Hilario Barrero.
Días de Brooklyn.
Llibros del Pexe. Gijón, 2007.
Días de Brooklyn.
Llibros del Pexe. Gijón, 2007.
Viviendo en Nueva York (2004-2005) se subtitulan estos Días de Brooklyn, la nueva entrega de los diarios de Hilario Barrero que publica Llibros del Pexe.
Melodías de Brooklyn, Autorretrato con amigos, Mientras el tiempo pasa, Años, libros, vida podrían haber sido, como indica la contraportada, otros títulos orientadores y significativos del material con el que está hecha la tercera recopilación de los dietarios del autor.
Entre un homenaje a Elizabeth Barret Browning, la autora de los Sonnets from the Portuguese, que anotaba su amargura en un diario el uno de enero de 1832, y el recuerdo toledano de un sofocado párroco de Santo Tomé que no llegó a tiempo de administrar sus auxilios espirituales a un rondín moribundo, se reúnen aquí dos años de vida contada por su autor y muchos más de vida evocada, concentrados de manera significativa entre la Nueva York del presente y el Toledo del pasado.
Porque -lo dice Hilario Barrero en su primera anotación de 2004- un diario es como una casa y al menos necesita dos llaves: una para la puerta de entrada y otra para la de salida.
Y en medio de la casa, trabajos y días, viajes en metro o por carretera hacia el sur, la luz cambiante del mundo y sus estaciones, las lecturas, la música y los recuerdos y una mirada educada en la poesía y en la pintura.
El sábado 24 de abril de 2004, anota el autor en su diario:
Hay días que tienen la piel como una naranja y otros que la tienen como la de un mango. Días que huelen a azahar y a romero y días que saben a almendra amarga. Días que se visten de fiesta y días que, desnudos, asustan a los pájaros en el parque. Días que van a la iglesia, que toman un café mirando a la gente pasar tras el enorme ventanal y días que arden, condenados, en el infierno del bosque. Días que leen el periódico de pie esperando al metro y días que escriben a su madre. Hay días que beben un vaso de vino tinto y días que tienen sabor a vinagre con dolor de uva. Hay días como hoy.
De esos días, de ese hoy cambiante y único, hablan estos Días de Brooklyn, con melancólica lucidez y con una intensidad poética y vital que tiene sus momentos más nítidos y luminosos, no en el presente, sino en el pasado que se evoca y se recupera.
Para eso, para consolarnos haciéndonos creer que es posible derrotar al tiempo y al olvido y sus secuelas, existe la literatura.
Santos Domínguez