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01 noviembre 2019

Antonio Gamoneda. Esta luz. Volumen 2



Antonio Gamoneda.
Esta luz.
Poesía reunida.
Volumen 2  (1995, 2005-2019)
Galaxia Gutenberg. Barcelona, 2019.

'El tiempo lee'. Así titula Miguel Casado el epílogo que ha escrito para cerrar el segundo tomo de Esta luz, la Poesía reunida de Antonio Gamoneda que se suma al volumen ya publicado hace quince años en esta misma colección de Galaxia Gutenberg . 

Este segundo volumen recupera el Libro de los venenos y lo incorpora a la edición de la poesía reunida. Además añade toda la poesía escrita por el autor desde 2004, revisada y reescrita, y añade el inédito Las venas comunales y tres poemas últimos.

Toda la poesía escrita desde 2004 tiene su embrión en la última parte de Arden las pérdidas (2003), como señala Miguel Casado en el epílogo, donde explica el proceso de crecimiento, cambio y continuidad de la poesía de Gamoneda: 

El tiempo lee poemas, sí, y la obra de Gamoneda no ha cesado de moverse a través de él: hacia adelante, construyendo un texto consistente y trabado; hacia atrás, y en todas las direcciones, porque la energía de su escritura no ha cesado de preguntarse acerca de sí misma, sin asumir nunca que estuviera fijada, terminada, sino ofreciéndose como un espacio móvil y sensible, abierto aún al margen de la distancia temporal que exista. 

Integran este volumen, además del Libro de los venenos, cuatro libros -Canción errónea, La prisión transparente, No sé y Las venas comunales- a los que se suman nuevas ‘Mudanzas’ que reescriben textos ajenos traducidos por él o por otros y reelaborados hasta convertirlos en textos propios. 

Canción errónea es una reunión de temas y una síntesis de actitudes de la última etapa poética de Gamoneda: la vida entre dos sombras, sin miedo ni esperanza, el amor, el tiempo y la muerte, la denuncia de la injusticia, el diálogo con pintores, poetas y escultores son algunas de las claves de este libro, que en el pórtico hace esta enumeración de conceptos y contenidos:

Luz, Otras luces, Límites, Imposibilidades, Insistencias, 
Contradicciones, Fiestas fúnebres, Causas ciegas, 
Extravíos, Causas lingüísticas, Indiferencia, 
Negaciones, Olvido, Ira, Agonía, Madera, 
Poemas con nombre, Pérdidas

Es, en palabras de Gamoneda, "una relación que me parece aplicable a los que son contenidos de Canción errónea, que van a darse inadvertidamente dispersos o contiguos." 

Entre la luz y la oscuridad, entre el olvido y la memoria, entre la elegía y la celebración matizada de desesperanza, entre la indiferencia y la ira, Canción errónea es una manifestación de la densidad poética de Antonio Gamoneda, que reunió algunos de sus poemas menos elípticos y más directamente confesionales en este libro, en el que se perfilan las líneas estilísticas y temáticas de la poesía posterior, recogida en este segundo volumen. 

Exentos de título y no sometidos a ningún criterio de organización, de uno de ellos son estas estrofas finales, que resumen el tono y los temas fundamentales del libro:

Amo este cuerpo viejo y la sustancia
de su miseria clínica.
El olvido
disuelve la materia pensativa
ante los grandes vidrios
de la mentira.
Ya
todo está dirimido.

No hay causa en mí. En mí no hay
más que cansancio y
un antiguo extravío:
ir
de la inexistencia
a la inexistencia.
Es
un sueño.
Un sueño vacío.

Pero sucede.
Yo amo
todo cuanto he creído
viviente en mí.
Amé las manos
grandes de mi madre y
aquel metal antiguo
de sus ojos y aquel
cansancio lleno de luz
y de frío.

Desprecio
la eternidad.
He vivido
y no sé por qué.
Ahora
he de amar mi propia muerte
y no sé morir.

Qué equívoco. 

Con la serenidad que otorgan la indiferencia y la conciencia de la pérdida, con dudas y con contradicciones que son señales de vida, Gamoneda asume su “ser para no ser” en textos memorables como este:

Un desconocido habita en mí. Agoniza y, para agonizar, utiliza mi corazón. 
Pienso en mi padre enloquecido por la visión de frutos muy frescos, pienso en el amor y en la morfina. No. No es mi padre. Pero, entonces, ¿quién agoniza en mí? 
Cabe que yo mismo sea el desconocido y que mi corazón no sea mío aunque yo ponga en él sus latidos. Cabe. 
En realidad no hay problema. En cualquier caso, yo voy a ser, ya estoy siendo, huérfano de mí mismo. 

La prisión transparente es un largo poema que se abría con estas palabras: “Estoy cansado.” Y se cerraba con estos dos versos: 

Estoy 
muy cansado.

Ese primer poema abre una serie poética de la que forma parte también No sé, que apareció en su primera edición con La prisión transparente, con la que presenta una evidente homogeneidad tonalidad. En ambos títulos se aborda el carácter transitorio de la vida desde lo que Gamoneda definió como “posibilidades poéticas de un lenguaje extraviado.” 

No sé era la frase que se iba repitiendo para articular, entre el extravío y la fabulación, La prisión transparente, una metáfora que resume la mirada del poeta sobre sí mismo:

Yo soy 
la prisión transparente.

En este volumen se publica la cuarta versión de un poema en el que lo sombrío, la desolación, las preguntas inútiles y las contradicciones de la “certidumbre vacía” marcan el sentido de una aproximación insegura a la realidad del mundo y de la propia conciencia, que va y viene del recuerdo al olvido, de la fugacidad del ser a la eternidad del no ser, del saber al no saber. 

Un no saber que se convierte en el eje del segundo libro -No sé-, cuyas palabras despojadas, entre lo interrogativo y la negación, tienen mucho de despedida. A través de una sucesión de potentes imágenes visionarias sobre la disolución de la identidad en el tiempo, sus versos proyectan una mirada sobre los residuos y los restos del ser y la memoria. Una despedida que se cierra así: 

No 
digo más. 
Estoy 
olvidando. 

En palabras del propio Gamoneda, Las venas comunales [2015-2019] es  su “libro más retrasadamente inédito” y contiene, como explica en el Aviso inicial “una manifestación, más explícita que otras mías, de solidaridad social, aunque lo será, creo, relativamente fuera de las «costumbres» que caracterizan a la tendencia.”

De su tonalidad y su temperatura expresiva da buena muestra este comienzo de uno de los poemas: 

Nos vigilan subalternos políticos obedientes a presidencias blancas, estas asistidas por subsecretarios muy dóciles. Ah de las presidencias, ah de los subalternos y de los subsecretarios. Ah de los arpegios bursátiles y de los sodomitas eclesiásticos. 
       Ah de los ministerios engalanados con suicidas colgantes, 

ah 
de los inquilinos humanos. 

Pensándolo bien, ah de los viernes, 

y de las conjugaciones de plusvalía y llanto, y de los ancianos que se orinan con frecuencia, y de las multinacionales enfermas, y de mi abuela Clara, guarnicionera, viu­da llorando ante el gran panadero. Ah 

de los pensadores y de los párrocos.

Mudanzas II retoma y desarrolla la sección que con el mismo título cerraba la primera edición de la poesía reunida de Antonio Gamoneda en Esta luz, que publicó Galaxia Gutenberg en 2004. 

Se recogían allí un conjunto de textos escritos entre 1961 y 2003 que tenían como base poemas o textos ajenos -de Trakl, Mallarmé, Plinio o Dioscórides- asumidos para construir a partir de ellos un poema nuevo. 

Estas nuevas Mudanzas, compuestas entre 2004 y 2016, son un reconocimiento más de afinidades y analogías, una apropiación poética en la que Gamoneda tiene como modelo al poeta portugués Herberto Helder en un ejercicio de reescritura de textos ajenos como La siesta de un fauno, de Mallarmé, siete poemas de Georg Trakl, cinco cantos del rey Nezahualcóyotl, siete textos de Helder y diversas entradas Para un diccionario apócrifo de sustancias, venenos, phisiologías y aflicciones de Plinio, Dioscórides y otros.

Un ejercicio que ya había practicado brillantemente con Dioscórides y Andrés Laguna en el Libro de los venenos, que abre este segundo volumen, porque se descartó su inclusión en la edición de Esta luz en 2004. 

Precisión y extrañeza conviven en la configuración de esta poesía, levantada sobre imágenes activas y visionarias que otorgan una enorme fuerza expresiva a un fraseo inconfundible del que emerge la lucidez de la mirada crítica sobre el presente y una potente reflexión existencial. 

Y en torno a esos dos ejes, memoria existencial y mirada crítica, temas y actitudes como la vejez y su “claridad sin descanso”, la conciencia dolorosa del recuerdo, el desamparo y la protesta, la denuncia y el lamento, la rabia y la desesperación, la concepción de la escritura como forma de autocrítica o la práctica de la reescritura como método para la reconstrucción del yo. 

Santos Domínguez

08 abril 2020

Antonio Gamoneda. La pobreza



Antonio Gamoneda.
La pobreza.
Galaxia Gutenberg. Madrid, 2020.

“Vuelvo a buscarme en el olvido”, escribe Antonio Gamoneda en el primer párrafo de La pobreza, el segundo tomo de sus memorias, que publica Galaxia Gutenberg, como el anterior Un armario lleno de sombra.

“Se me depara la evidencia de algo que, más que cualquiera otra circunstancia o razón, ha condicionado mi vida y mi escritura. Hablo de la pobreza”, decía Antonio Gamoneda, cuya obra se ha definido alguna vez como una poética de la pobreza, en el discurso de recepción del Premio Cervantes en abril de 2007. 

Organizado en dos partes, La escritura y La pobreza, a la primera pertenecen estos párrafos que reflejan en sus planteamientos interrogativos la voluntad de indagar en esos dos conceptos que vertebran esta segunda entrega de las memorias de Antonio Gamoneda, complementaria de Un armario lleno de sombra:

Voy a iniciar la escritura –la reescritura– del que será, si llega a ser, mi segundo libro de memorias. Retorno a la voluntad que he llevado conmigo más de siete años; vuelvo a buscarme en el olvido. Forzaré el recuerdo y habrá hechos que reaparecerán incompletos o confusos; trataré de reconocer estados de conciencia y algunos se habrán hecho irreconocibles. Relataré estos extrañados recuerdos avisando que son dudosos. 
[...]
Mi propósito está hecho, pero no acabado; no sé lo que voy a escribir ni cómo hacerlo. Habrá de decírmelo la propia escritura. ¿Qué escritura?
La realidad de una escritura se decide en la comprensión y el juicio de quien la lee. Mal o bien y quiera o no quiera, el escritor también se juzga. ¿Qué ocurre si los juicios que hace se niegan entre sí? Todas las lecturas son subjetivas y todas modifican la escritura. ¿Qué valor pueden tener los juicios que se hagan? Y, además, ¿soy yo un escritor?
[...]
Mi escritura. Hasta aquí no es más que una expectativa y una voluntad inmovilizada. Desconozco las causas de la escritura y padezco el desconocimiento. Estas causas son, han de ser, una realidad vivida que suscita una escritura... viviente. Ésta es mi necesidad y esto es lo que tengo que conocer para poseerlo, para interrogarlo.
Una escritura viviente. ¿Qué quiero decir? ¿Una escritura que va a restablecer un origen y el origen va a ser un hecho conocido, irresuelto quizá? ¿Una escritura real y viviente por sí misma?

Llena de interrogaciones e inseguridades sobre la memoria y la escritura, La pobreza es tanto una indagación en el pasado como en la búsqueda de lenguajes que reflejen la experiencia, la memoria y el conocimiento. Y una larga y sostenida reflexión, entre “perplejidades y renuncias”, sobre la escritura y el recuerdo, sobre las limitaciones del lenguaje y su capacidad de evocar o reconstruir el pasado, de responder a “mi necesidad de escribir precisamente lo que no sabía, lo que sigo sin saber escribir.”

Si Un armario de sombra, el primer volumen de sus memorias, transcurría entre octubre de 1934 y el 30 de mayo de 1945, un día antes de su mayoría de edad laboral y de su ingreso como recadero en un banco, La pobreza se inicia el 1 de junio de 1945 y estaba circunscrita en principio a un periodo que iría desde esa fecha hasta el 1 de agosto de 1960, aunque se rebasen esos límites en el antes y sobre todo en el después.

Los oficinistas del banco y los amigos, los remordimientos, duermevelas e inseguridades, las insuficiencias académicas y las clandestinidades, las depresiones y los viajes, las afinidades y los desencuentros, los empleos institucionales y las mañas de los poetas, los sueños y entresueños en los que conviven el sueño y la vigilia articulan la sucesión de cuadros yuxtapuestos  que adquieren su sentido total en el conjunto, que aborda no solamente la pobreza material, sino el vacío existencial, cultural y civil de aquellos años.

Pero hay en estas páginas mucho más que unas memorias: además de la constante reflexión sobre la escritura, un reflejo de la conciencia existencial, social y poética del Gamoneda joven y adulto, un diario del presente, un “inventario de desapariciones”, una enumeración de fichas fúnebres 

Desde el valor catártico de la escritura, el resultado de esa apertura del arca de los recuerdos en el desván de la memoria va más allá de la memoria personal para trazar un cuadro sombrío de la posguerra. Porque la pobreza que es el eje de estas memorias no es sólo una circunstancia individual, sino que tiene una dimensión más amplia, social y ambiental. 

“¿Qué era aquello, qué era?” es la frase que cierra estas memorias. Es también el verso que cerraba uno de los Últimos poemas incorporados a la última edición de Esta luz.

Santos Domínguez

03 febrero 2017

Antonio Gamoneda. La prisión transparente


Antonio Gamoneda.
La prisión transparente.
Vaso Roto. Madrid, 2016.

"Estoy cansado  /.../ Estoy / muy cansado", escribe Antonio Gamoneda al principio y al final de La prisión transparente, el primero de los tres libros que, junto con No sé y Mudanzas, integran el volumen que publica Vaso Roto. 

Un volumen que toma título de ese primer poema, que abre una serie poética homogénea en su tonalidad que aborda, como explica Gamoneda en su introducción 'Confidencias y avisos', “las posibilidades poéticas de un lenguaje extraviado” y el carácter transitorio de la vida.

No sé -que se convertirá también en el título de la segunda serie- es la frase que se va repitiendo para articular, entre el extravío y la fábula, ese primer libro, La prisión transparente, una metáfora que resume la mirada del poeta sobre sí mismo. Aquí lo sombrío, la desolación, las preguntas inútiles y las contradicciones de la “certidumbre vacía” marcan el sentido de una aproximación insegura a la realidad del mundo y de la propia conciencia, que va y viene del recuerdo al olvido, de la fugacidad del ser a la eternidad del no ser, del saber al no saber.

Un no saber que se convierte en el eje del segundo libro –No sé-, cuyas palabras despojadas, entre lo interrogativo y la negación, tienen mucho de despedida. A través de una sucesión de potentes imágenes visionarias sobre la disolución de la identidad en el tiempo, sus versos proyectan una mirada sobre los residuos y los restos del ser y la memoria. Una despedida que se cierra así: 

No 
digo más.    
                 Estoy 
olvidando.

La tercera serie, Mudanzas, retoma y desarrolla la sección que con el mismo título cerraba la edición de la poesía reunida de Antonio Gamoneda en Esta luz, que publicó Galaxia Gutenberg en 2004. 

Se recogían allí un conjunto de textos escritos entre 1961 y 2003 que tenían como base  poemas o textos ajenos –de Trakl, Mallarmé, Plinio, Dioscórides y otros, a los que ahora  se añaden los cantos del rey Nezahualcóyotl y Herberto Helder- asumidos para construir a partir de ellos un poema nuevo.

Un reconocimiento de afinidades y analogías, una apropiación poética en la que Gamoneda tiene como modelo al poeta portugués Heberto Helder en un ejercicio de reescritura de textos ajenos que ya había practicado con la 'Herodías' de Mallarmé, con 'La canción del solitario' y 'Sueño y locura' de Trakl o con Dioscórides en el Libro de los venenos. 


Santos Domínguez

07 diciembre 2012

Antonio Gamoneda. Canción errónea


Antonio Gamoneda.
Canción errónea.
Tusquets. Barcelona, 2012.

Históricamente ahora mismo, ante el dolor español y planetario de una pobreza que comporta hambre, enfermedad y muerte, nuestro lenguaje ha de ser poética y moralmente subversivo. Y nuestra conducta. El sufrimiento de causa social es nuestro sufrimiento y penetra nuestra conciencia, que creación literaria que no lleve consigo conciencia no es creación.

Esas palabras pertenecen a un reciente discurso en la Biblioteca Nacional de Antonio Gamoneda, que acaba de publicar en Tusquets Canción errónea, un libro que es una  reunión de temas y una síntesis de actitudes de su última etapa.
La vida entre dos sombras, sin miedo ni esperanza, el amor, el tiempo y la muerte, la denuncia de la injusticia, el diálogo con pintores, poetas y escultores son algunas de las claves de este libro, que en el pórtico hace esta enumeración de conceptos y contenidos:

Luz, Otras luces, Límites, Imposibilidades, Insistencias,
Contradicciones, Fiestas fúnebres, Causas ciegas,
Extravíos, Causas lingüísticas, Indiferencia,
Negaciones, Olvido, Ira, Agonía, Madera,
Poemas con nombre, Pérdidas

Es, en palabras de Gamoneda, una relación que me parece aplicable a los que son contenidos de Canción errónea, que van a darse inadvertidamente dispersos o contiguos.

Entre la luz y la oscuridad, entre el olvido y la memoria, entre la elegía y la celebración matizada de desesperanza, entre la indiferencia y la ira, Canción errónea es una nueva manifestación de la densidad poética de Antonio Gamoneda, que ha reunido en este libro algunos de sus poemas menos elípticos y más directamente confesionales.
Exentos de título y no sometidos a ningún criterio de organización, de uno de ellos son estas estrofas finales, que resumen el tono y los temas fundamentales del libro:

Amo este cuerpo viejo y la sustancia
de su miseria clínica.
                                El olvido
disuelve la materia pensativa
ante los grandes vidrios
de la mentira.
                      Ya
todo está dirimido.

No hay causa en mí. En mí no hay
más que cansancio y
un antiguo extravío:
                               ir
de la inexistencia
a la inexistencia.
                          Es
un sueño.
               Un sueño vacío.

Pero sucede.
                    Yo amo
todo cuanto he creído
viviente en mí.
                      Amé las manos
grandes de mi madre y
aquel metal antiguo
de sus ojos y aquel
cansancio lleno de luz
y de frío.

              Desprecio
la eternidad.
                   He vivido
y no sé por qué.
                         Ahora
he de amar mi propia muerte
y no sé morir.

                      Qué equívoco.

Con la serenidad que otorga la indiferencia y la conciencia de la pérdida, con dudas y con contradicciones que son señales de vida, Gamoneda asume su “ser para no ser” en textos memorables como este:

Un desconocido habita en mí. Agoniza y, para agonizar, utiliza mi corazón.
Pienso en mi padre enloquecido por la visión de frutos muy frescos, pienso en el amor y en la morfina. No. No es mi padre. Pero, entonces, ¿quién agoniza en mí?
Cabe que yo mismo sea el desconocido y que mi corazón no sea mío aunque yo ponga en él sus latidos. Cabe.
En realidad no hay problema. En cualquier caso, yo voy a ser, ya estoy siendo, huérfano de mí mismo. 
Santos Domínguez
 

11 julio 2016

Antonio Gamoneda. Niñez


Antonio Gamoneda.
Niñez.
Antología.
Selección y prólogo de
Amelia Gamoneda Lanza.
Calambur. Barcelona, 2016.

Mitología íntima titula Amelia Gamoneda Lanza el prólogo de Niñez, la antología temática de Antonio Gamoneda que publica Calambur.

Una antología organizada en tres partes que responden a la secuencia temporal de la infancia como mirada al pasado, como persistencia en el presente y como permanencia en el futuro de sus descendientes, porque “como todo mito –explica Amelia Gamoneda en su prólogo-, la niñez pervive más allá de su momento, impregna la vida entera, y contarla supone también un modo de hablar del presente.”

Niñez se nutre de muchos de los libros de Gamoneda, pero especialmente de Lápidas, de Un armario lleno de sombras y de Cecilia para articular sus tres partes: Manos, balcones, en la que la figura tutelar de la madre y el espacio del balcón -intermedio entre la ciudad y el campo- de una casa en la periferia presiden la evocación desolada del miedo y el frío, de la crueldad y la melancolía, de la guerra y la tristeza de los trenes.

La segunda parte, El resplandor en la sombra, aborda la presencia de la niñez en la vida del adulto y la tercera, En otro pensamiento, habla del futuro a través de otras infancias, la de sus hijas y su nieta, de cuya luz le separa un hilo de sombra: “quizá estamos ya separados por un hilo de sombra y cada uno está en su propia luz / y la mía es la que tú vas abandonando.”

Santos Domínguez

21 diciembre 2006

Antología de Antonio Gamoneda


Antonio Gamoneda.
Antología poética.

Selección e introducción de Tomás Sánchez Santiago.
Alianza Editorial. Madrid, 2006.

Poeta de la extralimitación llama Tomás Sánchez Santiago a Antonio Gamoneda en La armonía de la tormenta, el enjundioso y contenido prólogo que ha escrito para introducir la lectura de esta Antología poética que acaba de editar El libro de bolsillo de Alianza Editorial.

Y es que si la poesía es casi siempre una experiencia extrema de límites, lo es más en un poeta como Gamoneda que no está por encima de las modas, sino por debajo, porque en su poesía hay algo profundamente telúrico que tira de nosotros hacia abajo, un río subterráneo y torrencial, una voz sumergida y oculta, no tan secreta como acallada por la censura en el franquismo.

De Gamoneda hemos aprendido sus lectores a convivir con la luz del plomo, con la injusticia y la soledad, a soportar el peso del mercurio, el temblor del azufre y el óxido que sabe a una desaparición y tiene el mismo olor que la tristeza. A entender que para un poeta un libro es una aparición y un poema,"un pensamiento que canta."

A las ediciones más asequibles: la generosa recopilación que Miguel Casado hizo en Edad para Cátedra Letras Hispánicas; el Libro del frío y el Libro de los venenos que publicó Siruela y Esta luz (Galaxia Gutenberg) se suma ahora esta excelente Antología poética, que planteaba a su editor literario una dificultad especial. Consciente del riesgo de antologar una escritura tan radicalmente unitaria como la de Gamoneda, Sánchez Santiago ha utilizado con destreza como hilo conductor una serie de elementos temáticos y expresivos que contienen las claves de la unidad de la obra del último premio Cervantes.

Y especialmente el tiempo y el espacio como ejes referenciales de su evolución poética. Una evolución marcada por la temporalidad hasta Descripción de la mentira y por la abolición del tiempo en favor de una poética de lo espacial a partir del Libro del frío. O, lo que es lo mismo, el paso del canto a la contemplación a través de palabras e imágenes de una enorme fuerza expresiva.

Imágenes y palabras fundidas en el magma oscuro de la memoria violenta y armónica que vive en el armario lleno de sombra del que surge una poesía que no se comprende con la inteligencia racional, sino de otra manera más intensa, más primaria, más duradera:

como se comprende
un fruto con la boca, una luz con los ojos.


Santos Domínguez

18 septiembre 2013

Gamoneda. Antología poética



Antonio Gamoneda. 
Antología poética. 
Selección e introducción 
de Tomás Sánchez Santiago.
Alianza Editorial. Madrid, 2013.

Alianza publica en formato de bolsillo una edición actualizada de la Antología poética de Antonio Gamoneda, con doce textos de su reciente Canción errónea. Una nueva edición imprescindible de una poesía en constante proceso de formación. 

Poeta de la extralimitación llama Tomás Sánchez Santiago a Antonio Gamoneda en La armonía de las tormentas, el enjundioso y contenido prólogo que ha escrito para introducir la lectura de esta antología de una obra en la que –como señala el antólogo en la nota a esta nueva edición- “no hay añadiduras ni poemas de vocación suplementaria. Todo se concita en una única respiración verbal que sigue siendo fértil en su confesa insistencia.”

Y es que si la poesía es casi siempre una experiencia extrema de límites, lo es más en un poeta como Gamoneda que no está por encima de las modas, sino por debajo, porque en su poesía hay algo profundamente telúrico que tira de nosotros hacia abajo, un río subterráneo y torrencial, una voz sumergida y oculta, no tan secreta como acallada por la censura en el franquismo.

De Gamoneda hemos aprendido sus lectores a convivir con la luz del plomo, con la injusticia y la soledad, a soportar el peso del mercurio, el temblor del azufre y el óxido que sabe a una desaparición y tiene el mismo olor que la tristeza. A entender que para un poeta un libro es una aparición y un poema,"un pensamiento que canta."

Articulada en torno a una serie de elementos temáticos y expresivos que contienen las claves de su unidad, el tiempo y el espacio son los ejes referenciales de su evolución poética. Una evolución marcada por la temporalidad hasta Descripción de la mentira y por la abolición del tiempo en favor de una poética de lo espacial a partir del Libro del frío. O, lo que es lo mismo, el paso del canto a la contemplación a través de palabras e imágenes de una enorme fuerza expresiva.

Imágenes y palabras fundidas en el magma oscuro de la memoria violenta y armónica que vive en el armario lleno de sombra del que surge una poesía que no se comprende con la inteligencia racional, sino de otra manera más intensa, más primaria, más duradera: como se comprende / un fruto con la boca, una luz con los ojos.


Santos Domínguez

16 diciembre 2022

Antonio Gamoneda. Libro del frío


Antonio Gamoneda.
Libro del frío.
Prólogo de Tomás Sánchez Santiago.
Galaxia Gutenberg. Barcelona, 2022.


Tengo frío junto a los manantiales. He subido hasta
cansar mi corazón.

Hay yerba negra en las laderas y azucenas cárdenas
entre sombras, pero, ¿qué hago yo delante del abismo?

Bajo las águilas silenciosas, la inmensidad carece de significado. 

Con ese poema abre Antonio Gamoneda su Libro del frío, que termina con estos versos:

Amé las desapariciones y ahora el último rostro ha salido de mí.

He atravesado las cortinas blancas:

ya sólo hay luz dentro de mis ojos.

Sometido a varias revisiones y reescrituras [1986-1992, 1998, 2004 y 2016], lo recupera Galaxia Gutenberg en su colección de Poesía de bolsillo con un prólogo -‘De nuevo la emoción’- en el que Tomás Sánchez Santiago afirma que, treinta años después de su aparición, “aquel lector de 1992 sigue hoy asistiendo asombrado a una galería de imágenes que lo introducen en un espacio donde, bajo el código enigmático de una memoria obstinada, se suceden a sí mismas las brasas vivas de ese lenguaje de insistencias y revelaciones.”

En su reciente prólogo a los cuentos de Antonio Pereira, Antonio Gamoneda declara que “la lírica es la narrativa”, lo que se podría aplicar a este Libro del frío, que de alguna manera es la narración de un viaje por el bosque del recuerdo en busca del centro del sentido, el relato de una travesía desde los umbrales a los límites en una sucesión de textos e imágenes, de claroscuros y contraluces, de contrastes y deslumbramientos, de iluminaciones en la sombra y persistencias en el vacío: 

Hay un anciano ante una senda vacía. Nadie regresa de la ciudad lejana; sólo el viento sobre las últimas huellas.

Yo soy la senda y el anciano, soy la ciudad y el viento.

Memoria y palabra, mirada y paisaje permiten al ‘yo’ de estos poemas recorrer un difícil camino ascendente hacia la afirmación de la identidad a través de unos textos visionarios que convocan imágenes potentes en la oscuridad desde la fijación de su frágil territorio vital. Un territorio de intemperie, delimitado desde la contención expresiva y la desnudez verbal hasta la angustia y la enfermedad, desde la conciencia del deterioro hasta la llegada a la luz y la serenidad de la desaparición.

Y en el ‘Aún’ del tránsito que da título a la zona central del libro confluye el pasado que atraviesa la identidad del presente con los manantiales que hablan en la noche, y se suceden el amor y la desolación, la música y el abismo, el desasosiego existencial y la nieve del límite: 

Sábana negra en la misericordia: 
tu lengua en un idioma ensangrentado. 

Sábana aún en la sustancia enferma, 
la que llora en tu boca y en la mía 
y, atravesando dulcemente llagas, 
ata mis huesos a tus huesos humanos.

No mueras más en mí, sal de mi lengua.

Dame la mano para entrar en la nieve.


Amé todas las pérdidas. 
Aún retumba el ruiseñor en el jardín invisible.

Santos Domínguez



14 diciembre 2022

Antonio Pereira. Todos los cuentos



 Antonio Pereira.
Todos los cuentos.
Prólogo de Antonio Gamoneda.
Siruela. Madrid, 2022.

“Sin escoger apenas, he leído y recortado una y otra vez en cualquiera de las casi novecientas páginas del tomo. El recorte, en ocasiones, me ha proporcionado cuanto esperaba y también una rítmica. No voy a considerar la poética esencial que esto comporta porque no es necesario y porque la rítmica es componente notable y sabido de mucha de la mejor prosa que por el mundo circula y bien la quisiera para mí. Lo que anoto para terminar con discreta decencia es que, como yo, los lectores habrán advertido (habrán sentido son palabras más justas) la doble potencia semántica del fraseo; es narración, sí, pero la narración es sustancialmente poética. Y no digo más porque yo, simple «hermano menor» de Antonio Pereira, no sé decirlo”, escribe Antonio Gamoneda para cerrar su prólogo a la reedición de Todos los cuentos de Antonio Pereira que acaba de publicar Siruela.

Una página ya conocida –sostenía Pereira- es nueva en cada relectura, en cada actualización, porque el lector nunca es el mismo. La esmerada reedición de toda su narrativa breve en el volumen que publica Siruela es una nueva ocasión para comprobar la vitalidad de sus relatos, para releer o para leer por vez primera a Antonio Pereira, del que decía Manuel Talens: “Si en el mundo hubiera eso que llamamos justicia, si Dios (¿pero existe?) fuera en verdad misericordioso, hace años que Antonio Pereira estaría públicamente considerado como el contador de historias más grande que ha dado este país en el último cuarto de siglo.” Aquel artículo terminaba con una recomendación que agradecerán quienes aún no hayan leído estos cuentos: “Lean a Antonio Pereira. Les cambiará la vida.”

Se reúnen en este volumen todos los relatos que fueron apareciendo en seis libros publicados entre 1967 y 2007, entre Una ventana a la carretera y La divisa en la torre. Y se añade un último relato, ‘Bradomín’, de 2008, que comienza así:

«Puede tratarme de tú, otra cosa no oirá en esta república libertaria, pero llámeme Marqués», me pidió mi compañero de habitación la primera vez que me hablaba, de vuelta yo del quirófano y de la anestesia. Con el despertar había ido reviviendo el viraje brusco del coche que me llevaba a Santiago, la maldición del conductor. En el hospital, en una ciudad de la Galicia más interna, me dijeron que se estaba construyendo un hospital nuevo y que en este de ahora el operado de una rodilla podía tener de compañero a un demente senil.
Mi demente era pacífico y se me presentó cortésmente: «Soy el marqués de Bradomín», y siguió con una sarta de apellidos, los Cela, los Montenegro, y el más improbable, un Bibbiena de Rienzo. Cuando dejaba la cama, y lo hacía según su marquesal gana, su figura era noble y quijotesca, aun con la bata gregaria que te presta la Seguridad Social. Yo, en cambio, no podía moverme, con la pierna estirada y prisionera en un cepo odioso.

Está recogido en este espléndido volumen la totalidad del inconfundible mundo narrativo de Antonio Pereira, la oralidad del filandón estilizado que es el humus de sus relatos, en los que se armonizan con refinado oficio lo mejor de la tradición y de las aportaciones del relato contemporáneo para integrar una evidente variedad de técnicas narrativas en un continuo ejercicio de virtuosismo formal, de equilibrismo divertido y seguro en el filo de la navaja, como destacó Ricardo Gullón.

En Pereira se funden la ironía cervantina y el humor comprensivo, la profundidad sicológica y el uso magistral de los diálogos, la fluidez de la oralidad y la sabiduría en el uso de las técnicas elusivas. Y una melancolía en las evocaciones que tiene algo de indecible y que convive en su mirada con la cordialidad zumbona, con esa forma castiza de ironía que llamamos retranca.

La publicación de su narrativa breve completa depara una nueva ocasión de comprobar que el cuento no es un género menor, sino una manifestación fundamental de la literatura, un género para el virtuosismo. Nos lo tuvieron que venir a decir los autores sudamericanos y entonces se empezó a valorar a Ignacio Aldecoa o al mismo Antonio Pereira como referencias fundamentales cuya sombra ha ido creciendo en el panorama narrativo español.

Estos cuentos completos dan cuenta de la altura narrativa, de la variedad temática y la riqueza técnica de un autor experto en sutileza e ironía, en un esperpentismo suave, sin desgarro ni alejamiento, que busca siempre  la complicidad de aquellos lectores que Pereira invocaba en el título de una de sus antologías más leídas, Cuentos para lectores cómplices.

‘El ingeniero Balboa’, ‘Las peras de Dios’, ‘El síndrome de Estocolmo’, ‘La ilustre casa de Pereira’, ‘La Orbea del coadjutor’ o ‘El pozo encerrado’ son algunos de esos textos imprescindibles e inolvidables. Cuentos en los que la realidad y la imaginación convergen en una técnica que Antonio Pereira maneja como pocos: la que le permite contar lo irreal de forma verosímil para hacer creíble lo increíble y para presentar lo real con un toque de fantasía que lo eleva un palmo o dos por encima de su altura diaria.

Además de las valoraciones de la crítica, los mayores elogios de la obra narrativa de Antonio Pereira los han firmado Mateo Díez, José Mª Merino o Martín Garzo. Y no sólo narradores como esos, también poetas como Antonio Colinas, Juan Carlos Mestre o Antonio Gamoneda, que escribió para la primera edición de este libro una espléndida ‘Carta (sin fecha) a Antonio Pereira’, en la que afirma: “Realidad poética es el componente verídico y esencial de tu narrativa breve, y esta es la razón de su sencilla, íntima –implicada- grandeza. Todo ello tiene como causa –aquí una obviedad necesaria- que tú, esencialmente, eres poeta, y, precisamente porque eres poeta, escribes una prodigiosa narrativa breve.”

Y es que la precisión y la exactitud de la prosa de Pereira aproxima sus cuentos a la estilización de la poesía. Y así surge un relámpago de acero como el de la navaja de la barbera alemana de uno de sus libros, Picassos en el desván. Termina con este párrafo:

Hubo un relámpago de acero en el aire (se notó un movimiento en las gabardinas) y un alivio de los agentes cuando la navaja rozó apenas la nuez del registrador, limpiándole ese poco de pelusilla. Luego la barbera ofreció las muñecas y ellos le pusieron unas esposas que parecían estarle pequeñas. Así salió en las fotografías de sucesos, junto a esos horrores de Düsseldorf que cuesta trabajo creer.

Un volumen para el disfrute de sus lectores, que podrían llevar una pancarta como la que llevaban sus amigos canarios cuando fueron a recibirle al aeropuerto de Tenerife: LEA USTED A PEREIRA.

Pues eso. Léanlo.

Santos Domínguez 



14 septiembre 2009

Un armario lleno de sombra


Antonio Gamoneda.
Un armario lleno de sombra.
Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores.
Barcelona, 2009.

No sé si la voluntad de escribir sobre mi infancia – de escribir mi infancia- tiene alguna causa. El olvido progresa en mí y se hace parte de un silencio intelectual que, fugazmente, me proporciona algo parecido a un bienestar. Un bienestar vacío.

Así comienza Un armario lleno de sombra, la memoria de la infancia de Antonio Gamoneda que publica Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores. Dos años después de la muerte de su madre, el poeta abrió el armario en el que se almacenaba el pasado en forma de objetos y olores:

Las manos de mi madre eran grandes. Las ponía en mi frente queriendo medir una fiebre que quizá no existía y yo me acostumbré a sentir reunidos el olor a lejía y la ternura. Las manos fueron grandes en años lejanos; no más tarde, cuando descansaron frías sobre la manta roja que envolvía sus piernas. Las venas, gruesas en otro tiempo, se habían unido en una blancura hasta entonces inexistente.

También era difícil reconocer sus ojos, que habían sido ágiles aunque pareciesen siempre cristalizados en el cansancio. Se hicieron más grandes (se había dilatado su iris o se habían retirado sus párpados) y no había en ellos oscuridad ni señales de pensamiento. Tras la córnea, inexplicablemente azul o carente de color, no lo sé bien, permanecía una mirada interrogante y quieta. Había desaparecido la precisión de la pupila pero no la mirada. La transformación de sus manos y sus ojos duró cinco años, quizá más. Murió suavemente, dejando caer con cuidado la cabeza sobre la clavícula izquierda. Estábamos en la galería y el sol se retiraba ya del frontón blanco de las casas vecinas. Yo estaba dándole de comer.

No son unas memorias al uso, sino una incursión inmisericorde en la sombra, en lo turbio. Para rescatar esa memoria herida, Gamoneda evoca su vida hasta los catorce años en un ejercicio de prosa que quiere evitar las trampas que inventa la memoria y proyecta una luz potente sobre buena parte de su obra poética, marcada por esos años cruciales.

Un armario lleno de sombra escribe la memoria de la infancia con intensidad poética que se superpone a la voluntad narrativa en una serie de secuencias en las que las sensaciones, mezcladas sinestésicamente, se convierten en la base del recuerdo:

Ahora, cuando los gritos vienen a mi memoria, se manifiestan como visiones. En mi cerebro se pronuncian cuchilladas amarillas. Los gritos eran y son amarillos. Sucede. No sé por qué.

El pasado tiene en este libro la forma de los sonidos de la casa familiar y de la calle. Es el recuerdo construido con la materia elemental de la percepción de los olores o los sonidos, con su existencia anterior al pensamiento, porque la vista, el oído o el olfato generan las percepciones primarias que crean la memoria y preparan la comprensión de lo sórdido, lo oscuro, lo vergonzoso, la enfermedad o la pobreza.

Tras la experiencia de la brutalidad, el sadismo y la pederastia frailunas en un colegio de agustinos, desviaciones elevadas a práctica pedagógica habitual en los colegios religiosos de la posguerra inmediata y las décadas posteriores, el libro se interrumpe cuando el niño va a dejar de serlo, pero las experiencias decisivas en su relación con la palabra se han producido ya. De una de esas experiencias escribe el poeta:

En mi vida de adulto, no he encontrado nada más decisivo en relación con la palabra poética. Aquel niño deslumbrado me dejó claro para siempre que el lenguaje de la poesía se sabe y entiende (...) en el exterior del lenguaje conversacional o informativo.

No son unas memorias convencionales, sino una exploración radical en un pasado doloroso del que surgiría el presente del hombre y el poeta. Muchas de las claves de su obra, de su relación con la realidad, de sus imágenes y su trato con la palabra tienen su origen en ese pasado infantil y por eso, al hilo del relato, se evocan algunos fragmentos de su poesía en este libro que ilumina muchas zonas oscuras de la poesía de Antonio Gamoneda.

Santos Domínguez

22 abril 2007

Blues castellano



Antonio Gamoneda.

Blues castellano.
Lectura de Elena Medel.
Bartleby Editores. Madrid, 2007


En sus Lecturas21 Bartleby Editores acaba de publicar Blues castellano, quizá el libro más narrativo y más claro de Antonio Gamoneda.

Como un libro de contraseñas lo define Elena Medel en su lectura, que titula La canción del solitario. Una lectura profunda y demorada de las sílabas negras de estos textos, de la reiterada tristeza de estas canciones tristes del pobre. Canciones que miran al fondo negro del corazón, a la zona más turbia de la vida.

Escritos en la primera mitad de los sesenta, los paró primero la censura y luego el propio Gamoneda. Se publicaron en 1982 y fueron revisados para la edición de su poesía completa (Esta Luz) en 2004.

Blues castellano es una obertura en la que se incoan temas y actitudes de los libros posteriores: el dolor, el tiempo, la creación poética y la tristeza expresados a través de un lenguaje que es ritmo cordial y respiración desolada.

Por sus anticipaciones y por lo directo de su lenguaje, quizá sea esta la mejor puerta de entrada en el complejo mundo poético de Gamoneda.

Porque en este libro la poesía no es oscura sino que es el resultado de una realidad oscura, los poemas de Blues castellano nacen de una sensibilidad conmovida para conmover al lector con su canción oscura y triste.

El mismo poeta ha explicado que aquí buscó la armonización de intereses éticos y sociales con los poéticos y el resultado fueron estos textos, una canción sencilla enraizada en una certeza básica: que los hombres mueren y no son felices.

Dolor y conjuro, canto y letanía conviven en la expresión de un sujeto poético que es a la vez víctima y verdugo, como en Remordimiento:

Mi vergüenza es tan grande como mi cuerpo,
pero aunque tuviese el tamaño de la tierra
no podría volver y despegar
el cable de aquel vientre ni enviar
la carta del soldado

Blues castellano tiene que ver con una manera de pensar el mundo, pero sobre todo con la voluntad de convertir en poema un estado de ánimo. La desolación, el color negro se imponen en la voz y en el paisaje. Así toma forma el insistente quejido negro de los cantos afroamericanos en un ritmo repetitivo que crea un lenguaje musical y verbal apoyado en la reiteración y en el paralelismo de la poesía y la canción popular.

Como esas canciones negras y espirituales que están en el origen del jazz, estos poemas son a la vez expresión del sufrimiento y una forma de consuelo.

Yo era un proletario- ha explicado Gamoneda-; lo era, al menos, en los años en que escribo el Blues y en los veinte anteriores que le dan contenido.

Después de veinte años
se titula el texto en el que aflora ese pasado:

Cuando yo tenía catorce años,
me hacían trabajar hasta muy tarde.
Cuando llegaba a casa, me cogía
la cabeza mi madre entre sus manos.

Yo era un muchacho que amaba el sol y la tierra
y los gritos de mis camaradas en el soto
y las hogueras en la noche
y todas las cosas que dan salud y amistad
y hacen crecer el corazón.

A las cinco del día, en el invierno,
mi madre iba hasta el borde de mi cama
y me llamaba por mi nombre
y acariciaba mi rostro hasta despertarme.

Yo salía a la calle y aún no amanecía
y mis ojos parecían endurecerse con el frío.

Esto no es justo, aunque era hermoso
ir por las calles y escuchar mis pasos
y sentir la noche de los que dormían
y comprenderlos como a un solo ser,
como si descansaran de la misma existencia,
todos en el mismo sueño.

Cuando el oprimido sólo puede expresarse en la lengua del opresor -concluía Gamoneda sus reflexiones sobre este libro-, esta se torna una lengua revolucionaria.

Santos Domínguez

04 octubre 2012

Antonio Pereira. Todos los cuentos


Antonio Pereira.
Todos los cuentos.
Prólogo de Antonio Gamoneda.
Siruela. Madrid, 2012.

Una página ya conocida –sostenía Pereira- es nueva en cada relectura, en cada actualización, porque el lector nunca es el mismo.

La reunión de toda su narrativa breve en un volumen que publica Siruela en una esmerada edición es una nueva ocasión para comprobar la vitalidad de los relatos, para releer o para leer por vez primera a Antonio Pereira, del que decía Manuel Talens:

Si en el mundo hubiera eso que llamamos justicia, si Dios (¿pero existe?) fuera en verdad misericordioso, hace años que Antonio Pereira estaría públicamente considerado como el contador de historias más grande que ha dado este país en el último cuarto de siglo.

Aquel artículo terminaba con una recomendación que agradecerán quienes aún no hayan leído estos cuentos: Lean a Antonio Pereira. Les cambiará la vida.

Se reúnen en este volumen todos los relatos que fueron apareciendo en seis libros publicados entre 1967 y 2007, entre Una ventana a la carretera  y La divisa en la torre. Y se añade un último relato, Bradomín, de 2008.

Está recogido aquí en su totalidad el inconfundible mundo narrativo de Antonio Pereira, la oralidad del filandón estilizado que es el humus de sus relatos, en los que se armonizan con refinado oficio lo mejor de la tradición y de las aportaciones del relato contemporáneo para integrar una evidente variedad de técnicas narrativas en un continuo ejercicio de virtuosismo formal, de equilibrismo divertido y seguro en el filo de la navaja, como destacó Ricardo Gullón.

En Pereira se funden la ironía cervantina y el humor comprensivo, la profundidad sicológica y el uso magistral de los diálogos, la fluidez de la oralidad y la sabiduría en el uso de las técnicas elusivas. Y una melancolía en las evocaciones que tiene algo de indecible y que convive en su mirada con la cordialidad zumbona, con esa forma castiza de ironía que llamamos retranca.

La publicación de su narrativa breve completa depara una nueva ocasión de comprobar que el cuento no es un género menor, sino una manifestación fundamental de la literatura, un género para el virtuosismo. Nos lo tuvieron que venir a decir los autores sudamericanos y entonces se empezó a valorar a Ignacio Aldecoa o al mismo Antonio Pereira como referencias fundamentales cuya sombra ha ido creciendo en el panorama narrativo español.

Estos cuentos completos dan cuenta de la altura narrativa, de la variedad temática y la riqueza técnica de un autor experto en sutileza e ironía, en un esperpentismo suave, sin desgarro ni alejamiento, que busca siempre  la complicidad de aquellos lectores que Pereira invocaba en el título de una de sus antologías más leídas, Cuentos para lectores cómplices.

El ingeniero Balboa, Las peras de Dios, El síndrome de Estocolmo, La ilustre casa de Pereira, La Orbea del coadjutor o El pozo encerrado son algunos de esos textos imprescindibles e inolvidables. Cuentos en los que la realidad y la imaginación convergen en una técnica que Antonio Pereira maneja como pocos: la que le permite contar lo irreal de forma verosímil para hacer creíble lo increíble y para presentar lo real con un toque de fantasía que lo eleva un palmo o dos por encima de su altura diaria.

Además de las valoraciones de la crítica, los mayores elogios de la obra narrativa de Antonio Pereira los han firmado Mateo Díez, José Mª Merino o Martín Garzo. Y no sólo narradores como esos, también poetas como Antonio Colinas, Juan Carlos Mestre o Antonio Gamoneda, que ha escrito para este volumen una espléndida Carta (sin fecha) a Antonio Pereira, en la que afirma: Realidad poética es el componente verídico y esencial de tu narrativa breve, y esta es la razón de su sencilla, íntima –implicada- grandeza. Todo ello tiene como causa –aquí una obviedad necesaria- que tú, esencialmente, eres poeta, y, precisamente porque eres poeta, escribes una prodigiosa narrativa breve.

Y es que la precisión y la exactitud de la prosa de Pereira aproxima sus cuentos a la estilización de la poesía. Y así surge un relámpago de acero como el de la navaja de la barbera alemana de uno de sus libros, Picassos en el desván.

Un volumen para el disfrute de sus lectores, que podrían llevar una pancarta como la que llevaban sus amigos canarios cuando fueron a recibirle al aeropuerto de Tenerife:

LEA USTED A PEREIRA

Pues eso. Léanlo.

 
Santos Domínguez

11 diciembre 2009

Escritura y diálogo en torno a Gamoneda


VV. AA.
El río de los amigos.
Escritura y diálogo en torno a Gamoneda.
Calambur Poesía. Madrid, 2009.

Hoy anduve la orilla del Bernesga.
En otro tiempo, por aquí, nosotros
fuimos lejos, amigos.

De cara al cielo, sobre la humedad,
me tendí solo y me cubrían
el silencio y la yerba.

Sentí crecer mi corazón, moverse
la tierra, descender el río.

Bajó la sombra y levanté las manos
para ponerlas sobre las cortezas
ásperas, frescas, de los álamos.
Era la hora de volver. Había
aquel mismo silencio.

Nosotros pisábamos la tierra pensando
y la misma luz envolvía al regreso
el viejo tronco de los árboles
y el rostro de los amigos.

Ese poema de Blues castellano da título al volumen que reúne a un grupo de poetas y críticos en torno a la figura y la obra de Antonio Gamoneda. Lo publica Calambur en una edición preparada por el poeta leonés Rafael Saravia.

Encuentro de escritura y diálogo para celebrar la amistad y la trascendencia de la poesía de Gamoneda con nombres de distintas procedencias y grupos generacionales, el libro reúne poemas del chileno Gonzalo Rojas, un espléndido texto en cuatro partes de Diego Jesús Jiménez y diversos homenajes de poetas como Antonio Colinas, Alexandra Domínguez, Tomás Sánchez Santiago o Eduardo Moga.

Conviven con ellos otros textos críticos que trazan una panorámica de la poesía de Gamoneda, como los de Miguel Casado o Prieto de Paula, o unas brillantes mezclas de memoria, creación y crítica en Juan Carlos Mestre, Jorge Riechmann, Lawrence Breysse-Chanet, Víktor Gómez o Guadalupe Grande.

Y así hasta un total de 34 nombres que se reúnen en esta celebración de la memoria, la poesía y el tiempo, para escribir y dialogar desde la reflexión o la creación, para homenajear a un poeta de influjo creciente, cuyo magisterio evoca o reconoce este volumen, repleto de meditación y creatividad.

Santos Domínguez

30 agosto 2011

Méndez Ferrín. Poesía fundamental


X. L. Méndez Ferrín.
Poesía fundamental (1976-2005).
Edición bilingüe.
Traducción al castellano y notas
de Eloísa Otero y Manuel Outeiriño.
Prólogo de Antonio Gamoneda.
Epílogo de Manuel Outeiriño.
Calambur Poesía. Madrid, 2011.

Un prólogo de Antonio Gamoneda (Ferrín, Ferrín) y un epílogo de Manuel Outeiriño, autor con Eloísa Otero de la traducción y las notas, enmarcan la magnífica edición de la Poesía fundamental de X. L. Méndez Ferrín, seguramente el mejor escritor gallego en verso y prosa de los últimos treinta años, que acaba de publicar Calambur.

Y treinta años de poesía recoge este amplio tomo bilingüe que reúne cinco libros (Con pólvora e magnólias (1976); Poesía enteira de Heriberto Bens (1980); O fin dun canto (1982); Erótica (1992); Estirpe (1994) y Contra Maquieiro (2005).

En estos cinco libros, espléndidamente traducidos y anotados con inteligencia y sensibilidad por Eloísa Otero y Manuel Outeiriño, está el universo literario del poeta y la potencia verbal de sus versos. Comprometido con su país y con su lengua, la voz poética de Méndez Ferrín -poeta cimarrón en palabras de Manuel Outeiriño- mezcla la crítica social y la evocación del pasado, suma lo culto y lo popular, la vida y la literatura, la nostalgia del mito y la voluntad combativa: un gesto de insistente constancia frente a lo adverso.

Santos Domínguez




23 mayo 2011

Feria del libro. Poesía


Jorge Luis Borges.
Poesía completa.
Lumen. Barcelona, 2011.

Ser en la vana noche /el que cuenta las sílabas, dejó escrito en uno de los tankas de El oro de los tigres Jorge Luis Borges, cuya Poesía completa acaba de publicar Lumen en una cuidada edición en tapa dura. Una poesía mayor en la literatura en español en la que conviven el pensamiento y la revelación, la memoria y el relato, los espejos y los tigres, los laberintos y las pesadillas, la lluvia vespertina en el arrabal de Palermo y las mitologías escandinavas.

Una poesía poblada por las sombras de la ceguera y las imágenes potentes, por el flujo narrativo del alejandrino o el estremecimiento contenido del soneto. Desde Fervor de Buenos Aires (1923), que contiene entre líneas el germen de su poesía posterior, hasta Los conjurados (1985), con que la culminó asombrosamente, El hacedor, Elogio de la sombra, La moneda de hierro o El oro de los tigres recogen sucesivamente “los diversos o monótonos Borges”- las palabras son del Prólogo que escribió para esta Poesía completa el poeta irrepetible que murió hace ahora un cuarto de siglo.




Félix Grande.
Biografía.
Prólogo de Ángel Luis Prieto de Paula.
Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores.
Barcelona, 2011.

Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores publica Biografía, la obra poética de Félix Grande desde 1958 hasta la actualidad, con prólogo -"Huesos de la calamidad, gasas de la misericordia"- de Ángel Luis Prieto de Paula. Desde Taranto, homenaje a César Vallejo, hasta el reciente e inédito La cabellera de la Shoá, pasando por Blanco spirituals, Puedo escribir los versos más tristes esta noche o Las rubáiyátas de Horacio Martín, Félix Grande ha completado una de las obras más potentes y renovadoras de la poesía española contemporánea. Una obra escrita con un compromiso indomable con el lenguaje y con la ética.

Esta edición revisada de Biografía incorpora el reciente e inédito La cabellera de la Shoá, un largo e intenso poema sobre los mil novecientos cincuenta kilos de pelo cortado a las mujeres deportadas al campo de exterminio de Auschwitz (¿Oís la llamada?).

La cabellera de la Shoá es, además de un estremecido poema mayor del más reciente Félix Grande, una contestación explícita a Adorno, porque escribir después de Auschwitz no sólo es posible, sino también más necesario e imprescindible que antes de Auschwitz: (¿Ustedes saben escuchar?).



Konstantino Kavafis.
El resplandor del deseo.
Antología poética.

Edición de José María Álvarez.
Renacimiento. Sevilla, 2011.

Renacimiento recupera en una esmerada edición la traducción de la poesía de Kavafis que publicó José María Álvarez en 1976. La única novedad de esta amplia antología hecha a partir de aquella Poesía completa de Kavafis es la incorporación a modo de pórtico de L’Ebat des anges, un poema de su reciente Los obscuros leopardos de la luna en el que evoca al poeta en las calles de Alejandría, la capital del recuerdo –como la definió Forster-, la ciudad portuaria, decadente y cosmopolita en la que nació y murió el poeta el mismo día, el 29 de abril (1863-1933). Un poeta reescribe a otro: orgulloso de haber recibido, aunque fuese un momento, / la imagen de la belleza perfecta.




Juan Bernier.
Poesía completa.
Prólogo y edición de Daniel García Florindo.
Pre-Textos. Valencia, 2011.

Con motivo del centenario de Juan Bernier (1911-1989), Pre-Textos acaba de publicar dos volúmenes que recogen la obra de quien fue el mayor de los amigos (García Baena, Ricardo Molina, Julio Aumente) que fundaron Cántico en 1947: el Diario (1918-1947) -que aparece íntegro por primera vez en una edición cuidada y prologada por Juan Antonio Bernier, sobrino-nieto del poeta y poeta él también- y la Poesía completa, un volumen que recoge sus cuatro libros de poesía, además de dos decenas de textos sueltos que habían ido apareciendo sueltos en revistas.

Entre Aquí en la tierra (1948) y En el pozo del yo (1982), Juan Bernier fue el más expresionista y desgarrado de los poetas de Cántico, el de expresión más atormentada. El epicureísmo hedonista, la exaltación del cuerpo, la añoranza de una mítica Edad de Oro en el paisaje andaluz, Córdoba y Málaga, el vitalismo escéptico recorren una poesía atravesada por la compasión pagana de Bernier que evoca en su prólogo el responsable de la edición, Daniel García Florindo. Entre la oración y el deseo, escribió versos como este: Permitid, Señor, un poco de lujuria en este mundo.



Juan Ramón Jiménez.
Arte menor.
Edición crítica, introducción y notas
de José Antonio Expósito Hernández.
Ediciones Linteo. Orense, 2011.

En su espléndida y cuidada colección de poesía, la editorial Linteo recupera Arte menor, un inédito de Juan Ramón Jiménez que apareció parcialmente en su Segunda antología y que permanecía manuscrito en los archivos de Juan Ramón en Puerto Rico. Está en este libro aún el poeta sensitivo de la primera época, que llevaba evolucionando diez años hacia la depuración y pasaba aquí, como en el siguiente Baladas de primavera, del largo verso modernista al verso corto de la canción asonantada para hablar del amor, la naturaleza y la muerte, de la melancolía y el tiempo: El silencio, todo,/ el silencio: nada./ Vida de la muerte,/ muerte de la vida./ Alma sin su cuerpo,/ cuerpo sin su ala.

Una poesía neopopularista que ejercería una influencia decisiva en los primeros libros del 27 y que va preparando el camino hacia la poesía esencial de su segunda época. Como ya hizo esta misma editorial con las recuperaciones de Ellos, Libros de amor y La frente pensativa que realizó José Antonio Expósito Hernández, el volumen lleva en su portada una viñeta del propio Juan Ramón y contiene, además de la edición crítica, un álbum fotográfico y documentos autógrafos.


El pájaro y la flor.
Mil quinientos años de poesía clásica japonesa.
Edición bilingüe e ilustrada de Carlos Rubio.
Alianza Literaria. Madrid, 2011.

Mil quinientos años de poesía japonesa se recogen en esta edición bilingüe e ilustrada que ha preparado para Alianza Literaria el profesor Carlos Rubio, autor de la traducción y de un excelente prólogo que explora las claves de una poesía que en Japón ocupa también el territorio de la filosofía y la teología.

Un bonsai representativo de ciento setenta y cuatro textos comentados: el viento de otoño en las hojas caídas, la nieve en las alas quietas del pato, los pinos en las islas soñadas, el presente momentáneo captado en el vuelo huidizo del poema, la delicada sensorialidad de los versos pensados para la canción, la breve levedad de la sugerencia a través de la armonía de lo visible y lo invisible, la profunda sencillez de la vida: ¡Ah, el alma de la flor!



Jaime Siles.
Cenotafio.
Antología poética (1969-2009).
Edición de Sergio Arlandis.
Cátedra Letras Hispánicas. Madrid, 2011.

Precedida de un amplio estudio introductorio de Sergio Arlandis, Cátedra Letras Hispánicas publica Cenotafio, una antología que propone un recorrido por cuarenta años de creación poética de Jaime Siles (Valencia, 1951). Desde el inaugural Génesis de la luz hasta los recientes y simultáneos Actos de habla y Desnudos y acuarelas, pasando por libros centrales como Música de Agua, el mundo poético de Siles, como explica el antólogo, no sólo ha construido una identidad, sino también un lenguaje que la define. Tradición y ruptura, palabra y realidad, pensamiento y sentimiento de quien ha explicado que el yo es un producto del lenguaje y ha definido su poética en uno de sus versos: Establecí mi patria en las palabras.


Carles Riba.
Elegías de Bierville.
Edición bilingüe.
Traducción y prólogo de
Marta López Vilar.
Libros del Aire. Jardín Cerrado. Madrid, 2011.

A finales de enero de 1939, Carles Riba (Barcelona, 1893-1959), poeta, catedrático de griego, católico y republicano, atravesaba la frontera de Francia camino del exilio en un penoso viaje compartido con Antonio Machado.

Aquel viaje y aquella frontera que lo reducía a la condición de desterrado marcaban una línea roja, delimitaban un antes y un después en la vida y la poesía de Carles Riba, que rememoraba aquel trauma diez años después, en el prólogo a la segunda edición de sus Elegías de Bierville, uno de los libros más bellos y más intensos de la poesía europea del siglo XX. Fue una experiencia que me sumergió de lleno dentro del sentimiento del exilio. Entré en él como en la muerte. Y así, en aquel antiguo molino de Bierville, se inicia una aventura espiritual y literaria que le permitirá remontarse desde la nada hacia sí mismo en un viaje de regreso en el que le asisten Ulises y Orfeo, en un viaje interior del juego al fuego, de la superficialidad de la vanguardia a la transcendencia y a la honda comprensión del mundo y de sí mismo. Un viaje, por cierto, similar al que realiza la cultura europea tras las experiencias postraumáticas de las dos guerras mundiales.




José Corredor-Matheos.
Desolación y vuelo.
Tusquets. Barcelona, 2011.

José Corredor-Matheos reúne en Desolación y vuelo sesenta años de escritura poética intensa, solitaria y exigente. El volumen, publicado por Tusquets, muestra la evolución y la coherencia de la obra de un autor que ha ido construyendo, casi en secreto, un universo poético propio a través de un constante proceso de estilización y despojamiento, de búsqueda de lo esencial que lo ha colocado cerca de las poéticas del silencio y de la poesía oriental. La poesía se convierte en Corredor-Matheos en un ejercicio de olvido y silencio, de contemplación y transparencia, de sabiduría y desasimiento dejando que las sombras/ se mezclen con la luz. Un ejercicio de fusión del yo y de la poesía en el paisaje: Que escriba sola./ Deja volar la pluma/ en el paisaje.



X. L. Méndez Ferrín.
Poesía fundamental (1976-2005).
Edición bilingüe.
Traducción al castellano y notas
de Eloísa Otero y Manuel Outeiriño.
Prólogo de Antonio Gamoneda.
Epílogo de Manuel Outeiriño.
Calambur Poesía. Madrid, 2011.

Un prólogo de Antonio Gamoneda (Ferrín, Ferrín) y un epílogo de Manuel Outeiriño, autor con Eloísa Otero de la traducción y las notas, enmarcan la magnífica edición de la Poesía fundamental de X. L. Méndez Ferrín, seguramente el mejor escritor gallego en verso y prosa de los últimos treinta años, que acaba de publicar Calambur.

Y treinta años de poesía recoge este amplio tomo bilingüe que reúne cinco libros (Con pólvora e magnólias (1976); Poesía enteira de Heriberto Bens (1980); O fin dun canto (1982); Erótica (1992); Estirpe (1994) y Contra Maquieiro (2005).

En estos cinco libros, espléndidamente traducidos y anotados con inteligencia y sensibilidad por Eloísa Otero y Manuel Outeiriño, está el universo literario del poeta y la potencia verbal de sus versos. Comprometido con su país y con su lengua, la voz poética de Méndez Ferrín -poeta cimarrón en palabras de Manuel Outeiriño- mezcla la crítica social y la evocación del pasado, suma lo culto y lo popular, la vida y la literatura, la nostalgia del mito y la voluntad combativa: un gesto de insistente constancia frente a lo adverso.


María Victoria Atencia.
Como las cosas claman.
Antología poética 1955-2010.
Prólogo de Guillermo Carnero.
Renacimiento. Sevilla, 2011.

Levanté con los dedos el cristal de las aguas, /contemplé su silencio y me adentré en mí misma.

María Victoria Atencia, autora de una de las obras poéticas más altas y delicadas de los últimos cincuenta años, reúne en Como las cosas claman, que publica Renacimiento, una antología de su poesía entre 1955 y 2010. Desde los Cuatro sonetos hasta el muy reciente El umbral, la de María Victoria Atencia es una obra de intensa vibración emocional y palabra contenida. Su ámbito, explicó María Zambrano, es la perfección sin historia, sin angustia, sin sombra de duda.

La elegancia, la armonía y la serenidad de su palabra son un ejercicio constante de hondura meditativa, contemplación estética y búsqueda de trascendencia. Esta bellísima antología, prologada por Guillermo Carnero, resume un itinerario poético singular dentro de la poesía española contemporánea, una trayectoria marcada por su exigencia y el voluntario distanciamiento de los usos y los gustos más comunes de su contexto literario.

Santos Domínguez