Moisés
Pascual Pozas.
Los
papeles de J. C.
Izana Editores.
Madrid, 2018.
En
las tardes asediadas por el tedio, abro el cuaderno y me busco en los renglones
que la pluma traza, pero mentirosa es la memoria más veraz, añagaza necesaria
en este ciego y corto vuelo que llamamos vida, nosotros, cucarachas en las
alcantarillas del tiempo. Como el linaje de las hojas, así es el de los
hombres. El viento las esparce por el suelo, pero de nuevo brotan del árbol
revivido cuando llega la estación florida. Así, mientras una generación de
hombres muere, otra nace. ¿Qué grano brotará de simiente tan falsaria y
olvidadiza: amor, odio, indiferencia, alegría, pesadumbre o hastío? ¿Qué
sentido tiene un existir anclado en un movimiento uniforme donde solo se
escucha el tic-tac de los relojes que otros dieron cuerda? En el espejo de los
olvidos y recuerdos busqué mi rostro, pero no lo encontré en esta tenebrosa
procesión de máscaras insomnes.
Con esa potente calidad
de prosa comienza Los papeles de J.C., la última novela de Moisés Pascual
Pozas, que culmina con ella una larga y reconocida trayectoria narrativa iniciada
en 1980 con Los descendientes del musgo y consolidada con títulos como Las voces de
Candama o Espejos de humo.
La
más arriesgada también, pese a la raigambre cervantina de su trama compleja, articulada
en torno a dos personajes que responden a las siglas J. C.: el difunto y
marginal Julián Cameno y el depositario de sus cuadernos, el periodista Julio
Carmona, empeñado en la ordenación de los escritos confusos y laberínticos del
primer J. C.
Unos
papeles que permiten la reconstrucción de aquella vida ajena llena de lagunas
que debe atravesar la fabulación, en una búsqueda del otro que acaba
convirtiéndose como contrapunto en una autobiografía, en una búsqueda de sí
mismo.
Ambientada
en medio de un páramo que tiene más de espacio narrativo y territorio
metafórico que de paisaje real, delimitado entre Armenta, el límite pedregoso de
los pueblos muertos y la Alhuma de
sepulcros de Espejos de humo, quizá su mejor novela, en Los papeles de J. C. se
cruzan la vida y la literatura, la realidad y la ficción, lo sucedido y lo
imaginado para completar el viaje interior de dos autores en busca de su propia
identidad problemática y de su propio personaje opaco.
Con
una estructura compleja de cajas chinas en la que se confunden deliberadamente
las diversas voces narrativas, memoria e invención se conjugan en una
arquitectura narrativa sobre la que descansa la vertebración de vidas y
peripecias de esta novela exigente y brillante que publica Izana Editores con menos pulcritud de la que merece una obra de esta calidad.
Santos Domínguez