20/4/17

Derrida. La oreja del otro



Jacques Derrida.
La oreja del otro.
Traducción y autobiografía.
Prólogo de Andrés Claro.
Traducción de Pilar Cáceres.
Carpe Noctem. Madrid, 2017.

“La traducción es una escritura, no es simplemente una traducción en el sentido de transcripción, sino una escritura productiva solicitada por el texto original”, afirmaba Jacques Derrida en una de las conversaciones que siguieron a su conferencia Otobiografías de Nietzsche en la Universidad de Montreal del 22 al 24 de octubre de 1979.

Los debates posteriores, en los que participó Derrida de una manera tan viva que complementaba sus conferencias y resumía su pensamiento deconstructivista, tienen suficiente entidad como para ser objeto de esta edición en Carpe Noctem.

La autobiografía y la traducción fueron los ejes sobre los que se articularon esas conversaciones. Son “dos formas de saber y experiencia sobre la relación entre lo extranjero y lo propio”, escribe en su prólogo Andrés Claro.

En esos debates Derrida matizó y aclaró los contenidos de su conferencia sobre Nieztsche e insistió en las claves de su filosofía: la imposibilidad de posesión del sentido propio y en la imposible traducibilidad del sentido del otro y de lo otro. 

A esas alturas, en 1979, Derrida ya había hablado de la falsedad de la escritura, porque tiene como instrumento el lenguaje, que es una forma de distorsión del pensamiento. Y  unos años antes había dejado en De la Gramatología algunas claves fundamentales del deconstructivismo. Había escrito sobre la indecibilidad, sobre la ambigüedad y la imprecisión como bases del lenguaje poético y había abierto todo un campo de posibilidades en la crítica literaria con su mirada al texto como una realidad abierta a las interpretaciones. 

Dos citas extraídas de los dos debates pueden resumir las posturas de Derrida en aquellas conversaciones. Esta, sobre la traducción: “Cada vez que alguien dice su nombre propio o bien crea una obra literaria, o consigna su firma, ya sea traducible o intraducible, produce algo sagrado, no como en la prosa, no como lo que hace Jourdain en la prosa, sino al contrario: hacer poesía, es hacer algo sagrado, y en ese sentido es hacer algo intraducible.”

Y esta sobre la autobiografía: “Es la oreja del otro la que firma, por resumir de forma muy lapidaria mi planteamiento. Es la oreja del otro la que me relata, a mi, la que constituye el autos de mi autobiografía. Cuando mucho más tarde, el otro perciba con una oreja muy fina aquello que le esta dirigido, mi firma se habrá realizado.”

La traducción de Pilar Cáceres de las intervenciones de esos encuentros es la primera que se produce al castellano de “un texto cuya ausencia hasta la fecha -señala la traductora- resulta tan extraña como inexplicable.”

Santos Domínguez