7/11/18

Kafka. Cuadernos en octavo


Franz Kafka.  
Cuadernos en octavo.
Traducción, introducción y notas 
de Carmen Gauger.
Alianza Editorial. El libro de bolsillo. Madrid, 2018.

Muchas sombras de los difuntos se dedican sólo a lamer las aguas del río de los muertos, porque este viene de donde estamos nosotros y aún tiene el sabor salado de nuestros mares. El río se resiste, de asco, fluye en sentido contrario y en sus ondas arrastra a los muertos a la vida. Ellos, por su parte, son felices, entonan cánticos de acción de gracias y acarician al río rebelde. 

Ese es uno de los más de cien aforismos que se recogen en el volumen Cuadernos en octavo, que publica Alianza Editorial en El libro de bolsillo con traducción, introducción y notas de Carmen Gauger.

Son en total ocho los cuadernos azules en octavo en los que Kafka entre noviembre de 1916 y mayo de 1918 anotó pensamientos, esbozó fragmentos de relatos o tramas narrativas, elaboró diálogos o reconstruyó imágenes de sueños y visiones como esta, del Cuaderno G, que inició a mediados de octubre de 1917 y cerró a finales de enero de 1918.

Estamos -visto con los ojos impuros de este mundo- en la situación de unos viajeros de ferrocarril que han tenido un accidente en un largo túnel, y justamente en un punto en el que ya no se ve la luz del comienzo, y la del final sólo de modo tan escaso que la mirada la tiene que buscar de continuo, y la pierde de continuo, y además sin que ese comienzo y ese final sean siquiera seguros. Pero en torno a nosotros, en la confusión o en la hipersensibilidad de los sentidos, no tenemos sino monstruos y un juego de caleidoscopio, deleitable o fatigoso según el humor y las lesiones del individuo.

El centenar largo de aforismos que se sitúan al final del volumen, fechados entre la primavera de 1918 y la segunda mitad de 1920 en realidad reescriben los que había dejado anotados en los dos últimos cuadernos, G y H.

Los textos de estos cuadernos tienen un doble carácter, narrativo y filosófico. Sobre ellos señala Carmen Gauger: “algunas partes narrativas de los cuadernos en octavo se cuentan entre los relatos más profundos de Kafka. Además, la crítica ha señalado acertadamente que existe una vinculación, muy estrecha a veces, entre las reflexiones y los relatos.”

Entre esos relatos, el extenso fragmento dialogado El guardián de la cripta, que junto con otros cuatro -La verdad sobre Sancho Panza, El silencio de las sirenas, Prometeo y Una confusión cotidiana- formó parte de La muralla china, como recuerda Carmen Gauger, que cierra su prólogo con estas palabras:

“Queda el lenguaje. Lo más bello, lo más asombroso de Kafka. Ese lenguaje preciso y burocrático, austero y riguroso, y al mismo tiempo milagrosamente claro, transparente y misterioso. De una musicalidad inalcanzable.”

Santos Domínguez