Atlas de literatura universal.
Ilustración y diseño
de Agustín Comotto y Tono Cristòfol.
Coordinación de Pedro García Martín.
Nórdica. Madrid, 2017.
“Tras recorrer una treintena larga de títulos, dibujamos una suerte de Imago Mundi de la literatura universal. Un fresco histórico en cuyo espacio podemos leer el tiempo. Un mosaico donde las teselas librescas son hijas de su época. Aun a riesgo de la sentencia bíblica sobre el daño para la salud que produce escribir y estudiar. A sabiendas de que elegir un manojo de títulos es cosa de nunca acabar”, escribe Pedro García Martín en el prólogo del Atlas de literatura universal, el volumen que ha coordinado para su edición en Nórdica con ilustración y diseño de Agustín Comotto y Tono Cristòfol.
Una vuelta al mundo en 35 obras abordadas por 35 escritores, traductores, críticos o profesores que proyectan su mirada sobre las obras en textos breves de una o dos páginas: Julio Llamazares sobre el Quijote, Carlos García Gual sobre La Odisea, Luis Alberto de Cuenca sobre La Eneida y Sherlock Holmes, José María Conget sobre Hamlet o Alberto Manguel, que escribe sobre Las mil y una noches, La metamorfosis de Kafka o El Aleph de Borges.
Son algunos de los colaboradores de un libro que no propone una panorámica, sino una representación significativa de la literatura universal, una cartografía que abarca desde el Poema de Gilgamesh y La Biblia hasta Ladera Este, de Octavio Paz, y La hija de Burger, de Nadine Gordimer, a través de dos tipos de mapas: los mapas simples, que sitúan las obras en su contexto espaciotemporal, y los mapas conceptuales, que presentan en infografías el mundo propio de cada obra: desde la ruta de Ulises en La Odisea a los libros analizados en el donoso escrutinio del comienzo del Quijote, los espacios parisinos de 1913 en A la busca del tiempo perdido, el Dublín del Ulysses en 1922 o las siete generaciones de los Buendía en Macondo.
Como los atlas tradicionales, este Atlas de literatura universal puede hojearse al azar para merodear por sus páginas con la seguridad de que en cualquiera de ellas hay una ventana abierta al mundo y a la imaginación.
Palabra de Lorca.
Declaraciones y entrevistas completas.
Edición de Rafael Inglada
con la colaboración de Víctor Fernández.
Prólogo de Christopher Maurer.
Malpaso. Barcelona, 2017.
‘Lorca de viva voz’ titula Christopher Maurer el prólogo que ha escrito para presentar el espléndido volumen Palabra de Lorca. Declaraciones y entrevistas completas, que publica Malpaso con edición de Rafael Inglada, que ha contado con la colaboración de Víctor Fernández.
Entre la cuartilla que recoge su intervención en el homenaje colectivo a Granada en 1922 y el prólogo a la edición de El público en el que Rafael Martínez Nadal evocaba en 1978 el último día de García Lorca en Madrid, ciento treinta y tres textos organizados en cuatro secciones cronólogicas que incluyen también las entrevistas y declaraciones publicadas póstumamente, entre 1937 y 1978.
Una colección que, como señalan Rafael Inglada y Víctor Fernández en ‘El poeta al que no le gustaban las entrevistas’, el texto preliminar en el que explican el contenido del libro y el sentido de esta edición, contiene “salvo sorpresas de última hora, la totalidad de las entrevistas concedidas por Federico García Lorca a la prensa de la época, desde 1922 (...) hasta la que concedió a Otero Seco pocas semanas antes de ser asesinado en agosto de 1936.”
O como la que le hizo Luis Bagaría para El Sol del 10 de junio de 1936, en donde decía:
- Yo soy español integral, y me sería imposible vivir fuera de mis límites geográficos; pero odio al que es español por ser español nada más. Yo soy hermano de todos y execro al hombre que se sacrifica por una idea nacionalista abstracta por el solo hecho de que ama a su patria con una venda en los ojos. El chino bueno está más cerca de mí que el español malo. Canto a España y la siento hasta la médula; pero antes que esto soy hombre del mundo y hermano de todos. Desde luego no creo en la frontera política.
Traducidas algunas del catalán, inglés, italiano y francés, “las abundantes entrevistas, declaraciones y documentos inéditos que recogen ahora Rafael Inglada y Víctor Fernández incitan a nuevas lecturas y abren nuevos caminos en la investigación. Las espléndidas fotos, muchas de ellas desconocidas hasta ahora, ofrecidas en su momento como garantía de autenticidad de la entrevista, nos deslumbran como en aquel entonces: con el “estallido súbito del magnesio”. Junto con el epistolario y con las ya mencionadas declaraciones políticas ofrecen una valiosísima serie de retratos, autorretratos y caricaturas verbales.”
Hay una serie de líneas temáticas que recorren estas declaraciones recogidas durante los quince años de mayor creatividad de Lorca: las noticias y reflexiones sobre sus libros de poesía y sus estrenos teatrales, la dirección de La Barraca, sus viajes a América del Norte y Cuba, su gira por Argentina y Uruguay como dramaturgo y conferenciante, sus opiniones sobre la poesía de su tiempo, sus dudas y sus exageraciones, su evolución como persona y como escritor, la configuración progresiva de su mundo literario y sus proyectos, su compromiso social y cultural, su fama creciente, favorecida por el desarrollo del formato periodístico de la entrevista literaria que le sirvió de escaparate, como recuerda Christopher Maurer en su prólogo.
Y en todas estas entrevistas y declaraciones, una expresividad torrencial que suele reflejar una mezcla de simpleza inocente y de intuiciones profundas, como en la entrevista que apareció en Buenos Aires el 15 de octubre de 1933, en la que declaraba:
-En arte no hay que quedarse nunca quieto ni satisfecho... Hay que tener el coraje de romperse la cabeza contra las cosas y contra la vida... El cabezazo... Después veremos qué pasa... Ya veremos dónde está el camino... Algo que también es primordial es respetar los propios instintos... El día en que deja uno de luchar contra sus instintos, ese día se ha aprendido a vivir...
Además de las abundantes ilustraciones que reproducen imágenes del poeta y páginas de las publicaciones donde aparecieron las entrevistas, un útil índice onomástico permite la consulta rápida de personas, personajes y lugares aludidos en ellas.
Juan Rulfo.
Obra.
Fundación Juan Rulfo. Editorial RM.
Barcelona, 2017.
Para cerrar el año del centenario del nacimiento de Juan Rulfo, uno de los narradores imprescindibles del siglo XX en español, una edición única recoge la totalidad de su obra narrativa en un volumen cuidado por la Fundación Juan Rulfo, que ha fijado los textos definitivos, espléndidamente editados por la Editorial RM.
Están aquí los diecisiete cuentos intensos e imprescindibles de El Llano en llamas, que inauguraron un territorio literario inconfundible y un nuevo tono narrativo, intermedio en su estilización entre lo coloquial y lo poético, para elevar lo regional al nivel de la tragedia griega.
Un territorio inhóspito que dos años después, en 1955, daría cabida a su novela Pedro Páramo, habitada por un coro de voces y sombras que sirven de fondo a la bajada a los infiernos de Juan Preciado, el narrador que habla en el comienzo memorable: “Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo. Mi madre me lo dijo. Y yo le prometí que vendría a verlo en cuanto ella muriera.”
Todo desmiente en esta novela la fama de creador intuitivo que injustamente le atribuyó a Rulfo una parte de la crítica. Todo está medido en ella: desde la estructura caleidoscópica -aparentemente anárquica- que traba la novela y sostiene su construcción en una meticulosa organización circular, hasta el nombre del pueblo –que evoca el de la sartén sobre las brasas- o los nombres simbólicos de los personajes, habitantes de un territorio intermedio entre la vida y la muerte, de un espacio vacío y calcinado en un tiempo que es el de la ucronía, el no-tiempo del mito.
Y finalmente, el guión de El gallo de oro, que con el trasfondo del mundo de las peleas de gallos, las ferias y los palenques, las apuestas y las mesas de juego, explora un mundo emparentado con el universo de Rulfo: un mundo en el que están presentes la venganza y el poder, el destino trágico y la autodestrucción, y en el que la figura femenina protagonista recuerda en su inaccesibilidad a Susana San Juan.
Decía el crítico Chris Powell que “se puede leer la breve pero densa obra de Rulfo en un par de días, aunque eso sólo significa dar el primer paso dentro de un territorio todavía por conocer. Su exploración es uno de los viajes más extraordinarios de la literatura.”
Lo advirtió el propio Rulfo cuando decía que hasta después de tres o cuatro lecturas no se entendía Pedro Páramo, una novela inagotable cuya brevedad engañosa es otro de los espejismos de la obra.
Rafael Sánchez Ferlosio.
Páginas escogidas.
Selección de Ignacio Echevarría.
Literatura Random House. Barcelona, 2017.
Como “un recorrido que se quiere a la vez representativo e incitante, capaz tanto de procurar una idea aproximada de la amplitud y de la diversidad de la obra de Ferlosio como de despertar el deseo de adentrarse más a fondo en ella” define Ignacio Echevarría la selección de Páginas escogidas de Rafael Sánchez Ferlosio que ha preparado para el volumen que publica Literatura Random House.
Un recorrido amplio y abarcador por los textos más significativos de Ferlosio a través de catorce apartados ordenados cronológicamente y encabezados por sendas secciones de Pecios que dan paso a textos narrativos, ensayos y artículos de las distintas etapas de la prosa ferlosiana.
Sermones y homilías, relatos breves de El escudo de Jotán, capítulos de Alfanhuí o un fragmento de El testamento de Yarfoz configuran una selección que responde a un criterio múltiple y panorámico porque, como explica el compilador, “pretende abarcar los diferentes géneros y los principales registros en que se ha desarrollado la obra de Ferlosio.”
Dientes, pólvora, febrero, Personas y animales en una fiesta de bautizo, Los babuinos mendicantes, Homilía del ratón, Las azoteas de Damasco o El deporte y el Estado, son algunos de los textos que ofrece esta impecable selección que refleja la escritura rigurosa y poliédrica de Ferlosio, de la que pueden dar una muestra representativa dos fragmentos.
El primero (De los ásperos y grandes lances de la montaña) es de Alfanhuí:
Por la tierra de secano hacia la montaña, canta la pájara antigua. Sobre las tapias de pizarra, junto a la blanca carretera, grazna, mece su cola. Al carretero le roba el pan y le despinta el carro. Grita a los cereales cuando les llega el madurar. Con su voz, seca los campos para la siega. Las otras aves se van, pero las urracas se quedan siempre, antiguas pájaras de la meseta. Ellas delatan crímenes nefastos y piden venganza para las violadas. Reconocen a los hombres y saben mucho de geografía. Saben cuanto pasa en los pueblos y los caminos. Dicen los nombres de los muertos y los recuerdan sin pena. Unas a otras se narran las historias de los muertos. Camino del camposanto los ven pasar y se quedan sobre una piedra, narrándose cuanto vieron. Viven los hombres y envejecen; las urracas hablan y miran. Las urracas sin pena no creen en la esperanza; ellas narran tan sólo, y repiten los nombres de los muertos. Los muertos van a lo largo del camino de la montaña. Van, como nublados sin lluvia, a trasponer las oscuras cimas. En la voz de las pájaras sus nombres quedan.
La montaña es silenciosa y resonante. Como el vientre de la loba es su vientre, arisco y maternal. Esconde sus manantiales en los bosques, como la loba sus tetas entre pelo. La montaña está tendida mansamente, amamantando a la llanura. Sólo a veces se levanta dura y esquiva y rasga los labios de los campos.
El otro es el comienzo de Carácter y destino, el discurso que leyó en abril de 2005 en la ceremonia de recepción del Premio Cervantes:
Una mañana de verano del 59, paseando mi hija y yo por el Retiro, al cruzar por el trecho que separaba el quiosco de la música del antiguo escati de baldosines, oí de pronto unas voces que venían de entre los árboles, en las que reconocí el falsete característico de los actores de guiñol.
En mis tiempos era muy difícil encontrar un padre joven, medianamente instruido, que, en el trato con sus hijos, no se creyese un pedagogo consumado. Ella no había cumplido los tres años y medio, y no podía haber reconocido aquellas voces, porque nunca había asistido a un espectáculo de guiñol ni a ningún espectáculo en absoluto (y, por supuesto, a aquel padre pedagogo le habría resultado hasta ofensiva la pregunta de si había dado entrada a la televisión en casa). Así que su ignorancia me dio tiempo de dudar: ¿la llevo o no la llevo?
Y aquí no es necesario recordar hasta qué punto la cuestión de la conveniencia o inconveniencia pedagógica, social y hasta política de los espectáculos públicos en general ha sido en Occidente un asunto moral que se remonta cuando menos a Platón.
Pablo Neruda.
Confieso que he vivido.
Edición, prólogo y notas de Darío Osés.
Seix Barral. Barcelona, 2017.
“Mi vida es una vida hecha de todas las vidas: las vidas del poeta”, escribía Pablo Neruda en el texto introductorio a Confieso que he vivido, las memorias que publica Seix Barral en una edición ampliada con diecinueve textos inéditos que estaban depositados en la Fundación Pablo Neruda,
La edición incorpora además tres conferencias inéditas, un álbum fotográfico de casi cincuenta fotografías y varias reproducciones facsimilares de mecanoscritos y apuntes manuscritos relacionados con la elaboración de estas memorias, que Neruda pensaba publicar en 1974 para celebrar los 70 años que no llegó a cumplir.
Su muerte el 23 de septiembre de 1973 frustró la redacción definitiva de las memorias, definitivamente interrumpidas. Fueron su viuda, Matilde Urrutia, y Miguel Otero Silva quienes ordenaron el material para la primera edición, que apareció en 1974.
Entre los textos agregados, que se han editado con un tipo de letra distinto al del resto del libro para que el lector pueda identificarlos fácilmente, se incorpora un capítulo sobre la homosexualidad de García Lorca que Neruda prefirió no incluir en su plan de edición de las memorias porque podía perjudicar el prestigio de su amigo poeta.
El origen de Confieso que he vivido está en las cinco conferencias que Neruda pronunció en 1954 en la Escuela de verano de la Universidad de Chile para celebrar sus 50 años. De ellas forman parte las tres que permanecían inéditas y aparecen ahora en el apéndice de esta edición preparada y anotada por Darío Osés, que en su prólogo –‘La persistencia autobiográfica’- destaca su elaboración prolongada en el tiempo y su carácter singular y explica que “la obra poética de Neruda alimenta también a sus memorias.”
Por eso se puede seguir en Confieso que he vivido no sólo la peripecia biográfica del poeta, sino también la intrahistoria circunstancial de la que surgieron algunos de los libros de Neruda.
Con el amor y el paisaje, el compromiso político y la amistad como ejes vertebrales de las memorias, “los nuevos materiales de valioso contenido autobiográfico agregados a esta edición permiten hoy –explica Darío Osés en el prólogo- proponer nuevas lecturas de sus memorias, y de esa forma prolongar y enriquecer el persistente relato de las vidas del poeta.”
Breve antología de la Enciclopedia.
Selección y traducción de Gonzalo Torné.
Prólogo de Fernando Savater.
Debate. Barcelona, 2017.
“Un autor que resulta frío porque se expresa con un exceso de viveza puede llegar a corregirse atemperando la imaginación. En cambio, un autor que es frío porque no tiene alma no puede corregirse a sí mismo. Podemos moderar el uso del fuego, pero quien no sabe cómo encenderlo nunca podrá usarlo”, escribía Voltaire al final del artículo Frío, una de sus contribuciones a la Enciclopedia que dirigieron en circunstancias muy adversas Diderot y D'Alembert, que abandonó el proyecto a la mitad, asustado por la reacción del poder
Es uno de los artículos de la Breve antología de las entradas más significativas de la Enciclopedia que ha seleccionado y traducido Gonzalo Torné para un espléndido volumen que publica Debate con prólogo de Fernando Savater, que destaca que “la Enciclopedia fue un símbolo, el estandarte de una forma de pensar distinta a la tradicional, la leva de la veda para desacreditar los dogmas más acrisolados, el final del respeto. Su simple presencia transmitía un mensaje intelectual y también político.”
Al cabo de veinte años de trabajo, fueron 72000 los artículos que tuvo la Enciclopedia. De ahí la necesidad de una antología como esta, que reúne en trescientas páginas una selección de los artículos más representativos y como señala Gonzalo Torné responde al criterio de “seleccionar las mejores entradas escritas por los nombres más relevantes que aparecen de las cuatro decenas de autores acreditados.”
Voltaire (Elegancia, Fantasía, Felicidad o Historia), Diderot (Adulterio, Cerveza, Chocolate, Melancolía) D'Alembert (Astrología, Corrupción, Optimismo) o Rousseau (Economía política, Música o Temperamento) son algunos de los nombres y los variados temas que recoge esta antología que se abre con el amplio Discurso preliminar de D'Alembert sobre la doble condición de la obra: como Enciclopedia debe hacer una exposición de los diversos conocimientos humanos y como Diccionario razonado de las ciencias, las artes y los oficios,debe establecer los principios en los que se basan esas actividades.
Desde esa doble perspectiva de la mirada ilustrada se desarrolló la Enciclopedia, de cuyos autores dice Fernando Savater en el prólogo: “los enciclopedistas no se proponen derrocar el orden vigente ni deponer la monarquía, sino refundarlo todo basándose en principios racionales, no de linaje o de fortuna familiar. La tradición, él ‘siempre se ha hecho así’ y las leyendas fundacionales deben dejar paso al ‘espíritu geométrico’, a los méritos del estudio y a la competencia profesional.”
Cierra el volumen el prefacio de Diderot al último tomo de la Enciclopedia. “El mundo madura pero no cambia, escribe cuando ve culminada ya la realización del proyecto, “quizá -añade- el más ambicioso que nunca se ha emprendido en el marco de la literatura.”
Cees Nooteboom.
Tumbas de poetas y pensadores.
Fotografías de Simone Sassen.
Traducción de María Condor.
Siruela. Madrid, 2017.
¿Por qué visitamos la tumba de alguien a quien no hemos conocido en absoluto? Porque aún nos dice algo, algo que sigue resonando en nuestros oídos, que hemos retenido e incluso no hemos olvidado, que nos sabemos de memoria y de vez en cuando repetimos, en voz baja o en voz alta.
(...)
Los poetas cuyas tumbas he visitado sabían todo esto. Yo no revelo aquí ningún secreto. Las he visitado porque forman parte de mi vida. Porque han acompañado dicha vida de las maneras más diversas y en los momentos más variados. Unas veces eran lisa y llanamente poetas, poetas en sentido amplio: versificadores y pensadores, escritores y filósofos, es decir, junto a Celan y Dante estaban también Descartes y Wittgenstein, Mann y Kafka; y otras, como en el caso de Borges o Joyce, una combinación de ambos. Para mí son voces vivas. Ni siquiera entre miles de lápidas funerarias he tenido jamás la sensación de haber ido a visitar a un muerto. La relación es siempre personal, incluso cuando se trata de poetas que murieron hace tanto tiempo como Virgilio, Hölderlin o Leopardi.
Esas líneas pertenecen a Tumbas de poetas y pensadores, el libro de Cees Nooteboom que publica Siruela con traducción de María Condor.
Ilustrado con las espléndidas fotografías en blanco y negro que hizo Simone Sassen, es un libro espectacular que propone no sólo un itinerario por decenas de tumbas de escritores. Es también y sobre todo un diálogo con esos autores y una lúcida aproximación a sus obras, porque cada visita a la tumba de un poeta es una conversación en la cual la respuesta ya está ahí mucho antes que todo lo que nosotros mismos pudiéramos decir.
Las tumbas de Proust, Vallejo y Wilde en el cementerio Père Lachaise de París; el Monte Vaea de Samoa donde está enterrado Stevenson en medio de un silencio vivo sobre la selva virgen; la lápida de Yeats en la niebla de la costa irlandesa; las tumbas nevadas de Canetti, Thomas Mann y Joyce cerca de Zúrich; la de Valéry en su cementerio marino y la de Chateaubriand entre las rocas de St. Malo contra un fondo de olas en la abrupta costa de Bretaña; las tumbas de Keats y Shelley en el Cementerio Acattolico de Roma; las de Beckett, Cortázar y Baudelaire en Montparnasse; la de Borges en Ginebra bajo una inscripción en anglosajón –Y nada temas- tan lejana de la de Bioy Casares en La Recoleta bonaerense; las tumbas vienesas de Bernhard y Auden, a la sombra de una pequeña iglesia blanca; la de Italo Calvino en la Toscana y la de René Char en la Provenza; la de T. S. Eliot en East Coker -in my beginning is my end / in my end is my beginning- las de Goethe y Schiller, vecinos en su cripta de Weimar; las tumbas costeras de Robert Graves en Deià y de Neruda en Isla Negra; las de Hölderlin en Tubinga y Leopardi en Nápoles; la de Machado en Collioure; las tumbas venecianas de Pound y Brodsky...
Una viva evocación de los autores y de sus obras, porque visitamos a unos muertos a los que conocemos mejor que a la mayoría de los vivos.
Y porque en gran medida la literatura es una conversación con los muertos, Cees Nooteboom visitó durante años decenas de tumbas de poetas y pensadores. De esa experiencia surgió este libro, un viaje inducido por la lectura y que invita a la relectura, porque el que visita la tumba de un poeta emprende una peregrinación a sus obras completas.
T. S. Eliot.
El libro de los gatos sensatos
de la Vieja Zarigüeya.
Traducción de Juan Bonilla.
Ilustraciones de Edward Gorey.
Nórdica. Madrid, 2017.
Ponerle nombre a un gato, no te asombres
es cosa complicada y no banal.
Seguro que piensas que estoy muy mal,
pero es que un gato ha de tener tres nombres.
Así comienza El nombre de los gatos, el primero de los quince poemas que T. S. Eliot publicó en 1939 en El libro de los gatos sensatos con el seudónimo “Old Possum” (la Vieja Zarigüella) y que sirvieron de base al libreto del musical Cats.
Nórdica publica El libro de los gatos sensatos de la Vieja Zarigüella en edición bilingüe con versión rimada de Juan Bonilla y con las abundantes ilustraciones de Edward Gorey para la edición norteamericana de Harcourt Brace Jovanovich en 1982.
Quince poemas infantiles que Eliot escribió para sus ahijados, en los años 30 y que entre el juego y el propósito didáctico se dedican a Jenny, la gata chiclosa, al último episodio del Tigre Fiero o al viejo durmiente Deuteronomio.
En estas páginas suena la canción de los gatos melifluos, pasea en silencio el gato misterioso y recuerda su época de gloria el gato teatral; luce sus polainas blancas el gato de etiqueta y hace su turno el gato del tren.
El caprichoso Rum Tum Tugger, Mungojerrie y Rumpelteazer, dos gatos vagabundos, o el gran gato Jaleo, que interviene en la pelea entre pequineses y pollicles, Mistoffles el mago, maestro del conjuro, piratas, ilusionistas, artistas o acróbatas maúllan o dormitan, corren y hacen trastadas en estos versos divertidos y juguetones que completan la imagen poética de T. S. Eliot.
Aleksandr Pushkin.
El Zar Saltán
y otros cuentos populares rusos.
Ilustraciones de Iván Bilibin.
Traducción de José Fernández Bueno.
Reino de Cordelia. Madrid, 2017.
Tres hermanas que hilan en una rueca, un cisne prodigioso a la orilla del mar, un sorprendente gallo de oro que vigila las fronteras, un pescador que captura un pececillo de oro, una princesa muerta y siete caballeros... Esos son algunos de los habitantes de los seis cuentos tradicionales rusos que recopiló Aleksandr Pushkin en la primera mitad del siglo XIX.
Los publica Reino de Cordelia en una edición ilustrada por Iván Bilibin, como la de los Cuentos populares rusos recogidos por Afanásiev, que publicó hace tres años esta misma editorial.
Pushkin convirtió los relatos folclóricos que había oído en su niñez en poemas narrativos que José Fernández Bueno ha traducido en prosa, en cuentos que desprenden la magia ancestral de los cuentos folclóricos y contienen el alma tradicional de la vieja Rusia de los zares.
El despliegue escenográfico de las espléndidas ilustraciones de Iván Bilibin completa una edición espectacular. Son telones de ópera, como señala el editor en su prólogo. De hecho el cuento que da título al volumen inspiró una ópera homónima de Rimski-Kórsakov.
Rachel Ignotofsky.
Mujeres de ciencia.
Traducción de Pedro Pacheco.
Nórdica cómic. Capitán Swing. Madrid, 2017.
“Nada presagia más problemas que una mujer en pantalones. Esa era la actitud predominante en la década de 1930. Tanto era así que el hecho de que Barbara McClintock llevara pantalones de vestir en la Universidad de Missouri era considerado escandaloso. Pero era aún peor, además de escandalosa, era luchadora, directa, increíblemente inteligente y el doble de ingeniosa que cualquiera de sus compañeros masculinos. Hacía las cosas a su manera para obtener los mejores resultados, aunque eso implicara trabajar hasta muy tarde con sus estudiantes, lo cual iba contra los horarios establecidos.”
Así comienza la Introducción que Rachel Ignotofsky ha escrito para presentar su Mujeres de ciencia, un libro que ella misma ha ilustrado y que recoge la biografía de 50 intrépidas pioneras que cambiaron el mundo, como indica el subtítulo de este volumen que publican Nórdica cómic y Capitán Swing.
Desde la matemática y filósofa Hipatia de Alejandría, que murió a principios del siglo V, hasta la también matemática iraní Myriam Mirzajani (1977-2017), pasando por Wang Zhenyi, astrónoma y poeta china del siglo XVIII, Marie Curie, Rita Levi-Montalcini o Valentina Tereshkova, “a lo largo de la historia, muchas mujeres lo han arriesgado todo en nombre de la ciencia. Este libro cuenta la historia de algunas de estas científicas, desde la antigua Grecia hasta hoy en día, que cuando se topaban con un no respondían: ‘Intenta detenerme.’
Una historia de la lucha de las mujeres contra la discriminación y las restricciones, porque “mucha gente pensaba que no eran tan inteligentes como los hombres. Las mujeres que aparecen en este libro tuvieron que luchar contra los estereotipos para poder desarrollar las carreras que deseaban. Rompieron reglas, publicaron bajo seudónimos y trabajaron por el afán de aprender sin ninguna ayuda. Cuando otros dudaban de sus habilidades, ellas tenían que creer en sí mismas.”
Agenda literaria 2018.
Vladimir Nabokov.
Anagrama. Barcelona, 2017.
Anagrama celebra la obra de Vladimir Nabokov con una espectacular Agenda literaria 2018 que incorpora dos textos inéditos traducidos por Jesús Zulaika: una aguda reflexión sobre La metamorfosis y una meditación sobre el boxeo, la vida y el arte en Breitensträter-Paolino.
Con abundantes fotografías del escritor y sus libros, con dibujos de mariposas hechos por el novelista entomólogo, con citas de sus libros, fragmentos de ensayos sobre su obra y reproduccioness de manuscritos y mecanoscritos, esta agenda es un complemento de la imprescindible Biblioteca Nabokov que publica Anagrama en sus colecciones Compactos y Panorama de narrativas.
Una invitación a pasar un año con Nabokov, a leerlo o a releerlo. Un libro para disfrutarlo todo el año.
Santos Domínguez