08 octubre 2013

Librerías


Jorge Carrión.
Librerías.
Anagrama. Barcelona, 2013.

Con el recuerdo de un inquietante cuento preborgiano de Zweig –Mendel el de los libros- comienza Jorge Carrión un espléndido recorrido por el mundo de las librerías con el que fue finalista del Premio Anagrama de Ensayo.

“Cada librería condensa el mundo”, escribe Jorge Carrión. Y esa misma idea -Read the world- es la que figura en el rótulo de una de las abundantes ilustraciones del libro. De esa manera la librería se convierte al modo borgiano en una metáfora que representa el mundo y contiene en sus estanterías el tiempo y el espacio.

Ese es el punto de partida de un viaje en el que el autor no solo recorre las librerías más importantes del mundo, del pasado y del presente, sino que además repasa la historia de la lectura, de las bibliotecas y de los lectores, incluyendo a aquellos que, como Mendel, son verdaderas bibliotecas portátiles.

Un viaje que empieza en el extraño zoco de librerías que es Atenas, sigue en la Roma clásica, recorre las librerías más antiguas del mundo  -Bertrand, en el Chiado lisboeta, es la más antigua (1732) de entre las que han mantenido ininterrumpidamente su actividad, Hatchards en Picadilly y la Librería del Colegio en Buenos Aires- y pasa por Charing Cross, la calle con más librerías de Londres, por el París de Shakespeare & Company y su librería hermana en San Francisco, City Lights, por la situación de las librerías en los totalitarismos, la censura de libros y el comercio clandestino, las libreríass virtuales o la conflictiva realidad de las librerías actuales y su debate entre la novedad y el fondo.

Y más. Una vuelta al mundo -Berlín, Budapest, Marrakech, Tánger, Estambul, El Cairo, Tokio, Shanghai, América de costa a costa y de norte a sur, Laie en Barcelona, La Central de Madrid o una librería de Sudáfrica en donde el autor se pregunta cuál es el extraño nexo común a Paulo Coelho, García Márquez y Coetzee.

Y así como las librerías contienen el mundo, este libro contiene mucho más de lo que anuncia su escueto título: es una historia de la literatura que se lee como un libro de viajes o como una novela repleta de personajes y lugares, de historias y maravillas.


Santos Domínguez



07 octubre 2013

Eloy Tizón. Técnicas de iluminación


Eloy Tizón.
Técnicas de iluminación.
Páginas de Espuma. Madrid, 2013.

Quienes conocen la literatura de Eloy Tizón, de la que dejó constancia deslumbrante en Velocidad de los jardines (1992) y en Parpadeos (2006), ya se pueden imaginar la fiesta que les espera en Técnicas de iluminación, un conjunto de diez relatos que publica Páginas de Espuma.

Después de siete años sin publicar, hay que celebrar estas Técnicas de iluminación en primer lugar porque recuperan la inconfundible, inclasificable voz narrativa y la excelente prosa de Eloy Tizón, uno de los referentes del cuento español en estos últimos veinte años, desde que apareció Velocidad de los jardines, que entonces se convirtió en una cima del género reconocida por el público y la crítica y que hoy es ya un libro de culto. Desde ese libro milagroso no ha habido antología del género en la que faltara su nombre entre los imprescindibles.

Y los diez relatos que componen Técnicas de iluminación lo confirman como un narrador sólido, como un virtuoso del cuento, dueño de un extraordinario sentido del ritmo del relato y del compás de la prosa, abundante en invenciones y en sorpresas verbales.

En estos textos se compenetran al dictado del talento narrativo de Tizón la sutileza y la potencia, la imaginación y la sobriedad, la alta calidad de la prosa y el interés del entramado argumental, la mirada asombrada y las iluminaciones asombrosas: "la noche era apaisada”, “asomó la mata rubia de su vapor de pelo”, “la carcoma de la costumbre asomando su gran cuerno de rinoceronte”, la pesada “contundencia de armario horizontal” de una maleta sobre la cama de un hotel, una calle “que tiene el suelo borracho y un aire de cremallera abierta” o “unas gafas temperamentales.”

Acompañando a Walser en sus caminatas y en su lucidez desorientada, oyendo una orquesta sinfónica que ensaya en medio de un lago congelado en un claro del bosque, viendo el torrente caótico de imágenes chocantes que desencadena en un padre ausente la muerte de su hijo de dos años en Nautilus, quizá el más intenso de un conjunto intenso, conjeturando el contenido de un paquete y de un extraño encargo, observando la desorientación de un personaje expulsado de una fiesta, la confusión de un hombre abandonado por su mujer, que se ha ido con otro y ha creado un matrimonio de “separadísimos”, o asistiendo al monólogo de una pintora con zapatos gordos de suela de goma, ingresada en un psiquiátrico después de ser abandonada por su amante, una poderosa galerista, el lector entra en un mundo recién descubierto, recién iluminado.

Y en ese mundo, situado en la frontera inestable que separa la realidad y la ficción, el sueño y la vigilia, construido desde el interior del personaje protagonista y narrador que predomina en estos relatos, se suceden las imágenes potentes y deslumbrantes que alumbran las zonas de penumbra: “la mañana se curvaba en una luz drogadicta”,  “los pensamientos son peces”, “los muertos caminaban por el cielo”, “la carretera era una cinta transportadora que desplazaba hogueras.”

Porque Eloy Tizón sabe -y nos lo cuenta asombrosamente en el homenaje a Walser que es el primer relato, Fotosíntesis- que “en una barra de grafito está contenido el mundo” y que escribir, como dice el narrador de Los horarios cambiados, “es estar más despierto de lo normal.”

Diez relatos para leer poco a poco, porque tienen un altísimo grado de concentración literaria.

Santos Domínguez


06 octubre 2013

Catulle Mendès. Monstruos parisinos


Catulle Mendès.
Monstruos parisinos. 
Traducción de José Manuel Ramos.
Prólogo de Luis Antonio de Villena.
Ardicia. Madrid, 2013.

Puede ajustarse al pecho coraza férrea y dura; 
puede regir la lanza, la rienda del corcel; 
sus músculos de atleta soportan la armadura... 
pero él busca en las bocas rosadas leche y miel.

Artista, hijo de Capua, que adora la hermosura, 
la carne femenina prefiere su pincel; 
y en el recinto oculto de tibia alcoba oscura 
agrega mirto y rosas a su triunfal laurel.

Canta de los oaristis el delicioso instante, 
los besos y el delirio de la mujer amante, 
y en sus palabras tiene perfume, alma, color.

Su ave es la venusina, la tímida paloma. 
Vencido hubiera en Grecia, vencido hubiera en Roma, 
en todos los combates del arte o del amor.

Con ese soneto de estilo inconfundible homenajeaba en 1890 Rubén Darío a Catulle Mendès, uno de sus maestros parnasianos, el poeta y narrador que ocho años antes, en 1882, había publicado en París Monstres parisiens en E. Dentu editeur.

Y ese título, Monstruos parisinos, con traducción de José Manuel Ramos González, es el volumen con el que inicia su trayectoria la nueva editorial Ardicia.

Un prólogo de Luis Antonio de Villena (Catulle Mèndes, flores de decadencia) abre esta cuidadísima edición de veinte relatos que se publicaron primero en la revista Gil Blas y tuvieron un enorme éxito, lo que animó a su autor a publicar sucesivas reediciones en libro, hasta la definitiva, de 1888.

Veinte estampas que reflejan el decadentismo parnasiano que admiró Verlaine o la mezcla de sensualidad y misticismo que aprendieron de él Rubén o el primer Valle-Inclán y que Anatole France destacó en la obra de Mendès, a quien llamó Apolo en el mundo de Balzac, o las flores de perversidad que vio Octave Mirbeau en los salones galantes donde se ambientan estos relatos.

Y es que, como señala Villena en su prólogo, Catulle Mèndes es un autor menor, pero a la vez representativo del refinamiento crepuscular y el esteticismo decadente del fin de siglo y de los cambios que se estaban produciendo en la moral privada y en los usos sociales..

Con la voluptuosidad de una prosa que describe la crueldad con volutas líricas y con un cierto satanismo heredado de los románticos, de Baudelaire o de Poe, al que Maupassant hermanó con Mèndes, estos relatos son a su manera otras flores del mal en los salones refinados de París donde conviven artistas y poetas mundanos, mujeres fatales y gigolós perversos que explotan y maltratan a las viejas amantes que los mantienen, aristócratas malignas y bisexuales, muchachas de inocente sensualidad o escritores arrepentidos de la literatura que los ha convertido en monstruos.

Santos Domínguez

04 octubre 2013

Lezama Lima. Presencias y figuras


José Lezama Lima.
Presencias y figuras.
Antología poética 1937-1976.
Edición de Manuel Neila.
Renacimiento. Sevilla, 2013.

Sólo lo difícil es estimulante, escribía Lezama Lima al comienzo de “Mitos y cansancio clásico”, uno de los ensayos que forman parte de La expresión americana. Y esos dos adjetivos -difícil y estimulante-, complementarios siempre en Lezama, definen sus ensayos, su narrativa y su poesía, de la que acaba de aparecer en Renacimiento una espléndida antología –Presencias y figuras- preparada por Manuel Neila.

Lezama, uno de los poetas esenciales del siglo XX en español, practicó una literatura que frente a la imaginación hegeliana defiende la imaginación mítica y frente a la razón histórica propone el logos poético, que explora los vínculos que establece la analogía, no las relaciones de causalidad. Y ese método tiene mucho que ver con la forma de mirar la realidad en el Barroco, a base de conceptos que establecen relaciones inesperadas entre las diversas manifestaciones de la realidad.

Tanto en sus ensayos -Confluencias, La expresión americana- como en su narrativa  -Paradiso, Oppiano Licario- y en su poesía, Lezama indaga en lo telúrico y en lo estelar a través de una imaginería potente y de una expresión barroca que explora en la oscuridad y en la memoria. Y con esa mirada que reivindica la visión del mundo como imagen integradora de historia y cultura, arte y literatura, mito y pensamiento, Lezama bucea en “las maternales aguas de lo oscuro”. 

La antología Presencias y figuras recoge una amplia muestra de la poesía de Lezama y permite seguir la progresiva depuración de una poesía en cuya evolución se pueden delimitar las tres fases que señala Neila en su prólogo, La aventura sigilosa de José Lezama Lima: el momento preciosista y sensorial de Muerte de Narciso y Enemigo rumor; la concentración y abstracción de su etapa central –Aventuras sigilosas, La fijeza y Dador-, la más densa y significativa, con cimas como Rapsodia para un mulo o El coche musical; y la más accesible, comunicativa del póstumo Fragmentos a su imán.

Pero esa evolución es más concéntrica que lineal, porque se produce en el interior de una obra de enorme unidad no solo en su secuencia poética, sino también en su práctica narrativa. Porque Paradiso, Oppiano Licario, e incluso un ensayo como Confluencias, tienen mucho que ver con su mundo poético, tanto en su potente impulso verbal como en los temas en los que fija su mirada.

La asimilación de la cultura evocada en la naturaleza, las referencias mitológicas, musicales o pictóricas están en la raíz del universo literario de Lezama, en el que conviven la exploración de los símbolos secretos y el descubrimiento de las pulsaciones de la realidad y el sueño, la visión y la experiencia, las estructuras musicales (rapsodia, suite, aria, fuga) y el lenguaje como instrumento de indagación en lo oscuro.

Y así, sobre todo en la época de su plenitud creadora, su poesía hermética y visionaria, siempre atravesada por un agudo sentido de la temporalidad, crea una realidad transfigurada en una reelaboración que nos la devuelve como un edificio verbal recién levantado con la calidad tranquila de la luz.. 

Santos Domínguez

03 octubre 2013

Biblioteca Raymond Chandler



Raymond Chandler.
El sueño eterno.
Traducciones de José Luis López Muñoz 
y Juan Manuel Ibeas.
Debolsillo. Barcelona, 2013.



                                                   
                                   
Raymond Chandler.
Adiós, muñeca.
Traducciones de César Aira 
y Juan Manuel Ibeas.
Debolsillo. Barcelona, 2013.


                                                   
Raymond Chandler.
A mis mejores amigos no los he visto nunca.
Cartas y ensayos selectos.
Traducciones de César Aira 
y Juan Manuel Ibeas.
Debolsillo. Barcelona, 2013.


Triste, solitario y final. En la enumeración de esos tres adjetivos definitorios que luego utilizaría Osvaldo Soriano para titular una novela se confunden un Philip Marlowe cínico y sentimental, y su creador, Raymond Chandler, un hombre solitario y desengañado.

Alcohólicos y escépticos, de vuelta de todo, Chandler y Marlowe parecen recién salidos de un cuadro de Hopper y de un mundo habitado por la codicia y la mentira, por el amor y la violencia, por la corrupción y la hipocresía.

En esa intersección ambigua del personaje y el escritor se configura gran parte de la sensibilidad contemporánea, heredera de Poe y Baudelaire, que halló su cauce en el cine negro y en novelas y películas tan memorables como El sueño eterno o Adiós, muñeca, que son las primeras entregas de la recién inaugurada Biblioteca Raymond Chandler en DeBolsillo.

Dos excelentes ediciones de las dos novelas que iniciaron la serie de Marlowe, con traducción de José Luis López Muñoz y Juan Manuel Ibeas Delgado (El sueño eterno, de 1939) y de César Aira y Juan Manuel Ibeas (Adiós, muñeca, de 1940), vuelven a reivindicar a Chandler y a algunos de sus textos para situarlos muy por encima del efímero papel amarillento de la literatura pulp.

Porque Chandler, amargado y consciente de estar malgastando su talento, avergonzado de escribir con brillantez, deseoso siempre de ocultar su capacidad estilística, un culto oculto –como dijo de él Alfredo Arias en su edición de El largo adiós- es un novelista de técnica ejemplar, un modelo menor si se quiere pero absolutamente canónico, y un creador de diálogos memorables que dio a la novela negra una altura literaria que nadie más ha alcanzado en ese género.

Su uso de la voz narrativa y de la perspectiva -porque las cosas a menudo no son lo que parecen ser-, su trazado de personajes poliédricos -porque la realidad suele ser más complicada de lo que sugiere una mirada superficial-, su economía ejemplar en la descripción significativa de ambientes deberían ser virtudes suficientes para convertirle en lectura obligatoria en cualquier escuela de escritores.

Como Dashiell Hammett con Sam Spade, Chandler trazó con la figura compleja de Philip Marlowe– punzante y soltero porque no le gustan las mujeres de los policías, idealista y desengañado, cínico y sentimental, con un agudo sentido del humor y una ironía distanciada- una frontera moral en la perspectiva del personaje y su mirada al mundo y creó un nuevo prototipo de detective que marcaría la transición de la novela policial a la novela negra y dejaría una larga secuela de herederos. Ninguno llegó al nivel de un Marlowe que trabaja por 25 dólares diarios más gastos y reconoce que si no fuera duro no estaría vivo y si no fuera sentimental no merecería estarlo.

De El sueño eterno –que comienza con una visita a “cuatro millones de dólares”- se dijo que tiene una intriga tan enmarañada que cuando se adaptó al cine en 1946 en una espléndida versión dirigida por Howard Hawks, ni Faulkner –que había escrito el guión de la película- ni el director sabían quién era el asesino de Owen Taylor, el chófer de Sternwood. Algunos van más allá y dicen que tampoco Chandler lo sabía.

Como la anterior, la segunda entrega de la serie -Adiós, muñeca- se llevó al cine en 1945 en una película que se tituló Murder, my sweet y que aquí se tradujo como Historia de un detective. En Adiós, muñeca, la sordidez de los ambientes que dibujan un mundo turbio, la ambigüedad de los personajes, las ramificaciones de la acción y la acumulación de historias que construyen un laberinto opaco y exigente vuelven  a mostrarnos las claves narrativas del mejor Chandler.

Los dos volúmenes recogen no solo esas dos novelas, sino algunos relatos breves e intensos como Asesino bajo la lluvia o El hombre que amaba a los perros. 

Además de esas dos novelas esenciales, un tercer volumen -A mis mejores amigos no los he visto nunca-, introducido por su biógrafo Tom Hiney, recoge en una recopilación inédita una amplia selección de las cartas de Chandler y de sus ensayos y artículos periodísticos, que revelan a un autor consciente que reflexiona sobre la narrativa, sobre su relación con el cine o se confiesa al borde del abismo personal.

Y si las cartas -que el novelista dictaba por la noche entre las brumas del alcohol a un magnetófono- trazan la autobiografía y perfilan el rostro del Chandler más íntimo -quizá no el más verdadero, los ensayos, que se editan en una cantidad sin precedentes en español, reflejan al Chnadler más lúcido y cáustico cuando habla del mundo literario, de Hollywood o de un mundo que -como Marlowe- contempla con amarga ironía.

Quedan fuera de este tomo otros dos ensayos que se reservan como introducción a las próximas ediciones de nuevos volúmenes de sus novelas y relatos en esta misma colección.

Paul Auster habló de la importancia de Chandler como iniciador de una nueva manera de mirar la realidad de los Estados Unidos. Y entre nosotros, autores tan dispares como Vázquez Montalbán o Javier Marías lo tienen por un autor imprescindible para entender la narrativa del siglo XX.

Santos Domínguez

02 octubre 2013

El general de la Rovere



Indro Montanelli.
El general de la Rovere.
Traducción de Domingo Pruna.
Confluencias Editorial. Almería, 2013.

Como una variante del tema del traidor y del héroe, al que dio forma definitiva Borges en un relato memorable, se puede leer El general de la Rovere, la narración de Indro Montanelli que recupera la editorial Confluencias en la traducción de Domingo Pruna.

Este texto, inspirado en la figura de un personaje al que Montanelli conoció en la prisión de San Vittore en la Segunda Guerra Mundial, sirvió como base del guión de la película homónima de Rossellini en la que Vittorio de Sica interpretó memorablemente el complejo papel del impostor ambiguo, mitad farsante, mitad superviviente en tiempos difíciles, para acabar convirtiéndose en una figura de enorme dignidad moral que muere como los héroes de las tragedias.

Como el de la película, el tema del relato es el proceso por el que Giovanni Bertone, un ludópata sin suerte, expulsado del ejército por deudas y tráfico de estupefacientes, filántropo venal y extorsionista de familias de detenidos bajo el avatar del ingeniero Fabio Grimaldi, se convierte en colaboracionista del ejército alemán y suplanta bajo sus órdenes la personalidad de Fortebraccio de la Rovere, un general italiano que encabezaba la resistencia y había sido asesinado.

Encarcelado para ejercer como delator y descabezar la resistencia, el conocimiento de la brutalidad de los nazis con los que colaboraba hace que su figura vaya creciendo hasta su incorporación voluntaria – en un suicida gesto de coraje- al patíbulo donde es fusilado junto con aquellos a quienes debía delatar.

El sentido de esa trayectoria lo resume así el coronel Müller en las últimas frases de la obra:

-Nosotros los alemanes juzgamos a este país por sus generales auténticos. Y es con los falsos que da su medida. 

Y el propio Montanelli explica la complejidad de su personaje en estas líneas:

¿Fue verdaderamente un traidor Bertone de la Rovere? No lo sé. Sé solamente que cayó como aquellos que no lo eran. Y sé también que Jesucristo no se sintió ofendido por la vecindad de Barrabás. Como fuere, yo no me propongo juzgar a ese polivalente e inquietante personaje, quien acaso tampoco supo dónde y cómo cesó de ser un aventurero para convertirse en héroe, y cómo, una vez incorporado al drama, no se mostró ajeno a él. He tratado tan sólo de dar una explicación de ello. 

Santos Domínguez

01 octubre 2013

Las extensiones interiores del espacio exterior


Joseph Campbell.
Las extensiones interiores 
del espacio exterior.
Traducción de Roberto Bravo. 
Atalanta. Imaginatio Vera. Vilaür, 2013.

Desde el punto de vista de cualquier ortodoxia, el mito sería simplemente definido como “la religión de otro pueblo”, pero, recíprocamente, una correspondiente definición de religión sería la de una “mitología mal entendida”, cuyo error consiste en interpretar las metáforas del mito como hechos reales.

Con esa declaración de principios comienza La metáfora como mito y como religión, el ensayo central de un volumen que recoge una serie de conferencias de mitología comparada que pronunció Joseph Campbell entre 1981 y 1984.

La edición original en inglés (The Inner Reaches of Outer Space: Myth as Metaphor and as Religion) se publicó en 1986, un año antes de la muerte de Campbell, del que Atalanta también publicó recientemente su obra capital, Imagen del mito

De alguna manera esa circunstancia hace de estos casi póstumos su testamento, su análisis definitivo del mito como expresión simbólica de una cultura y una sociedad, de su concepción del mundo, sus deseos y sus miedos.

En esa perspectiva, el mito brota del mismo fondo psíquico que alimenta los sueños, que representan en la mente individual la expresión metafórica de las mismas pulsiones que el mito representa en el plano colectivo.

Esa es la idea nuclear de estos ensayos de Campbell, que analiza en ellos el problema que plantea el que las imágenes mitológicas se interpreten al pie de la letra, como hechos de los que se hace una lectura denotativa que desvirtúa su esencia connotativa. De esas interpretaciones literales de la metáfora surgen las castas sacerdotales, los imanes y los fanatismos cristianos, islámicos o judíos.

Y una vez fijado ese postulado, Campbell hace en estas páginas un espléndido análisis iconográfico de metáforas como la del loto oriental, la luna en La Gran crucifixión de Durero, la serpiente en el yoga o los portadores del rayo en los templos budistas. 

Y más allá de la iconografía, Campbell bucea en la literatura y la filosofía -de Dante al Joyce del Retrato del artista adolescente, de los Eddas islandeses a Kant y de los evangelios gnósticos a Las Metamorfosis de Ovidio– para que el lector compruebe cómo se repiten en todas las culturas los mismos motivos míticos, esos arquetipos del inconsciente que estudió Jung y que Campbell recorre con lucidez y profundidad para interpretar las manifestaciones artísticas de las imágenes y el vocabulario metafórico que está en el origen de las construcciones mitológicas.

Santos Domínguez

30 septiembre 2013

Medea en los infiernos


Diego Vaya.
Medea en los infiernos.
Punto de lectura. Madrid, 2013. 


Ella tenía un rostro común. 
No podía decirse otra cosa. En ocasiones, se parecía a una actriz de cine o a la hija de la panadera, aunque cuando alguien se fijaba bien no veía ni un solo  rasgo que la  acercase ni a una ni a otra. Ninguna de sus facciones, por separado o en conjunto, conseguía destacar hasta convertirse en el punto de referencia de una mirada. Ni la belleza ni la fealdad. Su rostro era común, y lo sabía.

Así comienza Medea en los infiernos, la novela con la que Diego Vaya obtuvo el XVIII Premio Universidad de Sevilla.

Publicada por Punto de lectura, es una novela introspectiva y rememorativa centrada en la figura de una mujer recién separada. La protagonista, una Medea contemporánea abandonada como el personaje mitológico, es una profesora de instituto que como su referente mítico también tiene dos hijos a los que espera en la desolada urbanización de una playa fuera de temporada.

Y ese paisaje solitario es el metafórico telón de fondo en el que esa mujer desorientada busca explicaciones, asimila su dolorosa soledad, rememora situaciones y episodios del pasado que adquieren un nuevo sentido desde el presente, y explora pormenorizadamente sus recuerdos.

Y si ese es el espacio alegórico que sirve de ambiente a la novela, el fondo musical no es menos significativo. Esa profesora de música está elaborando un artículo sobre la novena sinfonía de tres compositores: Beethoven, Dvorak y Shostakovich. Y ese es también su contrapunto emocional.

Esas son las coordenadas en las que se realiza un viaje al fondo de la memoria, una durísima bajada a los infiernos en la que –como en todas las mitologías- el personaje se encuentra cara a cara con lo más profundo de sí mismo, en el límite de lo racional, de la conciencia y la experiencia, de una memoria ambivalente, a veces ficticia y casi delirante, y de un presente en el que irrumpen la alucinación y el terror que la protagonista proyecta en el exterior, un terror que surge en el interior del personaje y acaba invadiendo la dudosa realidad que habita.

Con la tensión mantenida por un narrador extradiegético y omnisciente que soporta el peso del relato desde fuera del protagonista, Medea en los infiernos es –lógicamente- una novela circular, porque esa es la forma del infierno en Dante y como en la Divina Comedia la mirada del que baja allí es la mirada del espanto, que se precipita hacia el abismático desenlace que presagia su referente mitológico.

Santos Domínguez

29 septiembre 2013

Sōseki. Misceláneas primaverales




Natsume Sōseki.
Misceláneas primaverales.
Prólogo de José Pazó.
Traducción de Akira Sugiyama.
Satori. Gijón, 2013.

Un recorrido demorado por la obra, la vida y los temas de Natsume Sōseki abre la edición de sus Misceláneas primaverales en Satori. Lo propone José Pazó en el estupendo prólogo que ha escrito para este volumen que además de ese título incluye Los sueños de diez noches.

Sueños melancólicos y terribles que tienen como centro la muerte, los miedos, el sentimiento de culpa, el sexo, los juegos de espejos. Esas son las claves de unas intensas incursiones en el relato onírico que presagian a Borges.

Las Misceláneas primaverales contienen veinticinco historias breves de carácter introspectivo y autobiográfico. Historias atravesadas también por un potente carácter onírico y de una asombrosa modernidad en su fragmentarismo y su sentido simbólico que se mueven, como señala el prologuista, “entre la melancolía y la sonrisa”, aunque lejos del Soseki humorístico de sus primeros libros.




Santos Domínguez

28 septiembre 2013

Grandes relatos medievales



Grandes relatos medievales.
Edición de Nemesio Martín. 
Austral. Barcelona, 2013.

Quizá en ninguna época como en la Edad Media y sus largas noches ha tenido el hombre tanta necesidad de verse acompañado por las historias, de consolarse con las peripecias ajenas, de conocer los relatos de otras vidas en otros sitios.

Por eso la Edad Media es un tiempo narrativo que desborda las fronteras de un género abiertos para inundar la lírica de los romances y mezclarse con el drama de La Celestina.

En el temprano verso irregular de los cantares de gesta o en las geométricas cuadernas de la clerecía, en la prosa romance o en el roman courtois, más tardíos porque exigen un lector solitario o con oyentes más refinados, la Edad Media fue pródiga en cuentos y narraciones diversos en tamaño, en tema y en intención, pensados para públicos distintos de plazas o de cortes, con diferentes formas de transmisión.

De esa enorme variedad, de esa riqueza dan cuenta estos Grandes relatos medievales que publica Austral con edición de Nemesio Martín, que ha realizado una espléndida selección de textos y los ha introducido con la cercanía y el poder de sugerencia que ya demostró en su admirable Invitación a la literatura.

Y eso es lo que vuelve a hacer en este libro: contar con cercanía unas historias que reelabora narrativamente con su propia voz, con la misma actitud del juglar que emocionaba y conmovía a un público que quería saber de los otros, de aquellos que tenían la altura heroica de Lanzarote o Lohengrin, el sino trágico del rey Sancho en el cerco de Zamora o de los siete infantes de Lara y sus cabezas colgadas en los arcos cordobeses por orden de Almanzor.

Pero, tras el paso de la mentalidad feudal y aristocrática, la Baja Edad Media burguesa elabora una narrativa de lo cotidiano, protagonizada por gente cercana o tan poco ejemplar como los cuarenta ladrones de Alí Babá o la comadre de Bath de la que narró Chaucer en sus Cuentos de Canterbury. 

Santos Domínguez

27 septiembre 2013

Fotos y poemas sobre la ciudad de San Francisco


Pablo Luque Pinilla.
José Luis R. Torrego.
SFO.
Renacimiento. Sevilla, 2013.

Todos me dicen que soy distinto desde que estuve en San Francisco, escribe Pablo Luque en Falling Slowly, uno de los textos centrales del espléndido libro que reúne fotos y poemas sobre la ciudad de San Francisco y publica Renacimiento.

Un libro que tiene como punto de partida las fotografías que el diseñador José Luis R. Torrego hizo en 2004 en San Francisco, una ciudad distinta a todo lo que yo conocía de EEUU. Se respira cierto aire norte-europeo, un ambiente absolutamente ajeno, en un primer impacto, al tópico californiano. Mientras caminaba, empecé a tirar fotos de la gente con la que me cruzaba. Disparando con la cámara a la altura de la cadera, la ciudad enmarcaba a los sujetos como un escenario. Surgían así algunos estereotipos, pero también algo más.

Ese algo más lo explora el poeta Pablo Luque, que puso letra a las imágenes y añadió su mirada a la del fotógrafo. El libro ofrece así dos miradas instantáneas. Esa es la clave en fuga que define el lugar de encuentro de la fotografía y la poesía para entablar un diálogo –las palabras son de Pablo Luque- que se basara en la complicidad entre lenguajes artísticos y para profundizar en la historia personal que se intuía tras aquellos rostros en un enclave tan mítico como singular, y ayudar a construir el pensamiento y la voz de los protagonistas retratados (...) con textos directos, breves y ágiles −también en su itinerario creativo−, y, en lo posible, más cercanos a un público no necesariamente lector de poesía.

Esa es la propuesta hecha realidad en este libro: el encuentro de un espacio común que vincula las dos artes en las dos miradas superpuestas de sus autores para abordar un mundo huidizo e inaccesible a través de unas imágenes que van más allá de la representación de unos seres concretos en un ámbito concreto, sitúan lo individual en lo colectivo, hacen de un lugar en el mapa un símbolo de la vida contemporánea y se convierten no solo en el reflejo de una ciudad y de sus habitantes, sino en metáforas del mundo y de la existencia.

Porque en estas fotografías y en estos poemas se capta lo que tiene el momento de fugaz y de irrepetible, pero también de representación simbólica de algo más universal e intemporal en un diálogo creativo lleno de sugerencias que esperan también el papel activo del lector, la complicidad del espectador.

Los rostros y los gestos, los edificios y las largas y empinadas avenidas de San Francisco dialogan con unos textos que son tan directos y rápidos como el disparo del fotógrafo para dar la imagen artística de una ciudad que es también todas las ciudades, y de unos habitantes que están, en las imágenes y en los textos, más allá de su existencia individual, como este Urban viator, que acompaña a esta imagen:





Al crecer
              los ejemplares jóvenes emprenden el viaje,
se unen a los de su manada.
Esta discurre, veloz y ajena,
trotando en el desfiladero,
ignorando los márgenes que ocupan
los animales rezagados.
Cuantos quedan en la orilla
presa son del estupor,
de la quietud que brota en la impotencia,
del rumbo incierto donde se amplifica la locura.
Miran escépticos a los que galopan,
hacen recuento,
aceptan impasibles la estampida.
Esperan el final sobre un mástil
que subraya
                    la paradoja de la escena.


Santos Domínguez


26 septiembre 2013

Chéjov. Una extraña confesión


Antón Chéjov.
Una extraña confesión.
Traducción de Irene Tchernova.
Reino de Cordelia. Madrid, 2013.

—¿El tema de su libro? —pregunté al señor Iván Kamishov, que por andar muy necesitado de dinero vino a verme y me rogó que se lo publicara, no sin avisarme previamente de que era el primero que escribía. Era un hombre alto y atractivo, de porte altanero y decidido.

—Pues verá… El tema no es nuevo…, en él se trata de amor…, de un crimen… Pero léalo y podrá juzgar usted mismo. Son los recuerdos de un juez de instrucción.

Así comienza Una extraña confesión, que Antón Chéjov publicó por entregas entre 1884 y 1885. Era su primera novela larga y en ella desarrollaba en primera persona la narración de un crimen pasional del que había sido víctima una joven campesina.

Con la técnica tradicional del manuscrito hallado, a partir de ese momento se introduce el relato que un juez de instrucción entrega un día de abril de 1880 al editor de un periódico para que lo valore y lo publique. 

Lo más innovador de esta historia detectivesca, ambientada en la Rusia rural más profunda y en una sociedad decadente y casi feudal, es que el relato contiene una serie de incongruencias que ponen en guardia al editor y convierten al lector en un detective que va viendo poco a poco que debajo de la superficie del relato hay una turbia historia, una enmarañada madeja de pasiones en las que están implicados el juez, el conde Karnieiev, su amigo juerguista y bebedor, o el viejo criado Urbenin.

Porque lo que cuenta el protagonista en su novela, ocho años después de los hechos, es el relato judicial de un crimen, con pruebas, con un proceso, una condena a trabajos forzados para un inocente y la impunidad del asesino.

Pero ese relato oculta deliberadamente al autor, falsifica sus claves del crimen, sus móviles ocultos y las complejas relaciones entre los personajes, en medio de los celos y el alcohol.

En esa narración interesada escrita por el juez hay inverosimilitudes, hechos que no cuadran, incongruencias en el comportamiento de los personajes, errores profesionales del juez, que siembra pistas falsas. Todo eso despierta la sospecha del editor, que se convierte involuntariamente en detective y va anotando a pie de página las incoherencias del relato y poniendo de esa manera sobre aviso al lector, que asume también desde la complicidad con el editor un papel activo en el entendimiento de los hechos.

Reino de Cordelia publica esta novela policiaca de Chejov con la traducción ya clásica y revisada ahora por José Fernández Bueno, que Irene Tchernova firmó hace cincuenta años en Aguilar. Para entonces esta novela, cuyo título original es Un drama de caza, como se edita otras veces, se conocía más en español como Extraña confesión, que fue el elocuente título con que apareció en 1945 en la Biblioteca del séptimo círculo que dirigían Borges y Bioy para Emecé. 

Y casi a la vez, así se tradujo la versión española de la adaptación cinematográfica que Douglas Sirk había filmado en 1944 como Summer Storm, Tormenta de verano, una metáfora y un presentimiento que flotan sobre esta espléndida narración de Chejov desde el comienzo hasta el final desalentado y cínico que deja aturdidos al editor y al lector con el conocimiento del mal y el remordimiento en la última línea de la novela.

Santos Domínguez

25 septiembre 2013

Pablo d'Ors. Andanzas del impresor Zollinger


Pablo d'Ors.
Andanzas del impresor Zollinger.
Introducción de Andrés Ibáñez.
Impedimenta. Madrid, 2013.


Como un raro define Andrés Ibáñez a Pablo d’Ors en la introducción que ha escrito para la reedición de las Andanzas del impresor Zollinger en Impedimenta: “humorístico, pero también optimista. Nada de humor negro en su obra. Es optimista, pero sublime. Es sublime, pero busca intencionadamente un tono menor.”

Hace diez años, cuando se publicó por primera vez esta novela corta, resultaba aún más rara. Para sus lectores era la obra epifánica, tan delicada como sorprendente, de un autor casi desconocido hasta entonces y vinculado a un mundo literario y a una escritura centroeuropea que ha dejado obras brillantes en la narrativa contemporánea y casi ninguna huella en la literatura española.

Una espléndida narración simbólica que maneja sabiamente muchas claves de los relatos tradicionales y aspira a representar la vida y a interpretar el sentido de la existencia como un camino de perfección en el que no faltan las espinas, los sueños perdidos ni los frutos amargos:

Sabía que la vida de los hombres, cuando envejecen, se va poblando de fantasmas. Y sabía también - lo iba sabiendo- que son esos fantasmas los que, después de todo, ayudan a vivir.

Escrita con una prosa admirable y construida con una aparente sencillez que se sostiene en la cuidada estructura itinerante y circular que se anuncia ya en el título, Andanzas del impresor Zollinger es una intensa novela de formación en la que la vocación y la resistencia, la soledad y la naturaleza, la amistad y el exilio, el fracaso o el éxito, la voluntad o los sueños inciden en el proceso de construcción de la personalidad del protagonista y su humilde proyecto vital como impresor en Romanshorn, un pueblecito suizo. 

Así lo explica el narrador en el último capítulo de los siete –ese número mágico es también el de los años que dura el viaje- que constituyen las estaciones de ida y vuelta del libro:

Más allá de su voluntad explícita, que avala y sostiene mi empresa narrativa, aquello que realmente determinó que me pusiera manos a la obra fue la convicción de que August Zollinger (y no se me escapa que las letras iniciales de su nombre son la primera y la última del abecedario) es, cierto sentido, cada uno de nosotros.

Santos Domínguez

24 septiembre 2013

El libro de la selva de Londres



Bhajju Shyam.
El libro de la selva de Londres.
Traducción de Carlos Mayor.
Sexto Piso. Barcelona, 2013.

Un siglo largo después de que Kipling publicase El libro de la selva, el artista indio Bhajju Shyam, de la tribu gond, devuelve a los británicos la visita cuando desde su aldea viaja a Londres para decorar un restaurante indio y descubre la selva urbana con una mirada insólita que dejó reflejada en El libro de la selva de Londres.

Es el libro deslumbrante de un artista deslumbrado ante ese mundo desconocido hasta entonces para él. Un bestiario simbólico y visual, contemporáneo y urbano que es también una respuesta irónica a Kipling con peces y tortugas, con un autobús metaforizado en un perro o el Big Ben transformado en gallo. Un libro que ha deslumbrado a John Berger o a Roberto Calasso, para quien “muestra el significado verdadero de la palabra encantamiento”.

Lo edita Sexto Piso, con traducción de Carlos Mayor de los textos que Sirish Rao y Gita Wolf escribieron a partir del relato oral del autor de las ilustraciones, Bhajju Shyam.

Santos Domínguez

23 septiembre 2013

Gógol. Historias de San Petersburgo


Nikolai Gógol.
Historias de San Petersburgo.
Traducción y nota preliminar de Juan López-Morillas.
Alianza editorial. El libro de bolsillo. Madrid, 2013.

Cuando Dostoievski escribió "Todos venimos del capote de Gógol" ignoraba el verdadero alcance de su reconocimiento sobre la importancia de ese cuento en la narrativa posterior. 

Desconocía la transcendencia de ese y de los otros cuatro relatos de Gógol agrupados bajo el rótulo Historias de San Petersburgo. En El retrato, por ejemplo, se adelanta al Dorian Gray de Wilde; La nariz presagia el mundo de Kafka, al igual que en Akaki Akakievich, el protagonista de El capote –traducido aquí como El abrigo-, está latiendo ya la semilla del Bartleby de Melville y de Gregorio Samsa.

Bastaría todo eso para dejar establecida la importancia de Gógol en la historia de la literatura, pero además de ese carácter de adelantado que le convierte en un profeta de la modernidad hay en estas cinco narraciones –las otras dos son La avenida Nevski y el Diario de un loco- una fuerza literaria que las sigue manteniendo en pie como la parte más viva de toda su obra.

Y así, en La avenida Nevski la potencia descriptiva se concreta en un documental costumbrista de enorme vivacidad plástica, en una muestra de ironía en la pintura de un paisaje humano cambiante según el momento del día o de la noche. Ese es el panorama que sirve como telón de fondo al relato de dos peripecias menos intensas que las descripciones que las enmarcan.

O en el Diario de un loco la representación en primera persona de la psicosis delirante de un esquizofrénico que se cree el rey de España se anticipa a las descripciones clínicas de los tratados de psiquiatría.

Las escribió entre 1835 y 1842 y aunque no las concibió como un conjunto cerrado, la común ambientación en San Petersburgo ha permitido publicarlas en un volumen coherente que ahora reedita El libro de bolsillo de Alianza editorial con la espléndida traducción de Juan López-Morillas.

Estos cinco relatos, pensados en principio como textos menores en el conjunto de una obra narrativa amplia y ambiciosa, son la zona narrativa que mantiene la vigencia de Gógol y hace de él casi un contemporáneo. Los cinco representan –en palabras de López-Morillas- “lo más característico del arte narrativo de Gógol, a saber, la deliciosa combinación de sátira social, fantasía, ternura y compasión.”

En una literatura tan inclinada al enfoque realista como la narrativa rusa del siglo XIX, Gógol es una isla, el mejor exponente del cuento fantástico, una síntesis de buen humor y crítica, de ironía y capacidad descriptiva, de sueño y realidad. Una mezcla que en textos como La nariz o El abrigo hacen que lo extraño irrumpa en el relato para generar una situación absurda que es el punto de partida de una construcción simbólica que va más allá de sus límites aparentes para proponer una alegoría de las relaciones humanas.

Santos Domínguez

22 septiembre 2013

Josep Pla. El cuaderno gris




Josep Pla.
El cuaderno gris.
Traducción de Dionisio Ridruejo y
Gloria de Ros.
Edición de Narcís Garolera.
Austral. Barcelona, 2013.

Es la obra fundamental de Josep Pla y uno de los textos que fijan el canon de la literatura catalana del siglo XX. 

El cuaderno gris es un diario inusual, porque no nace del día a día, del presente momentáneo y pasajero, sino de la evocación posterior, de la memoria que reconstruye y de la invención que reescribe el diario de aprendizaje del escritor en ciernes (1918-1919) casi cincuenta años después, porque la versión original en catalán es de 1966. 

Contradictorio y antidogmático, localista y cosmopolita, imprevisible y subjetivo, irónico y socarrón, Pla reflejó en la páginas de El cuaderno gris la vida con la agudeza de su mirada analítica y con lo que podríamos llamar en términos cortazarianos una prosa del observatorio, inteligible y antirretórica. Educó su pluma y su mirada en el periodismo, practicó la lentitud contemplativa y como Stendhal fijó su interés en los detalles y reflexionó constantemente sobre el estilo y el oficio de escribir.

Brilla  en sus páginas la espléndida prosa de Pla, uno de los escritores más notables de la literatura del siglo pasado, un autor que encontró aquí su voz más personal, su astucia estilística y su sabiduría en el uso del adjetivo para hacer  del paso del tiempo su tema esencial, del desengaño y la memoria su actitud, de la invención autobiográfica y la lenta contemplación una estrategia narrativa, de la libertad de escritura y el cuidado de la prosa su método. 

La nueva edición de Austral la ha preparado Narcís Garolera, que hace una meticulosa  revisión de la traducción magistral de Dionisio Ridruejo y Gloria de Ros, con una tres mil correcciones que intentan aproximarse más al texto original de Pla, por el que pasa la vida convertida en obra de arte.

Santos Domínguez

21 septiembre 2013

Caballero Bonald. Marcas y soliloquios



José Manuel Caballero Bonald.
Marcas y soliloquios. 
Antología poética (1952-2012). 
Edición de Juan Carlos Abril.
Pre-Textos. Valencia, 2013.

Una escueta y precisa introducción del poeta y profesor Juan Carlos Abril abre su irreprochable selección de la poesía de Caballero Bonald en la exquisita colección de antologías de Pre-Textos.

Marcas y soliloquios es el título de esta muestra representativa de la poesía del último Premio Cervantes. Sesenta años de escritura que entre Las adivinaciones Entreguerras constituye una de las cimas poéticas no sólo del grupo del 50, al que sobrepasa la dilatada y poliédrica trayectoria de Caballero Bonald, que solamente por simplificaciones didácticas cabe clasificar bajo un rótulo.

Esa obcecada y admirable labor de construcción de un mundo propio se sustancia con la pronunciación en la voz inconfundible del poeta jerezano. Una voz indagatoria en la que muchas veces el tono y la ambición visionaria se convierten en el centro mismo del poema como acto de lenguaje que construye o inventa una versión de la realidad.

A las diversas modulaciones de esa voz se refiere Juan Carlos Abril cuando habla del sedimento polifónico que está en la base de la identidad poética de Caballero Bonald y de la diversidad de matices que permiten organizar su trayectoria en cuatro ciclos: el inicial, metafísico y adivinatorio; el existencial y comprometido; el laberíntico y el de Argónida, atravesado por el paso del tiempo irreparable y por una actitud insumisa y desobediente que ha sido el potente motor de su literatura, siempre entre la memoria, la reflexión y la visión iluminadora de la realidad.


Santos Domínguez

20 septiembre 2013

Experiencias de un intocable



                                                    
Bhimayana.
Experiencias de un intocable.
Prólogo de John Berger.
Traducción de Paula Cifuentes.
Sexto Piso Ilustrado. Madrid, 2013.

En todo el mundo se cuentan historias. A veces estas se imprimen y se publican. Este libro es un ejemplo de ello, escribe John Berger en el prólogo que abre Bhimayana, el libro gráfico que publica Sexto Piso Ilustrado. 

Una recreación en tono épico de la vida del abogado y político indio Bhimrao Ramji Ambedkar (1891–1956), padre de la Constitución india y uno de los primeros parias que entraron en la Universidad. De formación occidental, crítico con la intolerancia hinduista e islamista, acabó convirtiéndose al budismo, luchó contra el sistema de castas y la marginación de los parias y defendió el reconocimiento de los derechos políticos y sociales de los intocables en la constitución india.

Santos Domínguez

19 septiembre 2013

Universo Nooteboom


Erik Haasnoot y Astrid Roig (ed.)
Universo Nooteboom.
Candaya Ensayo 6.

Con dos artículos, uno sobre la poesía de Cees Nooteboom y otro sobre su vertiente de ensayista y su aproximación a la pintura de Zurbarán, he tenido la satisfacción de contribuir, por sugerencia de los coordinadores Erik Haasnoot y Astrid Roig, al espléndido volumen Universo Nooteboom que publica Candaya, acompañando a nombres como Alberto Manguel, Mercedes Monmany, Rüdiger Safranski, Jacobo Siruela, Clara Janés o Juan Villoro. 

Este es el dossier de prensa, que incluye el prólogo de los coordinadores, de este libro, que estará en librerías el día 23 y se presenta en la Librería Laie (Pau Claris 85, Barcelona) el 25 de septiembre a las 19.30 horas.



La obra
Poeta, novelista, ensayista, crítico de arte, viajero... Cees Nooteboom es un autor polifacético y heterodoxo que, como dijo Connie Palmen “te hace ver y pensar lo que nunca antes habías visto ni pensado”. Desde la publicación, hace casi seis décadas, de su primera novela, Philip y los otros, que de manera desenfadada y jovial rompía con la tradición realista, la literatura de Cees Nooteboom no ha pasado nunca desapercibida y ha sido distinguida por premios tan prestigiosos como el Europeo de Poesía (2008), el de Literatura Neerlandesa (2009) y el mayor reconocimiento que se concede en la literatura de viajes, el Premio Chatwin (2010). En los últimos años ha sido considerado, como uno de los diez mejores cronistas de viajes del siglo por la prestigiosa revista Newsweek, y su nombre suena con insistencia entre los candidatos al Premio Nobel.
Lectores de todo el mundo se han dejado seducir por las innovadoras apuestas de este escritor de desvíos y digresiones, que sorprende por su sensibilidad metafísica y que se interroga siempre por el sentido de narrar. Los libros de Nooteboom son una indagación en el misterio de la condición humana (“el misterio al que los demás renuncian a mí siempre me ha intrigado”, confiesa) y una invitación permanente a entender la diversidad del mundo o el significado de la historia que hemos vivido, y por ello es unánimemente considerado uno de los grandes clásicos vivos de la literatura universal contemporánea.
En Universo Nooteboom 30 autores (poetas, novelistas, ensayistas, filósofos, académicos, traductores, críticos literarios y periodistas culturales), desde procedencias geográficas y registros muy distintos, profundizan en la compleja obra y en la fascinante personalidad del escritor holandés más universal de nuestro tiempo. Especial importancia tienen las reflexiones del propio Cees Nooteboom, que en largas y reposadas conversaciones con el escritor argentino Alberto Manguel y con el periodista belga Piet Piryns (que lo ha entrevistado durante 40 años), revela a los lectores hispanohablantes algunos momentos decisivos de su biografía y las claves más íntimas de su pensamiento y su universo literario.


En función, sobre todo, de las diferentes vertientes genéricas que ha recorrido la obra de Cees Nooteboom, Universo Nooteboom se estructura en siete partes:

1. Nooteboom filósofo: Rüdiger Safranski e Isabel-Clara Lorda exploran el sustrato filosófico que recorre toda la obra de Cees Nooteboom.

2. La poesía de Cees Nooteboom

3. Narrativa de ficción de Cees Nooteboom

4. Nooteboom ensayista

5. Nooteboom, el viajero

6. Tres relatos breves que, escritos por autores tan dispares como la escritora venezolana Victoria de Stefano, la mexicana Valeria Luiselli y el joven escritor asturiano Jaime Priede, tienen como protagonista a Cees Nooteboom y demuestran el poder inspirador de su escritura.

7. La última palabra: Cees Nooteboom



Los autores

Jesús Aguado (“nació casi en Sevilla”, España, 1961)
Tomás Albaladejo (La Unión, España, 1955)
A. S. Byatt (Sheffield, Reino Unido, 1936)
Jorge Carrión (Tarragona, España, 1976)
Antón Castro (Santa Mariña de Lañas-Arteixo, España, 1959)
Santos Domínguez (Cáceres, España, 1955)
Mariana Enriquez (Buenos Aires, Argentina, 1973)
Jesús Ferrero (Zamora, España, 1952)
László Földényi (Debrecen, Hungría, 1952)
Fernando García de la Banda (Madrid, España, 1959)
Erik Haasnoot (Katwijk aan Zee, Países Bajos, 1968)
Marina Gasparini Lagrange (Caracas, Venezuela, 1955)
Pedro Alejo Gómez Vila (Bogotá, Colombia, 1953)
Clara Janés Nadal (Barcelona, España, 1940)
Isabel-Clara Lorda Vidal (Londres, Reino Unido, 1956)
Valeria Luiselli (Ciudad de México, México, 1983)
Alberto Manguel (Buenos Aires, Argentina, 1948)
Teresa Martín Taffarel (Buenos Aires, Argentina, 1940)
Mercedes Monmany (Barcelona, España, 1957)
Glenn W. Most (Miami, Estados Unidos, 1952)
Connie Palmen (Sint Odiliënberg, Países Bajos, 1955)
Luis Pancorbo (Burgos, España, 1946)
Piet Piryns (Gante, Bélgica, 1948)
Jaime Priede (Langreo, España, 1965)
Rüdiger Safranski (Rottweil, Alemania, 1945)
Andrés Sánchez Forero (Bogotá, Colombia, 1985)
Carlos Skliar (Buenos Aires, Argentina, 1960)
Victoria de Stefano (Rimini, Italia, 1940)
Constanza Vergara (Santiago, Chile, 1978)
Juan Villoro (Ciudad de México, México, 1956)



Prólogo
Cornelis Johannes Jacobus Maria Nooteboom vio la luz por primera vez en La Haya en 1933 y en 2013, cuando el escritor holandés cumple 80 años, hemos querido celebrar sus casi seis décadas de continuada experiencia literaria y el momento de plenitud creativa que está viviendo actualmente, con la publicación de Universo Nooteboom, un acercamiento plural y crítico a su personalidad y a su poliédrica obra, que tiene el propósito de descubrir todavía más a los lectores hispanohablantes la fascinante literatura de Cees Nooteboom.
Universo Nooteboom recoge un amplio abanico de textos, muchos de ellos inéditos, en los que 36 autores (poetas, novelistas, ensayistas, filósofos, académicos, traductores, críticos literarios y periodistas culturales) reflexionan, desde procedencias geográficas y registros muy distintos, sobre la compleja y heterogénea obra del escritor de lengua neerlandesa más universal.
Cees Nooteboom –como él mismo confiesa en Hotel Nómada 1– ha seguido siempre “los dictados de su alma” y ha tratado de hacer de su vida un proyecto personal. En 1950, con sólo diecisiete años, Nooteboom abandonó su casa y emprendió su primer viaje al extranjero (fue en bicicleta a Bélgica y a Luxemburgo) y desde entonces no ha parado de viajar. Sus viajes en autoestop por Europa inspiraron, en 1955, su primer libro, Philip y los otros, una novela muy bien acogida en Holanda, que a los veintidós años lo convirtió ya en escritor. Desde ese momento, este y el de viajero, fueron sus destinos elegidos.
Poeta, novelista, ensayista, viajero... Cees Nooteboom es un autor polifacético, al que es imposible encasillar en ningún género ni clasificar con etiquetas literarias convencionales. Como su literatura, Nooteboom es un escritor de digresiones, de desvíos. Y la digresión, omweg en neerlandés, invita a meditar. Lo dice el Tiburón Mendoza En las montañas de Holanda 2, “hay países donde meditan con esa palabra: om, om, om…” A veces los nombres dan pistas y no parece casual que el apellido “Nooteboom” signifique “nogal”. Los libros de Cees Nooteboom, al igual que los frutos con forma de cerebro del nogal, alimentan el espíritu: nos hacen pensar y cuestionar el mundo, y por ello, como dicen los ingleses, son food for thought, alimento para la mente.
Alberto Manguel defiende en este libro que la literatura de Cees Nooteboom es ante todo el desarrollo de un pensamiento: sus inclasificables escritos van urdiendo un mundo nuevo, que sólo puede ser descifrado por el lector que forje sus propias ideas. Sus técnicas narrativas predilectas son, pues, las de la literatura de la digresión: el uso frecuente del estilo libre indirecto para mostrarnos desde dentro lo que piensan los personajes; el narrador omnisciente, que expresa sus propias opiniones, a menudo en forma de comentarios irónicos; la comparación de la época a la que pertenece el narrador con la época a la que pertenecen los personajes, lo que permite al autor meditar acerca de temas eternos como la muerte y la inmortalidad, las fuerzas que rigen los cambios sociales, el papel que desempeña el arte o el ritual de la escritura y la lectura.
Universo Nooteboom se abre con un ensayo de título significativo, “Nooteboom filósofo”, en el que el pensador y escritor alemán Rüdiger Safranski insiste en la sensibilidad metafísica que alienta toda la obra de Cees Nooteboom, un escritor que explora permanentemente lo enigmático y que, en el prólogo de Perdido el paraíso 3, confiesa que “el misterio al que los demás renuncian a mí siempre me ha intrigado”. Isabel-Clara Lorda Vidal se imagina un vínculo entre el ojo del huracán de Cees Nooteboom y el corazón del remolino de Rafael Argullol, para concluir que, en ambos escritores, el arte es expresión del enigma del alma humana y de la dimensión espiritual de la vida.
Ante todo Cees Nooteboom se considera poeta. Lo afirmó con rotundidad en 2003, durante el homenaje que le dedicó el Círculo de Bellas Artes de Madrid: “La poesía es la sede de mi empresa; el resto de mi obra son sucursales” 4 y lo corrobora en el documental Desvío Nooteboom, que acompaña este libro: “En el centro, que soy yo, está el poeta”. Consecuentemente, varios textos de Universo Nooteboom profundizan en esta vertiente fundamental de su literatura: Pedro Alejo Gómez Vila propone una peregrinación por los diferentes senderos abiertos en la poesía de Nooteboom; Clara Janés lo define como un poeta atento, que espera la llegada de la palabra; Tomás Albaladejo considera que en sus poemas se funden percepción y consciencia; Fernando García de la Banda comenta las características más singulares de la poesía de Nooteboom y las dificultades con las que se ha encontrado al traducirla, y Santos Domínguez descubre algunas claves de Autorretrato, el último libro que, en colaboración con el artista alemán Max Neumann, ha publicado hasta ahora el poeta holandés.
También la narrativa de Cees Nooteboom es un intento de interrogar al misterio. Lo señala A. S. Byatt, cuando afirma que sus novelas son la metáfora de un mundo y que esas novelas-metáforas “son un modo de pensar con precisión en los misterios”, además de un intento de penetrar en un territorio inestable, donde los límites entre realidad y ficción son a menudo confusos. De eso y del desvío de los otros (vivos, en el caso de Philip y los otros; o muertos, en el caso de El caballero ha muerto) para llegar al autoconocimiento (que es “el eslabón que enlaza las novelas de Nooteboom con la mística”), es de lo que habla el ensayo de László Földényi, “El desvío a la mística”, con el que encabezamos esta sección.
El ensayo de Connie Palmen se ocupa de El caballero ha muerto. Pese a que esta novela todavía no ha sido traducida al castellano, “Morir y empezar de nuevo” es un texto clave para entender la evolución de la narrativa de Nooteboom , al establecer un puente entre su primera novela, la citada Philip y los otros, y la posterior, Rituales, cuyo prólogo, escrito por A. S. Byatt, puede leerse seguidamente. El artículo de Glen W. Most profundiza en La historia siguiente, mientras que Jesús Aguado nos invita a desplegar nuestras alas, para adentrarnos en su Poética del ensueño y perdernos en el paraíso de Nooteboom. En “La desnudez de la vida”, el novelista Jesús Ferrero, hace una reflexión sobre el significado del morir y del vivir en el libro de relatos Los zorros vienen de noche y Alberto Manguel cuenta su experiencia como lector de Cees Nooteboom, durante muchos años. Según el escritor argentino no necesitamos seguir un orden cronológico en la lectura de los libros de Nooteboom, para progresar con el autor en el aprendizaje de cómo escribir y de cómo leer.
 Dos textos dedicados a la novela Cartas a Poseidón cierran este apartado. El escritor mexicano Juan Villoro comenta que Nooteboom –al verter, en primera persona y sin esperar respuesta, los pensamientos que brotan del yo profundo– demuestra que el género epistolar es el género del alma. En su emotiva aproximación a la última novela de Cees Nooteboom, Erik Haasnoot dirige varios guiños de complicidad a los lectores más fieles del escritor holandés.
La cuarta parte del libro se centra en la faceta de ensayista de Cees Nooteboom. Teresa Martín Taffarel explica cómo Nooteboom consigue siempre enriquecer las obras de arte que contempla y comenta, con nuevas e insólitas percepciones; En “Cees Nooteboom. El asombro en la mirada”, Marina Gasparini Lagrange reflexiona, a partir de los libros Zurbarán y El enigma de la luz, sobre la personalísima mirada de Nooteboom y Santos Domínguez se detiene en la fascinación del silencio que siente cuando se acerca a la obra de Zurbarán. A través de una carta dirigida a Nooteboom, Carlos Skliar detalla los pensamientos que le ha generado la lectura del libro Tumbas de poetas y pensadores, donde los textos del autor holandés conviven con las fotografías de su esposa Simone Sassen. Por último, el artículo de Constanza Vergara aporta una singular reflexión acerca de Cómo ser europeos, uno de los libros centrales de Nooteboom.
Sobre el viajero que eligió ser Cees Nootebom y sobre la sabiduría que proporciona el viaje giran la quinta parte del libro. László Földényi considera que el viaje, en Nooteboom, es el contacto con una alteridad que interpela, inquieta y sugiere. Mientras que un traslado es una acción puramente instrumental, el viaje contiene siempre un aprendizaje y una aventura potencial. Jorge Carrión define a Cees Nooteboom como un metaviajero, que ”en sus viajes elabora el regreso” y al que “le interesa menos ir que volver”.
Según Anton Castro –que en “El corazón español del nómada” sigue los pasos de Cees Nooteboom por la geografía española– probablemente sea España el país en el que más insiste el escritor holandés en el conjunto de su obra y al que más regresa. “Una de las pocas constantes en mi vida es mi amor –no hay una expresión inferior– por España”, confiesa en Desvío a Santiago5. Luis Pancorbo, a propósito de la publicación de Lluvia Roja, habla de la vida de Nooteboom en Menorca y de sus vecinos en la isla, en la que pasa largas temporadas desde 1967, mientras que Mercedes Monmany desarrolla el concepto de nomadismo en Nooteboom.
Con motivo de la publicación en Argentina de Hotel Nómada y Desvío a Santiago, Marian Enríquez hace hincapié en esa dialéctica entre el movimiento y la calma, tan constante en el andar por el mundo de este holandés errante. Pedro Alejo Gómez Vila insiste en que, al viajar, el pensamiento de Nooteboom gana en profundidad y su mirada se vuelve más astuta. Andrés Sánchez Forero nos da cuenta de que “el movimiento, en palabras de Nooteboom, se adelanta al pensamiento”, a la calma que proporciona la habitación de hotel, que es donde se va forjando el significado del viaje.
Victoria de Stefano cuenta su experiencia como lectora latinoamericana de Nooteboom en “Peregrinajes; de océano en océano” e Isabel-Clara Lorda Vidal se imagina un vínculo entre el ojo del huracán de Cees Nooteboom y el corazón del remolino de Rafael Argullol, para concluir que, en ambos escritores, el arte es expresión del enigma del alma humana y de la dimensión espiritual de la vida.
Jaime Priede se imagina a Cees Nooteboom paseando por las calles de Berlín, la ciudad donde, según piensa Nooteboom, se prepara el destino de Europa.
Universo Nooteboom concluye cediendo por fin la palabra al propio Cees Nooteboom. Reproducimos una interesantísima serie de entrevistas que el periodista Piet Pyrins ha ido realizando a Nooteboom a lo largo de casi tres décadas y con una larga conversación que, con motivo de la aparición de este libro, mantuvo el autor holandés con el escritor argentino Alberto Manguel, uno de los más reconocidos especialistas en su obra.
Sobre esta relajada conversación con Manguel en su casa de Amsterdam –donde Cees Nooteboom revela algunos secretos de su escritura y de sus libros– se estructura Desvío Nooteboom, un documental inédito de algo más de una hora de duración que ofrece al espectador valiosos detalles de la vida literaria y cotidiana del escritor holandés. Con Desvío Noteboom entraremos además en la casa que Cees Nooteboom tiene en “su isla” (como llama cariñosamente a Menorca) y lo acompañaremos en sus viajes por Venecia y Córdoba, donde participa en importantes festivales literarios. Los testimonios, críticos y personales de algunos de sus amigos y mejores lectores (el fotógrafo holandés Eddy Posthuma de Boer, el editor y escritor Jacobo Siruela, el compositor Benet Casablancas –que también firma la banda sonora–, y el pintor y poeta Miguel Ybáñez) completan este excepcional acercamiento a la figura de Cees Nooteboom.
Nunca podremos agradecer bastante la generosidad de todos los que convirtieron este viaje Nooteboom, con sus digresiones y desvíos, en uno de los más lujosos y estimulantes de nuestra vida. Queremos agradecer sobre todo la calidez y el afecto con que siempre nos han tratado Cees Nooteboom y Simone Sassen, y el entusiasmo con que acogieron este proyecto nuestros amigos, Olga Martínez y Paco Robles, que en la ejemplar trayectoria de la editorial Candaya demuestran, año tras año, que sigue habiendo un público sediento de libros de calidad.

 Astrid Roig y Erik Haasnoot