27/2/14

Buda en el Bolshói


Álvaro Campos Suárez.
Buda en el Bolshói.
Ediciones en Huida. Sevilla, 2014.

Una palabra / vale más que el hombre, escribe Álvaro Campos Suárez en el poema que abre la parte central de Buda en el Bolshói, el libro de poemas que acaba de publicar en Ediciones en Huida.

El material poético de sus cinco partes, con poemas heterogéneos que producen una cierta impresión aluvional, lo unifica el recurso al mecanismo constructivo del manuscrito encontrado, en este caso en una cárcel secreta de Irak en la que estuvo detenido el personaje-autor de estos versos, un profesor de estética de ascendencia andalusí acusado por la CIA de haber organizado una célula terrorista en el sur de Europa.

Así que a esa tradición del manuscrito hallado –actualizado en este caso porque al texto accede el editor, Fernando de Pessoa, en una subasta electrónica- se superpone otra que es la del texto escrito en una cárcel, que desde el Arcipreste de Hita hasta La familia de Pascual Duarte pasa por el Cántico sanjuanista y por el Quijote y fecunda una parte considerable de la literatura occidental.  

No vienen aquí al azar esos ejemplos –líricos y narrativos-, porque esa tradición doble afecta por igual a la narrativa y a la lírica, y eso me da pie además a situar los textos de Buda en el Bolshói, algunos de ellos adelantados el año pasado en una plaquette, en la confluencia de distintas tradiciones y géneros, lo que implica también que coexistan en ellos tonalidades diversas y enfoques propios de unas u otras modalidades genéricas.

En la mayoría de ellos, el tono sincopado de la elipsis, la contención y la concentrada intensidad de los poemas son el correlato estilístico del vacío y el silencio, el reflejo verbal de un espacio poético encerrado entre las cuatro paredes de la celda, una situación que en los místicos produce el mismo efecto que aquí.

Y así el espacio interior se convierte en el territorio del límite y de la huida, en el ámbito de la soledad y la pérdida, en el alucinatorio lugar donde se confunden la realidad y el deseo, la memoria y el sueño. Y sobre todo, en punto de partida de un proceso espiritual ascendente que desde el luto de la primera parte alcanza la libertad interior en la iluminación final, a través de un aprendizaje y un ascenso hacia un despertar en el que confluyen también la tradición oriental y la occidental.

Es la poesía soñada que anuncia el subtítulo (Traumpoesie) de Buda en el Bolshói, donde aparecen poemas como este En el mirador, dedicado a su padre, el irrepetible escritor que fue Campos Reina:

Sentado en el mirador junto a mi padre
escucho el ruido apacible del tractor
y la sonata del molino viejo.

El canto de los grillos en derredor
nos mece.
La vista, infinita, 
extasía.

Luz brillante y cegadora.
Campos eternos. 

Santos Domínguez