André Breton.
El arte mágico.
Traducción de Mauro Armiño.
Atalanta. Gerona, 2019.
“Si no corresponde al surrealismo jugar el papel, forzosamente confuso en el marco de la sociedad actual, de los magos de los que, tal vez, carece de forma cruel esta sociedad, ni zanjar los debates entre las diversas tendencias que invocan la tradición esotérica, su consigna fundamental, 'liberación sin condiciones del espíritu' en el mejor de los sentidos, no hace más que dar, o devolver, el impulso moral y poético a lo que fue el afán de la magia, su secreto diversamente confesado, siempre amenazado y jamás disuelto a lo largo de los siglos”, escribe André Breton en El arte mágico, una de sus obras fundamentales, que publica Atalanta en una espléndida edición con más de doscientas ilustraciones y una magnífica traducción de Mauro Armiño.
Es una peculiar historia del arte que se plantea como una reivindicación de la magia como motor del arte y como una indagación en los orígenes irracionalistas del surrealismo. Porque esa es la clave del planteamiento y la ejecución de esta obra de culto: la búsqueda de una tradición plástica que entronca las piedras paleolíticas de Stonehenge con la pintura de Magritte o de Picasso.
“Enteramente subjetivo y ajeno a cualquier pretensión académica”, explican los editores en su nota inicial a propósito de este libro que resume la historia universal del arte desde la prehistoria hasta mediados del siglo XX. Un libro elaborado desde una mirada surrealista que reivindica ese movimiento como punto de llegada de una tradición mágica e irracionalista que arranca del arte prehistórico.
El arte mágico es una expresión que utilizó un siglo y medio antes Novalis, el romántico alemán que Breton destaca como uno de los eslabones fundamentales de la cadena artística irracionalista que culmina hasta ese momento en el surrealismo, "producto de una experiencia milenaria", que se explora en estas páginas pero que no renuncia a su proyección futura.
“A ojos de Novalis -escribe Breton en el tratado inicial- la magia, incluso despojada de su aparato ritual, conservaría en nuestra vida cotidiana toda su eficacia. Hugo, Nerval, Baudelaire, Lautréamont, Rimbaud, Mallarmé, entre los mayores poetas del siglo XIX, comulgaron con ese mismo sentimiento. Por tanto, cabe esperar que la sensibilidad moderna se haya impregnado profundamente de él.”
La primera edición la publicó Breton en 1957 con una tirada muy restringida, lo que convirtió El arte mágico en una rareza bibliográfica y en un objeto de deseo. Hasta 1991 no apareció una segunda edición, más amplia en tirada y en despliegue gráfico, más equilibrada en texto e ilustraciones, que es la que sirve de base a esta traducción y a este espectacular volumen, un objeto visual que gira en torno a un centro de interés, como afirman los editores, a “la cuestión capital de la obra (y de todo el movimiento surrealista): ¿tiene el arte realmente la capacidad de cambiar la vida? Para Breton, la magia, el arte y la poesía, en su dimensión auténtica, son sinónimos y tienen la energía simpática de cambiar la realidad.”
“En el arte, como en la vida entera, la magia se filtra por todas partes”, explicaba Leonora Carrington en su respuesta al cuestionario sobre la significación y la proyección actual del arte mágico a la que respondieron decenas de intelectuales, escritores y artistas como Heidegger Bataille, Cirlot, Octavio Paz o Benjamin Péret.
Y con ese enfoque se aborda en tres capítulos cronológicos esta historia del arte como vehículo de lo mágico, desde unos comienzos asociados a la magia y a la religión en el decorado polinesio y el misterio de los megalitos de la Isla de Pascua y Stonhenge hasta la magia recuperada por el surrealismo.
Por estas páginas desfilan los orígenes de la arquitectura en la vinculación entre el bosque y la cueva; el sentido del arte en las culturas antiguas, como exploración del mundo interior en Egipto o como respuesta a la agresión del mundo exterior en Mesopotamia, como expresión de la mitología cretense o como representación simbólica de la naturaleza en el arte céltico; la magia encubierta de la época medieval; los trípticos del Bosco -“el visionario integral”-, la posición del arte cristiano frente a la brujería o la persistencia de talismanes y tarots, de cábala y alquimia.
La Edad moderna y la crisis de la magia, el paganismo recuperado por Piero di Cosimo, el secreto de la belleza clásica, de Antoine Caron a Ingres, la visión romántica y la proyección plástica del mundo interior en Blake y Goya; la presencia de lo fantástico y la llamada al caos en un itinerario del expresionismo al ideograma, del realismo mágico de Rousseau el Aduanero a los paisajes oníricos de De Chirico, Max Ernst, Chagall o Miró, con especial atención al efecto óptico de las anamorfosis y los trampantojos
Una peculiar historia del arte escrita desde la mirada del surrealismo, como una reivindicación y una búsqueda de los orígenes y fundamentos del surrealismo en pintores como Paolo Uccello, “primer pintor citado como precursor del surrealismo”, el punto de llegada de una tradición mágica que arranca del arte prehistórico.
Santos Domínguez