26 junio 2007

Equipaje de vacaciones. Poesía



Yannis Ritsos.
Fedra.
Traducción de Selma Ancira.
Acantilado. Barcelona, 2007.


El intenso y turbador monólogo de una mujer enamorada antes de ahorcarse. La mujer es Fedra y está enamorada de su hijastro Hipólito. Actualización del mito con el lenguaje potente del deseo. El primero de una serie de monólogos dramáticos del poeta griego Yannis Ritsos que irá publicando Acantilado con traducciones como esta, espléndida, de Selma Ancira.




René Char.
Común presencia.
Traducción de Alicia Bleiberg.
Alianza literaria. Madrid, 2007.



Cuando se cumple el centenario de René Char, uno de los más importantes poetas franceses del siglo XX, Alianza publica en edición bilingüe con una trabajada traducción de Alicia Bleiberg, Común presencia, la segunda versión de la antología temática que Char publicó en 1978. Están aquí todas las claves y las fuerzas temáticas y expresivas de la amplia, intensa y exigente de una obra poética a la que su autor dedicó más de cincuenta años quien escribió en La biblioteca está incendiada: El poeta no retiene lo que descubre: una vez transcrito, lo pierde enseguida. En eso residen su novedad, su infinito y su peligro.




Rafael Cadenas.
Obra entera. Poesía y prosa (1958-1995).
Introducción de Darío Jaramillo Agudelo.
Pre-Textos. Valencia, 2007.



Casi cuarenta años de poesía y prosa de un admirable poeta venezolano, un clásico vivo e invisible, autor de una obra amplia y exigente que es una exploración sobre el misterio del mundo. Darío Jaramillo, que ha escrito una introducción a este volumen, dice de la poesía de Rafael Cadenas: Existen muchos lectores de literatura que están prevenidos con la poesía. Y con razón, con las mismas razones que Rafael Cadenas está prevenido. A estos lectores les recomiendo, a la fija, la lectura de Obra entera.



Juan Ramón Jiménez.
Libros de amor. 1911-1912.
Edición de José Antonio Expósito.
Linteo. Orense, 2007.

y te arreglas tus faldas y te guardas tus pechos
confusa, con un aire dulce y adolescente.

Juan Ramón compuso este Libros de amor entre 1911 y 1912. Es por tanto uno de sus borradores silvestres. Tenía pensado publicarlo en 1913, estaba incluso en imprenta, pero conoció a Zenobia y prefirió no editarlo. Noventa y tres poemas alejandrinos y asonantados, de los cuales veinticinco son rigurosamente inéditos. Pasión primera, Lo feo y Memoria del corazón son los tres apartados de este libro, a los que se les añade un álbum de imágenes y materiales autógrafos como apéndice documental. Entre la realidad y la ensoñación que evocan la experiencia de un Juan Ramón recién salido de centros de reposo en Burdeos y Madrid diez años antes, se pasean por estas páginas las amadas francesas, las muchachas de Moguer o las novicias del Sanatorio del Rosario en una edición que a Juan Ramón, tan exigente, le hubiera gustado ver.




Isabel Pérez Montalbán.
Siberia propia.
Bartleby. Madrid, 2007.



Un palimpsesto en el que decenas de títulos de otras obras se convierten en teselas propias para elaborar un mosaico del que forman parte estos versos:

Si te dicen que caí en el arte de amar o en el saqueo,
como dicen que gravitan y trastumban las bailarinas muertas,

recuérdame astrolabio y Alicia en el país de las maravillas,
niña de mayo con sus primeras y últimas iluminaciones





Kenneth Rexroth.
Actos sacramentales.
Gadir. Madrid, 2005.


Uno de los grandes poetas norteamericanos del XX, autor de una poesía directa, al alcance de quienes no leen habitualmente poesía. Esta antología, seleccionada y traducida por Carlos Manzano, es la mejor presentación en España de un poeta transparente, contemplativo y conmovido ante la naturaleza y el amor. El verso sereno y celebrativo y la mirada clara de un maestro.




Adam Zagajewski.
Antenas.
Traducción de Xavier Farré.
Acantilado. Barcelona, 2007

Estás en casa y escuchas largo tiempo
grabaciones de Billy Holiday
que canta melancólica, soñolienta.
Cuentas las horas que aún
te separan de la medianoche.
¿Por qué los muertos cantan tranquilamente
y los vivos no pueden liberarse del temor?



Los versos forman parte del poema Nochevieja 2004. Y así todo, en estas Antenas, lo último de Zagajewski en español.




Siri Hustvedt.
Leer para ti.
Prólogo de Eduardo Lago.
Traducción de Julia Piera y Chiara Merino.
Bartleby. Madrid, 2007.


Los poemas de Leer para ti son inventarios de pequeños universos, versos que nacen de una retina acostumbrada a ensoñarse en la contemplación de la pintura. Hay uno que habla de una carta olvidada en un taxi. No se me ocurre una metáfora mejor para este libro. El mundo que se recupera en él podría haberse perdido para siempre, pero no ha sido así. Es una carta que ha llegado inopinadamente hasta tus manos. Se escribió para ti sin saber que existías.

Esas palabras forman parte del prólogo que Eduardo Lago ha escrito para esta edición bilingüe del libro de Siri Hustvedt que publica Bartleby.

Santos Domínguez

25 junio 2007

Equipaje de vacaciones. Narrativa




Katherine Anne Porter.
Cuentos completos.
Varios traductores.
Lumen. Barcelona, 2007

Lumen reúne por primera vez en castellano los Cuentos completos de Katherine Anne Porter, una de las mejores cuentistas de la literatura norteamericana, en la mejor tradición narrativa sureña. El volumen recoge tres colecciones de relatos: Judas en flor, Pálido caballo, pálido jinete y La torre inclinada, que toma su título de una narración admirable sobre el ascenso del nazismo. Cuando se publicaron reunidos ganaron el Premio Pulitzer de 1969.




Juan Carlos Onetti.
Obras completas II.
Novelas II (1959-1993).
Edición de Hortensia Campanella.
Prólogo de José Manuel Caballero Bonald.
Posfacio de Liliana Díaz Mindurry.



El segundo volumen de las obras completas de un Onetti en su plenitud creativa. Están en este volumen algunas de sus novelas más importantes, escritas a lo largo de treinta y cinco años. Entre Para una tumba sin nombre y Cuando ya no importe, El astillero, Juntacadáveres o Dejemos hablar al viento en una edición cuidada por Hortensia Campanella y prologada por Caballero Bonald.






Carlos Eugenio López.
La Metafísica y el mono.
Lengua de Trapo. Madrid, 2007.


Una novela de aventuras en la Grecia del siglo XIX, un relato de viajes, un libro en el que el humor paródico y la pericia narrativa de su autor sostienen un ambicioso e inteligente proyecto literario en el que la diversión está por encima de todo.




Harry Thompson.
Hacia los confines del mundo.
Traducción de Victoria Malet y Caspar Hodgkinson.
Salamandra. Barcelona, 2007.


El relato de un viaje que cambió la historia del pensamiento científico. Darwin, Robert FitzRoy, capitán del Beagle, y la teoría de la evolución. En otoño de 1831, FitzRoy admite a bordo del Beagle al joven Charles Darwin, de veintiún años, en la famosa expedición que conmocionaría el mundo. Crónica apasionada del enfrentamiento entre dos concepciones del mundo, el creacionismo y el evolucionismo, la fe y la ciencia, en una magnífica novela de aventuras.



Mário de Sá-Carneiro.
El cielo en llamas.
Traducción de Juan José Álvarez Galán.
Gadir Ficción. Madrid, 2007.


Una colección de relatos cortos y novelas breves en la que confluyen todas las obsesiones y temas recurrentes de Mário de Sá-Carneiro, un clásico de la literatura portuguesa. Entre el diario y la fábula, entre el lirismo descarnado y el relato de suspense, Sá-Carneiro construye una atmósfera a la vez opresiva y de una intensa belleza, uno de los fundadores de la modernidad literaria portuguesa.







Carmen Boullosa.
El Velázquez de París.
Siruela. Madrid, 2007.



Un hombre mayor se jacta en un café de París ante dos jovencitas de tener en su poder el Velázquez que fue dado por perdido durante el incendio del Real Alcázar de Madrid en la nochebuena de 1734. Se trata de La expulsión de los moriscos, cuya realización consagró al joven pintor como el más grande de todos los tiempos. Esta novela es la historia de ese cuadro y una meditación sobre las relaciones entre el arte y la vida.





Thomas De Quincey.
Confesiones de un opiófago inglés. La diligencia inglesa.
Traducción de Carmen Francí.
Prólogo de Jorge Edwards.
Atalanta. Ars brevis. Gerona, 2007.



Escritas en 1821, las Confesiones de un opiófago inglés, Extracto de la vida de un hombre de letras, tuvieron un enorme éxito, explicable por la calidad de la prosa de De Quincey y por el tono con que narra su adicción.
La diligencia inglesa es una de las obras más perfectas de De Quincey, una de las cimas de su maestría. Fue un precursor, un hombre que abrió espacios para la imaginación moderna, dice en su prólogo Jorge Edwards de quien es maestro reconocido de escritores tan diversos como Burroughs, Borges o Baudelaire. Un clásico que no envejece.




Alexandre Dumas.
Hector de Sainte-Hermine. La forja de un héroe.
Traducción y postfacio de Rafael Blanco Vázquez
Clásicos Funambulista. Madrid, 2007.



Funambulista recupera la última novela de Dumas, Hector de Sainte-Hermine. Dumas falleció retocando el final de esta novela, que se publicó como folletín. El manuscrito se encontró en 2005, en la Biblioteca Nacional de Francia, en París. Novela de aventuras, con intriga y venganza y todos los requisitos necesarios para convertir su trepidante acción en la lectura inolvidable del verano.





Jean d'Aillon.
El misterio de la cámara azul.
Traducción de Carmen y M. Dolores Torres París.
Alianza literaria. Madrid, 2007.


Junio de 1642, en el París de Luis XIII y del cardenal Richelieu, Louis Fronsac, un joven notario del reino, junto a sus amigos el poeta Vincent Voiture y el policía local Gaston de Tilly, investigan la muerte de un criado.
El misterio de la cámara azul es una novela policíaca con trasfondo histórico en la que Jean d´Aillon aborda, con una gran agilidad narrativa, un episodio real de la convulsa corte de Luis XIII y su esposa, la española Ana de Austria. Magníficamente documentada, con una magistral dosificación del dato histórico que se diluye en la trama, El misterio de la cámara azul evoca al mejor Alejandro Dumas por su acción e intriga, a Victor Hugo por su calidad literaria y a Süskind por su sensorial realismo narrativo al recrear un París tortuoso que permitía que la muerte acechara en sus sombrías esquinas.




Ann-Marie MacDonald.
Así vuela el cuervo.
Traducción de Gemma Rovira.
Lumen. Barcelona, 2007.



Con una cita de Isaiah Berlin (Estamos condenados a elegir, y cada elección puede conllevar una pérdida irreparable) se abre Así vuela el cuervo, de la canadiense Ann-Marie MacDonald, una novela de intriga con la guerra fría al fondo que prende al lector desde la primera línea: Los pájaros fueron testigos del asesinato. Abajo, entre la hierba que acababa de brotar, destacaban las diminutas campanillas blancas de los lirios de los valles.




La feria del crimen.

Nueva narrativa negra francesa.

Edición, prólogo y traducción de José Luis Sánchez-Silva.
Lengua de Trapo. Madrid, 2007.


Dieciocho relatos negros franceses, escritos entre 1980 y 2006. Una muestra de la riqueza y la vitalidad del cuento policiaco en Francia tras el último relevo generacional, que ha tomado el testigo (imprescindible en el género) del renovador Jean-Patrick Manchette, que publicaba sus últimas narraciones en la época en que comienza esta antología, que recoge un espléndido relato suyo.


Santos Domínguez

Al mismo tiempo


Susan Sontag.
Al mismo tiempo.
Traducción de Aurelio Major.
Literatura Mondadori. Barcelona, 2007.



La mirada lúcida y comprometida de Susan Sontag se proyecta en los dieciséis textos que integran Al mismo tiempo, un volumen publicado por Mondadori con traducción de Aurelio Major.

Este libro póstumo de Susan Sontag reúne ensayos y conferencias de quien como ella tuvo siempre conciencia de que un escritor es alguien que presta atención al mundo, como escribió en uno de sus últimos textos.

Esta es una obra que Susan Sontag planeaba editar antes de su muerte en 2004 un conjunto de artículos que debían cerrar la labor ensayística de la norteamericana tras su Cuestión de énfasis. Se recopilan así una serie de textos que se habían publicado dispersos o habían sido el material de conferencias y discursos.

Precedidos de un prólogo de su hijo, David Rieff, estos ensayos abordan, desde distintas perspectivas, una reflexión sobre la literatura y la tarea ética del novelista organizada en tres secciones previstas en un índice provisional por su autora, la primera de ellas está constituida por sus introducciones a obras traducidas. Se recogen en ella retratos y valoraciones de autores extranjeros y una reflexión técnica, estética y moral sobre el cómo y el porqué de la labor narrativa.

La segunda sección del libro contiene los artículos y ensayos de tema político: sobre las repercusiones del 11-S, el escándalo de la respuesta de Bush y la cultura de la brutalidad como síntoma de una sociedad enferma, gobernada por un personaje entre cretino y siniestro.

La tercera parte recoge las conferencias y discursos que Susan Sontag escribió para las ceremonias de aceptación de premios. Son textos que amplían los contenidos literarios y políticos de las dos secciones anteriores y los sitúan en el marco de una reflexión moral sobre el papel del escritor en la sociedad.

Del último de los discursos que leyó, el que se titula Al mismo tiempo, inédito hasta ahora, toma su título este volumen que en buena medida es el testamento ético y estético de una de las voces más lúcidas y valientes de las últimas décadas, una narradora en cuya obra literatura y política, narrativa y compromiso, son dos realidades inseparables.



Santos Domínguez

24 junio 2007

Obra entera de Rafael Cadenas


Rafael Cadenas.
Obra entera. Poesía y prosa (1958-1995).
Introducción de Darío Jaramillo Agudelo.
Pre-Textos. Valencia, 2007.

Un testimonio sobre la obra entera de Rafael Cadenas. Así titula Darío Jaramillo Agudelo su introducción a esta Obra entera que editó en el 2000 en el Fondo de Cultura Económica y ahora publica en España Pre-Textos.

Casi cuarenta años de poesía y prosa de un admirable poeta venezolano, un clásico vivo e invisible, autor de una obra amplia y exigente que es una exploración sobre el misterio del mundo:

YO PERTENECÍA A UN PUEBLO de grandes comedores de serpientes, sensuales, vehementes, silenciosos y aptos para enloquecer de amor. Pero mi raza era de distinto linaje. Escrito está y lo saben —o lo suponenquienes se ocupan en leer signos no expresamente manifestados, que su austeridad tenía carácter proverbial.

Este es el comienzo de los Cuadernos del destierro, un poema narrativo subyugante y dotado de una magia que no está sólo en las palabras, sino en una tonalidad en la que lo mágico y lo sobrehumano se expresan en un tono de exorcismo aterrador por medio de una voz que no es sólo la voz personal del poeta, sino la de un mundo que se expresa a través de él.

Historia y paisaje, vegetación y fábula, rito y monólogo alucinado de una salmodia visionaria y ceremonial con la que se elabora esta poesía telúrica. Una poesía propensa al desbordamiento enumerativo solidario del paisaje exuberante:

Estoy aquí. Muerto pero aún andando, desnudo, recreado en las hojas de fuego, devolviéndome hacia mi final, dado al tiempo sin armas, espíritu del vino, excelente en el sufrimiento, sin títulos como los resucitados, ojo de huracanes, devorador de sus pies, propenso a falsificar, hermanado con la muerte, mimado, entre vocaciones terrestres, victimario y víctima dentro de un mismo silencio, avanzando y retrocediendo como dos ríos encontrados en los ojos, inexistente pero complaciendo la mitad de mi animal, caminando, hablando, sonriendo, callando, exhibiendo uno de mis rostros, mintiendo, muriendo por la verdad, con amigos, planificando una manera de vivir.

Falsas maniobras introdujo una modificación sustancial de tono en la poesía de Rafael Cadenas: de lo mágico y lo desconocido se pasó a la claridad del aire y la transparencia del estilo y a un cambio en el sujeto lírico: del hechicero al hombre corriente y al inadaptado, que aparece en Derrota, quizá el poema más conocido y antologado de su autor:

Yo que no he tenido nunca un oficio que ante todo competidor me he sentido débil que perdí los mejores títulos para la vida que apenas llego a un sitio ya quiero irme (creyendo que mudarme es una solución) que he sido negado anticipadamente y escarnecido por los más aptos que me arrimo a las paredes para no caer del todo que soy objeto de risa para mí mismo que creí que mi padre era eterno que he sido humillado por profesores de literatura que un día pregunté en qué podía ayudar y la respuesta fue una risotada que no podré nunca formar un hogar, ni ser brillante, ni triunfar en la vida que he sido abandonado por muchas personas porque casi no hablo que tengo vergüenza por actos que no he cometido que poco me ha faltado para echar a correr por la calle que he perdido un centro que nunca tuve

Se radicaliza así la evolución de Rafael Cadenas hacia lo que Darío Jaramillo define como "ardua lucha por la eliminación del yo." En Intemperie el poeta ha optado por un desistimiento (Lo inefable no me quiere. Hace años que dejé de preguntar. Desistí en su filo) que en Memorial es ya abdicación ante el mundo y sensación de pérdida:

¿Qué hago yo detrás de los ojos?

La segunda parte del volumen recoge una serie de ensayos espléndidos y lúcidos en los que indaga sobre la relación de la conciencia con la realidad. Ensayos que son exploraciones, llenos de hallazgos y de titubeos, de caminos abiertos y sendas cegadas, sobre la poesía como conocimiento y revelación.

De eso trata el espléndido Realidad y literatura, que aborda los límites de la percepción y de la identidad, la relación del poeta con el mundo.

La enseñanza de la lengua y la literatura y la aberración que confunde enseñanza de la lengua con enseñanza de la gramática es el objeto de En torno al lenguaje.

Y quizá el mejor de todos, los Apuntes sobre san Juan de la Cruz y la mística, un ensayo hecho transitando de la orilla del creador a la del lector, en una perspectiva exigente y privilegiada que analiza la poesía mística como un problema de lenguaje.

Darío Jaramillo cierra su introducción con unas palabras de las que quiero acordarme ahora. Dice de la poesía de Rafael Cadenas:

Existen muchos lectores de literatura que están prevenidos con la poesía. Y con razón, con las mismas razones que Rafael Cadenas está prevenido. A estos lectores les recomiendo, a la fija, la lectura de Obra entera. No le aconsejaría a alguien ajeno a la poesía que se vaya de vacaciones acompañado del Polifemo de Góngora o del Poema heroico a san Ignacio de Loyola de Domínguez Camargo, o con los versos de Lezama Lima (...) Pero no dudo en recetarle la Obra entera de Rafael Cadenas. Poesía de creciente prestigio entre poetas, a pesar de lo cual se deja leer con verdadera pasión por los simples mortales, pues deliberadamente ha sido escrita para ellos desde su misma mortalidad, desde la vida que reivindica siempre. (...) Es un poeta que pueden leer quienes habitualmente leen libros distintos a la poesía. Será una lectura apasionante, ya dije que fluida, y tendrán en sus manos a un poeta que les dirá cosas nuevas, que volverá palabras asuntos que todos sentimos sin poder verbalizar, que les revelará sensaciones profundamente humanas, que —con un guiño, con un horror sensato— les ayudará a conocerse.
Santos Domínguez

23 junio 2007

¿Quién me defenderá de tu belleza?

Stendhal.
¿Quién me defenderá de tu belleza?
Traducción y prólogo de Juan Antonio González Iglesias.
Epílogo de Luis Antonio de Villena.
Pre-Textos. Valencia, 2007.


Hace ahora doce años que se publicó por primera vez una novela, un proyecto de novela más bien, de Stendhal, que en sus días romanos vivió en el palacio en que Buonarroti conoció a Tomaso Cavalieri, un joven al que dedicó muchos de sus poemas.

Stendhal anotó en su diario aquella coincidencia y de ahí salió el proyecto de una novela breve, de la que tenía anotado un esbozo de desenlace.

Ahora ese proyecto lo publica en España la editorial Pre-Textos, con traducción y prólogo de Juan Antonio González Iglesias. La edición incorpora como epílogo un texto de Luis Antonio de Villena (Muerte viva) que es una propuesta para completar el relato.

El texto de Stendhal parece que estaba entre los papeles que dejó en Civitavecchia, donde fue cónsul de Francia. Fue rescatado de una colección privada y se publicó en edición bilingüe (francés-italiano) en 1995 en Milán.

Para un milanés nacido en Francia como Stendhal no había mejor sitio que ese para la edición de la primicia, un relato inconcluso, abierto y construido en torno a la mirada y al lenguaje, como señala Juan Antonio González Iglesias en el excelente prólogo que ha escrito para este ¿Quién me defenderá de tu belleza?, que toma su título de un memorable endecasílabo de Miguel Ángel:

Un pequeño acontecimiento, grande para los stendhalianos del mundo, la minoría que sigue siendo llamada the happy few.

Santos Domínguez


22 junio 2007

El velázquez de París



Carmen Boullosa.
El velázquez de París.
Siruela. Madrid, 2007.

- El lienzo perdido de Velázquez...¡Es mío!

Un hombre mayor se jacta en un café de París ante dos jovencitas de tener en su poder el Velázquez que fue dado por perdido durante el incendio del Real Alcázar de Madrid en la Nochebuena de 1734. Se trata de La expulsión de los moriscos, cuya realización consagró al joven pintor como el más grande de todos los tiempos. Esta novela aborda la historia de ese cuadro y plantea una meditación sobre las relaciones entre el arte y la vida, sobre la ética y la estética como compromisos del artista y del escritor.

El velázquez de París plantea una doble intriga que aborda la desaparición de ese lienzo del pintor español y la responsabilidad ética del artista como testigo de su tiempo. Es la segunda entrega de una trilogía que Carmen Boullosa (Ciudad de México, 1954) inició con La otra mano de Lepanto y cuyo tercer volumen ultima en la actualidad. Como esta, la publica en España la editorial Siruela en su colección Nuevos Tiempos.

Autora de varias entregas poéticas como El hilo olvida, La memoria vacía o Todos los amores: Antología de poesía amorosa, Carmen Boullosa confiesa sentirse más cómoda actualmente en el género de la ficción que en la poesía y preferir el lector de narrativa.

Carmen Boullosa vive en Nueva York, donde imparte clases sobre literatura latinoamericana, desde el año 2001. Y si precisamente los atentados del 11-S le dieron pie a a escribir La otra mano de Lepanto para indagar en los conflictos religiosos que emergieron entonces, en El velázquez de París, la autora se sirve de La expulsión de los moriscos para ahondar con perspicacia y sutileza en la necesidad del arte que además de tener calidad estética responda al compromiso moral del artista y a su responsabilidad ética.

En El velázquez de París la autora ha diseñado una estrategia narrativa en la que la realidad, el arte y la ficción se funden en un mismo plano. Aquel lienzo fue dado por perdido durante el incendio del Alcázar de Madrid en 1734, y la novela plantea su posible salvación. Pero Boullosa, además de fabular sobre la vida y la obra del clásico español, se adentra en la moralidad de un parisino maduro, que acompañado de dos jovencitas asegura ser propietario de la codiciada obra de arte.

Mayra Vela Muzot

Fedra


Yannis Ritsos.
Fedra.
Traducción de Selma Ancira.
Acantilado. Barcelona, 2007.

Fedra es el primero de los soliloquios dramáticos de Yannis Ritsos que irá publicando Acantilado con traducciones de Selma Ancira.

El poeta griego Yannis Ritsos (1909-1990), una de las voces más graves y sugerentes de la poesía del siglo XX, se planteó gran parte de su obra como una visita a los mitos y las leyendas, como una actualización dramatizada de ese fondo turbio y común del que, a poco que se remueva el agua, siguen emergiendo los miedos más disimulados y las pulsiones más secretas.

Con esa base, que se encauzó en la tragedia clásica, Ritsos escribió una serie de monólogos en los que las palabras organizan una revisión de ese mundo menos lejano de lo que suponemos.

Escrito entre abril de 1974 y julio de 1975, Fedra es el intenso y turbador monólogo de una mujer que habla hoy desde el fondo oscuro de la mitología y la conciencia antes de que su cuerpo ahorcado cuelgue entre una estatua de Artemisa, la venerada por Hipólito, y otra de Afrodita a la que despreciaba y que tomó cumplida venganza de él.

Recordemos rápidamente el mito: Fedra se enamora de su hijastro Hipólito y el desprecio que responde a sus insinuaciones la lleva a ahorcarse después de acusar a Hipólito de haber intentado violarla.

Adoptando la voz de Fedra, Ritsos organiza un monólogo de creciente intensidad en el que la palabra rotunda y poética del poeta revitaliza el mito y la conciencia de Fedra de ser lo prohibido.
La intensidad púrpura de la sangre y el deseo, que inundan su monólogo y lo desbordan, se concentra en un monólogo nocturno y lunar que se adentra en la pesadilla anterior a la muerte:

Y la noche es más oscura adentro, más adentro.
La noche se extiende como un suicidio universal; entrega
los cuerpos desnudos a un inmenso obitorio de mármol. Los muertos
ya no se ocupan de taparse; —ese con el hinchado pene putrefacto;
ese otro con verrugas en la nariz; dos mujeres
con barrigas gordas y flaccidas, los senos caídos; un joven
con los testículos cortados; una serie de viejos calvos, arrugados,
las bocas desdentadas, abiertas en un gesto de avaricia; y arriba
una gran luna humeante como una patata hervida
recién pelada por las manos huesudas y nudosas
de la última de las ancianas. Ah, esta hambre indomable,
esta hambre monstruosa aun frente a nuestra propia muerte.

Santos Domínguez

21 junio 2007

Cuatro encuentros


Henry James.
Cuatro encuentros.
Traducción de Beatriz Sánchez Santos.
Postfacio de J. M. Lacruz Bassols.
Funambulista. Madrid, 2007.


No la vi más que cuatro veces, pero las recuerdo con absoluta claridad; me causó una gran impresión. Me pareció muy guapa y muy interesante: un ejemplar conmovedor de una especie con la que había tenido otros, y quizá no tan encantadores, encuentros. Siento mucho saber que ha muerto, y no obstante, si lo pienso bien, ¿por qué lo habría de sentir? ¡La última vez que la vi, ella no estaba ni mucho menos...! Pero será mejor presentar nuestros encuentros por su debido orden.

A partir de ese comienzo intrigante, los cuatro capítulos que siguen rememoran los cuatro encuentros del título de este nuevo texto de Henry James que edita Funambulista.

Modelo de brevedad, arquetipo de concisión narrativa para el propio James, según anotaba en sus Cuadernos el 29 de enero de 1884. Un cuento de hadas que acaba en pesadilla, como explica Max Lacruz en su postfacio sobre estos Cuatro encuentros que desde el título homenajean los Tres encuentros de Turguéniev, uno de los escritores más leídos y admirados por el maestro de la ironía, la inteligencia narrativa y la sutileza psicológica que fue Henry James.

Publicada en 1877, en las páginas de esta novela corta está la génesis del Retrato de una dama. Henry James es aquí, además, un maestro de la melancolía contenida, del espejismo imaginativo y del cálculo infinitesimal en la narrativa.

Funambulista recupera con esta traducción un texto refinado y magistral, a la altura de los mejores relatos de James. Una muestra de contención expresiva en esta metáfora sutil de las ilusiones y los destinos humanos.

Santos Domínguez

20 junio 2007

Ensayos literarios de Amos Oz



Amos Oz.
La historia comienza.
Ensayos sobre literatura.

Traducción de María Condor.
Siruela. Madrid, 2007.

¿Qué hay que contar en el primer capítulo? ¿Y en el primer párrafo? ¿ Cuánto debe revelar la primera frase? ¿Qué deben ocultar esos comienzos?

Esas son algunas de las preguntas esenciales que están en el origen de este libro que reúne un conjunto de ensayos y conferencias del narrador israelí.

Sobre los buenos principios, sobre los comienzos de diez novelas y relatos cortos y sobre la página en blanco trata La historia comienza de Amos Oz, que acaba de publicar Siruela en El ojo del tiempo.

¿Cuántos borradores se escribieron, se tacharon, se reescribieron antes de un comienzo eficiente, de un párrafo definitivo?

Con su agudeza habitual, Amos Oz aporta las claves de ese pacto secreto entre autor y lector y hace una exploración de las dudas, de los comienzos flojos o banales, o de los que fijan el terreno en el que el autor atrapa al lector desde el principio de la novela o el relato.

El comienzo turbio de La nariz, de Gogol; el dilema que plantea Kafka en el inicio de El médico rural; el comienzo conclusivo de El otoño del patriarca, donde el principio es el final, o la incitación a imaginar y a llenar huecos que es Nadie decía nada, de Carver.

Es ahí, en los comienzos, donde la narración se juega la vida y se firma el pacto secreto entre el autor y el lector. Y sobre esos materiales narrativos, Amos Oz dicta su lección de sutileza interpretativa y de inteligencia creadora, su propuesta de lectura sin anteojeras críticas, como un puro placer.

Y al final una llamativa reivindicación del lector:

Érase una vez, en una playa nudista, un hombre desnudo al que vi allí sentado, gozosamente absorto en un número de Playboy.
Como aquel hombre, es en el interior, no en el exterior, donde debe estar el buen lector cuando lee.

Santos Domínguez

19 junio 2007

Conversaciones con Pepín Bello


David Castillo y Marc Sardá.
Conversaciones con José “Pepín” Bello.
Anagrama. Barcelona, 2007.



No sé si el más recalcitrante, como decía Vila-Matas, pero sí es seguramente el ágrafo más famoso de la historia de la literatura española contemporánea. Y desde luego el más curioso y el más raro.

Estas Conversaciones con Pepín Bello de David Castillo y Marc Sardá que publica Anagrama recogen la memoria viva de un hombre al que con 103 años a cuestas se le sigue llamando Pepín. Otra rareza. Y otra, no menor, que hace poco se le concediera la medalla a las Bellas Artes.

Memoria que no es sólo la de su palabra oral, es también la memoria gráfica recogida en las 65 fotografías incorporadas al libro. Entre ellas, la famosa foto del homenaje a Góngora en el Ateneo de Sevilla. Esa foto la hizo Pepín Bello, que ingresó en la Residencia de Estudiantes a los 11 años y conoció allí a Emilio Prados. Así de sosas son las cosas.

Memoria que es a veces la memoria prodigiosa de un centenario y otras veces la memoria simple de un chismoso. El memorial de afectos y lealtades de un Pepín Bello que, como un abuelo Cebolleta, ha contado mil veces la misma batalla, salpicada a veces de abundantes errores como los relativos a la situación académica de Lorca cuando entró en la Resi. Y otros, ya no sé si errores o caprichos, como adscribir a Guillén o Salinas al Novecentismo sólo porque le parecen mucho más viejos que Lorca.

Memoria de la indisimulada antipatía hacia Luis Cernuda, del desprecio de un superrrealismo que a Bello le parece la más intranscendente de las vanguardias, es también la memoria del hombre contradictorio que se atribuye el invento de los carnuzos y los putrefactos, de quien se siente menospreciado porque Buñuel no lo incluyera en los títulos de crédito de Un chien andalou y a la vez reconoce una y otra vez que él no era nadie.

Un ágrafo, ya lo decíamos, que tampoco fue muy lector. Lo que sabe, lo que cuenta Pepín Bello, viene de la tradición oral de la anécdota, la facecia, la conferencia o el teatro de una época en la que coincidieron escritores de tres momentos generacionales: el 98 de Unamuno y Baroja, el grupo del 14, con Juan Ramón Jiménez y Azaña, o el 27 de Buñuel, Dalí o Lorca.

Considerarle icono o protagonista del 27 es una hipérbole sin sentido. Incluso tomarle por miembro del grupo no deja de ser un exceso que no admite el menor filtro razonable.


Santos Domínguez

18 junio 2007

Elena de la Souchère



Elena Ribera de la Souchère.
Lo que han visto mis ojos.
Crónicas de la España republicana.

Galaxia Gutenberg. Círculo de Lectores.
Barcelona, 2007.



Con una Celebración de Elena de la Souchère abre Juan Goytisolo Lo que han visto mis ojos, el volumen en el que Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores reúne por primera vez los escritos sobre la guerra civil de la hispanista francesa.

A ese texto celebratorio y reivindicativo de la obra de una mujer que fue punto de referencia del exilio en Francia en los años cincuenta, cuando Goytisolo la conoció, pertenecen estos párrafos:

En enero de 1955, en el curso de mi segunda escapada a París, contacté a través de mi amigo Palau Fabre, exiliado desde hacía casi una década en Francia, con la periodista Elena de la Souchère. Ningún español joven conoce hoy su nombre. No obstante, para un puñado de universitarios de comienzos de los cincuenta, lectores furtivos de los semanarios y revistas franceses de izquierda, era un punto de referencia poco menos que obligado. Nadie sino ella prestaba atención a una España sumida en el silencio de la dictadura ni atendía el lábil murmullo de quienes lo intentaban romper. (...) En Coto vedado la describo como "una mujer de una cuarentena de años, pálida, delgada, angulosa, con un sobrio pero elegante perfil de medalla, vestida con un ajustado y adusto traje sastre con camisa y corbata". (...) ¿Quién es, se preguntará el lector, esta mujer excepcional, mezcla de Colombine, Victoria Kent y Constancia de la Mora? ¿Por qué esa entrega total y desinteresada suya a la recuperación de la libertad y democracia en España? Algunos datos y elementos biográficos despejan en parte estas incógnitas. Su padre, Romualdo Ribera de la Souchère, arqueólogo y fundador del Museo Picasso de Antibes, fue amigo personal del pintor y del ex ministro de la República Manuel Irujo. Al producirse el golpe militar del 18 de julio de 1936, la jovencísima Elena trabajaba en la Delegación del Gobierno vasco en París y se alistó voluntariamente en el Ejército republicano, con una acreditación del periódico cristiano demócrata L'Eveil des Peuples. Estuvo en las trincheras del frente en Carabanchel y fue testigo de la valentía de los defensores de la capital frente a un enemigo superior en armas y recursos. Tras la victoria franquista, se refugió primero en Francia y luego en Inglaterra, en donde documentó las conversaciones extraoficiales entre el entorno de De Gaulle y Manuel Irujo con miras a crear un batallón de gudaris integrado por las fuerzas de la Francia Libre. (...) una personalidad tan singular como la de Elena de la Souchère, que tanto hizo por la causa republicana y por la libertad de nuestro país, permanece en un vergonzoso olvido. Es hora de que todos aquellos por quienes desinteresadamente luchó reconozcamos el valor de su ejemplo en el nonagésimo aniversario de su fértil y asendereada vida.

Elena Ribera de la Souchère, nacida en la frontera franco-española en 1920, inició su carrrera periodística a los 17 años, como testigo de la Guerra Civil española en varios frentes y al terminar la Segunda Guerra Mundial, fue articulista en periódicos y revistas franceses y defendió siempre el retorno de la democracia a España.

Para rescatarla de ese vergonzoso olvido nada mejor que editar esta obra que es el testamento moral de quien luchó incansablemente por la libertad y la causa republicana. Con prólogo de José Mª Ridao (Las convicciones de Elena de la Souchère) y traducción de Noemí Sobregués, estas Crónicas de la España republicana se inician en los orígenes de la guerra civil para hacer un agudo análisis de primera mano de algunos de los hechos más conflictivos que acaban frustrando aquel proyecto de convivencia que fue la segunda República.

Proyecto que fracasó por la presión de la reacción y del ejército y por los errores que cometió la República: el federalismo, la lentitud de la reforma agraria, la timidez del combate contra las conspiraciones militares. A esos factores se añadieron otros como el fortalecimiento de los partidos de derecha, el triunfo electoral de los católicos en 1933, la actitud combativa y antidemocrática de la Iglesia desde los púlpitos y el anticlericalismo violento de los liberales, todo lo que condujo a la abstención de las masas pulverizadas en distintos intereses.

En definitiva, el federalismo, la reforma agraria, las tensiones golpistas, el problema religioso, la revolución de Asturias, fueron las piezas de un mecanismo de violencia que engrasó adecuadamente todo un engranaje de conspiraciones.

Guernica como bombardeo experimental, 1938, el año decisivo de la guerra visto por la autora desde la Barcelona bombardeada y desde el frente de Madrid, en las trincheras de Carabanchel, son otros asuntos que se ofrecen al juicio minucioso y lúcido de Elena Ribera de la Souchère.

Cierra el libro un panorama general del conflicto en el que se analizan la muerte del Estado, los enfrentamientos en el País Vasco, las luchas por el poder en ambos bandos o las duraderas secuelas de la guerra civil. Esas son algunas de las claves de unos textos que combinan el testimonio personal con la reflexión, el compromiso y la solidaridad con aquella democracia derrotada.

Alejada de maniqueísmos y de simplificaciones, su interpretación huye del dogmatismo y, sin renunciar a su convicción militante y democrática, se centra en un análisis exigente y riguroso de aquellas circunstancias sangrientas que fueron el prólogo de la Segunda Guerra Mundial.

Un útil índice onomástico permite acceder de manera rápida a las referencias a quienes protagonizaron aquellos hechos o los sufrieron, como millones de españoles anónimos.

En el final de su prólogo, escribe José María Ridao estas palabras que fijan con claridad la importancia de este libro:

La voz serena de Elena de la Souchère recuerda una sencilla verdad: la historia muestra, sobre todo, las convicciones más arraigadas de quien la escribe. Son esas convicciones las que hacen de este libro una obra singular.

Luis E. Aldave

Mágica tribu



Claribel Alegría.

Mágica tribu.
Berenice. Córdoba, 2007.


Rulfo y Cortázar, Juan Ramón y Monterroso, Graves y Asturias pasean por las páginas de esta Mágica tribu que publica Berenice. Diez nombres convocados por la pluma amiga de Claribel Alegría, diez semblanzas y un homenaje escrito por quien compartió con ellos amistad y pasión literaria.

El mexicano José Vasconcelos, místico y sensual, de la estirpe de Plotino; un Juan Rulfo, arisco y nocturno, y leyendo en voz baja, conmovedoramente, No oyes ladrar los perros.

Miguel Ángel Asturias, con su rostro de ídolo maya junto a un Monterroso, ocurrente y de estatura aspirante a embajador de los Países Bajos.

Roque Dalton, en la alta hora de su noche, y Salarrué, fundador del cuento regional centroamericano junto a Coronel Urtecho, octogenario y viudo, con su rostro de ardilla.

Un Juan Ramón Jiménez protector de la joven poetisa en Washington y Maryland, disgustado cuando se entera de que Claribel se va a casar. O Robert Graves, vecino de Claribel en Deyá bajo la Diosa Blanca.

Y por encima de todos, desde su altura insuperable, un Cortázar jovial y divertido del que se evocan recuerdos como este:

A Julio le encantaban las anécdotas divertidas. Nos contó que una vez, revisando fichas de algunas muchachas que aspiraban a ser traductoras en la UNESCO, se encontró una que decía: "Nombre: Fulana de tal, fecha de nacimiento: junio de 1943, sexo: una vez en Nebraska". Nos hacía reír mucho con algunos de sus chistes, que resultaban más divertidos con sus erres francesas.

El libro lo enriquece un jugoso apéndice fotográfico y una serie abundante de reproducciones facsímiles de cartas dirigidas a la autora por sus amigos.

Santos Domínguez

17 junio 2007

Perro




Susan McHugh.
Perro.
Traducción de Marta Alcaraz.
Melusina. Serie Animal. Barcelona, 2007.

De Argos a Goofy, de la pintura de Veronese al cómic, de las gárgolas al animal semihundido de la pintura de Goya, el perro es el objeto de esta nueva entrega de la Serie Animal que ha empezado a publicar Melusina. La firma Susan McHugh, profesora de filología inglesa en la Universidad de Nueva Inglaterra.

Como icono o como animal de compañía, el perro forma parte de cultura de la humanidad. Símbolo de la fidelidad o la lujuria, de la pereza o el valor, sumiso y obediente, leal y perro, permite dividir a los humanos en cinófilos y cinófobos.

Criado para la coexistencia o para la subsistencia, comestible o mitológico, tuvo ciudades consagradas a su nombre, eso era Cinópolis en Egipto, y con tres cabezas guardó las puertas del infierno antes de reencarnarse en otras advocaciones como el perro Paco y Rin Tin Tin.

Agente redentor en el Mahabarata o filósofo verdadero en la Odisea, el diablo adopta a veces su forma, es el símbolo de la desgracia en la novela homónima de Coetzee, y la voz de su amo en los discos antiguos.

Un centenar largo de estupendas ilustraciones acreditan su potencia icónica, su presencia constante, su vecindad doméstica.

Santos Domínguez

16 junio 2007

Los señores del límite


W. H. Auden.
Los señores del límite.
Seleccion de poemas y ensayos (1927-1973).
Edición bilingüe de Jordi Doce.
Galaxia Gutenberg/ Círculo de Lectores.
Barcelona, 2007.


De una mezcla tan explosiva como la de un padre devoto del psicoanálisis y una madre aspirante a misionera y redimida por el amor, seguramente sólo podía salir alguien como Auden.

Poliédrico en su escritura, en sus intereses y en sus influencias, Auden es uno de los poetas de obra más transcendente en el sentido literal del término, porque su poesía va siempre más allá de su pura voz personal y su influencia ha marcado a las generaciones sucesivas. Brodsky, Gil de Biedma o Ashbery son ejemplos cimeros de ese influjo. También como crítico su importancia es incuestionable. Auden ha sido uno de los más lúcidos del siglo XX y ha dejado su huella en el ensayo literario en el ámbito anglosajón y fuera de él. Brodsky y Gil de Biedma vuelven a ejemplificar la fuerza de esa influencia.

De ambas líneas, la creadora y la crítica, convergentes en tantos momentos de su obra, da cumplida cuenta Los señores del límite, la selección de poesía y ensayo de Auden que ha traducido y prologado Jordi Doce para la imprescindible colección de poesía de Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores.

Una amplia antología que llena parcialmenta algunas lagunas editoriales. Y es que si como poeta a Auden se le edita con saludable frecuencia (Lumen, Visor, Pre-Textos), un libro esencial como La mano del teñidor no se ha reeditado en España desde que en 1974 lo publicó Seix-Barral y a algunos de los ensayos que lo integran (Leer, Escribir...) sólo podía accederse a través de un mercado de segunda mano no siempre asequible ni barato y en una traducción en ocasiones tan deplorable que sostenía que Proust se comía una torta en lugar de la famosa madalena.

Auden definió alguna vez sus poemas como anteproyectos verbales de vida personal. Por eso, la relación del poeta con su obra es una relación problemática y en revisión constante. Escritor en conflicto consigo mismo y con sus textos, sometidos a un constante proceso de corrección o de impugnación. Confuso y perplejo, en el filo de la navaja que corta el terreno de lo racional y lo irracional, la religión y el sicoanálisis, el marxismo y el cristianismo, Auden resolvió parte de esas tensiones, y otras más subrepticias, menos emergentes, a través del proceso de escritura.

De esa provisionalidad habla Jordi Doce en su introducción: Esta obra, más que ninguna otra en la poesía europea del siglo XX, es un ejercicio de exploración intelectual y de interrogación moral; procede por ensayo y error, responde a sus dudas y preguntas con más poemas y trata en lo posible de no fijarse a ningún dogma ni prejuicio.

Ante la tumba de Henry James, Elogio de la caliza, Calibán al público, El escudo de Aquiles, Hablando conmigo mismo o Un poema no escrito son algunos de los poemas memorables que nos dejó Auden.

En cuanto a sus ensayos, además del excelente El poeta y la ciudad, hay dos, Leer y Escribir, que uno tiene por especialmente significativos. Figuraban como prólogo de La mano del teñidor y resumen ejemplarmente las dos facetas de Auden, la del poeta y la del crítico. Dos facetas inseparables en su labor literaria, porque su crítica es la del poeta y su poesía está sometida a una autocrítica constante.

Crítica que es una exploración del sentido, impropia de dioses menores que premian a los buenos y castigan a los malos, de porteras del Parnaso o de reseñistas con vocación de guardias de la circulación.

Lleva este lugar, desde su creación, un lema de Auden que resume su forma de entender la crítica. Forma parte de Leer, y en la traducción de Jordi Doce dice:

Atacar un mal libro no es sólo una pérdida de tiempo, sino también nocivo para el carácter. Si un libro me parece malo, el único interés que puedo obtener de comentarlo debe provenir de mí mismo, del despliegue de inteligencia, ingenio y malicia que sea capaz de ofrecer. No se puede reseñar un mal libro sin caer en la presunción.

Santos Domínguez

Epistolario inédito de Ridruejo



Gracia, Jordi (ed.)
El valor de la disidencia.
Epistolario inédito de Dionisio Ridruejo.

Planeta. Barcelona, 2007.



Entre una carta de José Antonio Primo de Rivera (Querido amigo y camarada) en la que acusa recibo de Plural y otra, cuarenta años después, de Néstor Luján (Querido Dionisio) en la que le urge el envío de una colaboración que se retrasa, pocos meses antes de su muerte, Jordi Gracia ha reunido en El valor de la disidencia un amplio epistolario inédito de Dionisio Ridruejo. Lo publica Planeta, en su colección España escrita.

En ese itinerario epistolar se refleja el viaje político y moral de un Ridruejo que pasó del fascismo militante y radical a la oposición al franquismo y a planteamientos políticos socialdemócratas. Con ese objetivo, el de subrayar las claves de su evolución, ha seleccionado Jordi Gracia, que está preparando una biografía de Ridruejo, un buen puñado de cartas agrupadas en seis capítulos que marcan las seis fases de su trayectoria.

De las fiestas fascistas (1933-1942) a la víspera del gozo (1970-1975) pasando por los sueños frustrados (1942-1951) o las conspiraciones (1962-1970)
. De Giménez Caballero, Tovar o Laín a los exiliados Rodolfo Llopis, Guillén o Sánchez Albornoz. Del acoso sentimental de la hermana del Fundador a la renuncia a los cargos. Del frente ruso al confinamiento en Ronda y en el Maresme. De la preparación de Escorial a las cartas de recomendación que recibe Ridruejo de quienes buscan canonjías o acomodo y hacen declaración de lealtades azules y adhesiones humillantes.

Tontos y pillos parasitaban aquella Falange de la que acabó apartándose Ridruejo, ni tonto ni pillo, pero aún devoto del Caudillo en el 54, antes de sus decepciones definitivas y sus conspiraciones y contubernios.

Cada uno de los capítulos va precedido de una introducción que sitúa las cartas en su contexto biográfico, cultural y político, lo que permite ir siguiendo el hilo de una evolución integral desde la política o la ética a la literatura. Esas introducciones son avances elaborados de una biografía de Ridruejo que Jordi Gracia viene preparando desde hace algún tiempo y dan cuenta de la dimensión política y literaria del epistolario, reflejo de una vida en la que alternan de manera problemática lo privado y lo público, según las épocas.

Este epistolario es el resultado de una intensa dedicación de Jordi Gracia a Dionisio Ridruejo, entre Materiales para una biografía y esa biografía que promete su autor. Ridruejo es uno de los intelectuales más citados en Estado y cultura. El despertar de una conciencia crítica bajo el franquismo.

Un disidente que acabó convertido en uno de los símbolos de la resistencia contra el franquismo, en abierto contraste con otros nombres que aparecen en esta correspondencia:

De DR a Manuel Fraga Iribarne
Mecanografiada
Madrid, 13 de noviembre de 1964

Excmo. Sr. D. Manuel Fraga Iribarne

Ministro de Información y Editor de La Estafeta Literaria
Madrid

Señor Editor:
Ha terminado, según veo, con respecto a mí la etapa del silencio represivo para entrar en la de la publicidad malintencionada. En la anterior mi nombre no pudo ser citado en las publicaciones españolas. Se censuró incluso la escueta noticia de la aparición de los tres libros que publiqué en esa época. Ahora cambiamos de modos. Se empezó por las injurias y las reticencias calumniosas cuando “lo de Munich” o con ocasión de algún artículo mío publicado fuera de España, sin dar conocimiento de mis textos. Se me cerró la vía judicial en tres ocasiones sucesivas. Se me negó el derecho de réplica. Temo, por lo que a la defensa legal se refiere, que sucedería ahora lo mismo. La Estafeta ha cometido el abuso de publicar un trabajo mío sin mi autorización, pero pienso que lo que se me negó para defender mi buen nombre no se me concedería para defender mi propiedad que es derecho, a mi juicio, algo menos importante. ¿Pasará lo mismo con el de la respuesta? Por mí que no quede, y ahí van estas líneas.

Ahora, por supuesto, se trabaja más finamente que en la fase injuriante. El “estilo fino” fue iniciado por el Sr. [Carlos] Robles Piquer en Valencia hace más o menos un año. Este joven “valor” de la política española “descubrió” ante los valencianos cómo en el año 1940 el joven falangista y servidor del régimen autoritario que yo era, recitaba en público los slogans más obvios del falangismo, el fascismo, o la dictadura nacionalista. Cosa escandalosa para las personas que, al servicio del mismísimo sistema, hablan como liberales o demócratas. Cierto es que yo también hablo hoy como demócrata o socialista liberal, pero tengo la desvergüenza de hacerlo desde la calle, después de abandonar mis puestos y mi carnet de militante (1942), de sufrir cinco años de confinamiento (hasta 1947), de haber experimentado la inutilidad de las instancias a la autorreforma del sistema (1951–54) en que ahora andan los de esa casa, cuidándome entonces de subrayar la condicionalidad de mi actitud con la negativa a aceptar cargos públicos, después, en fin, de haber sufrido cuatro procesos, haber pasado varias veces por la cárcel y haber estado dos años expulsado del país. Comprendo que todo esto moleste, escandalice, irrite, porque ¿a quién se le ocurre dar el mal ejemplo de “democratizar” sin sueldo oficial ni puesto de poder y sin disponer de los instrumentos de publicidad o influencia de ese mismo régimen, sustancialmente invariado y posiblemente invariable, con cuyas carencias se vive a disgusto?

Si la decencia - escribe Jordi Gracia a propósito de este episodio, tan revelador de las distintas cataduras morales- sigue siendo palabra de curso legal, es posible que esta carta sonroje a algunos todavía activos políticos de la democracia, como Carlos Robles Piquer. En todo caso, Vicente Aleixandre confiaba a la discreción de José Luis Cano en octubre de 1964 su indignación con Robles Piquer «por su conducta hipócrita haciendo figura de liberal en el exterior y manteniendo la censura en el interior: "es nuestra bestia negra" —me dice Vicente— y desde luego peor que Fraga, su ministro.

Hay diversas maneras de leer un libro como este: como una biografía, como espejo de una España en marcha, como un libro de consulta. Para este último objetivo y para que el lector vea la red de relaciones que establece Ridruejo, el minucioso índice onomástico es muy útil.
Y porque muchas veces hay que ponerle una cara a cada carta, es muy apreciable el material gráfico que se intercala con generosidad en las páginas de este epistolario.
Santos Domínguez

15 junio 2007

Nicolasa verde o nada


José Viñals.
Nicolasa verde o nada.
De la luna libros. Mérida, 2007.



José Viñals (Corralito, Argentina, 1930) es autor de una obra extensa y de amplio registro que incluye poesía, ensayo, teatro y narrativa. Una obra vertebrada en torno a la poesía, más como método que como género.

Así lo ha explicado su autor: Yo lo que he escrito en narrativa, por ejemplo, o en ensayo, todo es labor de poeta; no es labor de narrador. Como labor de narrador deja muchos vacíos, como labor de poeta no, porque trabaja en otros órdenes de la especulación artística que a veces requiere de la prosa, y yo la empleo pero lo que vertebra todo el sistema artístico de mi obra es la poesía.

Nicolasa verde o nada fue su primera novela. La publicó en Buenos Aires casi a la vez que Entrevista con el pájaro, su primera entrega poética, y ahora acaba de reeditarla la editorial De la luna libros.

Heterodoxo y transgresor, inclasificable heredero de la vanguardia, Viñals escribe en Nicolasa verde o nada una novela en la que la tensión creadora se vuelca en la palabra más que en la anécdota, en la conciencia más que en la acción exterior, en la precaria condición del ser humano más que en el humor cruel y desatado que la encubre.

A través del soliloquio alucinado de Miguel Matías Melchor, hijo único de novelista judío y madre católica, el texto es un viaje circular y alucinante por los territorios de la conciencia, por la incomunicación de quien habla y habla febril y compulsivamente en esa exploración del vacío en un mundo distorsionado que se metaforiza en la deformidad física o moral de personajes como el rengo Benegas Carademolde, el sacristán tuerto y cojo.

Expresionismo y distorsión que se expresan mediante un lenguaje agitado, sometido a tensiones creativas que le añaden matices y significaciones nuevas, alejadas de usos rutinarios y frases hechas.

Soliloquio de un personaje que se levanta sobre su propia voz, que le construye mientras habla y habla en un sostenido tono delirante. Una compulsividad verbal con la que el personaje combate la soledad y crea una simulación comunicativa en la que conviven el registro oral y la experimentación, en una tensión constante y exigente.

Tras su apariencia divertida y esperpéntica, tras su humor negro, Nicolasa verde o nada oculta una enorme amargura sobre la condición humana con el fondo de una Argentina rural, que no sabe uno si es decir dos veces Argentina o dos veces rural.

Santos Domínguez

14 junio 2007

Cuentos para lectores cómplices


Antonio Pereira.
Cuentos para lectores cómplices.
Introducción de Ricardo Gullón.
Espasa-Calpe. Madrid, 2007.

Reedición en Austral de Cuentos para lectores cómplices, con un excelente e iluminador prólogo de Ricardo Gullón y una nota del autor de otoño de 2006, en la que da una visión general de los libros aquí recogidos y avisa de que es una versión revisada.

Precedidos de una introducción ya clásica de Ricardo Gullón, se reúnen en un tomo algunas de las mejores narraciones cortas de Antonio Pereira. Dos libros completos, Los brazos de la i griega y El ingeniero Balboa y otras historias civiles, y algunos relatos procedentes de otras colecciones, contiene este volumen reunidor, en palabras del maestro Pereira.

Los veinte cuentos que lo integran dan cuenta de la altura narrativa, la variedad temática y la riqueza técnica de un autor experto en sutileza e ironía, en un esperpentismo suave, sin desgarro ni alejamiento, que provoca -como en Las peras de Dios- la complicidad de los lectores invocados en un título que reúne algunas obras maestras que nada tienen de pequeñas.

El ingeniero Balboa o El pozo encerrado son sin duda algunos de esos textos imprescindibles e inolvidables. Cuentos en los que la realidad y la imaginación convergen en una técnica que Antonio Pereira maneja como pocos: la que le permite contar lo irreal de forma verosímil para hacer creíble lo increíble, y presentar lo real con un toque de fantasía que lo eleva un palmo o dos por encima de su altura diaria.

Para lectores cómplices, guiña Pereira en el título. Y ningún relato como Las erotecas infinitas para provocar esa complicidad. Quizá sea el relato el que más riesgos técnicos ha asumido su autor. En el filo de la navaja lo sitúa Gullón en el prólogo. Su resultado es irreprochable y pasmoso.


Santos Domínguez