Juan Arnau.
La fuga de Dios.
Atalanta. Gerona, 2017.
“La fuga de Dios tiene tres voces cuidadosamente entretejidas. Ante la magia musical de la creación, la sabiduría pretende seguirlas y darle a cada uno lo que le pertenece: al intelecto, la abstracción; al cuerpo, la sensación, y al alma, la imaginación. ¿Qué es el alma sino una alforja de visiones? Esas tres voces suenan al unísono, vertebradas por el contrapunto del aquí y el ahora, un contrapunto que entrelaza intelecto, visión y sensibilidad”, escribe Juan Arnau en el preludio de La fuga de Dios, que publica Atalanta en su colección Memoria mundi.
Las ciencias y otras narraciones es el subtítulo de este volumen que se organiza en tres partes -Mundo sensible, Mundo inteligible y Mundo imaginal- rematadas por un epílogo -Cultura mental- que cierra un recorrido por la ciencia y la filosofía como formas de conocimiento, por la relación compleja entre conciencia y materia y los límites de la ciencia mecanicista y sus dogmas.
Entre la sensorialidad y la abstracción, entre la conciencia y la existencia, el tiempo y el espacio, la plenitud y la creatividad Juan Arnau propone en estas páginas un recorrido por la historia de las actitudes filosóficas y científicas a través de una serie de referencias fundamentales: las huellas de Newton en una semblanza memorable, una biografía de la luz de Empédocles a Einstein pasando por Berkeley y Goethe; las aportaciones de Feyerabend y su crítica del método científico como modelo de conocimiento; la reivindicación del mundo imaginal a partir de la crítica de las insuficiencias del positivismo en autores como Laszlo y su revisión del concepto clásico del conocimiento, Barfield y la revalorización de la imaginación o Skolimowski y su defensa de la sensibilidad a través de la mente participativa.
Porque –explica Juan Arnau en el epílogo - “si analizamos las experiencias fundamentales que dieron pie a la física de nuestro tiempo y al desmoronamiento del paradigma de la objetividad, observaremos que todas ellas [Faraday, Einstein y Heisenberg] tienen una naturaleza imaginal.”
Santos Domínguez