20 diciembre 2019

Navidades de libro. Poesía


Giacomo Leopardi.
Dulce y clara es la noche.
Antología esencial.
Traducción y selección de Antonio Colinas.
Galaxia Gutenberg. Barcelona, 2019.


Galaxia Gutenberg publica en su colección de poesía de bolsillo Dulce y clara es la noche, una Antología esencial de Giacomo Leopardi preparada por Antonio Colinas.

Una “antología reducida” en la que Colinas reúne los poemas centrales en los que “la poesía de Leopardi brilla con luz propia”, “aquellos cantos que yo considero esenciales, no solo por su valor intrínseco, sino por poseer esas cuatro características que atrás ya he recogido: emoción, pureza, claridad, intensidad.”

Como Schubert en música, Giacomo Leopardi (Recanati, 1798-Nápoles, 1837) representa en poesía la síntesis de lo clásico y lo moderno en un estilo nuevo. Sus personalidades, atormentadas y complejas, propensas a la huida, crearon obras de asombrosa modernidad de lenguaje y de tono.

Leopardi está en la frontera contradictoria e integradora que separa la actitud del hombre moderno de los comportamientos y la mirada del hombre antiguo. Él, que no se siente moderno y sabe que sus modelos son anacrónicos, vive apartado del mundo y busca refugio en la biblioteca familiar y consuelo en el arte y la belleza en una actitud evasiva muy característicamente romántica que en su caso se intensifica por sus problemas físicos y su deformidad dolorosa.

Romántico a su pesar y poeta imprescindible, Leopardi fue, junto con Shelley, el más lucreciano de los poetas románticos. Y lejos del patetismo o la desmesura de Byron, encontró su voz más personal y duradera en los Cantos, especialmente en algunos de sus poemas centrales, como El infinito, La noche del día de fiesta ('Dolce e chiara è la notte e senza vento...'), La vida solitaria, A Silvia o Los recuerdos ('Passo gli anni, abbandonato, occulto').




Charles Simic.
El señor de las máscaras.
Traducción de Nieves García Prados.
Valparaíso Ediciones. Granada, 2018.

Con traducción de Nieves García Prados Valparaíso publica El señor de las máscaras, el libro que el poeta serbio-estadounidense Charles Simic (Belgrado, 1938) publicó en 2010.

Organizado en cinco secciones, es una muestra de la poesía directa, de línea clara, pero rica en matices en sugerencias y en connotaciones de la escritura de Simic.

Exploración en la memoria y voluntad interrogativa, reflexión e imaginación se combinan en estos poemas que indagan en los secretos de la identidad, en la soledad y la incomunicación, en el enigma de lo cotidiano.

La simplicidad engañosa de su estilo narrativo y su tono conversacional persigue la movilización de los sentidos a través de imágenes visionarias y metáforas inesperadas que revelan su estirpe surrealista en el cruce de lo interior y lo exterior, de lo real y lo irreal que anticipa la cita inicial de Wallace Stevens: “Todo lo irreal puede ser real.”




Ernesto Cardenal.
Poesía completa.
Edición y estudio preliminar
de María Ángeles Pérez López.
Editorial Trotta. Madrid, 2019.

“La obra de Cardenal es extraordinariamente fecunda y ha tenido gran influencia en la poesía contemporánea  [...] Su Poesía completa va modulando diversos acentos y tonalidades que brindan, de modo muy original y en riquísimo diálogo con la tradición (las tantas tradiciones a las que interpela) una visión integral de lo humano que no excluye ninguno de sus perfiles: junto al poeta hallamos al historiador, al antropólogo, al místico, al revolucionario, al que, en conjunto, aspira a nombrar una verdad individual y colectiva cuya raíz es el amor. Cuando en 2012 recibió el Premio Reina Sofía, afirmaba la unión de poesía y amor como absolutos.

Por otro lado, su Poesía completa permite advertir la evolución del autor, que va abriendo paso en los últimos años a cuestiones científicas y cosmológicas frente a los grandes proyectos históricos y políticos de los sesenta y setenta con los que se sintió identificado, que revisa críticamente en tanto su carga totalitaria y hegemónica ha sido padecida con rigor. Y en el presente, abre hacia el espacio del cosmos el abrazo que su obra ha deseado brindar desde el comienzo”, escribe María Ángeles Pérez López en el magnífico estudio preliminar que abre su edición de la Poesía completa con que la Editorial Trotta culmina la publicación de la Biblioteca Ernesto Cardenal, en la que ha ido apareciendo la obra completa del poeta nicaragüense (Granada, 1925).

Este espléndido volumen refleja, en edición supervisada por el autor, la evolución de siete décadas de escritura poética que transcurre desde la indagación en la historia y la reivindicación política a la preocupación por la ciencia y el impulso místico que culminan en 1993 en Telescopio en la noche oscura, donde “Cardenal explora la fusión amorosa que vincula física y mística a través de nuevos tonos y un registro de gran desnudez expresiva.”

En conjunto, Ernesto Cardenal ha ido construyendo una obra torrencial desde la búsqueda incesante: desde la formación vanguardista al prosaísmo coloquial y antirretórico, a la voluntad narrativa que recorre sus libros de poesía.

Desde los Epigramas iniciales hasta el más reciente Hijos de las estrellas, su trayectoria poética está jalonada por libros como Salmos, Oración por Marilyn Monroe y otros poemas, Coplas a la muerte de Merton o Cántico cósmico, que cumple ahora treinta años y que en palabras de la editora es “sin duda el proyecto más ambicioso de la obra cardenaliana.”




Pablo Neruda.
Poesía completa.
Tomo I. 1915-1947.
Seix Barral. Barcelona, 2019.


Seix Barral publica el primero de los cinco tomos en los que se organiza la Poesía completa de Pablo Neruda en una edición preparada por Darío Oses y Mario Verdugo, que han fijado los textos según las primeras ediciones y las que el propio autor consideró definitivas, junto con el cotejo de manuscritos y mecanoscritos corregidos de puño y letra por el poeta.

“Entregar al lector del siglo XXI una edición cuidado de la obra de uno de los más grandes poetas del siglo XX” es el propósito declarado por los editores en la nota preliminar de este primer volumen que recoge la poesía y la prosa poética que Neruda escribió entre 1915 y 1947, entre Crepusculario y Tercera Residencia.

Organizado en dos partes, la primera reúne las obras que Neruda organizó el libro cerrado sanitarios, mientras que la segunda recoge la abundante poesía dispersa o inédita de ese mismo periodo: los poemas del Álbum Terusa, de Los cuadernos del poeta adolescente o los que aparecieron en revistas de Santiago o de Temuco, lo que completa un amplio repertorio de su poesía inicial que Matilde Urrutia y Jorge Edwards recopilaron parcialmente en 1980 en El río invisible.

Desde el periodo de formación en el que está germinando la poesía posterior de Neruda hasta cimas de su obra y de la poesía del siglo XX como Residencia en la tierra, se ofrece en este volumen la poesía inicial -y epigonal a la vez- de Neruda, heredera del simbolismo y el modernismo y proyectada en el ritual amoroso de Crepusculario; la explosión del erotismo adolescente de los Veinte poemas de amor y una canción desesperada; la transición de Tentativa del hombre infinito y El hondero entusiasta, las prosas poéticas de Anillos y la nueva modernidad vanguardista del surrealismo, con la que aparecen en su poesía el conflicto, la incertidumbre y la búsqueda, la desintegración del mundo y la muerte para levantar esa cumbre poética que es Residencia en la tierra, uno de los libros imprescindibles de la poesía del siglo XX en español.




Manuel Alcántara.
Mar de fondo. 
Poesía reunida 1955-2018.
Edición e Introducción de Francisco Ruiz Noguera.
Ciudad del Paraíso. Ayuntamiento de Málaga, 2019.


En su magnífica colección Ciudad del Paraíso el Ayuntamiento de Málaga publica la poesía completa de Manuel Alcántara con el título Mar de fondo. Poesía reunida 1955-2018en una edición preparada por Francisco Ruiz Noguera.

La memoria y el olvido, el amor y el tiempo, la identidad y el sentido de la vida son los temas que atraviesan una poesía existencial emparentada con José Luis Hidalgo y Blas de Otero en la que coinciden el personaje poético y el escritor, reunidos en la primera persona confesional que recorre toda la obra poética de Manuel Alcántara, un poeta que se mueve entre el registro clásico del soneto y el tono neopopularista del arte menor y la soleá pasando por algunos ejercicios de series libres de versos asonantados. 


Y por encima de esa variedad métrica, el ritmo cuidado, ligero o solemne, de los versos, un extraordinario cuidado formal, una conciencia aguda del lenguaje -“yo sé que las palabras son una cosa muy seria”- y una concepción de la  poesía como forma de conocimiento de sí mismo y del mundo, como una manera de afrontar el vértigo del tiempo y de “escribir las memorias de mi olvido.”

Una poesía cuyos rasgos esenciales ya estaban prefigurados en el segundo de los textos de Manera de silencio, titulado Biografía. Es uno de los mejores poemas de Manuel Alcántara y termina con estos versos:

Unas pocas palabras me mantienen:
duda, esperanza, amor... Siempre me pierdo...
Amor, duda, esperanza... Siempre vienen...
La ilusión, si la he visto, no me acuerdo.

Lo mejor del recuerdo es el olvido...

Málaga naufragaba y emergía...

Manuel, junto a la mar, desentendido;
hubo una vez un niño en la bahía.

Y hay un hombre de pie sobre mis huellas
indefenso y sonoro, a ras del suelo,
que se irá mientras hacen las estrellas 

propaganda de Dios allá en el cielo.





Emily Dickinson. 
Palabras como espadas.
Antología bilingüe. 
Selección y traducción de Amalia Rodríguez Monroy. 
Alianza Editorial. Madrid, 2019.


“Si la obra de arte se resiste siempre a la interpretación, en el caso peculiarisimo de Emily Dickinson (1830-1886) esa resistencia al sentido -sobre todo al sentido común- se presenta al lector como clave central de lectura”, escribe Amalia Rodriguez Monroy en la nota intensa y profunda que cierra su traducción de la antología bilingüe Palabras como espadas de la irrepetible poeta de Amherst que publica Alianza Editorial, que toma su título de estos versos:

Ella manejaba sus bellas palabras como Espadas- 
Qué brillo desprendían 

Es una espléndida muestra del mundo poético de Emily Dickinson, un acercamiento al poema como abismo y como enigma, a su palabra ensimismada y misteriosa, una incursión en el espacio prohibido de la excepción y el margen en el que se instaló aquella mujer desolada que decidió un día encerrarse en una habitación en la que la acompañaron la angustia y la soledad, mientras veía por la ventana esa cosa con plumas que se llama esperanza: 

Luego el Espacio -comenzó a tocar a muerto, 
Y todos los Cielos eran una Campana. 

Tan extraña y opaca como su poesía, Emily Dickinson se aisló del mundo en una clausura progresiva y física como la ceguera que sufrió en sus últimos años. Atravesó episodios sucesivos de exaltación desmesurada y profundo desánimo que se reflejan en los poemas que mantuvo a resguardo del mundo y de los que publicó sólo cinco en vida. 

Desde 1861, se había parapetado detrás de lo que ella misma llamaba mi blanca elección. A partir de entonces llevó un luto particular de color blanco. Se recluyó tras los muros íntimos de la casa familiar, ajena a la atmósfera asfixiante de una ciudad pequeña. Entre el entusiasmo creativo y las horas de plomo, Emily Dickinson quiso hacer de la poesía una casa embrujada semejante a la naturaleza. Hasta que murió en esa mítica penumbra en 1886, casi nadie la vio y de ella sólo se conserva esa diáfana imagen de una blanca mariposa de la luz.

Pese a ese carácter secreto y privado de su poesía, pese al conocimiento tardío y al aún más tardío reconocimiento de su obra, su influencia es comparable a la de Baudelaire, Hölderlin, Withman o Rimbaud. Su personalidad escindida entre el encierro físico y la huida espiritual proyectó en su obra las renuncias y los desengaños, las sublimaciones y las represiones de un ambiente puritano y calvinista como el de la Nueva Inglaterra de la que procedían los Dickinson. 

Entre la distante frialdad y la emoción contenida y expresada con una inusual intensidad verbal, con una constante ambigüedad, con una enigmática retórica de la elipsis y el silencio y una radical concentración expresiva que satura de sentido las palabras, la poesía fue la vía de escape de su personalidad atormentada, la forma de expresión de su mundo ensimismado y ciclotímico en el que la muerte es a la vez liberación y aniquilación.

Poesía tan hermética e inquietante, tan clara y oscura como el mundo pequeño en el que se encerró su autora, retirada de la vida y confinada en los límites de su cuarto y un jardín que veía desde la ventana, con una discreta rebeldía ante la sociedad puritana de la que fue no sólo víctima, sino una de sus flores más pálidas y tristes.




Marin Sorescu.
Alma, que sirves para todo.
Antología poética.
Traducción e introducción 
de Catalina Iliescu Gheorghiu,
Linteo Poesía. Orense, 2019. 


“Sorescu es por encima de todo un poeta. Un poeta con un universo original e identificable a primera vista. Su especificidad proviene de su espíritu crítico, lucidez, impresión de presente continuo, ostentación de lo prosaico, desmitificación deliberada de lo sagrado”, escribe Catalina Iliescu Gheorghiu en la introducción con la que presenta su edición de Alma, que sirves para todo, la antología bilingüe que reúne en un volumen editado por Linteo Poesía una muestra representativa de la poesía del rumano Marin Sorescu (1936-1996).


Lo abre uno de sus poemas más conocidos, uno de esos raros poemas en los que se representa la totalidad del mundo, entre lo cómico y lo trágico, como en Shakespeare, a quien está dedicado.


Leer los poemas de esta antología es una buena manera de conocer la mirada incisiva de una poesía clara en la que coexisten lo lúdico y lo profundo, el humor y la seriedad en un estilo narrativo sencillo y alusivo que habla de la simplicidad de lo cotidiano y de la condición humana desde la parodia desmitificadora y la fabulación, desde la ética existencial y la paradójica conciencia del absurdo, desde la busca del sentido de la vida y a veces su celebración, porque


a pesar de todo,

en la tierra hay vida 
que está siendo aprovechada al máximo.

La de Sorescu es una poesía realista que se instala en la cercanía del lector y busca su complicidad con su tono ligero, su desnudez expresiva y su honda capacidad de penetración en la complejidad de lo real mediante la reflexión y el ingenio, la ironía o la emoción.





Wallace Stevens.
Harmonium. 
Edición bilingüe.
Traducción de José Luis Rey.
Reino de Cordelia. Madrid, 2019.

“Bienvenidos al reino de la imaginación. Wallace Stevens (1879-1955) es un poeta, si no el poeta, central en el canon de la poesía anglosajona del siglo XX. Harmonium, publicado en 1923 (con añadido posterior de algunos poemas) es su primer libro. Tenemos, pues, a un poeta que debuta tardíamente (con 44 años), pero de una forma rotunda y originalísima”, escribe José Luis Rey en el prólogo de su traducción de Harmonium, el primer libro de Wallace Stevens – “un místico de la estética, un esteticista trascendente que ha hecho de la poesía su religión y su fe”-, que publica en una magnífica edición bilingüe Reino de Cordelia.


Era ya un hombre maduro cuando publicó ese primer libro, que lo revelaba como dueño de un mundo poético propio y una voz lírica personal que había ido construyendo durante los años en los que mantuvo inéditos sus tanteos poéticos.


Porque en Harmonium se percibe ya el tono característico de su poesía, construida desde una mirada que está contenida en la alusión musical del título y en poemas memorables como Domingo por la mañana, un texto central no sólo de este libro, sino de toda su poesía, cuyas ocho secciones son una celebración de la plenitud de la vida y de la fusión con la naturaleza.


Así termina la primera parte:


El día es agua extensa, muy silenciosamente, 

Calmada para el paso de sus pies soñadores 
Más allá de los mares, hacia una callada Palestina, 
El reino de la sangre y de la tumba.

La armonía del mundo que refleja este poema en el que la muerte es la madre de la belleza se revela como uno de los signos característicos de la poesía de Wallace Stevens. Y como en el resto de su obra, compleja y cautivadora, el poeta se convierte ya en ese texto, por decirlo con las palabras que le dedicó Harold Bloom, en “un sacerdote no de lo invisible sino de eso visible que él se afana por hacer un poco más difícil de ver.”



Santos Domínguez




18 diciembre 2019

Navidades de libro. Ensayo




Antón P. Chéjov.
Sobre literatura y vida.
 [Cartas, pensamientos y opiniones]
Edición, traducción y prólogo de Jesús García Gabaldón.
Páginas de Espuma. Madrid, 2019.

"Si vivo, pienso, lucho y sufro, todo eso se refleja en lo que escribo… Describo verazmente, esto es, de manera artística, la vida para ustedes, y reconocen en ella lo que antes no veían, no notaban: su desviación de la norma, sus contradicciones", afirma Chéjov en uno de los textos recopilados por Jesús García Gabaldón en el volumen Antón P. Chéjov. Sobre literatura y vida, que publica Páginas de Espuma.

Lo abre un prólogo sobre las ideas literarias de Chéjov en el que Jesús García Gabaldón explica que “la presente edición tiene como objetivo reconstruir el pensamiento literario de Chéjov a través de sus cartas, opiniones literarias recogidas por sus contemporáneos, y de sus pensamientos, dispersos en cuadernos de notas y apuntes."

Las casi doscientas cincuenta cartas se organizan según un criterio cronológico que muestra la evolución de su pensamiento artístico, ya que "permiten reconstruir su trayectoria literaria, así como las ideas y los valores estéticos que configuran su poética. Se trata ciertamente de una poética implícita, fragmentaria y epistolar, de gran valor no solo para comprender mejor sus obras, sino también para mostrarnos una relevante y generosa faceta suya como lector de cuentos y obras de teatro. Para Chéjov las cartas constituyen un medio de comunicación privada, íntima y directa con sus lectores."

La segunda sección del libro, que recoge ciento cincuenta opiniones sobre la literatura y la vida, se articula temáticamente en torno a diversos centros de interés: los vínculos entre la literatura y la sociedad y entre la escritura y vida, estética y poética, la importancia del lenguaje, teatro y dramaturgia, la crítica, la relación entre literatura y periodismo o las opiniones sobre otros escritores.

Finalmente en una tercera parte, Pensamientos, se seleccionan fragmentos breves, "expresados con frecuencia a modo de aforismos, extraídos de las cartas y de sus cuadernos de notas" sobre la vida como materia literaria y sobre la narrativa como resultado de la observación y la experiencia.



Monserrat Escartín.
Pedro Salinas, una vida de novela.
Cátedra Crítica y estudios literarios. Madrid, 2019.

“Salinas tuvo una vida de novela y no solo por las circunstancias históricas que tuvo que afrontar (guerra civil española, exilio, Segunda Guerra Mundial), ni por ser el mayor de los poetas del 27 -hoy considerados clásicos del siglo XX-, ni por vivir como un explorador curioso que viajó constantemente, ni por protagonizar una gran historia de amor, sino, fundamentalmente, por llevar sus vivencias a la literatura. Como en los relatos galdosiano del siglo XIX, la biografía de este poeta conjugó dosis de adversidad, de secretismo, de drama romántico, de novela epistolar y de aventuras, entendiendo por aventura el riesgo de un intelectual en acción. [...] No fue un héroe literario, solo un hombre acosado por el sentido del deber, la lealtad y la culpa, que agravaron su eterno conflicto interno: las dudas. [...] Nuestro hombre no se atrevió a mostrar ante la sociedad de su tiempo ni su dualidad, ni una relación extramatrimonial imposible”, escribe Monserrat Escartín en su ensayo Pedro Salinas, una vida de novela, que publica la Editorial Cátedra en su colección de Crítica y estudios literarios.

Un ensayo brillante que aborda con minuciosidad la personalidad múltiple y compleja del poeta, que resume la autora con estas palabras:

“En este libro nos adentraremos en varias de sus facetas: la de esposo, padre, amante, profesor, intelectual, poeta, dramaturgo… para comprender la diversidad de sus voces creadoras, que se expresan en tonos diferentes, hasta el punto de poder aplicarle el mismo neologismo que él inventó para definir a García Lorca: muchipersona.”

En ese complejo mundo de Pedro Salinas tiene un papel central la peripecia sentimental que desemboca en la zona más significativa de su obra poética desde 1932: en la trilogía amorosa que se desarrolla desde La voz a ti debida hasta Largo lamento.

Esa intensa relación extramatrimonial con Katherine Whitmore, pese a la voluntad de sus familiares de ocultarla a los investigadores -“tenemos mucha información del autor que no hemos podido publicar por las reticencias de su hija a mostrar ciertas facetas de su progenitor”-, ilumina una parte fundamental de su poesía y de su vida.



Francisco Cánovas Sánchez.
Benito Pérez Galdós. 
Vida, obra y compromiso.
Alianza Editorial. Madrid, 2019

“La vida y la obra de Galdós tienen plena coherencia. Ambas muestran un compromiso inequívoco con la modernización de España, con la superación de las amarras del pasado y con la construcción de una sociedad más tolerante, democrática y justa. Hoy más que nunca, cuando se cumplen cien años del fallecimiento del gran escritor canario, todas esas razones hacen de Pérez Galdós nuestro contemporáneo”, escribe Francisco Cánovas Sánchez en la Introducción de su Benito Pérez Galdós. Vida, obra y compromiso, que publica Alianza Editorial.

Un cuidado volumen con abundantes ilustraciones que iluminan el texto de los quince capítulos en los que se organiza un seguimiento detallado de la vida, la obra y el pensamiento de Galdós y se “aborda la trayectoria biográfica de Galdós a través de tres ejes complementarios: la inserción de su vida en las coordenadas históricas y culturales de su tiempo; la relevancia de su obra literaria, dramatúrgico y periodística, y su compromiso cívico y democrático.” 

Desde sus primeros destellos hasta sus últimos años, Cánovas ofrece un recorrido que, tras su infancia y adolescencia en Canarias, se inicia con el decisivo descubrimiento por el joven Galdós de un Madrid agitado en los amenes de la monarquía isabelina. Galdós fue testigo atento de la revolución del 68, cuya vinculación con el nacimiento de la novela moderna en España es evidente, y reflejó en su obra la sociedad de la Restauración, con vivas descripciones de la mesocracia madrileña y de los barrios bajos marginales de la segunda mitad del XIX, hasta el punto de que para conocer aquella España es imprescindible leer sus novelas.

Esa conexión entre vida y literatura, entre el contexto histórico y social y la novela se explora en este libro a lo largo de toda la producción galdosiana, desde el sexenio democrático a la crisis del 98, desde los Episodios Nacionales a las Novelas españolas contemporáneas o las Memorias de un desmemoriado, con un hilo conductor: el compromiso de Galdós con la democracia y el republicanismo. 




Paul Preston.
Un pueblo traicionado.
España de 1874 a nuestros días: 
corrupción, incompetencia política y división social. 
Traducción de Jordi Ainaud.
 Debate. Barcelona, 2019.

Con un magnífico capítulo sobre el tópico español se abre Un pueblo traicionado, el monumental ensayo que Paul Preston publica en Debate con traducción de Jordi Ainaud.

Ese capítulo, centrado en la España decimonónica y en el sistema canovista de la Restauración que haría crisis con el Desastre del 98, es el punto de partida de un recorrido por la historia contemporánea de España, marcada por el mal gobierno de las élites  políticas y económicas, por “la desigualdad social y la violencia, la incompetencia política y la corrupción”, como señala Preston en su Prefacio, en el que escribe:

La rica y trágica historia de España puede abordarse desde múltiples perspectivas. En el presente caso, el libro narra las deficiencias de la clase política española. Abarca desde la restauración de los Borbones con Alfonso XII en 1874 hasta el inicio del reinado de su tataranieto Felipe VI en 2014. Su objetivo es ofrecer una historia completa y fiable de España haciendo hincapié en la forma en que el progreso del país se ha visto obstaculizado por la corrupción y la incompetencia política y demostrando que estas dos características han provocado una ruptura de la cohesión social que a menudo se ha tratado y exacerbado mediante el uso de la violencia por parte de las autoridades. Los tres temas aparecen de forma recurrente en las tensiones existentes entre Madrid y Cataluña. Durante la Restauración, y de forma espectacular, con la dictadura de Primo de Rivera, la corrupción institucional y una asombrosa incompetencia política fueron la norma, lo que allanó el camino para la instauración de la primera democracia en España: la Segunda República.

Es el primero de los nueve capítulos en los que Paul Preston aborda una realidad nacional marcada por la relación conflictiva entre la sociedad civil y el estamento militar, con más de cincuenta pronunciamientos militares entre 1814 y 1981 y cuatro guerras civiles -las tres guerras carlistas y la guerra civil- en las que también tuvo un papel esencial el estamento eclesiástico, acostumbrado desde hace siglos a la intervención en la vida política del país.

Como indica el subtítulo, Un pueblo traicionado aborda la realidad política, social y económica de España desde 1874 a nuestros días en función de tres claves temáticas: la corrupción, la incompetencia política y la división social. 

Y en torno a esos tres ejes articula Preston su exploración de décadas de desigualdades e injusticias, de abismos sociales y tensiones territoriales que no son sino una variante encubierta de la desigualdad y de los privilegios de unas regiones sobre otras.

 


Miguel de Unamuno.
El resentimiento trágico de la vida.
Edición de Colette y Jean-Claude Rabaté.
Pre-Textos. Valencia, 2019. 

“¿Para qué escribo esto? Para remedio. No. Para conocim[iento] del mal. Si uno se muere saber de q[ué] se muere”, escribe Unamuno en una de las anotaciones del borrador que había guardado en un sobre con el membrete del Ayuntamiento de Salamanca. 

Eran varias cuartillas escritas a lápiz por las dos caras y en el sobre que las contenía puso el título, El resentimiento trágico de la vida, y un subtítulo aclaratorio del asunto que trataban: Notas sobre la revolución y guerra civil españolas.

Editadas por primera vez en 1991 en una edición ya inencontrable, las publica Pre-Textos en una excelente edición que han preparado los hispanistas Colette y Jean-Claude Rabaté, autores de la transcripción del manuscrito que se reproduce en facsímil y que comienza con esta frase:

El pueblo español se entrega al suicidio.

Además del manuscrito y del texto, el volumen ofrece un riguroso y completo estudio crítico que aborda no solo su proceso de edición, sino sus precedentes en el pensamiento de Unamuno o su carácter de crónica fragmentaria de la guerra desde el concepto unamuniano de guerra civil, generada por el resentimiento, el motor último del conflicto entre marxistas y falangistas.

“Este texto -escriben los editores- traduce una escritura de la urgencia acorde con el caos en que vive Miguel de Unamuno, pero por debajo de la aparente energía de la redacción existen unas líneas directrices que expresan el profundo deseo de comprender y explicar lo que le pasa y lo que experimenta [...] y la voluntad de reconocer sus errores con dolor y arrepentimiento.
Como en otros momentos difíciles de su vida, Miguel de Unamuno no puede dejar de confiar a su pluma sus pensamientos más íntimos, sus convicciones, sus dudas, sus remordimientos, pero también sus esperanzas.”

Es el testimonio –concluyen- “de un hombre que ha dejado de ser actor para convertirse en testigo impotente de acontecimientos trágicos cuya duración y consecuencias ignora.”

Santos Domínguez

16 diciembre 2019

Navidades de libro. Narrativa



Carlo Emilio Gadda.
El zafarrancho aquel de via Merulana.
Traducción de Carlos Gumpert.
Sexto Piso. Madrid, 2019. 


“Toda traducción viene a ser en el fondo una sombra platónica de la luz que emana de la obra original, que con mayor o menor fortuna aspira a reflejar. De ahí la complejidad de la operación, porque no solo se trata de limitarse a trasladar a otro idioma el mundo literario de la obra sino también el mundo real que la alimenta, dado que cualquier escritor, incluso el más fantasioso o irrealista, recoge en sus obras sus propias vivencias y su entorno cultural”, escribe Carlos Gumpert en la nota que abre su traducción de El zafarrancho aquel de via Merulana, la novela de Carlo Emilio Gadda que acaba de publicar Sexto Piso en su colección de narrativa.

Publicada en 1957, es no solo la cima literaria de su autor, sino una de las más importantes novelas italianas del siglo XX. 

Con un armazón argumental de novela policiaca ambientada en la Roma fascista de 1927, El zafarrancho aquel de via Merulana se desarrolla en torno a la complicada investigación por el comisario Ingravallo de un robo de joyas y dinero a la condesa Menegazzi y del asesinato tres días después de la bella y melancólica Liliana Balducci. Los dos hechos se producen en el tercer piso del 219 de via Merulana, un edificio en el que viven personajes de clase acomodada.

El embrollo de la investigación es la excusa narrativa para reflejar memorablemente una Italia enloquecida, corrupta y caótica y para crear un monumental, vertiginoso y no menos caótico artefacto lingüístico y estilístico que supone un difícil reto para cualquier traductor, porque esta novela tiene fama como pocas de intraducible, aunque Carlos Gumpert ha respondido a ese reto con una magnífica traducción de esta novela de “extrema complejidad lingüística, estilística y constructiva”, como dice en su nota preliminar, en la que relaciona la actitud literaria de Gadda con la de otros dos escritores verbales de la tradición española, Quevedo y Valle-Inclán, “acomunados todos en su extremismo estilístico y su barroca expresión del mundo.”

Pero El zafarrancho aquel de via Merulana es algo más que todo eso: es también la novela de Roma, una novela filosófica, "un autorretrato escondido entre las líneas de un complicado dibujo", como advirtió Italo Calvino, un experimento narrativo, una representación de la complejidad del mundo y finalmente una reflexión desolada, cáustica y amarga sobre la condición humana, sobre la vida y la muerte.






Max Aub.
Campo de los almendros.
Prólogo de Gérard Malgat.
Cuadernos del Vigía. Granada, 2019.

Cuadernos del Vigía publica Campo de los almendros, sexta y última novela del ciclo El laberinto mágico, que Max Aub publicó entre 1943 y 1968, año en que apareció este último de los Campos en México.

Habían pasado treinta años desde que empezó en París la redacción de Campo cerrado, novela que iniciaba la serie que culmina esta monumental novela, precedida de un prólogo de Gérard Malgat -‘¿Cómo salir del laberinto?’- en el que define Campo de los almendros como una “novela-reportaje sobre los miles de republicanos que retroceden hacia los muelles de la ciudad alicantina para intentar embarcar, sobre las miles de miradas que escrutan desesperadamente el horizonte marítimo con la esperanza de divisar un barco, esos navíos prometidos con solemnidad por los diplomáticos franceses e ingleses.”

Su trama novelística transcurre en los últimos días de la guerra, desde el golpe de estado casadista contra Negrín hasta la huida a Alicante de las fuerzas republicanas que esperaron inútilmente en su puerto la llegada de barcos que pudieran trasladarlos al exilio. Esos barcos no llegaron al puerto alicantino y los militares derrotados que esperaban salir desde allí hacia el exilio fueron recluidos en un campo construido junto a la ciudad. Así lo anuncia el narrador:

Éste es el lugar de la tragedia: frente al mar, bajo el cielo, en la tierra. Éste es el puerto de Alicante, el 30 de marzo de 1939. Las tragedias siempre suceden en un lugar determinado, en una fecha precisa, a una hora que no admite retraso.

Literatura e historia, ficción y realidad, experiencia vital e ideología política, documentación e invención, confluyen, como lo individual y lo colectivo, al igual que en toda la serie, en esta novela, la más amplia del ciclo de los Campos.




Peter Handke. 
La ladrona de fruta 
o Viaje de ida al interior del país. 
Traducción de Anna Montané. 
Alianza Editorial. Madrid, 2019.

Esta historia comenzó en uno de aquellos días de pleno verano en que uno anda descalzo por la hierba y por primera vez en el año es picado por una abeja. Al menos eso es lo que siempre me ha pasado a mí. Y ahora sé que esos días de la primera y a menudo única picadura del año, por lo general, coinciden con el abrirse de las flores blancas del trébol, del que crece a ras del suelo, en el que las abejas retozan medio escondidas.
[...]
A mí la picadura me pareció bien, y no únicamente porque la abeja había sobrevivido. Hubo además otras razones. En primer lugar, se decía que las picaduras de abeja, de nuevo supuestamente a diferencia de las de las avispas o de los avispones, eran buenas para la salud, para aliviar los dolores reumáticos, para fortalecer la circulación sanguínea o para lo que fuera. [...]
Di la bienvenida a la picadura por una segunda razón. Me la tomé como una señal. ¿Una buena señal?, ¿una mala? Ni buena ni mala y en absoluto funesta, simplemente una señal. La picadura dio la señal de partida. Es hora de que te pongas en camino. Aléjate del jardín y de la región. Vete. Ha llegado el momento de marchar.

La picadura de una abeja es el motor del sencillo viaje al interior que se narra en La ladrona de fruta, que Peter Handke ha calificado como su “Última epopeya”, como recuerda Anna Montané en la esclarecedora nota que cierra su magnífica traducción en Alianza Editorial.

Recuerda en esa nota que si en La pérdida de la imagen o Por la Sierra de Gredos una mujer protagonista viajaba por la sierra en busca de su hija, ahora es la hija, Alexia, la que busca a su madre, de quien ha heredado la costumbre de coger fruta al paso en un viaje iniciático que recorre la Picardía francesa.

En ese viaje la acompaña un narrador que mira la realidad con una actitud morosa, una perspectiva llena de extrañeza y un ritmo lento desde que sale de su casa tranquila en la periferia de París hacia su casa de campo en la Picardía.

No hay aquí argumento ni trama, ni intriga ni narración de historias, sino un movimiento perpetuo de pensamientos y recuerdos que tienen el tono más de poemas que de narraciones, descripciones lentas que redescubren el mundo con el asombro de otra mirada en un viaje de tres días.

Asombro que comparte el lector, que debe dejarse conducir por el texto y someterse a su ritmo y a su mirada, a sus merodeos y sus deambulaciones sin destino, a la sucesión de paisajes y de encuentros episódicos con personas y animales en una exploración detallista y alegórica del mundo desde otro sentido del tiempo y otro discurrir de la vida, desde la afirmación del presente.

Porque lo verdaderamente importante en esta fiesta de la literatura es el camino, el andar por andar, para mirar y meditar o recordar en las vueltas y revueltas de un texto tan zigzagueante y tan repleto de revelaciones como el camino.




Mario Vargas Llosa.
Tiempos recios.
Alfaguara. Madrid, 2019.

Con un título tomado de una carta de Santa Teresa ('¡Eran tiempos recios!'), la última novela de Vargas Llosa comienza más que como una obra narrativa como un ensayo político sobre el poder de la United Fruit y la fuerza manipuladora de la propaganda, aunque sea a partir de noticias falsas como las que provocaron el derrocamiento de Jacobo Árbenz, presidente progresista de Guatemala, en 1954.

Tramado por Eisenhower y ejecutado con apoyo de la CIA, aquel golpe encabezado por el coronel Castillo Armas, traicionado por los suyos y asesinado poco después, contó con el apoyo de otras dictaduras centroamericanas: la de Somoza desde Nicaragua y la de Trujillo desde la República Dominicana, con la complicidad de la iglesia guatemalteca y su cabeza visible, el arzobispo Mariano Rosell, pero -como se señala al final de la novela- tuvo un efecto indeseado:

Los tres coincidimos en que fue una gran torpeza de Estados Unidos preparar ese golpe militar contra Árbenz poniendo de testaferro al coronel Castillo Armas a la cabeza de la conspiración. El triunfo que obtuvieron fue pasajero, inútil y contraproducente. Hizo recrudecer el antinorteamericanismo en toda América Latina y fortaleció a los partidos marxistas, trotskistas y fidelistas. Y sirvió para radicalizar y empujar hacia el comunismo al Movimiento 26 de Julio de Fidel Castro. Éste sacó las conclusiones más obvias de lo ocurrido en Guatemala. No hay que olvidar que el segundo hombre de la Revolución cubana, el Che Guevara, estaba en Guatemala durante la invasión, vendiendo enciclopedias de casa en casa para mantenerse.

Tiempos recios se inscribe en una línea narrativa que tiene en La fiesta del Chivo, sobre la dictadura de Trujillo en República Dominicana, su referente más próximo. Con ella guarda una evidente relación Tiempos recios, no solo por su  temática y su ambiente, sino por el papel importante que desempeñan también aquí dos personajes que vienen de aquella novela: el dictador Trujillo y el asesino Abbes García.



Henry James.
Cuentos completos (1895-1910) 
Edición de Eduardo Berti.
Páginas de Espuma. Madrid, 2019.

Al pobre Stransom le causaban un disgusto mortal los aniversarios banales, más aún cuando pretendían honrar a una celebridad. Las ceremonias y los olvidos le resultaban igual de penosos y en su vida había lugar por una sola evocación. Año tras año se acordaba a su modo de la fecha de la muerte de Mary Antrim. Quizá sea más exacto decir que esa fecha se acordaba de él y no le permitía hacer otra cosa. Lo tomaba cada año con una fuerza que el tiempo había atenuado, pero que no dejaba de tener peso.

Así comienza El altar de los muertos, uno de los cuentos más memorables y característicos de Henry James, que lo resumió como “el caso de alguien que cultiva el hábito de pensar en los muertos con regularidad”, aunque es mucho más que esa síntesis de su superficie: una parábola interior sobre la soledad, la muerte y la tristeza, sobre la fantasía del visionario, la imaginación y el deseo.

Truffaut adaptó esta cima del relato breve en 1978 en La habitación verde, añadiéndole algunos rasgos argumentales procedentes de La bestia en la jungla y Los amigos de los amigos, otros dos relatos jamesianos.

Con El altar de los muertos se abre el tercer y último volumen de la edición preparada por Eduardo Berti de los Cuentos completos de Henry James en Páginas de Espuma, que culmina así la publicación de los relatos de uno de los padres de la literatura contemporánea, un escritor que cumple el papel de bisagra entre la narrativa del siglo XIX y la del XX.



Arturo Pérez-Reverte.
Sidi.
Un relato de frontera.
Alfaguara. Barcelona, 2019.

Desde lo alto de la loma, haciendo visera con una mano en el borde del yelmo, el jinete cansado miró a lo lejos. El sol, vertical a esa hora, parecía hacer ondular el aire en la distancia, espesándolo hasta darle una consistencia casi física. La pequeña mancha parda de San Hernán se distinguía en medio de la llanura calcinada y pajiza, y de ella se alzaba al cielo una columna de humo. No procedía ésta de sus muros fortificados, sino de algo situado muy cerca, seguramente el granero o el establo del monasterio.

Con ese párrafo comienza Arturo Pérez-Reverte Sidi, la reciente novela que publica en Alfaguara sobre los primeros meses del destierro del Cid, la génesis del héroe y el origen de la leyenda de quien sabía que “nada se parecía tanto a una derrota como una victoria”.

La subtitula de manera significativa Un relato de frontera, no solo porque ese es el ámbito en el que transcurre la peripecia de la novela, la agitada zona fronteriza con el moro, sino porque se mueve también entre la ficción y la historia, entre el documento y la leyenda, en un territorio narrativo en el que Pérez-Reverte se siente especialmente cómodo, por lo que “con la libertad del novelista, combino historia, leyenda e imaginación”, como señala en la nota previa.

Construida con la agilidad y la eficacia narrativas características del autor, Sidi es una novela centrada en el comportamiento moral de unos personajes profundamente individualizados más que en las hazañas bélicas de un protagonista hábil, complejo y poliédrico, caído en desgracia y obligado por las circunstancias a sobrevivir mediante incursiones y saqueos, al frente de una mesnada de unas pocas decenas de leales en la que el lector queda enrolado desde los primeros párrafos de la novela y sobre la que el Cid -castellanizacion del Sidi (Señor) árabe- ejerce el arte del mando, que ha aprendido a base de conocer la naturaleza de los hombres.




Arturo Barea.
La forja de un rebelde.
Edición de Francisco Caudet.
Cátedra Letras Hispánicas. Madrid, 2019.

Arturo Barea publicó las tres entregas de La forja de un rebelde (La forja, La ruta, La llama) primero en inglés, entre 1941 y 1946, en Londres, y poco después en un solo tomo en Nueva York. Cuando a finales de la década de los 40 la editorial argentina Losada quiso editar la trilogía, los manuscritos originales en español habían desaparecido y fue Ilsa, la compañera austriaca de Barea, la que tuvo que traducirlos al español con los defectos y errores propios de quien como ella no dominaba el español. Errores muy considerables de todo tipo: ortográficos, morfológicos, sintácticos y léxicos. 

Por las prisas, por las circunstancias penosas del exilio o por otras razones desconocidas, Barea no revisó aquella traducción que se publicó en 1951 y que obligó a una segunda versión en 1954, con abundantes correcciones que no evitaron una cierta impresión de irregularidad estilística y de ese desaliño de la prosa que se aprecia ya en el primer párrafo de La forja: 

Los doscientos pantalones se llenan de viento y se inflan. Me parecen hombres gordos sin cabeza, que se balancean colgados de las cuerdas del tendedero. Los chicos corremos entre las hileras de pantalones blancos y repartimos azotazos sobre los traseros hinchados. La señora Encarna corre detrás de nosotros con la pala de madera con que golpea la ropa sucia para que escurra la pringue. Nos refugiamos en el laberinto de calles que forman las cuatrocientas sábanas húmedas. A veces consigue alcanzar a alguno; los demás comenzamos a tirar pellas de barro a los pantalones. Les quedan manchas, como si se hubieran ensuciado en ellos, y pensamos en los azotes que le van a dar por cochino al dueño.

Pese a esos defectos, La forja de un rebelde es, por su valor histórico y testimonial, una de las obras fundamentales de la literatura del exilio que publica ahora en un solo volumen Cátedra Letras Hispánicas.

Es una edición preparada por Francisco Caudet y precedida de un largo y consistente estudio introductorio de más de trescientas cincuenta páginas en el que afirma que “a Barea le preocupó sobre todo explicarse y explicar qué llevó a la hecatombe de la guerra, a los bombardeos de Madrid, a la quema de iglesias, a los brutales asesinatos de unos y otros… No hay en su obra de convencido socialista y republicano un discurso partidista por o contra ningún partido. Lo que él sobre todo cuenta es una parte de aquella terrible realidad de lo que fue testigo y también en parte protagonista.”


  Campos Reina.
Trilogía del Renacimiento.
Debolsillo. Barcelona, 2003.



Campos Reina.
La cabeza de Orfeo.
Debolsillo. Barcelona, 2006.


Cuando Joaquín Maruján supo que, de madrugada, iban a darle el paseo, al caer la tarde pidió que José Heredia, su cuñado, le trajera a la prisión una lata de jalea de membrillo y la cuchara de plata que su madre, de niño, le había regalado. 
José se presentó en la cárcel de la capital ya entrada la noche, después de que todos sus intentos de lograr clemencia para Joaquín fracasaran, y sin reparar en el riesgo que pudiera suponerle el parentesco y la amistad manifiesta con un hombre que tenía fama de agitador político y de masón. Tras exigírsele que se identificara, José fue cacheado, y al cabo de media hora, que se le hizo infinita, conducido por una pareja de guardias hasta la celda donde se hallaba Joaquín. Lo primero que vio, al serle franqueada la puerta, fue a un joven que yacía en un jergón, con huellas evidentes de haber sido torturado, y enseguida reconoció en la penumbra el perfil de Joaquín, su rostro, muy demacrado, en el que destacaban, si cabía, más que nunca, aquellos ojos oscuros, desmesurados, que arrastraban a las gentes en los mítines. La escasa iluminación que proyectaba una bombilla desnuda y el olor que despedían las paredes húmedas, mezclado con el aire viciado del calabozo, sobrecogieron a José, quien por un instante llegó a pensar que era aquel el olor de la muerte.


Ambientada en el tiempo de la República y la guerra civil, así comienza El bastón del diablo, la segunda novela de la Trilogía del Renacimiento de Campos Reina, que reúne Debolsillo en un estuche del que forman parte también Un desierto de seda y La góndola negra.

La obra novelística de Campos Reina, que se había iniciado con Santepar en los años ochenta, se prolonga durante dos décadas y se completa con el díptico La cabeza de Orfeo, integrado por Fuga de Orfeo y El regreso de Orfeo, reunidos también en Debolsillo.

El conjunto forma un ciclo novelístico en torno a la familia de los Maruján, que en la trilogía se desarrolla sobre el telón de fondo de Córdoba, Florencia y Venecia para proponer un recorrido por el siglo XX a través de la historia de la familia con un diseño de resonancias dantescas en su propuesta de un viaje por el paraíso, el infierno y el purgatorio.

Con una sutil mezcla de literatura y realidad, de vida y fabulación, la narrativa de Campos Reina llama la atención por su densidad sin concesiones, por el cuidado intenso de la forma, por la elaboración de su estructura meditada y por la descripción de escenarios que son, más que un simple telón de fondo, el ámbito que sirve de contrapunto y de referencia vital a los personajes del ciclo. Una meditación del marco, por decirlo en términos orteguianos, esencial para organizar ese recorrido por el siglo XX, que se completa con el díptico La cabeza de Orfeo es una alegoría ambientada en Sevilla que tiene como referente el mito de Orfeo y las Bacantes que le cortan la cabeza y lo arrojan al río. Sus dos novelas, Fuga de Orfeo, que reproduce el manuscrito de Leo Marjuán, y El regreso de Orfeo, que narra en tercera persona el regreso a Sevilla del cirujano León Marjuán, ciego tras un accidente, giran en torno al erotismo y la sensualidad, al redescubrimiento del mundo a partir de los sentidos en una reeducación sentimental que se anuncia al comienzo de la primera novela del díptico.


Santos Domínguez



13 diciembre 2019

Juan Ramón Jiménez. Lírica de una Atlántida


Juan Ramón Jiménez.
Lírica de una Atlántida.
(1936-1954)
Edición renovada de Alfonso Alegre Heitzmann.
Tusquets Editores. Barcelona, 2019

"Lírica de una Atlántida es el título bajo el cual Juan Ramón Jiménez quiso reunir en un solo volumen la obra poética que compuso tras su exilio en América durante los veinte últimos años de su vida. El proyecto permaneció inédito, desde la muerte del poeta en 1958 hasta 1999, año en el que publiqué la primera edición del libro, después de trabajar durante unos meses inolvidables en la sala Zenobia y Juan Ramón Jiménez de la Universidad de Puerto Rico", escribe Alfonso Alegre Heitzmann en el prólogo de su edición renovada en Tusquets de Lírica de una Atlántida, de cuya primera publicación en la colección de poesía de Galaxia Gutenberg se cumplen veinte años.

Se recuperaba así y se organizaba por primera vez hace dos décadas en un solo volumen y con el criterio del propio poeta la totalidad, inédita en parte hasta entonces, de la poesía última de Juan Ramón, la de su tercera etapa, que él llamaba su 'época suficiente o verdadera', en la que su obra profundiza hacia la esencial vinculación con la naturaleza y el universo mediante la palabra, la poesía y la belleza unificadas en la conciencia del creador. Es un proceso de acercamiento a la plenitud poética en cuatro entregas:

En el otro costado, que escribió entre 1936 y 1942, y al que pertenecen textos imprescindibles como las 'Canciones de la Florida', 'Espacio' o los 'Romances de Coral Gables'; Una colina meridiana (1942-1950), con los poemas de 'Hacia otra desnudez', 'Canciones de Queensbury' o 'Cementerio  de Arlington'; Dios deseado y deseante. Animal de fondo, compuesto entre 1948 y 1952 con las secciones 'Ciudades', 'Mar abajo' o 'Mar arriba', y el final De ríos que se van, escrito entre 1951 y 1954, un libro de despedida al que pertenece este poema en prosa:

A ESTA MÚSICA CÁLIDA 

 Morir es no oír más esta música cálida que está sonando ahora; no oírla de la mano del amor. Es no oír más la mar esta que suena con la música, el silencio que escucha, de la luna; no oírlos de la mano del callar. 
 No oír más lo que clama el dolor con el amor, lo que grita el amor con el dolor, a esta música cálida que ahora está sonando sobre el son de las olas de la mar, son de las olas de la mar, las olas de la mar, de la mar.

Cuatro libros escritos entre 1936 y 1954 que constituyen, señala Alegre Heitzmann, un corpus poético que "nos lleva, casi día a día, como en un 'Diario de vida y muerte' -expresión creada por el propio Juan Ramón en esos años- por los caminos de su exilio. Cada uno de los cuatro libros que lo componen conforma un capítulo, un testimonio poético único de ese peregrinar."

Cierra la edición un importante aparato de notas que recorren la historia textual de poemas como 'Espacio', una cima de la poesía española cuya importancia resume así el editor:

"Octavio Paz fue lúcido al señalar la excepcionalidad de 'Espacio' en la historia de la poesía moderna. El gran poema de Juan Ramón dialoga con los mejores poemas extensos de la modernidad en cualquier lengua, desde Canto a mí mismo de Walth Whitman hasta La tierra baldía o los Cuatro cuartetos de T.S. Eliot, y es en ese contexto y en ese diálogo que habría que leerlo como lo que es: uno de los grandes poemas universales de nuestro tiempo. Sin embargo, lo que Paz no percibió es que esa excepcionalidad no se encuentra solo en 'Espacio', sino en toda la obra última de Juan Ramón. [...] Un corpus poético único que, reunido en Lírica de una Atlántida, abre un tiempo nuevo para la poesía del siglo XXI."

Culminaba con ese ciclo lírico una aventura poética radical que se sustenta en una concepción metafísica de la realidad y en la que Juan Ramón suma reflexión y experiencia, sentimiento y pensamiento en busca de la plenitud de la poesía y del ser en la construcción de una nueva voz que -explica Alfonso Alegre- “ya no es sólo la del poeta y que sin embargo lo es más que nunca; callada palabra verdadera que hace por fin posible que la poesía sea sólo poesía, pura poesía en la que el mundo se nombra.”

De eso hablaba Juan Ramón en una conferencia de 1940, Poesía y literatura, en la que defendía la idea de que "la mejor lírica española ha sido y es fatalmente mística, con Dios o sin él, ya que el poeta, vuelvo a decirlo de otro modo, es un místico sin un dios necesario."

En esa clave hay que leer Lírica de una Atlántida y la exaltación mística de estas palabras encendidas del Fragmento tercero (Sucesión) de 'Espacio':

Mi destino soy yo y nada y nadie más que yo; por eso creo en Él y no me opongo a nada suyo, a nada mío, que Él es más que los dioses de siempre, el dios otro, rejidos, como yo por el Destino, repartidor de la sustancia con la esencia. En el principio fue el Destino, padre de la Acción y abuelo o bisabuelo o algo más allá, del Verbo.

Santos Domínguez 

11 diciembre 2019

José María Merino. A través del Quijote



José María Merino.
A través del Quijote.
Reino de Cordelia. Madrid, 2019.

“Aunque quien lea este libro irá conociendo a lo largo del texto mi relación con la inmortal obra cervantina, conviene advertirle que es resultado de un proyecto antiguo, y que sin duda era preciso que yo llegase a esta edad para afrontarlo: un minucioso recorrido del Quijote, siguiendo fielmente la estructura del libro original e incluso atravesando el plagio de Avellaneda, el tordesillesco autor. [...]
Espero que el libro, en el que se incluyen tanto ensayos como cuentos y minicuentos, aunque modesto, sea hijo reconocible del Ingenioso Hidalgo y Caballero, de su escudero y de la bellísima Dulcinea”, escribe José María Merino en la nota previa a su travesía del Quijote. 

A través del Quijote se titula ese viaje literario por el Quijote que publica Reino de Cordelia en un magnífico volumen ilustrado con decenas de grabados, dibujos y pinturas de artistas que desde el siglo XVII hasta el XXI han buscado en la novela cervantina motivos de inspiración artística y la han iluminado plásticamente, entre ellos Goya, Daumier, Doré o Daniel Urrabieta Vierge.

En ese viaje literario, que es también un recorrido por los lugares en los que se ambientan los episodios del Quijote, José María Merino, autor de los microcuentos y reflexiones que se prodigan en estas páginas, cuenta con la ayuda del profesor Eduardo Souto -que resultará familiar a los lectores de Merino por sus Aventuras e invenciones- y su compañera, Celina Vallejo, viajeros que recorren los espacios quijotescos desde Miguel Esteban y el antiguo y famoso Campo de Montiel hasta más allá del Ebro. 

Colaboran en la empresa personajes como Tuñón, el profesor emérito que quiere reescribir el Quijote con microrrelatos que se van intercalando en esta travesía espacial y literaria en la que también cumple un papel fundamental Sabino Ordás, el crítico apócrifo y colectivo que inventaron Luis Mateo Díez, Juan Pedro Aparicio y el propio Merino, que recuerda haber asistido hace cuarenta años a un curso impartido por él sobre el Quijote en la Universidad Internacional Menéndez y Pelayo.

Bajo su dirección se llevan a cabo unas jornadas quijotescas con debates y coloquios sobre las estrategias narrativas y la riqueza de propuestas psicológicas de la novela. Sobre ese entramado, en el que se integran también el profesor Francis Pauper, cervantista empático inmerso en la novela como un personaje cervantino más, y los asistentes al curso, el propio Merino, un tal Perales, Avello o el tímido poeta Fermín, se construye esta espléndida suma de libro de viajes, ensayos breves, reflexiones criticas y relatos cortos, variaciones y parodias que ofrecen una visita guiada llena de sugerencias y proponen una lectura creativa sobre la materia novelística y humana del Quijote

Una reunión de miradas narrativas y perspectivas críticas que es a la vez homenaje e invitación a adentrarse en el inabarcable territorio quijotesco de la mano de un lector tan fervoroso y un narrador tan brillante como José María Merino, que descubre en el Epílogo que hubo una cuarta salida de don Quijote, cuya peripecia resume en el colofón de esas pocas líneas finales.

Santos Domínguez 

09 diciembre 2019

El Diccionario de Samuel Johnson



El Diccionario de Samuel Johnson.
Compilado por Gonzalo Torné. 
Debate. Barcelona, 2019.

“Las grandes obras se hacen no con la fuerza, sino con la perseverancia”, escribió Samuel Johnson en su Diccionario del idioma inglés, una obra monumental fruto de su perseverancia durante casi diez años de trabajo. Una exhaustiva recopilación lexicográfica que acometió casi individualmente, como Sebastián de Covarrubias en España un siglo y medio antes con su Tesoro de la lengua castellana o española.

Elaborado entre 1747 y 1755 por encargo de un grupo de editores y orientado a un público lector cada vez más amplio, se convirtió en el más decisivo de los diccionarios de la lengua inglesa porque sentó las bases metodológicas de todas las empresas lexicográficas que vinieron después. Con más de 42.000 entradas en la primera edición, es también un diccionario de autoridades, pues sus definiciones se apoyan en citas literarias de Shakespeare, Milton o Swift. 

“Además de una foto fija, el Diccionario puede leerse también como un mapa del idioma inglés, una ciudad que no ha sido trazada desde cero como las urbes ideales del Renacimiento, o siguiendo criterios racionales como en los ensanches reticulados, sino más bien como una de esas plazas italianas donde se mezclan estratos valiosos, supervivientes de siglos y estilos arquitectónicos distintos, que en adelante irán deteriorándose, restaurándose, remodelándose, ampliándose, abandonándose, cambiando de función o demoliéndose al imprevisible ritmo de las necesidades y caprichos de sus ciudadanos," escribe Gonzalo Torné en el texto introductorio -El diccionario como forma literaria- de la selección de entradas del Diccionario de Johnson que publica Debate.

“Mi idea inicial fue preservar la pureza y precisar el sentido de nuestro idioma, y con ese propósito, la defensa del inglés, me adentré en la tarea propuesta. En un principio parece sencillo establecer un criterio; el mío era admitir solo aquellas palabras que fuesen inequívocamente inglesas, de manera que el diccionario abarcaría solo los vocablos que empleamos a diario en la relaciones corrientes de la vida cotidiana, y también aquellos que aparecen en los textos firmados por nuestros escritores, siempre que hayan recibido una educación esmerada”, explicaba Johnson en su Plan para escribir un diccionario de la lengua inglesa, primero de los tres textos que preceden al corpus lexicográfico. 

En ese texto Johnson describe el proceso y el método que ha seguido en la elaboración del diccionario. Aborda en esas páginas cuestiones de filosofía del lenguaje y destaca la relevancia que en su trabajo tienen la fijación de la ortografía y la pronunciación como factores de estabilidad del idioma: 

“Con este largo discurso, mi señor, lo que pretendo es señalar con claridad meridiana la naturaleza de mi propósito al emprender la redacción de este diccionario: estabilizar el idioma, subdividirlo en partes más pequeñas y resolver cuáles son sus principios elementales”, además de “interpretar estas palabras y frases y definirlas sin extenderme demasiado, con perspicacia, de manera que no se tenga que recurrir a informaciones adicionales.” 

Otros dos textos preliminares reflejan la sutileza intelectual y lingüística de Samuel Johnson: el Prefacio a un diccionario del idioma inglés, que contiene una lúcida reflexión filológica sobre la lengua y las formas de afrontar su estudio, y una breve Historia de la lengua inglesa. 

Usos, costumbres y definiciones de las palabras que conforman la lengua inglesa. Incluye términos que aparecen en Shakespeare y otros grandes autores de la literatura británica. Así se anunciaba el Diccionario de Samuel Johnson, que contiene entradas como estas:

Bruja. 1 Por lo general suele tratarse de una mujer vieja; es una palabra despectiva con la que se pretende denigrar el deterioro de la última etapa de la vida, que está plagada de soledades, recuerdos tristes y miseria. 2 Hechicera, persona diestra en los conjuros, dedicada a la magia. 

Cambista. Miserable que se gana la vida comprando y vendiendo dinero. 

Pensión. 1 Asignación ofrecida a cualquiera sin justificación alguna. En Inglaterra suele regalarse a empleados del Estado en pago por su traición. 2 Subsidio económico que se concede de manera arbitraria.

Pirata. 1 Ladrón que actúa en el mar. 2 Por extensión cualquier ladrón, en especial aquel que roba libros o que hace pasar por suyos los originales o manuscritos que ha escrito otro hombre. 

Químico. Persona que filosofa mediante el fuego. 

Rechoncho. Gordo, grasiento; persona que recuerda más a una masa amorfa que a un atleta con el cuerpo bien perfilado.

“¿Qué sentido tiene traducir el mapa de un idioma ajeno, trazado hace casi tres siglos?”, se pregunta Gonzalo Torné antes de concluir:

Con la venia del reconocimiento actual que goza la expansión de lo literario fuera de los géneros convencionales y estipulados, y con el precedente de la praxis del propio Johnson, me atrevo a proponerle al lector que se adentre en este Diccionario como si se tratase de una obra literaria. Diría que por momentos sus páginas son el mayor espectáculo aforístico de la historia, que en otros momentos (cuando Johnson lanza sus célebres definiciones acumulando adjetivos que van matizándose mutuamente) parecen tratados sobre la lógica del idioma, que hay fogonazos poéticos, breves lecciones de moral, humor voluntario o involuntario, tratados etnológicos, pesquisas detectivescas... Pero quizá lo mejor sea leerlo como lo que es: una extraordinaria pieza literaria en forma de diccionario.

Santos Domínguez

06 diciembre 2019

El Buscón de Vierge


El Buscón de Vierge.
Francisco de Quevedo.
Ilustraciones de Daniel Urrabieta Vierge.
Puesto en castellano moderno íntegra y fielmente,
con introducción y notas, por Arturo Echavarren.
Reino de Cordelia. Madrid, 2019.

Reino de Cordelia recupera en una bellísima edición, con el texto “puesto en castellano moderno íntegra y fielmente, con introducción y notas, por Arturo Echavarren”, las ciento veinte ilustraciones que Daniel Urrabieta Vierge (Madrid, 1851-París, 1904) preparó para la edición inglesa de El Buscón, que se publicó en Londres en 1889 editada por Unwin con el título Pablo de Segovia: The Spanish Sharper.

Con esta recuperación se trataba además de que, como explica el editor en su prólogo, “la gran obra de Quevedo resultara tan clara al lector de hoy en día como las ilustraciones que la acompañan. Si ya se ha vertido al castellano moderno El Quijote, cuya comprensión es más fácil que la de El Buscón, había que asumir ese nuevo reto que el filólogo Arturo Echavarren ha resuelto con brillan te maestría. Pues lo bueno de leer a los clásicos es, sin duda, entender lo que cuentan.” 

“El objetivo -explica el adaptador en su Introducción- era elaborar una versión del Buscón que, respetando el modus scribendi del autor, pudiera leer sin tropiezos y de forma fluida cualquier lector poco familiarizado con la prosa aurisecular. He apelado tanto al oído como al instinto en todo el proceso, procurando discernir qué puede resultar opaco y qué precisa de renovación.” 

En ese proceso de adaptación Echavarren ha seguido un criterio equilibrado para buscar un punto intermedio que permitiese armonizar la modernización y el respeto al texto, “pues –añade- al afán de producir una versión fácilmente inteligible para los lectores del siglo XXI se sumaba -y, en ocasiones, se oponía- el deseo vehemente de no abaratar en modo alguno la prosa magistral de Quevedo.”

Publicada en 1626, más de setenta años después del Lazarillo y con un modelo genérico de novela picaresca consolidado antes del XVII con el Guzmán de AlfaracheEl Buscón es una novela tan arquetípica que a veces parece aplicar sus rasgos constitutivos de manera mecánica más que por exigencia interna del relato, porque “su autor articula esta novela con una sólida conciencia genérica, estableciendo un evidente diálogo intertextual con el esquema picaresco acotado por sus precedentes; se acoge la técnica autobiográfica y la ficción epistolar, se subraya la infamia de la familia del protagonista, se trata el tema de la honra, se sondea el ámbito social de lo marginal y se selecciona como hilo conductor de la trama el ingenio, única herramienta al alcance del pícaro para salir airoso en un ambiente marcadamente hostil.” 

Añadamos a esos rasgos señalados por Echavarren otros elementos imprescindibles en  la picaresca como la función de salida, las trampas y  el ejercicio de la mendicidad, la aparición de personajes imprescindibles en la picaresca como el hidalgo empobrecido o el clérigo avaro o el relato de un progresivo proceso de degradación del protagonista.

Pero si la historia de Pablos de Segovia es la historia de una degradación, la del ilustrador es la historia de una superación personal. 

“La obsesión española por mirar puertas afuera antes de atender a lo que hay en casa -escribe Jesús Egido, editor de Reino de Cordelia en el prólogo (Las dos manos de Vierge) que abre esta estupenda edición- ha permitido que uno de los grandes ilustradores del siglo XIX sea prácticamente desconocido para el gran público. Y eso pese a que la mayor parte de su producción la realizó para Francia e Inglaterra, incluidos sus dos proyectos más ambiciosos, El Quijote y El Buscón.” 

Vierge, ilustrador de Víctor Hugo, de Zola o de los cuentos de Poe traducidos por Baudelaire, es uno de los mejores ilustradores del siglo XIX. Afincado en París desde joven, tuvo como empeño personal la ilustración del Quijote y del Buscón. Había realizado noventa dibujos para el libro de Quevedo cuando un ictus en febrero de 1881 le dejó hemipléjico y le paralizó el lado derecho. 

Esos noventa dibujos aparecieron en la edición francesa de Histoire de Pablo de Ségovie que publicó en 1882 el editor Léon Bonhoure, que avisaba en la nota de cubierta de que esa circunstancia había obligado a imprimir los cuatro últimos capítulos sin ilustraciones. 

Aprendió a dibujar con la mano izquierda y tras un largo ejercicio preparó nuevas ilustraciones para la citada edición inglesa de 1889, de la que se han tomado las ilustraciones que acompañan al texto de esta edición en Reino de Cordelia.

Se han incluido en los preliminares algunas muestras de las ilustraciones trazadas con la mano derecha, lo que permite compararlas y llegar a una conclusión: asombrosamente, esas ilustraciones que Vierge hizo con la mano izquierda son mejores, con una línea fina y clara que ha creado escuela y dejado abundantes discípulos.

Santos Domínguez




04 diciembre 2019

Joseph Campbell. Tú eres eso



Joseph Campbell.
Tú eres eso.
Las metáforas religiosas y su interpretación.
Introducción y edición de Eugene Kennedy.
Traducción de César Aira.
Atalanta. Gerona, 2019.

"Los hombres emprenden costosas expediciones al monte Ararat para localizar los restos del arca de Noé, pero, por supuesto, nunca encuentran nada. Creen, no obstante, que sólo se han equivocado en la localización y que existió literalmente, por lo que sus maderos deben de hallarse en alguna otra parte, todavía ocultos a nuestros ojos. En realidad, el arca puede ser encontrada fácilmente, sin necesidad de viajar, si comprendemos que es un navío mitológico en una historia extraordinaria cuya finalidad no es la documentación histórica sino la iluminación espiritual. Apreciar el Génesis como mito no implica destruir ese libro, sino redescubrir su vitalidad e importancia espirituales", escribe Eugene Kennedy en la introducción a la edición de Tú eres eso. Las metáforas religiosas y su interpretación, el libro póstumo de Joseph Campbell que publica Atalanta con traducción de César Aira.

Se recopilan en este volumen, con el que en 2001 se inició la publicación de sus obras completas, los textos en los que Campbell aborda la naturaleza metafórica de la escritura religiosa como representación de realidades espirituales, la gramática de la imaginación religiosa o la construcción del mito como metáfora.

Así resume Eugene Kennedy el proceso de rastreo y edición de estos textos:

"Muchas de las reflexiones de Joseph Campbell sobre los símbolos y mitos judeocristianos estaban incrustadas en conferencias en las que sólo eran ejemplos de asuntos más amplios. También las preguntas extrajeron de él, por así decirlo, tesoros de erudición que de otro modo tal vez no habrían salido a la superficie. Estas respuestas, que en ocasiones se extendían en pequeñas conferencias, a menudo iluminaban vastos paisajes de la historia bíblica, [...] de manera que buena parte de lo que Joseph Campbell sabía sobre los orígenes, símbolos y significados de la espiritualidad judeocristiana se presenta aquí reunido quizá por primera vez."

Una selección de textos y fragmentos de conferencias de Campbell que obedecen a lo que él mismo definió como “mi impulso por colocar la metáfora en el centro de nuestra exploración de la espiritualidad occidental."

Con esa mirada a la metáfora como lengua materna de la religión y del mito, Campbell aborda la tradición judeocristiana recogida en los textos bíblicos desde una nueva perspectiva que destaca en el ciclo de la creación y la caída, de muerte y resurrección, tiempo y eternidad, pecado y redención la riqueza simbólica del Antiguo Testamento (Génesis y Éxodo, especialmente) y los significados metafóricos que desarrollan los relatos del Nuevo Testamento, del nacimiento del Mesías a los milagros, de la última cena a la crucifixión y al fin del mundo.

Porque las religiones y la mitología  se basan en un sistema de imágenes que unen a una comunidad en una red de creencias y afectos, en la experiencia del misterio religioso y de la trascendencia.

Se trata en definitiva de enfocar el texto religioso como una elaboración metafórica y no como un testimonio histórico y de evitar la lectura literal de textos connotativos cuyo sentido está fuera del tiempo y del espacio porque son el resultado de la imaginación generadora de mitos y religiones. Así lo resume Campbell:

La mitad de los habitantes del mundo piensan que las metáforas de nuestras tradiciones religiosas, por ejemplo, son hechos. Y que la otra mitad afirma que no sean hechos.Como resultado, hay quienes se consideran creyentes porque aceptan las metáforas como hechos, mientras que los demás dicen ser ateos porque piensan que las metáforas religiosas son mentiras.

Completan el volumen las sesiones de preguntas posteriores a estas conferencias y una conversación entre  Eugene Kennedy y Campbell para el The New York Times Magazine, 'Amanecer de la Tierra: el alba de una nueva consciencia espiritual.'

Santos Domínguez

02 diciembre 2019

La Comedia humana IX


Honoré de Balzac.
La Comedia Humana. Vol. IX.
Traducción de Aurelio Garzón del Camino.
Hermida Editores. Madrid, 2019.

Hermida Editores publica el noveno volumen de La Comedia humana, la monumental construcción novelística con la que Balzac quiso reflejar la sociedad de su tiempo  en un empeño narrativo titánico que según sus palabras obedecía a “un plan que comprende a la vez la historia y la crítica de la sociedad, el análisis de sus males y la discusión de sus principios.” Con él se enorgullecía Balzac de llevar una sociedad entera en su cabeza y de componer una obra de enorme ambición, con tres o cuatro mil personajes.

Lo abre la muy larga Esplendores y miserias de las cortesanas, continuación de Las ilusiones perdidas y cierre de la trilogía que había abierto Papá Goriot. Balzac la publicó entre 1838 y 1847, con una complicada historia editorial en la que fue creciendo con sucesivas entregas. Con casi trescientos personajes, es la más poblada de las novelas que integran el ciclo de La Comedia humana, una enrevesada historia de relaciones sentimentales en las que se mezclan el interés, la pasión y el misterio a través de figuras como el satánico Vautrin, que ya aparecía en Papá Goriot, la cortesana Esther y el joven aspirante a la gloria literaria Lucien de Rubempré, el protagonista de Las ilusiones perdidas. Su despiadada crítica social y de la justicia la convierte en una de las novelas más significativas y potentes de Balzac, que hizo con su trama melodramática una incursión en el mundo de los bajos fondos de la delincuencia y la prostitución en los ambientes parisinos.

Completan el volumen dos novelas cortas (Los comediantes y Un príncipe de la bohemia) y dos cuentos breves (Gaudissart II y Pierre Grassou).

La leve trama de Los comediantes sirve de pretexto a una recopilación de bocetos y una galería de retratos de personajes representativos de los distintos niveles sociales parisinos, desde los salones refinados de la alta sociedad a los barrios bajos y sus callejones oscuros.

Un príncipe de la bohemia, el tercer relato del volumenes también el título de la novela corta atribuida al personaje de Mme. de La Baudraye sobre un seductor y cinico conde de la bohemia parisina y una bailarina en la que había proyectado su peripecia sentimental. 

Gaudissart II, que tiene como protagonista un vendedor de chales, es una curiosa descripción de las nuevas técnicas comerciales que empezaban a practicarse en las tiendas de París a través de la caricatura de este "artista de la venta".

En Pierre Grassou Balzac retoma el tema de la pintura y del arte. Es una sátira contra el artista integrado en el entramado económico y social de una burguesía tan mediocre como la pintura que adquiere y el arte que patrocina. Un relato sobre la sociología del arte en un momento en el que la burguesía se adorna con el prestigio de las obras de arte. “Tengo cien mil escudos en cuadros”, dice Vervelle, uno de esos burgueses que contagian su mediocridad al artista y le rebajan a la condición de artesano bien pagado, pero muy alejado de su capacidad creadora. 

Con este nuevo tomo, que sigue la traducción de Aurelio Garzón del Camino con adaptación y anotaciones de Germán Molero, se inaugura el ciclo de las Escenas de la vida parisiense.

Santos Domínguez