12 diciembre 2012

Navidades de libro. Narrativa

Walter Kappacher.
El palacio de las moscas.
Traducción de Richard Gross.
Pre-Textos. Valencia, 2012.


Pre-Textos publica El palacio de las moscas, la primera novela que se traduce al español del austriaco Walter Kappacher (Salzburgo, 1938).

Centrada en la figura de Hugo von Hofmannsthal y ambientada en un balneario de Salzburgo en agosto de 1924, es una intensa indagación en la noción de pérdida de un escritor abandonado por su fantasía, sin capacidad creativa y con una constante mirada retrospectiva y melancólica a un pasado irrecuperable. 

Con el telón de fondo ruinoso de la desaparición del imperio austrohúngaro como consecuencia de la Gran Guerra, Hoffmannsthal, con su mala salud y su irreversible agotamiento literario, es un símbolo que encarna aquel final de un mundo cultural e histórico que parecía ya más cerca del XIX que del XX.

En 2009, el mismo año en que apareció esta novela, Kappacher obtuvo el Premio Georg Büchner, el más importante de los que se conceden a escritores en lengua alemana. Entre otras razones por esta obra, que muestra un difícil equilibrio de sutileza y solidez, aunque la traducción de Richard Gross no siempre sea irreprochable.

Juan Carlos Onetti.
Novelas breves.
Prólogo de Juan José Saer.
Eterna Cadencia Editora. Buenos Aires, 2012.

Eterna Cadencia Editora ha reunido en un solo volumen las siete novelas breves -El pozo, Los adioses, Para una tumba sin nombre, La cara de la desgracia, Jacob y el otro, Tan triste como ella y La muerte y la niña- que escribió Juan Carlos Onetti, el constructor de uno de los universos literarios más transcendentales de la literatura del siglo XX en español.

Presentadas por un espléndido prólogo de Juan José Saer, se recogen en un cuidado tomo desde la obertura que fue El pozo (1939), escrito en una primera versión durante una tarde sin tabaco y en un arranque de mal humor creativo, hasta La muerte y la niña (1973), pasando por esas dos obras maestras indiscutibles que son Los adioses (1954) y Jacob y el otro (1961).

Prácticamente desde el principio, con una sorprendente madurez en la que se conjuntan el vigor y la contención artística, los temas esenciales de la narrativa de Onetti están ya perfilados: la incomunicación, el fracaso, la soledad de unos personajes a quienes la insatisfacción y la pesadumbre los empujan a la evasión.

Claro que El pozo lo publica Onetti con 30 años, después de diez años de maduración y de haber extraviado una primera redacción de la novela. Onetti es a esas alturas un personaje más de su narrativa, un escritor desordenado, sin método ni horario, que escribe cuando tiene un arranque creativo, un autor que se identifica con frecuencia con sus personajes, esos indiferentes a los que el narrador trata con indiferencia impávida.

Entre las muchas piezas rigurosamente magistrales que escribió Juan Carlos Onetti hay una, Jacob y el otro, que pese a su poca extensión contiene todo el universo narrativo y estilístico del uruguayo. Publicada a veces en colecciones de relatos, tiene sin embargo la condición técnica de una novela corta. Onetti la escribió a la vez que Juntacadáveres y El astillero y resume el canon novelístico de su autor: por su ambientación en el degradado espacio mítico de Santa María, por la aparición de un personaje narrador como el Dr. Díaz Grey, por la opacidad turbia e insondable de la realidad y los hechos, presentados desde una perspectiva múltiple, parcial e incompleta.

En ese espacio propio, intermedio entre sus novelas largas y  sus cuentos, las novelas breves de Onetti viven en la frontera difusa del mundo real y la ficción, entre el discurso y la historia y exploran la realidad a través de unos personajes de perfiles borrosos y comportamientos complejos.

William Faulkner.
Intruso en el polvo.
Traducción de José Manuel Álvarez Flórez.
Alfaguara. Madrid, 2012.

Alfaguara cierra la conmemoración del cincuentenario de la muerte de Faulkner con la edición de Intruso en el polvo, una de las novelas más significativas de la madurez narrativa del maestro de la novela norteamericana del siglo XX.

Como en toda novela policial, en Intruso en el polvo al principio hay un asesinato, un cadáver y un sospechoso: el arrogante Lucas Beauchamp, a quien se acusa sin pruebas de un crimen que no ha cometido. Y otros dos personajes esenciales: Gavin Stevens, el abogado de negros que en El villorrio, La mansión, La ciudad o Gambito de caballo se convierte, como aquí, en detective y en portavoz moral de Faulkner, y su sobrino Charles Mallison, el narrador adolescente y perplejo que se erige en el dueño del secreto.

Si en la trama policial lo normal es que haya que demostrar la culpabilidad del sospechoso, en Intruso en el polvo se trata de lo contrario: de buscar pruebas que exculpen a quien orgullosamente se niega a defenderse.

Era justo mediodía aquel domingo cuando el sheriff llegó a la cárcel con Lucas Beauchamp, aunque toda la ciudad (y todo el condado también) sabía desde la noche anterior que Lucas había matado a un blanco.

Desde ese primer párrafo, la potencia del estilo de Faulkner atrapa al lector en la vertiginosa intriga narrativa de la que ya no saldrá hasta la última línea.

Un Faulkner maduro en una novela intensa, concentrada en tiempo y espacio, y en la que se combinan la intriga policial, los prejuicios racistas y la violencia de las relaciones sociales en el Sur profundo de Jefferson.


Maurice Walsh.
El hombre tranquilo.
Prólogo de Javier Reverte.
Traducción de Susana Carral.
Reino de Cordelia. Madrid, 2012.

A los sesenta años del estreno en 1952 de El hombre tranquilo, la memorable película dirigida por John Ford, Reino de Cordelia edita un volumen con cinco relatos del irlandés Maurice Walsh. El hombre tranquilo, que se publicó en una revista en 1933, es la narración central de ese conjunto (Green Rushes) traducido por Susana Carral y prologado por Javier Reverte.

Es la primera vez que se edita en España el relato protagonizado por el boxeador irlandés Paddy Bawn, que vuelve a Kerry para acabar sus días en un lugar pequeño y tranquilo sobre alguna ladera, y que ya siempre tendrá la cara de John Wayne, y la joven irlandesa Ellen Roe, que ya siempre será la pelirroja Maureen O’Hara.

La película de Ford, todo un clásico del cine, tuvo un enorme éxito, que fue la confirmación del interés que había generado la narración original veinte años antes, cuando se publicó en The Saturday Evening Post. Lo recuerda así Javier Reverte en su introducción:

La historia impresionó a muchos miles de lectores en América, entre ellos a un director llamado John Ford, que dio a Walsh en 1936 un adelanto simbólico de diez dólares mientras intentaba captar el dinero suficiente que le permitiera llevar el relato al celuloide: tardaría quince años en conseguirlo.


George MacDonald.
Cuentos de hadas.
Traducción de Ana Becciú.
Prólogo de Javier Martín Lalanda.
Atalanta Ars brevis. Gerona, 2012.
   
Uno de los escritores más relevantes del siglo diecinueve, dijo W. H. Auden del escocés George MacDonald (1824-1905).

Auden es uno más de una larga lista de escritores que expresaron su admiración por los cuentos de MacDonald sobre mundos invisibles y seres mitológicos. Fue amigo de Lewis Carroll, que lo fotografió y siguió sus consejos para publicar Alicia en el país de las maravillas, y su influencia fue decisiva en Chesterton y Tolkien.

Con traducción de Ana Becciú, prólogo de Javier Martín Lalanda –Los sueños y el otro lado- y las ilustraciones originales de Arthur Hughes, Atalanta edita una antología de ocho de sus Cuentos de hadas, precedidos de un breve ensayo sobre la imaginación fantástica. Entre ellos La llave de oro, quizá su relato más conocido, en el que se cruzan las líneas de la literatura fantástica y las claves esotéricas y telúricas de las tradiciones celtas.

La imaginación victoriana y visionaria de George MacDonald utilizó las leyendas tradicionales escocesas para elaborar cuentos infantiles que evitan la moraleja y el aleccionamiento y son el cauce expresivo de quien se veía a sí mismo como poeta y vidente, como heredero de los bardos.


Victor Hugo.
Nuestra Señora de París.
Traducción de Carlos Dampierre.
Alianza 13/20. Madrid, 2012.

Con Nuestra Señora de París, que publica Alianza en su colección 13/20, Victor Hugo quiso inaugurar un nuevo género que fundiese el drama con la epopeya, en un ejercicio de libertad creadora heredero de un movimiento romántico aún vigente en 1831, cuando se publicó esta novela.

Romántico es, también y todavía, el hecho de que un año después del Rojo y negro de Stendhal, Nuestra Señora de París se ambiente en el siglo XV, siguiendo la estela de Walter Scott, al que Hugo admiraba como un maestro y un “genio poderoso.”

El mediocre poeta Gringoire, la gitana Esmeralda, el deforme campanero Quasimodo, Frollo, el clérigo siniestro, son los personajes principales de un entramado de peripecias que tienen como telón de fondo el París tardomedieval y su catedral, que adquiere aquí la consistencia de un personaje más que la apariencia de un decorado.

Lo pintoresco y la reivindicación de lo gótico, la mezcla de la belleza y la fealdad, el conflicto entre el bien y el mal, la coexistencia entre el idealismo y la vulgaridad resumen en clave romántica el gusto por los contrastes y el claroscuro que es otra de las peculiaridades de la literatura del Hugo más romántico.



Alejandro M. Gallo.
Morir bajo dos banderas.
Rey Lear. Madrid, 2012

Alejandro M. Gallo construye en Morir bajo dos banderas una novela sobre la memoria histórica del exilio republicano y de los combatientes españoles que participaron en los distintos frentes de la II Guerra Mundial contra el nazismo y el fascismo.

Una novela extensa y ambiciosa basada en una amplísima documentación, pero escrita desde la intrahistoria, allí donde la imaginación verosímil tiene que llenar las lagunas de la investigación.

Morir bajo dos banderas, que publica Rey Lear, toma como eje de referencia a la familia Ardura, cuyos miembros se enrolan en la columna de Leclerc, en la Legión Extranjera en el norte de África o en el Ejército Rojo.

De Dunkerque a Indochina, y de la derrota del Afrika Korps a la liberación de París, se reconstruye en sus páginas la peripecia de los republicanos españoles enrolados en las unidades militares que desembarcaron en Normandía, tomaron Berlín o combatieron en las filas vietnamitas contra Estados Unidos.

Narrada con mucha agilidad, organizada en cuatro libros y con una estructura piramidal en la que se acumulan los hechos, en sus primeros capítulos se suceden los escenarios y se reúnen gran cantidad de personajes, pero poco a poco la trama se va concentrando y delimitando hasta que todo el material histórico y narrativo culmina en el vértice de los tres últimos capítulos, en donde se remata una trayectoria colectiva que va desde el exilio a la tumba pasando por las trincheras y la gloria de la épica anónima y la lucha sin fronteras por la libertad y la dignidad. 


Javier García Sánchez.
Robespierre.
Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores. 
Barcelona, 2012.

Una ligera brisa en el cuello.
Eso fue exactamente lo que a guisa de heraldo sintió Sebastien al cruzar con su carruaje junto al Artefacto, sobre cuya hoja suspendida en lo alto, y en medio de un estrepitoso zureo de palomas, golpeaban en escorzo los incipientes rayos del sol matutino.
Allí permanecía la célebre y temida balanza justiciera de la Revolución. Muda, orgullosa, surgida como obscena protuberancia del adoquinado que, a modo de eco, devolvía el nervioso piafar de los caballos. Un grupo de mugrientos y barbilampiños rapaces, valiéndose de un largo palo con el extremo ganchudo, intentaban quitar la tela que tenía como misión cubrir la hoja de acero de las miradas de la gente.

Así, con brisa en el cuello y la visión de la guillotina del joven Sebastien un día de Vendimiario, comienza Robespierre, la monumental novela que publica Javier García Sánchez en Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores.

Una ambiciosa obra que reivindica la figura política y humana del virtuoso incorruptible frente a una fama  que asoció su nombre con el Terror y los peores excesos de la Revolución Francesa:

Durante un tiempo su nombre se convirtió en muñeco de trapo colgante con el que los espadachines practican, descargando tensión y a saber qué más, por ejemplo, bilis, antes de sus lecciones de esgrima.

Y sin embargo, su papel real fue más el de víctima que el de verdugo sanguinario. Las mil doscientas páginas de este Robespierre adquieren su sentido en la demostración de esa tesis.
 Santos Domínguez

11 diciembre 2012

Grandes esperanzas, edición ilustrada


Charles Dickens.
Grandes esperanzas.
Ilustrada por Ángel Mateo Charris.
Traducción de Manuel Vallvé.
Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores. Barcelona, 2012.



Para celebrar un doble acontecimiento, el bicentenario de Dickens y el cincuentenario de Círculo de Lectores, Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores publica una espectacular edición ilustrada por Ángel Mateo Charris de Grandes esperanzas, una de las grandes creaciones de madurez del maestro de la novela en inglés del siglo XIX y su última obra maestra.

Publicada por entregas entre diciembre de 1860 y agosto de 1861 y contada en forma autobiográfica por Philip Pirrip, un narrador-personaje que evoca su vida desde que era el huérfano Pip, Grandes esperanzas es la novela mejor construida de Dickens, con una muy meditada estructura arquitectónica en tres partes.

En torno a los ambientes rurales de la primera parte y a los urbanos de las otras dos, aparecen la pobreza y la adversidad, la crueldad y la extravagancia, la sordidez y el humor o el espacio de la casa o de las calles de Londres como un personaje más con descripciones memorables de la ciudad y las orillas del Támesis.

Y todo concluye en el ambiguo final, melancólico y abierto a la esperanza, de una de las novelas más oscuras y nocturnas de un Dickens desilusionado y con una clara inclinación al claroscuro y al contraste.

Síntesis culminante de su narrativa, Grandes esperanzas es, aún más que David Copperfield, la novela más hondamente arraigada en la memoria personal de Dickens.  

Llevada repetidamente al cine, es también una novela de enorme potencia visual, que Ángel Mateo Charris subraya con la maestría que demostró por ejemplo al ilustrar El corazón de las tinieblas.

La espléndida traducción de Manuel Vallvé es otro motivo para recomendar su imprescindible lectura. 

Santos Domínguez

10 diciembre 2012

Navidades de libro. Regalo

Charles Baudelaire.
Dibujos y fragmentos póstumos.
Edición, traducción y notas de Ernesto Kavi.
Sexto Piso Ilustrado. Madrid, 2012

Casto como el papel, sobrio como el agua, inclinado a la devoción como una comulgante, inofensivo como una víctima, no me disgustaría pasar por un libertino, un borracho, un impío y un asesino, escribe Baudelaire en uno de lo textos que Sexto Piso publica en el magnífico volumen de Dibujos y fragmentos póstumos, que reúne la obra gráfica de Baudelaire y los textos póstumos del padre de la poesía contemporánea, con edición, traducción y notas de Ernesto Kavi, que escribe en su introducción (Fiat Lux) a los Dibujos:

Baudelaire no ignoraba la potencia de las imágenes y (...) dedicó su vida entera a fabricarlas, a veces con palabras, a veces con pinceles y colores.  
 
Se recogen así en un libro espléndidamente editado los dibujos que hizo Baudelaire entre 1843 y 1859 y los Fragmentos póstumos que escribió de 1854 a 1866, entre ellos las notas de Proyectiles, las reflexiones de Mi corazón al desnudo, los Pensamientos y aforismos o los Proyectos de prefacio a Las flores del mal.


William Shakespeare.
Teatro completo II.
Comedias y tragicomedias.
 Edición de Ángel-Luis Pujante.
Espasa Clásicos. Barcelona, 2012.

Los tres círculos concéntricos que se unen en la noche del bosque y en un sueño de verano, las comedias oscuras y la fuerza del deseo, la Roma clásica y la Florencia del Renacimiento, el Rosellón o las Bermudas, el amor y los celos y las variables formas de la venganza, lo cortesano y lo pastoril, el campo y la ciudad, la ambigüedad sexual, el humor y la inteligencia, una Venecia oscilante entre lo trágico y lo cómico, el sueño y la magia, el desdén y la furia domada, lo inverosímil y los naufragios, los mercaderes y los equívocos, el honor y la ambición, el enredo y el diálogo, el teatro dentro del teatro, Falstaff y las comadres de Windsor, el mito y la tempestad, el perdón y la risa, los juegos de palabras, las mujeres disfrazadas de hombre y los matrimonios no deseados, la libertad individual y las convenciones sociales...

El mundo, el hombre y la vida según Shakespeare, cuyas comedias contienen la totalidad de la realidad, desde su plenitud más luminosa hasta su sesgo más oscuro y amargo.

La colección Espasa Clásicos sigue publicando el teatro completo de William Shakespeare, el mayor dramaturgo de la historia, el clásico primordial. Tras la primera entrega, que recogía las Tragedias completas, acaba de aparecer  un volumen que reúne todas las comedias y tragicomedias de Shakespeare, en una versión unitaria y actual con traducciones de Ángel Luis Pujante, Salvador Oliva y Alfredo Michel Modenessi.

Precedidas de un prólogo general y de una breve introducción a cada obra, organizadas en orden cronológico y presentadas en una edición cuidadísima, ocho de las dieciocho traducciones son inéditas: Los dos caballeros de Verona, Todo bien si acaba bien, Cimbelino, La fierecilla domada, Las alegres comadres de Windsor, Pericles, La comedia de los enredos y Afanes de amor en vano.

La serie se completará con un tercer volumen que recogerá las piezas que el First Folio clasificaba como Histories, los dramas históricos.

Como a todos los clásicos que lo son de verdad, a Shakespeare no se le acaba de leer nunca. En cada nueva lectura, en cada nueva versión, en cada puesta en escena de sus variadas tramas incide una luz distinta.


Neil MacGregor.
La historia del mundo en 100 objetos.
Traducción de Francisco J. Ramos Mena.
Debate. Barcelona, 2012.

Debate publica un espectacular libro escrito por Neil MacGregor, director del British Museum, como guión de A history of the world in 100 objects, una serie de programas radiofónicos que emitió la BBC en 2010.

El objetivo de la serie era hacer un viaje por la evolución de la humanidad a través del tiempo, de distintos lugares del mundo y de diversas civilizaciones. Se trataba, y a eso respondieron sus programas y los capítulos de este volumen, de seleccionar cien objetos que debían abarcar el mundo entero y reflejar la enorme variedad de la experiencia humana, de las civilizaciones y de las diferentes capas sociales. Cada uno de esos cien capítulos incluye no solo el texto explicativo, sino una ilustración imprescindible que permite que el lector se acerque a cada uno de esos objetos significativos y a veces humildes que resumen una civilización, la vida diaria o la intimidad de los hombres que vivieron hace miles de años.

Desde un canto tallado encontrado en Tanzania y datado hace dos millones de años hasta una Visa oro de los Emiratos árabes o una lámpara solar china de 2010, pasando por el papiro matemático Rhind, hallado en Tebas, que contiene ochenta y siete problemas aritméticos y geométricos, las piezas de un ajedrez noruego del siglo XII talladas en marfil de morsa y dientes de ballena, un galeón mecánico de finales del XVI o el Rinoceronte de Durero, los cien objetos, organizados en veinte bloques de cinco elementos, trazan la biografía de las cosas, como señala MacGregor en la introducción y resumen una historia de los objetos y de los hombres a través del tiempo y del espacio, a través de muchos mundos y muchas épocas.

Bajo las luminosas claraboyas del vestíbulo del British Museum este es uno de los libros que más se venden desde hace meses y acaba de aparecer en español traducido por Francisco J. Ramos Mena

Jacob y Wilhelm Grimm.
Blancanieves.
Ilustraciones de Miguel Navia.
Traducción de Álvaro y Luis Alberto de Cuenca.
Prólogo de Luis Alberto de Cuenca.
Reino de Cordelia. Madrid, 2012.

Hace ahora doscientos años de la primera edición alemana de un tomo de cuentos infantiles recopilados por dos hermanos filólogos, los hermanos Jacob y Wilhelm Grimm, que habían dedicado varios años a recoger y reelaborar relatos tradicionales y orales. Uno de esos relatos, tal vez el más famoso de todos, es Blancanieves, quizá también el de simbología más oscura e inquietante: la rivalidad sexual, los celos, el complejo de Edipo, el solitario viaje iniciático por el bosque peligroso, el crecimiento de la protagonista, el narcisismo, la manzana de la discordia de Afrodita y la del pecado original en Eva.

Reino de Cordelia acaba de publicarlo en una edición de lujo ilustrada por Miguel Navia y traducida por Álvaro y Luis Alberto de Cuenca. En las antípodas de Disney, las magníficas ilustraciones de Miguel Navia utilizan esa tonalidad oscura para llamar no solo a la imaginación, sino también a esos abismos de la conciencia infantil  y adulta que evocó Bettelheim, para reflejar plásticamente la crueldad sangrienta que recorre sus líneas desde el principio hasta el final, el inquietante escenario del bosque peligroso o la expresividad individual de los rostros de los siete enanos protectores que lo habitan como símbolo de los siete días de la semana o de los siete planetas que giran alrededor de la figura solar y luminosa de Blancanieves.


F. Scott Fitzgerald.
El gran Gatsby.
Traducción de Justo Navarro.
Ilustraciones de Jonny Rizzo.
Sexto Piso. Barcelona, 2012.

El gran Gatsby, uno de esos títulos que han ido creciendo con el paso del tiempo hasta convertirse en un clásico contemporáneo, vuelve de nuevo a la actualidad.

El interés que sigue suscitando la novela lo confirma no sólo el reciente estreno de una nueva versión cinematográfica -la primera es de 1926, solo un año después de la primera edición del libro- con Leonardo Di Caprio y Carey Mulligan, sino el hecho de que en las mesas de novedades aparezca una nueva y espléndida edición ilustrada que publica Sexto Piso con la traducción que Justo Navarro preparó para Anagrama.

Por debajo de su superficie sentimental y folletinesca y más allá de su desenlace truculento, El gran Gatsby es uno de esos títulos que han ido creciendo con el paso del tiempo hasta convertirse en un clásico contemporáneo imprescindible y en la más acabada representación del ambiente americano de los años veinte, la Edad del Jazz y la ley seca, con su rara y explosiva mezcla de vitalismo y decadencia, de miseria y lujo.

Con ilustraciones de Jonny Ruzzo, norteamericano de Rhode Island, que captan en un potente lenguaje plástico el espíritu y la ambientación de la novela, es una invitación a la lectura o a la relectura de un texto que traza una épica de la derrota, una elegía de la autodestrucción de una época y unos personajes que comparten con el autor esa virtud poliédrica, cambiante y hasta contradictoria que solo tienen los clásicos.



Joseph Campbell.
Imagen del mito.
Traducción de Roberto R. Bravo.
Imaginatio vera. Atalanta. Gerona, 2012.

Atalanta edita por primera vez en español Imagen del mito, una obra monumental del mitólogo norteamericano Joseph Campbell (1904-1987), un libro basado en un amplio banco de reproducciones que permiten recorrer cinco milenios de historia, mitología y representaciones plásticas a través de más de cuatrocientas imágenes comentadas.

Porque imagen y relato son consustanciales a la esencia y al desarrollo del mito y en esas dos actividades se proyectan la imaginación y la capacidad narrativa con las que el hombre construye, con símbolos y con palabras, la interpretación coherente del universo, de los sueños y de la vida que es la raíz del mito. Y lo que ofrece Campbell en este libro espectacular es un viaje guiado por la relación entre el mito y la civilización, el mito y el sueño, el mito y el pensamiento a través de las distintas manifestaciones visuales que las distintas culturas han elaborado, desde Mesopotamia a los mayas o los etruscos, desde la India a Oceanía, desde la cultura egipcia a la olmeca, desde China a Europa.

La mirada de Campbell es la mirada abarcadora y profunda propia de quien sustituye los prejuicios por la curiosidad intelectual y arranca de un amplio sincretismo cultural y religioso para transmitir una visión abierta e integradora de las distintas construcciones mitológicas.


Oscar Wilde.
El secreto de la vida.
Edición de Andreu Jaume.
Traducción de Miguel Temprano García.
Lumen. Barcelona, 2012.

Lumen publica en un espléndido tomo una selección de ensayos de Oscar Wilde. Con edición y prólogo de Andreu Jaume y traducción de Miguel Temprano García, reúne los ensayos más representativos de Wilde, una selección cronológica de aquellos textos que (...) pueden considerarse expresión del pensamiento crítico de su autor. Más que en ninguna otra zona de su obra, es en los ensayos donde brilla el Oscar Wilde más lúcido y profundo, un Wilde en el que la agudeza no es un simple destello verbal, sino una manifestación de su asombrosa capacidad analítica y de la ambición crítica que atraviesa toda su obra.

Tras la máscara del personaje homónimo que se había construido Wilde, tras sus provocaciones y sus ocurrencias, está aquí el escritor refinado y culto que considera la literatura la forma más alta de vida y reflexiona en profundidad sobre la importancia de la crítica como género literario y sobre sus posibilidades creativas, que ya exploraron los antiguos griegos, una nación de críticos de arte que nos legaron las dos artes más elevadas que existen, la vida y la literatura, la vida y la perfecta expresión de la vida. La pintura, Shakespeare, el arte por el arte o la admiración por el mundo clásico recorren estos textos procedentes de las conferencias que dio en Estados Unidos (El renacimiento inglés del arte), artículos como "La decadencia de la mentira" o "El crítico como artista", colecciones de aforismos (Frases y filosofías para uso de la juventud) y como cierre De profundis, la desgarrada carta que Wilde le escribió a su amante lord Alfred Douglas desde la cárcel de Reading.


Franz Kafka.
Obras completas.
Debolsillo. Barcelona, 2012.

Desde El desaparecido -la primera de las tres novelas que Kafka emprendió y no llegó a terminar y que Max Brod editó con el título América- hasta los Aforismos, pasando por El proceso y El castillo, La transformación (La Metamorfosis), los Diarios o la Carta al padre, Debolsillo publica en un estuche con nueve volúmenes la totalidad de la obra de Kafka en la mejor traducción en español, basada en la edición crítica alemana que publicó la editorial S. Fischer desde 1983 y que es considerada, por el rigor con que ha sido realizada, la edición definitiva de la obra de Franz Kafka.



William Shakespeare.
Obra completa 4.
Romances.
Edición de Andreu Jaume.
Clásica Debolsillo. Barcelona, 2012.

La traducción que hizo Luis Cernuda de Troilo y Crésida abre el cuarto volumen de las Obras completas de William Shakespeare que está publicando Debolsillo. Troilo y Crésida es el primero de los ocho Romances que escribió el primero de los clásicos. Escritos entre 1602 y 1613, en la plenitud de su madurez creativa, están entre ellos algunas cimas como Cuento de invierno o La tempestad, en los que la maquinaria teatral del conflicto funciona como un asombroso mecanismo de precisión.

El First Folio incluía títulos como Bien está lo que bien acaba, Medida por medida, Pericles, príncipe de Tiro o Cimbelino en el apartado de las Comedias, pero la complejidad de sus tramas y la oscuridad de su retórica han inclinado a la crítica contemporánea a hacer un apartado específico con estas obras bajo el epígrafe Romances, que evoca sus fuentes novelísticas.


Edward Gibbon.
Decadencia y caída del Imperio romano.
Volumen II.
Traducción de José Sánchez de León.
Atalanta. Gerona, 2012.

Como una populosa novela leía Borges la Decadencia y caída del Imperio romano, de Edward Gibbon, el padre de la historiografía moderna que publicó este monumento imperecedero en seis volúmenes entre 1776 y 1778.

La investigación y la inteligencia, la sutileza y el rigor se dan cita en las numerosas páginas de este clásico que Gibbon dedicó a analizar quince siglos que culminaron con la caída de Constantinopla en 1453. La asombrosa capacidad narrativa de aquel deísta ilustrado, dueño de una prosa depurada y exacta, se concentra en los siglos finales de la Edad Antigua y en una Edad Media que acaba cuando cae el Imperio oriental.

En Gibbon la historia es maestra del presente, porque su historia antigua rastrea las raíces de Europa. Unas raíces que fueron creciendo en los quince siglos que abarca su estudio, proyectado en un espacio igual de ambicioso que el tiempo del relato: desde Siberia al Nilo, desde China hasta Gibraltar, Gibbon construye el puente que comunica la antigüedad con la modernidad.

Cuando escribió esta obra ciclópea se atisbaba la cercanía de un cambio histórico crucial: faltaban diez años para la Revolución de 1789, que pondría el punto final a aquella Edad Moderna que había surgido de las ruinas del Imperio romano.


Atalanta acaba de completar la edición de este texto fundamental con el segundo tomo – desde el origen, progreso y efectos de la vida monástica hasta una perspectiva de las ruinas de Roma en el siglo XV- de la nueva traducción de José Sánchez de León, de la que ya apareció el primer tomo en el primer semestre del año. 

Monjes y bárbaros, el rey Arturo y las cruzadas, Constantinopla y Belisario, Justiniano y Carlomagno, Mahoma y la biblioteca de Alejandría, las controversias religiosas y la milagrería, Juan Cantacuceno y el imperio otomano.

Son algunos de los personajes y las tramas de esta populosa novela que culmina con la coronación poética de Petrarca y una perspectiva de las ruinas de Roma desde la colina del Capitolio den el siglo XV. Por su ironía y su lucidez, su capacidad evocadora y su mirada crítica sobre el fanatismo religioso y los excesos del poder, este segundo tomo, centrado en la época medieval, es aún mejor que el primero.


Marqués de Sade.
Los 120 días de Sodoma.
Traducción de la Baronesa de Convit.
Ilustraciones de Miguel Ángel Martín.
Reino de Cordelia. Madrid, 2012.

Ilustrado, adaptado y editado por Miguel Ángel Martín, Reino de Cordelia publica Los 120 días de Sodoma, el clásico del exceso que el marqués de Sade escribió encarcelado en la Bastilla. Con una estructura que recuerda el esquema narrativo del Decamerón, Sade imagina a un grupo de personas que se reúne en el castillo de Silling durante 120 días para narrar cinco relatos cada día y practicar todo tipo de perversiones sexuales. Sade va mucho más allá de lo imaginable en el terreno del escándalo y la provocación constante con los seiscientos relatos que contiene este libro que deja a los escritores contemporáneos de pornografía como criaturas inocentes de textos previsibles.

Cuando Pasolini adaptó esta obra para rodar su Saló, no tuvo más remedio que contenerse y hacer una versión soft del original que Miguel Ángel Martín ha ilustrado con imágenes explícitas que no renuncian a reflejar nada del mundo violento y excesivo de Sade, que pasó casi treinta años de su vida encarcelado en Vincennes y en la Bastilla. Muy poco antes del 14 de julio de 1789 fue sacado de allí y encerrado en un manicomio. Desde entonces y hasta comienzos del siglo XX estuvo desaparecido el manuscrito de estos días de Sodoma y de su repertorio de barbaridades.



Chiyo Chida.
Andrés Pérez Riobó.
Yokai.
Monstruos y fantasmas en Japón.
Satori. Gijón, 2012.

Híbridos de formas animales y humanas, los yokai japoneses viven a medio camino entre la realidad y la pesadilla, entre la superstición y el folklore en los espacios compartidos por el mundo de los dioses y los hombres.

La espléndida guía ilustrada de estos monstruos y fantasmas japoneses que han publicado en Satori la diseñadora gráfica japonesa Chiyo Chida y el historiador Andrés Pérez Riobó hace un inventario alfabético de 33 yokai por su apariencia física y por su temperamento.

Protagonistas grotescos o terroríficos de diversas leyendas tradicionales japonesas, atormentan, asustan o auxilian a las personas desde su condición de dioses menores caídos en desgracia, de habitantes de los fondos marítimos, los bosques intrincados o las montañas inaccesibles.

Malignos o benéficos, divertidos o violentos, invisibles y extraños, permanecen en un limbo propio aunque con frecuencia invaden el mundo de los hombres para ocupar en principio un lugar en los relatos tradicionales de transmisión oral y para adquirir forma plástica desde el siglo XVII, en el periodo Edo de la cultura japonesa.

Una variada zoología oriental del fantasma capaz de diversas metamorfosis físicas o monstruoso resultado físico de la monstruosidad del carácter, de los celos o la envidia: el chupamugres o chupatechos, el lavahabas que aterroriza con ese ruido a la orilla del río, el fuego fatuo o la sirena, el dios perro o el vuelcaalmohadas, la vieja de montaña o la mujer de nieve, el cara plana o el cortapelos con aspecto de gallo punki.

Estos crepusculares seres de frontera y penumbra que procesionaban en las oscuras noches del medievo se modernizaron y emigraron de las zonas rurales a los núcleos urbanos antes de convertirse en antecedentes del manga y de los videojuegos, a cuya iconografía han contribuido de forma decisiva.


Javier La Orden Trimollet.
El invierno del mosquetero.
Literatura Rey Lear. Madrid, 2012.

Como la cuarta y última parte de Los tres mosqueteros se define en el subtítulo El invierno del mosquetero, que publica Rey Lear, una novela histórica repleta de aventuras, acción e imaginación con la que Javier La Orden traslada a España al superviviente Aramis tras la muerte de Athos, Porthos y D’Artagnan en la tercera parte de la serie de Dumas.

Octogenario y con la salud recuperada, un Aramis ennoblecido con el título de duque de Alameda es asesor en Madrid del rey Carlos II en asuntos franceses frente a Luis XIV. La irrupción del conde D’Herstel, hijo ilegítimo de D’Artagnan, lo convertirá en el brazo armado del anciano mosquetero en una novela que asimila el pulso narrativo de Dumas y su capacidad para entretener y sorprender al lector.

Esta es la primera novela del autor, pero la soltura y el bien logrado tono de la narración no pueden extrañar si se sabe que Javier La Orden tradujo las tres novelas del ciclo de los mosqueteros en la que seguramente es la mejor edición en español, la de Cátedra AVREA, para la que escribió también un estudio imprescindible que está en la base de esta nueva aventura que podría haber firmado Dumas. Al fin y al cabo no hubiera sido la primera vez.


Antonio Muñoz Molina.
El atrevimiento de mirar.
Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores.
Barcelona, 2012.

En El atrevimiento de mirar Muñoz Molina reúne nueve ensayos sobre arte y artistas. Una recopilación de textos de conferencias o de catálogos de exposiciones que toma su título de la valentía de la mirada profética de Goya sobre los Desastres de la guerra o los Fusilamientos de la Moncloa el tres de mayo.

Pero ese atrevimiento, en el que se unen ética y estética, conciencia y percepción, resume también la actitud de Antonio Muñoz Molina ante el arte, su mirada al mundo a través de la ventana de la pintura:

Creo que fue de Baudelaire y de Marcel Proust de quienes empecé aprendiendo a escribir sobre arte, intentando usar las palabras como una lente de aumento para mirar mejor lo que se tiene delante de los ojos, en los cuadros y también en la realidad.

Y el título adquiere finalmente un tercer sentido cuando se convierte en una invitación al lector para que se atreva a mirar la vida y a entenderla más profundamente a través del arte: el enigma de la vida y los personajes ensimismados bajo la luz irrepetible de Georges de La Tour, la hondura del retrato goyesco de Jovellanos, las ventanas del presunto realista que fue Hopper, una teoría del verano de 1923 a propósito del Arlequín con espejo y La flauta de Pan de Picasso, la vocación de Juan Genovés, el retrato y la sombra de Christian Schad, la presencia del tiempo en las fotografías de Nicholas Nixon o el inédito sobre las criaturas animales y humanas en la pintura de Miguel Macaya.

La mirada del espectador se superpone así a la mirada del artista de la misma manera que el viaje de ida que lleva de la vida a la literatura se convierte en este libro en un viaje de vuelta desde la pintura a la vida.



Varios autores.
El palacio de Liria.
Atalanta. Gerona, 2012.

El Palacio de Liria es, después del Palacio Real, el edificio particular de Madrid más importante del siglo XVIII, escribe Jacobo Siruela en el prólogo del volumen sobre el palacio de Liria que publica Atalanta.

Por sorprendente que pueda parecer, es la primera vez que se publica un libro sobre el palacio. La arquitectura, el jardín, los cuadros y los tapices, los libros y los manuscritos se abordan por distintos especialistas en siete capítulos apoyados en un espléndido material gráfico.

Tras el apartado inicial, en el que Jacobo Siruela relata la historia de la casa de Alba desde el siglo xv, Carlos Sambricio, experto en la arquitectura española de la Ilustración, firma el apartado dedicado al diseño, la importancia y la singularidad del edificio, del que William Beckford decía en 1787, dos años después de su construcción, que  era el más espléndido de Madrid.

Mónica Luengo, estudiosa de la historia y la restauración de jardines, realiza aquí la primera investigación histórica del jardín del palacio desde su trazado dieciochesco hasta la remodelación de Forestier en 1916.

De la pinacoteca de Liria, con una notable colección de cuadros y tapices de las escuelas italiana, flamenca y española –Fray Angélico, Tiziano, Rembrandt, Rubens, Brueghel, Ribera, Murillo, Velázquez o Goya–, resultado de tres siglos de coleccionismo aristocrático, se encarga Fernando Checa Cremades.

José Manuel Calderón, bibliotecario del palacio, escribe una nota sobre los fondos documentales de la biblioteca –con una Biblia miniada del siglo xv- y el archivo, donde se conservan expuestos en una vitrina los diarios de a bordo de Cristóbal Colón o el testamento autógrafo de Felipe II.

Finalmente, tras un texto de José-Francisco Yvars sobre la memoria y la evolución de la colección familiar, cierra el volumen un reportaje fotográfico de Javier Salas, con un recorrido visual que permite apreciar los cuadros en su distribución actual por los salones del palacio de Liria, un pozo inagotable –señala Jacobo Siruela- de historia y cultura.




Flamenco.
Pasión, desgarro y duende.
Una historia fotográfica desde 1970.
Fotografías de Elke Stolzenberg y José Lamarca
Península. Barcelona, 2012.

Con un magnífico prólogo de Alfredo Grimaldos sobre la grandeza de lo marginal y un texto inédito de Francisco Moreno Galván sobre el duende de los sonidos negros (“El cante es lo que no es el canto") Península publica Flamenco. Pasión, desgarro y duende, un excepcional libro de fotografías de dos fotógrafos excepcionales: Elke Stolzenber, con su capacidad para captar el movimiento arrebatado, y José Lamarca o el reposo en el posado para buscar la hondura y el duende en el gesto del retratado.

Un baile de Antonio Mairena con palmas y jaleos de Camarón, Fernanda de Utrera, Menese y Morente; la boda de Camarón; la verticalidad de Paco de Lucía atisbando la altura de su genio; una panorámica de los Habichuela; los rasgos afilados de Antonio Gades o el gesto de pedernal de Agujetas.

Un Chaquetón entregado en el tercio; la seriedad honda de Mairena dos años antes de su muerte; Terremoto jugando a los chinos con Menese y Sordera; El Gallina posando como un faraón; La Cañeta y María Pagés; Fernanda y Bernarda de Utrera en la Fiesta de la Bulería de Jerez en 1982.

El corpachón de Terremoto en un arranque de baile por bulerías; Porrina en claroscuro; Sordera en silla de enea; Moreno Galván, Alberti, Menese y Marcos Ana en París; Menese con Rancapino o con El Cabrero; el baile temperamental y masculino de Farruco; Chocolate como depositario de los sonidos negros de Manuel Torre; el Chato de la Isla recortado sobre fondo oscuro; la compostura clásica de Sabicas y la gracia jerezana de Moraíto.

Y los retratos de las familias jerezanas: los Parrilla, los Vargas, Los Terremoto o los Agujetas.

Pasión, desgarro y duende en una historia gráfica del flamenco en las últimas décadas con más de 150 fotografías de enorme potencia expresiva y sinestésica sobre un cante y un baile que se sienten al fondo de estas imágenes.

Y el que siente, como señala Moreno Galván, se convierte en orante de piedra.


Alberto Manguel.
Una historia de la lectura.
Traducción de José Luis López Muñoz.
Alianza Literaria. Madrid, 2012.

Una cuidada reedición del clásico imprescindible de Alberto Manguel, revisada por el autor y ampliada con más ilustraciones en Alianza Editorial.

Seis milenios de palabras escritas y vistas desde la perspectiva del receptor. El papel del lector a lo largo de la historia y de sus soportes cambiantes: desde las tablillas sumerias hasta la tecnología electrónica de la actualidad pasando por los papiros, los códices, el pergamino o el papel.

Una historia del mundo con paradas en San Ambrosio y su lectura silenciosa o Diderot y su defensa terapéutica de las novelas sicalípticas; la máquina para leer en la cama o los lectores cubanos contratados para entretener a los trabajadores de las fábricas de tabaco en Cuba.

Leer para sí o para los demás, leer para entender el mundo o para huir de él, leer imágenes o libros prohibidos, leer el futuro o el pasado, leer sombras o robar libros.

Leer. O releer esta siempre asombrosa historia de la lectura que tiene algo del inabarcable libro de arena de Borges y mucho del libro-hombre de Whitman.

Una reivindicación de la lectura como forma de conocimiento y sobre todo como expresión activa de la rebeldía.


Charles Dickens.
Grandes esperanzas.
Ilustrada por Ángel Mateo Charris.
Traducción de Manuel Vallvé.
Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores. Barcelona, 2012.

Para celebrar un doble acontecimiento, el bicentenario de Dickens y el cincuentenario de Círculo de Lectores, Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores publica una espectacular edición ilustrada por Ángel Mateo Charris de Grandes esperanzas, una de las grandes creaciones de madurez del maestro de la novela en inglés del siglo XIX y su última obra maestra.

Publicada por entregas entre diciembre de 1860 y agosto de 1861 y contada en forma autobiográfica por Philip Pirrip, un narrador-personaje que evoca su vida desde que era el huérfano Pip, Grandes esperanzas es la novela mejor construida de Dickens, con una muy meditada estructura arquitectónica en tres partes.

En torno a los ambientes rurales de la primera parte y a los urbanos de las otras dos, aparecen la pobreza y la adversidad, la crueldad y la extravagancia, la sordidez y el humor o el espacio de la casa o de las calles de Londres como un personaje más con descripciones memorables de la ciudad y las orillas del Támesis.

Y todo concluye en el ambiguo final, melancólico y abierto a la esperanza, de una de las novelas más oscuras y nocturnas de un Dickens desilusionado y con una clara inclinación al claroscuro y al contraste.

Síntesis culminante de su narrativa, Grandes esperanzas es, aún más que David Copperfield, la novela más hondamente arraigada en la memoria personal de Dickens.  

Llevada repetidamente al cine, es también una novela de enorme potencia visual, que Ángel Mateo Charris subraya con la maestría que demostró por ejemplo en El corazón de las tinieblas.

La espléndida traducción de Manuel Vallvé es otro motivo para recomendar su imprescindible lectura.



Santos Domínguez


                                                                                            

 

07 diciembre 2012

Antonio Gamoneda. Canción errónea


Antonio Gamoneda.
Canción errónea.
Tusquets. Barcelona, 2012.

Históricamente ahora mismo, ante el dolor español y planetario de una pobreza que comporta hambre, enfermedad y muerte, nuestro lenguaje ha de ser poética y moralmente subversivo. Y nuestra conducta. El sufrimiento de causa social es nuestro sufrimiento y penetra nuestra conciencia, que creación literaria que no lleve consigo conciencia no es creación.

Esas palabras pertenecen a un reciente discurso en la Biblioteca Nacional de Antonio Gamoneda, que acaba de publicar en Tusquets Canción errónea, un libro que es una  reunión de temas y una síntesis de actitudes de su última etapa.
La vida entre dos sombras, sin miedo ni esperanza, el amor, el tiempo y la muerte, la denuncia de la injusticia, el diálogo con pintores, poetas y escultores son algunas de las claves de este libro, que en el pórtico hace esta enumeración de conceptos y contenidos:

Luz, Otras luces, Límites, Imposibilidades, Insistencias,
Contradicciones, Fiestas fúnebres, Causas ciegas,
Extravíos, Causas lingüísticas, Indiferencia,
Negaciones, Olvido, Ira, Agonía, Madera,
Poemas con nombre, Pérdidas

Es, en palabras de Gamoneda, una relación que me parece aplicable a los que son contenidos de Canción errónea, que van a darse inadvertidamente dispersos o contiguos.

Entre la luz y la oscuridad, entre el olvido y la memoria, entre la elegía y la celebración matizada de desesperanza, entre la indiferencia y la ira, Canción errónea es una nueva manifestación de la densidad poética de Antonio Gamoneda, que ha reunido en este libro algunos de sus poemas menos elípticos y más directamente confesionales.
Exentos de título y no sometidos a ningún criterio de organización, de uno de ellos son estas estrofas finales, que resumen el tono y los temas fundamentales del libro:

Amo este cuerpo viejo y la sustancia
de su miseria clínica.
                                El olvido
disuelve la materia pensativa
ante los grandes vidrios
de la mentira.
                      Ya
todo está dirimido.

No hay causa en mí. En mí no hay
más que cansancio y
un antiguo extravío:
                               ir
de la inexistencia
a la inexistencia.
                          Es
un sueño.
               Un sueño vacío.

Pero sucede.
                    Yo amo
todo cuanto he creído
viviente en mí.
                      Amé las manos
grandes de mi madre y
aquel metal antiguo
de sus ojos y aquel
cansancio lleno de luz
y de frío.

              Desprecio
la eternidad.
                   He vivido
y no sé por qué.
                         Ahora
he de amar mi propia muerte
y no sé morir.

                      Qué equívoco.

Con la serenidad que otorga la indiferencia y la conciencia de la pérdida, con dudas y con contradicciones que son señales de vida, Gamoneda asume su “ser para no ser” en textos memorables como este:

Un desconocido habita en mí. Agoniza y, para agonizar, utiliza mi corazón.
Pienso en mi padre enloquecido por la visión de frutos muy frescos, pienso en el amor y en la morfina. No. No es mi padre. Pero, entonces, ¿quién agoniza en mí?
Cabe que yo mismo sea el desconocido y que mi corazón no sea mío aunque yo ponga en él sus latidos. Cabe.
En realidad no hay problema. En cualquier caso, yo voy a ser, ya estoy siendo, huérfano de mí mismo. 
Santos Domínguez
 

05 diciembre 2012

Calvino. La gran bonanza de las Antillas


Italo Calvino.
La gran bonanza de las Antillas.
Traducción de Aurora Bernárdez.
Biblioteca Calvino. Siruela. Madrid, 2012.

Teníais que oír a mi tío Donald, que había navegado con el almirante Drake, cuando empezaba a contar una de sus aventuras.
–¡Tío Donald, tío Donald! –le gritábamos al oído cuando veiamos el fulgor de una mirada asomarse entre sus párpados perennemente entrecerrados–, ¡cuéntanos qué pasó la vez aquella de la gran bonanza de las Antillas!
–¿Eh? Ah, bonanza, sí, sí, la gran bonanza... –empezaba con voz temblorosa–. Estábamos en el mar de las Antillas, avanzábamos como un caracol, por el mar liso como de aceite, con todas las velas desplegadas para atrapar algún raro soplo de viento. Y entonces nos encontramos a tiro de cañón con un galeón español. El galeón estaba parado, nosotros también nos paramos y allí, en medio de la gran bonanza, empezamos a desafiarnos. Nosotros no podíamos pasar, ellos no podían pasar.

Así comienza un cuento que Italo Calvino publicó en 1957 en la revista Città Aperta. De ese relato, La gran bonanza de las Antillas, uno de los mejores de toda su trayectoria narrativa, toma su título el volumen que Siruela incorpora a su Biblioteca Calvino.

Con traducción de Aurora Bernárdez, se recogen en este volumen una parte de los cuentos escritos entre 1943 y 1984 por Italo Calvino. Organizados en dos secciones, Apólogos y cuentos (1943-1958) y Cuentos y diálogos (1968-1984), son una muestra significativa de la evolución del mundo literario de Calvino, desde las formas más breves de la primera parte a los textos más complejos de la segunda fase.

Vemos crecer así un mundo literario consistente que oscila entre dos extremos, el realismo y la literatura fantástica o entre lo cotidiano y lo extravagante pasando por la narración de carácter alegórico, y se alimenta por igual del sentido crítico y el humor irónico, de la verosimilitud y la imaginación proyectada en las memorias ficticias de Casanova o en las entrevistas imaginadas con Moctezuma o el hombre de Neanderthal.

En 1979, veintidós años después de publicar La gran bonanza de las Antillas, Calvino escribía un comentario explicativo de este cuento. Empezaba con estas líneas:

He releído La gran bonanza de las Antillas. Tal vez sea la primera vez que releo este cuento desde entonces. No lo encuentro envejecido, y no sólo porque se sostiene como cuento en sí, independientemente de la alegoría politica, sino porque el contraste paradójico entre lucha encarnizada e inmovilidad forzada es una situación típica, tanto político–militar como épico–narrativa, tan vieja por lo menos como la Ilíada, y resulta natural referirla a la propia experiencia histórica. Como alegoría de la política italiana, pensando que han pasado veintidós años y que los dos galeones están siempre ahí, enfrentándose, la imagen resulta aún más angustiosa.

Como ese cuento, la mayoría de los que recoge este volumen no han envejecido o lo han hecho con la dignidad que se espera de la buena literatura, porque siguen hablando al lector de hoy de situaciones que están más allá o más acá de las circunstancias concretas que provocaron su escritura.

Porque, como se espera también de la buena literatura, su alcance sobrepasa su tiempo y su momento y se convierte a menudo en una profecía de su futuro, que es nuestro presente. Eso es exactamente lo que ocurre con el espléndido La tribu que mira al cielo, que termina con este párrafo, en el que está contenida gan parte de la esencia del mundo literario de Italo Calvino:

También yo, sentado en el umbral de la cabaña, miro estrellas y cohetes que aparecen y desaparecen, pienso en las explosiones que envenenan los peces del mar, y en las reverencias que se hacen, entre una explosión y otra los que deciden las explosiones. Quisiera entender más: ciertamente la voluntad de los dioses se manifiesta en estas señales, y en ellas está incluida también la ruina o la fortuna de nuestra tribu... Pero hay una idea que nadie me quita de la cabeza: que a una tribu que se fia solo de la voluntad de los bólidos celestes, por bien que le vaya, siempre le darán por sus cocos menos de lo que valen.

Santos Domínguez

04 diciembre 2012

Alejandro Céspedes. Topología de una página en blanco



Alejandro Céspedes.
Topología de una página en blanco.
Amargord ediciones. Madrid, 2012.

El hecho -particular y sin importancia- de que no lo veas, no significa que no exista, o que no esté aquí, acechándote desde algún lugar de la página en blanco, preparado y ansioso de saltar sobre tu ceguera.

Esa cita de Wilfredo Machado abre, junto con otra en la que María Zambrano iguala las revelaciones poéticas al pensamiento filosófico, Topología de una página en blanco, el último libro de Alejandro Céspedes que acaba de aparecer en Amargord ediciones.

Una vez le oí decir a Leopoldo María Panero que si le interesaba Mallarmé era por su condición de poeta científico. Lo recuerdo al leer este libro cuando veo que Mallarmé forma parte de la genealogía moral de la poesía en la tensa reflexión sobre la escritura que mantiene en estos textos Alejandro Céspedes, uno de esos raros poetas que “se rebelan para revelarse”, como explica Jesús Malia en el epílogo.

María Zambrano, Foucault, Eliot, Juan Carlos Mestre, Juarroz, Muñoz Sanjuán, Clara Janés, Chantal Maillard, Dante, Celan, Deleuze son algunos de los guías que acompañan a Alejandro Céspedes en su viaje a los infiernos de la incertidumbre de la que surgen las revelaciones, en un difícil equilibrio entre intuición y reflexión.

Una reflexión exigente sobre los límites de la poesía desde dentro del poema, desde el centro vertiginoso de la página en blanco, desde la oscuridad en la que el poeta enciende el fuego primordial con pedernales y yesca. Porque la misión de la poesía no es proponer respuestas, sino plantear preguntas una vez que ha delimitado su ámbito de reflexión, la conciencia de su vocación interrogativa lejos de toda actitud autocomplaciente, en un salto al vacío o en medio del desierto que es el territorio propio del poema, como enseñó Jabès.

Desde ese centro oscuro del laberinto, un espejo se convierte en metáfora absoluta, símbolo último de ese territorio movedizo al que intentan fijarse las ideas, el lenguaje, y en donde se encuentran, enfrentados, entrelazados, atónitos, desdeñosos o resbaladizos los ojos del lector y del autor.

Topología de una página en blanco es un catálogo de perplejidades, un libro nada condescendiente en el que los textos se cuestionan a sí mismos, se construyen y se destruyen con la densidad de una poética insumisa que surge del núcleo de la escritura, bucea en la profundidad turbia de los límites del significado y explora la posibilidad de la iluminación, la expresión simbólica de lo inefable desde la inconsistencia del lenguaje como reflejo opaco del mundo

con su espejo vacío
el espejo que mide la profundidad de ese vacío
la cáscara de un nombre
el hueco que la nombra

Al final del libro, la reaparición de las palabras de Wilfredo Machado completa una estructura círcular a la que se añaden estos dos versos de cierre:

alguien que cree saber dónde encontrarlo
sigue fingiendo que sabe cómo ahorcarse


Santos Domínguez






03 diciembre 2012

Luis Landero. Absolución


Luis Landero.
Absolución.
Tusquets. Barcelona, 2012.

¿Será posible que, al fin, hayas logrado ser feliz?, piensa mientras se afeita y observa en el espejo su cara radiante de felicidad.

Así comienza Absolución, la última novela de Luis Landero, que publica Tusquets Editores.

Quien medita es Lino, el protagonista reconciliado con un mundo azaroso y con una realidad contingente cuyo sentido parece quedar determinado por detalles triviales, por incidentes nimios que producen cambios decisivos en su vida.

Porque en Absolución, como en otras novelas de Luis Landero, medio huevo cocido, una riña callejera o unos tomates de Almería contaminados pueden alterar el orden previsto de las cosas y plantear un conflicto entre el personaje problemático y el mundo inhóspito. Ese es el conflicto que está en el fondo de la novela clásica, que trata de una criatura arrojada en medio del mundo y en mitad del tiempo, en un entramado constante de pasado, presente y futuro, de ilusiones y desengaños, de esperanzas y decepciones que son el eje de la novela moderna desde el Quijote.

¿Por qué la vida era así de rara, de arbitraria, de inhóspita?, se pregunta el protagonista de Absolución. Y esa interrogación resume el sentido no solo de esta obra, sino de una línea fundamental de la novela española desde Cervantes hasta Landero pasando por Galdós o Baroja.

La culpa y la felicidad, la indagación sobre la vida y la búsqueda de sentido, la insatisfacción y la huida de la realidad conviven en la figura de un protagonista que hace recuento de su vida e inconfundiblemente forma parte del universo literario del autor de Juegos de la edad tardía:

¿Por qué huía de los sitios –se pregunta Lino en pleno recuento-, por qué de pronto necesitaba estar en otra parte, donde no lo conocieran y pudiera pasar inadvertido, libre de obligaciones y reproches?

Perplejo y desorientado, entre la abulia y la fuga, en constante búsqueda de la felicidad, Lino es un personaje formado en el tedio y en la huida que busca su lugar en el mundo. Todo había comenzado con el final feliz provisional de la primera frase, con ese personaje reconciliado con el pasado, pero expuesto a un futuro incierto y acechante que hace acto de presencia –se hace presente- al comienzo de la segunda parte, como un presagio turbio, como una nube oscura:

Y también ahora, como entonces, en rara sintonía con la naturaleza, todo invita a reconstruir la vida sobre las ruinas de un pasado ya muerto. Y diría que es del todo feliz si no fuese porque de vez en cuando un pensamiento fugaz, indescifrable, viene a turbar su dicha.

Y así, tras un imprevisto incidente callejero, todo volverá a cambiar para Lino, alterará su lugar en el mundo y a partir de entonces, huyendo de un crimen o de un matrimonio inminente, buscará su propia absolución con una vida peregrina que se justifica en el azar quijotesco de un camino sin rumbo en que se irá cruzando con todo tipo de personajes.

Una galería espectacular de personajes comparte el camino con el protagonista esquivo y nómada: el imprevisible padre de Lino; el señor Levin, inolvidable y creciente en interés a medida que avanza la novela; Clara, la novia imaginativa y sorprendente; el viajante Gálvez y su doble vida de cazador furtivo de cangrejos de río; Olmedo, un náufrago estable cerca del Duero, un Robinson hablador en medio del campo castellano.

Con la agilidad narrativa que es característica de Landero desde su primera novela y con una equilibrada estructura que articula el relato en tres partes alrededor de un jueves de mayo, Absolución es –como toda novela consistente- una indagación en la vida desde la insatisfacción y la duda, desde la confluencia de la libertad y el destino, el azar y la necesidad, la realidad y el deseo.


Santos Domínguez

01 diciembre 2012

Onetti. Novelas breves


Juan Carlos Onetti.
Novelas breves.
Prólogo de Juan José Saer.
Eterna Cadencia Editora. Buenos Aires, 2012.

Eterna Cadencia Editora ha reunido en un solo volumen las siete novelas breves -El pozo, Los adioses, Para una tumba sin nombre, La cara de la desgracia, Jacob y el otro, Tan triste como ella y La muerte y la niña- que escribió Juan Carlos Onetti, el constructor de uno de los universos literarios más transcendentales de la literatura del siglo XX en español.

Presentadas por un espléndido prólogo de Juan José Saer, se recogen en un cuidado tomo desde la obertura que fue El pozo (1939), escrito en una primera versión durante una tarde sin tabaco y en un arranque de mal humor creativo, hasta La muerte y la niña (1973), pasando por esas dos obras maestras indiscutibles que son Los adioses (1954) y Jacob y el otro (1961).

Prácticamente desde el principio, con una sorprendente madurez en la que se conjuntan el vigor y la contención artística, los temas esenciales de la narrativa de Onetti están ya perfilados: la incomunicación, el fracaso, la soledad de unos personajes a quienes la insatisfacción y la pesadumbre los empujan a la evasión.

Claro que El pozo lo publica Onetti con 30 años, tras diez de maduración y luego de haber extraviado una primera redacción de la novela. Onetti es a esas alturas un personaje más de su narrativa, un escritor desordenado, sin método ni horario, que escribe cuando tiene un arranque creativo, un autor que se identifica con frecuencia con sus personajes, esos indiferentes a los que el narrador trata con indiferencia impávida.

Entre las muchas piezas rigurosamente magistrales que escribió Juan Carlos Onetti hay una, Jacob y el otro, que pese a su poca extensión contiene todo el universo narrativo y estilístico del uruguayo. Publicada a veces en colecciones de relatos, tiene sin embargo la condición técnica de una novela corta. Onetti la escribió a la vez que Juntacadáveres y El astillero y resume el canon novelístico de su autor: por su ambientación en el degradado espacio mítico de Santa María, por la aparición de un personaje narrador como el Dr. Díaz Grey, por la opacidad turbia e insondable de la realidad y los hechos, presentados desde una perspectiva múltiple, parcial e incompleta.

Onetti se siente especialmente cómodo en esa Santa María que no es Montevideo ni Buenos Aires pero tiene rasgos de las dos, porque más que una ciudad es un paisaje moral, uno de esos territorios imperecederos de la imaginación que más que un lugar es una atmósfera o un estado de ánimo.

Con prosa deslumbrante y potencia de demiurgo, con profundidad y desesperanza, demoledor y tierno, comprensivo y piadoso a la vez que pesimista, Onetti explora una y otra vez las fronteras confusas de la realidad y el sueño, la necesidad evasiva y las tendencias monologantes de esos personajes problemáticos e incomunicados que en realidad hablan de su autor, porque la literatura, como escribió Onetti, es una larga confesión.

La radical unidad temática y estilística de estas novelas y su relación con las obras más extensas aconseja entender todos estos títulos como entregas sucesivas de una novela única que Onetti fue elaborando a lo largo de más de cincuenta años. Es la "unicidad vívida que justifica a toda obra de arte" a la que hace referencia Saer en su prólogo.

Eso explica una de las peculiaridades del proceso de escritura del uruguayo: toda su narrativa integra un conjunto de piezas interrelacionadas por una mirada escéptica hacia dentro que encuentra su expresión más acabada en el tratamiento de la acción desde el interior del personaje, en la construcción de un estilo cuidado hasta el último detalle, en la arquitectura rítmica de su prosa o en la elección meditada y certera de cada adjetivo, para articular la lección de expresividad de una lengua sometida a una tensión más propia de la poesía que de la narrativa.

Nada se deja aquí al azar o a la improvisación. Todo está calculado y contribuye a tejer un entramado narrativo que prende a un creciente número de adictos a un mundo literario portentoso, un mundo espectral por el que cruzan personajes derrotados por la vida.

Y así como la niebla o la noche difuminan el paisaje de Santa María, abundan las zonas de sombra sobre los personajes y en la acción de las novelas de Onetti, atravesadas siempre por una mirada introspectiva y desesperanzada, habitadas por seres devastados por la fatalidad, el fracaso y la resignación, perplejos y derrotados bajo la bruma o el humo de los cigarrillos y destartalados por el alcohol.

Los personajes de Onetti combaten el pesimismo y la abulia con la fantasía y alivian sus decepciones en el sueño de un mundo imaginario ambientado las más de las veces en la irreal ciudad del sueño que se llama Santa María.

La ambigüedad de los comportamientos, las interpretaciones múltiples de una realidad opaca, tan borrosa como la niebla que difumina el paisaje es otra de las constantes del mundo narrativo de Onetti, que se mueve con soltura en una zona de indeterminación en la que se confunden la realidad y el sueño, la alucinación y la mirada.

Es un mundo narrativo en el que la invención de historias se convierte en ejercicio de insumisión ante la realidad y los mundos imaginarios se integran en la memoria del narrador como una forma de sobrevivir en el desacato y la rebeldía, como una manera de paliar las frustraciones y de cubrir la distancia que separa la realidad y el deseo. Ese es el mecanismo que sostiene a los antihéroes onettianos.

Con el personaje siempre en un primer plano que se antepone a la acción, las novelas de Onetti tienen el clima moral de un tango, su temperatura delirante, su desaliento resignado.

En ese espacio propio, intermedio entre sus novelas largas y  sus cuentos, las novelas breves de Onetti viven en la frontera difusa del mundo real y la ficción, entre el discurso y la historia y exploran la realidad a través de unos personajes de perfiles borrosos y comportamientos complejos, cuyo rostro –concluye Saer- “tarde o temprano terminamos por reconocer: es el de cada uno de nosotros.”

Santos Domínguez