Norma Sturniolo.
Gustav Mahler.
Un piano olvidado.
Paladares de Cordelia. Madrid, 2015.
El 18 de mayo de 2011 fue un jueves tormentoso en Viena. En la Ópera se representaba con éxito la Elektra de Strauss y aquella noche, a las once y cinco, moría Gustav Mahler. Le faltaba poco más de un mes para cumplir 51 años y sobre su tumba sólo quería una lápida con su nombre. Sin más. "El que venga a verme sabrá quién fui –decía-. Y el resto no necesita saberlo."
Sabía que su tiempo era el futuro. Y lo vuelve a confirmar un libro como este Gustav Mahler. Un piano olvidado, que publica Norma Sturniolo en Reino de Cordelia.
Un libro primorosamente editado, iluminado con abundantes ilustraciones y rematado con la esquemática biografía esencial de un músico imprescindible, autor de una obra que probablemente es la más significativa e influyente de la música contemporánea.
Un libro que -señala su autora- no es un ensayo ni una biografía. La escritura de lo que viene a continuación empezó como un juego o quizás tuvo que ver con un sentimiento de gratitud. El origen remoto está en la escucha de las composiciones de Gustav Mahler, en la posterior lectura de libros sobre la creación mahleriana y, principalmente, en la lectura apasionada de biografías sobre el compositor.
Un acercamiento breve e intenso a las experiencias infantiles de Mahler que da respuesta a preguntas como estas, que enumera Norma Sturniolo en su prólogo: ¿Cómo fue su infancia? ¿Cómo era la sociedad en la que le tocó vivir? ¿Quiénes fueron sus padres, sus familiares, sus amigos? ¿Quiénes lo ayudaron en el desarrollo de su labor creativa y quiénes le pusieron obstáculos? ¿Quiénes fueron sus amigos? ¿Qué artistas influyeron en él?
Preguntas que tienen su raíz en esta otra: ¿Por qué Mahler me acompaña de una forma especial? y a las que responden estas páginas que recorren una serie de momentos cruciales de la infancia del músico, como el episodio del piano olvidado en un desván que da título al libro, y que marcaron su vida adulta: los desfiles de las bandas militares que impresionaron su niñez en Iglau, los cuentos infantiles de hadas, su relación con la naturaleza, el recuerdo de las canciones campesinas, un pequeño acordeón, las clases de piano o las tardes de lluvia.
A través de ciertos momentos de su infancia [que] se grabaron a fuego en mi memoria, explica Norma Sturniolo que Un piano olvidado es su manera de agradecer al héroe vulnerable y por eso humano que fue Mahler, su música fraternal.
Una música que es el producto de una vida en la que convivieron las luces y las sombras, la alegría y la tristeza en un claroscuro del que surge la parte más significativa de su obra desde que en su juventud en Praga decidió transformar en música la alegría y el dolor.
Santos Domínguez