8/6/22

Julien Gracq. Nudos de vida




Julien Gracq.
Nudos de vida.
Traducción de Lluís Maria Todó.
Ediciones del Subsuelo. Barcelona, 2022.

“¿Por qué no admitir que la poesía también tiene con sus lectores más fervientes algunos fiascos, esos momentos de perfecta atonía en los que el poema resbala sin morder nada en la superficie de la mente desensibilizada, cuando los versos más queridos vienen a chocar con la puerta de la memoria sin que se encienda la chispa, cuando el dedo, sin que se despierte ningún hormigueo, toca el cable de repente inexplicablemente desconectado? ¿Por qué no admitir que la poesía más hechizante, la más segura de su poder, solo pone en forma a sus amantes… una vez de tanto en tanto?”, escribe Julien Gracq (1910-2007) en una de las notas que forman parte de los inéditos que se reúnen en el volumen Nudos de vida, que publica Ediciones del Subsuelo con una estupenda traducción de Lluís Maria Todó.

Organizados en cuatro capítulos (‘Caminos y calles’, ‘Instantes’, ‘Leer’ y ‘Escribir’), estos textos forman un conjunto descubierto en la sección de manuscritos de la Biblioteca Nacional de Francia que, como señala en el prólogo su editora Bernhild Boie, “nos ofrece la maravillosa sorpresa de recuperar una escritura que nos permite ver, sentir y pensar. Una prosa poética luminosa que, paseando por caminos y carreteras, hace surgir paisajes con todo lo que implican de presencia inmediata, recuerdos, historias, mitos y cuentos de hadas.”

Textos breves, pero de intensa capacidad iluminadora, en los que la mirada honda, aguda y a veces ácida de Gracq profundiza con libertad y lucidez en la historia y la geografía, en acontecimientos y paisajes, en escritores y ciudades con atención reflexiva y afilada perspicacia crítica. Como este:

Lo que ha desaparecido del horizonte de cierta crítica es el lector atrapado en el hilo de la lectura, el lector emocionado y en movimiento, deseando, exigiendo, captando, esperando. La lectura que propone la crítica es la paradoja de una lectura detenida, inmovilizada: un campo de investigación, como dice ella, es decir, la sustitución del viaje por el mapa de carreteras.

Su depurada escritura revela la consistencia intelectual y literaria de un autor inconformista y visionario, dueño de una espléndida prosa que brilla en estas notas  sin fecha, pero probablemente escritas entre los años sesenta y los ochenta.

Notas que recogen impresiones de lectura y reflexiones sobre la escritura, memoria personal y recuerdos de viajes, alusiones al paso del tiempo o descripciones de la naturaleza como esta:

Hace un día de fin de invierno claro y frío, de ese azul metálico y brillante de zinc nuevo que se ve en el cielo de las últimas heladas cuando los días ya se alargan; la sequedad de ese frío es tónica e hilarante. Me cruzó, no sé por qué, el deseo de ser transportado a las puntas de Bretaña, en el río de viento ácido, corrugador, que decapa las casitas blancas, en la costa salivosa y azotada, hacia el mar que en cada incisura se hace grumoso y sube como la nieve de los huevos batidos. Allí donde los soles de la mañana, que adoré, son más nuevos, más blancos, más gredosos que en otros lugares; en el país del mundo rejuvenecido, porque parece salir de la espuma a cada alba.

Así resume Bernhild Boie el contenido de estos Nudos de vida: “hay también en estos textos una palabra lúcida, a la escucha del mundo tal como va. Comentarios burlones, a veces irónicos, sobre la república de las letras y sus costumbres. Un pensamiento sereno que, sin nostalgia ni lamentaciones, deja al desnudo las certidumbres efímeras y las frágiles convicciones de la sociedad moderna y de la escena política.
Una crítica perspicaz, precisa, plenamente conectada con su época, pero también y sobre todo adelantada a la nuestra, cosa que confiere a algunos de estos fragmentos un tono casi profético.”

Santos Domínguez