07 septiembre 2020

Medio siglo con Borges



Mario Vargas Llosa
Medio siglo con Borges
Alfaguara. Madrid, 2020.   

Borges ha sido lo más importante que le ocurrió a la literatura española moderna y uno de los artistas contemporáneos más memorables.

Borges es acaso el más grande escritor que ha dado la lengua española después de los clásicos, de un Cervantes o Quevedo.

Son dos párrafos de Medio siglo con Borges, el libro con el que Vargas Llosa reúne en Alfaguara diversos materiales elaborados en torno a la figura y la literatura de Borges a lo largo de cincuenta años. 

Así lo explica en el capítulo inicial:

Esta colección de artículos, conferencias, reseñas y notas da testimonio de más de medio siglo de lectura de un autor que ha sido para mí, desde que leí sus primeros cuentos y ensayos en la Lima de los años cincuenta, una fuente inagotable de placer intelectual.

Esa constante actitud admirativa recorre las dos entrevistas que le hizo Vargas Llosa: una en 1963, en la que Borges afirmaba que tenía “la impresión de que he  cultivado un solo género: la poesía”, y otra de 1981 en la que explicaba que “leer es una forma de vivir también”; las dos evocaciones de Borges, en la austeridad de su casa de Maipú o en la visita a París en donde lo entrevistó un joven Vargas Llosa para la radiotelevisión francesa; los diversos acercamientos a las ficciones y ensayos borgianos, “libros siempre breves, perfectos como un anillo” del maestro de la prosa que creó un característico e inimitable mundo de ficción.

Así lo resume en el texto central del libro, “Las ficciones de Borges”:

 “Borges perturbó la prosa literaria española de una manera tan profunda como lo hizo, antes, en la poesía, Rubén Darío.[...] Lo revolucionario de ella es que en la prosa de Borges hay casi tantas ideas como palabras, pues su precisión y su concisión son absolutas. [...] Decir que con Borges el español se vuelve “inteligente” puede parecer ofensivo para los demás escritores de la lengua, pero no lo es. Pues lo que trato de decir (de esa manera “numerosa” que acabo de describir) es que, en sus textos, hay siempre un plano conceptual y lógico que prevalece sobre todos los otros y del que los demás son siempre servidores. [...] Cada uno de sus cuentos es una joya artística.”

Otros capítulos abordan aspectos más tangenciales, menos nucleares, pero no menos significativos: la relación entre la obra de Borges, cuyo tema central es “la ficción incorporada a la vida en una operación mágica o fantástica”, y la de Onetti, cuyo mundo literario se levanta sobre “el viaje de los personajes, hartos del mundo real, a un mundo imaginario, la ciudad de Santa María.” 

O la labor de Borges como reseñista semanal de libros y autores extranjeros para la revista femenina El Hogar entre 1936 y 1939. “Borges entre señoras” se titula ese capítulo en el que Vargas Llosa percibe que “ya había en él un talento fuera de lo común para leer y opinar sobre lo que leía, y una visión del mundo, de la cultura, de la condición humana, del arte de inventar ficciones y de escribirlas que dan a todos estos textos un denominador común, de partes de un todo compacto.”

Un conjunto en el que Vargas Llosa rinde un tributo de admiración al maestro que se puede resumir en estas líneas en las que se funden el fervor del reconocimiento y la humildad:

La belleza e inteligencia del mundo que creó me ayudaron a descubrir las limitaciones del mío, y la perfección de su prosa me hizo tomar conciencia de las imperfecciones de la mía. Será por eso que siempre leí -y releo- a Borges no sólo con la exaltación que despierta un  gran escritor; también con la indefinible nostalgia y la sensación de que algo de aquel deslumbrante universo salido de su imaginación y de su prosa me estará siempre negado, por más que tanto lo admire y goce con él.



Santos Domínguez 

04 septiembre 2020

Cartas a un joven poeta

Rainer Maria Rilke.
Cartas a un joven poeta.
Traducción de Miguel Mejía.
La Isla de Siltolá. Sevilla, 2020.

Pregunta usted si sus versos son buenos. Me pregunta usted a mí. Ya les ha preguntado a otros antes. Los envía a usted a revistas. Los compara con otros poemas y se inquieta cuando ciertas redacciones rechazan sus probaturas. Pues ahora, dado que usted me ha autorizado aconsejarle, yo le pido que deje de hacer todo eso. Está usted mirando hacia afuera y eso es lo que, ante todo, no debería hacer ahora. Nadie puede aconsejarle ni ayudarle, nadie. Solo hay un único medio. Entre usted en sí mismo. Analice el motivo que lo llama a escribir; compruebe si este extiende sus raíces en el lugar más profundo de su corazón, confiésese a sí mismo si habría usted de morir en caso de que se le prohibiera escribir. Y esto ante todo: en el momento más tranquilo de sus noches, pregúntese: ¿debo escribir? Ahonde en sí mismo en busca de una respuesta profunda. Y si esta hubiera de ser afirmativa, si hubiera usted de confrontar esta pregunta tan seria con un rotundo y sencillo “Debo hacerlo”, construya entonces su vida a partir de esa necesidad; su vida, hasta en sus horas más anodinas e insignificantes, debe convertirse en prueba y testimonio de ese impulso. Acérquese luego a la naturaleza. Luego intente, como el primer ser humano, decir lo que ve y lo que vive y lo que ama y lo que pierde. No escriba poemas de amor; apártese al principio de aquellas formas que son demasiado comunes y corrientes; esas son las más complicadas, pues se precisa de una grande y madura fortaleza para aportar algo propio allí donde concurren en abundancia tradiciones notables y en parte brillantes. Por ello, líbrese de los motivos genéricos y diríjase a aquellos que le ofrece su propia cotidianeidad; describa sus tristezas y deseos, los pensamientos pasajeros y la fe en alguna belleza; descríbalo todo con íntima, tranquila y humilde franqueza, y utilice para expresarse las cosas de su entorno, las imágenes de sus sueños y los objetos de su memoria. Si su vida cotidiana le parece pobre, no la culpe a ella; cúlpese a sí mismo, dígase que no es usted lo suficientemente poeta para evocar sus riquezas; pues para el creador no existe pobreza ni lugar pobre y anodino. [...] Y si de ese giro hacia su interior, si de esa inmersión en su mundo propio salen versos, entonces no pensará usted en preguntarle a nadie si son buenos versos.

En esas líneas, amables y demoledoras a un tiempo, de la primera de las diez Cartas a un joven poeta resume Rilke su idea de la escritura poética.

Fechada en París, el 17 de febrero de 1903, cuando aún quedaba casi una década para que se iniciase el lento milagro de las Elegías de Duino, ya está claramente perfilada en esa carta la idea casi sacerdotal del ejercicio de la poesía como actividad sagrada.

La vida y la poesía recorren esas diez cartas que La Isla de Siltolá reedita en su colección Levante con traducción de Miguel Mejía. Desde febrero de 1903 al “segundo día de Navidad” de 1908, aunque nueve de ellas las escribe entre 1903 y 1904, Rilke da consejos y reflexiona en estas cartas sobre la memoria y la conciencia, sobre las sensaciones y los instintos, sobre la trascendencia de la creación y del amor, sobre la soledad y los viajes, sobre la actitud paciente y receptiva del artista.

Rilke se las envió al joven austríaco Franz Xaver Kappus, poeta incipiente y cadete en una academia mlitar en Viena, que las editó en 1929, dos años después de la muerte de Rilke, precedidas de una introducción en la que señalaba que esas cartas eran “importantes para entender el mundo en el que Rainer Maria Rilke vivió y creó, e importantes también para muchas personas que se encuentran, hoy y mañana, en crecimiento y desarrollo. Y allí donde habla una persona grande y única, han de guardar silencio las pequeñas.”

Santos Domínguez 

02 septiembre 2020

Galdós. Una biografía



Yolanda Arencibia.
Galdós. Una biografía.
Tusquets. Barcelona, 2020.

Como una biografía que “aspira a mejorar el conocimiento de las circunstancias del escritor, para que se entiendan con más profundidad sus ideas y sus compromisos con la vida y con la literatura, y para que se aprecie mejor el significado de su obra” define Yolanda Arencibia la monumental biografía de Galdós con la que obtuvo el Premio Comillas. La publica Tusquets en un amplio volumen que incorpora dos cuadernillos de ilustraciones.

Editora de los veinticinco volúmenes de la colección Arte, naturaleza y verdad. Obras completas de Pérez Galdós, Yolanda Arencibia lleva un cuarto de siglo dirigiendo la Cátedra Pérez Galdós de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria y consolidando su prestigio como especialista en la obra galdosiana con una trayectoria investigadora que culmina con este ensayo del que dice en el prólogo:

La biografía que el lector tiene en sus manos aplica el axioma “El hombre es la obra” al escritor Benito Pérez Galdós, el gigante que vivió en España cincuenta y siete años del siglo XIX y dos décadas más del XX, y que, partiendo de la nada (ni familia de prosapia, ni gran fortuna), llegó a ser uno de los mejores escritores europeos.
Para ello me he propuesto seguir en directo los pasos del individuo Pérez Galdós, combinando los contextos personales, históricos y sociales que condicionaron su personalidad y determinaron la construcción de su obra, un universo de creación auténtico, fruto del resultado de un programa artístico que las circunstancias fueron ajustando.

Escrito con una meritoria suma de agilidad narrativa y rigor documental, es un exhaustivo recorrido por la vida y la obra de Galdós a lo largo de casi mil páginas de la mano de quien conoce en profundidad no sólo las claves biográficas del autor, sino los vínculos que conectan la biografía del novelista con su creación literaria, en un sistema de contrapuntos que relacionan la experiencia autobiográfica con su transmutación narrativa.

Porque, como señala la autora, “esta biografía aspira a mejorar el conocimiento de las circunstancias del escritor, para que se entiendan con más profundidad sus ideas y sus compromisos con la vida y con la literatura, y para que se aprecie mejor el significado de su obra. Porque Galdós sigue siendo poco y mal conocido. Se desgranan los títulos de sus novelas (con admiración, casi siempre; a veces sólo de oídas), se repiten datos elementales de su vida (algunos se repiten mal), se recuerdan varios de sus argumentos…, pero no acaba de entenderse su personalidad, ni de apreciarse la altura de su genio.”

Y así, siguiendo la trayectoria galdosiana del periodismo a la literatura, desde la prehistoria literaria de los años de formación a la madurez activa, de la crónica a la novela, se va construyendo esta minuciosa biografía que atiende a la ética y a la estética, a la conjunción de vida y escritura, de ideología y creatividad, de realidad e imaginación con la voluntad de totalidad propia de una obra panorámica que sitúa al novelista y a la persona en el contexto sociocultural y político de su tiempo.

Una profunda inmersión en el universo creativo galdosiano y una indagación rigurosa en su peripecia personal, en su creación narrativa y su voluntad testimonial, en la evolución ideológica y estética del escritor infatigable y el hombre discreto, en su capacidad de observación como espectador de la historia viva en el último tercio del siglo XIX o en su dominio de la evocación descriptiva a través de una biografía que parte del convencimiento de que “ha de atender al escritor y a la persona; a la obra y a la vida; a lo público, sin olvidar lo privado.”

Esa doble atención queda resumida ejemplarmente en la frase que evoca la muerte del escritor:

Silencio. Don Benito ha muerto. Galdós nunca morirá.

Es ya sin duda uno de los títulos de imprescindible referencia en las conmemoraciones del centenario de la muerte de Galdós.

Santos Domínguez 

29 julio 2020

Cuentos completos de Fernando Quiñones


  
Fernando Quiñones.
Tusitala. 

Cuentos completos.
Páginas de Espuma. Madrid, 2003.

Fernando Quiñones (Chiclana, 1930-Cádiz, 1998) es no sólo uno de los escritores fundamentales de la segunda mitad del siglo XX; es también uno de los más versátiles, el poeta poderoso de los diez libros de las Crónicas, el novelista de Las mil noches de Hortensia Romero y La canción del pirata.

Algunas de las más brillantes páginas de una obra repleta de ellas hay que buscarlas en sus relatos, que Páginas de Espuma reunió en una edición de su narrativa completa en la colección Voces.

Tusitala, el contador de historias, era el nombre mágico con el que llamaban a Stevenson los nativos de Samoa. Así se iba a titular un proyecto de libro que frustró la muerte de Fernando Quiñones, y así se titula el volumen que reúne todos sus cuentos, con edición y prólogo de Hipólito G. Navarro.

Se recogen aquí los ocho libros de relatos que el autor publicó entre 1960 y 1997, desde las Cinco historias del vino hasta El coro a dos voces pasando por La gran temporada, esas siete historias de toros y de hombres que premió un jurado integrado por Borges, Bioy Casares y Eduardo Mallea o Nos han dejado solos. Libro de los andaluces.

Y en todos ellos, cuentos definitivos, dignos de cualquier exigente antología del género: Muerte de un semidiós Los toros del Puerto, Legionaria, Cuqui o ese cuento portentoso de media página que es La tumba giratoria. 

El último libro de relatos que publicó Fernando Quiñones es El coro a dos voces, con una estructura en la que van alternando el registro culto y el popular. Y ahí, entre otros, uno de los mejores, Hoy playa no.

Se incluyen al final del volumen diez relatos, algunos rescatados del disco duro de su ordenador, que no se habían publicado aún o habían aparecido en alguna antología colectiva o en revistas y que iban a formar parte del proyectado Tusitala. 

El último, El final, es un cuento inquietante en el que el fin del mundo es un advenimiento de agua en vez de un juicio de fuego y el mar entra en las calles de Cádiz desde San Antonio y la calle Ancha y baja por la calle Novena hasta Sagasta.

Este libro es, además de una obra de arte absoluta, rotunda y terminante, un manual práctico del relato y de todas sus posibilidades expresivas, un despliegue de técnicas sobre perspectivas y tipos de narrador, sobre las formas de tratar el diálogo, de construir un personaje o de resolver el desenlace. Técnicas explicadas de primera mano. De la mano de uno de los primeros, de uno de los maestros del género.

                                                                                                                Santos Domínguez

27 julio 2020

Todo Wilt


Tom Sharpe.
Todo Wilt.
Traducciones de José Manuel Álvarez,
Marisol de Mora y Gemma Rovira.
Anagrama. Barcelona, 2020.

Siempre que Henry Wilt sacaba al perro a pasear o, para ser más precisos, cuando el perro le sacaba a él o, para ser exactos, cuando la señora Wilt les decía a ambos que se fuesen de casa para que ella pudiese hacer sus ejercicios de yoga, Henry siempre seguía la misma ruta. De hecho el perro seguía la ruta y Wilt seguía al perro. Bajaban hasta la oficina de correos, cruzaban el campo de juegos, luego el puente del ferrocarril y seguían por el sendero que bordeaba el cauce. Continuaban, siguiendo el río, poco más de kilómetro y medio y luego cruzaban otra vez por debajo de la vía férrea y volvían recorriendo calles cuyas casas eran mayores que la de Wilt y donde había árboles grandes y jardines y los coches eran todos Rovers y Mercedes. Era allí donde Clem, un labrador de raza, se sentía evidentemente más a gusto, y hacía sus cosas mientras Wilt esperaba mirando alrededor un poco inquieto, consciente de que aquel no era su tipo de barrio y deseando que lo fuese. Era prácticamente el único momento de su paseo en que él tenía una cierta conciencia de su entorno. Durante el resto del trayecto el paseo de Wilt era un paseo interior y seguía un itinerario completamente distinto de su propia apariencia y de la de su ruta. Era en realidad una jornada de pensamiento ávido, un peregrinaje por sendas de posibilidad remota que implicaban la desaparición irrevocable de la señora Wilt, la adquisición súbita de riqueza, de poder, lo que haría él si le nombrasen ministro de educación, o, aún mejor, primer ministro. Era algo urdido en parte con una serie de recursos desesperados y en parte con un diálogo mudo, de tal modo que quien reparase en Wilt (y la mayoría de la gente no lo hacía) podría haber visto que sus labios se movían de cuando en cuando y que se le fruncía la boca en lo que él suponía cariñosamente una sonrisa sardónica cuando abordaba cuestiones o respondía a argumentaciones con una agudeza de ingenio devastadora. Fue precisamente durante uno de esos paseos, bajo la lluvia, tras un día especialmente penoso en la escuela, cuando Wilt consideró por primera vez la idea de que solo podrían cristalizar sus esperanzas y podría considerar su vida algo propio si su mujer era víctima de algún desastre no del todo fortuito.

Esto, como todo lo demás en la vida de Henry Wilt, no fue una decisión súbita. No era un hombre decidido. Prueba de ello eran sus diez años de profesor auxiliar (Nivel Dos) en la Escuela de Artes y Oficios Fenland. Llevaba diez años en el Departamento de Artes Liberales dando clases a los alumnos de Instalación de gas, Enyesado, Albañilería y Lampistería. O manteniéndolos en calma. Y durante diez largos años se había dedicado a ir de clase en clase con dos docenas de ejemplares de Hijos y amantes o Ensayos de Orwell o Cándido o El Señor de las Moscas y había hecho todo lo posible por ampliar la sensibilidad de los aprendices con una notable falta de éxito.

Así comienza, en la traducción de José Manuel Álvarez, Wilt, el título con el que Tom Sharpe (Londres, 1928-Llafranc, 2013) inauguró en 1976 el ciclo de cinco novelas protagonizadas por Henry Wilt que Anagrama reúne en un volumen que recoge, además de la inicial, Las tribulaciones de Wilt, ¡Ánimo, Wilt!, Wilt no se aclara y La herencia de Wilt, con la que cerró la serie en 2009.

Profesor auxiliar en la Escuela de Artes y Oficios Fenland, casado con la iracunda, mandona y liberada Eva y padre de cuatrillizas asilvestradas, inseguro y patoso, Wilt es un ineficiente adiestrador cultural en un medio adverso, un personaje a la vez gris y extravagante entre muchos personajes grises y extravagantes, un pobre diablo que sufre humillaciones públicas y privadas y recae con frecuencia en sus excesos como bebedor de cerveza y en situaciones absurdas y bochornosas, generadoras de una espiral de enredos que desbordan al personaje, que acaba convertido de la manera más tonta en sospechoso del asesinato de su mujer.

Con una inagotable capacidad para crear problemas, sufrirlos y sortearlos con asombrosa habilidad, Wilt es un representante de la irrepetible clase media británica, sobre la que Sharpe proyecta su humor inteligente y corrosivo, su ironía, su sátira despiadada y cruel de la hipocresía en las relaciones sociales.

Las cinco novelas de la serie se sustentan, más que en cualquier otro material narrativo, en las peripecias descabelladas que genera el azar más que la determinación premeditada de los personajes. Además del extravagante protagonista, su esposa rolliza y lúbrica, insatisfecha y con inquietudes, un cóctel explosivo que da lugar a situaciones que van de lo trivial al enredo creciente; el peculiar inspector Flint; una muñeca hinchable a punto de ser enterrada en cemento; un desinhibido matrimonio norteamericano; las insufribles cuatrillizas y las dificultades financieras, los conflictos con los vecinos y los alumnos delincuentes; los afrodisiacos administrados a traición y la señora de los látigos; los traficantes de drogas de vanguardia...

Esos son algunos de los elementos triviales con los que Tom Sharpe construye su cruzada risueña  y corrosiva contra lo políticamente correcto y contra la hipocresía británica en la que quizá sea la mejor lectura para unas vacaciones tan raras como estas.

Santos Domínguez

24 julio 2020

Rosario Castellanos. Obra poética


Rosario Castellanos.
Poesía no eres tú.
Obra poética (1948-1971).
Fondo de Cultura Económica. México, 2017.


HIMNO 

Después de todo, amigos,
esta vida no puede llamarse desdichada.
En lo que a mí concierne, por ejemplo,
recibí en proporción justa, en la hora exacta
y en el lugar preciso y por la mano
que debe dar, las dádivas.

Así tuve muertos en la tumba,
el amor en la entraña,
el trabajo en las manos y lo demás, los otros,
a prudente distancia
para charlar con ellos, como vecina afable
acomodada en la barda.

Y recreos. Domingos enteros en la playa,
arboledas anónimas y amigas,
manantiales ocultos que cantaban,
libros que se me abrieron de par en par y bóvedas
maravillosamente despobladas.

Dioses a quienes venerar, demonios
tan hermosos que herían la mirada,
sueños para dormir asido al cuerpo ajeno
como hiedra de tactos y palabras
... y algún relámpago de medianoche
para alumbrar el orden de mi casa.

Ese espléndido poema de Rosario Castellanos (México, 1925- Tel Aviv, 1974), de su libro Materia memorable, forma parte de Poesía no eres tú, el volumen en el que reunió en 1972 su obra poética escrita entre 1948 y 1971.

Acaba de reeditarlo el Fondo de Cultura Económica en un volumen muy cuidado que es la cuarta reimpresión de la cuarta edición, lo que refleja la cantidad de lectores que se han acercado a la obra de una de las voces imprescindibles de la poesía hispanoamericana. 

Rosario Castellanos es uno de los grandes nombres de la literatura mexicana del siglo XX y forma parte, como Jaime Sabines y José Emilio Pacheco, de una irrepetible edad de oro de la poesía contemporánea en ese país.

Desde Apuntes para una declaración de fe, su primer poema, hasta El retorno, que cierra su último libro, Viaje redondo, la obra de Rosario Castellanos tiene un evidente fondo autobiográfico y desarrolla, con una conciencia cada vez más radical de su condición femenina, una trayectoria que va desde la búsqueda al conocimiento, a la afirmación de su propia identidad, esa “dignidad de isla” que nombraba en uno de sus poemas.

La soledad y el tiempo, el amor y la muerte (“entre la muerte y yo he erigido tu cuerpo”), la amargura, la rebeldía y la ironía de un humor cada vez más negro son algunos de los temas, los enfoques y los tonos de una poesía de enorme potencia verbal y emocional.

Así, por ejemplo, en Muro de lamentaciones:

Alguien, yo, arrodillada: rasgué mis vestiduras 
y colmé de cenizas mi cabeza. 
Lloro por esa patria que no he tenido nunca, 
la patria que edifica la angustia en el desierto 
cuando humean los granos de arena al mediodía. 
Porque yo soy de aquellos desterrados 
para quienes el pan de su mesa es ajeno 
y su lecho una inmensa llanura abandonada 
y toda voz humana una lengua extranjera. 

Porque yo soy el éxodo.

Con esa constante presencia de lo autobiográfico que recorre sus libros, la poesía de Rosario Castellanos es una mirada al espejo, una forma de trazar su autorretrato, incluso cuando se proyecta en una máscara como en la excelente Lamentación de Dido, la reina abandonada por Eneas y hermanada con la poeta en la desolación:

Ah, sería preferible morir. Pero yo sé que para mí no hay muerte. 
Porque el dolor —¿y qué otra cosa soy más que dolor?— me ha hecho eterna.

La expresión de ese dolor, la explosión emocional de la mujer abandonada y sola alcanza uno de sus momentos más altos en Elegía, un poema de En la tierra de en medio:

Nunca, como a tu lado, fui de piedra. 

Y yo que me soñaba nube, agua,
aire sobre la hoja,
fuego de mil cambiantes llamaradas,
sólo supe yacer,
pesar, que es lo que sabe hacer la piedra 
alrededor del cuello del ahogado.

En Destino, un poema de Lívida luz que empezaba con dos versos memorables (“Matamos lo que amamos. Lo demás/no ha estado vivo nunca.”), confluyen los temas esenciales de la poesía de Rosario Castellanos, en la que se fusionan ejemplarmente el ímpetu del sentimiento y la potencia de una palabra que nunca deriva hacia la oscuridad metafórica, sino hacia la expresividad enunciativa y directa. Así termina ese poema:

El ciervo bebe el agua y la imagen. Se vuelve
—antes que lo devoren— (cómplice, fascinado) 
igual a su enemigo. 

Damos la vida sólo a lo que odiamos.

El amor como crecimiento o como destrucción, la rebeldía ante la soledad y las postergaciones, la incursión en la herida y en la sombra marcan las claves de esta poesía, exigente y rigurosa desde el punto de vista formal y estrechamente vinculada a la realidad biográfica y a las circunstancias sentimentales de su autora.

Además de sus libros originales, Poesía no eres tú incorpora las versiones que hizo Rosario Castellanos de poemas de Emily Dickinson y Paul Claudel y las especialmente brillantes de Marcas, de Saint-John Perse.

Santos Domínguez

22 julio 2020

Últimas tardes con Teresa



Juan Marsé.
Últimas tardes con Teresa.
Edición conmemorativa.
Seix Barral. Barcelona, 2016.

Hace ahora cincuenta años aparecía en Seix Barral Últimas tardes con Teresa, la novela con la que Juan Marsé había obtenido el año anterior el Premio Biblioteca Breve.

Con prólogos de Pere Gimferrer, Manuel Vázquez Montalbán y el propio Juan Marsé, la misma editorial publica una espléndida edición conmemorativa que incluye en un apartado final la documentación relativa a los problemas que tuvo la novela con la censura, que desautorizó su publicación en un primer momento con un informe de lectura desfavorable del lector-censor.

Pero por encima de esos avatares, Últimas tardes con Teresa es uno de los títulos imprescindibles de Juan Marsé y de la novela española del último medio siglo. Equidistante de la decadente novela social y de la emergente novela experimental, la historia del charnego Manolo Reyes, Pijoaparte, y su incursión en el mundo de progres pijos de la alta burguesía catalana, está ambientada en lo que Vázquez Montalbán define de forma demoledora como “los años épicos de los señoritos de izquierda”, aquella gauche divine que se escandalizó ante el espejo de su propia superficialidad.

En la relectura que ha hecho para esta reedición, Pere Gimferrer destaca de Últimas tardes con Teresa “su calidad o condición de novela poética o poemática” que “se nos impone, ante todo, no por su justeza satírica y su precisión social y moral, sino por el valor transfigurador de las imágenes, el léxico y la cadencia sonora.”



Santos Domínguez

20 julio 2020

Ronda Marsé


Ronda Marsé.
Edición de Ana Rodríguez Fischer.
Candaya Ensayo. Barcelona, 2008.

En un amplio tomo coordinado por Ana Rodríguez Fischer, que ha escrito el texto introductorio (Impulso y nostalgia) sobre la historia de este libro, Candaya edita en su colección Ensayo Ronda Marsé, un recorrido riguroso por la obra del narrador barcelonés a través de casi ochenta textos críticos.

Casi medio siglo de asedios y lecturas que van desde el estudio académico a la reseña volandera de sus novelas o relatos en una pluralidad de enfoques que viene exigida por el carácter poliédrico del universo narrativo de Marsé.

La editora, Ana Rodríguez Fischer, explica en el prólogo que ha puesto especial empeño en rescatar aquellos textos valiosos que habían visto por primera vez la luz en las revistas culturales (las académicas o universitarias son, naturalmente, una cuestión aparte), en la creencia de que la crítica literaria de este país no se hace únicamente desde los suplementos literarios de los periódicos (según deben de creer los responsables de los departamentos de prensa y promoción de las editoriales, a juzgar por lo que he visto y comprobado en “las carpetas” de Juan Marsé), ni son los de tirada nacional garantía de excelencia (algo que sostengo precisamente por haber colaborado en unos y en otros). De ahí la voluntad de incluir algunos trabajos tal vez menos conocidos por haberse publicado en diarios de circulación restringida.

Y así se van sucediendo textos críticos de círculos académicos y universitarios (Antoni Vilanova, Joaquín Marco, José-Carlos Mainer), de suplementos literarios de prensa (Rafael Conte, Miguel García-Posada, Ignacio Echevarría, José María Pozuelo Yvancos) o de novelistas tan distintos como Lobo Antunes, Caballero Bonald, Eduardo Mendoza, Muñoz Molina, Vargas Llosa, Vázquez Montalbán, Pérez Reverte, Martín Garzo o Vila-Matas.

El libro incluye un DVD con el documental de Xavier Robles Sàrries Un jardín de verdad con ranas de cartón. Rodado en Barcelona y Calafell, es un documento de media hora en que un Marsé sarcástico y auténtico habla y mira, recuerda y reflexiona sobre su escritura y sobre la vida, sobre la escenografía barcelonesa (un jardín de verdad) en la que se desenvuelven los personajes de sus novelas (las ranas de cartón). O cuenta un episodio con Robles Piquer, censor patético entre el muslo y la antepierna, y habla de su anticlericalismo y antinacionalismo (catalán, español, andorrano o chino), de su relación con el catalán y el castellano, del mundillo literario. En los dos extras del DVD Marsé lee un capítulo de la novela que está escribiendo y cuenta la historia de la marquesa amante de un ministro de Franco y protectora de escritores como Ángel González, García Hortelano o él mismo.

Es Juan Marsé visto por Juan Marsé, como en los dos autorretratos, uno de 1975 y otro de 1988, que abren un libro que traza la semblanza humana y literaria de un gran tipo, chamarilero de la memoria o pirata del Caribe, de su rabia discreta y su melancolía distante, de su relación con Barcelona y con el barrio mental de la memoria, de la función de lo real y lo imaginario en su literatura, de su mirada cinematográfica, de su trabajo artesanal de la frase, de las imágenes de su infancia y adolescencia, marcadas por la guerra y la derrota.

Es, también, en gran medida, un recorrido completo por sus libros. Por la figura del charnego Pijoaparte y la izquierda señorita desmitificada en Últimas tardes con Teresa, una novela desdoblada en la siguiente, La oscura historia de la prima Montse.

Por Si te dicen que caí, por las aventis y los laberintos de la guerra civil; por La muchacha de las bragas de oro y el cambio de camisa y el maquillaje del pasado de un conocido intelectual falangista.

Por la historia de vencedores y vencidos de Un día volveré; por la Ronda del Guinardó y el paisaje urbano y moral de los cuentos; por la ironía polifónica de El amante bilingüe; por la metáfora de la decepción y la imagen nostálgica de los perdedores en El embrujo de Shanghai; por la vuelta a las aventis y el juego de pasado y presente que es Rabos de lagartija; por el homenaje al cine y a los derrotados de Canciones de amor en el Lolita’s Club.

En definitiva, una guía de lectura para internarse en la obra imprescindible de un autor cuya actividad real es -las palabras son del propio Marsé- matar el tiempo y el espacio con espejismos que reflejen el rojo sol de la verdad.


Santos Domínguez

17 julio 2020

Quince poetas franceses contemporáneos




Jeanne Marie (ed.)
Quince poetas franceses contemporáneos.
Edición bilingüe.
Libros del Aire. Madrid, 2014.


PORQUE dudaron entre la rosa y la sombra 
porque cargaron sus fusiles de lluvia 
murieron en el olvido.

Sólo mueren los crédulos 
que abrigan bajo sus techos nubes extrañas 
escriben su cara sobre el vaho de las ciudades 
abrazan un cañón, siguen a un granadero.

Sólo mueren los ingenuos que sangran con la amapola.

Mueren cada noche
cuando se alinean las horas
que se vuelven cuchillo entre los labios de los relojes
cuando la luz en su boca se calla.


Ese poema, de Vénus Khoury-Ghata, libanesa afincada en París desde 1972, es uno de los que aparecen en Quince poetas franceses contemporáneos, la antología bilingüe que publica Libros del Aire en su colección Jardín cerrado, con selección y traducción de Jeanne Marie y prólogo del crítico y poeta Philippe Biget, que habla de esta autora como creadora de "una poesía en apariencia sencilla y simple pero donde brilla una fulgurante audacia como cuando habla de esta relación con el tiempo."

Una selección bilingüe pensada, como explica la antóloga, "para que el lector español pueda descubrir obras de poetas franceses desconocidos o poco conocidos en España, en una antología que mostrara la poesía francesa del siglo XX hasta comienzos del XXI, con sus innovaciones y sus tendencias." 

Desde finales de la década de los 30 hasta hoy, esta muestra reúne la sencilla profundidad y la elegante emoción de Hélène Cadou; el equilibrio entre la dicción clásica, la intensidad trágica y la base onírica en la poesía del haitiano Jean Métellus; la poesía directa y resistente de Jean Pierre Rosnay -Mi lápiz es mi bastón de ciego-, la mirada telúrica a la naturaleza de Serge Brindeau; la poesía civil e interrogativa de Pierre Seghers; la luz y la sombra del amor y la muerte en las imágenes surrealistas de Alaín Borne; la experiencia del exilio, entre la melancolía y la esperanza, como eje de la poesía del bagdadí Salah Al Hamdani; o la naturaleza, atravesada por el silencio interior y el tiempo en la poesía intimista de Max Alhau:

Has borrado todas las palabras 
para que la página vuelva a ser perfecta blancura.
Puedes dar paso a la alondra 
cuyo vuelo acorta el tiempo.
Al capricho de tus sueños vas 
por la orilla del río 
a punto de salir a ningún estuario.

¿Desde ahora qué mundo murmura en ti, 
del que tú eres el incendiario?


"Al ser la traducción la reescritura de un texto original- explica la traductora-, implica necesariamente un riesgo la interpretación de ese texto. Para minimizar ese riesgo inevitable, he preferido ser humilde y fiel a la palabra original del poeta, al espíritu de cada voz poética." 

Y así entre estos Quince poetas franceses contemporáneos aparecen otras voces: la reivindicación feminista y la compasión ante el emigrante de Nicole Laurent-Catrice, la palabra existencialista de Gabrielle Althen y el superrealismo como una línea de fuerza que sigue impulsando la poesía francesa actual, por ejemplo en Brigitte Gyr y en las asociaciones misteriosas e imprevistas que convocan sus metáforas:

Constante y atravesable 
adelantándome al presagio 
Soy lo que niegas 
El más alto de los engaños 
Que la flor celebra
 Santos Domínguez



15 julio 2020

Poesía completa de Alejandra Pizarnik


Alejandra Pizarnik.
Poesía completa.
Edición de Ana Becciú.
Lumen. Barcelona, 2016.

                         Los ausentes soplan y la noche es densa. La noche tiene el color de los párpados del muerto.
                        Toda la noche hago la noche. Toda la noche escribo. Palabra por palabra yo escribo la noche.

Ese breve texto, Linterna sorda, es uno de los poemas de la primera parte de Extracción de la piedra de locura, que Alejandra Pizarnik publicó en 1968.

Un texto de 1966 que cumple ahora medio siglo y que se reedita en el volumen que recoge la Poesía completa de Alejandra Pizarnik en Lumen con los ocho libros que publicó en vida, entre La tierra más ajena El infierno musical, más los poemas no recogidos en libro y los póstumos que reunieron Olga Orozco y Ana Becciú bajo el título de Textos de sombra y otros poemas.

En la intensa brevedad de ese poema se resume la tonalidad oscuramente confesional de la poesía de Alejandra Pizarnik (1936-1972) y asoman alguno de los temas característicos de su universo literario, lleno de sombras y de fulguraciones.

Para conjurar sus miedos, sus incertidumbres y sus contradicciones eligió vivir en la poesía para acabar ocultándose en el lenguaje:

y qué es lo que vas a decir
voy a decir solamente algo
y qué es lo que vas a hacer
voy a ocultarme en el lenguaje
y por qué
tengo miedo,

escribió en Cold in hand blues, un poema de su último libro, El infierno musical.

Heredera de Rimbaud, que le presta una cita con la que abre su primer libro, y de una escritura irracionalista que va de Lautréamont al superrealismo de Bretón pasando por Mallarmé, su sensibilidad exacerbada dotó a su poesía de tensión verbal y emocional, de un ímpetu visionario que encuentra su cauce en los símbolos que recorren su obra: la noche, el silencio, el jardín o el viento, imágenes de una naturaleza turbia que refleja el enigma del mundo, por eso – escribía- cada palabra dice lo que dice y además más y otra cosa:

Adentro de tu máscara relampaguea la noche. Te atraviesan con graznidos. Te martillean con pájaros negros. Colores enemigos se unen en la tragedia.
Es la imaginería oscura de la desolación, del dolor y el amor, de una intimidad dramática y una sensualidad desgarrada que oscila siempre entre el deseo y las heridas. Esa era su concepción terapéutica de la escritura: “Escribir un poema –decía en una entrevista de 1972, poco antes de suicidarse- es reparar la herida fundamental."

Siempre a medio camino entre la creatividad y la autodestrucción, Alejandra Pizarnik entendió la poesía como un intento de iluminación en lo extraño. Aspiró a la precisión y practicó una escritura exigente y desatada de imágenes en libertad. Fue la extranjera ante el espejo, la que calla en el desierto en busca de sí misma, quien emprende un viaje sin regreso al fondo de la noche. Así en Árbol de Diana:

Sólo la sed
el silencio
ningún encuentro
cuídate de mí amor mío
cuídate de la silenciosa en el desierto
de la viajera con el vaso vacío
y de la sombra de su sombra.

Entre el miedo y la fascinación, entre el vértigo autodestructivo y las adicciones, el desorden y la insatisfacción, la poesía de Alejandra Pizarnik es una experiencia sin concesiones en el límite. Una experiencia que reflejan poemas tan estremecedores como este Continuidad, de Extracción de la piedra de locura:

No nombrar las cosas por sus nombres. Las cosas tienen bordes dentados, vegetación lujuriosa. Pero quién habla en la habitación llena de ojos. Quién dentellea con una boca de papel. Nombres que vienen, sombras con máscaras. Cúrame del vacío —dije. (La luz se amaba en mi oscuridad. Supe que no había cuando me encontré diciendo: soy yo) Cúrame —dije.

De la edición se ha encargado Ana Becciu, que define este volumen como "una compilación, hecha con lealtad a Alejandra Pizarnik, y devoción a su obra, única e irrepetible."

Santos Domínguez

13 julio 2020

La expresión americana


José Lezama Lima.
La expresión americana.
Ensayos completos III.
Edición crítica, introducción y notas de
Leonor A. Ulloa, Justo C. Ulloa e Irlemar Chiampi.
Confluencias. Almería, 2011.

Sólo lo difícil es estimulante, escribe Lezama Lima al comienzo de “Mitos y cansancio clásico”, primero de los cinco ensayos que forman parte de La expresión americana, el volumen que acaba de publicar Confluencias con edición de Leonor A. Ulloa, Justo C. Ulloa e Irlemar Chiampi.

Y esos dos adjetivos -difícil estimulante-, complementarios siempre en Lezama, definen su poesía, su narrativa y sus ensayos. 

La expresión americana, el tercero de los seis volúmenes que forman parte de un ambicioso proyecto para recoger los Ensayos Completos del maestro cubano, es el resultado de la reelaboración de cinco conferencias que Lezama dictó en 1957 sobre la identidad cultural americana.

Esta edición crítica recupera el espléndido prólogo de Irlemar Chiampi (La historia tejida por la imagen) que abría la del Fondo de Cultura Económica en 1993 y se enriquece con un espectacular cuaderno iconográfico con setenta y nueve imágenes esenciales a las que Lezama se refiere en este conjunto de ensayos que son una lectura crítica y poética del legado americano y trazan la silueta cultural del continente a través de la imagen y del espacio.

Con un método que frente a la razón hegeliana defiende la imaginación mítica y frente a la razón histórica propone el logos poético, Lezama indaga en la esencia mestiza de lo americano a partir de los vínculos que establece la analogía, no las relaciones de causalidad. Un método que tiene mucho que ver con la forma de mirar la realidad en el Barroco, a base de conceptos que establecen relaciones inesperadas entre las diversas manifestaciones de la realidad.

Con una mirada que reivindica la visión del mundo como imagen que integra historia, cultura, arte y literatura, Lezama bucea en “las maternales aguas de lo oscuro” y encuentra la clave de la identidad americana en su ambición de universalidad a partir de lo que define como “protoplasma incorporativo”.

Más cerca de Calibán que de Ariel, el modelo de americano que fija Lezama en estos ensayos es una contestación al eurocentrismo de gran parte de la cultura occidental, una reivindicación de las eras imaginarias frente a la historia, de la imagen frente a la idea; en definitiva, del mestizaje entre el mito europeo y la imaginación americana, entre el cansancio clásico y la curiosidad barroca, entre el espacio real de la naturaleza y su reflejo en la pintura.

Lezama no reniega de la tradición europea, la asume como componente de la síntesis criolla a lo largo de un recorrido que tiene como referencia central el Barroco como expresión más acabada del mestizaje y como signo de identidad de la expresión americana.

Una identidad que persiste en el presente como una profunda corriente intrahistórica tras recorrer la historia de la imaginación del continente desde las cosmogonías precolombinas a la vanguardia, desde los cronistas de Indias al primer mestizaje barroco o al impulso romántico de la independencia. 

Hay un puñado de ensayos -Literatura europea y Edad Media latina, de Curtius; La rama dorada, de Frazer; Imagen del mito, de Campbell; El otoño de la Edad Media, de Huizinga- que marcan un antes y un después en la historia de la teoría cultural y en la vida de los lectores, porque sus páginas contienen el mundo o toda una época, interpretados en distintas claves iluminadoras.

La expresión americana es uno de esos libros, porque explica un continente a través de una época fundacional, el Barroco, como arte no de la contrarreforma -como en Europa-, sino de la contraconquista.

Sobre ese tiempo y ese espacio se levanta la peculiaridad cultural americana en esta indagación de Lezama, un escritor de inteligencia portentosa, el mejor heredero del Barroco no ya como estilo, sino como método combinatorio, como ejercicio de un pensamiento analógico, como creación de conceptos que iluminan las nuevas relaciones entre los distintos aspectos de la realidad y la reinventan:

Todo tendrá que ser reconstruido, invencionado de nuevo y los viejos mitos, al reaparecer de nuevo, nos ofrecerán sus conjuros y sus enigmas con un rostro desconocido. La ficción de los mitos son nuevos mitos con nuevos cansancios y temores.

Santos Domínguez