Herejes.
Trotta. Madrid, 2020.
Y precisamente sobre la relación profunda entre Rilke y uno de estos herejes, el Maestro Eckhart, gira uno de los capítulos centrales de este volumen, “El Maestro Eckhart, inspirador de Rilke”, donde se lee este párrafo:
“Eckhart fue un místico, aunque un místico sin visiones. El lenguaje místico es escandaloso, porque habla de Dios con la lengua de los poetas. Sometida la palabra poética al rigor conceptual de los teólogos, el resultado es nefasto: solo ven disparates. Sin embargo, a los místicos los entienden muy bien los poetas. Eso sucedió sucedió con Rilke respecto de Eckhart.”
De Marción de Sínope, fundador de una iglesia asentada sobre su idea de un Dios bueno neotestamentario, a Janet Horn, la bruja que se calentaba las manos en su propia hoguera, pasando por Miguel Servet cuando sube a la colina de Champel o por Miguel de Molinos en la oficina de la nada, veintidós viñetas narrativas en las que -anuncia Pau en su prólogo- “se esboza la vida y el pensamiento de veintidós herejes. ¿Por qué veintidós? Quizá porque veintidós fueron las vidas imaginadas por Marcel Schwob, con las que este libro está remotamente emparentado. Sólo remotamente: aunque parezcan fantásticas e inverosímiles, las vidas de estos veintidós herejes son absolutamente reales. Pero de esa realidad que, como tantas veces, se aproxima la ficción.”
Personajes que fueron un paso más allá de la mera heterodoxia o por su activismo militante o por la radicalidad de sus propuestas. Así destaca Antonio Pau su importancia:
Los herejes, los disidentes del pensamiento común, obligan a poner en duda las ideas generalmente admitidas que sobreviven en muchos casos por inercia. Los disidentes mejoran el pensamiento del que disienten. Quizá por esa razón escribió san Pablo: “Conviene que haya herejes.” [...] Es bueno que haya rebeldes, que haya contradictores, que haya disconformes, que haya discordantes, que haya insatisfechos, que haya discrepantes. Porque hacen mejorar a la sociedad entera.
El héroe de las mil caras.
Traducción de Carlos Jiménez Arribas.
Atalanta. Gerona, 2020.
“Los
mitos del ser humano, que han proliferado a lo largo y ancho del mundo
habitado en todo tiempo y circunstancia, son la viva inspiración de
cuanto ha surgido al hilo de los quehaceres del cuerpo y la mente. No
exageraríamos si dijéramos que el mito es la secreta abertura por la que
las energías inagotables del cosmos se vierten hasta cuajar en la
manifestación cultural humana. La religiones, las filosofías, las artes,
las formas sociales del ser humano primitivo e histórico, los
descubrimientos más importantes de la ciencia y la tecnología, los
mismos sueños que puntean nuestro descanso brotan como una erupción del
anillo primordial y mágico del mito”, escribe Joseph Campbell en el
prólogo de El héroe de las mil caras, un libro fundamental sobre el monomito del viaje del héroe y sobre la vinculación entre el mito y el sueño que publica Atalanta en su colección Memoria mundi
Con
una nueva traducción de Carlos Jiménez Arribas, se incorporan en esta
edición ochenta y cuatro ilustraciones, con varias imágenes inéditas
proporcionadas por la Joseph Campbell Foundation, en un amplio
despliegue iconográfico que ilumina los contenidos del libro, y una
bibliografía actualizada por Richard Buchen, bibliotecario de la
colección Joseph Campbell del Pacifica Graduate Institute de Santa
Bárbara, California.
La primera edición en inglés apareció en
1949, precedida de un Prefacio en el que Campbell fijaba el objetivo del
libro, que lleva como subtítulo Psicoanálisis del mito. Escribía
allí que “el propósito de este libro es descubrir algunas de las
verdades que se presentan ante nosotros disfrazadas con las figuras de
la religión y la filosofía; para ello, se han reunido multitud de
ejemplos relativamente sencillos de manera que el significado que tenían
de antiguo salga por sí solo a la luz. Los viejos maestros bien sabían
lo que decían. Cuando se aprende a leer de nuevo su lenguaje simbólico,
basta el talento de un antólogo para que sus enseñanzas sean escuchadas.
Pero primero hay que aprender la gramática de los símbolos, y no
conozco mejor llave a nuestro alcance para abrir estos arcanos que el
psicoanálisis. No aspira este a ser la última palabra en el asunto, pero
al menos sirve como acercamiento.”
Cómo leer un mito fue el primer título de El héroe de las mil caras, un
libro germinal que a modo de obertura inaugura el ciclo de monografías
de Joseph Campbell en torno a los mitos. Desde este estudio inicial
hasta el último, Las extensiones interiores del espacio exterior (1986),
Campbell se dedicó a buscar un espacio de reconciliación entre la
consciencia y el misterio a través de los arquetipos mitológicos,
religiosos y psicológicos de las distintas culturas, y utilizó la
antropología, el psicoanálisis, la literatura o la fenomenología de las
religiones para construir una interpretación vitalista del mito y del
héroe, de ahí que prestara tanta atención a los mitos encarnados en
Osiris, Dionisos, Mitra o Cristo, señores de la muerte y la
resurrección.
Hay
un hilo conductor en todos esos títulos: el rastreo de patrones
arquetípicos comunes a todas las mitologías que las distintas culturas
han elaborado, desde Mesopotamia a los mayas o los etruscos, desde la
India a Oceanía, desde la cultura egipcia a la olmeca, desde China a
Europa.
En El héroe de las mil caras
el objeto de estudio es el monomito del viaje y la travesía del héroe
en un itinerario interior, en un viaje iniciático hacia la
transformación de sí mismo y hacia la restauración del orden en el
mundo. Es un itinerario que arranca de lo cotidiano y va hacia lo
sobrenatural para enfrentarse con antagonistas de fuerza sobrehumana y
obtener una victoria que revierte en el resto de los hombres.
Que en tantos cuerpos vive repetido.
(Las voces líricas de Lope de Vega)
Cátedra. Madrid, 2020.
que en tantos cuerpos vive repetido.
Con la construcción de esas máscaras, desde las Rimas iniciales a la cima poética de las Rimas humanas y divinas del licenciado Tomé de Burguillos, pasando por las Rimas sacras, Lope desarrolló una multiplicidad de voces líricas.
Viva vuestra merced, señor Burguillos,
que más quiere aceitunas que laureles,
y siempre se corona de tomillos.
Estos Recuerdos y olvidos (1906-2006), cuya versión definitiva acaba de reeditar Alianza Editorial en El libro de bolsillo, van mucho más allá de la simple autobiografía y contienen la conciencia lúcida y crítica de un siglo conflictivo a través de la mirada del narrador protagonista que integra en su perspectiva realidad y ficción, imaginación y memoria.
Una mirada aguda al siglo XX, a las vanguardias y el 27, a la República y la guerra civil, al exilio y al regreso. De la Granada de Lorca al Madrid de la Universidad y la Residencia de Estudiantes, de Berlín a tertulias como la de Ortega, de revistas como la de Occidente a los desastres de la guerra, al Buenos Aires efervescente de los intelectuales exiliados, a Puerto Rico y a Nueva York.
Organizadas en cuatro apartados (Del paraíso al destierro, El exilio, Retornos y De vuelta en casa), las páginas de estas memorias reflejan un siglo que vio pasar a Ayala del paraíso granadino de la infancia a la experiencia del destierro a través del brillante Madrid republicano; el duradero exilio bonaerense que dejó huellas imborrables en su vida y su acento porteño; los retornos profesorales desde Estados Unidos y los recuerdos que se intensifican a su regreso a España.
Conviven en estas páginas, escritas a lo largo de tres décadas, todas las facetas de Ayala: el escritor y el profesor, el novelista y el sociólogo, el crítico lúcido y el memorialista poco o nada autocomplaciente consigo mismo.
La memoria de un siglo agitado y complejo en un apretado volumen que remata el epílogo -La Biblioteca Francisco Ayala de Alianza Editorial: Un universo literario-, donde Carolyn Richmond destaca que “las sucesivas ediciones de Recuerdos y olvidos publicadas por Alianza Editorial [ofrecen] por una parte un reflejo, ya no ficticio sino autobiográfico, del proceso creador tantas veces recreado por el Ayala narrador en sus obras de invención; y por otra, una expresión poética-real del acto de escribir como reflejo de la vida humana.”
La poética de la ensoñación.
Traducción de Ida Vitale.
Breviarios. Fondo de Cultura Económica.
México, 2019.
“Al obligarnos a cumplir un regreso sistemático sobre nosotros mismos y un esfuerzo de claridad en la toma de conciencia, a propósito de una imagen dada por un poeta, el método fenomenológico nos lleva a intentar la comunicación con la conciencia creante del poeta. La imagen poética nueva —¡una simple imagen!— llega a ser de esta manera, sencillamente, un origen absoluto, un origen de conciencia. En las horas de los grandes hallazgos, una imagen poética puede ser el germen de un mundo, el germen de un universo imaginado ante las ensoñaciones de un poeta. La conciencia de maravillarse ante ese mundo creado por el poeta se abre en toda su ingenuidad. Sin duda la conciencia está destinada a mayores empresas”, escribe Gaston Bachelard en un significativo fragmento de La poética de la ensoñación, un ensayo esencial en la obra del filósofo que, junto con Heidegger, se ha adentrado más profundamente en las claves gnoseológicas y fenomenológicas de la creación poética.
Tres años después de su Poética del espacio, Bachelard publicó en 1960 esta Poética de la ensoñación que reedita el Fondo de Cultura Económica en su colección Breviarios con una estupenda traducción de Ida Vitale.
“A grandes rasgos el sueño es masculino, la ensoñación es femenina”, afirma Bachelard en El soñador de palabras, uno de los cinco capítulos de este libro que explora la imaginación poética a partir de la potencia creativa de las palabras -“las palabras sueñan”- y las imágenes, que son revelaciones en las que se proyecta el mundo interior del poeta y constituyen la base de la nueva conciencia de la realidad que propone la verdadera poesía.
Aunque -advierte Bachelard sobre el proceso de la creación poética y sus mecanismos-“la Poética de la Ensoñación que esbozamos no es de ninguna manera una Poética de la Poesía. Los documentos de onirismo despierto que nos entrega la ensoñación deben ser trabajados -a menudo largamente- por el poeta para que reciban la dignidad de poemas. Pero, en fin, esos documentos formados por la ensoñación son la materia idónea para ser convertida en poemas.”
Pero Bachelard no sólo analiza esos mecanismos creativos en la zona del poeta. Hay también propuestas que se refieren al papel activo del lector, en un anticipo de la poética de la recepción: