23/6/10

Harold Bloom. El canon del ensayo

Harold Bloom.
Ensayistas y profetas.
El canon del ensayo.
Traducción de Amelia Pérez de Villar.
Páginas de Espuma. Madrid, 2010.

Un ensayo sobre el ensayo. Lúcido y polémico, Harold Bloom traza en Ensayistas y profetas (Páginas de Espuma) un canon del ensayo en veinte capítulos. Veinte meditaciones sobre quienes hicieron de la meditación y el pensamiento el objeto de su literatura. Con precedentes en los profetas bíblicos, el género del ensayo, fundado y bautizado por Montaigne, tiene un componente sapiencial y visionario que Bloom rastrea en Pascal, Rousseau, Samuel Johnson, Kierkegaard, Emerson, Hazlitt, Nietzsche, Freud o Huxley. Hasta llegar a la problemática contemporaneidad del existencialismo de Sartre y Camus, el autor de El canon occidental dialoga con sus maestros en la crítica a través de veinte retratos en unas páginas por las que pasean otros nombres esenciales como Boswell, Carlyle o Thoreau.

Veinte retratos que son a la vez veinte análisis de un pensamiento múltiple que construye la modernidad: un Montaigne precursor de Hamlet, porque como él, cambia porque lee lo que escribe; un Pascal que simultaneaba su doble capacidad de ofender y edificar; Samuel Johnson, el mayor crítico de la historia cultural de Occidente, el prototipo del sabio; Rousseau y su sensibilidad atormentada en las Confesiones, eslabón entre Montaigne y Freud; Boswell, creador del modelo de biografía total con su Vida de Samuel Johnson; Hazlitt y su poética del poder a través del análisis de Shakespeare; Carlyle, que con sombrío optimismo dejó escrito que la historia es un texto ilegible; Emerson, un profeta literario que hizo de sí mismo el tema esencial de su obra; Kierkegaard, padre legítimo de Kafka; Thoreau, un Montaigne de todo lo que está fuera, un profeta del ecologismo; Ruskin, un crítico trágico e innovador a partes iguales; Walter Pater, solipsista y cándido defensor de la dignidad del arte; Nietzsche, que se dio cuenta de las implicaciones de la poesía en el conocimiento; Freud y su simplificación reduccionista en la interpretación de los sueños; un Huxley visionario, mejor ensayista que narrador; Sartre y su obsesión con la conciencia o el admirable moralista que fue Camus, heredero de una larga tradición racionalista.

Con esos nombres y su polémica lucidez crítica, Bloom compone un panorama significativo de la evolución del ensayo, de la variedad de enfoques que admite el género y de su determinante aportación para construir la mentalidad moderna y el análisis contemporáneo de la realidad.

Santos Domínguez