25/11/11

Brines. Ensayo de una despedida


Francisco Brines.
Ensayo de una despedida.
Poesía completa (1960-1997).

Fábula Tusquets. Barcelona, 2011.

Había una barcaza, con personajes torvos,
en la orilla dispuesta. La noche de la tierra,
sepultada.
Y más allá aquel barco, de luces mortecinas,
en donde se apiñaba, con fervor, aunque triste,
un gentío enlutado.
Enfrente, aquella bruma
cerrada bajo un cielo sin firmamento ya.
Y una barca esperando, y otras varadas.

Llegábamos exhaustos, con la carne tirante, algo seca.
Un aire inmóvil, con flecos de humedad,
flotaba en el lugar.
Todo estaba dispuesto.
La niebla, aún más cerrada,
exigía partir. Yo tenía los ojos velados por las lágrimas.
Dispusimos los remos desgastados
y como esclavos, mudos,
empujamos aquellas aguas negras.

Mi madre me miraba, muy fija, desde el barco,
en el viaje aquel de todos a la niebla.

Con ese poema cerraba en 1995 La última costa Francisco Brines (Oliva, 1932), una de las voces poéticas imprescindibles que en el último medio siglo ha ido creando una sólida poesía contemplativa marcada por un constante tono elegiaco matizado a veces con algún acento hímnico.

La soledad, la fugacidad de la vida, el sentido de la existencia constituyen ese centro espiritual, en el que hay un constante equilibrio entre lo físico y lo ético, lo que le ha hecho afirmar: El conjunto de mi obra es una extensa elegía.

Entre Las brasas y La última costa, con libros intermedios tan fundamentales como Insistencias en Luzbel o El otoño de las rosas, la reflexión sobre el tiempo constituye el eje temático de la poesía de Brines, que agrupó en 1997 su poesía completa bajo el título Ensayo de una despedida. Lo explicaba el poeta con estas palabras:

Cuando tuve que reunir mis libros en un volumen, el conjunto lo titulé Ensayo de una despedida, buscando en él su significación esencial. Se trata, por un lado, de la despedida de la vida, concepto que se nos hace presente cuando, ya muy pronto, tomamos conciencia de nuestro destino mortal. Por otro, esta despedida es también la conciencia de las sucesivas pérdidas en que consiste el vivir. Asistimos a un empobrecimiento sin pausa desde la adolescencia a la vejez. Empezamos por perder la inmortalidad y, después, la inocencia.

Planteada como forma de conocimiento y como lamento de las pérdidas, la poesía de Brines se levanta como una expresión depurada en el distanciamiento que supone la elaboración verbal de la materia existencial, en la sentimentalidad objetivada y en las sensaciones tamizadas por la inteligencia:

La poesía surge del mundo personal y de las obsesiones del poeta, pero yo no puedo escribir desde la plenitud ni desde el dolor, necesito un distanciamiento con respecto a la experiencia. La poesía desvela una visión del mundo, una cosmovisión de la vida como pérdida, que me ha concedido la poesía, y así surgen los poemas: del amor y de la pérdida, de la luz y de la sombra. La poesía, secretamente da a conocer aquello que está en uno y no se conoce y, además, es un retrato opaco del escritor.

Un retrato opaco que dibuja el contorno moral y biográfico de Brines, su mezcla de reflexión y pasión sobre el fondo de la luz y la sombra de la realidad. De esa lucidez y esa intensidad se alimenta su obra:

Estimo particularmente, como poeta y lector, aquella poesía que se ejercita con afán de conocimiento, y aquella que hace revivir la pasión por la vida. La primera nos hace más lúcidos, la segunda, más intensos.

Esta edición en formato de bolsillo en Fábula Tusquets reproduce la versión definitiva de 2006 de Ensayo de una despedida, en la que se añadió la sección Poemas excluidos (1985-2006).

Santos Domínguez