31 julio 2015

Ricardo Güiraldes. Xaimaca



Ricardo Güiraldes.
Xaimaca.
Edición de Gastón Segura.
Drácena. Madrid, 2015.

En 1923, tres años antes de su obra más conocida, don Segundo Sombra, Ricardo Güiraldes publicaba Xaimaca, una novela inspirada en el crucero por las Antillas que el novelista argentino había realizado en compañía de su mujer entre 1916 y 1917.

Construida en tono menor como el diario del protagonista Marcos y su amor por Clara Ordóñez en una ruta caribeña, Xaimaca tiene como ejes temáticos el amor, el tiempo y el paisaje, mirados desde una perspectiva ultraísta, con la exaltación del presente que fue una de las aportaciones de la vanguardia: es el presente eterno que Juan Ramón resumió en la imagen de la estación total:

Una nube se levanta del agua para sesgar de algodonada blancura la opacidad azul de las rocas costeras que surten noche.
Calma que se estira sobre mis días futuros como una sombra larga en un llano.

Drácena recupera esta novela en una cuidada edición que ha preparado Gastón Segura,  que en el prólogo la define como "una novela sin vocación de serlo" que "a pesar de ello, o por esta improvisada condición, resulta turbadora," especialmente en la potencia verbal de imágenes como la del cielo sudoroso de estrellas o el ruiseñor alucinado en la noche.

Santos Domínguez

30 julio 2015

Tulia Guisado. 37’6



Tulia Guisado.
37’6.
Prólogo de Alfredo Piquer.
Epílogo de Federico Delgado Scholl.
Legados Ediciones. Netwriters Poesía.
Madrid, 2015

Yo no he inventado este dolor,
y sin embargo, trazo cada día
el mapa de la lluvia en el planeta,
y es nuevo, cada día, para mí
el trazo de esta herida, de esta llaga,
que se expande,
que crece
cada día.
Cada día.

–Nunca creíste que fuera tuyo
un dolor tan antiguo, tan usado,
dicen, tan poco original.

Es mío.


Con una intensidad emocional casi insoportable y una expresión desbordada hasta el límite de la pesadilla febril y de la irracionalidad, Tulia Guisado completa en 37’6, desde ese texto inicial al que lo cierra, un poema-libro articulado -desgarrado convendría quizá más- en veintinueve partes, pero escrito a borbotones de sangre y de palabras.

Un primer libro de una enorme fuerza expresiva, porque es “un puñetazo en el estómago”, como dice en su epílogo Federico Delgado, porque es “intenso y verdadero” como anuncia en su espléndido prólogo Alfredo Piquer y porque está escrito en la frontera que separa la salud y la enfermedad, la vida y la muerte, la razón y el delirio.

Provocado por la experiencia traumática que lo desencadena –Te conozco, dolor, / como la palma de la mano / con la que toqué / a mi hijo muerto / la cabeza- 37’6, que publica Legados Ediciones en su colección Netwriters Poesía, es una explosión verbal, una incursión en la pérdida y en la sombra desde esa fiebre que viene de lejos, / que viene del principio, / y acaba en el final, una bajada hasta la boca del infierno donde escupo sangre y ceniza y polvo seco / para ablandarlo todo y devolver / al mundo su condición de polvo. / Para que arda todo y todo se destruya.

Pero 37’6 es, sobre todo, una respuesta al dolor, una manera de afrontar sin concesiones este programa poético y vital: No te calles ante el dolor.

Santos Domínguez

29 julio 2015

Wilkie Collins. La piedra lunar



Wilkie Collins.
La piedra lunar.
Traducción y notas de Miguel Ángel Pérez.
Alianza Editorial. Madrid, 2015.

"No sólo la primera, la mejor de las novelas de detectives de Inglaterra", decía T. S. Eliot de La piedra lunar de Wilkie Collins, una espléndida novela cuya longitud le permitió a su autor hacer compleja su trama detectivesca, abordar con profundidad a los personajes y multiplicar el número de los sospechosos y de los narradores que cuentan la historia a partir de la misteriosa desaparición de la piedra lunar, el diamante que da título a la novela.

Borges definió a Collins como “maestro en las vicisitudes de la trama" por todo eso y porque están aquí ya los rasgos característicos del relato detectivesco en una narración epistolar que reedita Alianza con una nueva traducción de Miguel Ángel Pérez.

Una traducción que trae La piedra lunar no sólo a la actualidad de los escaparates, sino también a la actualidad de la lengua, porque algunas de las versiones al español que todavía siguen circulando empiezan a tener ya un cierto regusto añejo, han envejecido mal y no daban ya la verdadera medida de personajes tan memorables como la heredera Rachel Verinder, el mayordomo Betteredge, la puritana señorita Clack o el astuto sargento Cuff, que sospecha que aquel no es un robo común, sino un fraude cuidadosamente elaborado por su propietaria. Luego el láudano aclarará las cosas y los tres hindúes que merodean por la novela devolverán la joya a su lugar de origen. 

El que roba al ladrón, ya se sabe.

Santos Domínguez

28 julio 2015

Emmanuel Bove. La trampa




Emmanuel Bove.
La trampa.
Traducción de Salvador Pernas Riaño.
Pasos perdidos. Madrid, 2015.

Era como si no hubiera acabado de comprender el sentido profundo de la derrota, como si hubiera seguido imaginándose ingenuamente que las cosas podían continuar igual que en una época normal.

Y no era una época normal la de aquella Francia ocupada y rendida en la Segunda Guerra Mundial de la que Emmanuel Bove nos dejó un descarnado retrato en su novela La trampa, que publica Pasos perdidos con traducción de Salvador Pernas Riaño.

La escribió durante el exilio argelino al que marchó en 1942 y del que regresaría ya herido de muerte por el paludismo para morir en París en 1945, el mismo año en que la terminó. Con la fuerza narrativa que Bove alimentó con su propia experiencia, nos dejó en La trampa una mirada desalentadora sobre lo que acababa de vivir en la Francia colaboracionista de Vichy, sobre el oportunismo y las dudas, sobre la cobardía y la traición y sobre la condición humana en circunstancias extremas cuando “hablar es como ensanchar un foso; no había nada que hacer. Le parecía increíble la rapidez con que las personas se resignan ante la desgracia y construyen un nuevo futuro sin pensar en lo que han perdido.”

Una narración construida alrededor de la figura del periodista Joseph Bridet, un heredero del kafkiano Joseph K., su acción transcurre en un ambiente de pesadilla que tiene resonancias de El proceso y de El castillo.

Santos Domínguez

27 julio 2015

Sancho Panza, gobernador de Barataria


Miguel de Cervantes Saavedra.
Sancho Panza, gobernador de Barataria.
Ilustraciones de Ramón Pérez Carrió.
Edición de Manuel Ramos.
Linteo. Orense, 2015.

La de Sancho es la creación más honda y compleja de toda la narrativa cervantina. En ningún otro personaje del Quijote se produce una evolución tan intensa del comportamiento, la mentalidad y la palabra. Y eso se aprecia especialmente en el Quijote de 1615, donde el diálogo sustituye a la aventura como motor de transformación de los personajes.

Para celebrar el cuarto centenario de la segunda parte del Quijote, Linteo  publica una joya bibliográfica espléndida: el volumen Sancho Panza, gobernador de Barataria, ilustrado por Ramón Pérez Carrió y preparado por el editor, Manuel Ramos Méndez, con los cinco capítulos en los que Sancho cumplía su sueño de gobernar la ínsula Barataria.

Son unos capítulos cruciales, los únicos en los que Sancho y don Quijote se separan y el escudero se convierte en el eje de la novela. Cinco capítulos que marcan un antes y un después en su comportamiento y en su personalidad, porque si la ínsula era desde la primera parte un ideal que impulsaba su viaje y una metáfora de la ambición hecha gobierno, su cumplimiento se convierte en desengaño y en soledad. ¿Qué mejor imagen de esa soledad que la de la ínsula?

En ese momento el impulso renacentista se transforma en desengaño barroco, anticipando otro desengaño: el de don Quijote en su bajada también solitaria a la Cueva de Montesinos.

El carácter central de esas dos secuencias que trazan un paralelismo en la evolución de los protagonistas justifica la elección de estos cinco capítulos insulares -45, 47, 49, 51 y 53- en esta edición conmemorativa de aquel Quijote de 1615 en la que las ilustraciones, guardas, orlas, capitulares y el colofón componen una colección de láminas que en palabras del ilustrador "está construida como una serie de retablos complementarios que individualmente componen una historia o anécdota y en conjunto colman el templo que alberga la leyenda dorada de esta breve e intensa vivencia de Sancho Panza, gobernador de la ínsula de Barataria."

Santos Domínguez




24 julio 2015

Marguerite Duras. El parque


Marguerite Duras.
El parque.
Traducción de Carlos Barral.
Menoscuarto. Palencia, 2015.

Hace justamente sesenta años, en 1955, Marguerite Duras daba con El parque un giro decisivo no sólo a su trayectoria personal sino a la evolución de la novela francesa del siglo XX. Porque los diálogos aparentemente anodinos que sustentan esta novela corta abrían el camino al nouveau roman y a su cambio decisivo en el punto de vista y en la mirada del narrador.

Entre un silencio y otro, la conversación entre un vendedor ambulante y una criada transcurre en un parque que representa el espacio intermedio entre lo doméstico y lo salvaje, entre el espacio cerrado de la casa de donde viene la muchacha y las proximidades del bosque de donde viene el viajero.

En ese cruce de lo interior y lo exterior, de la esperanza y el desengaño se sostienen los diálogos entre dos personajes muy distintos: la criada bretona y el viajante de comercio que hablan una tarde en el banco de un parque de París y que poco a poco, de manera suave y casi imperceptiblemente, van pasando de las palabras triviales a la confesión personal y al contraste de ideas sobre el sentido de la vida.

Menoscuarto recupera, con otro título, la traducción que Carlos Barral publicó en Seix Barral en 1968. Quizá nadie mejor que él para traducir un texto de tanta intensidad verbal como este, tan cargado de sugerencias que bajo su apariencia tranquila oculta tempestades que no se nombran.

Santos Domínguez

22 julio 2015

Arthur Zajonic. Capturar la luz



Arthur Zajonic.
Capturar la luz.
Traducción de Francisco López Martín.
Atalanta. Gerona, 2015.

¡Luz, más luz! fue lo último que dijo Goethe antes de morir en Weimar el 22 de marzo de 1832. Esas palabras que nos legó su médico, Carl Vogel, más que el delirio de un moribundo eran el resumen de una vida consagrada a la luz del conocimiento y a las investigaciones ópticas que reflejó en su Teoría del color. Podrían ser también el emblema de la Ilustración y de su aspiración al conocimiento y a la iluminación de la realidad con la luz de la razón.

Por eso no es una casualidad que Goethe sea uno de los referentes de Capturar la luz, el espléndido ensayo de Arthur Zajonic que publica Atalanta con traducción de Francisco López Martín.

En la naturaleza ambigua de las últimas palabras del genio convivían con el misterio de los tránsitos la luz de la naturaleza y la luz de la mente, dos componentes fundamentales de la anatomía de la luz que resume el subtítulo La historia entrelazada de la luz y la mente.

Zajonic, físico y antropósofo, hace en este volumen la historia de la luz y de la mente, de la luz que se ve y la que se oye, de la llama sonora que además de verse puede oírse, de la luz del sol y la del ojo. Atendiendo a la dimensión múltiple de la luz -ciencia y arte, religión y filosofía, física y poesía-, a la luz interior y a la exterior, Capturar la luz es un recorrido -luminoso, claro- por la evolución histórica de las concepciones de la luz y por la mirada contemporánea a la luz de la teoría cuántica.

Una descripción de la vida de la luz y una biografía de esa compañera invisible que nos acompaña en el mundo y en nuestro fuero interno.

Santos Domínguez

20 julio 2015

Ve y pon un centinela


Harper Lee.
Ve y pon un centinela.
Traducción de Belmonte Traductores.
Edición de Victoria Horrillo.
Harper Collins. Madrid, 2015. 

El recorrido habitual del lector español en relación con Matar a un ruiseñor ha sido este: ha visto la película que Robert Mulligan dirigió en 1962, una película consistente a pesar del inexpresivo Gregory Peck que la protagonizaba, y luego ha leído el libro homónimo que la originó. 

Y desde la película se han instalado en su imaginario las figuras de Atticus Finch, un emblema de la rectitud insobornable en la defensa de los derechos de los negros en un contexto racista, y de Scout, la niña que proyecta su mirada infantil sobre ese mundo problemático cuyas claves aún desconoce.

De modo que la perplejidad invade al lector cuando entra en Ve y pon un centinela, que publica en España Harper Collins con edición de Victoria Horrillo y una espléndida traducción de Belmonte Traductores. Una obra que se ha convertido en el fenómeno editorial de este verano en todo el mundo, con cientos de miles de ejemplares vendidos en su primera semana, oscureciendo incluso -no hay comparación posible en cuanto a calidad- a la secuela de las sombras de Grey que aparecía a la vez. 

Perplejidad múltiple, porque para empezar Ve y pon un centinela no es una secuela de Matar a un ruiseñor, sino su precedente, su precuela genética, escrita antes aunque esté ambientada veinte años después, en los 50 y no en los 30.

Como ha explicado Harper Lee, terminó a mediados de los cincuenta esta novela, que tituló Go Set a Watchman y en la que Scout es una mujer adulta y Atticus un viejo de setenta y dos años, pero el editor la convenció para que reescribiera la novela desde el punto de vista de una Scout infantil.

Y esta fue la base de Matar a un ruiseñor y de la película: el contraste entre la mirada inocente de la infancia y el agobiante ambiente racista de Alabama. Veinte años después, Scout tiene veintiséis y vuelve a Maycomb para visitar a su padre, un envejecido Atticus que parece la contrafigura de aquel ejemplar abogado que defendía con entereza y sin éxito la inocencia de un negro acusado injustamente de una violación. 

Desde Atlanta, venía mirando por la ventanilla del vagón restaurante con un deleite casi físico. Mientras se tomaba el café del desayuno, vio cómo quedaban atrás las últimas colinas de Georgia y aparecía la tierra rojiza, y con ella las casas con tejados de chapa en medio de patios bien barridos, y en los patios las inevitables matas de verbena rodeadas de neumáticos encalados. Sonrió cuando vio la primera antena de televisión en lo alto de una casa de negros sin pintar. Conforme aparecían más y más, se redobló su alegría.

Jean Louise Finch siempre hacía el viaje por aire, pero para aquella visita anual a casa decidió ir en tren desde Nueva York hasta el Empalme de Maycomb. Por un lado, porque se había llevado un susto de muerte la última vez que viajó en avión, cuando el piloto optó por atravesar un tornado. Por otro, porque llegar a casa en avión significaba que su padre tenía que levantarse a las tres de la mañana, conducir ciento sesenta kilómetros para ir a buscarla a Mobile y trabajar después toda la jornada. Tenía ya setenta y dos años, y no era justo hacerle eso.

Atticus ya no es el icono de los derechos de los negros, es ahora alguien cercano al racismo, capaz de decir cosas como esta:

-¿Quieres que haya negros a montones en nuestras escuelas, en nuestras iglesias y nuestros cines? ¿Los quieres en nuestro mundo? /.../ ¿Quieres que tus hijos vayan a una escuela que haya bajado el nivel para integrar a niños negros? /.../ ¿Qué sucedería si a todos los negros del Sur se les dieran de repente derechos civiles? /.../ ¿Te gustaría que el gobierno de tu estado estuviera dirigido por personas que no saben cómo dirigirlo?

Veinte años después nada es igual en Maycomb. El contraste se establece ahora entre el pasado y el presente y tampoco la mirada de Scout es ya la misma: han pasado los años y eso ha cambiado su visión del mundo tanto como su experiencia en Nueva York –Dios mío, qué cosas he aprendido- y todo estalla en el final explosivo del intenso diálogo entre Atticus - desde luego esperaba que mi hija se mantuviera en sus trece y defendiera lo que cree que es justo. Y que primero que nada se enfrentara a mí-  y Scout, que va mucho más allá de los reproches y del desprecio a Atticus cuando le dice: Creo que eres la única persona en la que he confiado por completo en toda mi vida y ahora estoy acabada, antes de esta explosión de cólera: 

-¡Eres un viejo hipócrita, un hijo de perra de cola anillada!

El lector que conocía a estos personajes desde Matar a un ruiseñor ya nunca podrá verlos como antes de leer Ve y pon un centinela, una novela absorbente y turbadora, más profunda y menos optimista, más potente y menos nostálgica, más compleja y reivindicativa que Matar a un ruiseñor. 


Santos Domínguez



17 julio 2015

Wislawa Szymborska. Saltaré sobre el fuego



Wislawa Szymborska.
Saltaré sobre el fuego.
Traducción de 
Abel Murcia y Gerardo Beltrán.
Ilustraciones de Kike de la Rubia.
Presentación de Juan Marqués.
Nórdica Libros. Madrid, 2015.


Nórdica publica, con traducción de Abel Murcia y Gerardo Beltrán, Saltaré sobre el fuego, una selección breve, pero significativa, de la poesía de Wislawa Szymborska ilustrada por Kike de la Rubia.

Desde Llamando al Yeti hasta Principio y fin, una intensa muestra de la poesía interrogativa de quien hizo de la escritura un ejercicio de reflexión sobre el hombre y su lugar en el mundo, en la naturaleza o en el tiempo. Una obra en la que expresó su asombro ante la realidad, su ironía y, pese a todo, su afirmación de la existencia.

Como en cada uno de sus libros, Saltaré sobre el fuego acaba siendo una composición de lugar escrita en el tono bajo que caracteriza al grupo de poetas polacos que desde la segunda mitad del siglo XX hizo que –como resalta Juan Marqués en la presentación del volumen- “los contornos de Polonia destaquen en el mapa de la poesía del siglo XX.”

El tono bajo que caracteriza la poesía de Wislawa Szymborska es el cauce de expresión de su profundidad reflexiva acerca de la condición humana y de una honda conciencia existencial. La reflexión y la sorpresa, el asombro y el desengaño, la ironía y la seriedad, la memoria y el presente, la conciencia del tiempo y la noción del límite son algunas de las claves de su poesía, expresadas en una tonalidad de difícil sencillez y con un  ritmo interior que los traductores han sabido transmitir con solvencia para el lector de español.

Por ejemplo en versos como estos: No tengo ni palabras, ni tanto silencio para expresar mi asombro. / Escucha / cuán rápido me late tu corazón.

Santos Domínguez

15 julio 2015

Juan Goytisolo. Coto vedado. En los reinos de taifa


Juan Goytisolo.
Coto vedado.
Alianza Editorial. Madrid, 2015.


Juan Goytisolo.
En los reinos de taifa.
Alianza Editorial. Madrid, 2015.

Castellano en Cataluña, afrancesado en España, español en Francia, latino en Norteamérica, nesrani en Marruecos y moro en todas partes, no tardaría en volverme a consecuencia de mi nomadeo y viajes en ese raro espécimen de escritor no reivindicado por nadie, ajeno y reacio a agrupaciones y categorías.

Ese fragmento de Coto vedado resume una de las señas de identidad de Juan Goytisolo, que dejó en este libro y En los reinos de taifa su memoria personal, la autobiografía en los márgenes de quien habita extramuros de ideologías políticas y modas literarias por voluntad y por destino.

Es el pasado que vuelve, rememorado desde el presente, en una alternancia de tiempos y de estilos en los que se combinan el relato tradicional y la escritura desatada que fluye con libertad para reordenar la memoria desde una perspectiva que encuentra sus claves en la mirada del escritor maduro.

La frontera vital trazada por el exilio en París en 1956, que marca la separación entre las dos entregas, es también inevitablemente una frontera literaria que se abre a los nuevos caminos que abordaría su escritura.

Con su indagación conflictiva en la identidad personal, en las relaciones familiares y literarias, en lo heterodoxo, Coto vedado y En los reinos de taifa cumplen ahora treinta años desde su primera edición y contienen la memoria total  de un autor imprescindible que hace en estos dos libros examen de conciencia.

Santos Domínguez

13 julio 2015

El goce


Jean-Luc Nancy. Adèle Van Reeth
El goce.
Prólogo de José Luis Pardo.
Traducción de Mercedes Noriega.
Pasos perdidos. Madrid, 2015.

‘Prohibido (no) gozar’ titula José Luis Pardo el magnífico prólogo con el que presenta El goce, en el que Pasos perdidos recoge las conversaciones entre Jean-Luc Nancy  y Adèle Van Reeth, donde se suscitan reflexiones filosóficas y aproximaciones sociológicas en torno a un concepto de límites imprecisos entre el placer sexual y el sentimiento de posesión, entre el beneficio y el consumo, entre la pulsión animal y el deseo del cuerpo del otro.

Un debate entre dos filósofos que dialogan sobre un concepto tan huidizo como el goce en "una conversación -explica el prologuista- a la vez rigurosa y placentera, exigente y amable, como siempre ha de serlo una conversación filosófica."

Porque gozar- concluye Jean-Luc Nancy- no se deja fácilmente ni pensar, ni decir, ni siquiera experimentar: gozar es algo inestimable, es una manera de sentir la vida.

Santos Domínguez

08 julio 2015

El poeta que prefería ser nadie


Jaime Fernández.
El poeta que prefería ser nadie.
Hermida Editores. Madrid, 2015.

Si Jaime Fernández acreditó su solvencia crítica y su lucidez de lector en las introducciones a la obra de Lichtenberg o de Proust en esta misma colección o en el extenso De claro en claro, imprescindible ya en la bibliografía cervantina, en El poeta que prefería ser nadie brilla en la distancia corta del ensayo breve.

Los diecinueve ensayos que recoge este volumen que publica Hermida Editores y que toma título de uno de ellos, el dedicado a Robert Walser, proponen un recorrido lleno de iluminaciones y sugerencias por estaciones en las que se cruzan Goethe y Josep Pla, Kafka y Felice, Valéry y Virginia Woolf, Zola y Shakespeare.

Y en todas estas páginas, en las que se hace el elogio del silencio o se habla de la gloria literaria y conviven el desasosiego de la incertidumbre y las revelaciones sorprendentes, los paseantes con paraguas y los muertos que regresan, la prosa intachable de Jaime Fernández se pone al servicio de la celebración de la lectura y del mundo.

Santos Domínguez

06 julio 2015

Gaya Nuño. Memoria de guerra


Juan Antonio Gaya Nuño.
Memoria de guerra.
Edición de Margarita Caballero y Álvaro Sanz.
Cálamo. Palencia, 2015.

Con edición de Margarita Caballero y Álvaro Sanz, Cálamo publica Memoria de guerra, los apuntes inéditos que Juan Antonio Gaya Nuño fue anotando en un cuadernillo que recoge su relato como soldado republicano en la Guerra Civil.

Desde el Madrid en guerra donde recibe la noticia del asesinato de su padre en la Soria sublevada contra la República, hasta el relato incompleto de su experiencia carcelaria tras la derrota, el centro de esta memoria es la formación en Madrid de las milicias sorianas que se integrarían en el Batallón Numancia en el que se alistaría Gaya Nuño, su intervención en la batalla de Guadalajara y el final de la guerra, que recuerda con esta frase final: En dos días había andado unos cien kilómetros desde la República hasta el Fascismo.

A los setenta y cinco años de su finalización, la publicación de esta Memoria de guerra salda, como señalan los responsables de esta cuidada edición abundantemente ilustrada, una doble deuda: con su autor y con la sociedad española.

Santos Domínguez

03 julio 2015

Álvaro Alves de Faria. Motivos ajenos. Residuos



Álvaro Alves de Faria.
Motivos ajenos. Residuos.
Traducción e introducción
de Montserrat Villar.
Linteo Poesía. Orense, 2015.

Cuando el hambre explota en la garganta / los dedos aprietan el gatillo / y la noticia sale en los periódicos, escribe el brasileño Álvaro Alves de Faria (São Paulo, 1942) en el poema inicial de Residuos, uno de los dos títulos que publica Linteo en edición bilingüe en un volumen preparado por Montserrat Villar.

Junto con Motivos ajenos, Residuos, que contiene los poemas compuestos en la cárcel y guardados en la memoria antes de ser escritos, reúne algunos de los poemas más significativos de uno de los autores imprescindibles en la poesía actual en lengua portuguesa.

La suya es una poesía testimonial que desde hace más de medio siglo mantiene un compromiso radical con la realidad política y la situación social de su país. Un compromiso que le llevó a ingresar en las cárceles de la dictadura en los años sesenta y setenta y a construir una poesía dolorosa y amarga “que hiere, que sangra y que está cargada de heridas”, como afirma la traductora en el prólogo que ha escrito para esta edición.

La crítica social, el miedo, la falta de libertad, las secuelas físicas y morales de la cárcel y la tortura sostienen la potencia de una poesía en la que los motivos son ajenos, siempre ajenos / a la voluntad del prójimo: / lo que vale es la postura que purifica el momento/ y transforma la escena en una verdad / en la que todos acabamos por creer.


Santos Domínguez

02 julio 2015

Michel Pastoureau. El cerdo



Michel Pastoureau.
El cerdo.
Historia de un primo malquerido.
Traducción de José Miguel Parra.
Editorial Confluencias. Almería, 2014.

Historia de un primo malquerido es el subtítulo con el que el historiador francés Michel Pastoureau, experto en colores y en osos, resume su recorrido por la historia del cerdo que publica Editorial Confluencias con traducción de José Miguel Parra.

Un animal salvaje y doméstico, jabalí boscoso o cochino en porqueriza o en montanera, con buena y mala literatura, que sirve de alimento o de ofrenda sacrificial a los dioses, compañero de santos o alomorfo del diablo, sobre el que Pastoureau traza una imagen histórica contradictoria, entre los tabúes asociados a su figura y las metamorfosis de Zeus o los compañeros de Ulises.

Imagen de lo inmundo y compañero del hombre desde el neolítico, sacrificado a los dioses en Grecia o prohibido en el Levítico y el Corán, con reputación de ser el más listo –según Varrón- o el más bobo –según Plinio- de los animales domésticos, fue la pieza más codiciada de los cazadores antiguos, la base de la alimentación medieval. Impuro comedor de basura en la ciudad, entre los tabúes religiosos y los símbolos profanos, el cerdo es la metáfora degradante del hombre sucio, glotón o lascivo.

Un curioso apéndice documental recoge el calendario del porquero, la importancia de un cerdo regicida que cambió la historia de Francia en el siglo XII o los procesos judiciales en los que se vieron involucrados animales por su responsabilidad penal, lo que completa esta magnífica antropología del cerdo.

Santos Domínguez

01 julio 2015

Luis Feria. Obra poética y cuentos


Luis Feria.
Obra poética y cuentos.
Edición de Carlos Eduardo Pinto.
Prólogo de José Carlos Mainer.
Pre-Textos. Valencia, 2015.

Soy una inmensa llaga que no cesa. / No me toquéis, que duelo, escribió Luis Feria (Santa Cruz de Tenerife, 1927-1998) en el cierre de su libro final, Arras, de 1996.

Con el resto de su obra poética y sus cuentos, Pre-Textos reedita muy oportunamente un magnífico volumen que apareció por primera vez en el año 2000 con edición de Carlos Eduardo Pinto y prólogo de José Carlos Mainer., que recorre en su introducción el itinerario poético de Luis Feria, desde la perplejidad inicial entre el silencio y la creación al primer conocimiento del mundo en Conciencia; desde la toma de posesión de sí mismo en Fábulas de octubre al desasimiento de Cuchillo casi flor y Casa común y a la despedida de Arras.

Un conjunto de quince libros publicados entre 1962 y 1996, además de tres cuentos y una serie de textos dispersos aparecidos en revistas literarias y secciones culturales de periódicos.

Luis Feria, autor de una de las obras poéticas más depuradas de la llamada generación del medio siglo, fue un poeta al margen, un hombre solitario en el que la insularidad no fue sólo un dato en su carnet de identidad y una condición geográfica, sino una forma de vida y un rasgo que atraviesa su escritura luminosa y meditativa, de palabra depurada y precisa, en la que el paso del tiempo es clave temática dolorosa y origen de una evocación celebratoria:

A la lenta caída de la tarde
amar la vida largamente es todo
el oficio del hombre que respira.
Alzar la mano y detener el cielo.
Destino de la luz, nunca te acabes.

La casa, los gorriones, la luz, el mar, el viento o los jazmines forman parte del universo solar, luminoso, vegetal y alado de Luis Feria. Es la casa de la infancia y la memoria (A veces la memoria vuelve para quedarse) que evocan las prosas de Más que el mar, los textos encendidos de Cuchillo casi flor (oficio de creer, ley del furtivo) o los poemas desenfadados de Casa común y su celebración de lo elemental, la escoba, la despensa, el fregadero o el humilde gorrión friolero (Guerrita, cago en diez, vaya intemperie).

De tono muy distinto son los poemas breves y finales de Arras. Poemas de expresión minimalista que están atravesados por el sentimiento de pérdida, por la añoranza de la infancia desde la noche del corazón (Gracia fugaz, infancia, plata suma) para construir un libro que se cierra con esos dos versos desolados que evocaba al principio: 

Soy una inmensa llaga que no cesa.
No me toquéis, que duelo.

Entre sus papeles póstumos Luis Feria dejó esbozada una Teoría del poeta que comienza así: En el quehacer poético, el autor está siempre solo, siempre aislado, es el precio tremendo que tiene que pagar por su obra: su soledad. Únicamente le rodean en el tránsito sus vivencias más íntimas, y ese mundo particular, cerrado y único en el que nadie más que el poeta tiene cabida.

Santos Domínguez

30 junio 2015

Equipaje de vacaciones. Ensayo





John Freely.
El mundo de Homero.
Una guía de viaje por la Ilíada y la Odisea.
 Crítica. Barcelona, 2015.

El mundo de Homero, que publica Crítica en su colección Ares y Mares, es una guía de la Ilíada y la Odisea en la que John Freely parte de la llanura de Troya, la ciudad de anchas calles en medio de la llanura del río Escamandro, para recorrer las costas del Egeo y las orillas del Mediterráneo acompañando a los héroes que regresan. 

Sigue de esa manera la estela de Ulises, guerrero en Troya y viajero hacia su Ítaca patria en un libro de viajes que es mucho más que eso, porque integra el relato de los episodios homéricos y la descripción de los lugares en los que Homero situó unos episodios que desde hace tres milenios siguen alimentando la literatura y la imaginación de los hombres.

Una ágil sucesión de secuencias narrativas apoyadas en fragmentos homéricos, en descripciones geográficas o en los datos arqueológicos más recientes sobre unos lugares cuya realidad está marcada ya por la impronta que sobre ellos proyectó la mirada inmortal de Homero.

Por eso en este libro la descripción del paisaje se enmarca en un enfoque más amplio que aborda el mundo de Homero y de sus héroes y fusiona lo histórico, lo mítico y lo literario. Literatura y mito, arte, historia y geografía reunidos en un libro extraordinario, escrito con admirable pulso narrativo y acompañado de un amplio despliegue cartográfico y un cuadernillo central con ilustraciones y fotografías en blanco y negro que iluminan el mundo de esas dos obras homéricas.





Merlin Coverley.
Psicogeografía.
Traducción de Pilar Cáceres.
Carpe Noctem. Madrid, 2015

Aunque sus límites son aún imprecisos, la psicogeografía es una disciplina que se sitúa en un territorio donde se cruzan la psicología y la geografía para explicar la repercusión de los espacios urbanos en el comportamiento.

Prácticamente desconocida en España, Carpe Noctem publica, con traducción de Pilar Cáceres, Psicogeografía, de Merlín Coverley, una interesante introducción a esta disciplina y una renovadora aproximación a las tradiciones literarias en las que se origina este método: desde Defoe, Blake o De Quincey hasta Baudelaire y Benjamin.

Un recorrido en el que se acompaña al paseante sin rumbo, al caminante nocturno o al viajero mental en sus travesías por dos espacios urbanos: Londres y París. Imágenes de la ciudad y la vida urbana del paseante que vagabundea sin rumbo para anotar luego sus observaciones (Defoe), del que busca la ciudad espiritual que oculta la trama urbana visible (Blake), de los paseos a la deriva estupefaciente de De Quincey, de la deambulación como un arte en Arthur Machen o de la cartografía londinense de Iain Sinclair. 

Y, cómo no, el  flâneur que atraviesa los libros de Baudelaire, que tiene su precedente en El hombre de la multitud de Poe.




Alfredo Rodríguez.
La pasión de la libertad.
Nuevas conversaciones en París con José María Álvarez. 
Ediciones Ulises. Sevilla, 2015.

Vivir solo para celebrar la belleza se titula el capítulo central de los siete en los que Alfredo Rodríguez ha organizado La pasión de la libertad, el nuevo libro en el que se reúnen sus conversaciones con José María Álvarez. 

Tras Exiliado en el arte, que publicó Renacimiento hace dos años, esta segunda entrega, que aparece en Ediciones Ulises, profundiza en los temas, los libros, las concepciones estéticas y las actitudes éticas del autor de Museo de cera, que se podrían sintetizar en el título de ese capítulo. 

Vuelve a brillar en estas páginas la inteligencia polémica de José María Álvarez y la capacidad de Alfredo Rodríguez para indagar en lo más hondo de la vida y la obra de su maestro reconocido con un conocimiento de su poesía que hace de este volumen un libro indispensable para acercarse a un mundo literario tan peculiar como imprescindible.

La complicidad entre los dos interlocutores hace que esta obra vaya más allá de la mera reunión de conversaciones para convertirse en un análisis riguroso de los motivos y las claves literarias sobre las que se levantan los libros y los poemas de José María Álvarez.




Alfonso Armada. 
Sarajevo. 
Diarios de la guerra de Bosnia.
Fotografías de Gervasio Sánchez.
Prólogo de Clara Usón.
Malpaso. Barcelona, 2015.

“Contra el olvido, la memoria, por eso libros como esta extraordinaria crónica de Alfonso Armada son tan necesarios”, escribe Clara Usón en el prólogo de Sarajevo, el espléndido libro que edita Malpaso con el diario y las crónicas que Alfonso Armada publicó en El País entre el 19 de agosto de 1992 y el 26 de julio de 1993 como enviado especial a la guerra de Bosnia en el Sarajevo asediado por los serbios y aterrorizado por los francotiradores.

Con una tipografía diferente que permite diferenciar esos dos relatos, el del corresponsal y el del diario, este libro ofrece una doble mirada sobre aquella guerra en Bosnia Herzegovina: una, más exterior, la de la crónica periodística, y otra más íntima, la de las anotaciones del diario,. La escritura se convierte así en un refugio, en una forma de vencer el miedo a las bombas y a los francotiradores, pero también en una incursión en el corazón del horror desde una perspectiva global ilustrada con las fotografías de Gervasio Sánchez que se reúnen en el cuadernillo central.

Han pasado más de veinte años, pero la actualidad de un libro como este está doblemente justificad: primero porque en el fondo todas las guerras civiles son la misma guerra y segundo y sobre todo porque a la ignominia de la pasividad durante meses de las instituciones internacionales no puede sumarse la del olvido.





Adam Nicolson.
El eterno viaje.
Cómo vivir con Homero.
Traducción de Gemma Deza Guil.
Ariel. Barcelona, 2015.

Fue como descubrir la poesía misma, o que los muertos hablan, escribe Adam Nicolson en El eterno viaje a propósito de su descubrimiento de la  poesía de Homero durante una travesía marítima en un velero.

Descubrir a Homero y entenderlo, buscarlo y encontrar a ese autor a la vez extraño y real y finalmente seguir la estela brillante de su poesía en la Odisea son algunas de las propuestas que desarrolla este ensayo que aparece en la espléndida colección Cómo vivir con... que publica Ariel.

No es un ensayo erudito, aunque tiene la solidez que da el conocimiento profundo de un lector apasionado, sino un homenaje agradecido y cercano a un Homero que, además de ser el padre de la literatura occidental, sigue siendo nuestro contemporáneo, porque a medida que la leía, ya un hombre en la mitad de su vida, caí de repente en la cuenta de que aquél no era un poema sobre el allí y el entonces, sino sobre el aquí y el ahora. El poema describe la geografía interior de quienes lo escuchan.

Acercarlo al lector actual, bucear en la profundidad de sus ideas y en sus actitudes morales, indagar en la fragilidad y la grandeza del héroe son los logros de este ensayo tan intenso como la poesía de la que se ocupa, de esa Odisea que es un manual para la vida, una forma de conciencia que entendía el fracaso, la autocomplacencia y la vanidad y, pese a ese conocimiento, no deponía la esperanza de alcanzar la nobleza y la integridad y de obrar bien.

Una poesía que no aporta respuestas, pero refleja asombrosamente la vida, porque lo que respira en sus versos es la complejidad de la vida, la vitalidad burbujeante de un barco en el mar.



Carlo Ossola.
Italo Calvino: Universos y paradojas.
Traducción de Francisco Campillo García.
Siruela. Madrid, 2015


Cuando se cumplen treinta años de la muerte de Italo Calvino, Carlo Ossola publica un espléndido ensayo sobre su mundo literario. Titulado Italo Calvino: Universos y paradojas y traducido por Francisco Campillo García, traza un recorrido por la inagotable colección de arena que es la obra del autor de Las ciudades invisibles, una obra central que se estudia también en la parte central de este volumen.

Una introducción ejemplar a la obra de uno de los autores imprescindibles de la segunda mitad del siglo XX; una interpretación global de su narrativa; una invitación a la relectura de libros esenciales como Nuestros antepasados o Palomar y finalmente un repaso a un mundo literario consistente que se mueve entre la narrativa y el ensayo, entre el realismo y lo fantástico, entre el testimonio y la alegoría, entre la naturaleza y la historia.

La editorial Siruela, que tiene como una de las joyas de su catálogo la biblioteca Calvino, culmina esa línea con la publicación de este título, llamado a ser una obra de referencia en la bibliografía sobre el autor de La bonanza de las Antillas.


Santos Domínguez

29 junio 2015

Equipaje de vacaciones. Narrativa




William Ospina.
El año del verano que nunca llegó.
Literatura Random House. Barcelona, 2015.

En 1816 a la primavera no la relevó el verano, sino una sucesión de nevadas y frentes de hielo que convirtieron a aquel verano que no llegó en el más frío del milenio. En medio de aquel clima enloquecido que provocó inundaciones y pestes y se convertía en un solo azote de frío desde los litorales de China hasta las más inaccesibles comarcas de Nueva Inglaterra transcurre la última novela de William Ospina, El año del verano que nunca llegó, que acaba de publicar Literatura Random House.

Aquellos atardeceres de barro y sangre que pintó Turner vieron morir bandadas de pájaros desorientados sobre los campos de batalla de las guerras napoleónicas, heridos por el recuerdo aún reciente de Waterloo.

Benjamin Franklin ya no vivía por entonces, pero años antes había intuido la relación directa entre las catástrofes naturales, el frío fuera de temporada y erupciones volcánicas como la que se produjo en la isla indonesia de Sumbawa, en medio del mar de Bali. Aquella gigantesca erupción del volcán en 1815, la más grande de los últimos mil años, fue la causante de un invierno universal que nubló las islas griegas, pobló de lobos los pinares de Transilvania y llenó de ceniza los crepúsculos mediterráneos.

Cerca de Ginebra, a orillas del lago Lemán, bajo esa extensa nube de sombra, un grupo de cinco extranjeros se reunía en la villa Diodati el 16 de junio de 1816: Lord Byron, su médico John Polidori, y Clara Clairmont, su amante adolescente, que le presentó a su hermanastra Mary Wollstonecraft (que luego sería Mary Shelley), y al poeta Percy Shelley.

Aquella noche, a la luz de las velas y a lo largo de tres días oscuros como una sola noche nacieron algunas de las pesadillas más recordadas de los tiempos modernos, dos mitos fundamentales de la modernidad: la criatura de Frankenstein y el vampiro, vastas criaturas de soledad y de rebeldía que brotaron de las pesadillas de Mary Wollstonecraft y las angustias de Polidori.

De eso trata esta novela portentosa escrita con una prosa envolvente que hipnotiza al lector con una fluidez y una potencia plástica admirables y basada en una historia que unía cosas extremas, abarcaba medio mundo, conjugaba fenómenos geológicos y meteorológicos con hechos históricos, personajes literarios y criaturas fantásticas.

Así resume Ospina el engranaje de la obra, la coherencia de su articulación narrativa:

Me sorprendió que la erupción de un volcán a mediados de 1815, en Indonesia, hubiera sido una de las causas eficientes del nacimiento en Occidente de la moderna leyenda del vampiro y de la pesadilla del ser viviente hecho con fragmentos de cadáveres.

Sentí el extraño agrado de ver cómo se unían en una sola historia, que yo presentía vagamente, las vidas de Byron y Shelley con la catástrofe de una erupción volcánica en los mares del sur, con un tsunami en las costas de Bali, con esa nube de azufre y ceniza y cristales volcánicos que ennegreció el cielo de la península de Indochina y que los monzones se fueron llevando hacia el norte, desatando el cólera en la India y ahogando muchedumbres en las inundaciones del Yangtsé y del río Amarillo.





Franz Kafka.
La condena.
Traducción de Carmen Gauger.
El libro de bolsillo. Alianza Editorial. Madrid, 2015.


Franz Kafka.
La muralla china.
Traducción de Adan Kovacsis.
El libro de bolsillo. Alianza Editorial. Madrid, 2015.

'El destino de Kafka – escribió Borges – fue transmutar las circunstancias y las agonías en fábulas.'

En estos dos volúmenes que publica el libro de bolsillo de Alianza Editorial se reúnen todos los relatos de Kafka con dos nuevas traducciones de Carmen Gauger y Adan Kovacsis que se atienen a las recientes ediciones críticas de la obra de Kafka.

Bajo el título La condena se editan, junto con ese texto imprescindible y con la novela corta En la colonia penitenciaria, todos los cuentos que el propio Kafka preparó en vida y agrupó en distintos volúmenes –Contemplación, Un médico rural Un artista del hambre- entre 1913 y 1924, más otros cuatro relatos que publicó en revistas y no incluyó en libros.

Contemplación fue el primer libro que publicó Kafka. Apareció poco después de haber escrito La condena y La metamorfosis, y contiene textos menos conocidos, pero igualmente memorables, como Deseo de ser piel roja o el excelente Para que reflexionen los jinetes.

En los relatos de Un médico rural está ya, sintetizado y complejo a la vez, el Kafka canónico y maduro, el escritor nocturno que cuestiona angustiosamente el mundo y se interroga por su lugar en él, el oscuro oficinista que se desdibuja o se desdobla en máscaras irónicas o se atrinchera en el interior de sí mismo y anticipa en Ante la Ley una semilla de El proceso o deja en sus páginas varias parábolas inolvidables (Chacales y árabes, Un mensaje imperial o Un informe para una Academia) sobre el sinsentido y los límites de la expresión, sobre la crisis de la identidad y la razón.

En el otro volumen, La muralla china, se recogen los relatos póstumos, inconclusos y fragmentarios la mayoría, que Max Brod reunió en los años 30 en dos libros: Durante la construcción de la muralla china Descripción de una lucha. Entre ellos figuran textos tan significativos e imprescindibles como El silencio de las sirenas, El escudo de la ciudad, La verdad sobre Sancho Panza,  El cazador Gracchus.

No es un Kafka menor, porque no hay un Kafka pequeño, sino un autor fundamental que con estos textos, breves pero no pequeños, estaba inaugurando una de las direcciones fundamentales del cuento contemporáneo.




Fiódor Dostoievski
Noches blancas.
Traducción de Marta Sánchez-Nieves.
Ilustraciones de Nicolai Troshinsky.
Nórdica. Madrid, 2015.

Con una espléndida traducción de Marta Sánchez-Nieves y las magníficas ilustraciones de Nicolai Troshinsky, Nórdica reedita Noches blancas, una inolvidable novela corta que Dostoievski publicó en 1848, al comienzo de su carrera literaria.

Su título alude a los crepúsculos interminables del solsticio de verano en San Petersburgo, a las cuatro noches mágicas en las que transcurre la acción y la magia fugaz de esta obra narrada por un tímido soñador de veintiséis años en quien Dostoievski proyectó parte de su temperamento y su soledad para construir un personaje que prefigura casi veinte años antes a Raskolnikov.

Es la novela de un soñador al que se le acaba imponiendo la realidad una mañana tras esas cuatro noches de ensueño y amor platónico por Nástenka, la  muchacha adolescente y huérfana de la que se enamora un narrador que anticipa en su radical soledad al hombre del subsuelo.

Y tras ese paréntesis mágico de cuatro noches blancas que propician ese milagro efímero que dura cuatro noches, un final que retiene el recuerdo de un minuto de plenitud de un Dostoievski sutil y delicado en la ensoñación melancólica de su propia tristeza.







José Antonio Ramírez Lozano.
El domador de zapatos.
Diputación de Badajoz. Badajoz, 2015.

A Patiño nada le hacía más ilusión que unos zapatos. Aún recuerda aquellos prestados de la primera comunión.

Esa primera vez que el protagonista calza unos zapatos, aunque fueran ajenos, el 20 de mayo del cuarenta  y cinco, es el punto de partida de El domador de zapatos, una novela corta o un cuento largo con el que José Antonio Ramírez Lozano vuelve a acreditar su solvencia narrativa y ese gusto por contar que caracteriza toda su obra, incluso la poética.

Pero además de una evocación de la posguerra de alpargatas de esparto, El domador de zapatos contiene una mirada comprensiva hacia la condición humana, propensa a la insatisfacción y a la envidia. Envidia no sólo la menor del muchacho que vive de prestado como una horma humana mejor que la del maestro zapatero Tranquino al que lo encomienda su madre, sino la de Antonino, el niño rico y gordo, que envidia las alas que tiene Patiño en los pies para bailar.

Ese muchacho de andares patosos de palmípedo acabará arrastrando babuchas antes de que se produzca el milagro final que hay en todos los cuentos. También en este que tiene algo de Cenicienta vuelta del revés.



Roberto Arlt.
El amor brujo.
Drácena. Madrid, 2015.

En 1932 Roberto Arlt publicaba su última novela, El amor brujo, un alegato contra el matrimonio burgués y la familia, una crítica de la moralidad burguesa y de los intereses económicos que se ocultan bajo la apariencia de una relación afectiva.

Con una mezcla explosiva en la que unen la parodia de la literatura de folletín, la crítica social y la herencia de Dostoievski, El amor brujo, que acaba de publicar Drácena en su serie Ficciones y relatos,  habla de un protagonista, el ingeniero Balder, un personaje en busca de su drama, y de su relación con la adolescente Irene Loayza.

Entre lo novelesco y lo teatral, entre el diario íntimo y el flujo de conciencia, entre el monólogo y el diálogo, entre la confesión y la narración, El amor brujo tiene como fondo un Buenos Aires presentado con mirada futurista y cinematográfica. Un espacio urbano que se convierte en la metáfora del choque de mentalidades y épocas a través del contraste entre la arquitectura tradicional y los soñados rascacielos de acero. Y a lo largo de todas sus páginas, la prosa potente y descuidada de Arlt, aquel malevo desagradable y extraordinariamente inculto que evocó Borges.





Roberto Artl.
La pista de los dientes de oro y otros relatos.
Carpe Noctem Mini. Madrid 2014.


Joseph Conrad.
Una avanzada del progreso.
Traducción de Alberto Gómez Vaquero.
Carpe Noctem Mini. Madrid 2014.


Carpe Noctem abre con Mini una nueva línea editorial, una colección de libros de pequeño formato, asequibles y cuidados en su edición y en la selección de títulos. Los dos primeros volúmenes son La pista de los dientes de oro y otros relatos, de Roberto Artl, y una novela corta de Joseph Conrad, Una avanzada del progreso.

La pista de los dientes de oro es un relato de 1937 en el que Artl hace una inteligente parodia del relato policial, un texto en el que se consuma un crimen cuyas claves no descifra la investigación. Las revela el narrador a través de la perspectiva del asesino y de un personaje femenino que no lo delatará en un juego de complicidades del que la maestría narrativa de Artl hace participar al lector. La venganza, la ironía, la pista falsa de los dientes de oro que figura en el título y desconcierta a la policía son los ejes de un relato inteligente y burlón tan lleno de sombra como los otros tres relatos –Los cazadores de marfil, La ola de perfume verde y La doble trampa mortal- que completan el volumen.

Y la sombra, la ironía y la violencia también tienen una presencia fundamental en Una avanzada del progreso, que Conrad consideró su mejor relato y que se publica con la traducción de Alberto Gómez. Ambientada en África central, precursora de El corazón de las tinieblas, esta novela corta plantea el choque entre civilización y barbarie a través de la peripecia de dos impresentables aventureros blancos en el corazón de un territorio salvaje. Entre los prejuicios colonialistas y lo potente naturaleza siempre al acecho, un relato magistral que forma parte del canon imprescindible del mejor Conrad.





Gavin Maxwell.
El círculo de agua clara.
Traducción de Manuel de la Escalera.
Hoja de Lata. Gijón, 2015.

Como un Thoreau del siglo XX, retirado a un paraje deshabitado de la costa occidental escocesa, entre las Highsland y las Hébridas, Gavin Maxwell publicó en 1960 El círculo de agua clara, un libro que llevaba muchos años descatalogado en España y que acaba de recuperar Hoja de Lata con traducción de Manuel de la Escalera.

La libertad, la soledad, la relación con la naturaleza, la descripción de un paisaje agreste y lejano recorren un libro que, en palabras de su autor, trata sobre mi vida en una casita solitaria de la costa nordeste de Escocia, de los animales que la compartieron conmigo y de los que fueron mis únicos vecinos en este paisaje rocoso y marino.

La Bahía de los Alisos, en una costa rocosa llena de cavernas de una belleza profunda y primaria anterior a la civilización es el paisaje en el que Gavin Maxwell, con un perro y una nutria como únicos compañeros, sitúa esta espléndida obra.

Un elogio de la vida retirada con una capacidad evocadora y una facilidad para transmitir en sus descripciones la visión plástica del paisaje que envuelven al lector en una vivificante experiencia de lectura.



Pedro Sorela.
Lo que miran los vagos.
Menoscuarto. Palencia, 2015.

Es una tarde inmóvil, en Tánger, tan inmóvil que casi se puede ver el tiempo pasar, cuando el hombre llega a la plaza de los Cañones, también llamada De los Vagos por la cantidad de hombres que ahí, por la tarde, se sientan a ver... a ver... qué es lo que miran los vagos es un misterio. No es el paso del tiempo, es otra cosa.

Con párrafos como ese, Pedro Sorela consigue atrapar al lector y envolverlo en el mundo de sugerencias que recorren los relatos de Lo que miran los vagos, un volumen que publica Menoscuarto Ediciones en su colección Reloj de arena.

Veintitrés relatos unidos por el tema del viaje; de un viaje planteado no como desplazamiento geográfico, sino como búsqueda de lo inalcanzable, de una realidad inaprensible que no está más allá de nosotros, sino más acá, más hacia dentro que hacia fuera.

De Tokio al Bilbao de la posguerra, de Bogotá a Lisboa, de Bangkok a un château francés, los cuentos de este libro delatan a un escritor que disfruta contando y que hace transitiva esa capacidad para narrar y ese gusto por contar. Por eso los relatos de Lo que miran los vagos son una invitación constante al lector, un arte de la sugerencia que habla no sólo del paisaje que ven los ojos sino sobre todo de la experiencia interior del viaje.


Santos Domínguez