Ada Salas.
Escribir y borrar.
Antología esencial.
Antología y prólogo
de José Luis Rozas Bravo.
Fondo de Cultura Económica. Madrid, 2016.
Nada sé de los hombres.
Han hecho de mi casa
su morada. De mi cuerpo
su pan. Han llenado su vientre
con mi hambre
y me han dejado ciega
febril
multiplicada.
Multiplicada el hambre.
Intacta
su avaricia.
Es uno de los textos que se recogen en Escribir y borrar, la antología esencial de la poesía de Ada Salas que publica en su espléndida colección de poesía el Fondo de Cultura Económica.
Ada Salas, uno de los nombres más relevantes de la poesía española actual, es autora de una escritura proyectada en “una poesía escrita desde la ausencia de certeza” y atravesada por “un temblor de voz -el temblor del lenguaje en su proceso de hacerse/deshacerse- que se repite en el lector. Incertidumbre y temblor que el poema recoge y representa, trayéndonoslos, que nos llegan como experiencia física y psíquica a la vez. Cada poema es, necesariamente, el resultado de esa aventura emprendida desde la carencia, desde un no saber si el lenguaje podrá decir, descifrar, recordar el sentido oculto de las cosas, pero sabemos que puede acercarse, que puede, al menos, seguir dejándonos rastros de ese viaje”, como señala en la introducción –‘El rastro fulgurante de lo que fuera asombro’- el responsable de la antología, José Luis Rozas Bravo.
Una selección amplia que recoge muestras significativas de la poesía de Ada Salas, cuya trayectoria poética, cada vez más honda y más depurada se apoya sobre una meditación profunda y rigurosa en torno a la escritura y a la concepción de la poesía como revelación y como forma de conocimiento.
Por eso este volumen incorpora un conjunto de textos en los que la autora reflexiona sobre la escritura: “El buen poema no interpreta el mundo, le añade algo nuevo”, escribe en uno de los aforismos de Alguien aquí.
Una exploración también en los límites de la expresión y la creación, como en estos párrafos de ‘En una lengua extranjera’:
“El poeta pasea por su lengua no como uno lo hace en tierra firme conocida, sino como quien atraviesa un puente inestable, o como quien penetra en una gran ciudad (extranjera) por primera vez y camina (como extranjero), si no con temor, al menos con prudencia. El poeta no usa el lenguaje descansando en él, lo usa como si fuera a desaparecer bajo sus pies, como si, en cierto modo, fuera (y vuelve a aparecer esta palabra) una amenaza.”
A esas limitaciones de la escritura se refería este otro aforismo: “Por más que queramos, por más que creamos saber sobre la escritura, nunca sabremos absolutamente nada. Quizá por eso seguimos escribiendo.”
Y en el epílogo –‘Sin sentido’-, una nueva indagación en la idea de la escritura como expresión de la incertidumbre y como manera de estar en el mundo, como “intento de dar una respuesta: de darnos una respuesta.”
Escribir y borrar, además de una antología esencial, contiene una significativa muestra de la trayectoria poética de Ada Salas, marcada, como señala el prologuista, por la "continuidad sin ruptura de su evolución", desde Variaciones en blanco hasta Limbo y otros poemas, pasando por La sed, Lugar de la derrota o Esto no es el silencio, "un decisivo punto de inflexión", escribe José Luis Rozas.
A esta amplia selección se incorporan textos del reciente Diez Mandamientos, un libro realizado en colaboración con el pintor Jesús Placencia. A ese libro pertenece este Suspender el juicio:
A esta amplia selección se incorporan textos del reciente Diez Mandamientos, un libro realizado en colaboración con el pintor Jesús Placencia. A ese libro pertenece este Suspender el juicio:
lo que parece. Ni siquiera
la nada. Así por qué habrías
de temer. Si se arranca la carne aún
quedan los huesos. Y los huesos
qué son. Tal vez
no sean nada pero entonces
recuerda
que nada -los huesos
ni la nada- es
lo que parece. Y que lo vivo
crece
donde crece la muerte.
Santos Domínguez