Paul Valéry.
Narciso.
Edición de Pedro Gandía.
Hermida Editores. Madrid, 2017.
‘Paul Valéry o el artista en su reflejo’ titula Pedro Gandía el espléndido prólogo con el que presenta su traducción de Narciso en la edición bilingüe que publica Hermida Editores.
Esa introducción hace un recorrido por la presencia fecunda en la literatura del mito de Narciso y de su muerte ahogado, por la simbología moral y cósmica de un mito que Valéry evocó e invocó repetidamente en su poesía durante más de medio siglo: desde Narciso habla (1890) a la Cantata del Narciso (1941), pasando por los Fragmentos del Narciso (1919-1923).
Y es que -señala Pedro Gandía- “como ninguna otra obra del autor, los versos que Valéry compone con la temática de la muerte de Narciso reflejan el desarrollo de sus teorías poéticas y demuestran que un poema nunca se termina salvo por accidente.”
El reflejo en el agua, el espejo como imagen de la reflexión sobre la propia identidad, la soledad como condena y como salvación convierten el mito de Narciso en símbolo de la meditación sobre la poesía, sobre la conciencia y la vida y sobre sí mismo:
¿Sabe este cuerpo puro que puede seducirme?
¿Con qué profundidad sueñas tú instruirme,
Habitante abismal, huésped tan especioso
De un cielo oscuro abajo, lanzado de los cielos?
Como en El cementerio marino, un meditado sistema de correspondencias y contrastes desarrolla la tensión sostenida entre contrarios: el fondo y la forma, el tiempo y la eternidad, la tierra y el cielo, el cuerpo y el alma, el ser y la nada.
¡Ay, cuerpo miserable, es el tiempo de unirse!...
Inclínate... Y bésate. ¡Tiembla en todo tu ser!
El inasible amor que tú me prometiste
Pasa y, en un temblor, quiebra a Narciso y huye ...
Santos Domínguez