Andrés Trapiello.
Sólo hechos.
Pre-Textos. Valencia, 2016.
“Los mejores libros son de hoja caduca. Con cada lector tienen su primavera”, escribe Andrés Trapiello en Sólo hechos, la vigésima entrega de su Salón de pasos perdidos que viene publicando Pre-Textos desde hace veintiséis años.
Entre una luminosa mañana de Año Nuevo en Las Viñas y un día gris de Nochevieja triste con presagios de muerte, como de costumbre, conviven en sus páginas el mundo doméstico y el mundillo literario, Madrid y Las Viñas, El Rastro y el paisaje, la ficción y la realidad, la vida y la literatura, las evocaciones -memorable la de la casería de Muñoz Rojas- y los retratos -desolador el de los últimos meses del poeta que escribió Rodolfo el patinador-, el papel del lector y el del escritor, la vida que huye vista por quien sólo quiere “un poco de silencio y una vida rutinaria.”
Episodios privados o públicos, significativos o intranscendentes por los que discurre el merodeo deambulatorio del personaje; la literatura y la pintura, los amigos y los enemigos, la vida en el campo y la vida literaria ocupan el campo de visión sobre el que se proyecta la mirada solanesca y la afilada prosa barojiana de Trapiello.
Pero, diez años después de los hechos narrados en estas páginas, las urgencias del presente se han suavizado con la distancia que establecen el recuerdo y la ironía, una realidad de aristas rebajadas con el tono melancólico de un narrador, a veces cercano y a veces distante, que lleva casi treinta años, desde 1987, escribiendo este diario sin nombres, esta novela sin tesis que responde a la certeza de que “los mejores libros están hechos de detalles exactos e ideas generales.”
Un nuevo capítulo de esta novela en marcha que es, como la vida, siempre igual y siempre distinta, porque “la vida no está en la repetición, sino en las variantes, lo mismo sean verdades o fábulas.”
Santos Domínguez