables de los escritores de cada promoción.

La del año 2005, por lo que se ve, ha dado sus primeros frutos, sorprendentes, frescos y prometedores.

Santos Domínguez

25 noviembre 2007

El carnaval de la tecnociencia



Antonio Lafuente.
El carnaval de la tecnociencia.
Gadir. Madrid, 2007.


Como el diario de una navegación entre las nuevas tecnologías y los nuevos patrimonios ha definido en el subtítulo Antonio Lafuente, Doctor en Físicas e Investigador del CSIC, El carnaval de la tecnociencia, un libro que reúne una selección de los mejores post publicados en su blog Tecnocidanos.

Con propósito divulgativo, sin banalizaciones y con rigor en sus análisis, este es un libro dirigido a cualquier ciudadano de a pie, a los muchos tecnocidanos que han frecuentado su blog y a aquellos otros que, interesados en cuestiones de ciencia, tecnología y sociedad, lo conozcan ahora en este libro editado por Gadir.

La proximidad al lector en el tratamiento de temas científicos y en sus repercusiones en la sociedad hará fácil el acceso a un volumen que admite dos lecturas: la convencional, para lo que el libro se ha articulado en tres partes con breves capítulos (los post), y la consulta como un prontuario de actualidad científica, para lo que se ha elaborado un útil índice analítico de conceptos y temas.

Nuevos actores, nuevos procesos y nuevas prácticas se abordan en torno a tres ejes: las nuevas tecnologías, los nuevos patrimonios y las nuevas formas de ciudadanía con un sesgo divulgativo que los hace asequibles a un público amplio.

Porque este libro no sólo trata de la actualidad científica y su repercusión en la sociedad, sino que contiene una propuesta nueva: el derecho y la necesidad de participación del ciudadano en la ciencia, para “sacudirse el estigma de la modernidad que les condenó a ser el otro de la ciencia: la representación pública de los que no saben.”

El carnaval de la tecnociencia organiza sus argumentos en tres etapas:

1.-La participación ciudadana en la ciencia con la puesta en valor del conocimiento amateur y profano.
2.- Una segunda etapa sobre la importancia del experto en la gestión del mundo actual y las presiones que debe soportar.
3.- Por último, la tecnociencia y su capacidad para alterar el entorno compartido y las bases de nuestra vida en común.

Antonio Lafuente ha escrito un libro de crítica de la ciencia, con el convencimiento de que la ciencia no es un asunto exclusivo de científicos y para científicos. Lo que plantea el libro es un acercamiento de la ciencia al ciudadano común con un léxico comprensible, una invitación a la participación para evitar la privatización del conocimiento.

Quizá no se hubiera podido elegir un momento más oportuno, pues probablemente estemos ante la oportunidad de una nueva Ilustración a través de la revolución del conocimiento de Internet, la Wikipedia o los blogs. Y posiblemente las nuevas formas de transmisión del conocimiento tengan como primer y más decisivo efecto lo que el autor llama con brillantez y acierto la democratización de la mirada sobre el mundo, un conocimiento ni minoritario ni jerarquizado y una opinión no corporativa.

El libro es también, como indica su título, la crónica de un carnaval y un espectáculo en el que sin embargo – y voces como las de Lafuente lo demuestran de forma palmaria- no todo el mundo quiere hacer del conocimiento científico un negocio, un reducto de poder o un lugar reservado a una selecta minoría de tecnócratas que cultivan la oscuridad y el secreto.

Sus artículos cortos, directos y jugosos abordan todo un universo de cuestiones que suscita la reflexión sobre ciencia, tecnología, conocimiento y sociedad: la revolución de la escritura y las bibliotecas digitales, el altruismo y los números primos, la web y las radiaciones electromagnéticas, la genética recreativa o el Sida.

Temas muy variados, como se ve, pero con un factor común: su interés en la repercusión social de la ciencia y en su dignificación a través de las nuevas formas de acceso al conocimiento.

Luis E. Aldave

24 noviembre 2007

La razón y otras dudas


José Mateos.
La razón y otras dudas.
Pre-Textos. Valencia, 2007.


Como un raro híbrido que escapa a las clasificaciones se puede definir La razón y otras dudas, el último libro de José Mateos que publica Pre-Textos en su colección Textos y pretextos.

Hay en él algo de novela, de ensayo fragmentario, de literatura aforística y de diario, y tiene su indisimulado modelo en el machadiano Juan de Mairena. Y de la misma manera que no se debe confundir un heterónimo con un seudónimo, tampoco se debe identificar sin más matices a José Mateos con don Juan Espectro ni con don Eugenio Liendres, los dos heterónimos que vertebran este libro.

Un libro hecho con anotaciones y pensamientos que son la crónica del extravío de quien está solo y fuera del mundo, en un edificio que es la sede de la Escuela Popular de Docta Ignorancia que recuerda aquella Escuela Popular de Sabiduría Superior que según Mairena debería tener sólo dos cátedras: la de Sofística y la de Metafísica. De la actividad de esa Escuela de Docta Ignorancia proceden estas páginas que anotan, a través de sus decires y desdecires, recogidos por un discípulo suyo, y de las divinanzas escogidas de entre sus papeles dispersos, lo que dice la voz heterónima de Don Juan Espectro sobre el manicomio de las ideas modernas.

Una institución pedagógica destinada a combatir todas las soluciones y respuestas indudables frente a las falsas ilusiones de la razón.

Una verbena del no saber, una travesía por la perplejidad y la duda en la que lo importante es el desarrollo de la aptitud para el asombro, la curiosidad y la ignorancia a través de disciplinas como Lecturología, Física de lo imposible, Lenguas mudas y sobre todo Interrografía y Dudología para cultivar el rechazo del dogmatismo, pero también del relativismo y del escepticismo, porque unos y otros renuncian a la búsqueda que forma el espíritu humano.

Con los apuntes de sus clases y, después de su muerte en 1985, con las anotaciones de su diario y con los aforismos de las divinanzas, a lo largo de esas páginas se va desarrollando el pensamiento conservador y disperso de un antimoderno (Juan Espectro), un laberinto de incertidumbre donde existe la sed pero no el agua, y hay preguntas pero no respuestas.

Desconciertos y paradojas que recorren el libro desde el título al nombre de la institución de la docta ignorancia, escuela erigida por Don Juan Espectro, profesor de Metafísica, como Abel Martín, el maestro de Juan de Mairena.

Es la fe en la duda, la defensa de la capacidad creadora de la paradoja, o la duda como forma paradójica de la fe, de clara estirpe unamuniana en este heterónimo que es una síntesis de Mairena y San Manuel Bueno y tiene sus demonios intelectuales en los padres de la modernidad, en los filósofos de la sospecha, en Schopenhauer, Nietzsche, Freud o Cioran. Y hasta un antagonista un tanto simplón en ese Joaquín Metomentodo, condiscípulo del autor y caricatura gruesa del pensamiento progresista.

En una segunda parte paralela aparecen los decires y desdecires del señor don Eugenio Liendres también recogidos por un discípulo suyo y seguidos de las divinanzas.

Y así como Mairena superaba a su maestro Abel Martín, así también el lector encuentra la segunda parte, centrada en las reflexiones sobre poesía y arte de Don Eugenio Liendres, profesor de literatura y discípulo de Espectro, más interesante que la primera.

Las reflexiones sobre literatura, arte y poesía de este escritor regular y fino, pintor aficionado, quizá sean lo más fresco y apreciable del libro, lo más libre de apriorismos. Y sobre todo el donoso y polémico escrutinio que refleja las opiniones de un lector y lo retrata también como escritor.

Santos Domínguez

23 noviembre 2007

Noches áticas


Aulo Gelio.
Noches áticas. Antología.
Edición de Francisco García Jurado.
Alianza Editorial. Madrid, 2007.



En su biblioteca temática dedicada a los clásicos grecolatinos, el Libro de Bolsillo de Alianza Editorial publica una antología de las Noches áticas de Aulo Gelio, una miscelánea escrita en el siglo II.

Fueron muchas las noches invernales que Aulo Gelio dedicó a leer y escribir estos textos, muchos sus capítulos y sus páginas. Lo que ofrece esta edición preparada y traducida por Francisco García Jurado es una selección breve y enjundiosa de unos escritos nocturnos y áticos que anticipan, catorce siglos antes, algunas claves del género ensayístico de Montaigne, uno de los fundamentos de la modernidad literaria.

Precursores del ensayo moderno, de los jardines de flores curiosas renacentistas y de silvas como la de Pero Mexía, las Epístolas familiares de Guevara o el Sobremesa y alivio de caminantes, sus veinte libros reúnen los saberes escritos y orales de su época en un libro de libros.

Aulo Gelio vivió en una época de crisis del sistema de valores del Imperio y fue contemporáneo de Luciano y de Apuleyo. Sus Noches áticas reúnen en su título un tiempo, el de la vigilia lectora de la elucubración, y un lugar, Atenas, que era sinónimo de la inteligencia y el saber de la antigüedad.

El recuerdo a veces cómico de la vida y las ideas de los filósofos, la filosofía práctica en forma de diatriba cínico-estoica, la nostalgia de los maestros, un esbozo de historia y crítica de libros y poetas, una exploración de las etimologías o un recorrido por la vida cotidiana, por los prodigios y las adivinaciones.

Esos son los temas que recorren la biblioteca en la que Gelio reunió sus lecturas en forma de citas y paráfrasis para que las utilizara la literatura posterior. Cortázar lo aprovechó en ese otro libro de libros que es Rayuela, y Borges, que se olvidó sistemáticamente de citarlo, aprendió de él el arte de incorporar citas y pasajes ajenos.

Bioy Casares imitó el modelo de Gelio en De jardines ajenos y en Descanso de caminantes, y escribió este elogio de las Noches áticas:

Es uno de los libros que estimulan nuestra inteligencia, nuestra imaginación o nuestras ganas de vivir.

Santos Domínguez

22 noviembre 2007

Voces de humo


Pablo Andrés Escapa.
Voces de humo.
Páginas de Espuma. Madrid, 2007.


Escribir cuentos, como escribir poemas, es un trabajo delicado que no debe proceder nunca con prisas ni incurrir en traiciones a ese mundo que previamente se ha forjado el escritor.

Esa reflexión de Pablo Andrés Escapa (León, 1964), que forma parte de la Poética recogida en el colectivo El arquero inmóvil, resume las claves de su literatura, que se habían concretado hasta ahora en un primer libro de relatos de altísima calidad, Las elipsis del cronista (Páginas de Espuma, 2003).

Tanto en aquel libro como en estas Voces de humo, que acaba de publicar Páginas de Espuma, la palabra de Escapa tiene la consistencia y el peso específico de la palabra poética. Y esa virtud, que suele ocasionar un indeseable efecto antinarrativo, es aquí un elemento fundamental que hace del cómo (el tono, el enfoque, la voz narrativa) la materia esencial del cuento.

De esa manera en Escapa la escritura depurada es la consecuencia de otra depuración, la de los acontecimientos, a través de una progresión de borradores que acaban fundiendo ficción y realidad, espacio real e imaginario territorio mítico en una acabada forma literaria. Una escritura que arranca de la emoción y busca emocionar al lector con unos relatos de intensidad, tono y tiempo comunes con el poema.

El lector entra así en unos textos que le provocan una intensa fascinación verbal, a través de una palabra puesta al servicio de la sugerencia y la concentración expresiva, esa tensión del arco en la que Escapa ha metaforizado la virtud máxima del cuento.

En estas Voces de humo el autor convoca en sus catorce relatos a unas voces huidizas como el humo del ferrocarril que recorre la vía entre Ponferrada y Villablino por un territorio mítico, la Badabia/Babia, en el Noroeste de León, más allá del Bierzo. De ese espacio, que es tanto un territorio como una divagación melancólica sobre el paraíso perdido y la edad de oro, escribía Escapa en Las elipsis del cronista:

Badavia: Territorio fugitivo de los mapas que el sabio Alfonso mandó poblar en mil doscientos setenta y al que concedió un fuero. La manifestación visible de la Badabia coincide con una comarca montañosa al noroeste del antiguo reino de León. Abunda esa geografía evidente en montañas, hierba, ríos y rebaños. El viajero de paso por este terreno suele retener el color verde en la mirada y alguna parsimonia de esquilas en los oídos. De forma adicional sufre de melancolía a medida que se aleja del paisaje. La porción invisible de Badabia es inexplicable y motivo de beatitud secreta. Corrientes ocultas distraídas de las fuentes, o de las hojas de los árboles que el viento hace sonar, van ganando la imaginación del pasajero de la Badabia y precipitándolo a evasiones sosegadas y a ensueños de tranquilidad. Los límites de esta divagación, que unas veces se pierde como un humo azul monte arriba, otras se disipa en un horizonte de nubes, y alguna vez se ahonda y gira en un remanso del río, son desconocidos, pero se sabe que obran infatigablemente, al menos desde los tiempos del caballo Babieca. Los habitantes de la Badabia tienen la mirada evadida y son propensos a entretener en círculo las noches invernales. En esos concilios aquietados por la nieve, prospera la hermandad del fuego y la fabulación.

Espacio y tren se convierten en nexos de unión de estos relatos, que son una demostración de virtuosismo narrativo en su variedad de voces, tonos y enfoques por un territorio de leyenda, una geografía que inventa el ensueño con el humo de los trenes. Y a la vez que el paisaje, los personajes se elevan evocados por la palabra precisa y la intensa prosa de un escritor excepcional.

Coleridge definía la poesía como el resultado de las mejores palabras en el mejor orden. A ese planteamiento parece responder la prosa de Pablo Andrés Escapa, su buen oído y el ritmo armonioso de una frase limpia y natural de tan trabajada, las metáforas que crean un mundo animado por la mirada emocionada del caminante y habitado por personajes que saben lo difícil que es contar el mar y comprender al pájaro, descifrar la espiga y asentar el oro.

Una prosa tan deslumbrante como esta revitaliza y enriquece la larga tradición de narradores del noroeste, como Valle, Cunqueiro, Pereira o Aparicio. Y nos transporta a un valle de saberes ancestrales, a las tradiciones milenarias y a los relatos orales de una tierra de carbón y castaños, robles y filandones. Y una emoción constante recorre, como el viajero, esas vías y esos relatos para llegar al lector de este libro excepcional y contagiarle esa emoción del paisaje y de las noches del lobo, de sombra de las nubes sobre la hierba del valle o las galerías subterráneas del carbón cuando la noche parece inventada sólo para oír historias a la luz de una hoguera.

Cuando se habla de libros de una prosa tan acabada, al lector experto podría asaltarle la duda de la inconsistencia de lo narrado o la endeblez de los personajes. Nada de eso. Escapa nos deja aquí personajes inolvidables y profundos como Ezequiel el recadero, el minero José Puga o Don Laureano el maestro. Y relatos tan memorables como De los mares en calma, Memoria de las virutas rubias, Cielo distante o Ida y vuelta.

Con una cuidada estructura que dota al libro de un equilibrio y una armonía paralelos a los de su prosa, de una belleza inusual, las cuatro secciones del volumen quedan subrayadas con cuatro versos de El mixto, un poema que Antonio Pereira incluyó en el Cancionero de Sagres.

Si su primer libro, Las elipsis del cronista, fue la revelación de una de las voces de más calidad de la narrativa española actual, Voces de humo es no sólo una confirmación de la importancia de Escapa, sino un escalón más en un camino de perfección que maravillará a cualquier lector que se ponga ante estos textos escritos con la verdad de la buena literatura:

Hoy, sobre los raíles de plata, ha ocurrido un milagro. Y yo voy tropezando voces, asentando palabras blancas como sendas de vapor nacidas para quedarse.

Santos Domínguez

21 noviembre 2007

El Greco o el secreto de Toledo


Maurice Barrés.
El Greco o el secreto de Toledo.
Noche española. Almuzara. Córdoba, 2007.


Almuzara recupera en su serie Noche española un clásico de la literatura europea de viajes por España: El Greco o el secreto de Toledo (1912), de Maurice Barrès. No es la única recuperación que ofrece el libro, que rescata también la traducción de Alberto Insúa en 1914 y el prólogo, que aparece aquí como posfacio.

Místico y exaltado, morboso y decadentista, Barrès fue un antimoderno al que admiraron Ortega o Marañón. Zuloaga y Azorín le deben mucho a aquel escritor coetáneo de sensibilidad semejante al que rindieron homenajes diversos.

El Greco y Toledo son en Barrès dos claves españolas que se explican mutuamente en una visión que se va decantando en su obra a lo largo de veinte años.

El estrépito plebeyo de un baile agrio y popular, casi solanesco, y el Entierro del Conde de Orgaz, la España negra y el Toledo levítico parado en el tiempo se suceden en la visión de una ciudad católica, islámica y semítica, vista con afecto e ironía por un Barrès que la entendió como pocos.

En capítulos breves que son cuadros que hablan de los cuadros del Greco y de una ciudad dormida en aquel tiempo en que la pintó el artista, Barrès aborda las vistas y descripciones de Toledo desde muy distintas perspectivas: desde la panorámica lejana al interior de la catedral, para acabar contemplando la mezcla constante de tres religiones y tres culturas, en los edificios, en el trazado de las calles, en las mezquitas, sinagogas e iglesias y en el aspecto físico de los toledanos con los que se cruza el viajero.

Y en el capítulo final, El Greco, un pintor del alma, poco valorado hasta entonces, le revela el secreto de Toledo: su impulso místico, que hace que la suya sea una pintura complementaria de la poesía de San Juan de la Cruz y los tratados de Santa Teresa.

La edición se completa con las páginas de tema español que aparecieron veinte años antes en De la sangre, de la voluptuosidad y de la muerte (1893). Un Toledo exultante y austero, El Escorial como un estado de ánimo, la Granada de los gitanos y el Albaicín, la voluptuosidad de Córdoba... Y Sevilla, con cigarreras alegres que le provocan tristeza, una visita a don Juan de Mañara, Valdés Leal y el Hospital de la Caridad o una inevitable y sangrienta corrida de toros. Todos esos elementos, pintorescos y tópicos, se suceden en unos textos que están entre el relato y el artículo o el reportaje.

Una visión arquetípica y superficial de España y Andalucía que está muy lejos no sólo de la comprensión de la realidad sino del mejor Barrès, el más profundo, el que utilizó Toledo como refugio y proyección de su sensibilidad decadente.

Los ha traducido Yolanda Morató, autora del texto Toros, hembras, vírgenes y santos, el oportuno epílogo que cierra esta tan cuidada como necesaria edición.

Santos Domínguez

20 noviembre 2007

Mi mundo no es de este reino


João de Melo.
Mi mundo no es de este reino.
Traducción de Rebeca Hernández.
Linteo Narrativa. Orense, 2007.


En las Azores, donde se escenificó uno de los episodios más vergonzosos de la historia contemporánea, transcurre Mi mundo no es de este reino, la novela del portugués João de Melo que publica en español Linteo con traducción de Rebeca Hernández.

João de Melo (San Miguel, Azores, 1949) es uno de los novelistas portugueses más interesantes de la actualidad y publicó la primera parte de esta obra, potente en su crítica y de una vehemencia encauzada en su prosa torrencial, en 1983. Casi veinticinco años después, con el añadido del relato La divina miseria (1987), y con una revisión que terminó en 2006, se edita la traducción al español de una novela en la que se funden lo lírico y lo narrativo, la tradición oral y la escrita, lo autobiográfico y lo testimonial para construir un espacio mítico y real a la vez, como los territorios imaginarios de Yoknapatawpha, Celama o Macondo.

Narración mágica que se remonta a los orígenes de la aldea de Nuestra Señora del Rozário de Achadinha, en la isla azoriana de S. Miguel:

EN AQUELLOS TIEMPOS, EL PUEBLO DE NUESTRA SEÑORA DEL ROZÁRIO DE ACHADINHA NO ERA MÁS QUE UNA CAGALUTA DE MOSCA, A LA QUE LE ESTUVIESE APUNTANDO UN DEDO

por encima del dorso casi siempre verdoso del Atlántico, y la memoria de los pobladores resbalaba aún del basalto de las calzadas y de los musgos marinos. Las casas mugrientas del litoral, con sus techos de paja y adobe de una argamasa muy semejante al barro amasado con sangre, descendían en tres hileras hasta el fondo del valle. Ahí se enlazaban unas con otras, a lo largo de cañadas tortuosas, a través de las cuales sería un milagro el paso de una yunta de bueyes enganchada al tiro de las carretas. Los primeros machos habían sido domesticados a la fuerza, unos con el bozal, otros con la inexorable castración, y cargaban ahora a pelo escasas moliendas de haba y maíz, con destino a las aceñas de Achada y de Salga. Tenían el mirar blando y afligido de toda naturaleza condenada a la servidumbre de los hombres. Su heroica y húmeda tristeza animal no tardaría en pegarse también a la pared de las cosas. Y, pegada a la pared de las cosas, progresó en su humedad, atravesó incluso la respiración de las piedras y comenzó a devorar el paisaje.

La esencia de ese espacio, mítico y real a la vez, la constituyen el paisaje y los personajes que lo habitan. Por eso, además de un texto de notable calidad literaria, Mi mundo no es de este reino es una denuncia de los abusos del poder y una protesta contra la humillación. Personajes como el padre Governo, un verdugo que representa a la Iglesia en una farsa religiosa que se utiliza para apoyar la injusticia, para ejercer la complicidad con el intervencionismo americano y para proteger la impunidad de gobernantes brutales como Goraz.

Frente a ellos, João María, un hombre íntegro que se degrada en la resignación desolada y el conformismo, o João Lázaro, un apóstol de la rebeldía que viene del futuro para mostrar otros mundos y otros modos de pensar y de actuar.

O el narrador, que entrecruza -en un diseño casi musical- su potente voz, abundante en metáforas y caudalosa en léxico, con la de los personajes en una novela cuya base ideológica es el existencialismo, con Nietzsche, Schopenhauer o Heidegger al fondo. Un existencialismo que no impide la determinación de la protesta y la posibilidad de la esperanza en la justicia.

Santos Domínguez


18 noviembre 2007

El horror ilustrado


Joseph Conrad.
El corazón de las tinieblas.
Ilustraciones de Ángel Mateo Charris.
Traducción de Sergio Pitol.
Galaxia Gutenberg /Círculo de Lectores.
Barcelona, 2007.


Las últimas palabras de Kurtz en El corazón de las tinieblas (¡El horror! ¡El horror!), tan misteriosas y ambiguas como quien las pronuncia antes de morir, son el testamento moral de aquella sombra que Marlow sólo recuerda como una voz que sube de la pesadilla y de la niebla de su propia conciencia.

A indagar en esas sombras y a hacer visible la oscuridad se ha dedicado Ángel Mateo Charris, que ha ilustrado la obra de Conrad con 28 óleos. Es el espléndido homenaje que ha preparado Galaxia Gutenberg /Círculo de Lectores para conmemorar el 150 aniversario del nacimiento del autor con la traducción canónica de Sergio Pitol.

"La tarea que intento llevar a cabo, gracias al poder de la palabra escrita, es haceros oír, haceros sentir..., es, antes que nada, haceros ver."

Esas palabras, que Conrad escribió en el prólogo que redactó para El Negro del Narcyssus, adquieren un nuevo sentido a la vista de esta edición ilustrada de El corazón de las tinieblas, en la que Conrad denuncia las consecuencias del colonialismo salvaje de Leopoldo II de Bélgica en el Congo, una cárcel gigantesca que le dejó herido el cuerpo de malaria y el espíritu dañado con secuelas psíquicas que no superó nunca.

Y el ilustrador ha entrado también en el tenebroso corazón de la novela y del África colonial y ha ido pasando de un cromatismo marcado por la intensidad de la luz y el sol africanos a la tonalidad de las tinieblas que narra Conrad.

Hay, pues, en esas ilustraciones no sólo el relato de un viaje fluvial, sino sobre todo un recorrido literario y moral a través de la novela y la realidad. Un periplo de enorme impacto visual que al principio tiene la gama cromática (verdes, violetas, dorados, añiles) de los viejos cromos coloreados de los años veinte y treinta o de los libros ilustrados de exploraciones y aventuras africanas y que poco a poco va ensombreciendo su paleta para subrayar gráficamente el itinerario moral, la bajada al fondo del corazón del hombre, que es El corazón de las tinieblas.

Una invitación a releer esta bajada a los infiernos de la barbarie colonial mientras subimos por el río Congo acompañados por Marlow, un Virgilio moderno que nos guía hasta la figura ambigua de Kurtz, una sombra más oscura que la sombra de la noche, y ahora también con la iluminación que proyecta Ángel Mateo Charris sobre la zona más oscura del hombre y sobre la presencia perturbadora del blanco en el África Negra.

Santos Domínguez

17 noviembre 2007

Ramón Gaya de viva voz


Ramón Gaya de viva voz.
Entrevistas (1977-1998).

Selección y presentación de Nigel Dennis.
Pre-Textos. Valencia, 2007.

A Ramón Gaya, un pintor que escribe, según se definía a sí mismo, dedica Pre-Textos una de las zonas más interesantes de su catálogo, desde el bellísimo Velázquez, pájaro solitario, a la edición de su obra completa.

Con selección y prólogo de Nigel Dennis y recordando el Juan Ramón Jiménez de viva voz de Juan Guerrero Ruiz, Pre-Textos publica este volumen que recoge veinticinco entrevistas a Ramón Gaya, un complemento a los cuatro tomos de sus obras completas.

Un premio, una exposición, un libro, la casualidad o la curiosidad son las excusas para las entrevistas y para evocar ahora la palabra viva de Ramón Gaya como destaca Nigel Dennis en su presentación.

A través de una enorme variedad de temas y enfoques, que van desde lo biográfico a Velázquez, pasando por la visión crítica de la vanguardia o un repaso a la literatura de la Edad de Plata, se entrecruzan vida y pensamiento en estas entrevistas que abundan en lo autobiográfico y en cierta manera llenan el hueco dejado por sus truncadas memorias (La vida entrecortada).

Memoria personal de Ramón Gaya y memoria colectiva del 27, el 36 y el exilio, expresadas en sus experiencias y en sus ideas sobre la pintura, la literatura y la creación. Porque siempre hay una vinculación ejemplar entre vida y obra, entre ética y estética en este Gaya oral que es complementario de sus textos ensayísticos. Así lo anuncia Dennis en su presentación:

No sería exagerado decir que en estos casos las reflexiones surgidas en el marco de una conversación vienen a complementar lo que dejó dicho en sus diversos ensayos. Es decir, que el lector atento sabrá reconocer enseguida que existe un vínculo inquebrantable entre lo escrito y lo hablado: todo brota de la misma fuente, de la misma inteligencia y sensibilidad, del mismo espíritu, en definitiva.

Ordenadas cronológicamente, casi todas estas entrevistas las revisó Gaya cuando se estaba preparando esta edición, consciente de que al publicarse en libro iban a convertirse en un tomo complementario, con insistencias, reafirmaciones o matices, de su obra publicada.

De las muy variadas entrevistas que se recogen en este volumen, nos gustaría destacar algunas:

Inédita, fundamental y de más de un centenar de páginas, la de Elena Aub traza su autobiografía artística, intelectual y literaria, con especial atención a su exilio mexicano.

Intensa y muy elaborada la de Juan Manuel Bonet, en la que Gaya habla entre otras cosas del envejecimiento rápido de las vanguardias frente al valor presente de Velázquez y Las Meninas (infinitamente más moderno que todo lo que acabo de ver en París).

La extensa y muy interesante que le hicieron para la revista Letras Tomás March, Santiago Muñoz y Luis Massoni.

La conversación profunda e inédita hasta ahora con Nigel Dennis en 1983. Y otras dos, las amplias y documentadas entrevistas abarcadoras de Trapiello en 1988 y la de Manuel Borrás y Arturo Ramoneda en 1992.

Otras, más circunstanciales, más improvisadas, completan la imagen viva de un Gaya que se entendió siempre mejor con los escritores que con los pintores y que deja aquí su ideario artístico y vital, su concepto del arte (para mí, el arte verdadero no es cultura, es naturaleza); su desinterés por la abstracción en pintura y por unas vanguardias anticuadas de las que salva a Picasso y a Klee como excepciones; sus ideas sobre la creación y la modernidad (Lo que no es tradición no es que sea plagio, es que no es absolutamente nada), o su admiración por Juan Ramón Jiménez, Velázquez, Mozart o Picasso.

Las opiniones de un pájaro solitario (No creo que el artista tenga que actuar dentro de un regimiento. Por eso las tendencias, los ismos, los movimientos, o como quieras llamarlos, no me interesan nada), sobre Juan Ramón Jiménez (descomunal), Machado (no es más que un poeta honrado, un poeta menor), Cernuda (una de esas personas que no crecen, que sólo crecen como poetas, pero no como personas), Picasso (la genialidad; no era genialidad artística, estética, sino viva), Stravinsky (un creador verdadero), Gómez de la Serna (un escritor espléndido), Solana (el mejor pintor moderno español), Alberti (un poeta vacío) o Caravaggio (un pintor muy mediocre).

O esta declaración, que resume los fundamentos de su concepción artística:

El artista es alguien de quien yo me fío poco, parece que tiene que ver más con lo decorativo, mientras que el creador es alguien que pretende darle caza a ese algo misterioso del espíritu que percibe, y le da cuerpo; entonces lo convierte en una escultura, en una sonata, o en un cuadro.


Santos Domínguez