3/12/18

Poe. Ensayos completos I


Edgar Allan Poe.
Ensayos completos I.
Traducción de Antonio Rivero Taravillo.
Prólogo de Fernando Iwasaki. 
Páginas de Espuma. Madrid, 2018.

Diez años después de la memorable edición comentada de los Cuentos completos de Poe en Páginas de Espuma, la misma editorial acomete el proyecto de editar por primera vez en español sus ensayos completos en tres volúmenes que se irán publicando entre este año y 2020. 

Así explica el traductor de los ensayos, Antonio Rivero Taravillo, el plan editorial: “Esta edición constará de tres volúmenes. El primero incluye los textos sobre teoría poética, las reseñas de autores británicos y continentales y algunos otros escritos misceláneos, entre los que se cuentan sabrosas páginas sobre el papel de la crítica y su deontología. Quedan, pues, para los dos tomos siguientes las reseñas de autores americanos y los escritos sobre aquella literatura, más semblanzas de muchos escritores de su época y algunos textos más, entre los cuales se hallan aforismos y escolios.” El conjunto -añade- será “la panorámica más exhaustiva de la prosa crítica y ensayística de Poe, un escritor al que conviene como a pocos el calificativo de genio.”

Este primer volumen va precedido de dos prólogos: uno -‘La solemne indiferencia hacia el insulto’- de Fernando Iwasaki, que ha ordenado además cronológicamente las reseñas para ponerlas en paralelo en un cuadro con la obra de creación de Poe y otro -‘Poe, ensayista’- en el que su traductor, Antonio Rivero Taravillo, destaca que en estos ensayos “asombra el conocimiento enciclopédico de Poe, sus vastas lecturas, sus afilados juicios.”

Ensayos, reseñas y reflexiones que Poe elaboró con conciencia creativa y con un análisis del método y los mecanismos poéticos tan riguroso que desmiente la imagen irracionalista de un Poe que defiende en estos escritos la idea de la poesía como efecto, del poema como objeto rítmico que se trabaja como una partitura y se proyecta en la magia musical del ritmo enumerativo y de la concatenación.

Así lo explicaba en El principio poético, que se publicó en octubre de 1850 y que es uno de los cuatro ensayos de teoría poética con los que se abre este volumen:

Yo definiría la poesía, en resumen, como la creación rítmica de la belleza. Su único árbitro es el gusto. Con el intelecto o con la conciencia, solo tiene relaciones colaterales. A menos que, dicho sea de paso, no tenga nada que ver con el deber o con la verdad. 

Unas palabras, sin embargo, a modo de explicación. Ese placer que es a la vez el más puro, el más sublime y el más elevado, deriva, sostengo, de la contemplación de la belleza. Solo en la contemplación de la belleza nos es posible alcanzar esa placentera elevación o emoción del alma, que reconocemos como el sentimiento poético y que tan fácil se distingue de la verdad, que es la satisfacción de la razón; o de la pasión, que es la emoción del corazón. Yo hago de la belleza, por tanto -usando la palabra de modo que esta incluya lo sublime- hago de la belleza el ámbito del poema.

En Filosofía de la composición explicó meticulosamente el proceso de construcción de su poema El cuervo; hizo un asombroso análisis del ritmo y las secuencias métricas en La lógica del verso; defendió la intensidad del poema breve y la imposibilidad del poema largo –el grado de emoción que autorizaría que un poema llegue a ser llamado así no puede sostenerse a lo largo de una composición muy extensa- en El principio poético.

En estos ensayos de teoría poética se origina una cadena crítica que tuvo una decisiva influencia -más por la teoría que por la práctica- en la configuración de la poesía contemporánea, que arranca de una corriente simbolista que tuvo en Poe a su profeta y que está en la raíz de la teoría y la práctica poética de Baudelaire, Mallarmé y Valéry. 

Pero además de teórico de la poesía, “Poe es un crítico  -escribe Rivero Taravillo en su prólogo-que a veces parece excederse en las loas, sobre todo de autores que hoy resultan poco menos que perfectos desconocidos, pero igualmente es bien capaz de ser de mí una en sus censuras y reproches. /.../ Sin embargo, predomina en él una independencia de criterio inusual y un conocimiento hondo aliado a una intuición casi infalible que no están al alcance de todos. Maravilla ver a una inteligencia crítica como la suya enfrentarse a obras que hoy son clásicas justo en el momento en que esas obras aparecieron por primera vez, ya sea en la forma de novelas por entregas, ya como libros cerrados en su forma definitiva.”

La segunda parte incorpora diversas reseñas de obras de Coleridge, Elizabeth Barrett Browning, Eurípides, Hazlitt, Defoe o Dickens, a quien admiró sin reservas: El arte de Dickens, aunque elaborado y grande, parece solo una feliz modificación de la Naturaleza. /.../ A través del genio, Dickens ha perfeccionado un nivel a partir del cual el arte derivará su esencia, mediante determinadas reglas.

Los papeles póstumos del Club Pickwick, El reloj de maese Humphrey, La tienda de antigüedades y sobre todo Barnaby Rudge son objeto del análisis de Poe en varios artículos de una enorme lucidez, ejemplos modélicos de lo que debe ser una reseña. 

“En cada línea de estos ensayos de Edgar Allan Poe -afirma Fernando Iwasaki en su prólogo- arde una pasión enfermiza por leer y escribir como si no existiera un mañana. Este volumen atesora las reseñas peor pagadas de la historia de la crítica literaria, pero Poe se las arregló para convertir la calderilla en oro.”

Santos Domínguez