Monserrat Escartín.
Pedro Salinas, una vida de novela.
Cátedra. Madrid, 2019.
“Salinas tuvo una vida de novela y no solo por las circunstancias históricas que tuvo que afrontar (guerra civil española, exilio, Segunda Guerra Mundial), ni por ser el mayor de los poetas del 27 -hoy considerados clásicos del siglo XX-, ni por vivir como un explorador curioso que viajó constantemente, ni por protagonizar una gran historia de amor, sino, fundamentalmente, por llevar sus vivencias a la literatura. Como en los relatos galdosianos del siglo XIX, la biografía de este poeta conjugó dosis de adversidad, de secretismo, de drama romántico, de novela epistolar y de aventuras, entendiendo por aventura el riesgo de un intelectual en acción. [...] No fue un héroe literario, solo un hombre acosado por el sentido del deber, la lealtad y la culpa, que agravaron su eterno conflicto interno: las dudas. [...] Nuestro hombre no se atrevió a mostrar ante la sociedad de su tiempo ni su dualidad, ni una relación extramatrimonial imposible”, escribe Monserrat Escartín en su ensayo Pedro Salinas, una vida de novela, que publica la Editorial Cátedra en su colección de Crítica y estudios literarios.
Un ensayo brillante que aborda con minuciosidad la personalidad múltiple y compleja del poeta, que resume la autora con estas palabras:
En este libro nos adentraremos en varias de sus facetas: la de esposo, padre, amante, profesor, intelectual, poeta, dramaturgo… para comprender la diversidad de sus voces creadoras, que se expresan en tonos diferentes, hasta el punto de poder aplicarle el mismo neologismo que él inventó para definir a García Lorca: muchipersona.
En ese complejo mundo de Pedro Salinas tiene un papel central la peripecia sentimental que desemboca en la zona más significativa de su obra poética desde 1932: en la trilogía amorosa que se desarrolla desde La voz a ti debida hasta Largo lamento.
Esa intensa relación extramatrimonial con Katherine Whitmore, pese a la voluntad de sus familiares de ocultarla a los investigadores -“tenemos mucha información del autor que no hemos podido publicar por las reticencias de su hija a mostrar ciertas facetas de su progenitor”-, ilumina una parte fundamental de su poesía y de su vida.
Este libro responde a un empeño riguroso para “descifrar una producción literaria que él convirtió el retablo de vivencias” y es una incursión que ahonda en la personalidad frágil e insegura de un “hombre con encontrados registros, escindido, en lucha, víctima de su falta de seguridad y de un profundo sentimiento de culpa. Ese es nuestro interés, pues tenemos la certeza de enfrentarnos a un escritor bifronte como Larra, Unamuno, Lorca o Hemingway: en apariencia muy sociable, conversador, respetado por sus cargos públicos, responsabilidades académicas y admirado como poeta, pero que -puertas adentro- ocultaba un yo inseguro, temeroso y dependiente, solo entrevisto por quienes le trataron de forma íntima.”
En esa tarea de aportar las claves del “drama vital que vivió dividido entre su verdadero yo y el mundo”, Monserrat Escartín revela las luces y las sombras de la personalidad de Salinas, el haz y envés del escritor y el hombre, la relación conflictiva entre el personaje público y la existencia íntima de quien “entendió la vida como una representación teatral.”
Por eso, aunque Salinas elaboró su obra sobre la base de la identificación entre vida y escritura, la autora acude a los textos de tono más confesional: el epistolario y algunos inéditos en los que ahondó en su personalidad y en sus conflictos íntimos aquel hombre débil y atormentado que se escondía tras la máscara de la seguridad y la aparente confianza en sí mismo.
Entre lo anecdótico y lo profundo, se reconstruye en estas páginas la imagen total de Pedro Salinas no con un seguimiento estrictamente cronológico de su biografía, sino mediante una indagación en su mundo personal y creativo, en sus gustos y aficiones, que a veces son los de un niño grande que disfruta con los juguetes y los dulces: los paseos y los coches, la música y la pintura, su aversión al frío y a los madrugones, la filosofía de vida que cifró en los valores resumidos en El defensor, “el mejor autorretrato moral de Salinas”, en palabras de la autora: la lealtad y la rectitud, el rigor y la verdad, la lentitud y la amistad, el compromiso republicano y pacifista, o el contacto con la naturaleza, con ese mar de Puerto Rico que es el eje de El contemplado.
Pero esta es también una biografía del miedo, marcada por la infancia solitaria y triste del poeta, una biografía que desvela el trasfondo oculto del personaje público, la constante búsqueda de interlocutor y la necesidad comunicativa de quien entendió la vida como una conversación compatible con el miedo a expresar sus sentimientos y a ocultar sus dudas.
Su personalidad problemática se proyectó también en su biografía sentimental escindida: entre su mujer, Margarita Bonmatí, más madre que esposa, y Katherine Whitmore, la amante soñada e idealizada a quien le debe su voz poética más característica y sus tres libros fundamentales. Dos mujeres fuertes que ejercieron una labor protectora sobre un hombre débil.
“1932-1933 es un momento decisivo en mi vida”, escribía Salinas en una carta a Katherine Whitmore, su alumna en un curso de verano de 1932. Comenzaba entonces una relación que duró hasta 1937 y que tuvo una enorme importancia en su vida y en su poesía. Es lógico, pues, que el seguimiento de esa relación a través de las abundantísimas cartas que Salinas le enviaba -han desaparecido las que recibió- ocupe también una parte nuclear de este ensayo porque ilumina la zona más importante y hasta hace poco más opaca de su obra.
Estas páginas desvelan “un trasfondo que nos permite presentar algunas facetas desconocidas pero muy presentes en su obra literaria; caso del sentimiento de culpa, un talante supersticioso ante el destino, la dependencia afectiva, una constante necesidad de aprobación y un gran temor a la muerte.”
Conviven en esa imagen plural de Salinas el castizo madrileño y el desterrado, el intelectual y el supersticioso, el viajero y el ensayista, el teórico de la lengua y el cosmopolita, el malabarista ingenioso de las palabras, el profesor y el conferenciante, el neurasténico y el chistoso, el escritor con miedo a publicar -dejó inéditos casi ciento cincuenta poemas-, el que combina el deber académico y la vocación poética, el hombre en fin en quien la vida se hace literatura y la literatura se convierte en vida.
Se completa en este ensayo un viaje “a los fondos del hombre para mostrar su división interna, miedos y falta de autoestima, que le obligaron a vivir esforzadamente detrás del personaje, mientras se afanaba por descubrirse y mejorar.”
Nuestro libro no pretende elaborar una biografía al uso, ni ofrecer un nuevo estudio crítico de las obras de este gran escritor, sino acercarse a la interioridad del hombre para entender mejor su producción literaria.
Santos Domínguez