25 mayo 2016

Feria del Libro 2016. Regalo


REGALO



John Jay Allen y Patricia S. Finch.
Don Quijote en el arte
y pensamiento de Occidente.
Cátedra. Madrid, 2015.

Reflejar “la influencia de la obra maestra de Cervantes en la cultura occidental /.../ como una muestra de la atracción duradera del Quijote para un vasto público internacional " es el propósito que destacan John Jay Allen y Patricia S. Finch en la Introducción para el centenario de la segunda parte de 1615 con la que han actualizado el espléndido volumen Don Quijote en el arte y pensamiento de Occidente que publica Cátedra.

Una antología ilustrada de citas y de imágenes en la que se funden arte y pensamiento, las portadas de ediciones históricas de la obra en Lisboa, Londres o Amsterdam en los siglos XVII y XVIII con la pintura de Dalí, Goya, Picasso o Delacroix y reflexiones, comentarios e iluminaciones de escritores, críticos o filósofos, de Wordsworth a Voltaire y de Hegel a Schopenhauer; de Flaubert a Onetti pasando por Borges, Machado o Nabokov.

Un viaje del texto al icono a través de un muestrario verbal y artístico que refleja la atención que ha suscitado Don Quijote, el personaje más citado y más retratado de la historia de la literatura.






Miguel de Cervantes.
Obras Completas.
Edición, introducción y notas
de Juan Carlos Peinado.
Biblioteca Avrea Cátedra. Madrid, 2016.

Cátedra recupera el estuche con los dos tomos de las Obras Completas de Cervantes que inauguró en 2003 el catálogo de su imprescindible y espectacular Biblioteca Avrea con edición, introducción y notas de Juan Carlos Peinado.

Lo que hace especialmente recomendable esta edición es la legibilidad del texto cervantino, tanto por la calidad tipográfica de los volúmenes como porque las anotaciones, pensadas para facilitar la lectura a un público amplio, se reproducen al final de cada tomo y no perturban la lectura de estos textos por parte de un lector medio, “ese que en ocasiones –explica José Luis Peinado en su Introducción- se da a la fuga ante el envite de, verbigracia, las ediciones mayores del Quijote. La dificultad a la hora de ofrecer los textos estriba en alcanzar un equilibrio entre el respeto la lengua original y una adaptación que rebaje el nivel de exigencia de la lectura, de modo que se pueda leer realmente a Cervantes, pero limando ciertas peculiaridades del idioma del que se sirve que podrían provocar el distanciamiento del lector.”



Mary Beard.
SPQR.
Una historia de la antigua Roma.
Traducción de Silvia Furió.
Editorial Crítica. Barcelona, 2016.

“Roma todavía contribuye a definir la forma en que entendemos nuestro mundo y pensamos en nosotros, desde la teoría más elevada hasta la comedia más vulgar. Después de 2000 años, sigue siendo la base de la cultura y la política occidental, de lo que escribimos y de cómo vemos el mundo y nuestro lugar en él”, escribe Mary Beard en el prólogo de SPQR. Una historia de la antigua Roma, que publica en una cuidada edición la editorial Crítica con traducción de Silvia  Furió.

Una descripción asombrosa de la conjuración de Catilina en el año 63 a. C., de la intervención de Cicerón ante el Senado, de sus antecedentes y sus consecuencias es el material histórico y narrativo con el que Mary Beard construye el primer capítulo de esa historia de la antigua Roma.

Desde ese primer capítulo- El mejor momento de Cicerón- hasta el último – Roma fuera de Roma- el lector recorre las seiscientas páginas de este libro con la misma fruición con la que leería una buena novela.

Entre la fundación mítica de Roma y las rebeliones y los disturbios contra la ocupación, un recorrido intenso por el primer milenio de Roma de la mano de una autora cuya enorme capacidad narrativa es compatible con el rigor histórico, con la agudeza  en el análisis de la historia y con una mirada crítica, no simplemente admirativa, que “se enfrenta a algunos de los mitos y medias verdades acerca de Roma con los que yo, como muchos otros, me crié.”

Una fiesta para la inteligencia, la lectura y la vista porque está también espléndidamente ilustrado este libro cuya vigencia explica así Mary Beard: “La historia de Roma se reescribe constantemente, y siempre ha sido así; en cierto modo, sabemos hoy más sobre la antigua Roma que los propios romanos. Dicho de otro modo, la historia de Roma está aún en desarrollo. Este libro es mi contribución a este inmenso proyecto y ofrece mi versión de por qué es importante.”

Una historia que se centra en indagar y explicar cómo creció un proyecto que no estuvo en el origen de Roma, cómo se mantuvo su dominio durante siglos y no “sobre cómo declinó y cayó, si es que verdaderamente sucedió en el sentido en que lo imaginó Gibbon.”





 Robert Crumb.
Héroes del Blues, el Jazz y el Country.
Traducción de Ana Momplet.
Incluye CD de música.
Nórdica. Madrid, 2016.

Benny  Goodman, Duke Ellington, Jaybird Coleman, Louis Armstrong… Son algunos de los más de cien protagonistas de los cromos que el ilustrador Robert Crumb diseñó con una breve biografía de cada uno.

Crumb rendía así su homenaje personal a los músicos que inspiraron sus series de postales Heroes of the Blues, Early Jazz Greatsy Pioneers of the Country Music, creadas entre principios y mediados de los años 80 y que constituyen una espléndida colección de cromos a todo color que se recopilan en este magnífico libro sobre los héroes del blues, los primeros grandes del jazz y los pioneros de la música country.

Lo edita Nórdica en un volumen espectacular al que acompaña un CD exclusivo con 21 temas elegidos y compilados por el propio Crumb: siete blues, siete temas de country, siete interpretaciones de jazz, con grabaciones originales de Charley Patton, Dock Boggs,  Jerry Roll Morton o Carter Family.

 

Jesús Herrero Marcos.
Bestiario románico en España.
Cálamo. Palencia, 2012.


Jesús Herrero Marcos.
La lujuria en la iconografía románica.
Cálamo. Palencia, 2012.

Dos magníficos libros, complementarios entre sí, de Jesús Herrero Marcos publicados en Cálamo en torno a la iconografía románica.

El primero de ellos aborda los orígenes y la evolución de la presencia de los animales y su simbología en los bestiarios medievales, en la pintura y en la escultura románica de los capiteles, ábsides, portadas y gárgolas, además de ofrecer un exhaustivo catálogo de los monumentos románicos españoles con ese tipo de representaciones zoomórficas,

Organizado en tres secciones, Aves - águilas y cuervos, avestruces y pelícanos, gallos y palomas-, Bestiario general  -bueyes y batracios, serpientes y leones- y Bestiario fantástico -erinias y sirenas, grifos y anfisbenas-, este Bestiario románico en España aborda el carácter simbólico de esos animales que representan vicios o virtudes o figuras relacionadas con los evangelistas o con la divinidad.

El segundo volumen, La lujuria en la iconografía románica, es un estudio específico de las representaciones de la lujuria en el arte medieval y de los patrones iconográficos más habituales en el románico en relación con la actividad sexual, precedido de un amplio despliegue sobre la presencia de la sexualidad en el arte prehistórico, asíático y tántrico, en Egipto, Mesopotamia, Grecia o Roma antes de su incorporación a las representaciones religiosas medievales.

Profusamente ilustrados y espléndidamente editados, estos dos libros espectaculares constituyen una aportación imprescindible para entender el contenido simbólico o la mentalidad sobre la que se cimenta el arte románico.





Benito Pérez Galdós.
Correspondencia.
Edición, introducción y notas
de Alan E. Smith,
María Ángeles Rodríguez Sánchez y Laurie Lomask.
Cátedra. Biblioteca AVREA. Madrid, 2016.

Casi mil doscientas cartas se recogen en la magnífica e imprescindible edición de la correspondencia del novelista que acaba de publicar Cátedra en su Biblioteca AVREA  con edición, introducción y notas de Alan E. Smith, María Ángeles Rodríguez Sánchez y Laurie Lomask.

Quien contó tantas historias y tantas vidas no quiso contar la suya. Al contrario: se empeñó en ocultarla, y por eso hace pocas décadas todavía se echaba en falta el conocimiento de su epistolario en una edición como esta, que incorpora una lista de destinatarios y un diccionario-índice de nombres y títulos aludidos.

Hay una enorme variedad de asuntos reflejados en estas cartas que se mueven siempre entre lo público y lo privado: la amistad personal y la afinidad literaria con Clarín, al que dirigió casi setenta cartas -más del doble de las que escribió a Pereda-, cuestiones literarias e ideológicas, expresiones de amistad o efusiones sentimentales, el proceso creativo de sus novelas, los asuntos domésticos más triviales, la situación de España...

Y en casi todas ellas llama la atención la fuerza expresiva de la comunicación directa, casi oral, de estas cartas en las que la espontaneidad o la urgencia provocan descuidos disculpables, pero a cambio nos ofrecen una visión cercana del escritor, nos permiten conocer mejor su biografía y matizar algunas zonas de sombra que quedan iluminadas a la luz de estas cartas que permiten -como señalan los responsables de la edición- “un trato más estrecho con la historia de su vida y las historias de las vidas que él creó en su arte.”



Cees Nooteboom.
El Bosco.
Un oscuro presentimiento.
Traducción de Isabel-Clara Lorda.
Siruela. El Ojo del Tiempo. Madrid, 2016.

Para conmemorar el quinto centenario de la muerte del Bosco, Siruela publica El Bosco. Un oscuro presentimiento, de Cees Nooteboom, un volumen magníficamente ilustrado con detalles normalmente invisibles, que será sin duda uno de los libros mejor editados de este año.

Un ensayo del escritor e hispanista Cees Nooteboom, que hace una propuesta sobre cómo leer la pintura de imaginación desbordada por oscuros presentimientos de un artista como El Bosco, que “no nos ha dejado palabras, sólo imágenes. ¿Tuvo un presentimiento de cómo serían los tiempos venideros?”

Al cabo de los siglos esa pintura sigue irradiando con fuerza las imágenes del horror, las formas inclasificables, híbridas de lo vegetal y lo mineral, el infierno musical y las aves de cuatro cabezas, las plantas imposibles y los animales imaginarios, las pieles transparentes y los cascarones de huevo, las conchas y las sirenas, las fantasías arquitectónicas y los peces voladores, los hombres-árbol y los juguetes absurdos, los cristales azulados pintados con el color del miedo desde un mal sueño.

Hay en esas tablas inquietantes una violencia latente o explícita que convive con un mundo de luminosa transparencia y de pesadillas delirantes. "¿Tuvo Hieronymus Bosch un oscuro presentimiento sobre esta creación?", se pregunta de nuevo Nooteboom ante estos cuadros en los que coexisten las desemejanzas, el bien y el mal, la culpa y el fuego, los rostros y el silencio, los misterios alquímicos y las pulsiones sexuales, la visión imposible y las escenas cotidianas, la gracia y el descaro.

Quinientos años después, el misterio de esa pintura sigue planteando preguntas y sugiriendo respuestas, sigue provocando la fascinación y el desconcierto del espectador actual ante la obra de un autor cuyo “rastro se encuentra en los catastros, archivos, escrituras de compra, pero de su arte no dijo nada. Él pintó. Pocas veces un hombre invisible ha dejado tantas cosas visibles".



 

 Pessoas.
28 heterónimos esperando
a Fernando Pessoa.
Imágenes poéticas de Ricardo Ranz.
Karima Editora. Sevilla, 2016


Espléndidamente ilustrada por Ricardo Ranz, que con sus dibujos en acuarela y tinta china ha captado la esencia de la personalidad del poeta y la tonalidad de su obra, Karima Editora reúne en el volumen Pessoas a 28 poetas, un número que evoca el del tranvía que tomaba Pessoa cada día en Lisboa.

28 heterónimos esperando a Fernando Pessoa convoca a esta nómina de poetas y a partir de una cita de de Pessoa, casi siempre del Libro del desasosiego, cada uno de ellos -Ana Gorría, Daniela Camacho, Paco Caro, Lola Almeyda, Carla Badillo, Antonio Medinilla, Mar Benegas, María Luisa Mora Alameda, Itziar Mínguez, Chema Lagarón, Antonio José Mialdea, Paloma Corrales, Laura Giordani, Tulia Guisado, David Eloy Rodríguez, José María Gómez Valero, Laura Casielles, Martha Asunción Alonso, Geovannys Manso, Iván Onia, Javier Sánchez Menéndez, Luis Miguel Rabanal, Beñat Arginzoniz, Vera Eikon, Ventura Camacho, Alicia Martínez, Rosario Troncoso y Giovanni Collazos- homenajea a Pessoa.

En un ejercicio de justicia poética la poesía de quien se desdobló en tantos concita la palabra de tantos poetas en una edición muy cuidada que encabezan un prólogo de Manuel Moya –‘Los mundos adyacentes de Fernando Pessoa’- y unas palabras preliminares de los poetas Antonio Gamoneda, Juan Carlos Mestre, Antonio Colinas y Santos Domínguez.



Manel Gimeno.
Flash Back en negro.
Las aventuras de "M".
Prólogo de Juan Puchades.
Los tebeos de Cordelia. Madrid, 2016.

Como un clásico con sabor a clásico define Juan Puchades a Manel Gimeno en el prólogo que presenta Flash Back en negro, la recopilación de Las aventuras de "M" en Los tebeos de Cordelia.

La obra de un clásico de la historieta española de los ochenta en un volumen que recupera seis títulos que, con guiones del propio dibujante o de Mique Beltrán, reflejan la producción gráfica de una figura clave de la Nueva Escuela Valenciana. protagonizada por un detective con parche en el ojo, que también narra estas historias ambientadas en un entorno futurista.

El último adiós, Jazz en Arano, Ninguna rubia pedirá fuego a un perdedor o la que da título al volumen, que resume desde su título -Flash back en negro- algunas de las líneas más significativas de su producción, marcada por la influencia narrativa de la novela policiaca, del cómic clásico y del cine negro.

Un conjunto que refleja la compenetración de la potencia narrativa con la fuerza dinámica de un dibujo de líneas tan duras como las acciones que se cuentan en estas historias gráficas y los ambientes en los que transcurren.


Santos Domínguez

24 mayo 2016

Feria del Libro 2016. Ensayo

ENSAYO


Juan Pablo Fusi.
Breve historia del mundo.
De la Edad Media hasta hoy.
Galaxia Gutenberg. Barcelona, 2016.

En Breve historia del mundo Juan Pablo Fusi reúne setenta capítulos breves y no exentos de profundidad que abordan la historia del mundo desde la Edad Media hasta hoy a través de los acontecimientos políticos, culturales, ideológicos y sociales que por su relevancia permiten reflejar la realidad de cada uno de los momentos históricos que representan.

Desde el triunfo del cristianismo y el primer Renacimiento del siglo XII a la crisis de la modernidad, el Renacimiento y la Reforma, el Barroco y la Contrarreforma, la Ilustración y la Revolución francesa, la revolución industrial y el mundo contemporáneo, Fusi adopta un enfoque plural que responde a la multiplicidad y al pluralismo propios de una realidad poliédrica en la que confluyen lo individual y lo social, lo material y lo espiritual, la economía y las creencias, las construcciones culturales y los datos estadísticos para completar una imagen global de la historia del mundo y de su complejidad.


Emilio Calderón.
La memoria de un hombre está en sus besos.
Biografía de Vicente Aleixandre.
Stella Maris. Barcelona, 2016.

Con esta biografía de Vicente Aleixandre obtuvo Emilio Calderón el Premio de Biografías y Memorias que convoca la editorial Stella Maris. Es la biografía de un poeta que se esforzó por llevar una existencia discreta, por construir una existencia casi invisible: “Mi vida es mía y no tengo por qué ponerme a contársela a nadie”, le explicaba tempranamente Vicente Alexandre a Gerardo Diego cuando le solicitó una nota biográfica para la antología Poesía Española.

Aleixandre se preocupó de ocultar su condición homosexual -bisexual para ser más precisos-, que disimuló en su poesía para disgusto de Cernuda, y que es la clave de bóveda de una parte fundamental de su obra y de su visión panteísta del mundo en Espadas como labios, La destrucción o el amor, Sombra del paraíso o Historia del corazón.

Sobre esa zona invisible y oscura, en la que radica justamente el centro temático de su poesía, arroja una luz fundamental la biografía de Emilio Calderón a través del testimonio de personas cercanas al poeta y de su abundante correspondencia, que en gran parte sigue siendo inédita.

Desde su nacimiento en la primavera del 98 hasta aquella frase “La vida es un dolor”, que fue una de las últimas que pronunció antes de morir el 13 de diciembre de 1984, este es un completísimo estudio que ilumina muchas zonas de sombra de la biografía del poeta y que más allá de revelar su intimidad amorosa sirve para entender el origen, el sentido y el alcance de lo que escribió Vicente Aleixandre.


 Jordi Gracia.
Miguel de Cervantes.
La conquista de la ironía.
Taurus, Barcelona, 2016.

La conquista de la ironía es el subtítulo de la espléndida biografía de Cervantes que Jordi Gracia publica en Taurus.  Una más que notable aportación a la bibliografía cervantina, una biografía escrita con tono cercano y buen pulso narrativo, rigurosa aunque alejada de eruditos aparatos académicos, con la que Jordi Gracia consigue su propósito declarado de “inyectar el ritmo del relato en la biografía de un iluso escarmentado por la experiencia pero libre del rencor del desengaño”, del “escritor que conquista una mirada compleja e irónica sobre el mundo a partir del hombre que aprendió escribiendo a ser él mismo, siendo varios a la vez, sin miedo a ninguno de ellos ni excesiva reverencia al más desaforado ni al más cuerdo.”

Desde las penurias económicas y los primeros sustos con la justicia que conoció en su infancia en el ámbito familiar, pasando por los años formativos en el Estudio de la Villa con Juan López de Hoyos, la huida a Italia, los tercios españoles, de Nápoles a Lepanto, los baños de Argel o los reiterados intentos de fuga frustrada, se suceden en esta biografía de un vitalista con mala suerte los laberintos domésticos y los conflictos administrativos y económicos, las rivalidades literarias y las peripecias editoriales, las adversidades personales y las infamias de Avellaneda y Lope o las prisas por rematar el Persiles.

Gracia propone de esa manera al lector un recorrido por la biografía externa de Cervantes, pero también por su obra y sus contextos -vitales, históricos, sociales, culturales, estéticos, morales- y sobre todo por su mirada al mundo, que se perfila definitivamente en la escritura del Quijote. Una mirada cervantina –tolerante, sí, pero aguda siempre- a un mundo al revés en el que nada es lo que parece. Así lo resume el biógrafo: “La conquista de la ironía como núcleo estructural de la novela está poniéndose en marcha porque en Cervantes ha cuajado ya lo que lleva dentro Don Quijote”


 J. M. Coetzee.
Las manos de los maestros.
Ensayos selectos I y II.
Traducción de Javier Calvo Perales.
Literatura Random House. Madrid, 2016.

“La función de la crítica viene definida por el clásico: la crítica es aquella que tiene la obligación de interrogar al clásico”, escribe J. M. Coetzee en uno de los veintisiete ensayos que reúnen los dos tomos de Las manos de los maestros, la colección de ensayos selectos que publica Literatura Random House con traducción de Javier Calvo Perales.

Y eso justamente, una interrogación con los clásicos y los modernos, es lo que ofrecen estos textos, extraídos de prólogos o de las colaboraciones críticas de Coetzee en New York Review, algunos de ellos recogidos ya en versión española en las recopilaciones Costas extrañas y Mecanismos internos.

Un diálogo múltiple con distintas voces y con distintas tradiciones, no sólo con la literatura inglesa o norteamericana, también con la de una Europa marcada por dos guerras mundiales -Joseph Roth, Italo Svevo o Robert Musil por la Primera; Sándor Márai, Irène Némirovsky, Samuel Beckett o Zbigniew Herbert por la Segunda- o con la literatura en español, representada aquí por el Juan Ramón Jiménez de Platero y el García Márquez de Memoria de mis putas tristes.

Y esa conversación no sólo la establece Coetzee con la novela o el relato, que son los géneros en los que se proyecta su actividad crítica de manera prioritaria. Hay también ensayos sobre poetas como Hölderlin, Whitman, Eliot, Herbert o Les Murray.

En ellos, la mirada aguda y el análisis incisivo de un Coetzee que habla desde el interior de la literatura proyectan una nueva luz sobre las obras que comenta: La noción de clásico a través de Eliot, Virgilio como constructor de la identidad europea, un recorrido por la vida y la obra de Whitman, los biógrafos de Faulkner, ocho maneras de mirar a Beckett, Musil o el enfrentamiento entre el escritor  y su época, Svevo y la insatisfacción, los cuentos de Joseph Roth, Hölderlin y el papel del poeta en tiempos de ignorancia o la relación con los traductores de sus novelas.

Esas son algunas de las etapas de un itinerario crítico riguroso en el que Coetzee indaga con frecuencia en las relaciones entre la biografía y la escritura o traza un mapa moral, no sólo estético, de la literatura y del compromiso del escritor con su tiempo y de su valor testimonial frente a la barbarie. Porque –escribe Coetzee- “lo clásico es aquello que sobrevive a la peor barbarir, aquello que sobrevive porque hay generaciones de personas que no pueden permitirse ignorarlo.”


Javier Cercas.
El punto ciego.
Las conferencias Weidenfeld 2015.
Literatura Random House. Barcelona, 2016

En El punto ciego, que publica Literatura Random House, Javier Cercas reelabora las conferencias que impartió en la primavera de 2015 en la Universidad de Oxford, en la Cátedra Weidenfeld de Literatura Europea Comparada, por la que habían pasado ya figuras como Steiner, Vargas Llosa o Umberto Eco.

Javier Cercas se sitúa así en la tradición del creador reflexivo, del escritor-crítico, del narrador consciente. Una tradición que inaugura en España Cervantes, que por cierto es una de las referencias constantes, una de las columnas vertebrales de este libro que aborda la novela del siglo XXI y reflexiona sobre el papel del novelista a partir –explica Cercas- “del diálogo que he mantenido en público conmigo mismo durante los últimos años.”

De esa reflexión continuada surge una teoría de la novela, la teoría del punto ciego, cuya naturaleza resume con estas palabras: “En cierto modo el mecanismo que rige las novelas del punto ciego es muy similar, si no idéntico: al principio de todas ellas, o en su corazón, hay siempre una pregunta, y toda la novela consiste en una búsqueda de respuesta a esa pregunta central; al terminar esa búsqueda, sin embargo, la respuesta es que no hay respuesta, es decir, la respuesta es la propia búsqueda de una respuesta, la propia pregunta, el propio libro. En otras palabras: al final no hay una respuesta clara, unívoca, taxativa; sólo una respuesta ambigua, equívoca, contradictoria, esencialmente irónica, que ni siquiera parece una respuesta y que sólo el lector puede dar.”

Como se ve, esa teoría de la novela replantea la función del autor y otorga un papel decisivo al lector, aquel “lector atento” al que invocaba Cervantes como quien no quiere la cosa. Así pues, en las novelas del punto ciego la pregunta se convierte en motor de la búsqueda de respuestas que no existen. La respuesta es la búsqueda, la pregunta misma, que delimita su territorio como el de la conjetura.

Por eso decía Ortega, pensando en el Quijote, que clásico es aquel libro que a lo largo de los siglos sigue planteándonos preguntas.


 

Giorgio Agamben.
El fuego y el relato.
Traducción de Ernesto Kavi.
Sexto Piso. Madrid, 2016.

“Todo relato –toda la literatura– es  memoria de la pérdida del fuego /…/El fuego y el relato, el misterio y la historia, son los dos elementos indispensables de la literatura”, porque “donde hay relato, el fuego se ha apagado, donde hay misterio, no puede haber historia,” escribe Giorgio Agamben en El fuego y el relato, que publica Sexto Piso.

Es el primero de los diez ensayos que recuperan textos de conferencias y artículos dispersos sobre el misterio de la creación literaria, sobre los procesos creativos, sobre la escritura como forma de resistencia, sobre la evolución de la lectura y el libro o sobre el papel de la cultura en el mundo actual cuando “arte, filosofía, poesía y religión han sido transformados en espectáculos culturales y han perdido todo eficacia histórica.”

Una espléndida recopilaciión de páginas llenas de sugerencias y de iluminaciones sobre la lengua, la única respuesta ante la pérdida del fuego –“Escribir significa contemplar la lengua”-, sobre la palabra como memoria de la ceniza, sobre la creación de la obra y la recreación del autor, sobre el arte como búsqueda o sobre la relación entre la poesía y la filosofía, porque “el poeta y el filósofo hablan en el nombre de la lengua.”

Y esta reflexión sobre la creación como proceso alquímico y sobre la poética de la inoperancia: “¿Qué es la poesía, sino una operación en el lenguaje que desactiva y vuelve inoperosas las funciones comunicativas e informativas para abrirlas a un nuevo, posible uso?”




 Juan Arnau.
La invención de la libertad.
Atalanta. Gerona, 2016

“El mundo es una invención de la libertad. Eso mantuvieron, cada uno a su manera, los protagonistas de este volumen,” escribe Juan Arnau en el prólogo de La invención de la libertad, que publica Atalanta.

Tras su reconocido Manual de filosofía portátil, este libro propone la idea de una filosofía comprometida con la vida, una filosofía de la percepción y la sensibilidad que entronca con la idea de Berkeley de que ser es percibir para defender la idea de que el mundo está hecho de impresiones y sensaciones y los sentidos son por tanto una vía de fundamental de conocimiento y de participación del hombre en el mundo.

Un homenaje que recorre el pensamiento de tres autores -William James, Henri Bergson y Alfred North Whitehead- que huyeron de la abstracción para profundizar en lo particular y proyectaron su método filosófico en lo concreto y que, frente al mecanicismo y la intimidación de la ciencia y la tecnología, exploraron la conciencia, las emociones y los sentimientos, esas “tecnologías del yo” que, como intuyó la antigua filosofía india, es a la vez origen y presente.

Tres antropologías, tres filosofías de la vida a través de estos tres pensadores que conciben la filosofía como una forma de estar en el mundo, como construcción de un relato en busca de sentido y de significado para la vida. Tres autores que frente a la imagen del mundo como fuerza ciega destacan la importancia del paisaje como circunstancia vital asociada el presente de la contemplación y al pasado de la memoria que nos construye con su evocación de lugares y espacios.



 

James Shapiro.
El año de Lear.
Shakespeare en 1606.
Cátedra. Crítica y Estudios Literarios. Madrid, 2016.

El 5 de enero de 1606 comienza el prólogo de James Shapiro a El año de Lear. Shakespeare en 1606, que publica Cátedra con traducción de Vicente Forés. Era el comienzo del año sobre el que Shapiro centra su atención, un año prodigioso en el que Shakespeare mantuvo un perfil bajo, permaneció en la sombra, actuó menos y,  por primera vez desde 1593, no publicó nada.

Pero fue un año prodigioso, porque en él escribió El rey Lear, Macbeth y Antonio y Cleopatra. Fue, como dice Shapiro, “un buen año para Shakespeare y un año terrible para Inglaterra”, un año marcado por el regreso de la peste y por una importante crisis de identidad nacional provocada por el reinado de Jacobo I, el rey de los escoceses, heredero del trono inglés.

Poco después de aquella mascarada de la noche de Epifanía  Shakespeare completaría El rey Lear, en que había estado trabajando desde el otoño de 1605, y antes de que acabara el año 1606 terminaría esas otras dos obras.

Aquel otoño de 1605 se había frustrado un ataque terrorista católico organizado por los aristócratas que pretendían volar el Parlamento, matar al rey y a la cúpula política y provocar una carnicería de miles de muertos en Londres el 5 de noviembre de 1605.

Generosamente ilustrado, este es “un libro que trata sobre lo que Shakespeare escribió en 1606 y sobre lo que estaba teniendo lugar en ese tenso periodo, porque los dos están tan íntimamente entrelazados que es difícil comprender el uno sin el otro.”

Un libro que se cierra con un epílogo ambientado el 26 de diciembre de 1606, cuando la compañía de Shakespeare volvió al Palacio de Whitehall para representar El rey Lear, “la más enigmática de las obras sobre un reino dividido.”

 

Manuel Azaña.
A la altura de las circunstancias.
Escritos sobre la guerra civil.
Selección, edición y prólogo de Isabelo Herreros.
Coordinación de José Esteban.
Reino de Cordelia. Madrid, 2016.

La lucidez y la desolación caracterizan la voz de Manuel Azaña en A la altura de las circunstancias, la segunda antología de sus escritos sobre la guerra civil que publica Reino de Cordelia coordinada por José Esteban y preparada y prologada por Isabelo Herreros, que señala en la introducción que “al cumplirse ochenta años de aquella tragedia colectiva, de cuyos efectos aún permanecen heridas abiertas y páginas a la espera de ser leídas, las palabras de Manuel Azaña nos llegan desde la soledad de su escritorio, a la busca de un lector que entienda y participe del drama interior de un intelectual, presidente de un país en guerra, convencido de que sea cual sea el desenlace del drama, las secuelas en el cuerpo social de la nación permanecerán varias décadas, además de la ruina y la destrucción que ha asolado el país.”

Los partidos políticos y los sindicatos, los militares leales a la República, los desastres de la guerra, Franco y la ‘cruzada’, además de sus cuatro discursos a los españoles en guerra y una carta desde el exilio a su amigo Angel Ossorio son los apartados que vertebran esta antología que recoge fundamentalmente los textos del diario conocido como Cuaderno de La Pobleta, que redactó en una masía de la sierra de Valencia desde mayo hasta diciembre de 1937, cuando Valencia era la capital de la República que presidía y que cada vez estaba más claro que iba a perder la guerra.

Y a menudo, entre el análisis del político y la reflexión del intelectual, el desahogo literario de quien fue además un espléndido prosista, como demostró en El jardín de los frailes o en los textos que escribió en La Pobleta.


 

Thomas Mann.
Relato de mi vida.
Traducción de Andrés Sánchez Pascual.
Hermida Editores. Madrid, 2016.

Con traducción de Andrés Sánchez Pascual, Hermida Editores publica Relato de mi vida, una obra en la que Thomas Mann va más allá de la autobiografía para fijar las claves de su escritura.

Escrito en 1930 con la fluidez narrativa del mejor Mann, el Mago recuerda hace un recorrido por su formación, por el proceso de elaboración y publicación de sus novelas y relatos, por las influencias reales y literarias que estuvieron en el origen de sus obras.

“Yo supongo que moriré en 1945, a la misma edad de mi madre”, escribía Mann al final de este Relato de mi vida. No fue así, murió diez años después y eso le permitió terminar Doctor Faustus, su novela más sombría, y las Confesiones del estafador Felix Krull.

A su muerte, su hija Erika escribió el texto que completa este volumen, El último año de mi padre, para  “contar cosas de él, de sus proyectos, de su último año, de los últimos días y las últimas horas.” Tampoco la angustia ni la melancolía que había previsto para sus últimos días se cumplieron, como explica su hija en estas páginas que evocan un último año -de agosto de 1954 a agosto de 1955- de viajes, reconocimientos y proyectos. Un año en que escribió un conmovedor ensayo sobre Chéjov y otro sobre Schiller.

Un epílogo de Andrés-Pedro Sánchez Pascual con la Cronología y bibliografía de Thomas Mann cierra este espléndido volumen, una lectura imprescindible para entender en toda su dimensión una de las obras narrativas más imperecederas del siglo XX.




John Thomas Looney.
El verdadero Shakespeare.
Traducción de Millán Picouto.
Linteo. Orense, 2016.

Linteo recupera, con traducción de Millán Picouto, El verdadero Shakespeare, una monumental construcción de John Thomas Looney que identifica a Edward de Vere, decimoséptimo conde de Oxford, como el verdadero autor de las obras de Shakespeare.

Publicada originalmente en Londres en 1920, El verdadero Shakespeare es eso: un admirable montaje intelectual en el que probablemente falla lo fundamental, los cimientos. ¿Por qué? Porque el punto de partida es muy discutible y se basa en la idea, evidentemente falsa, de que toda literatura es esencialmente autobiográfica.

Se abría así una brecha entre las teorías stratfordianas y las oxfordianas para resolver un misterio un poco artificial: el de la autoría de las obras de Shakespeare.

Y tampoco las conclusiones están fundamentadas, más allá de la necesidad de hacer que los datos dirijan –a veces de forma tan laberíntica como en los Sonetos- al lector a una deducción que estaba fijada de antemano. Porque se tiene la impresión de que se fuerzan deliberadamente los detalles y las fechas para que conduzcan a la conclusión prevista.

Hay en todo su entramado una incongruencia inexplicable: el hecho cierto de que De Vere protegiera a una compañía de actores -Los Hombres de Oxford- que nunca representó obras de Shakespeare.

Y en el fondo la discusión no pasa de ser trivial, porque conviene no olvidar lo más importante de todo este asunto: llamemos como llamemos a Shakespeare o a Homero, lo que importa no es eso, sino la Odisea y Hamlet, Macbeth y la Ilíada.

Eso sí, aunque seguramente no era su objetivo central, este libro es una documentada reconstrucción biográfica de la figura de De Vere y un notable estudio de la Inglaterra isabelina.


Santos Domínguez



23 mayo 2016

Pérez Galdós. Correspondencia


Benito Pérez Galdós.
Correspondencia.
Edición, introducción y notas 
de Alan E. Smith, 
María Ángeles Rodríguez Sánchez y Laurie Lomask.
Cátedra. Biblioteca AVREA. Madrid, 2016.


Vuelan los días como nuestro pensamiento. Alma hermosa, cerebro lleno de delicadezas sutiles, corazón grande y siempre encendido en llama de amor, cuerpo precioso y rostro bello, conmigo estás siempre. Contigo estoy yo tal como tú con tu ardorosa imaginación me ves y me sientes. El amor es la vida, el amor ennoblece, el amor alegra. Sustrayendo de la vida el amor, podemos comprender el Infierno. Con él la gloria es comprensible. Tú y yo tenemos nuestra gloria en este mundo. 

     Mil millones de cariños de tu amantísimo 
B. 

Así termina la carta que Galdós mandaba a Teodosia Gandarias el 6 de agosto de 1907. Es una de las muchas –263 en concreto- que Galdós envió a su amante, la destinataria del mayor número de las casi mil doscientas que se recogen en la magnífica e imprescindible edición de la correspondencia del novelista que acaba de publicar Cátedra en su Biblioteca AVREA  con edición, introducción y notas de Alan E. Smith, María Ángeles Rodríguez Sánchez y Laurie Lomask.

A otras dos mujeres, a la actriz Concepción Morell, con la que tuvo también una larga relación sentimental, y a su hija María Pérez Galdós Cobián, dirigió también Galdós una gran cantidad de la correspondencia disponible del escritor, de la que se conserva llamativamente sólo una de las muchas que debió de dirigir a Emilia Pardo Bazán, como se deduce de las abundantísimas que se conservan de la novelista gallega expresándole sus ardores amorosos.

Quien contó tantas historias y tantas vidas no quiso contar la suya. Al contrario: se empeñó en ocultarla, y por eso hace pocas décadas todavía se echaba en falta el conocimiento de su epistolario en una edición como esta, que incorpora una lista de destinatarios y un diccionario-índice de nombres y títulos aludidos.

Hay una enorme variedad de asuntos reflejados en estas cartas que se mueven siempre entre lo público y lo privado: la amistad personal y la afinidad literaria con Clarín, al que dirigió casi setenta cartas -más del doble de las que escribió a Pereda-, cuestiones literarias e ideológicas, expresiones de amistad o efusiones sentimentales, el proceso creativo de sus novelas, los asuntos domésticos más triviales, la situación de España...

Y en casi todas ellas llama la atención la fuerza expresiva de la comunicación directa, casi oral, de estas cartas en las que la espontaneidad o la urgencia provocan descuidos disculpables, pero a cambio nos ofrecen una visión cercana del escritor, nos permiten conocer mejor su biografía y matizar algunas zonas de sombra que quedan iluminadas a la luz de estas cartas que permiten -como señalan los responsables de la edición- “un trato más estrecho con la historia de su vida y las historias de las vidas que él creó en su arte.”

Santos Domínguez

20 mayo 2016

Antonio Colinas. Memorias del estanque


Antonio Colinas.
Memorias del estanque.
Siruela. Madrid, 2016.

“Yo fui un niño muerto. El agua me devolvió a la vida.” Así comienza Antonio Colinas sus Memorias del estanque, que acaba de publicar Siruela. 

La imagen que devuelve el espejo de un tiempo detenido en el agua parada del estanque es la que dibujan estas memorias en las que Antonio Colinas evoca su autobiografía a través de una serie de imágenes fijas cuya sucesión compone el transcurso de una vida indisociablemente unida a la poesía, vinculada a su vez vertebralmente a su experiencia.

Sus recuerdos personales, la formación de su mundo poético, sus lecturas y los paisajes que son el telón de fondo de su obra; la música y la pintura se suceden en esta páginas a través de la armonía serena en la que se funden la prosa y la mirada de Colinas para revelar las claves vitales y estéticas de su poesía, la serenidad silenciosa conseguida tras un largo viaje interior hacia lo hondo de sí mismo o del mundo guiado por la lectura de Rilke y de Leopardi, de Machado y Juan Ramón, de San Juan de la Cruz y María Zambrano.

Por eso, desde el reflejo sereno de otro tiempo parado en su espejo, de La Bañeza a Ibiza, pasando por los cuatro años de estancia en Italia, o de México a China, estas Memorias del estanque construyen el relato de un viaje interior que se superpone a los viajes exteriores y a los distintos lugares ligados a la vida y la obra de Antonio Colinas.

Una obra profundamente vinculada a su vida por medio de una escritura en la que se funden -en un trayecto de ida y vuelta- sentimiento y pensamiento, emoción y meditación, pasado y presente. Como en estas líneas: “Hundo los ojos en el estanque y la realidad es doble; no sé si es la de sus orillas arboladas o la que se refleja en el agua, la de hoy o la del ayer. Hundo la mirada y me siento arrastrar por un río.” 

Un río del que emergen la pintura y la música, Tiziano y Bach, Mahler y Botticelli, el Prado -“un estanque de estanques”-, Aleixandre o Neruda, los Alpes y el Teleno, la sabiduría oriental del taoísmo y la experiencia de la poesía en la calle en Latinoamérica.

Y cuando faltan las palabras convencionales el poeta intercala poemas inéditos que aluden también a ese proceso de construcción de una vida y de una voz poética que le ha dado sentido a su existencia a través de una búsqueda de plenitud que se prolonga hasta el presente:

“¿De qué está compuesta esta felicidad mía de ahora? Sobre todo de algo que ya señalé hace años, pero que entonces solo eran meras palabras para mí: soledad, serenidad, silencio. Hoy estas tres situaciones o estados de ánimo dan forma a algo más profundo que no puedo explicar con facilidad. Quizá todo se ha convertido a mi alrededor -en estos momentos, en estos últimos veranos, en estos campos- en símbolos fértiles.”

Además de las Memorias del estanque, el volumen incorpora como apéndice "Un valle, dos valles", del que escribe Colinas: “Estas páginas nacen de una tremenda dualidad. De dos valles. Por un lado, del retorno al origen, del descenso a las raíces, de la meditación sobre las ruinas de mi infancia; del otro, de la contemplación de la naturaleza en su plenitud, la fuente originaria, para encontrar alivio. Extremos que a veces logramos deshacer en esos instantes plenos.”
Bb

Santos Domínguez

18 mayo 2016

Giorgio Agamben. El fuego y el relato


Giorgio Agamben.
El fuego y el relato.
Traducción de Ernesto Kavi.
Sexto Piso. Madrid, 2016.

“Todo relato –toda la literatura– es memoria de la pérdida del fuego /…/ El fuego y el relato, el misterio y la historia, son los dos elementos indispensables de la literatura”, porque “donde hay relato, el fuego se ha apagado, donde hay misterio no puede haber historia,” escribe Giorgio Agamben en El fuego y el relato, que publica Sexto Piso.

Es el primero de los diez ensayos que recuperan textos de conferencias y artículos dispersos sobre el misterio de la creación literaria, sobre los procesos creativos, sobre la escritura como forma de resistencia, sobre la evolución de la lectura y el libro o sobre el papel de la cultura en el mundo actual cuando “arte, filosofía, poesía y religión han sido transformados en espectáculos culturales y han perdido todo eficacia histórica.”

Una espléndida recopilaciión de páginas llenas de sugerencias y de iluminaciones sobre la lengua, la única respuesta ante la pérdida del fuego –“Escribir significa contemplar la lengua”-, sobre la palabra como memoria de la ceniza, sobre la creación de la obra y la recreación del autor, sobre el arte como búsqueda o sobre la relación entre la poesía y la filosofía, porque “el poeta y el filósofo hablan en el nombre de la lengua.”

Y esta reflexión sobre la creación como proceso alquímico y sobre la poética de la inoperancia: “¿Qué es la poesía, sino una operación en el lenguaje que desactiva y vuelve inoperosas las funciones comunicativas e informativas para abrirlas a un nuevo, posible uso?”

Santos Domínguez

16 mayo 2016

Juan Arnau. La invención de la libertad



Juan Arnau.
La invención de la libertad.
Atalanta. Gerona, 2016

“El mundo es una invención de la libertad. Eso mantuvieron, cada uno a su manera, los protagonistas de este volumen,” escribe Juan Arnau en el prólogo de La invención de la libertad, que publica Atalanta.

Tras su reconocido Manual de filosofía portátil, este libro propone la idea de una filosofía comprometida con la vida, una filosofía de la percepción y la sensibilidad que entronca con la idea de Berkeley de que ser es percibir para defender la idea de que el mundo está hecho de impresiones y sensaciones y los sentidos son por tanto una vía fundamental de conocimiento y de participación del hombre en el mundo.

En el lugar donde se encuentran el sujeto y el objeto, entre la percepción y la memoria, entre lo que vemos y lo que recordamos –porque “en lo que vemos ahora está lo que vimos: la memoria configura la presencia”-, esta es una filosofía de la libertad que “descree de gran parte de la metafísica científica acerca de la condición humana y la naturaleza de la conciencia (un epifenómeno del cerebro), pero no reniega de la ciencia.” 

En esa línea, Arnau plantea este libro como “un homenaje a aquellos que, en el siglo de la física y del materialismo mecanicista, defendieron que la filosofía no debía someterse a la ciencia y que la causalidad no se limitaba a la influencia física entre entidades materiales.” 

Un homenaje que recorre el pensamiento de tres autores que huyeron de la abstracción para profundizar en lo particular y proyectaron su método filosófico en lo concreto y que, frente al mecanicismo y la intimidación de la ciencia y la tecnología, exploraron la conciencia, las emociones y los sentimientos, esas “tecnologías del yo” que, como intuyó la antigua filosofía india, es a la vez origen y presente.

El empirismo radical  de William James, psicólogo, “escritor admirable” y defensor de una filosofía vital frente a la mecánica materialista del determinismo.

La aventura espiritual de Henri Bergson y su inteligencia intuitiva sobre la experiencia interior de la conciencia, sobre la emoción creadora o la duración del tiempo subjetivo que tanto influyó en el pensamiento poético de su discípulo Antonio Machado.

El matemático Alfred North Whitehead, que sin tener una formación filosófica y frente al lamento existencialista y la frigidez positivista integró en un sistema metafísico la matemática no euclidiana y la física cuántica. 

Tres antropologías, tres filosofías de la vida a través de estos tres pensadores que conciben la filosofía como una forma de estar en el mundo, como construcción de un relato en busca de sentido y de significado para la vida. Tres autores que frente a la imagen del mundo como fuerza ciega destacan la importancia del paisaje como circunstancia vital asociada al presente de la contemplación y al pasado de la memoria que nos construye con su evocación de lugares y espacios. 

Los tres reservan en su pensamiento un amplio espacio para el asombro y la sorpresa, para las intuiciones y las emociones que comparte la filosofía con la poesía, porque, como señala Juan Arnau en el epílogo, “la actividad creadora, en el arte y la naturaleza, es precisamente el interés de conservar o transmitir una emoción. En esa tarea coinciden el artista y el creador. Toda ocasión tiene un componente estético y liberador: debe elegir entre las múltiples corrientes de sentimiento recibidas del pasado y encontrar su propio camino. Es memoria y aventura. La conservación de la energía ya no rige aquí: la energía física ha sido sustituida por la emoción estética. La ciencia comienza a maravillarse.”

Santos Domínguez

13 mayo 2016

James Shapiro. El año de Lear


James Shapiro. 
El año de Lear. 
Shakespeare en 1606.
Traducción de Vicente Forés.
Cátedra. Crítica y Estudios Literarios. 
Madrid, 2016.

El 5 de enero de 1606 comienza el prólogo de James Shapiro a El año de Lear. Shakespeare en 1606, que publica Cátedra con traducción de Vicente Forés.

Shapiro evoca en ese texto inicial el espectáculo teatral preparado por la compañía de Shakespeare, The King’s Men, una mascarada en el Palacio de Whitehall, en la corte del rey Jacobo I, “comprometido en reparar la podredumbre política que su predecesora había causado.” 

Era el comienzo del año sobre el que Shapiro centra su atención, un año prodigioso en el que Shakespeare mantuvo un perfil bajo, permaneció en la sombra, actuó menos y,  por primera vez desde 1593, no publicó nada.

Pero fue un año prodigioso, porque en él escribió El rey Lear, Macbeth y Antonio y Cleopatra. Fue, como dice Shapiro, “un buen año para Shakespeare y un año terrible para Inglaterra”, un año marcado por el regreso de la peste y por una importante crisis de identidad nacional provocada por el reinado de Jacobo I, el rey de los escoceses, heredero del trono inglés. 

Shakespeare, copropietario del Globe y el autor de más prestigio de su época, tenía 42 años y podía retirarse porque disfrutaba de una holgada situación económica, “pero en 1606 – explica Shapiro- no estaba preparado para retirarse o relajarse con sus éxitos pasados; todavía tenía mucho que decir y aún no se había cansado del agotador régimen de escritura que había definido su vida desde la mitad de sus veinte años.” 

Poco después de aquella mascarada de la noche de Epifanía  Shakespeare completaría El rey Lear, en que había estado trabajando desde el otoño de 1605, y antes de que acabara el año 1606 terminaría las otras dos obras. 

Aquel otoño de 1605 se había frustrado un ataque terrorista católico organizado por los aristócratas que pretendían volar el Parlamento, matar al rey y a la cúpula política y provocar una carnicería de miles de muertos en Londres el 5 de noviembre de 1605.

Es la conocida como la Conspiración de la pólvora, cuyas consecuencias planearon durante mucho tiempo no sólo en la política inglesa, sino en la propia obra de Shakespeare, que pasaba en esa época de las obras históricas inglesas a las obras británicas y se adaptaba así a la nueva situación política presidida por un rey que sobrevivió a varios intentos de asesinato, pero en cuyo reinado la sospecha y el temor abren el camino de la guerra civil. 

Texto y contexto son los ejes de un relato potente y documentado de James Shapiro, profesor de la Columbia University, en busca de las claves del proceso creativo de Shakespeare, de su explosión espectacular tras la etapa de inactividad que arrastraba desde el final del periodo isabelino y de los efectos de los problemas políticos y los conflictos sociales y culturales sobre el teatro de Shakespeare en aquel reino escindido.

Generosamente ilustrado, este es “un libro que trata sobre lo que Shakespeare escribió en 1606 y sobre lo que estaba teniendo lugar en ese tenso periodo, porque los dos están tan íntimamente entrelazados que es difícil comprender el uno sin el otro.” 

Con la misma capacidad narrativa que desplegó hace dfiez años en 1599. Un año en la vida de Shakespeare, Shapiro construye un espléndido libro que tiene la fluidez de una novela y el rigor de un estudio académico rematado con un imprescindible ensayo bibliográfico.

Un libro que se cierra con un epílogo ambientado el 26 de diciembre de 1606, cuando la compañía de Shakespeare volvió al Palacio de Whitehall para representar El rey Lear, “la más enigmática de las obras sobre un reino dividido.”

Santos Domínguez

11 mayo 2016

César Simón. Poesía completa



César Simón.
Poesía completa.
Edición y prólogo de Vicente Gallego.
Bibliografía de Begoña Pozo.
Pre-Textos. Valencia, 2016.

Concretas son las cosas que he vivido; / transparente y oculta, su reverberación, escribió César Simón (Valencia, 1932-1997) en el primero de los Quince fragmentos sobre un único tema.

Esos dos versos, y el viaje que proponen de lo concreto a su significado profundo, de lo real a lo simbólico, pueden resumir el sentido de una obra que entre el inicial Pedregal y el casi póstumo El jardín, compuesto en la sombría proximidad de la muerte, se recoge en un magnífico volumen que agrupa la Poesía completa de César Simón en la Biblioteca de Clásicos Contemporáneos de la editorial Pre-Textos.

Un volumen largamente esperado que reúne toda su poesía y que añade El pretexto y el fervor, un título que se publica por primera vez en esta edición, que en apéndice incorpora tanto los poemas descartados por el autor en la revisión de su obra como aquellos que nunca recogió en sus libros.

Una edición precedida de un extenso prólogo en el que escribe Vicente Gallego: “La influencia de un poeta no se mide por la cantidad de lectores que convoque su poesía en un momento determinado, sino por la hondura con que hiere a aquellos que quedan expuestos a su acero. César no tiene todavía muchos lectores, pero se le han rendido por entero algunos de los mejores que conozco.”

Desde Precisión de una sombra hasta esas dos cimas que son Extravío y Templo sin dioses, recorre la poesía de César Simón una profunda vena subterránea que se pone al margen de las modas que hacen ruido en la superficie de la poesía y por encima del tiempo con su inconfundible voz de hondura mineral y su incursión en el misterio del ser desde el vacío y las sombras, desde la vivencia del tiempo y del paisaje.

Levantada sobre las preguntas y sobre el desaliento, sobre la intuición y sobre el cuidado preciso de la palabra, la profundidad de la verdadera emoción caracteriza la poesía meditativa e irracionalista de César Simón, con su mirada ensimismada y su memoria reflexiva atenta a la vez al detalle y a lo universal.

Muchas de las claves de esta poesía las sugiere Vicente Gallego en su introducción, el prólogo de un lector y poeta que “nunca hubiera sido posible sin el ejemplo de César” y que propone un recorrido por la obra y el carácter de un autor apasionado y temperamental, rebelde y lúcido, desolado y consciente, entre la vida secreta del ensimismado y el misticismo de la carne del epicúreo.

La idea de la poesía como forma de conocimiento y como vía de acceso a la dimensión misteriosa de lo real atraviesa la poesía de César Simón, autor de algunas de las obras imprescindibles de la segunda mitad del siglo XX en España y de textos como este Todo y nada, de El pretexto y el fulgor:

¿No sabes quién habita
tras el silencio,
quién pasa con las nubes,
cuando en el lecho del amor reposas?
Mira, tras la ventana,
el cielo antiguo y nuevo.
La diosa está contigo.
Acaricia su cuerpo ya vencido.
Pon la mano en el agua de su fuente.
Pregúntate: ¿Qué oculta la apariencia?;
este río a tu lado, ¿a qué conduce?
¿A nada, al ancho abismo?
Ama la nada prosternado,
si a ella conduce el río de la fuente;
bebe en la fuente, todo y nada.

Santos Domínguez

09 mayo 2016

Javier Cercas. El punto ciego


Javier Cercas.
El punto ciego.
Las conferencias Weidenfeld 2015.
Literatura Random House. Barcelona, 2016

Búsqueda, caos, azar... Esas son algunas de las palabras con las que se encuentra el lector en el comienzo del volumen El punto ciego, en el que Javier Cercas reelabora las conferencias que impartió en la primavera de 2015 en la Universidad de Oxford, en la Cátedra Weidenfeld de Literatura Europea Comparada, por la que habían pasado ya figuras como Steiner, Vargas Llosa o Umberto Eco.

Javier Cercas se incorpora así a la tradición del creador reflexivo, del escritor-crítico, una línea que ha dado en la literatura inglesa nombres como los de Eliot o Auden y entre nosotros alguien que, como Borges, en realidad forma parte de esa tradición.

Pero, si exceptuamos las figuras del marqués de Santillana y de Fernando de Herrera, que proyectaron su reflexión sobre la poesía, esa tradición del narrador consciente la inaugura en España Cervantes, que por cierto es una de las referencias constantes, una de las columnas vertebrales de este libro que aborda la novela del siglo XXI y reflexiona sobre el papel del novelista a partir –explica Cercas- “del diálogo que he mantenido en público conmigo mismo durante los últimos años.”

De esa reflexión continuada surge “una idea central; esa idea entraña una teoría de la novela (y en cierto modo también del novelista): la teoría del punto ciego”, cuya naturaleza resume con estas palabras:

“En cierto modo el mecanismo que rige las novelas del punto ciego es muy similar, si no idéntic
o: al principio de todas ellas, o en su corazón, hay siempre una pregunta, y toda la novela consiste en una búsqueda de respuesta a esa pregunta central; al terminar esa búsqueda, sin embargo, la respuesta es que no hay respuesta, es decir, la respuesta es la propia búsqueda de una respuesta, la propia pregunta, el propio libro. En otras palabras: al final no hay una respuesta clara, unívoca, taxativa; sólo una respuesta ambigua, equívoca, contradictoria, esencialmente irónica, que ni siquiera parece una respuesta y que sólo el lector puede dar.”

Como se ve, esa teoría de la novela otorga un papel decisivo al lector, aquel “lector atento” al que invocaba Cervantes como quien no quiere la cosa. Así pues, en las novelas del punto ciego la pregunta se convierte en motor de la búsqueda de respuestas que no existen. La respuesta es la búsqueda, la pregunta misma, que delimita su territorio como el de la conjetura. Por eso decía Ortega, pensando en el Quijote, que clásico es aquel libro que a lo largo de los siglos sigue planteándonos preguntas.

Como decía Cervantes, “es mejor el camino que la posada”, porque “la novela no es el género de las respuestas, sino el de las preguntas.” Por eso la novela es el género de la modernidad y la multiplicidad, y surge con una obra tan ambigua, tan abierta como el Quijote, dotado ya de un rasgo genérico que lo acompañará a lo largo de todo su desarrollo: su difuso contorno, pues desde su origen se perfila como un género invasivo que va ocupando territorios y haciéndolos suyos. Ese atributo y el de la libertad delimitan desde su comienzo cervantino el ámbito de la novela.

Una muestra: la novela Anatomía de un instante, de Javier Cercas, que muestra esa capacidad invasiva, esos límites difuminados entre la ficción y la realidad que en último extremo ponen en cuestión el carácter mismo de lo real. Y años antes, en Soldados de Salamina había ya una importante zona de la realidad que era fagocitada por la novela.

Si la novela tiene como motor de su desarrollo una pregunta, si “la respuesta es que no hay respuesta”, la función de la novela no es responder a la pregunta que plantea, sino formularla con el mayor grado de complejidad posible. Porque esa pregunta que plantea la novela no se refiere, claro está, a la trama superficial de la obra sino que se formula sobre algo más abstracto, sobre su sentido profundo, sobre su propuesta de articulación moral del mundo: el equívoco baciyelmo del Quijote o el contenido simbólico de la ballena en Moby Dick. Y también una pregunta es la materia medular de El procesoLa montaña mágica La ciudad y los perros, ejemplos destacados de novelas del punto ciego.

Pero este es también un libro que “aunque sea fruto del azar, no es fruto de la improvisación”, un libro lleno de reflexiones iluminadoras sobre un mundo sin verdades absolutas, sin dioses y sin certezas, sobre la realidad ambigua y poliédrica que refleja Cervantes; “un enésimo intento de asentar mi propia genealogía, de señalar a mis progenitores literarios”; una reflexión sobre el compromiso en literatura a partir de preguntas como ¿qué es un escritor comprometido?, o ¿qué es la literatura comprometida? 

Aquí sí hay respuestas: el prototipo de ese compromiso lo encuentra Cercas en la figura de Kafka, el hombre que dice NO, el modelo del intelectual dotado por igual de inconformismo crítico y de dignidad desobediente.

Santos Domínguez

06 mayo 2016

Juan Peña. Destilaciones


Juan Peña.
Destilaciones.
Pre-Textos. Valencia, 2016.

Y eres puro y sucio.
Y el vaso florentino en el que caes
lo vuelves, cuando escribes, alambique
que destile de ti
lo mejor que no eres.

Así termina Destilaciones, el poema del que toma su título el espléndido libro que Juan Peña acaba de publicar en Pre-Textos.

Un libro que revela la admirable madurez y la honda contención expresiva a la que ha llegado la voz poética de Juan Peña a través de su mirada serena hacia un mundo que ordenan las palabras que nos salvan, el milagro transformador de esta poesía que asciende desde lo oscuro hacia la luz, desde el magma ciego al aire.

Desde su intensa conciencia del tiempo, los textos de Destilaciones construyen una poesía que no se enfanga en la elegía y su mostración de las llagas, sino que da siempre un paso más, un paso hacia arriba, porque ante la llamarada con que arde la vida, / qué poco es la tristeza.

Y así la mirada meditativa descubre en las ruinas la luz que canta, comprende a la piedra, celebra el hueso y se hermana con el pájaro para dejarnos una imagen armónica del mundo a través de las palabras que insisten en la luz y en una celebración de la vida que nada tiene que ver con la frialdad del cántico guilleniano, porque se alza desde el dolor y la conciencia de las pérdidas, como en este Vida eterna:

No habré de estar un día.
Pero ya estuve aquí.
Fui parte de esta eternidad.
En ella vivo.

Semejante a la del alquimista, la función del poeta en estas Destilaciones es no sólo refutar el tiempo, sino transformar la materia impura en belleza y hacer que sobre el dolor cante la alegría.

De ese lugar oscuro de la herida, de ese mundo de niebla / donde habitas fugaz la eternidad surge la poesía transparente de Juan Peña, la destilada limpieza de poemas como este Batihoja, que sintetiza el sentido y el tono de este libro admirable:

La odiosa sensación
de haber sido llevado entre inmundicias,
de sentirte arrastrado, indigno, miserable,
cobarde, malicioso.
Y la necesidad
de hacer con todo eso
una lámina de oro.

Santos Domínguez

05 mayo 2016

Matilde de Magdeburgo


Matilde de Magdeburgo.
La luz que fluye de la divinidad. 
Introducción de Hans Urs von Balthasar.
Traducción de Almudena Otero Villena.
Herder Editorial. Barcelona, 2016.



Hildegund Keul. 
Matilde de Magdeburgo.
Poeta, beguina, mística.
Traducción de Almudena Otero Villena.
Herder Editorial. Barcelona, 2016.

Matilde o la poética del fluido titula Almudena Otero Villena el prólogo a su traducción de  La luz que fluye de la divinidad, el libro que la poeta mística alemana Matilde de Magdeburgo (1207-1282) fue elaborando desde 1250 hasta su muerte y que Herder acaba de publicar por primera vez en español, precedido de un amplio estudio introductorio de Hans Urs von Balthasar.

Como poeta, beguina y mística la califica su biógrafa Hildegund Keul en otro libro complementario que aparece en la misma editorial en torno a la vida plural y la obra sorprendente de esta poeta de la luz que fluye, en la que conviven la visión y la meditación, la narracion y la poesía, la reflexión y la irracionalidad, la espiritualidad y el erotismo en textos que por su lenguaje y su tonalidad expresiva presagian la poesía de San Juan de la Cruz:

en la luz más hermosa está ciega de sí misma y en la ceguera más grande ve con la mayor claridad. En la claridad más grande está a la vez viva y muerta.

Cuanto más tiempo está muerta, más alegre vive.
Cuanto más alegre vive, más conoce.
Cuanto más pequeña se hace, más fluye hacia ella.

Como explica Almudena Otero en su prólogo, el libro de Matilde de Magdeburgo no es un monólogo, sino “un diálogo en el que la palabra se va construyendo. En ese diálogo, en ese intercambio de palabras, fluye el lenguaje.” 

La creatividad lingüística de su poesía es una respuesta a la necesidad de expresar lo inexpresable y, como suele suceder en la poesía mística, se encauza en la alegoría erótica, porque, como destaca en su biografía Hildegund Keul, “la mística habla de un ir más allá que supera todos los límites del yo /.../ Quien quiere la vida en su máxima intensidad va hasta su límite (y allí se topa inevitablemente con la muerte). Esta es una experiencia común a la religión y al erotismo. El erotismo brota del ansia de sentir la propia vitaidad y atravesar todos los límtes que la impiden. /.../ El erotismo es esencialmente “éxtasis”, salir de sí mismo. También “transcendencia”, una palabra clave de la religión, significa “ir más allá.” 

Abundantemente ilustrada, la biografía que ha escrito Hildegund Keul es un relato lleno de matices que revela la amplitud del campo de visión para abarcar el contexto social, ideológico y cultural en el que se desarrolla la obra y la existencia de un personaje tan excepcional.

Y hay que destacar además el talento narrativo de la biógrafa para contar los hechos y evocar los lugares –el castillo, la ciudad, el monasterio- en que vivió y escribió Matilde de Magdeburgo. Un estudio que abarca la complejidad de un personaje cuya vida se mueve entre la vida activa y la contemplativa y atiende a su formación lectora, propia de la educación de una mujer noble e inquieta, familiarizada con la poesía trovadoresca; a su devoción religiosa, que la impulsa a vivir como beguina en Magdeburgo para ayudar a los pobres, y a su condición de escritora mística, de “maestra de canto esperanza” en el monasterio cisterciense de Helfta, donde se recluyó para refugiarse de quienes no veían con buenos ojos sus críticas a la Iglesia, enmarcadas en la militancia pauperística que reivindicó la pobreza y denunció la injusticia de la riqueza financiera. 

Santos Domínguez

04 mayo 2016

Robert Walser. Desde la oficina


Robert Walser.
Desde la oficina.
Selección y epílogo de
Reto Sorg y Lucas Marco Gisi
Traducción de Rosa Pilar Blanco.
Siruela. Libros del Tiempo. Madrid, 2016.


La luna nos mira desde fuera
y me ve languidecer como un pobre oficinista
bajo la mirada severa
de mi jefe.
Me rasco el cuello, turbado.
Nunca he conocido
el sol luminoso y duradero de la vida.
La penuria es mi sino;
tener que rascarme el cuello
bajo la mirada del jefe.

La luna es la herida de la noche,
y gotas de sangre las estrellas.
Acaso esté lejos de la felicidad plena,
pero a cambio me han hecho modesto.
La luna es la herida de la noche.

Con ese poema de Robert Walser, En la oficina, fechado entre 1897 y 1898, se abre Desde la oficina, el volumen que recopila los relatos de Walser en torno al mundo de la oficina y sobre la vida de los empleados, como indica el subtítulo de esta selección de textos que publicaron en 2011 Reto Sorg y Lucas Marco Gisi y que acaba de editar Siruela en su colección Libros del Tiempo con traducción de Rosa Pilar Blanco.

Un conjunto de veinte textos en los que Walser aborda la figura del empleado con una mirada contradictoria que se resume en el lema walseriano –“Obedece con gusto y se opone con facilidad”- que Reto Sorg y Lucas Marco Gisi han utilizado como título del espléndido epílogo que remata esta edición.

Paseante compulsivo y prosista notable, personaje extravagante y solo, hasta su internamiento en Herisau, vivió deambulando de un lado para otro de forma incontrolable. Los remites de sus cartas tienen unas cincuenta direcciones: diecisiete lugares distintos en Zurich, quince en Berna, y muchas otras en Biel, Basilea, Stuttgart y Berlín. Era una forma de ocultarse, de que nadie que lo buscase pudiese encontrarlo.

Susan Sontag lo definió como un escritor fundamental, dotado de las virtudes del arte más maduro y civilizado. Había empezado a escribir en la adolescencia, a la vez que decidía retirarse del mundo. De hecho, Walser se planteó la escritura como una vía de escape de la realidad, como una forma de echarse a un lado. Ya en su primer texto imaginó su suicidio y se proyectó en la figura de un hijo pródigo que reclamaba atención.

A partir de ese momento se va delimitando el universo literario de Walser en torno al deseo de no ser nadie, de no llegar a ninguna parte, de perderse, como en sus paseos, entre los objetos sin propósito definido, de borrar el yo y destruir la propia identidad. Porque en Walser la realidad, como la escritura, está en un proceso de desintegración constante, de disolución en lo mínimo.

Contó con la admiración de Musil, Bernhard y Benjamin y con el declarado aprecio de Kafka o de Canetti, y su escritura la han reivindicado últimamente plumas tan distintas como las de Calasso, Coetzee o Vila-Matas. 

La ironía recorre estos textos de Walser, desde El oficinista, que a medio camino entre el ensayo y el relato publicó en 1902 quien había sido empleado de banca desde diez años antes. Escribía allí:

 “Pese a ser un personaje muy conocido en la vida, al oficinista nunca le han dedicado un comentario escrito. Al menos, que yo sepa. Acaso sea demasiado cotidiano, demasiado inocente, muy poco pálido y depravado, de escaso interés, ese joven hombre tímido, con la pluma y la tabla de cálculo en la mano, como para convertirse en tema de los señores literatos. Sin embargo, a mí me viene que ni pintado.”

Una opinión parecida había formulado Melville a través del narrador de Bartleby el escribiente. Y, con distintos enfoques y matices, los oficinistas pueblan los relatos de Gógol, Dickens, Tolstói, Svevo o Kafka. 

Junto con los de esos autores imprescindibles, los empleados de Walser, señalan Reto Sorg y Lucas Marco Gisi en el epílogo, “arrojan una luz esclarecedora sobre la racionalización en el moderno mundo del trabajo.”

Textos como El ayudante, Historia de Helbling o Vida de poeta se alimentan de la propia experiencia de Walser como oficinista entre 1892 y 1905, en que pasó de escribiente a escritor. En ellos los empleados representan la desdibujada individualidad del burócrata cumplidor del deber pero con frecuencia convive con ellos el oficinista del temperamento artístico que sueña con la libertad.

Es lo que ocurre en Historia de Helbling, un relato de 1913 con ese personaje, alter ego de Walser, que se debate entre la obligación del oficinista y la libertad del artista, entre las cuatro paredes de la oficina y el espacio abierto de la huida, entre la apariencia obediente y la libertad interior:

“Hoy he vuelto a llegar al banco diez minutos tarde. Ya no soy capaz de ser puntual, como otros. En realidad yo, Helbling, debería estar completamente solo en el mundo, sin ningún otro ser viviente. Ni sol, ni cultura, yo desnudo sobre una roca alta, sin tempestades, ni siquiera una ola, sin agua, sin viento, sin calles, sin bancos, sin dinero, sin tiempo y sin aliento. En cualquier caso, entonces ya no tendría miedo. Sin miedo y sin preguntas, tampoco volvería ya a llegar tarde. Podría tener la idea de que yacía en la cama, durante toda la eternidad. ¡Eso quizás sería lo más delicioso!” 

Extraño e inquietante como su escritura, desequilibrado y lúcido, ausente del mundo, desvinculado de los hombres y de sí mismo, su biografía es tan opaca que -como señaló Sebald- forma parte más de la clandestinidad y de la leyenda que de la historia.

Santos Domínguez

03 mayo 2016

J. M. Coetzee. Las manos de los maestros


J. M. Coetzee. 
Las manos de los maestros.
Ensayos selectos I y II. 
Traducción de Javier Calvo Perales. 
Literatura Random House. Madrid, 2016. 

“La función de la crítica viene definida por el clásico: la crítica es aquella que tiene la obligación de interrogar al clásico”, escribe J. M. Coetzee en uno de los veintisiete textos que reúnen los dos tomos de Las manos de los maestros, la colección de ensayos selectos que publica Literatura Random House con traducción de Javier Calvo Perales. 

Y eso justamente, una interrogación con los clásicos y los modernos, es lo que ofrecen estos textos, extraídos de prólogos o de las colaboraciones críticas de Coetzee en New York Review, algunos de ellos recogidos ya en versión española en las recopilaciones Costas extrañas y Mecanismos internos.

Un diálogo múltiple con distintas voces y con distintas tradiciones, no sólo con la literatura inglesa o norteamericana, también con la de una Europa marcada por dos guerras mundiales -Joseph Roth, Italo Svevo o Robert Musil por la Primera; Sándor Márai, Irène Némirovsky, Samuel Beckett o Zbigniew Herbert por la Segunda- o con la literatura en español, representada aquí por el Juan Ramón Jiménez de Platero y el García Márquez de Memoria de mis putas tristes.

Y esa conversación no sólo la establece Coetzee con la novela o el relato, que son los géneros en los que se proyecta su actividad crítica de manera prioritaria. Hay también ensayos sobre poetas como Hölderlin, Whitman, Eliot, Herbert o Les Murray. 

En ellos, la mirada aguda y el análisis incisivo de un Coetzee que habla desde el interior de la literatura proyectan una nueva luz sobre las obras que comenta: la noción de clásico a través de Eliot, Virgilio como constructor de la identidad europea, un recorrido por la vida y la obra de Whitman, los biógrafos de Faulkner, ocho maneras de mirar a Beckett, Musil o el enfrentamiento entre el escritor  y su época, Svevo y la insatisfacción, los cuentos de Joseph Roth, Hölderlin y el papel del poeta en tiempos de ignorancia o la relación con los traductores de sus novelas.

Esas son algunas de las etapas de un itinerario crítico riguroso en el que Coetzee indaga con frecuencia en las relaciones entre la biografía y la escritura o traza un mapa moral, no sólo estético, de la literatura y del compromiso del escritor con su tiempo y de su valor testimonial frente a la barbarie.

Porque –escribe Coetzee- “lo clásico es aquello que sobrevive a la peor barbarie, aquello que sobrevive porque hay generaciones de personas que no pueden permitirse ignorarlo.”

Santos Domínguez

02 mayo 2016

Guía del lector del Quijote



Salvador de Madariaga.
Guía del lector del Quijote.
Stella Maris. Barcelona, 2016.

La editorial Stella Maris, que acaba de publicar tres espléndidos estudios sobre Shakespeare, se suma al año cervantino con la recuperación de un libro esencial en la bibliografía sobre el Quijote: la Guía del lector del Quijote, de Salvador de Madariaga, que apareció en 1926, muy poco después de ese otro hito ineludible que es El pensamiento de Cervantes, de Américo Castro.

Dos títulos de dos novecentistas que miraban al horizonte europeo y abrieron con sus ensayos decisivos el camino a la lectura contemporánea del Quijote y de Cervantes como dueño de su escritura frente a la tradición del genio inconsciente desbordado por su creación.

La aportación más importante de Madariaga en este libro es el análisis psicológico de los protagonistas como personajes individualizados, profundos y cambiantes, y no como entes simbólicos opuestos, como meros  representantes del realismo materialista y del idealismo imaginativo.

Y partiendo de ese análisis, Madariaga funda el concepto de quijotización de Sancho, un personaje en creciente movimiento de ascensión que le acerca a la configuración moral de Don Quijote y la inversa sanchificación de Don Quijote en un proceso dialéctico de ósmosis en el que es fundamental el valor humano del diálogo, que le da a la novela profundidad y sentido de lo humano

Pero además de esa contribución a los estudios sobre el Quijote, Madariaga dirige en este libro su mirada a la doble condición de Cervantes como crítico y como creador, de lector y novelista que tiene una actitud matizada ante los libros de caballerías, y hace un análisis luminoso de la figura de Dorotea, "hija predilecta" de Cervantes, de  la cobardía de Cardenio o del episodio de la Cueva de Montesinos, que ocupa un lugar central en ese proceso de quijotización de Sancho y de sanchificación de Don Quijote:

“Deshelados de la rigidez simplista que los presenta como dos figuras de antitética simetría, don Quijote y Sancho adquieren a los ojos del observador atento la movilidad vital y humana que heredaron de su humanísimo padre y creador. Circula por todos sus actos la misma jugosa savia cervantina que los hermana. Y así, interpenetrados por un mismo espíritu, se van aproximando gradualmente, mutuamente atrayendo, por virtud de una interinfluencia lenta y segura que es, en su inspiración como en su desarrollo, el mayor encanto y el más hondo acierto del libro.”

Un proceso de influencia y transformación mutua en el que el crecimiento de Sancho como personaje es paralelo al decaimiento de Don Quijote, a un progresivo desencanto que se manifiesta en el “humorismo de tranquila desilusión” que alude Madariaga, que destaca como el rasgo esencial de la maestría de Cervantes la sutileza con la que fija la evolución de esos dos personajes, no opuestos sino complementarios.

Esta Guía del lector del Quijote surgió del desarrollo textual de unas conferencias de Madariaga en Cambridge. Tal vez por eso, las ilustraciones que contiene esta edición son las de distintas ediciones inglesas. 

Santos Domínguez