William S. Maltby.
El gran duque de Alba.
Prólogo de Jacobo Siruela.
Traducción de Eva Rodríguez Halffter.
Memoria mundi. Atalanta. Gerona, 2007.
El gran duque de Alba.
Prólogo de Jacobo Siruela.
Traducción de Eva Rodríguez Halffter.
Memoria mundi. Atalanta. Gerona, 2007.
Cuando se cumplen 500 años del nacimiento de Fernando Álvarez de Toledo, tercer duque de Alba, Atalanta, la editorial de su descendiente Jacobo Siruela, recupera El gran duque de Alba, la biografía canónica del historiador norteamericano de William S. Maltby que apareció en 1985 en Turner con traducción de Eva Rodríguez Halffter y un prólogo de Jesús Aguirre.
Un siglo de España y de Europa (1507-1582) se subtitula este libro que en su nueva edición va presentado por un prólogo en el que Jacobo Siruela explora la leyenda negra y su reflejo en la literatura, la ópera, la emblemática o la historiografía posterior y hace un repaso de la iconografía del personaje en la pintura del XVI.
El tercer duque de Alba, un general en el laberinto de la situación política del XVI, fue una figura compleja, heroica y sanguinaria, en cuya imagen los componentes simbólicos han devorado a los aspectos humanos.
El estudio de Maltby se propone equilibrar la balanza con el estudio en profundidad del personaje y su papel en la política imperial con Carlos V y con Felipe II. El peso de la tradición familiar, su notable educación en las claves cortesanas del ejercicio de las armas y las letras, con preceptores como Boscán, dieron como resultado un joven impresionante, en palabras del historiador norteamericano.
Sobre esa instrucción juvenil de Alba se hizo la forja triple y sucesiva de un soldado, un capitán y un caudillo que fue virrey de Nápoles y capitán general de Milán, para afrontar las dificultades de una época muy problemática y trasladarse a Bruselas en 1558. Allí afronta el problema de los Países Bajos y contribuye de manera decisiva a forjar la leyenda negra con una actuación llena de errores que significaron una tragedia personal y un desastre para la imagen de España, muy deteriorada desde entonces.
Cuando ya estaban a la vista las consecuencias de aquella política se pusieron en marcha los mecanismos que provocaron su caída en desgracia ante Felipe II. Tuvo que producirse un nuevo conflicto externo, la campaña de Portugal, para que Alba, en su vejez, demostrara su mejor sentido político.
Fue el mejor soldado de su generación, un importante hombre de Estado y un símbolo ambivalente: un dechado de virtudes para la España tradicional y una imagen de la crueldad intolerante y el fanatismo sanguinario para el resto de España y el mundo.
El acercamiento a la complejidad de su comportamiento y su carácter, la imagen poliédrica que traza Maltby de Alba es la mayor virtud de esta espléndida biografía y una invitación a evitar las simplificaciones y los tópicos.
Un siglo de España y de Europa (1507-1582) se subtitula este libro que en su nueva edición va presentado por un prólogo en el que Jacobo Siruela explora la leyenda negra y su reflejo en la literatura, la ópera, la emblemática o la historiografía posterior y hace un repaso de la iconografía del personaje en la pintura del XVI.
El tercer duque de Alba, un general en el laberinto de la situación política del XVI, fue una figura compleja, heroica y sanguinaria, en cuya imagen los componentes simbólicos han devorado a los aspectos humanos.
El estudio de Maltby se propone equilibrar la balanza con el estudio en profundidad del personaje y su papel en la política imperial con Carlos V y con Felipe II. El peso de la tradición familiar, su notable educación en las claves cortesanas del ejercicio de las armas y las letras, con preceptores como Boscán, dieron como resultado un joven impresionante, en palabras del historiador norteamericano.
Sobre esa instrucción juvenil de Alba se hizo la forja triple y sucesiva de un soldado, un capitán y un caudillo que fue virrey de Nápoles y capitán general de Milán, para afrontar las dificultades de una época muy problemática y trasladarse a Bruselas en 1558. Allí afronta el problema de los Países Bajos y contribuye de manera decisiva a forjar la leyenda negra con una actuación llena de errores que significaron una tragedia personal y un desastre para la imagen de España, muy deteriorada desde entonces.
Cuando ya estaban a la vista las consecuencias de aquella política se pusieron en marcha los mecanismos que provocaron su caída en desgracia ante Felipe II. Tuvo que producirse un nuevo conflicto externo, la campaña de Portugal, para que Alba, en su vejez, demostrara su mejor sentido político.
Fue el mejor soldado de su generación, un importante hombre de Estado y un símbolo ambivalente: un dechado de virtudes para la España tradicional y una imagen de la crueldad intolerante y el fanatismo sanguinario para el resto de España y el mundo.
El acercamiento a la complejidad de su comportamiento y su carácter, la imagen poliédrica que traza Maltby de Alba es la mayor virtud de esta espléndida biografía y una invitación a evitar las simplificaciones y los tópicos.
Santos Domínguez