Daisy Dunn.
Bajo la sombra del Vesubio.
Vida de Plinio.
Traducción de Victoria León.
Siruela. Madrid, 2021.
Bajo la sombra del Vesubio.
Vida de Plinio.
Traducción de Victoria León.
Siruela. Madrid, 2021.
“Este
libro explora las ideas de Plinio el Joven y Plinio el Viejo -los
Plinios- acerca de la vida, la muerte y el mundo natural. Se trata de
una biografía doble, estructurada en torno a la vida del Plinio más
joven y mejor documentado de los dos, que hemos ido reconstruyendo a
través de sus Cartas, y en torno a la extraordinaria enciclopedia de su
tío Plinio el Viejo, la Historia natural. Pero es también una
celebración del duradero interés que han suscitado ambos hombres y sus
obras y del tratamiento que han ido recibiendo sus ideas a lo largo de
los siglos”, escribe la clasicista británica Daisy Dunn en Bajo la
sombra del Vesubio. Vida de Plinio, el espléndido ensayo que publica
Siruela con una brillante traducción de Victoria León.
Un
relato que se inicia la tarde en que la madre de Plinio el Joven ve
desde su villa de Miseno, en la bahía de Nápoles, levantarse a lo lejos
una extraña nube negra que aquel muchacho de diecisiete años asociaría a
la forma de un pino piñonero, porque “se alzaba como sobre una especie
de tronco alargado y se extendía en forma de ramas”, aunque “también
recordaba a una seta: tan leve como espuma de mar, de un blanco que,
poco a poco, iba ensuciándose, se elevaba sobre un tallo mortal en
potencia. Se hallaban demasiado lejos como para saber con exactitud de
qué montaña salía la nube en forma de seta, pero Plinio descubriría
después que se trataba del Vesubio, situado a unos treinta kilómetros de
Miseno, el lugar desde donde él y su madre, Plinia, la observaban.[...]
Plinio el
Viejo, tío de Plinio por parte de madre, era almirante de la flota y
responsable del mantenimiento y la reparación de unas naves que servían,
en su mayor parte, «para proteger» las aguas itálicas. Aquella mañana
se había levantado temprano, como era su costumbre, había tomado un baño
y había desayunado, y estaba trabajando cuando, hacia el mediodía, su
hermana fue a contarle lo que había visto. Tras abandonar su lectura y
pedir su calzado, se dirigió a un punto de observación más alto para así
tener una vista mejor.”
En
la línea de su colega y compatriota Mary Beard, Daisy Dunn construye un
vívido relato que va más allá del mero ensayo biográfico sobre Plinio
el Joven y su tío el Viejo, que cuando el Vesubio entró en erupción el
año 79 d.C. había publicado ya los treinta y siete volúmenes de su
enciclopédica Historia Natural, uno de los monumentos de la Antigüedad.
Aquella
erupción provocó la muerte de Plinio el Viejo bajo una lluvia de ceniza
y piedra pómez cuando su intrepidez le llevó a acercarse al volcán
desde Miseno al frente de una flota imperial, en lo que se planteó como
una expedición científica y acabó siendo una operación de rescate de la
población.
Aquel día más oscuro que la noche acababa una vida dedicada al conocimiento y la observación, a la lectura y la escritura de aquella obra monumental en la que habló de volcanes lejanos en la Bactriana y en Babilonia, o del cercano Etna, pero no del Vesubio, que desconocía como volcán o consideraba extinguido.
Su sobrino Plinio el Joven, que declinó la invitación a acompañarle y pudo así salvarse, evocó aquellos hechos treinta años después, convertido ya en abogado y político prestigioso, en dos memorables cartas a Tácito que constituyen una espléndida crónica de aquel desastre.
En Bajo el Vesubio Dunn reconstruye aquel tiempo con una narración ágil levantada sobre detalles evocadores como los de aquella tarde, la última en la que se vieron el tío y el sobrino, cuyas trayectorias vitales reproduce este libro con un constante contrapunto entre la biografía y la escritura, con extractos y citas de la Historia natural de Plinio el Viejo y de las cartas de Plinio el Joven, cuya vida coincidió con el ejercicio del poder de seis emperadores, del Nerón de su infancia al Trajano con quien mantuvo una relación cercana de amistad, pasando por Vespasiano, Tito, Domiciano y Nerva.
Con una admirable capacidad narrativa sustentada en una sólida investigación, Daisy Dun extrae de esos materiales detalles significativos que dibujan el marco histórico y reflejan la vida cotidiana en la Roma de casi cien agitados años del siglo I en un conjunto de cinco partes que no siguen un criterio cronológico, sino el ritmo de las estaciones, vinculadas sutilmente en este libro con los ritmos vitales e intelectuales de los dos personajes, distintos en temperamento y aspiraciones, complementarios en muchos sentidos:
Con
el mismo espíritu que animaba a los Plinios, hemos tratado de evitar un
relato que siguiera estrictamente el orden cronológico, y hemos seguido
las etapas de la vida del más joven al tiempo que recorríamos la
Historia natural. La forma del libro se inspira en el año tal como se
concebía en tiempos de Plinio el Joven, estructurado de un modo un tanto
distinto al nuestro. Julio César había reformado el calendario en el
siglo I a. C. cuando este había dejado de corresponderse con el curso de
las estaciones -una discordancia que causaba el ciclo lunar, en el que
estaba basado-. Julio César mandó que se sustituyera por un calendario
solar. Y hubo entonces doce meses divididos en treinta o treinta y un
días, a excepción de febrero, que, al igual que hoy, contaba con
veintiocho días; veintinueve en los años bisiestos. Aunque Plinio el
Viejo confesara que resultaba difícil determinar con exactitud el
momento en que una estrella aparecía o señalar el comienzo de una nueva
estación, siendo el cambio tan gradual y el clima tan impredecible, el
calendario juliano, al menos, ofrecía un esquema estable. Plinio el
Viejo decía que el invierno comenzaba el 11 de noviembre; la primavera,
el 8 de febrero; el verano, el 10 de mayo; y el otoño, el 8 o el 11 de
agosto.
Santos Domínguez