27/4/12

Alda Merini. Vacío de amor


 
Alda Merini.
Vacío de amor.
Edición y traducción de 
Mercedes Arriaga y Jenaro Talens.
Cálamo Poesía. Palencia, 2010.

En mí moraba el alma de la meretriz
de la santa de la sanguinaria y de la farisea.
Muchos le dieron nombre a mi modo de ser
y sólo fui una histérica.

Así termina el autorretrato que Alda Merini (Milán, 1931-2009) incluyó en La urraca ladrona, uno de los libros que se antologan en Vacío de amor, la amplia selección poética publicada por Cálamo Poesía con traducción y prólogo de Mercedes Arriaga y Jenaro Talens.

Sobre la incertidumbre vital y poética se construye la obra de Alda Merini, que tuvo en el dolor “la única certeza de un mundo sin certezas, la única verdad en un mundo sin verdades”, como señalan los autores de la edición.

Su biografía está marcada por la convivencia con la locura, por una existencia desgarrada que se mueve en los márgenes de la razón y de las convenciones sociales.

Como Hölderlin, como Artaud, como Leopoldo María Panero, Alda Merini es un ejemplo de la peculiar cercanía entre el discurso del poeta y el discurso del loco, ajenos a la lógica común.

Nosotros la literatura la hacemos en los vértices
cercados por cimas de hielo
y bebemos hiel para recobrar el aliento,
pero bailamos sobre los hielos
con toda la fuerza etérea del dolor.

Un desgarrón que acompañó la poesía de esta poeta italiana, que frecuentó los infiernos de los manicomios y vivió y escribió en un desequilibrio extremo entre la locura y la lucidez, un poco más allá de esa frontera que algunas veces atisban los poetas de verdad.

La vocación de fuga atraviesa de principio a fin una poesía que se convierte en el único medio para intentar comprender un mundo opaco y extraño, una poesía que está escrita con un tono de continua despedida y mira más al pasado que al presente.

Avatares de la identidad, o la mujer disuelta titulan los editores un prólogo que da paso a casi doscientas páginas de poesía intensa y perturbadora desde el primer texto, La mirada del poeta, que funciona como un pórtico o una obertura:

Si alguien quisiera comprender tu mirada
defiéndete Poeta con ferocidad
tu mirada, ay de mí, son cientos de miradas que te observan temblando

Santos Domínguez