Pierre Hadot.
Plotino o la simplicidad de la mirada.
Traducción de Maite Solana.
Alpha Decay. Barcelona, 2004.
“Los libros sobre
filósofos suelen adoptar dos formas: o son una exposición de las doctrinas del
filósofo, una reconstrucción de su sistema conceptual, o una biografía
tradicional que contiene los pormenores de su vida e intenta atrapar la
individualidad psicológica. El libro de Pierre Hadot no es doctrinal ni psicológico;
en realidad es un auténtico retrato filosófico, la biografía como filosofía, un
género muy vivo en el mundo antiguo. Hadot describe la vida de Plotino como
ejemplificación de su filosofía: su vida como expresión de su filosofía, su
filosofía como modo de vida”, escribe Arnold I. Davidson en el prólogo de la
edición española de Plotino o la simplicidad de la mirada, publicado en AlphaDecay con traducción de Maite Solana.
Es la biografía espiritual de quien hizo de la filosofía una
forma de ser y de estar en el mundo, “un arte de vivir”, en palabras de Hadot, que añade:“trazar el retrato de Plotino, ¿qué
otra cosa será sino hacer la descripción de esta búsqueda infinita de lo
absolutamente simple?”
Ese es el centro de su filosofía: un constante ejercicio de
depuración que anticipa la práctica de la vía purgativa de los místicos, un
proceso de elevación espiritual y un camino de perfección en que se funden vida
y filosofía.
En coherencia con la obra de Plotino, esta biografía espiritual integra también
ejemplarmente esos dos planos, el de la existencia y el de la filosofía, para
completar un retrato del hombre y del pensamiento de un filósofo que “sólo
tiene una cosa que decir. Para decirla recurre a todas las posibilidades del
lenguaje de su época, aunque él nunca la dirá.”
Un retrato lleno de incertidumbres, porque “nuestra ignorancia acerca de la vida
del individuo Plotino y nuestras incertidumbres sobre la obra del individuo
Plotino responden al deseo profundo del individuo Plotino, el único deseo en el
que se habría reconocido, el único deseo que lo define, el de no seguir siendo Plotino,
el de perderse en la contemplación y en el éxtasis.”
Heredero de un platonismo difuso, antagonista de los
gnósticos, Plotino buscó la esencia
espiritual de un yo profundo. Y en ese procesó propugnó el abandono de lo
material, pero también de lo individual de la experiencia, el deseo o el
sufrimiento en busca del verdadero yo, que no es de este mundo, la búsqueda de
la luz, de un conocimiento superior a través del pensamiento puro que lo eleva
en un proceso extático desde el exilio del cuerpo, cárcel o tumba.
Es la experiencia mística que toma conciencia de un yo
interior y profundo en un lenguaje de raíz platónica. Un viaje espiritual que
en la literatura española asumió y expresó en términos muy parecidos Fray Luis
de León en algunos poemas que tienen como centro el proceso en el que el alma
toma conciencia de sí misma en un característico movimiento de vaivén, de
tensión constante entre la presencia y la
ausencia, entre la elevación y la caída.
Ese contraste sostenido entre lo material y lo espiritual, entre
el mundo sensible y el mundo de las Formas opera también como rasgo
constitutivo de la vida interior en Plotino, que formuló esta pregunta que
podría haber escrito Fray Luis: “¿Por qué, entonces, no quedarse allí arriba?”
Esa intensa meditación ascética en la que la vida se concibe como
contemplación y como aspiración a la visión de la Belleza le llevará a asumir
la convivencia en el hombre de lo alto y lo bajo, porque “nunca será –dice Hadot-
ni puro éxtasis ni pura razón ni pura animalidad”, sino una realidad dividida
en múltiples niveles.
Y aun asumiendo esos límites, la de Plotino es una espiritualidad
“esencialmente luminosa y serena” y por eso “la experiencia plotiniana se
expresa constantemente en términos de luz, brillo, transparencia, claridad, iluminación.
¿Es preciso concluir que ignora las tinieblas y las noches del espíritu que
caracterizan la mística cristiana?”, añade Hadot, que termina su ensayo con
este párrafo en el que reinvindica la actualidad de la filosofía de Plotino:
Santos Domínguez