10/2/14

Chandler. La ventana alta



Raymond Chandler.
La ventana alta.
Epílogo de Robert F. Moss.
Traducción de Juan Manuel Ibeas.
Debolsillo. Barcelona, 2014.

Fue la tercera novela de Raymond Chandler que protagonizó Philip Marlowe. La escribió en 1941, inmediatamente después de Adiós, muñeca, y alternó su redacción con la de La dama del lago.

Tras una primera versión que tituló The Brasher Doubloon y que fue rechazada por sus editores, la reescribió y le dio otro aire y otro título, el definitivo La ventana alta, que Debolsillo acaba de publicar con traducción de Juan Manuel Ibeas y un epílogo en el que Robert F. Moss relaciona esta novela con un caso real.

Y aunque no es la mejor novela de Chandler, que alcanzaría su cima en 1953 con El largo adiós, fue un paso más en la configuración del perfil definitivo de ese detective irrepetible que se llama Marlowe.

Con un ritmo rapidísimo, en 36 capítulos breves que funcionan como secuencias cinematográficas, su agilidad narrativa se refleja no solo en la acumulación de sucesos, personajes y cadáveres, sino también en la viveza de unos diálogos convincentes que perfilan cada vez más y mejor la figura de un detective duro y desengañado que se permite –ya al final de la novela- esta ridiculización del método lógico-deductivo que inauguró Poe con C. Auguste Dupin y culminó Sherlock Holmes:

Pues claro. Considerar las evidencias una a una, integrarlas todas en un patrón coherente, añadir algún que otro detalle que me saco de la manga por aquí y por allá, analizar los motivos y los personajes, y presentarlos de un modo totalmente diferente de lo que todo el mundo, incluido yo mismo, pensaba que eran hasta este momento mágico… y, por último, lanzarme en picado, como quien no quiere la cosa, sobre el sospechoso menos prometedor /…/ El cual, en ese momento, se pone pálido como un papel, echa espuma por la boca y se saca una pistola de la oreja derecha.

Frente a ese procedimiento clásico, el de Marlowe es la intuición, que se completa con su habilidad como investigador, con su astucia de francotirador algo quijotesco que se enfrenta desde el desengaño a la corrupción del poder y a una policía sobornada por los políticos.

Nada es lo que parece a primera vista en esta novela: lo que parecía un caso trivial, el hurto doméstico de una valiosa moneda antigua, no es un caso menor, sino que encubre una realidad turbia y unas complicadas relaciones familiares.

Cínico y solidario en un mundo violento y cruel, en una sociedad cuyas claves de funcionamiento son el engaño y la ambición de poder, la simulación y la codicia económica, Marlowe es ya aquí un personaje sólido con un perfil definido que el cine ayudó a consolidar.

La importancia de esta novela la resumió ejemplarmente José Ángel Barrueco con estas palabras que escribió en el viento:  "Es cierto que La ventana alta no está a la altura de su precedente, Adiós, muñeca, pero funciona porque ahí están la ironía de Marlowe, su desencanto frente al mundo, las descripciones exhaustivas y siempre precisas del narrador y, sobre todo, ese mundillo de mujeres fatales, mafiosos y detectives, con unos diálogos magistrales que uno relee con deleite. En esta ocasión, Philip Marlowe es contratado para buscar una moneda robada, lo cual es sólo el hilo de un ovillo de engaños y chantajes que tendrá que resolver."

Santos Domínguez