9/11/22

El universo como una obra de arte

 

William K. Mahony.
El universo como una obra de arte. 
Una introducción a la imaginación religiosa védica.
Traducción de Óscar Figueroa. 
Atalanta. Gerona, 2022.

“Este libro es una introducción a la tradición religiosa védica de la India antigua y clásica, una tradición que ha logrado mantenerse de diversas maneras como el fundamento de buena parte de la espiritualidad india a lo largo de más de tres mil quinientos años. Los planteamientos de las páginas siguientes prestan particular atención a las ideas védicas sobre la naturaleza de la divinidad y su relación con los mundos natural y humano; la cosmología y la metafísica védicas; la naturaleza de la revelación, su mecanismo y su relación con la poesía y otras formas de expresión; la estructura y el propósito del quehacer ritual y de otros tipos de actividad sagrada; la práctica de la meditación y su función. Reflexionar sobre estos temas conlleva, desde luego, la exposición de otras ideas y aspiraciones védicas afines: el lazo entre liturgia y contemplación; la relación que guardan el alma y la realidad última; el anhelo y la experiencia de trascendencia, libertad e inmortalidad” escribe William K. Mahony en el Prefacio de El universo como una obra de arte, que publica Atalanta con traducción de Óscar Figueroa.

Planteado como una introducción a la imaginación religiosa védica, como indica el subtítulo, es un recorrido por 3500 años de una rica tradición espiritual que está en la raíz del hinduismo. 

William K. Mahony, profesor de estudios religiosos en Carolina del Norte, aborda aquí las claves de la religión védica a partir de la idea central del orden y la armonía universales y de sus representaciones rituales, mitológicas y literarias.

En esas representaciones del orden del universo como obra de arte desempeñan un papel decisivo la imaginación y el lenguaje, la liturgia y la contemplación, la meditación y la naturaleza. Los Veda aparecen así como una forma de conocimiento sagrado visionario, porque “para los poetas visionarios védicos, el mundo es -o podría ser- una totalidad integrada, una estructura unificada y una dinámica esencial en la que no hay distancias insalvables que separen los planos divino, natural y humano. A sus ojos, el mundo sagrado es una totalidad incluyente en la que todas las cosas existen en un conjunto interconectado: es un universo sin fisuras, no un multiverso fragmentado.
Los cantos recitados por los bardos y poetas védicos contienen numerosas metáforas que representan este principio integral, este fundamento esencial del que surgen todas las cosas y sobre el que descansa el universo.”

Y todas esas claves se estudian en los seis capítulos del libro: desde la concepción de los dioses como artistas creadores y el poder formativo de la voz, la palabra y imaginación divinas en la creatividad cósmica hasta el poder liberador de la imaginación contemplativa del vidente interior. 

El arte de la imaginación verbal del poeta como ser semidivino y visionario o la función del sacerdote védico como artista que representa el drama universal, en el que todas las cosas desempeñan un papel, con su imaginación litúrgica, son el eje de los dos capítulos centrales. 

El poeta y el sacerdote, dotados de imaginación visionaria o creativa, son los mejores exponentes de las diversas funciones religiosas de la imaginación. Imaginación que se proyecta en el ejercicio de revelación de una realidad regida por el orden artístico del universo, por su expresión como imagen creadora, por la armonía interior y exterior, por los vínculos universales entre el ser y el no ser, por el arte imaginativo de la creación.

Mahony indaga en esos capítulos en el poder del lenguaje revelado en los once mil versos en sánscrito de los himnos védicos, en la alianza creativa del poeta visionario con la divinidad o en la naturaleza constructiva de la poesía como forma de visión y de revelación en la oscuridad; en el papel del sacrificio, las ofrendas y la liturgia de los ritos védicos como representaciones escénicas de la imaginación creadora o en la importancia de la recitación, porque “de acuerdo con la tradición védica, no basta con afirmar la verdad; es necesario recitarla.”
 
La experiencia religiosa védica culmina en el reconocimiento interior de lo sagrado, en el poder liberador de la imaginación contemplativa, en el proceso que se produce en el vidente interior, el que se retrae sobre sí mismo en la meditación y recoge su mente en el corazón para asumir las enseñanzas recogidas en las Upanisad, el último nivel del canon védico. El poder emancipador de la meditación conduce, por medio de la visión interior, “al reconocimiento de la naturaleza eterna del Absoluto y, por tanto, a la liberación completa de los ciclos de la existencia”, porque como se dice en uno de los Atharvaveda

Quien conoce al Ser como inmortal, autoexistente, sabio, 
rebosante de fresca savia, pleno, libre del deseo; 
quien conoce a ese Ser siempre jovial, sabio, imperecedero, 
deja de sentir temor por la muerte.

Santos Domínguez