19/1/06

"¿Qué hubiera sucedido si...?"


Philip Roth. La conjura contra América. Mondadori, 2005.

En esta novela el escritor estadounidense Philip Roth cuenta en clave casi autobiográfica la vida de una familia americana judía a comienzos de los años cuarenta. La construcción de la historia se sustenta en la aplicación de un artificio conocido como “modelo contrafactual”, esto es, escribir un relato o un trabajo académico partiendo de la siguiente premisa “¿Qué hubiera sucedido si...?”
En este caso el hecho ficticio es la supuesta victoria en las elecciones estadounidenses de 1940 del aviador Charles Lindbergh, autor del primer vuelo transatlántico y héroe popular en su país. Lindbergh, filonazi y aislacionista, se presenta como candidato del Partido Republicano y derrota al demócrata Roosevelt, respetado como el presidente capaz de vencer la muy penosa y todavía reciente depresión económica de los años treinta, y en 1940 empeñado en la tarea de convencer a sus compatriotas de que, aunque Europa queda lejos, los Estados Unidos no pueden permanecer neutrales ante el avance de los fascismos.
La victoria electoral de Lindbergh trastoca la historia del mundo y, por consiguiente, la de la familia Roth, descendiente de judíos europeos. El narrador, Philip Roth, de siete años, asiste perplejo a las diferentes reacciones de los personajes, que judíos o gentiles, van pasando por su vida: el Rabino que sirve de tonto útil a la nueva administración de Lindbergh, el padre que, demócrata convencido, se niega a cambiar su modo de vida, los ciudadanos fascinados por la fama y la demagogia electoral, la madre que se crió entre cristianos antisemitas y ve renacer sus temores infantiles, los que piensan en huir y reeditar la diáspora, el joven impetuoso que quiere ir a Canadá para unirse a los británicos y luchar contra Hitler…
En cierto momento de la lectura no se puede evitar un acceso de melancolía al pensar que hubiera pasado si en las elecciones del año 2000 en lugar de vencer Bush el Joven, corto de luces y escaso de lecturas al decir de amigos, enemigos y parientes; hubiese resultado presidente el más culto y laico senador Gore, quien tuvo que contemplar como Bush el Joven ganaba tras unas más que dudosas maniobras electorales en el estado de Florida, cuyo gobernador era otro hijo de Bush el Viejo.
Bush el Joven, cristiano renacido, se rodeó en su gobierno de un grupo de lunáticos (así los califica Paul Auster en su última novela, The Brooklyn Follies) y cristianos fanáticos incapaces de organizar una fiesta de cumpleaños, y mucho menos, de dirigir el gobierno de los Estados Unidos que al año siguiente se enfrentaría con la masacre del 11 de septiembre, y que nos han conducido a estos años de plomo.
Tal vez algún día Philip Roth nos cuente una historia contrafactual sobre las elecciones del año 2000. O quizás, aunque él lo niega, ya lo ha hecho.

Jesús Tapia Corral