Ernesto Calabuig.
Caminos anfibios.
Menoscuarto. Palencia, 2014.
Un domingo tranquilo y soleado de primavera, como en La condena de Kafka, comienza la acción de Caminos anfibios, el cuento que abre y da título al conjunto de trece relatos de Ernesto Calabuig que publica Menoscuarto.
Ese domingo es el punto de partida del diario de Marie Baumann, que en el cajón no es ya un ser inerte, es el corazón abultado y poderoso de un frío anfibio. Y como los caminos de ese cuento inicial, los textos del libro se mueven en un terreno de nadie y hablan de ritos de paso y tránsitos en los que los personajes llegan por sendas anfibias a lugares inesperados.
A caballo entre relatos largos como Del ahogarse en un vaso de agua o Nocturno del Ruhr y microrrelatos como Última instantánea, ese itinerario peligroso que los anfibios recorren instintivamente cada primavera se convierte en una metáfora que resume estos cuentos en los que los personajes afrontan un camino que les lleva de una realidad a otra; de una edad a otra; de un territorio a otro; de la vida a la muerte o del amor a la infidelidad.
Las relaciones de pareja, el tiempo y la memoria de unos personajes que buscan la noción de lugar en estos relatos de estructura abierta, anfibios también porque se mueven entre la vida y la literatura, entre la ficción y la autobiografía, entre la reflexión y el sentimiento, sólidos en su construcción y en su mirada hacia dentro y al mismo tiempo dotados de la levedad que les aportan las sugerencias y las elipsis de sus finales abiertos.
El aire alemán que recorre la atmósfera, los paisajes y los interiores de estos textos, densos y ligeros a un tiempo, acaba afectando también a su estilo denso e introspectivo, siempre absorbente para el lector.
La vida en unas líneas, como titula Ernesto Calabuig uno de los mejores relatos de estos Caminos anfibios.
Santos Domínguez