16 diciembre 2019

Navidades de libro. Narrativa



Carlo Emilio Gadda.
El zafarrancho aquel de via Merulana.
Traducción de Carlos Gumpert.
Sexto Piso. Madrid, 2019. 


“Toda traducción viene a ser en el fondo una sombra platónica de la luz que emana de la obra original, que con mayor o menor fortuna aspira a reflejar. De ahí la complejidad de la operación, porque no solo se trata de limitarse a trasladar a otro idioma el mundo literario de la obra sino también el mundo real que la alimenta, dado que cualquier escritor, incluso el más fantasioso o irrealista, recoge en sus obras sus propias vivencias y su entorno cultural”, escribe Carlos Gumpert en la nota que abre su traducción de El zafarrancho aquel de via Merulana, la novela de Carlo Emilio Gadda que acaba de publicar Sexto Piso en su colección de narrativa.

Publicada en 1957, es no solo la cima literaria de su autor, sino una de las más importantes novelas italianas del siglo XX. 

Con un armazón argumental de novela policiaca ambientada en la Roma fascista de 1927, El zafarrancho aquel de via Merulana se desarrolla en torno a la complicada investigación por el comisario Ingravallo de un robo de joyas y dinero a la condesa Menegazzi y del asesinato tres días después de la bella y melancólica Liliana Balducci. Los dos hechos se producen en el tercer piso del 219 de via Merulana, un edificio en el que viven personajes de clase acomodada.

El embrollo de la investigación es la excusa narrativa para reflejar memorablemente una Italia enloquecida, corrupta y caótica y para crear un monumental, vertiginoso y no menos caótico artefacto lingüístico y estilístico que supone un difícil reto para cualquier traductor, porque esta novela tiene fama como pocas de intraducible, aunque Carlos Gumpert ha respondido a ese reto con una magnífica traducción de esta novela de “extrema complejidad lingüística, estilística y constructiva”, como dice en su nota preliminar, en la que relaciona la actitud literaria de Gadda con la de otros dos escritores verbales de la tradición española, Quevedo y Valle-Inclán, “acomunados todos en su extremismo estilístico y su barroca expresión del mundo.”

Pero El zafarrancho aquel de via Merulana es algo más que todo eso: es también la novela de Roma, una novela filosófica, "un autorretrato escondido entre las líneas de un complicado dibujo", como advirtió Italo Calvino, un experimento narrativo, una representación de la complejidad del mundo y finalmente una reflexión desolada, cáustica y amarga sobre la condición humana, sobre la vida y la muerte.






Max Aub.
Campo de los almendros.
Prólogo de Gérard Malgat.
Cuadernos del Vigía. Granada, 2019.

Cuadernos del Vigía publica Campo de los almendros, sexta y última novela del ciclo El laberinto mágico, que Max Aub publicó entre 1943 y 1968, año en que apareció este último de los Campos en México.

Habían pasado treinta años desde que empezó en París la redacción de Campo cerrado, novela que iniciaba la serie que culmina esta monumental novela, precedida de un prólogo de Gérard Malgat -‘¿Cómo salir del laberinto?’- en el que define Campo de los almendros como una “novela-reportaje sobre los miles de republicanos que retroceden hacia los muelles de la ciudad alicantina para intentar embarcar, sobre las miles de miradas que escrutan desesperadamente el horizonte marítimo con la esperanza de divisar un barco, esos navíos prometidos con solemnidad por los diplomáticos franceses e ingleses.”

Su trama novelística transcurre en los últimos días de la guerra, desde el golpe de estado casadista contra Negrín hasta la huida a Alicante de las fuerzas republicanas que esperaron inútilmente en su puerto la llegada de barcos que pudieran trasladarlos al exilio. Esos barcos no llegaron al puerto alicantino y los militares derrotados que esperaban salir desde allí hacia el exilio fueron recluidos en un campo construido junto a la ciudad. Así lo anuncia el narrador:

Éste es el lugar de la tragedia: frente al mar, bajo el cielo, en la tierra. Éste es el puerto de Alicante, el 30 de marzo de 1939. Las tragedias siempre suceden en un lugar determinado, en una fecha precisa, a una hora que no admite retraso.

Literatura e historia, ficción y realidad, experiencia vital e ideología política, documentación e invención, confluyen, como lo individual y lo colectivo, al igual que en toda la serie, en esta novela, la más amplia del ciclo de los Campos.




Peter Handke. 
La ladrona de fruta 
o Viaje de ida al interior del país. 
Traducción de Anna Montané. 
Alianza Editorial. Madrid, 2019.

Esta historia comenzó en uno de aquellos días de pleno verano en que uno anda descalzo por la hierba y por primera vez en el año es picado por una abeja. Al menos eso es lo que siempre me ha pasado a mí. Y ahora sé que esos días de la primera y a menudo única picadura del año, por lo general, coinciden con el abrirse de las flores blancas del trébol, del que crece a ras del suelo, en el que las abejas retozan medio escondidas.
[...]
A mí la picadura me pareció bien, y no únicamente porque la abeja había sobrevivido. Hubo además otras razones. En primer lugar, se decía que las picaduras de abeja, de nuevo supuestamente a diferencia de las de las avispas o de los avispones, eran buenas para la salud, para aliviar los dolores reumáticos, para fortalecer la circulación sanguínea o para lo que fuera. [...]
Di la bienvenida a la picadura por una segunda razón. Me la tomé como una señal. ¿Una buena señal?, ¿una mala? Ni buena ni mala y en absoluto funesta, simplemente una señal. La picadura dio la señal de partida. Es hora de que te pongas en camino. Aléjate del jardín y de la región. Vete. Ha llegado el momento de marchar.

La picadura de una abeja es el motor del sencillo viaje al interior que se narra en La ladrona de fruta, que Peter Handke ha calificado como su “Última epopeya”, como recuerda Anna Montané en la esclarecedora nota que cierra su magnífica traducción en Alianza Editorial.

Recuerda en esa nota que si en La pérdida de la imagen o Por la Sierra de Gredos una mujer protagonista viajaba por la sierra en busca de su hija, ahora es la hija, Alexia, la que busca a su madre, de quien ha heredado la costumbre de coger fruta al paso en un viaje iniciático que recorre la Picardía francesa.

En ese viaje la acompaña un narrador que mira la realidad con una actitud morosa, una perspectiva llena de extrañeza y un ritmo lento desde que sale de su casa tranquila en la periferia de París hacia su casa de campo en la Picardía.

No hay aquí argumento ni trama, ni intriga ni narración de historias, sino un movimiento perpetuo de pensamientos y recuerdos que tienen el tono más de poemas que de narraciones, descripciones lentas que redescubren el mundo con el asombro de otra mirada en un viaje de tres días.

Asombro que comparte el lector, que debe dejarse conducir por el texto y someterse a su ritmo y a su mirada, a sus merodeos y sus deambulaciones sin destino, a la sucesión de paisajes y de encuentros episódicos con personas y animales en una exploración detallista y alegórica del mundo desde otro sentido del tiempo y otro discurrir de la vida, desde la afirmación del presente.

Porque lo verdaderamente importante en esta fiesta de la literatura es el camino, el andar por andar, para mirar y meditar o recordar en las vueltas y revueltas de un texto tan zigzagueante y tan repleto de revelaciones como el camino.




Mario Vargas Llosa.
Tiempos recios.
Alfaguara. Madrid, 2019.

Con un título tomado de una carta de Santa Teresa ('¡Eran tiempos recios!'), la última novela de Vargas Llosa comienza más que como una obra narrativa como un ensayo político sobre el poder de la United Fruit y la fuerza manipuladora de la propaganda, aunque sea a partir de noticias falsas como las que provocaron el derrocamiento de Jacobo Árbenz, presidente progresista de Guatemala, en 1954.

Tramado por Eisenhower y ejecutado con apoyo de la CIA, aquel golpe encabezado por el coronel Castillo Armas, traicionado por los suyos y asesinado poco después, contó con el apoyo de otras dictaduras centroamericanas: la de Somoza desde Nicaragua y la de Trujillo desde la República Dominicana, con la complicidad de la iglesia guatemalteca y su cabeza visible, el arzobispo Mariano Rosell, pero -como se señala al final de la novela- tuvo un efecto indeseado:

Los tres coincidimos en que fue una gran torpeza de Estados Unidos preparar ese golpe militar contra Árbenz poniendo de testaferro al coronel Castillo Armas a la cabeza de la conspiración. El triunfo que obtuvieron fue pasajero, inútil y contraproducente. Hizo recrudecer el antinorteamericanismo en toda América Latina y fortaleció a los partidos marxistas, trotskistas y fidelistas. Y sirvió para radicalizar y empujar hacia el comunismo al Movimiento 26 de Julio de Fidel Castro. Éste sacó las conclusiones más obvias de lo ocurrido en Guatemala. No hay que olvidar que el segundo hombre de la Revolución cubana, el Che Guevara, estaba en Guatemala durante la invasión, vendiendo enciclopedias de casa en casa para mantenerse.

Tiempos recios se inscribe en una línea narrativa que tiene en La fiesta del Chivo, sobre la dictadura de Trujillo en República Dominicana, su referente más próximo. Con ella guarda una evidente relación Tiempos recios, no solo por su  temática y su ambiente, sino por el papel importante que desempeñan también aquí dos personajes que vienen de aquella novela: el dictador Trujillo y el asesino Abbes García.



Henry James.
Cuentos completos (1895-1910) 
Edición de Eduardo Berti.
Páginas de Espuma. Madrid, 2019.

Al pobre Stransom le causaban un disgusto mortal los aniversarios banales, más aún cuando pretendían honrar a una celebridad. Las ceremonias y los olvidos le resultaban igual de penosos y en su vida había lugar por una sola evocación. Año tras año se acordaba a su modo de la fecha de la muerte de Mary Antrim. Quizá sea más exacto decir que esa fecha se acordaba de él y no le permitía hacer otra cosa. Lo tomaba cada año con una fuerza que el tiempo había atenuado, pero que no dejaba de tener peso.

Así comienza El altar de los muertos, uno de los cuentos más memorables y característicos de Henry James, que lo resumió como “el caso de alguien que cultiva el hábito de pensar en los muertos con regularidad”, aunque es mucho más que esa síntesis de su superficie: una parábola interior sobre la soledad, la muerte y la tristeza, sobre la fantasía del visionario, la imaginación y el deseo.

Truffaut adaptó esta cima del relato breve en 1978 en La habitación verde, añadiéndole algunos rasgos argumentales procedentes de La bestia en la jungla y Los amigos de los amigos, otros dos relatos jamesianos.

Con El altar de los muertos se abre el tercer y último volumen de la edición preparada por Eduardo Berti de los Cuentos completos de Henry James en Páginas de Espuma, que culmina así la publicación de los relatos de uno de los padres de la literatura contemporánea, un escritor que cumple el papel de bisagra entre la narrativa del siglo XIX y la del XX.



Arturo Pérez-Reverte.
Sidi.
Un relato de frontera.
Alfaguara. Barcelona, 2019.

Desde lo alto de la loma, haciendo visera con una mano en el borde del yelmo, el jinete cansado miró a lo lejos. El sol, vertical a esa hora, parecía hacer ondular el aire en la distancia, espesándolo hasta darle una consistencia casi física. La pequeña mancha parda de San Hernán se distinguía en medio de la llanura calcinada y pajiza, y de ella se alzaba al cielo una columna de humo. No procedía ésta de sus muros fortificados, sino de algo situado muy cerca, seguramente el granero o el establo del monasterio.

Con ese párrafo comienza Arturo Pérez-Reverte Sidi, la reciente novela que publica en Alfaguara sobre los primeros meses del destierro del Cid, la génesis del héroe y el origen de la leyenda de quien sabía que “nada se parecía tanto a una derrota como una victoria”.

La subtitula de manera significativa Un relato de frontera, no solo porque ese es el ámbito en el que transcurre la peripecia de la novela, la agitada zona fronteriza con el moro, sino porque se mueve también entre la ficción y la historia, entre el documento y la leyenda, en un territorio narrativo en el que Pérez-Reverte se siente especialmente cómodo, por lo que “con la libertad del novelista, combino historia, leyenda e imaginación”, como señala en la nota previa.

Construida con la agilidad y la eficacia narrativas características del autor, Sidi es una novela centrada en el comportamiento moral de unos personajes profundamente individualizados más que en las hazañas bélicas de un protagonista hábil, complejo y poliédrico, caído en desgracia y obligado por las circunstancias a sobrevivir mediante incursiones y saqueos, al frente de una mesnada de unas pocas decenas de leales en la que el lector queda enrolado desde los primeros párrafos de la novela y sobre la que el Cid -castellanizacion del Sidi (Señor) árabe- ejerce el arte del mando, que ha aprendido a base de conocer la naturaleza de los hombres.




Arturo Barea.
La forja de un rebelde.
Edición de Francisco Caudet.
Cátedra Letras Hispánicas. Madrid, 2019.

Arturo Barea publicó las tres entregas de La forja de un rebelde (La forja, La ruta, La llama) primero en inglés, entre 1941 y 1946, en Londres, y poco después en un solo tomo en Nueva York. Cuando a finales de la década de los 40 la editorial argentina Losada quiso editar la trilogía, los manuscritos originales en español habían desaparecido y fue Ilsa, la compañera austriaca de Barea, la que tuvo que traducirlos al español con los defectos y errores propios de quien como ella no dominaba el español. Errores muy considerables de todo tipo: ortográficos, morfológicos, sintácticos y léxicos. 

Por las prisas, por las circunstancias penosas del exilio o por otras razones desconocidas, Barea no revisó aquella traducción que se publicó en 1951 y que obligó a una segunda versión en 1954, con abundantes correcciones que no evitaron una cierta impresión de irregularidad estilística y de ese desaliño de la prosa que se aprecia ya en el primer párrafo de La forja: 

Los doscientos pantalones se llenan de viento y se inflan. Me parecen hombres gordos sin cabeza, que se balancean colgados de las cuerdas del tendedero. Los chicos corremos entre las hileras de pantalones blancos y repartimos azotazos sobre los traseros hinchados. La señora Encarna corre detrás de nosotros con la pala de madera con que golpea la ropa sucia para que escurra la pringue. Nos refugiamos en el laberinto de calles que forman las cuatrocientas sábanas húmedas. A veces consigue alcanzar a alguno; los demás comenzamos a tirar pellas de barro a los pantalones. Les quedan manchas, como si se hubieran ensuciado en ellos, y pensamos en los azotes que le van a dar por cochino al dueño.

Pese a esos defectos, La forja de un rebelde es, por su valor histórico y testimonial, una de las obras fundamentales de la literatura del exilio que publica ahora en un solo volumen Cátedra Letras Hispánicas.

Es una edición preparada por Francisco Caudet y precedida de un largo y consistente estudio introductorio de más de trescientas cincuenta páginas en el que afirma que “a Barea le preocupó sobre todo explicarse y explicar qué llevó a la hecatombe de la guerra, a los bombardeos de Madrid, a la quema de iglesias, a los brutales asesinatos de unos y otros… No hay en su obra de convencido socialista y republicano un discurso partidista por o contra ningún partido. Lo que él sobre todo cuenta es una parte de aquella terrible realidad de lo que fue testigo y también en parte protagonista.”


  Campos Reina.
Trilogía del Renacimiento.
Debolsillo. Barcelona, 2003.



Campos Reina.
La cabeza de Orfeo.
Debolsillo. Barcelona, 2006.


Cuando Joaquín Maruján supo que, de madrugada, iban a darle el paseo, al caer la tarde pidió que José Heredia, su cuñado, le trajera a la prisión una lata de jalea de membrillo y la cuchara de plata que su madre, de niño, le había regalado. 
José se presentó en la cárcel de la capital ya entrada la noche, después de que todos sus intentos de lograr clemencia para Joaquín fracasaran, y sin reparar en el riesgo que pudiera suponerle el parentesco y la amistad manifiesta con un hombre que tenía fama de agitador político y de masón. Tras exigírsele que se identificara, José fue cacheado, y al cabo de media hora, que se le hizo infinita, conducido por una pareja de guardias hasta la celda donde se hallaba Joaquín. Lo primero que vio, al serle franqueada la puerta, fue a un joven que yacía en un jergón, con huellas evidentes de haber sido torturado, y enseguida reconoció en la penumbra el perfil de Joaquín, su rostro, muy demacrado, en el que destacaban, si cabía, más que nunca, aquellos ojos oscuros, desmesurados, que arrastraban a las gentes en los mítines. La escasa iluminación que proyectaba una bombilla desnuda y el olor que despedían las paredes húmedas, mezclado con el aire viciado del calabozo, sobrecogieron a José, quien por un instante llegó a pensar que era aquel el olor de la muerte.


Ambientada en el tiempo de la República y la guerra civil, así comienza El bastón del diablo, la segunda novela de la Trilogía del Renacimiento de Campos Reina, que reúne Debolsillo en un estuche del que forman parte también Un desierto de seda y La góndola negra.

La obra novelística de Campos Reina, que se había iniciado con Santepar en los años ochenta, se prolonga durante dos décadas y se completa con el díptico La cabeza de Orfeo, integrado por Fuga de Orfeo y El regreso de Orfeo, reunidos también en Debolsillo.

El conjunto forma un ciclo novelístico en torno a la familia de los Maruján, que en la trilogía se desarrolla sobre el telón de fondo de Córdoba, Florencia y Venecia para proponer un recorrido por el siglo XX a través de la historia de la familia con un diseño de resonancias dantescas en su propuesta de un viaje por el paraíso, el infierno y el purgatorio.

Con una sutil mezcla de literatura y realidad, de vida y fabulación, la narrativa de Campos Reina llama la atención por su densidad sin concesiones, por el cuidado intenso de la forma, por la elaboración de su estructura meditada y por la descripción de escenarios que son, más que un simple telón de fondo, el ámbito que sirve de contrapunto y de referencia vital a los personajes del ciclo. Una meditación del marco, por decirlo en términos orteguianos, esencial para organizar ese recorrido por el siglo XX, que se completa con el díptico La cabeza de Orfeo es una alegoría ambientada en Sevilla que tiene como referente el mito de Orfeo y las Bacantes que le cortan la cabeza y lo arrojan al río. Sus dos novelas, Fuga de Orfeo, que reproduce el manuscrito de Leo Marjuán, y El regreso de Orfeo, que narra en tercera persona el regreso a Sevilla del cirujano León Marjuán, ciego tras un accidente, giran en torno al erotismo y la sensualidad, al redescubrimiento del mundo a partir de los sentidos en una reeducación sentimental que se anuncia al comienzo de la primera novela del díptico.


Santos Domínguez



13 diciembre 2019

Juan Ramón Jiménez. Lírica de una Atlántida


Juan Ramón Jiménez.
Lírica de una Atlántida.
(1936-1954)
Edición renovada de Alfonso Alegre Heitzmann.
Tusquets Editores. Barcelona, 2019

"Lírica de una Atlántida es el título bajo el cual Juan Ramón Jiménez quiso reunir en un solo volumen la obra poética que compuso tras su exilio en América durante los veinte últimos años de su vida. El proyecto permaneció inédito, desde la muerte del poeta en 1958 hasta 1999, año en el que publiqué la primera edición del libro, después de trabajar durante unos meses inolvidables en la sala Zenobia y Juan Ramón Jiménez de la Universidad de Puerto Rico", escribe Alfonso Alegre Heitzmann en el prólogo de su edición renovada en Tusquets de Lírica de una Atlántida, de cuya primera publicación en la colección de poesía de Galaxia Gutenberg se cumplen veinte años.

Se recuperaba así y se organizaba por primera vez hace dos décadas en un solo volumen y con el criterio del propio poeta la totalidad, inédita en parte hasta entonces, de la poesía última de Juan Ramón, la de su tercera etapa, que él llamaba su 'época suficiente o verdadera', en la que su obra profundiza hacia la esencial vinculación con la naturaleza y el universo mediante la palabra, la poesía y la belleza unificadas en la conciencia del creador. Es un proceso de acercamiento a la plenitud poética en cuatro entregas:

En el otro costado, que escribió entre 1936 y 1942, y al que pertenecen textos imprescindibles como las 'Canciones de la Florida', 'Espacio' o los 'Romances de Coral Gables'; Una colina meridiana (1942-1950), con los poemas de 'Hacia otra desnudez', 'Canciones de Queensbury' o 'Cementerio  de Arlington'; Dios deseado y deseante. Animal de fondo, compuesto entre 1948 y 1952 con las secciones 'Ciudades', 'Mar abajo' o 'Mar arriba', y el final De ríos que se van, escrito entre 1951 y 1954, un libro de despedida al que pertenece este poema en prosa:

A ESTA MÚSICA CÁLIDA 

 Morir es no oír más esta música cálida que está sonando ahora; no oírla de la mano del amor. Es no oír más la mar esta que suena con la música, el silencio que escucha, de la luna; no oírlos de la mano del callar. 
 No oír más lo que clama el dolor con el amor, lo que grita el amor con el dolor, a esta música cálida que ahora está sonando sobre el son de las olas de la mar, son de las olas de la mar, las olas de la mar, de la mar.

Cuatro libros escritos entre 1936 y 1954 que constituyen, señala Alegre Heitzmann, un corpus poético que "nos lleva, casi día a día, como en un 'Diario de vida y muerte' -expresión creada por el propio Juan Ramón en esos años- por los caminos de su exilio. Cada uno de los cuatro libros que lo componen conforma un capítulo, un testimonio poético único de ese peregrinar."

Cierra la edición un importante aparato de notas que recorren la historia textual de poemas como 'Espacio', una cima de la poesía española cuya importancia resume así el editor:

"Octavio Paz fue lúcido al señalar la excepcionalidad de 'Espacio' en la historia de la poesía moderna. El gran poema de Juan Ramón dialoga con los mejores poemas extensos de la modernidad en cualquier lengua, desde Canto a mí mismo de Walth Whitman hasta La tierra baldía o los Cuatro cuartetos de T.S. Eliot, y es en ese contexto y en ese diálogo que habría que leerlo como lo que es: uno de los grandes poemas universales de nuestro tiempo. Sin embargo, lo que Paz no percibió es que esa excepcionalidad no se encuentra solo en 'Espacio', sino en toda la obra última de Juan Ramón. [...] Un corpus poético único que, reunido en Lírica de una Atlántida, abre un tiempo nuevo para la poesía del siglo XXI."

Culminaba con ese ciclo lírico una aventura poética radical que se sustenta en una concepción metafísica de la realidad y en la que Juan Ramón suma reflexión y experiencia, sentimiento y pensamiento en busca de la plenitud de la poesía y del ser en la construcción de una nueva voz que -explica Alfonso Alegre- “ya no es sólo la del poeta y que sin embargo lo es más que nunca; callada palabra verdadera que hace por fin posible que la poesía sea sólo poesía, pura poesía en la que el mundo se nombra.”

De eso hablaba Juan Ramón en una conferencia de 1940, Poesía y literatura, en la que defendía la idea de que "la mejor lírica española ha sido y es fatalmente mística, con Dios o sin él, ya que el poeta, vuelvo a decirlo de otro modo, es un místico sin un dios necesario."

En esa clave hay que leer Lírica de una Atlántida y la exaltación mística de estas palabras encendidas del Fragmento tercero (Sucesión) de 'Espacio':

Mi destino soy yo y nada y nadie más que yo; por eso creo en Él y no me opongo a nada suyo, a nada mío, que Él es más que los dioses de siempre, el dios otro, rejidos, como yo por el Destino, repartidor de la sustancia con la esencia. En el principio fue el Destino, padre de la Acción y abuelo o bisabuelo o algo más allá, del Verbo.

Santos Domínguez 

11 diciembre 2019

José María Merino. A través del Quijote



José María Merino.
A través del Quijote.
Reino de Cordelia. Madrid, 2019.

“Aunque quien lea este libro irá conociendo a lo largo del texto mi relación con la inmortal obra cervantina, conviene advertirle que es resultado de un proyecto antiguo, y que sin duda era preciso que yo llegase a esta edad para afrontarlo: un minucioso recorrido del Quijote, siguiendo fielmente la estructura del libro original e incluso atravesando el plagio de Avellaneda, el tordesillesco autor. [...]
Espero que el libro, en el que se incluyen tanto ensayos como cuentos y minicuentos, aunque modesto, sea hijo reconocible del Ingenioso Hidalgo y Caballero, de su escudero y de la bellísima Dulcinea”, escribe José María Merino en la nota previa a su travesía del Quijote. 

A través del Quijote se titula ese viaje literario por el Quijote que publica Reino de Cordelia en un magnífico volumen ilustrado con decenas de grabados, dibujos y pinturas de artistas que desde el siglo XVII hasta el XXI han buscado en la novela cervantina motivos de inspiración artística y la han iluminado plásticamente, entre ellos Goya, Daumier, Doré o Daniel Urrabieta Vierge.

En ese viaje literario, que es también un recorrido por los lugares en los que se ambientan los episodios del Quijote, José María Merino, autor de los microcuentos y reflexiones que se prodigan en estas páginas, cuenta con la ayuda del profesor Eduardo Souto -que resultará familiar a los lectores de Merino por sus Aventuras e invenciones- y su compañera, Celina Vallejo, viajeros que recorren los espacios quijotescos desde Miguel Esteban y el antiguo y famoso Campo de Montiel hasta más allá del Ebro. 

Colaboran en la empresa personajes como Tuñón, el profesor emérito que quiere reescribir el Quijote con microrrelatos que se van intercalando en esta travesía espacial y literaria en la que también cumple un papel fundamental Sabino Ordás, el crítico apócrifo y colectivo que inventaron Luis Mateo Díez, Juan Pedro Aparicio y el propio Merino, que recuerda haber asistido hace cuarenta años a un curso impartido por él sobre el Quijote en la Universidad Internacional Menéndez y Pelayo.

Bajo su dirección se llevan a cabo unas jornadas quijotescas con debates y coloquios sobre las estrategias narrativas y la riqueza de propuestas psicológicas de la novela. Sobre ese entramado, en el que se integran también el profesor Francis Pauper, cervantista empático inmerso en la novela como un personaje cervantino más, y los asistentes al curso, el propio Merino, un tal Perales, Avello o el tímido poeta Fermín, se construye esta espléndida suma de libro de viajes, ensayos breves, reflexiones criticas y relatos cortos, variaciones y parodias que ofrecen una visita guiada llena de sugerencias y proponen una lectura creativa sobre la materia novelística y humana del Quijote

Una reunión de miradas narrativas y perspectivas críticas que es a la vez homenaje e invitación a adentrarse en el inabarcable territorio quijotesco de la mano de un lector tan fervoroso y un narrador tan brillante como José María Merino, que descubre en el Epílogo que hubo una cuarta salida de don Quijote, cuya peripecia resume en el colofón de esas pocas líneas finales.

Santos Domínguez 

09 diciembre 2019

El Diccionario de Samuel Johnson



El Diccionario de Samuel Johnson.
Compilado por Gonzalo Torné. 
Debate. Barcelona, 2019.

“Las grandes obras se hacen no con la fuerza, sino con la perseverancia”, escribió Samuel Johnson en su Diccionario del idioma inglés, una obra monumental fruto de su perseverancia durante casi diez años de trabajo. Una exhaustiva recopilación lexicográfica que acometió casi individualmente, como Sebastián de Covarrubias en España un siglo y medio antes con su Tesoro de la lengua castellana o española.

Elaborado entre 1747 y 1755 por encargo de un grupo de editores y orientado a un público lector cada vez más amplio, se convirtió en el más decisivo de los diccionarios de la lengua inglesa porque sentó las bases metodológicas de todas las empresas lexicográficas que vinieron después. Con más de 42.000 entradas en la primera edición, es también un diccionario de autoridades, pues sus definiciones se apoyan en citas literarias de Shakespeare, Milton o Swift. 

“Además de una foto fija, el Diccionario puede leerse también como un mapa del idioma inglés, una ciudad que no ha sido trazada desde cero como las urbes ideales del Renacimiento, o siguiendo criterios racionales como en los ensanches reticulados, sino más bien como una de esas plazas italianas donde se mezclan estratos valiosos, supervivientes de siglos y estilos arquitectónicos distintos, que en adelante irán deteriorándose, restaurándose, remodelándose, ampliándose, abandonándose, cambiando de función o demoliéndose al imprevisible ritmo de las necesidades y caprichos de sus ciudadanos," escribe Gonzalo Torné en el texto introductorio -El diccionario como forma literaria- de la selección de entradas del Diccionario de Johnson que publica Debate.

“Mi idea inicial fue preservar la pureza y precisar el sentido de nuestro idioma, y con ese propósito, la defensa del inglés, me adentré en la tarea propuesta. En un principio parece sencillo establecer un criterio; el mío era admitir solo aquellas palabras que fuesen inequívocamente inglesas, de manera que el diccionario abarcaría solo los vocablos que empleamos a diario en la relaciones corrientes de la vida cotidiana, y también aquellos que aparecen en los textos firmados por nuestros escritores, siempre que hayan recibido una educación esmerada”, explicaba Johnson en su Plan para escribir un diccionario de la lengua inglesa, primero de los tres textos que preceden al corpus lexicográfico. 

En ese texto Johnson describe el proceso y el método que ha seguido en la elaboración del diccionario. Aborda en esas páginas cuestiones de filosofía del lenguaje y destaca la relevancia que en su trabajo tienen la fijación de la ortografía y la pronunciación como factores de estabilidad del idioma: 

“Con este largo discurso, mi señor, lo que pretendo es señalar con claridad meridiana la naturaleza de mi propósito al emprender la redacción de este diccionario: estabilizar el idioma, subdividirlo en partes más pequeñas y resolver cuáles son sus principios elementales”, además de “interpretar estas palabras y frases y definirlas sin extenderme demasiado, con perspicacia, de manera que no se tenga que recurrir a informaciones adicionales.” 

Otros dos textos preliminares reflejan la sutileza intelectual y lingüística de Samuel Johnson: el Prefacio a un diccionario del idioma inglés, que contiene una lúcida reflexión filológica sobre la lengua y las formas de afrontar su estudio, y una breve Historia de la lengua inglesa. 

Usos, costumbres y definiciones de las palabras que conforman la lengua inglesa. Incluye términos que aparecen en Shakespeare y otros grandes autores de la literatura británica. Así se anunciaba el Diccionario de Samuel Johnson, que contiene entradas como estas:

Bruja. 1 Por lo general suele tratarse de una mujer vieja; es una palabra despectiva con la que se pretende denigrar el deterioro de la última etapa de la vida, que está plagada de soledades, recuerdos tristes y miseria. 2 Hechicera, persona diestra en los conjuros, dedicada a la magia. 

Cambista. Miserable que se gana la vida comprando y vendiendo dinero. 

Pensión. 1 Asignación ofrecida a cualquiera sin justificación alguna. En Inglaterra suele regalarse a empleados del Estado en pago por su traición. 2 Subsidio económico que se concede de manera arbitraria.

Pirata. 1 Ladrón que actúa en el mar. 2 Por extensión cualquier ladrón, en especial aquel que roba libros o que hace pasar por suyos los originales o manuscritos que ha escrito otro hombre. 

Químico. Persona que filosofa mediante el fuego. 

Rechoncho. Gordo, grasiento; persona que recuerda más a una masa amorfa que a un atleta con el cuerpo bien perfilado.

“¿Qué sentido tiene traducir el mapa de un idioma ajeno, trazado hace casi tres siglos?”, se pregunta Gonzalo Torné antes de concluir:

Con la venia del reconocimiento actual que goza la expansión de lo literario fuera de los géneros convencionales y estipulados, y con el precedente de la praxis del propio Johnson, me atrevo a proponerle al lector que se adentre en este Diccionario como si se tratase de una obra literaria. Diría que por momentos sus páginas son el mayor espectáculo aforístico de la historia, que en otros momentos (cuando Johnson lanza sus célebres definiciones acumulando adjetivos que van matizándose mutuamente) parecen tratados sobre la lógica del idioma, que hay fogonazos poéticos, breves lecciones de moral, humor voluntario o involuntario, tratados etnológicos, pesquisas detectivescas... Pero quizá lo mejor sea leerlo como lo que es: una extraordinaria pieza literaria en forma de diccionario.

Santos Domínguez

06 diciembre 2019

El Buscón de Vierge


El Buscón de Vierge.
Francisco de Quevedo.
Ilustraciones de Daniel Urrabieta Vierge.
Puesto en castellano moderno íntegra y fielmente,
con introducción y notas, por Arturo Echavarren.
Reino de Cordelia. Madrid, 2019.

Reino de Cordelia recupera en una bellísima edición, con el texto “puesto en castellano moderno íntegra y fielmente, con introducción y notas, por Arturo Echavarren”, las ciento veinte ilustraciones que Daniel Urrabieta Vierge (Madrid, 1851-París, 1904) preparó para la edición inglesa de El Buscón, que se publicó en Londres en 1889 editada por Unwin con el título Pablo de Segovia: The Spanish Sharper.

Con esta recuperación se trataba además de que, como explica el editor en su prólogo, “la gran obra de Quevedo resultara tan clara al lector de hoy en día como las ilustraciones que la acompañan. Si ya se ha vertido al castellano moderno El Quijote, cuya comprensión es más fácil que la de El Buscón, había que asumir ese nuevo reto que el filólogo Arturo Echavarren ha resuelto con brillan te maestría. Pues lo bueno de leer a los clásicos es, sin duda, entender lo que cuentan.” 

“El objetivo -explica el adaptador en su Introducción- era elaborar una versión del Buscón que, respetando el modus scribendi del autor, pudiera leer sin tropiezos y de forma fluida cualquier lector poco familiarizado con la prosa aurisecular. He apelado tanto al oído como al instinto en todo el proceso, procurando discernir qué puede resultar opaco y qué precisa de renovación.” 

En ese proceso de adaptación Echavarren ha seguido un criterio equilibrado para buscar un punto intermedio que permitiese armonizar la modernización y el respeto al texto, “pues –añade- al afán de producir una versión fácilmente inteligible para los lectores del siglo XXI se sumaba -y, en ocasiones, se oponía- el deseo vehemente de no abaratar en modo alguno la prosa magistral de Quevedo.”

Publicada en 1626, más de setenta años después del Lazarillo y con un modelo genérico de novela picaresca consolidado antes del XVII con el Guzmán de AlfaracheEl Buscón es una novela tan arquetípica que a veces parece aplicar sus rasgos constitutivos de manera mecánica más que por exigencia interna del relato, porque “su autor articula esta novela con una sólida conciencia genérica, estableciendo un evidente diálogo intertextual con el esquema picaresco acotado por sus precedentes; se acoge la técnica autobiográfica y la ficción epistolar, se subraya la infamia de la familia del protagonista, se trata el tema de la honra, se sondea el ámbito social de lo marginal y se selecciona como hilo conductor de la trama el ingenio, única herramienta al alcance del pícaro para salir airoso en un ambiente marcadamente hostil.” 

Añadamos a esos rasgos señalados por Echavarren otros elementos imprescindibles en  la picaresca como la función de salida, las trampas y  el ejercicio de la mendicidad, la aparición de personajes imprescindibles en la picaresca como el hidalgo empobrecido o el clérigo avaro o el relato de un progresivo proceso de degradación del protagonista.

Pero si la historia de Pablos de Segovia es la historia de una degradación, la del ilustrador es la historia de una superación personal. 

“La obsesión española por mirar puertas afuera antes de atender a lo que hay en casa -escribe Jesús Egido, editor de Reino de Cordelia en el prólogo (Las dos manos de Vierge) que abre esta estupenda edición- ha permitido que uno de los grandes ilustradores del siglo XIX sea prácticamente desconocido para el gran público. Y eso pese a que la mayor parte de su producción la realizó para Francia e Inglaterra, incluidos sus dos proyectos más ambiciosos, El Quijote y El Buscón.” 

Vierge, ilustrador de Víctor Hugo, de Zola o de los cuentos de Poe traducidos por Baudelaire, es uno de los mejores ilustradores del siglo XIX. Afincado en París desde joven, tuvo como empeño personal la ilustración del Quijote y del Buscón. Había realizado noventa dibujos para el libro de Quevedo cuando un ictus en febrero de 1881 le dejó hemipléjico y le paralizó el lado derecho. 

Esos noventa dibujos aparecieron en la edición francesa de Histoire de Pablo de Ségovie que publicó en 1882 el editor Léon Bonhoure, que avisaba en la nota de cubierta de que esa circunstancia había obligado a imprimir los cuatro últimos capítulos sin ilustraciones. 

Aprendió a dibujar con la mano izquierda y tras un largo ejercicio preparó nuevas ilustraciones para la citada edición inglesa de 1889, de la que se han tomado las ilustraciones que acompañan al texto de esta edición en Reino de Cordelia.

Se han incluido en los preliminares algunas muestras de las ilustraciones trazadas con la mano derecha, lo que permite compararlas y llegar a una conclusión: asombrosamente, esas ilustraciones que Vierge hizo con la mano izquierda son mejores, con una línea fina y clara que ha creado escuela y dejado abundantes discípulos.

Santos Domínguez




04 diciembre 2019

Joseph Campbell. Tú eres eso



Joseph Campbell.
Tú eres eso.
Las metáforas religiosas y su interpretación.
Introducción y edición de Eugene Kennedy.
Traducción de César Aira.
Atalanta. Gerona, 2019.

"Los hombres emprenden costosas expediciones al monte Ararat para localizar los restos del arca de Noé, pero, por supuesto, nunca encuentran nada. Creen, no obstante, que sólo se han equivocado en la localización y que existió literalmente, por lo que sus maderos deben de hallarse en alguna otra parte, todavía ocultos a nuestros ojos. En realidad, el arca puede ser encontrada fácilmente, sin necesidad de viajar, si comprendemos que es un navío mitológico en una historia extraordinaria cuya finalidad no es la documentación histórica sino la iluminación espiritual. Apreciar el Génesis como mito no implica destruir ese libro, sino redescubrir su vitalidad e importancia espirituales", escribe Eugene Kennedy en la introducción a la edición de Tú eres eso. Las metáforas religiosas y su interpretación, el libro póstumo de Joseph Campbell que publica Atalanta con traducción de César Aira.

Se recopilan en este volumen, con el que en 2001 se inició la publicación de sus obras completas, los textos en los que Campbell aborda la naturaleza metafórica de la escritura religiosa como representación de realidades espirituales, la gramática de la imaginación religiosa o la construcción del mito como metáfora.

Así resume Eugene Kennedy el proceso de rastreo y edición de estos textos:

"Muchas de las reflexiones de Joseph Campbell sobre los símbolos y mitos judeocristianos estaban incrustadas en conferencias en las que sólo eran ejemplos de asuntos más amplios. También las preguntas extrajeron de él, por así decirlo, tesoros de erudición que de otro modo tal vez no habrían salido a la superficie. Estas respuestas, que en ocasiones se extendían en pequeñas conferencias, a menudo iluminaban vastos paisajes de la historia bíblica, [...] de manera que buena parte de lo que Joseph Campbell sabía sobre los orígenes, símbolos y significados de la espiritualidad judeocristiana se presenta aquí reunido quizá por primera vez."

Una selección de textos y fragmentos de conferencias de Campbell que obedecen a lo que él mismo definió como “mi impulso por colocar la metáfora en el centro de nuestra exploración de la espiritualidad occidental."

Con esa mirada a la metáfora como lengua materna de la religión y del mito, Campbell aborda la tradición judeocristiana recogida en los textos bíblicos desde una nueva perspectiva que destaca en el ciclo de la creación y la caída, de muerte y resurrección, tiempo y eternidad, pecado y redención la riqueza simbólica del Antiguo Testamento (Génesis y Éxodo, especialmente) y los significados metafóricos que desarrollan los relatos del Nuevo Testamento, del nacimiento del Mesías a los milagros, de la última cena a la crucifixión y al fin del mundo.

Porque las religiones y la mitología  se basan en un sistema de imágenes que unen a una comunidad en una red de creencias y afectos, en la experiencia del misterio religioso y de la trascendencia.

Se trata en definitiva de enfocar el texto religioso como una elaboración metafórica y no como un testimonio histórico y de evitar la lectura literal de textos connotativos cuyo sentido está fuera del tiempo y del espacio porque son el resultado de la imaginación generadora de mitos y religiones. Así lo resume Campbell:

La mitad de los habitantes del mundo piensan que las metáforas de nuestras tradiciones religiosas, por ejemplo, son hechos. Y que la otra mitad afirma que no sean hechos.Como resultado, hay quienes se consideran creyentes porque aceptan las metáforas como hechos, mientras que los demás dicen ser ateos porque piensan que las metáforas religiosas son mentiras.

Completan el volumen las sesiones de preguntas posteriores a estas conferencias y una conversación entre  Eugene Kennedy y Campbell para el The New York Times Magazine, 'Amanecer de la Tierra: el alba de una nueva consciencia espiritual.'

Santos Domínguez

02 diciembre 2019

La Comedia humana IX


Honoré de Balzac.
La Comedia Humana. Vol. IX.
Traducción de Aurelio Garzón del Camino.
Hermida Editores. Madrid, 2019.

Hermida Editores publica el noveno volumen de La Comedia humana, la monumental construcción novelística con la que Balzac quiso reflejar la sociedad de su tiempo  en un empeño narrativo titánico que según sus palabras obedecía a “un plan que comprende a la vez la historia y la crítica de la sociedad, el análisis de sus males y la discusión de sus principios.” Con él se enorgullecía Balzac de llevar una sociedad entera en su cabeza y de componer una obra de enorme ambición, con tres o cuatro mil personajes.

Lo abre la muy larga Esplendores y miserias de las cortesanas, continuación de Las ilusiones perdidas y cierre de la trilogía que había abierto Papá Goriot. Balzac la publicó entre 1838 y 1847, con una complicada historia editorial en la que fue creciendo con sucesivas entregas. Con casi trescientos personajes, es la más poblada de las novelas que integran el ciclo de La Comedia humana, una enrevesada historia de relaciones sentimentales en las que se mezclan el interés, la pasión y el misterio a través de figuras como el satánico Vautrin, que ya aparecía en Papá Goriot, la cortesana Esther y el joven aspirante a la gloria literaria Lucien de Rubempré, el protagonista de Las ilusiones perdidas. Su despiadada crítica social y de la justicia la convierte en una de las novelas más significativas y potentes de Balzac, que hizo con su trama melodramática una incursión en el mundo de los bajos fondos de la delincuencia y la prostitución en los ambientes parisinos.

Completan el volumen dos novelas cortas (Los comediantes y Un príncipe de la bohemia) y dos cuentos breves (Gaudissart II y Pierre Grassou).

La leve trama de Los comediantes sirve de pretexto a una recopilación de bocetos y una galería de retratos de personajes representativos de los distintos niveles sociales parisinos, desde los salones refinados de la alta sociedad a los barrios bajos y sus callejones oscuros.

Un príncipe de la bohemia, el tercer relato del volumenes también el título de la novela corta atribuida al personaje de Mme. de La Baudraye sobre un seductor y cinico conde de la bohemia parisina y una bailarina en la que había proyectado su peripecia sentimental. 

Gaudissart II, que tiene como protagonista un vendedor de chales, es una curiosa descripción de las nuevas técnicas comerciales que empezaban a practicarse en las tiendas de París a través de la caricatura de este "artista de la venta".

En Pierre Grassou Balzac retoma el tema de la pintura y del arte. Es una sátira contra el artista integrado en el entramado económico y social de una burguesía tan mediocre como la pintura que adquiere y el arte que patrocina. Un relato sobre la sociología del arte en un momento en el que la burguesía se adorna con el prestigio de las obras de arte. “Tengo cien mil escudos en cuadros”, dice Vervelle, uno de esos burgueses que contagian su mediocridad al artista y le rebajan a la condición de artesano bien pagado, pero muy alejado de su capacidad creadora. 

Con este nuevo tomo, que sigue la traducción de Aurelio Garzón del Camino con adaptación y anotaciones de Germán Molero, se inaugura el ciclo de las Escenas de la vida parisiense.

Santos Domínguez

29 noviembre 2019

Ernesto Cardenal. Poesía completa


Ernesto Cardenal.
Poesía completa.
Edición y estudio preliminar de 
María Ángeles Pérez López.
Editorial Trotta. Madrid, 2019.

“La obra de Cardenal es extraordinariamente fecunda y ha tenido gran influencia en la poesía contemporánea  [...] Su Poesía completa va modulando diversos acentos y tonalidades que brindan, de modo muy original y en riquísimo diálogo con la tradición (las tantas tradiciones a las que interpela) una visión integral de lo humano que no excluye ninguno de sus perfiles: junto al poeta hallamos al historiador, al antropólogo, al místico, al revolucionario, al que, en conjunto, aspira a nombrar una verdad individual y colectiva cuya raíz es el amor. Cuando en 2012 recibió el Premio Reina Sofía, afirmaba la unión de poesía y amor como absolutos.

Por otro lado, su Poesía completa permite advertir la evolución del autor, que va abriendo paso en los últimos años a cuestiones científicas y cosmológicas frente a los grandes proyectos históricos y políticos de los sesenta y setenta con los que se sintió identificado, que revisa críticamente en tanto su carga totalitaria y hegemónica ha sido padecida con rigor. Y en el presente, abre hacia el espacio del cosmos el abrazo que su obra ha deseado brindar desde el comienzo”, escribe María Ángeles Pérez López en el magnífico estudio preliminar que abre su edición de la Poesía completa con que la Editorial Trotta culmina la publicación de la Biblioteca Ernesto Cardenal, en la que ha ido apareciendo la obra completa del poeta nicaragüense (Granada, 1925).

Este espléndido volumen refleja, en edición supervisada por el autor, la evolución de siete décadas de escritura poética que transcurre desde la indagación en la historia y la reivindicación política a la preocupación por la ciencia y el impulso místico que culminan en 1993 en Telescopio en la noche oscura, donde “Cardenal explora la fusión amorosa que vincula física y mística a través de nuevos tonos y un registro de gran desnudez expresiva.”

En conjunto, Ernesto Cardenal ha ido construyendo una obra torrencial desde la búsqueda incesante: desde la formación vanguardista al prosaísmo coloquial y antirretórico, a la voluntad narrativa que recorre sus libros de poesía.

Desde los Epigramas iniciales hasta el más reciente Hijos de las estrellas, su trayectoria poética está jalonada por libros como Salmos, Oración por Marilyn Monroe y otros poemas, Coplas a la muerte de Merton o Cántico cósmico, que cumple ahora treinta años y que en palabras de la editora es “sin duda el proyecto más ambicioso de la obra cardenaliana.”

Una obra que recoge el diálogo intertextual con la tradición latina del epigrama; la voluntad testimonial de la poesía exteriorista en los Poemas documentales; la denuncia y el testimonio de Hora 0; la religiosidad mística de Gethsemaní, Ky, que toma su título del nombre del monasterio trapense de Kentucky donde convivió con Thomas Merton; la suma de vivencia religiosa y denuncia de la dictadura somocista en Salmos o la crítica de la banalización cultural, la publicidad y el consumismo en Oración por Marilyn Monroe y otros poemas, que comienza con estos versos:

Señor
recibe a esta muchacha conocida en toda la Tierra con el nombre de Marilyn Monroe,
aunque ése no era su verdadero nombre
(pero Tú conoces su verdadero nombre, el de la huerfanita violada a los 9 años
y la empleadita de tienda que a los 16 se había querido matar)
y que ahora se presenta ante Ti sin ningún maquillaje
sin su Agente de Prensa
sin fotógrafos y sin firmar autógrafos
sola como un astronauta frente a la noche espacial.
Ella soñó cuando niña que estaba desnuda en una iglesia 
              (según cuenta el Time)
ante una multitud postrada, con las cabezas en el suelo
y tenía que caminar en puntillas para no pisar las cabezas.
Tú conoces nuestros sueños mejor que los psiquiatras.
Iglesia, casa, cueva, son la seguridad del seno materno
pero también algo más que eso...

Vinieron luego la utopía prehispánica de El estrecho dudoso y los Poemas indios, escritos en la comunidad contemplativa de Solentiname; las elegíacas Coplas a la muerte de Merton, el sandinismo militante de los extensos Canto Nacional y Oráculo sobre Managua; los poemas de viaje de Pasajero de tránsito y la exaltación hímnica de Cántico cósmico donde se funden ciencia y religión, física y mística, como en los posteriores Telescopio en la noche oscura o Hijos del universo.

Porque Cántico cósmico responde a ese impulso cosmológico que recorre sus últimos libros y propone al lector una mirada integradora de la totalidad de lo real, material o espiritual, en los versículos de sus cuarenta y tres cantigas.

Este es un fragmento de la Cantiga 7, titulada El cálculo infinitesimal de las manzanas:

No somos átomos tan sólo, o somos átomos
con una sed de ilusiones infinita.
         Átomos que se besaron bajo los álamos.
                    De los álamos vengo,
átomos, madre, que no quieren morir.
La semivida del átomo que hoy es y mañana no es.
Según la teoría de Prosser:
                   todo está en todas partes
aunque sólo aparezca en un punto particular.
         (Cada vez más parecidas física y mística.)
O según Bohm: el universo entero está en cada una de sus partes.
Y la muerte por qué temerla.
Al morir uno, muere sólo lo que no es uno.
A lo mejor la materia está compuesta de una sola partícula con varias apariencias
        (¿no vio San Benito todo el universo en un rayo de sol?)
y todas las conciencias conforman una sola conciencia
siendo todo el universo una materia con conciencia.
Se dice que ninguna teoría explica por sí sola todo el mundo real
salvo una basada en una partícula hipotética llamada...
Pero yo te digo, muchacha, tu cabellera de ahora, tus ojos negros,
se comportan de una forma cooperativa,
obedecen a un plan determinado.
Un “extraño elemento subjetivo en el mundo físico”, según Davies.
O que el libre albedrío se inmiscuya en el micromundo.

Una especie de dominio de la mente sobre la materia.
                      ...y revaluar el concepto tradicional de realidad.
Materia somos pero no todo materia.
A no ser que hablemos algo así como de materia espiritual.

La integración de alabanza y denuncia, historia e intimidad, ciencia y poesía, mito y realidad, amor y revolución, ecologismo y teología de la liberación es el resultado de un proceso poético que culmina en la contención intimista de Telescopio en la noche oscura y en la fusión de palabra poética y universo en Versos del pluriverso.

Y finalmente, Hijos de las estrellas, su última entrega poética, confirma el desplazamiento de lo histórico a lo cósmico en la poesía de Ernesto Cardenal.

Completa el volumen la sección Otros poemas, donde se recogen poemas sueltos de distintas épocas como Teoría del lenguaje, al que pertenecen estos versos:

El canto fue primero.
El canto gusta aun sin entender la letra.
La comunicación genera imitación
y se imitó el canto
y de ahí el lenguaje.
El canto fue primero
porque cantar es más fácil.
¿Sería arrullo materno?
O canto de amor.
De todos modos
el amor creó el lenguaje.

Cierra el volumen un texto en el que Luz Marina Acosta afirma que Ernesto Cardenal es hoy un “místico cósmico”, “el monje que cree que mentir es robarle la verdad a la palabra, el contemplativo, el que ha luchado por tener su propio espacio de intimidad con Dios, el que se revela terco labrador de utopías e impaciente contra la injusticia, el que rompió con el partido por el que luchó cuando se dio cuenta [de] que habían perdido la ética.
Su poesía es la rebeldía liberadora y a sus noventa y cuatro años conjuga la física cuántica y el cristianismo demostrando que el universo es una unidad: ‘todo conectado con todo’.”

Es una muestra más de la pluralidad de voces poéticas de las que habla María Ángeles Pérez López en su introducción, de la integración de la totalidad de lo real a través de la palabra poética a lo largo de “una obra que despliega, en más de mil páginas, los diversos acentos de una vida, de tantas vidas.”

Santos Domínguez


27 noviembre 2019

El infinito en un junco



Irene Vallejo. 
El infinito en un junco. 
La invención de los libros en el mundo antiguo. 
Siruela. Madrid, 2019. 

“La Biblioteca de Alejandría era una enciclopedia mágica que congregó el saber y las ficciones de la antigüedad para impedir su dispersión y su perdida. Pero también fue concebida como un espacio nuevo, del cual partirían la rutas hacia el futuro.[...] la biblioteca de Alejandría, variada y completísima, abarcaba libros sobre todos los temas, escritos en todos los rincones de la geografía conocida. Sus puertas estaban abiertas a todas las personas ávidas de saber, a los estudiosos de cualquier nacionalidad y a todo aquel que tuviera aspiraciones literarias probadas. Fue la primera biblioteca de su especie y la que más cerca estuvo de poseer todos los libros entonces existentes. [...] La Biblioteca hizo realidad la mejor parte del sueño de Alejandro: su universalidad, su afán de conocimiento, su inusual deseo de fusión. En los anaqueles de Alejandría fueron abolidas las fronteras, y allí convivieron, por fin en calma, las palabras de los griegos, los judíos, los egipcios, los iranios y los indios. Ese territorio mental fue tal vez el único espacio hospitalario para todos ellos”, escribe Irene Vallejo en El infinito en un junco, que publica Siruela en su Biblioteca de Ensayo.

La invención de los libros en el mundo antiguo es el subtítulo de este espléndido volumen, que funde el ensayo y el relato, el libro de viajes y el reportaje histórico y se organiza en dos partes: Grecia imagina el futuro y Los caminos de Roma. 

Caminos, por ejemplo, hacia Alejandría, “la ciudad de los placeres y los libros, la capital del sexo y la palabra”, cuando Roma era todavía una ciudad con muy mala reputación, “un laberinto de calles tortuosas, oscuras y embarradas.”

De allí venía Marco Antonio, que llevó a Cleopatra doscientos mil libros para la Biblioteca de Alejandría, la ciudad en la que vivirían muchos siglos después Cavafis y los personajes del Cuarteto de Alejandría de Lawrence Durrell.

Una Biblioteca fundada por la oscura figura de Ptolomeo, el compañero de conquistas militares de Alejandro que llegó a ser faraón de un país asombroso y convirtió Alejandría no sólo en el centro del Mediterráneo, sino en la sede de aquella biblioteca universal, posiblemente proyectada por Alejandro Magno, al que la autora evoca en estas líneas:

La pasión del coleccionista de libros se parece a la del viajero. Toda biblioteca es un viaje; todo libro es un pasaporte sin caducidad. Alejandro recorrió las rutas de África y de Asia sin separarse de su ejemplar de la Ilíada, al que acudía, según dicen los historiadores, en busca de consejo y para alimentar su afán de trascendencia. La lectura, como una brújula, le abría los caminos de lo desconocido.

Aquella biblioteca, “que intentó rozar el infinito”, almacenaba miles de rollos de papiro, el soporte de escritura más utilizado desde el primer milenio hasta que se sustituyó muchos siglos después por el pergamino, por la escritura en piel y el libro de páginas.

Elaborado a partir del junco que crece en el Nilo, los egipcios y los hebreos, los griegos y los romanos utilizaron el papiro durante siglos. Con el rollo de papiro surge el primer libro de la historia: cabe en él una tragedia entera, un diálogo platónico o un evangelio.

De esos rollos, traídos muchas veces tras largos viajes en busca de libros escritos en griego, se llenó la Biblioteca de Alejandría, que tuvo como primer bibliotecario a Demetrio de Falero, discípulo de Aristóteles llegado de Atenas.

Esa biblioteca fue el eje cultural de una primera globalización, la civilización helenística, que tuvo su capital en Alejandría, el centro cultural del mundo hasta que la desbancó Roma.

Todo eso fue posible tras el paso de la literatura oral a la escrita gracias a la apacible revolución fenicia del alfabeto “que descifra el mundo y revela los pensamientos”, muchos siglos después de la invención de la escritura:

Hace 6000 años aparecieron los primeros signos escritos en Mesopotamia, pero los orígenes de esta invención están envueltos en el silencio y el misterio. Tiempo después, y de forma independiente, la escritura nació también en Egipto, la India y China. El arte de escribir tuvo, según las teorías más recientes, un origen práctico: las listas de propiedades. Estas hipótesis afirman que nuestros antepasados aprendieron el cálculo antes que las letras. La escritura vino a resolver un problema de propietarios ricos y administradores palaciegos, que necesitaban hacer anotaciones porque les resultaba difícil llevar la contabilidad de forma oral. El momento de transcribir leyendas y relatos llegaría después. Somos seres económicos y simbólicos. Empezamos escribiendo inventarios, y después invenciones (primero las cuentas; a continuación los cuentos).

Este es también un libro que evoca la importancia de los libros en la edad dorada de Grecia, el papel de los libreros atenienses y las lecturas memoriosas, las bibliotecas ambulantes y las tejedoras de historias, el catálogo de Calímaco o la figura de Enheduanna, sacerdotisa y poeta sumeria, “el primer autor que firma sus textos”, una serie de himnos, mil quinientos años antes de Homero.

Y un paseo por la literatura clásica, de Esquilo a Safo, de Heródoto a Aristófanes, de Heráclito el oscuro a Homero, por las tres destrucciones de la Biblioteca de Alejandría y las bibliotecas griegas convertidas en botín de guerra por los romanos, por las librerías romanas, el arriesgado oficio de librero las bibliotecas públicas, las figuras de Marcial y Séneca o los problemas de Ovidio con la censura que le ocasionaron el destierro.

“La historia de los libros en Roma -escribe Irene Vallejo- tiene como protagonistas a los esclavos”, traductores, maestros, copistas, escritores pobres para lectores ricos cuando la lectura y las bibliotecas se convirtieron en signo de prestigio y de distinción social.

Roma era la ciudad de las veintinueve bibliotecas en el año 350, cuando los códices de pergamino y los libros de páginas que coexistirían durante siglos con los rollos de papiro empiezan a imponerse entre los lectores como el formato más manejable para entrar en conversación con el conocimiento:

Los libros de Atenas, Alejandría y Roma nunca han callado del todo. A lo largo de los siglos han mantenido una conversación en susurros, un diálogo que habla de mitos y leyendas, pero también de filosofía, ciencia y leyes. De alguna forma, quizá sin saberlo, nosotros formamos parte de esa conversación.

Santos Domínguez

25 noviembre 2019

Los secretos de Diotima





El poder de Eros es el de transmitir e interpretar a los dioses los mensajes de los hombres y a los hombres los mensajes de los dioses; los ruegos y sacrificios de los unos, los mandatos y recompensas de los otros.

Esas palabras que Sócrates ponía en boca de Diotima de Mantinea en un pasaje del Banquete de Platón sirven de emblema a la espléndida colección de clásicos que publica en pequeño formato Guillermo Escolar Editor.

Mitad sacerdotisa, mitad filósofa, Diotima se convierte de esa manera en portavoz de la filosofía platónica del amor como búsqueda de la inmortalidad y como método de conocimiento de lo divino. 

De la transcendencia de este personaje dejan constancia dos hechos significativos: Hölderlin ocultó el nombre de su amada Susette Gontard identificándola con Diotima y entre nosotros María Zambrano se proyectará en su figura para componer uno de sus textos fundamentales, Diotima de Mantinea, en el que presenta el amor como forma de conocimiento y de mediación entre la razón y la poesía.

Esa labor mediadora entre los dioses y los hombres de la que hablaba Diotima como clave del amor es paralela a la función de los traductores -Óscar Martínez García, Antonio Barnés, Constantino Román, Antonio López Fonseca, Miguel del Rincón, Alfonso Catapa y José Manuel Ruiz Villa-, mediadores a su vez entre lo clásico y lo actual, como reflejan los dieciséis tomos de esta cuidada colección que pone a los clásicos en un formato que cabe en la palma de la mano.

Nueve fragmentos sobre el amor extraídos del Banquete de Platón, el diálogo de Séneca Sobre la felicidad, el ensayo de Montaigne Sobre la educación de los hijos, el tratado de Cicerón Sobre la amistad, cuarenta máximas y trece epístolas que resumen la filosofia epicúrea en Sobre el placer y la naturaleza, una tragedia de Sófocles -Antígona- y dos comedias -Lisístrata, de Aristófanes y Anfitrión, de Plauto- son los ocho primeros tramos de un camino ascendente hacia la sabiduría, los ocho primeros peldaños de una escalera en la que Diotima metaforizó el proceso de conocimiento de la belleza absoluta:

Ese es, en efecto, el camino correcto por el que uno llega, por sí solo o conducido por otro, hasta los misterios del amor. Comenzando, pues, por las cosas bellas de aquí, y sirviéndose de ellas como si fueran los peldaños de una escalera, se ha de iniciar una continua ascensión con las miras puestas en esa belleza: de un cuerpo se pasaría a dos, de dos se pasaría a todos los cuerpos bellos, de los cuerpos bellos a las normas de conducta bellas, de las normas de conducta bellas a los conocimientos bellos, para, a partir de los conocimientos, culminar con aquel conocimiento que no es otra cosa que el conocimiento de la belleza absoluta, y así comprender finalmente lo que es la belleza en sí.



Y en una segunda entrega, ocho nuevos peldaños: el estoicismo moral de Quevedo y su conciencia barroca del tiempo en Doctrina para morir; Cicerón y dos libros de sus Disputaciones Tusculanas: uno sobre la capacidad para soportar el dolor y otro Sobre el desprecio de la muerte y la concepción de la vida como un aprendizaje para morir; los Errores de juventud de San Agustín en su autobiografía confesional; el libro de Gracián sobre El político don Fernando el Católico, modelo de príncipe sereno y prudente que ejerció la virtud del arte de reinar; dos diálogos que compendian el estoicismo de Séneca: Sobre la serenidad, donde habla con Sereno de la armonía con uno mismo y Sobre la brevedad de la vida y la necesidad de aprovecharla porque “conviene cuidar con la mayor diligencia lo que no se sabe cuándo se va a acabar.”

Y finalmente la espléndida traducción que hizo Fray Luis de León desde el hebreo del Libro de Job, que fue la causa de su encarcelamiento por cinco años. Casi mil versos que se cierran con este: “Y murió anciano y lleno de días.”

Platonismo y estoicismo, epicureísmo y ascetismo cristiano o humanismo neoplatónico no son sino las diversas perspectivas de un largo proceso de acercamiento y comprensión de la condición humana a través del ejercicio de la razón o la virtud.

Gran parte de ese acercamiento se resume en estos dieciséis peldaños que reflejan la sostenida voluntad de ascensión hacia la belleza, el conocimiento, el equilibrio y la serenidad, la perfección y la felicidad y se sobreponen a los defectos y las pasiones, a los engaños o al dolor. Dieciséis peldaños para subirlos guiados por quienes los ascendieron con la determinación de entender el sentido de la vida. 

Santos Domínguez 


22 noviembre 2019

Antología de Francisca Aguirre


Francisca Aguirre.
Prenda de abrigo.
Edición y prólogo de Guadalupe Grande.
Olé libros. Valencia, 2019.

“Porque un libro, señores, es una prenda de abrigo”, escribía Francisca Aguirre en Nana de los libros viejos. Y de esa expresión toma su título la antología Prenda de abrigo, que publica Olé libros en su colección Vuelta de tuerca. 

Ha cuidado la edición Guadalupe Grande, que en su prólogo matiza que “un libro es una prenda de abrigo hecha de tiempo y de palabras” y añade que “esta selección de textos proviene de una conversación. La larga y aún hoy no interrumpida conversación que mi madre y yo sostuvimos. Y sostenemos y que también nos sostuvo a ambas. Juntas reunimos hace unos años estos textos pensando o entonando no la cronología que impone el calendario, sino la conversación que revela la vida. Elegimos las prendas de abrigo que obstinadamente la habían acompañado desde Ítaca hasta Historia de una anatomía: el amor por la palabra y la admiración y gratitud hacia quienes la precedieron en el oficio de la poesía; la fundación mítica de la existencia; el misterio consolador de la música; los claroscuros del vivir; la infancia, ya fábula de fuentes. Ahora, en esta vuelta de tuerca, al retomar intacto el diálogo con mi madre, recupero y acreciento aquella conversación.”

Como el resto de la obra de Francisca Aguirre, Prenda de abrigo es un manifiesto contra el olvido y la intemperie y a favor de la vida y la imaginación, una reivindicación de la memoria personal y colectiva de un tiempo de tinieblas del que fue víctima y testigo, porque esa es la columna vertebral de su poesía, alimentada de su experiencia vital y de su testimonio moral, con la guía de un faro inextinguible, Antonio Machado, al que evocaba en un encuentro imposible entre la niña y el maestro en Frontera, un poema de Los trescientos escalones:

Yo, que llegué a la vida demasiado pronto,
que fui -que soy- la que se anticipó,
la que acudió a la cita antes de tiempo
y tuvo que esperar en la consigna
viendo pasar el equipaje de la vida
desde el banco neutral de la deshora.

Yo, que nací en el treinta, cuando es cierto
-como todos sabéis-que nunca debí hacerlo,
que hubiera yo debido meditarlo antes,
tener un poco de paciencia y tino
y no ingresar en este tiempo loco
que cobra su alquiler en monedas de espanto.

[...]

Llegué, tal vez al mismo tiempo que él
pero en distinto tiempo.
No lo supe.
(Oh tiempo miserable e injusto.)
Estuve allí -quizá lo vi-.
Pero era tarde.
Yo era pequeña
y tenía sueño.

Don Antonio era viejo
y también tenía sueño.
(Señor, qué imperdonable:
haber nacido demasiado pronto
y haber llegado demasiado tarde.)

Una poesía concebida como camino de regreso a la infancia, como celebración de la vida y como una larga conversación con los demás y consigo misma acerca de la fragilidad y la fuerza, de la humillación y la dignidad, de la piedad y la memoria, de la injusticia y la resistencia. Conversación que culmina siempre en la afirmación del "escándalo deslumbrante de la vida", "esta terrible vida a la que amamos tanto", como en este texto de Una larga dolencia (2018):

Entran el sol y la vida en mi salita y todo lo que veo son latidos: late la luz iluminando el tiempo y late el tiempo coloreando el alma, un alma pequeñita, tan pequeña como la niña que entró en la habitación cuando en la habitación no había nadie, cuando tampoco había nada: solo el sol barnizando las paredes.

Y así, desde Ítaca hasta Una larga dolencia, Prenda de abrigo resume un recorrido por medio siglo de poesía marcada por la memoria y por "esa forma de conversación con la memoria y los sueños que es el libro", como explica Guadalupe Grande en el prólogo, que se cierra con este párrafo: 

"Una prenda de abrigo, todo en la vida de Francisca Aguirre tiene que ver con el deseo de que la palabra sea el abrigo contra la intemperie: el habla de la memoria, la palabra hecha de amor, la palabra concebida como amistad, la palabra hecha de música, la palabra como recordatorio de un sueño. Nada sucedió en su vida que no tuviera alguna otra razón que el encuentro, el diálogo con la fraternidad, la razón última de los seres que se reúnen en conversación discrepante y armónica frente a la intemperie para abrigarse unos a otros con la última y primera necesidad y causa de la palabra: la dignidad. Espero que la conversación con estos poemas sea también para los lectores cómplices una prenda de abrigo."

Santos Domínguez

20 noviembre 2019

Unamuno. Convencer hasta la muerte



Colette y Jean-Claude Rabaté. 
Miguel de Unamuno (1864-1936).
Convencer hasta la muerte. 
Galaxia Gutenberg. Barcelona, 2019.


“Yo, a veces, no puedo romper la leyenda que han tejido alrededor de mí”, escribía Unamuno en 1936, al final de una vida que han estudiado pormenorizadamente los hispanistas Colette y Jean Claude Rabaté en el monumental Miguel de Unamuno (1864-1936), que publica Galaxia Gutenberg

Este ensayo es una reelaboración, actualizada con nuevos datos, de la biografía que los mismos autores publicaron en Taurus hace diez años, un texto de referencia en los estudios unamunianos. 

El subtítulo, Convencer hasta la muerte, alude al incidente del 12 de octubre con Millán Astray en el paraninfo de la Universidad de Salamanca. 

“Vencer no es convencer”, dijo Unamuno frente a quien gritaba “Viva la muerte.” “Vencer y convencer” anotó en la tercera línea de esas notas apresuradas y escritas con lápiz que sirvieron de guión para su improvisada intervención en aquel acto.



Y con la evocación de la tarde de aquel día comienza el prólogo: 

Salamanca, 12 de octubre de 1936, por la tarde 

Miguel de Unamuno, sentado como siempre en «el sillón frailero» de su cuarto de estudio, rodeado de sus libros, vuelve a pensar en los acontecimientos terribles que acaba de vivir. A pesar de la presencia de Miguelín y de sus dos hijos, Rafael y Felisa, se siente solo, abandonado y sobre todo vencido... vencido después de su último combate por la razón y la paz... No puede olvidar el aciago acto del paraninfo en que oyó los aullidos contra la anti-España, los vivas a la muerte y mueras a los intelectuales traidores; no puede olvidar los abucheos y amenazas de un público excitado y hostil cuando se dirigió a Millán Astray para decirle que vencerán la fuerza brutal, el odio y el resentimiento, pero no convencerán y no llegará la paz, sino la victoria; no puede olvidar los insultos y gritos de odio de unos socios del casino que lo rechazaron como si fuera un perro rabioso y un criminal. 
Hace varias semanas que ya sabe cuán inútil es su pluma para combatir por la compasión, la convivencia, la libre opinión y contra una irreprimible locura colectiva; en esta salvaje guerra incivil donde los hunos y los hotros están perdiendo toda humanidad, tiene miedo a quedar atrapado en el torbellino de odio y de resentimiento y solo puede confiar su dolor y su desengaño a sus «hijos de papel»... Ya entiende que la guerra civil de su niñez era un sueño y que no habrá paz en la guerra. 
Hoy le han quitado brutalmente el derecho a expresarse públicamente. 

A través de sus libros y sus diarios, de sus artículos y su epistolario, Colette y Jean Claude Rabaté proponen un recorrido por la biografía paradójica y los textos de un Unamuno complejo y controvertido, polémico y contradictorio, inconformista y crítico, entusiasta y decepcionado, en debate constante contra esto y aquello, en conflicto con la realidad y consigo mismo, con el telón de fondo de la política y la cultura en una España no menos problemática. 

Entre lo privado y lo público, entre el ámbito familiar y el político, entre los debates ideológicos y el conflicto existencial, entre la actividad académica y la escritura plural de Unamuno, este espléndido ensayo se remonta a los recuerdos de niñez y mocedad del colegial soñador y el adolescente atormentado que sufrió las primeras crisis interiores, a la imagen del estudiante que descubrió en Madrid un nuevo mundo; reconstruye los años bilbaínos, el vía crucis de cinco años de oposiciones a cátedras de Instituto o de Universidad, su posición cambiante ante el polémico tema vasco, su instalación en Salamanca y su fama creciente de catedrático rebelde y socialista en la Universidad, su crisis de conciencia política, el quehacer del escritor y su búsqueda de fama literaria, su polémico rectorado heterodoxo, su compromiso político y su apostolado ideológico, sus andanzas y meditaciones por tierras de España, su destitución como rector, su posición de aliadófilo en la Primera Guerra Mundial, su posicionamiento contra la monarquía de Alfonso XIII y contra la guerra de Marruecos, su enfrentamiento a la dictadura de Primo de Rivera, su destierro en Fuerteventura, su exilio en París, su conflictiva relación con la Segunda República, su soledad en las Cortes y su mirada a la guerra civil, de la que fue una víctima más, confinado en su casa de la calle de Bordadores y expatriado en su patria hasta su muerte el 31 de diciembre de 1936, su entierro con exequias falangistas y gritos de '¡Unamuno, presente!'

El conjunto completa brillantemente “el relato de una vida tan apasionante como fecunda" y reivindica "la permanencia y la sorprendente actualidad de su voz, más que nunca en los años agitados que vivimos. Nos enseña que, a pesar de los errores y vacilaciones, accesos de ira y remordimientos propios de cualquier ser humano, Miguel de Unamuno ha conseguido vencer a la Esfinge y colmar su anhelo de «sembrar semillas de eternidad», ya presente desde los años de niñez y mocedad bilbaínos.”

Santos Domínguez

18 noviembre 2019

Herbario de sombras


José María Jurado García-Posada.
Herbario de sombras.
Los papeles del sitio. Sevilla, 2019.

“Contemplo mansamente la belleza que expira / y cifro mi destino en su destino”, escribe José María Jurado en Magnolia, uno de los espléndidos poemas de 'Invernadero', la segunda de las cinco partes en las que organiza su Herbario de sombras, admirablemente editado en la elzeviriana tipografía Zenobia por la sevillana Los papeles del sitio.

“La clave no está solo en la armonía, / la sobriedad, la nitidez, la inteligencia”, dice el poeta en otro momento. Y es que como en Goethe, uno de sus referentes, poesía y verdad confluyen en estos poemas y se funden machadianamente en unas pocas palabras verdaderas.

Unas pocas palabras verdaderas que se impongan al rigor del tiempo y del olvido, a la destrucción y a la sombra. Lo explica la Acotación inicial:

“La poesía aspira a preservar el instante, aunque a veces escoja para ello un procedimiento inadecuado: no se debe cortar la rosa del rosal del presente.
Sobre el papel de estraza del libro de poemas languidecen los frágiles pétalos de las epifanías, apenas una huella remota de lo que fuera tiempo y belleza.
Y, así, entre los inciertos anaqueles de la vida, vamos acumulando pliegos para un herbario de sombras.”

Porque, además de su honda belleza, estos poemas dejan en el lector una viva impresión de emoción y de verdad. Es la emoción que produce la palabra creadora del taumaturgo que transmuta la realidad y la transforma en alta poesía, siempre a medio camino entre lo elegíaco y lo hímnico, en una escritura que “sigue ordenando el mundo.”

Ordenando el mundo con la literatura de 'El mundo de ayer', con las flores barrocas y fugaces de 'Invernadero', con la música de 'Las voces de la tribu', con el canto ligero que se proyecta sobre el alma y la noche, sobre el bosque y la luna, sobre la flor y el pájaro para acompañar un viaje de invierno hacia la muerte en las 'Diez canciones alemanas', o sobre el pasado que vuelve en 'Cerrar una casa', la sección que cierra el libro y lo conecta con el anterior,  Gusanos de seda, a través del poema que da título a esta quinta parte o de textos de sobrecogedora emoción como 'Cementerio de Escurial' o 'Al tercer año':

Es el año tercero de tu muerte
y aún la primavera me amenaza
con su exceso de rosas y gusanos.

Y sobre la conciencia del tiempo y de la muerte, sobre las hojas caídas en un paisaje próximo y desolado se impone la afirmación de la vida: 

Porque vas a morir abrázate a la vida 
y mírala a los ojos, cara a cara.

Santos Domínguez