16/9/09

La sima


José María Merino.
La sima.
Seix Barral. Barcelona, 2009.

José Mª Merino funde en La sima, que publica Seix Barral, memoria y narración, presente y evocación en busca de la identidad propia y colectiva, de la memoria histórica sobre el fondo cainita y fratricida de las guerras civiles. Entre el día de Inocentes de 2005 y la mañana de Reyes de 2006, Fidel -el narrador/protagonista- vuelve al pueblo donde están sus raíces familiares para redactar su tesis sobre la primera guerra carlista. En esos días se superponen los recuerdos de la última guerra civil y lo que iba a ser una tesis acaba pareciéndose más a una novela. Una novela de ideas. Una novela de tesis, naturalmente, como afirma el irónico narrador en la última línea del libro.

Una leve trabazón argumental le sirve a José Mª Merino para hacer una reflexión honda y sostenida sobre el cainismo español y para escribir una novela sobre la concordia, la necesidad de la tolerancia y la justicia de la memoria histórica para cerrar las heridas abiertas y enterrar decentemente a los muertos.

Crítica comprometida del revisionismo y de las actitudes manipuladoras de la derecha, La sima es en el fondo una declaración de fe en la posibilidad de superar esa historia de enfrentamientos. Frente a la resignación fatalista del narrador sobre la larga historia de confrontaciones entre españoles, Merino, como Verástegui, el director de la tesis de Fidel, niega el cainismo como destino y cree en la posibilidad de superar esa atávica tendencia a la confrontación violenta.

La tesis sobre las guerras carlistas finalmente no se escribe, pero el proyecto da lugar a que el protagonista reconstruya su propia memoria y rememore sus recuerdos personales y familiares y su historia amorosa sobre el fondo de un paisaje familiar dotado de alto contenido simbólico, un paisaje marcado por dos claves reales y metafóricas: la sima de la represión y la niebla del olvido.

De esa manera se aborda una larga historia de simas desde Atapuerca hasta hoy, pasando por otras guerras civiles como la que duró ocho siglos y a la que la propaganda de los vencedores llamó Reconquista.

Porque para José Mª Merino escribir es una forma de conocer y los personajes y los lugares funcionan a la vez como realidad y como representación, más allá de la dimensión individual y de las circunstancias concretas de la trama, la materia narrativa articula una reflexión sobre la realidad del presente y el pasado, de modo que la historia personal o familiar es contrapunto y reflejo de una realidad más amplia.

Santos Domínguez