21/9/16

Los últimos días de Adelaida García Morales


Elvira Navarro.
Los últimos días 
de Adelaida García Morales.
Literatura Random House. Barcelona, 2016.

“Adelaida arrastraba una leyenda de mujer muy rara, complicada, misteriosa, secreta, hipertímida, delicadísima, melancólica, depresiva, autodestructiva, escurridiza y un montón de cosas más, y había muchas zonas oscuras en su biografía.”

Con ese torrente de adjetivos explicaba Luis Alegre en un podcast –“La necrológica de Adelaida García Morales”- la personalidad opaca de la autora de El Sur o El laberinto de las sirenas, a los pocos días de su muerte.

Ese texto se reproduce en el epílogo de Los últimos días de Adelaida García Morales, el libro de Elvira Navarro que publica Literatura Random House cuando se cumplen dos años de su desaparición.

En ese podcast se cuenta por primera vez la anécdota de la que surge este libro: Adelaida García Morales va a solicitar a una delegación municipal una ayuda de 50 euros para poder ir en autobús a Madrid a visitar a su hijo y para quedarse una noche en una pensión.

Justamente con esa visita comienza la novela: 

Una mujer se presenta en el despacho de la concejala. Es un cuarto desabrido, con tres ceniceros sobre una repisa de obra y varias estanterías atiborradas de cartapacios y libros cuyo tema es el propio municipio, hoy convertido en una ciudad dormitorio. Hay desde publicaciones del cronista local hasta un volumen de leyendas comarcales, pasando por un poemario infantil de una maestra jubilada que cuenta cómo los Reyes Magos llegan al pueblo para alegrar el árbol de Navidad de los hogares humildes.
La mujer que tiene ahora delante parece una pobre. No va sucia, pero algo en ella luce largamente descuidado, como la fachada de un edificio cuya pintura se deja caer. Se adivina que los moradores de esa finca aún tratan de convertir su interior en un hogar, aunque también puede colegirse, por el temblor de las luces que vierten las ventanas, que alguno se mete en la cama sin calefacción y sin cena.
A la concejala, en su mesa sobria y pintada muchas veces del mismo color marrón (las capas de pintura desprendida trazan discretas gargantas en cuyos pliegues va acumulándose el polvo), le abruman las pilas de papeles colocadas a su izquierda y derecha. Se lleva una mano a la frente antes de dirigirse a esa señora de aspecto descompuesto.
—¿Qué desea?
—Soy Adelaida García Morales.

Las cosas no fueron exactamente así, aunque el fondo del asunto no varió mucho. Convertida casi en uno de esos personajes aislados y misteriosos que habitan sus novelas, aquella mujer descuidada y obesa, irreconocible si se la compara con las delicadas formas de su juventud, moriría unos días después, el 22 de septiembre de 2014, en Dos Hermanas, sin poder haber hecho ese viaje para el que solicitaba aquella ayuda.

En torno a su figura misteriosa y desquiciada se organizan Los últimos días de Adelaida García Morales, una obra de ficción eficaz y verosímil, no una crónica biográfica, que Elvira Navarro articula narrativamente en torno a dos ejes: la concejala que la recibe en su despacho y la realizadora de un documental que convoca a tres personajes -tres testigos no cercanos,  sino periféricos- que la conocieron: la madre de un compañero de colegio de su hijo, el psiquiatra que la atendió en su centro de salud y una amiga de la infancia.

Santos Domínguez