Ada Salas.
Descendimiento.
Pre-Textos. Valencia, 2019.
El tiempo es la raíz
del sufrimiento.
Y es amarga y largo
su sabor. Y siempre sobrevive a
lo que se va. Una lámina
roja un resto
que hace lija la lengua.
Y ahora preguntamos
quién
nos hizo personajes de este drama. Un poco
de piedad. El canto de algún mirlo el sol
de Galilea.
Con ese poema cierra Ada Salas su Descendimiento, que publica Pre-Textos.
Con el fondo iconográfico de la tabla flamenca de Rogier van der Weiden que se conserva en el Museo del Prado, Descendimiento es un espléndido conjunto en el que conviven la pintura, la poesía y la música.
Más allá del impulso descriptivo de la intensa écfrasis que constituye la primera parte y de la construcción musical de su segunda parte, un espléndido oratorio barroco que sigue el modelo de las cantatas de Bach y de la música coral de Haendel, Descendimiento convoca música, palabra e imagen para vestir un luto emocional, para llorar la pérdida y enterrar un cadáver:
Ser yo ese cadáver.
Un descendimiento que acaba siendo un descenso personal y proyectando sus emociones en la tabla y en sus personajes dolientes y ensimismados: Nicodemo, la Virgen, María Magdalena, Jesús, José de Arimatea, María Salomé y María Cleofás.
Porque el cuadro es aquí motor y espejo, proyección sentimental e interlocución en los versos afligidos y aflictivos que construyen una poesía reflexiva y visionaria, un poema coral en el que hablan los personajes del cuadro y reflejan el desgarro existencial que está en la raíz de este libro:
Lo que pintó Van der Weyden
es
la verdad de la muerte.
Y no el lamento. El acto. El acto
de morir
el acto
de sufrir
Santos Domínguez