Si nadaran en el frio sus manos cansadas, hundidas en brazadas cortas, esquivando la deriva del hielo, las lágrimas volverían al pecho y los estibadores reirían bajo las largas cadenas de las grúas.
Igual que Quevedo sabía nadar el agua fría del olvido y perder el respeto a la ley severa de la muerte, los intensos poemas en prosa de Recaredo Veredas son una respuesta al silencio, una negación rebelde de la destrucción, una entrada en el abismo de las pérdidas y en el vacío de la culpa.
En Nadar en agua helada, que publica Bartleby, la emoción y la intensidad del lenguaje establecen un difícil y admirable equilibrio en unos fragmentos elípticos, sincopados y potentes que son la purga de un corazón desolado por la escarcha y acosado por la lluvia.
En Nadar en agua helada, que publica Bartleby, la emoción y la intensidad del lenguaje establecen un difícil y admirable equilibrio en unos fragmentos elípticos, sincopados y potentes que son la purga de un corazón desolado por la escarcha y acosado por la lluvia.
Juan Carlos Suñén.
La habitación amarilla.
Bartleby. Madrid, 2012.
La habitación amarilla.
Bartleby. Madrid, 2012.
Menos visible, piensa el extranjero, es lo real que el manso pasar del árbol, respirar de la piedra; pero no siendo duradero dura más que los hombres miedosos y que la fama visible: desenvuelve un discurso como un reloj, se torna vidrio entre moscas que deseaban ser pájaro, planta su tienda firme entre los doce vientos, descorcha un licor suave.
Juan Carlos Suñén proyecta su mirada meditativa desde La habitación amarilla y mantiene un diálogo constante entre lo interior y lo exterior, entre la memoria y la naturaleza, entre las iluminaciones en la oscuridad y la incertidumbre de las preguntas.
Desde esa habitación amarilla que es también una metáfora del poeta, un diálogo entre la prosa y el verso a lo largo de las cinco partes en las que se distribuyen los cincuenta poemas de este libro cuyo centro es esa habitación amarilla que les da título.
Desde esa habitación amarilla que es también una metáfora del poeta, un diálogo entre la prosa y el verso a lo largo de las cinco partes en las que se distribuyen los cincuenta poemas de este libro cuyo centro es esa habitación amarilla que les da título.
Santos Domínguez