Wilkie Collins.
La piedra lunar.
Traducción y notas de Miguel Ángel Pérez.
Alianza Editorial. Madrid, 2015.
"No sólo la primera, la mejor de las novelas de detectives de Inglaterra", decía T. S. Eliot de La piedra lunar de Wilkie Collins, una espléndida novela cuya longitud le permitió a su autor hacer compleja su trama detectivesca, abordar con profundidad a los personajes y multiplicar el número de los sospechosos y de los narradores que cuentan la historia a partir de la misteriosa desaparición de la piedra lunar, el diamante que da título a la novela.
Borges definió a Collins como “maestro en las vicisitudes de la trama" por todo eso y porque están aquí ya los rasgos característicos del relato detectivesco en una narración epistolar que reedita Alianza con una nueva traducción de Miguel Ángel Pérez.
Una traducción que trae La piedra lunar no sólo a la actualidad de los escaparates, sino también a la actualidad de la lengua, porque algunas de las versiones al español que todavía siguen circulando empiezan a tener ya un cierto regusto añejo, han envejecido mal y no daban ya la verdadera medida de personajes tan memorables como la heredera Rachel Verinder, el mayordomo Betteredge, la puritana señorita Clack o el astuto sargento Cuff, que sospecha que aquel no es un robo común, sino un fraude cuidadosamente elaborado por su propietaria. Luego el láudano aclarará las cosas y los tres hindúes que merodean por la novela devolverán la joya a su lugar de origen.
El que roba al ladrón, ya se sabe.
Santos Domínguez