25 mayo 2007

Especial Feria del libro


Propuestas

Narrativa


Andrés Trapiello.
La cosa en sí.

Pre-Textos. Valencia, 2006.

Diario y novela en marcha, La cosa en sí es la decimocuarta entrega del Salón de pasos perdidos.

Sandor Márai.
La hermana.

Salamandra. Barcelona, 2007.


Apareció en 1946 y fue la última de las novelas de Márai antes de empezar su largo y definitivo exilio. Una reflexión intensa sobre la enfermedad y la muerte, el arte y la pasión con la prosa elegante y profunda que caracteriza toda la obra del húngaro.


Jorge M. Reverte.
Triple agente.

Espasa. Madrid, 2007.

Narrada en primera persona, esta novela es el relato de las aventuras de Mariano Fernández, un modesto periodista que, en un momento decisivo de la Guerra Civil, cuando todavía nada estaba decidido, se ve forzado a asumir el papel de espía.


Luis Landero.
Hoy, Júpiter.
Tusquets. Barcelona, 2007.


Tras cinco años de silencio, vuelve el mejor Landero con esta excelente novela que le confirma como uno de los mejores intérpretes contemporáneos de la tradición cervantina. Una fiesta total.


Manuel Longares.
La ciudad sentida.
Alfaguara. Madrid, 2007.

La ciudad sentida reúne cincuenta y tres relatos sobre las leyendas, los personajes y las peripecias de una ciudad que, pese a presentarse tal cual es, sin modificar el nombre de sus calles ni la ubicación de sus monumentos, no parece la misma cuando el retratista la refleja.



Ernest Hemingway.
Cuentos.

Lumen. Barcelona, 2007.


Con una evocación en forma de prólogo de García Márquez y traducciones revisadas por Damián Alou, Lumen recupera The Forty-nine First Stories (Cuarenta y nueve primeros cuentos) de Ernest Hemingway, una selección de relatos que se publicó en 1938. Los asesinos, Las nieves del Kilimanjaro o Un gato bajo la lluvia son algunas de las cimas de las que han aprendido varias generaciones de escritores. La traducción de Damián Alou pone por primera vez estos cuentos a la altura que no tenían otras versiones, descuidadas y repletas de errores.




Wu Jingzi.
Los mandarines. Historia del Bosque de los Letrados.

Traducción, notas y presentación de Laureano Ramírez Bellerín.
Seix Barral. Barcelona, 2007.


Escrita en China en el siglo XVIII por Wu Jingzi, un letrado inconformista muerto en la miseria, esta ambiciosa narración está considerada como una de las grandes creaciones novelescas de la literatura universal, comparable en su capacidad abarcadora y precisión a Balzac, y en su impecable don de observación irónica a Gógol.



Javier Pascual.
Periplos y derrotas del Chancro de Azamor
.
Caballo de Troya. Barcelona, 2007.

Como quien camina en busca de su destino, Ismael sobrevive a un naufragio, a la voracidad de las fieras y a la crueldad de las tribus. Una novela que establece lazos literarios con Las minas del rey Salomón o con las aventuras de Salgari pero desde una escritura que remite al Conrad de El corazón de las tinieblas.

Ensayo, biografía, memorias

Edwin Williamson.
Borges. Una vida.
Seix Barral. Barcelona, 2007.


Un Borges turbio y contradictorio en esta biografía intensa y original, en palabras de Harold Bloom, que es también una inmejorable introducción a su obra.



James Boswell.
La vida de Samuel Johnson.
Espasa Calpe. Madrid, 2007.

James Boswell recoge en esta biografía no solo los acontecimientos clave de la vida de Johnson, sino su poderío intelectual, la originalidad de sus planteamientos, la fuerza de su conversación, que a nadie dejaba indiferente, la honestidad de sus sentimientos... Boswell se convierte así en el mejor retratista posible de una de las figuras literarias más deslumbrantes del siglo XVIII, un siglo en el que brilló con luz propia gracias al portentoso poder de su mente privilegiada.


Günter Grass.
Pelando la cebolla.
Alfaguara. Madrid, 2007.

Un ejercicio de memoria crítica, de intensa sinceridad y alto valor literario: El recuerdo se asemeja a una cebolla que quisiera ser pelada para dejar al descubierto lo que, letra por letra, puede leerse en ella.


Elias Canetti.
Apuntes (1942-1993).

Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores. Barcelona, 2007.

El cuarto tomo de las Obras completas de Elias Canetti recoge la totalidad de los apuntes que se publicaron en vida del autor, así como aquellos que dejó seleccionados y ordenados para su publicación. La edición más rigurosa y amplia de los Apuntes de Canetti se completa con una extensa introducción de Ignacio Echevarría sobre la génesis y la escritura de la obra, un ensayo de Peter von Matt acerca del aforismo fantástico en Canetti y un índice temático y analítico de José Manuel de Prada Samper.


Claribel Alegría.
Mágica tribu.

Berenice. Córdoba, 2007.

Rulfo y Cortázar, Juan Ramón y Monterroso, Graves y Asturias pasean por estas páginas convocados por la pluma amiga de Claribel Alegría. Diez semblanzas y un homenaje escrito por quien compartió con ellos amistad y pasión literaria.


Ricardo García Cárcel.
El sueño de la nación indomable.
Temas de hoy. Madrid, 2007.


Los mitos de la Guerra de la Independencia es el subtítulo de este libro en el que Ricardo García Cárcel somete a revisión una serie de lugares comunes en torno a aquellos acontecimientos de los que pronto se cumplirá el segundo centenario.



Léon Bloy.
Exégesis de los lugares comunes.
Traducción de Manuel Arranz.
Acantilado. Barcelona, 2007.


Léon Bloy(1846-1917) fue uno de los escritores antimodernos de los que habló Compagnon y uno de los referentes constantes de Borges. Gran parte de su inteligencia, de su ingenio y de su intemperancia la proyectó en esta Exégesis de los lugares comunes (1902), que acaba de publicar Acantilado con traducción de Manuel Arranz.



Fernando Ortiz.
Lírica andaluza contemporánea.

Almuzara. Córdoba, 2007.

En su serie Clásicos andaluces de la literatura, Almuzara publica veinte artículos en los que el poeta Fernando Ortiz ejerce de manera ejemplar la crítica. Alguno de estos textos, como el dedicado a Cernuda, entre los más brillante que se ha escrito sobre el sevillano.





Enid Starkie.
Arthur Rimbaud. Una biografía.
Traducción de José Luis López Muñoz.
Siruela. Madrid, 2007.

Biografía ampliamente ilustrada, considerada una de las mejores obras sobre Rimbaud. Un recorrido completo por la obra y la vida de uno de los mitos fundacionales de la literatura moderna.

Susan Sontag.
Al mismo tiempo. Ensayos y conferencias.
Literatura Mondadori. Barcelona, 2007.

Al mismo tiempo reúne dieciséis ensayos y conferencias escritos en los últimos años de su vida por Susan Sontag. La naturaleza liberadora de la literatura, sobre el activismo político y sobre la resistencia a la injusticia como deber ético. El último texto, que da título al libro, resume la vinculación entre política y literatura, ética y estética, el mundo interior y el exterior.


Poesía



Antonio Gamoneda.
Antología poética.

Edición de Tomás Sánchez Santiago.
Libros Singulares. Alianza. Madrid, 2007.

Reedición en Libros singulares de una antología esencial del último Cervantes.


Philip Larkin.
Las bodas de Pentecostés.
Traducción y prólogo de Damián Alou.
Lumen. Barcelona, 2007.


En 1964, diez años antes de publicar Ventanas altas, Philip Larkin (1922-1985) se convirtió con Las bodas de Pentecostés en una de las voces más personales y renovadoras de la poesía inglesa.


Giovanni Quessep.
Metamorfosis del jardín. Poesía reunida (1968-2006).
Edición de Nicanor Vélez.
Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores. Barcelona, 2007.

Casi desconocido en España, en donde no había editado ningún libro hasta ahora, Giovanni Quessep (1939), ocupa con Álvaro Mutis, Darío Jaramillo o Juan Gustavo Cobo Borda, y probablemente por encima de ellos, un lugar fundamental en la poesía colombiana del siglo XX.



José Manuel Caballero Bonald.
Descrédito del héroe.
Lectura de Joaquín Pérez Azaústre
Bartleby. Madrid, 2007.


Cuando se cumplen treinta años de su primera edición, Bartleby recupera una de las obras fundamentales de Caballero Bonald. Visionaria y potente, su autor la escribió a la vez que Ágata ojo de gato, la novela que acaba de reeditar Seix Barral, que está recuperando toda la obra en prosa del jerezano. Dos visiones de lo que el autor ha llamado su memorial nocturno.




Al Berto.
El miedo.
Pre-Textos. Valencia, 2007.

El miedo reúne los poemas escogidos de Al Berto(1948-1997), uno de los autores fundamentales de la poesía portuguesa contemporánea. La intensidad de una poesía que se hace sentir en todas las páginas de este libro, traducido por Javier García Rodríguez y Cidália Alves dos Santos.



Bolsillo


Ian Gibson.
Ligero de equipaje.
Punto de lectura. Barcelona, 2007.

Reedición en formato de bolsillo de la completa biografía de Antonio Machado que Gibson publicó el año pasado.


Emilio Cecchi.
México
.
Traducción de Mª Ángeles Cabré.
Minúscula. Barcelona, 2007.


México no es alegre. Pero es mejor que alegre: está lleno de una furia profunda, señala Emilio Cecchi en México, un libro que edita Minúscula en la colección Viajes narrados, con traducción de Mª Ángeles Cabré y presentación de Italo Calvino.



Julio Ramón Ribeyro.
Cuentos.
Edición e introducción de Ángel Esteban.
Austral Narrativa. Madrid, 2007.

Hace casi diez años que Espasa Calpe publicaba la primera edición de esta antología de cuentos de Julio Ramón Ribeyro, que reaparece ahora en la rediseñada colección Austral narrativa.



Juan Ramón Jiménez.
Antología de prosa lírica.
Edición de M.ª Ángeles Sanz Manzano.
Cátedra Letras Hispánicas. Madrid, 2007.

Menos editada que su obra en verso, la abundantísima obra en prosa de Juan Ramón Jiménez fue fruto de una dedicación tan intensa y constante como la que dio lugar a su poesía. Editada con el rigor característico de la colección Letras Hispánicas, será una obra de referencia ineludible a partir de ahora.




Marcela de Juan.
Segunda antología de poesía china.
Alianza Editorial. Madrid, 2007.


El libro de bolsillo de Alianza Editorial rescata la Segunda antología de poesía china, de Marcela de Juan, una antología que publicó Revista de Occidente en 1962 y que se ha convertido en obra de referencia por dos razones: por la selección de los textos y por la traducción, hecha -decía Foxá- con finura oriental y claridad de Occidente.


Juan Pedro Aparicio, Luis Mateo Díez y José María Merino.
Palabras en la nieve. [Un filandón]
Prólogo de Sabino Ordás.
Rey Lear. Madrid, 2007.

Tres de nuestros mejores narradores se han reunido en la empresa común de contar historias breves con la precisión característica del género y el valor añadido de su demostrada maestría.


Clásicos para regalo



William Shakespeare.
Teatro Completo.
Epílogo y selección de las traducciones de Ángel-Luis Pujante.
Ilustraciones de Jaume Plensa.
Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores. Barcelona, 2007.


Galaxia Gutenberg /Círculo de Lectores reúne el teatro completo de Shakespeare en un volumen que recoge las mejores traducciones al castellano desde el siglo XVIII hasta la actualidad. Ángel-Luis Pujante, premio Nacional de Traducción y miembro de la International Shakespeare Association, ha seleccionado los trabajos de autores como Leandro Fernández de Moratín, Luis Cernuda, Jacinto Benavente o Vicente Molina Foix para ilustrar la influencia del autor inglés en España. Jaume Plensa, inspirado por la palabra de William Shakespeare, ha realizado una serie completa de 52 obras en las que aúna técnicas como la pintura y la fotografía y atrapa el alma y la esencia de algunos de los textos más altos de la historia de la literatura.




El libro de las mil noches y una noche.
Cátedra. Biblioteca Avrea. Madrid, 2007.

Cuento de cuentos, novela de novelas, un libro de arena sin fin, cuya circularidad deslumbró a Borges, en la traducción directa y literal del árabe de J. C. Mardrus y con versión española de Blasco Ibáñez.




Baltasar Gracián. El arte de la prudencia.
Edición de J. Ignacio Díez Fernández
Temas de hoy. Madrid, 2007.


Reedición de un clásico del pensamiento aforístico. El intelectual discreto y profundo que fue Gracián, uno de nuestros mejores prosistas, en trescientos aforismos que resumen su sabiduría prudente y desengañada.

Santos Domínguez

24 mayo 2007

El sueño de la nación indomable

Ricardo García Cárcel.
El sueño de la nación indomable.
Ediciones Temas de Hoy. Madrid, 2007.

Con el pretexto del segundo centenario del dos de mayo de 1808 (que de aquí a pocos meses dará lugar a festejos y celebraciones varias, siempre a costa de los dineros públicos) se están empezando a publicar obras que revisan los históricos episodios que se sucedieron en las dos primeras décadas del siglo XIX y que son considerados fundamentales en la construcción de nuestra historia contemporánea.

Entre estos libros recientemente publicados destaca El sueño de la nación indomable, de Ricardo García Cárcel, catedrático de Historia Moderna de la Universidad Autónoma de Barcelona, y que acomete el análisis de “los mitos de la Guerra de la Independencia” (al menos ese es su subtítulo).

En realidad el libro es mucho más, pues dedica abundantes páginas a describir la España del último cuarto del siglo XVIII y proyecta biografías y acontecimientos de los protagonistas de la Guerra de la Independencia hasta mediados del siglo XIX recogiendo de forma concisa pero rigurosa la evolución de la historiografía en el tratamiento de estos hechos históricos.

Quizás las dos fechas más señaladas sean 1808 que dará origen al mito de la nación (indomable) española, y 1812 marcada por el nacimiento de la primera Constitución, origen del liberalismo y de una profunda división ideológica de los españoles que llega hasta nuestros días, aunque hoy reducida a la mutua, retórica e irrebatible acusación de que es el otro el que intenta resucitar la división de España. Quizás hemos superado buena parte de las diferencias que separaban a liberales y reaccionarios, a europeístas y castizos, a laicos y a integristas; pero hemos conservado la costumbre de querer excluir a los disidentes.

Todavía hoy los historiadores están lejos del acuerdo en cuestiones centrales como el papel de los afrancesados, las intenciones de Napoleón, el carácter espontáneo de la revuelta popular del dos de mayo…

Las cosas no parecen tan simples como tradicionalmente se consideraba y García Cárcel nos cuenta como los afrancesados eran en muchos casos tan honestos como los patriotas (además hubo numerosos cambios de bando), que José I venía cargado de buenas intenciones (no tanto su egregio hermano), y que el dos de mayo es más que probable que fuese estimulado por los franceses para, con la excusa de la anarquía, tomar el control total de la situación.

En esta línea García Cárcel huye de las simplificaciones y desmenuza capítulo tras capítulo la complejidad ideológica de nuestra historia y la fuerza de los acontecimientos que llevó a algunos afrancesados a colaborar en la redacción de la Constitución de Cádiz, a no pocos liberales a acabar aceptando a Fernando VII como un mal menor comparado con el integrismo carlista, y a antiguos ilustrados progresistas a defender las virtudes estabilizadoras del Antiguo Régimen.

La potencia de algunos de los mitos que analiza el profesor García Cárcel queda ilustrada con el mito del dos de mayo, fecha que reivindicaron los reaccionarios porque creían que con ella comenzó el rechazo castizo a la modernidad; los liberales porque pensaban que quien se rebeló fue la nación ansiosa de libertades; los franquistas que quisieron ver en los franceses un precedente de la sucia pezuña estalinista encubierta tras la España republicana; los republicanos que pensaban que las ambiciones napoleónicas eran precursoras de las peludas orejas de Hitler y Mussolini ocultas tras los golpistas de julio de 1936…

Todavía, y en forma de coda postmoderna, la víspera del dos de mayo de 2007 grupos de jóvenes provocaron altercados en Madrid reclamando su derecho a conmemorar la fiesta patriótica bebiendo, vomitando y gritando (no necesariamente en ese orden) en la calle. Al final hubo carga policial y heridos, pero Goya no estaba y no sabría decirles en qué bando luchaban los mamelucos.
Jesús Tapia

Borges. Una vida


Edwin Williamson.Borges. Una vida.
Traducción de Elvio E. Gandolfo.
Seix Barral. Barcelona, 2007.

Huelga decir que las incontables sutilezas e invenciones de un texto literario no pueden reducirse a las meras circunstancias vitales de un escritor. Una biografía no pretende explicar el misterio de la creación artística. Al mismo tiempo, como una vez observó Borges, “sería ridículo negar las posibilidades de la biografía.” Después de todo, la biografía es una rama de la crítica literaria, y su valor, a mi juicio, reside en la evaluación de las posibles correspondencias entre texto literario y contexto personal, lo cual ayuda a definir la idiosincrasia del estilo y la temática de un autor, y a explicar las distintas etapas de su evolución. De hecho, creo que mi aproximación crítico-biográfica abre nuevas vías interpretativas en la obra de Borges y multiplica las posibilidades de nuevas lecturas.

Titular de la Cátedra de Estudios Hispánicos de la Universidad de Oxford, Edwin Williamson publicó esta biografía de Borges en inglés en 2004. La edición que ahora publica Seix Barral, en su colección Los Tres Mundos, es una versión corregida y aumentada del original inglés de hace tres años.

Borges fue uno de los grandes escritores del siglo XX y el más influyente de los que escribieron en español en la época contemporánea. Influencia que ejerció no sólo sobre la literatura hispanoamericana y española, sino sobre autores de EEUU, Inglaterra, Francia o Italia.
Poesía y ficción fueron sus cauces creativos, y con esos materiales se fue tejiendo no sólo un mito sino la leyenda de un escritor sin vida, de un hombre al margen del mundo, encerrado en su ceguera y en las bibliotecas totales que le ponían al margen del tiempo, en su torre de marfil y palabras.
A destruir esa leyenda contribuyó el libro de memorias de Estela Canto que presentaba a un Borges conflictivo, desgraciado y contradictorio, acosado por sombras que no vienen sólo de la ceguera. O el polémico Esplendor y derrota de Mª Esther Vázquez.
Empresa ardua la de escribir una nueva biografía de Borges, en busca del lugar en donde se juntan vida y obra, el puñal y la espada, el tigre y el espejo en el contexto de la experiencia personal, porque, como dejó escrito en su Profesión de fe literaria, toda literatura es autobiográfica finalmente.

La civilización y la barbarie en conflicto en una época en que familia y nación confunden sus destinos, la espada del honor y el puñal del gaucho decoran las muertes militares de algunos antepasados. Sus padres, Leonor Acevedo y el padre, el intruso, el hijo anarquista de una viuda inglesa, proyectaron en su hijo frustraciones y esperanzas en una infancia con tigres y libros y evocaciones de ancestros familiares heroicos. Un puñal, un tigre y una biblioteca pueblan su infancia y el recuerdo de su infancia. Una obsesión, la de los tigres que le acompañaría toda su vida, como las bibliotecas.

Si tuviera que señalar el hecho capital de mi vida, diría la biblioteca de mi padre.
Borges fue entre 1921 y 1934 un poeta enamorado que tras escribir Fervor de Buenos Aires bajo la influencia de Macedonio Fernández, descubrió la vanguardia y la incertidumbre ideológica, vital y literaria. Es el enamorado inseguro y titubeante ante Norah Lange. El peso de aquella tarde en que Borges la llevó a una fiesta de la que salió para acostarse con Oliverio Girondo lo acompañó siempre. La humillación y la depresión acompañaron a un Borges que incurrió en el escepticismo desilusionado y algo kafkiano de sus textos más característicos.

La relación entre autobiografía y textos es constante no sólo en su poesía sino en sus relatos. El material que los alimenta es menos la literatura que la vida. Lo explica Williamson a propósito de El hacedor, o desvelando las claves autobiográficas de El Aleph, en el que persiste la desolación humillada por el rechazo de Norah Lange.
Borges pasa una temporada en el infierno entre 1934 y 1944, una década de insomnios, pesadillas y tentaciones suicidas de las que le salvaron la literatura y la amistad con Bioy Casares. Fue la época de la muerte del padre y su primer empleo con casi cuarenta años en una biblioteca llena de funcionarios que ignoraban la literatura y despreciaban los libros.

Hay en esta biografía un análisis excelente y pormenorizado de El Congreso y de El jardín de senderos que se bifurcan, dos relatos centrales en Borges, y de las claves de la desilusión en tres cuentos: Las ruinas circulares, La lotería de Babilonia y La biblioteca de Babel, escritos entre 1940 y 1941.

Vendrán después los años de relación con la nueva Beatriz que pudo ser Estela Canto, relación que frustró la madre absorbente e imposible de un Borges al que trataba como un niño. Un Borges inhibido en lo sexual y cohibido en lo personal al que dejó Estela Canto casi a la vez que Perón arrasaba en las urnas.

Surgen como consecuencia de aquellos episodios una serie de textos marcados por la frustración y la desesperación, el sentimiento elegiaco del tiempo y las pérdidas. Y la literatura con la que intenta convertir el ultraje de los años en una música, un rumor y un símbolo.

La literatura como salvación. Sobre todo a partir de aquel mayo de 1961 en que el Premio Internacional de los Editores supone el reconocimiento universal de Borges, que a partir de entonces entra en un torbellino de giras, ediciones y traducciones.

María Kodama, la Ulrika que da título al cuento más confesional de Borges, las ambiguas relaciones con aquella Junta militar de asesinos a los que en su ceguera y sus supersticiones confundió con un grupo de caballeros, son el telón de fondo de unos últimos años no menos infelices que los anteriores.
Es esta una excelente introducción a la obra total de Borges, una explicación de sus claves y un motivo para releer la altísima literatura con la que el argentino contestó a sus desdichas, que a juzgar por sus últimos libros se incrementaron en su decrepitud física.

Y es que posiblemente hay un vínculo secreto que conecta las humillaciones y derrotas de aquel hombre desgraciado y cohibido con su dedicación a la literatura. De aquella infelicidad, de aquella angustia surge el mundo narrativo y poético de quien en un arranque autocompasivo escribió:

He cometido el peor de los pecados que un hombre puede cometer. No he sido feliz.


Santos Domínguez

23 mayo 2007

Canetti. Apuntes



Elias Canetti.
Obras completas IV.
Apuntes (1942-1993)

Traducciones de Juan José del Solar,
Cristina García Ohlrich, Genoveva Dieterich y Beatriz Galán.
Prólogo de Peter von Matt.
Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores. Barcelona, 2007.

Galaxia Gutenberg /Círculo de Lectores empezó a publicar en 2002 las Obras completas de Elias Canetti en una prestigiosa edición dirigida por Juan José del Solar, con el asesoramiento de Ignacio Echevarría y la colaboración de un equipo excelente de traductores.

Hasta ahora habían aparecido tres tomos: Masa y poder, Historia de una vida y La escuela del buen oír. El cuarto recoge la totalidad de los Apuntes que se publicaron en vida del autor, además de los
que Canetti dejó seleccionados y ordenados para su publicación y aparecieron póstumamente.

Están aquí reunidos La provincia del hombre, El suplicio de las moscas y El corazón secreto del reloj, los apuntes rescatados de Hamsptead, que estaban a punto de aparecer cuando murió en agosto de 1994, y las dos colecciones que dejó preparadas, aunque sin título específico, con anotaciones de los años 1973-1984 y 1992-1993.

Durante décadas tuvieron carácter privado y vocación de inéditos. Canetti empezó a escribir estos apuntes en 1942 como una válvula de escape a la presión absorbente de Masa y poder. Desde esa fecha hasta 1959, en que culmina su obra más ambiciosa, los fue compaginando con ella y dándoles el sentido vertebrador que acabaron teniendo en el conjunto de su obra.

Textos para leer a saltos, que constituyen, según todos los especialistas en Canetti, la cima de la obra de un autor que, después de Masa y poder, renegó de los sistemas de pensamiento cerrados y se centró en estos textos de escritura plural y proteica.

Hanuschek, biógrafo de Canetti, señalaba que estos Apuntes son "la única obra, entre todas las suyas, que lo contiene por entero." Y en la nota preliminar de 1973 a La provincia del hombre, escribía Canetti: la verdadera unidad de una vida es secreta y allí donde se oculta sin proponérselo resulta más eficaz.

Espontáneos, fulminantes y asistemáticos, expresan no sólo una manera de escribir, caracterizada por la brevedad y una concentración progresiva, sino una forma de pensar, un pensamiento aforístico en el que toman cuerpo la impaciencia y el desahogo una vez que se libera de la disciplina agotadora de una obra tan gigantesca como Masa y poder y renuncia al sistema cerrado y al enunciado de la totalidad cuando escribe en un apunte de 1975, que la esperanza ya sólo radica en los fragmentario, que ya una totalidad de la vida sólo se halla en lo fragmentario.

En el interior de un libro como La provincia del hombre se observa esa evolución, ese adelgazamiento progresivo de la frase. Desde las décadas de los 40 y 50 en que la escritura es paralela a la solidez de Masa y poder, hasta los apuntes más sutiles y breves de los 60 y 70, Canetti busca la exactitud de los aforismos hechos de silencio derretido a los que se refería en 1992.

Y como en todo pensamiento exigente, este deja siempre una puerta abierta a la duda, al recelo de estar construyendo rimas artificiales en ausencia de plan, de dirección y de objetivo, y con una ascética verbal excesiva y peligrosamente radical.

Influidos por Confucio, por los maestros chinos antiguos y por los presocráticos y otros modelos modernos como Pascal, Lichtenberg o Joubert, estos libros hechos de anotaciones que aspiran a la impersonalidad o a la despersonalización del pensamiento, trazan la autobiografía intelectual y humana de Canetti, los fragmentos de un hombre, mucho más valiosos que él.

Lo explicaba el autor en la nota preliminar a los apuntes que publicó en 1965:

Poco a poco empecé a sentir que una parte muy importante de mi vida pasaba a integrarse en ellos.

Esta magnífica edición del mejor Canetti, la más rigurosa y amplia de los Apuntes, se completa con una extensa introducción de Ignacio Echevarría sobre la génesis y la escritura de la obra, un ensayo de Peter von Matt acerca del aforismo fantástico en Canetti y un índice analítico y temático, cuya importancia queremos destacar para finalizar esta reseña.

Si, como ha señalado el propio Canetti, esta es literatura de saltos y no de pasos, esta edición incorpora un instrumento impagable para la travesía: el trabajadísimo índice de nombres y conceptos que ha elaborado José Manuel de Prada Samper que ofrece al lector una brújula inmejorable para internarse en el territorio continental de estos libros.

Santos Domínguez

22 mayo 2007

Prosa lírica de JRJ


Juan Ramón Jiménez.
Antología de prosa lírica.
Edición de M.ª Ángeles Sanz Manzano.
Cátedra Letras Hispánicas. Madrid, 2007.

Menos editada que su obra en verso, la abundantísima obra en prosa de Juan Ramón Jiménez fue fruto de una dedicación tan intensa y constante como la que dio lugar a su poesía. Lo explicaba el propio poeta:

Mi prosa es tan abundante- escribía en Crítica paralela- como mi verso, o más, y ha sido siempre como paralela a mi verso, a su verso.

Elaborada a la vez que su poesía, la evolución de la prosa de Juan Ramón refleja las mismas etapas que aquella, con la que confluyó en la prosificación de Espacio o en el proyecto último de Leyenda, en el que pretendía culminar su obra en verso poniéndola en prosa. Son muy abundantes, por tanto, las zonas de contacto, los lugares de encuentro entre el verso y la prosa. No hay más que recordar el Diario de un poeta recién casado para subrayar esos vínculos entre ambos modos de expresión.

Esta Antología de prosa lírica que ha preparado Mª Ángeles Sanz y acaba de publicar Cátedra Letras Hispánicas es una muestra, abundante en páginas y representativa en calidad, de una escritura a la que Juan Ramón dedicó más de cincuenta años de intensa actividad creativa.

Propensa a la dispersión de materiales, muchos de ellos inéditos a la muerte del poeta, desorganizados y laberínticos, tuvieron que pasar cuarenta y siete años desde su muerte hasta la publicación en dos tomos de la prosa juanramoniana casi completa en los tomos tercero y cuatro de su Obra poética en 2005.

Casi completa, subrayo, porque en esa edición faltan libros como Miss Conciencia o Guerra en España, de los que aquí se recogen algunos textos.

En el plan general de su obra Juan Ramón pensaba en un tomo, Historia, que debía ser la reunión de su prosa lírica, así como Leyenda debía agrupar su obra en verso. Cuando trazó ese plan, Juan Ramón articuló Historia en una serie de subdivisiones internas que se han respetado en la organización de esta esta estupenda antología: de las Primeras prosas a los Poemas en prosa, es decir, de Bécquer a Rubén, y luego el simbolismo de las Elegías andaluzas.

De ahí a la depuración intelectual de los Libros de Madrid y la autobiografía lírica del ciclo Recuerdos, en transición de la segunda época a su época suficiente y verdadera que fragua en la prosa del exilio, el de Guerra en España y Vida o el de K.Q.K., el creador sin escape.

Alguien tan poco generoso con Juan Ramón Jiménez como Cernuda hacía suya la afirmación del poeta de que con él nacía la prosa española contemporánea. Una prosa que, como el resto de su obra, está orientada por una alta exigencia estética y una búsqueda constante de belleza y perfección. Ética y estética, ejemplo y lección.

Santos Domínguez

21 mayo 2007

La hermana


Sándor Márai.
La hermana.
Traducción de María Szijj y J. M. González.
Salamandra. Barcelona, 2007.


Sandor Márai publicó La hermana, que acaba de editar en España Salamandra, hace algo más de sesenta años. Fue la última novela que escribió antes de salir de Hungría para un exilio definitivo en EEUU.

Con una excusa narrativa que recuerda a la de La montaña mágica, hay en su narrador y protagonista, un concertista de piano seriamente enfermo y afectado de una enfermedad degenerativa que le ocasiona la parálisis de una mano, una proyección autobiográfica e intelectual del autor húngaro.

Márai se desdobla en ese pianista que reflexiona, a través del diálogo con el médico que lo atiende y con un escritor, acerca de los temas que siempre han ocupado la mente de los hombres y su inquietud o su angustia existencial: la enfermedad y el dolor, el arte y la pasión amorosa, la muerte y el sentido de la vida.

Quien acabó siendo víctima de una enfermedad que lo llevó al suicidio en 1989 refleja en esta novela un complejo mundo interior lleno de tensiones, angustias, secretos y esperanzas.Con su prosa elegante y profunda, llena de matices que han sabido conservar los traductores, con la capacidad narrativa que ya le había hecho famoso en 1946 y con la fuerza de su temática, Márai construye una reflexión sobre la experiencia física e intelectual del dolor y sobre la muerte con el telón de fondo de aquella Europa y una civilización que desaparecieron durante la Segunda guerra mundial:

En el destino de una sola persona- se lee en La hermana- la fatalidad puede condensarse con la misma intensidad que en el de pueblos enteros.

Navidad del año 41. Z, un músico famoso años atrás, ha desaparecido de las salas de conciertos como consecuencia de una parálisis progresiva que se le empezó a manifestar en Florencia tres años antes. Afronta su desgracia con entereza y sin rencor, con una calma que viene de la lucidez y de la conciencia de su destino.

Ahora coincide con otros náufragos en un pequeño hotel transilvano, un balneario terapéutico en el que otro de esos náufragos es un escritor que se convierte en el primer narrador.

Tras la muerte del pianista, el narrador recibe un manuscrito del músico. A partir de ese momento, la novela consiste en la transcripción del manuscrito en el que relata su estancia en un hospital de Florencia y reflexiona sobre la enfermedad y el dolor, una violación del orden del mundo.

El papel de narrador en primera persona pasa entonces al pianista, al que Márai usa como sujeto de sus reflexiones sobre la vida, la pasión y el arte, la belleza y la muerte:

Por primera vez para mí, el arte y la vida se fundieron en ese silencio; comprendí entonces, con un pie casi en el otro mundo, que tanto en la música como en la vida existe una especie de contacto final, una última armonía matemática, y es precisamente en ese instante cuando la armonía se resuelve convirtiéndose en vida o en muerte...

No se trata de un asunto privado sino de una reflexión general, válida para otros hombres y lúcida, porque está escrita ya casi desde la otra orilla, que va más allá de lo personal:

Cuando alguien habla desde la otra orilla sobre las cuestiones de la vida y la muerte, sobre las grandes emociones que mueven al hombre, como la fe, el amor y la pasión, los que aún están en esta orilla no pueden responder. Deben callar y escuchar. Con este silencio y esta curiosidad impotente leí el manuscrito de Z. Sus páginas no dan respuesta a las interrelaciones entre vida y muerte, pero ¿existe acaso otra respuesta que la humildad con que aceptamos nuestro destino?



Santos Domínguez

20 mayo 2007

Del poeta nació el amor




Rolando Gabrielli.
Entre paréntesis, amor.
Ediciones Cisne Color Ltda.
Colombia, 2007.


Qué raro ver impreso a un poeta inédito hasta la médula del poema, polvo y hueso de su palabra convertida en letra impresa real. Repetido en la virtualidad de Internet, archivado en el trópico, y a veces, la fiesta de la palabra pasa de rodillas, miserable altar de unos cuervos cojos ciegos, que no hacen sombras. El poema nace detrás de la palabra, donde el verbo es sombra lúcida de su propio silencio. El poema convoca en su nombre a todo y nada.
El abecedario, el diccionario, los escaparates están llenos de palabras y papel. Desde siempre y mucho antes, la “manía” fue poetizar la palabra o el lenguaje fue la palabra real en el poema de lo cotidiano. Aire, oxígeno de aquel hombre y mujer, que el hielo y las cavernas convirtieron en primavera. Hablaron todos los elementos por su boca y palabras. Años a, el cosmos era un huevo gaseoso a punto de estallar.
Entre paréntesis, amor, poemario de Rolando Gabrielli editado el 14 de abril en Colombia, impreso por Ediciones Cisne Color Ltda., ha estallado por fin en 92 poemas y tres cadáveres exquisitos, con lo que el autor resuelve su propio olvido. Poesía de amor, poesía en la poesía y poesía palabra: un solo lenguaje.
No es difícil abandonar el momento cumbre del olvido de sí mismo, ha dicho el autor de Entre paréntesis, amor, arrastrando las húmedas vocales y consonantes.
Una edición muy cuidada, con una portada en rojo, muy sugerente, ilustrada por una mujer de espalda desnuda, silueteada, con una bata roja que cae informalmente hacia su cintura sobre una cama. Al fondo, en un gran primer plano, una ventana cubierta en parte por una cortina. La contraportada es una fotografía muy sensual de unas largas y hermosas piernas, cuya parte superior de la mujer está cubierta por una bata roja. La contraportada está contrastada y enmarcada en negro. El poema Última fortaleza, se refiere a la portada de alguna manera: Tu espalda/sigue siendo/mi obsesión/es tu última/fortaleza. Y las largas piernas, como una geografía chilena, están trazadas en más uno o dos poemas. Las fotografías están suscritas por SC y el diseño del libro a cargo del colombiano Hernán Santos, quien buscó una armonía estética para toda la obra en la textura del papel y en su nítida tipografía.
Entre paréntesis, amor, se expuso en la XX Feria Internacional del libro en Bogotá, Colombia, recientemente concluida. Un par de volúmenes fueron robados del stand de Chile o de algún descuidado armario en esos días, lo que significa que la poesía goza de buena salud. (Es tal vez un homenaje a Roberto Bolaño, quien sobrevivió en su juventud con lecturas robadas de las librerías del DF). También estuvo en La Casa Silva de la Poesía y un librero mexicano compró un flamante recién editado ejemplar. Gonzalo Rojas se llevó otro a Chile. Manuel Silva Acevedo y un animador de la TV chilena, sendos libros. Suficiente para romper el hielo.
Silvia Campazzo, profesora argentina, en un prólogo de 11 líneas traza la atmósfera del libro y define al poeta en la intimidad, respiración de su verbo. Es un guiño para el lector, una señal, porque como dice Gabrielli” la poesía es la búsqueda del Otro. Se busca con la palabra: carne, cuerpo, materia, una atmósfera húmeda. Silvia Campazo sostiene en su brevísima y precisa introducción al poemario, que “en cada verbo un sentido, en cada adjetivo un deseo y en cada punto, el tiempo de retomar el aliento para volver amar y seguir sintiendo”. “Del poeta nació el amor, que creció y se hizo poema” “El poema, enfatiza Campazzo, fecundó la pasión que se esparce en estas páginas como en sábanas revueltas.” ¿El poema fue anterior al amor o la palabra fecunda primero la sombra antes que el cuerpo? Así Rolando Gabrielli ha desenredado el ovillo de palabra y ha echado a rodar el carretel de su esperanza en el camino de sus versos, concluye la profesora Silvia Campazzo, desde el fondo de su(s)propia(s) lectura(s) del poemario de 112 páginas redondas, estética y agradablemente impresas, acota: “Este es el hombre, el poeta y su obra, atravesada por la invencibilidad de la distancia”.
En su última página, a modo de corolario, el autor advierte: ”Un libro no se explica, es como una historia de amor, sucede. Éste fue escrito con todos mis sentidos, para una mujer, que es todas las mujeres, el poema” La poesía/es cosa muda/rota dice y toca/pasa y queda/provoca.
Tres antiguos, tradicionales, permanentes, universales temas contiene el libro: el amor, el poema en el poema y la palabra. El lector es quien escoge las palabras y se queda con la última cuando lee un libro. Debe comer, beber y ayunar en el El Plato del poeta: Repaso la poesía/como la vida/en un plato hondo/vacío de letras//y estómago/eructo/sin tener que decir/Nada por obligación/Repaso/la poesía/sobre un plato vacío. La elocuencia del poema en lo que no se dice, se sabe, el silencio, la soledad y el oficio dentro de un plato vacío. ¿Para qué editar se habrá dicho mil veces Gabrielli?
Un libro con muchas señales y guiños nos ha dicho Silvia Campazzo desde su intuición y lecturas. Más allá de las palabras el autor ha dibujado un largo y estrecho paréntesis y “el lector sabe que tiene más que palabras, un ruido que la hoja en blanco contiene y no ahoga.” Se siente la respiración en el poema, de quien lo escribe y lo lee, y de para quién fue escrito. La respiración de dos es un juego más profundo y sagrado. El poema sólo tiene un recurso, sus palabras. Santa palabra: Arrodíllate, le digo//en cruz, Santa palabra,/inquisidora mía/revélate ahora/ycondénate conmigo/por todas las vigilias/De los siglos/si quieres.
Una poesía que tiene cuerpo, un verbo que copula, penetra, impregna y humedece la punta de la palabra en ese pozo de luz oscura irrefrenablemente. Verbo copulante: Verbo copulante, mi coma/mi punto, mi rosa helada/todo el abecedario/lo bendigo en tu nombre/A mí me yace, a mí me vive/Tierra si no soy tu tierra, /húndome o primavera muscular/frívolo rompiente verano/verbo rojo, doliente/mi paréntesis hablante copulante.
El libro tiene diversos pisos, capas, contaminación, mixtura, obsesión, reciclaje, una mirada hacia lo desconocido, señala su autor. Hay ciudades míticas en la memoria del poeta, Denver, DF (México) Ciudad de Panamá, Santiago de Chile.
A pesar del largo silencio sobre el papel, porque Gabrielli ha escrito varios libros de poesía y prosa, según dan cuenta algunas publicaciones virtuales, un poema recoge la obsesión, la dependencia visceral del poeta sobre su propio oficio y género: Poesía: soy tu sirviente/considérame tu público servidor/humildemente/un cómplice incondicional./Tócame el corazón/con la yema de tus dedos/desnuda la semilla seca/y sé mi fruto. Texto confesional, medalla de múltiples caras en una sola: la poesía. Poema, complementa esta postura, alarde de silencio en el silencio de la palabra. A veces siento/que he alimentado/ un elefante blanco./La página, la página.
Entre paréntesis, amor, respira la mujer de carne y hueso, la femme, la Musa, la Bella, porque el poema/ respira en el poema/como nosotros/un solo cuerpo/del delito consumado. La palabra se consuma en el poema, como la carne sobre la carne. ¿Nos devora/el cuerpo/del poema//la plabra/o este amor/que respira/este aire/sin palabras? Preguntas en un confesionario público, transparente, en la intimidad del diálogo. De esta respiración mutua, paréntesis, intervalo de una realidad jugada en el imaginario del poema nace La Sin par: Tú eres la sin par/mí folletín del atardecer/musa soleada en el rojo espejo/Te recuerdo en una taberna/ y sólo se ve nieve/una catedral que asciende/nube imaginaria¿Qué esperas ángel para volar/soy el agua adivinada en el bautizo de tu mano/Un búho que arroja sus ojos/en el pozo de un hilo sin punta/que crece en la noche del poema.
El hilo seduce en el poema, palabra por palabra, no la madeja. El poema dice/calla/narra/describe como sugiere Descripción de la mujer. Es un ángel bestialmente hermoso/arbitrario, patéticamente tierno,/me asfixia su silencio./Su ombligo habla/y yo le debo mi libertad/lúdica bisagra,empuja forastero/tu profundo oro de la noche, amor/luna plana, brillante, ciega/el tacto oscuro de tus manos/es pétalo, es rosa, lágrimas.
Toda poseía verdadera respira por la herida. Esta no es la excepción. Poesía que pulsa una época, un río que la recorre. El poeta echa fuego a su palabra, aconseja, cuando veas arder la capilla de la poesía. Fuego y más fuego, el poeta ama/con frenesí desenfrenado/desbocado/caballo sobre yegua. La palabra no se rinde.



Cuatro años en París



Victoria Kent.
Cuatro años en París (1940-1944).
Editorial Gadir. Madrid, 2007.



Fue el único libro que escribió Victoria Kent (Málaga, 1898- Nueva York, 1987). Y lo hizo en condiciones extremas, oculta en un París ocupado por los nazis y perseguida por la Gestapo y la policía franquista.

Cuatro años en París (1940-1944), que publica Gadir Editorial en su colección de ensayo y biografía, es el testimonio en forma de diario y de narración novelada de una mujer excepcional que se convirtió en símbolo de la lucha por los derechos de la mujer, los valores democráticos y la libertad.

El origen de este libro, que se publicó por primera vez en España en 1978, tras una edición en Francia y otra en Buenos Aires en 1947, está en las notas en las que la autora fue apuntando sus impresiones de aquellos cuatro años larguísimos en los que no pudo salir de sus refugios en el territorio francés, en la época del colaboracionismo del régimen de Vichy.

Victoria Kent era secretaria de la Embajada de la República Española en París, donde la sorprende el comienzo de la Segunda Guerra Mundial y la ocupación alemana. Y allí tuvo que permanecer oculta hasta el final de la guerra. Victoria Kent había demorado su salida hacia México allí para organizar la evacuación de los niños españoles y para sacar a muchos compatriotas refugiados de los campos de concentración del sur de Francia.

Refugiada en la embajada de México, aquella mujer valiente se puso a escribir estas páginas sin pensar en publicarlas, para tranquilizarse y evadirse, para calmar su espíritu y templar su encierro, para dar testimonio:

Yo quiero no olvidar todo lo que sé. Que otros hagan la historia y cuenten lo que quieran; lo que yo quiero es no olvidar, y como nuestra capacidad de olvido lo digiere todo, lo tritura todo, lo que hoy sé quiero sujetarlo en este papel.

Y empezó a escribir, con el fondo del París abatido y ocupado por los nazis, una historia puesta en la tercera persona de un personaje imaginario, Plácido, que le da al texto en algunas partes un aire de narración novelesca y de divagación filosófica, mientras que en otras, sobre todo en la cuarta parte, tiene forma de diario.

Sobre la ocultación real, otra, la literaria de la autora que esconde su propio yo tras ese Plácido imperturbable. Plácido, el personaje central, es una proyección de Victoria Kent, su alter ego. No era un truco literario, sino una medida de seguridad por miedo a que aquellas notas cayeran en manos de la Gestapo.

Las cuatro paredes, En la calle, Gotas sobre el zinc y Hacia la libertad son las cuatro secciones en las que se organiza la estructura del libro, a través de una secuencia cronológica que abarca los cuatro años en que las circunstancias dramáticas la impulsaban a la reflexión:

En realidad tengo delante de mí dos caminos, mejor dicho, un camino: abrir esa puerta y la otra y sumergirme en la ciudad, o la soledad. A mi ciudad, como a las otras invadidas, muertas también, ¿qué puedo yo ofrecerle? Y ella ¿qué puede darme? Mi esfuerzo en nada puede modificar su vida, su pobre vida gris y saturada de pólvora; las palancas que yo movía están rotas, rotas como todo, sin que mi trabajo individual pueda ayudar a su restauración. Salir de estos lugares y buscar otros donde el aire libre permita el esfuerzo, es inútil; los círculos de hierro se han cerrado alrededor de cada uno de nosotros y todo intento de evasión es la muerte. Nada puedo hacer por ella; nada puede ella hacer por mí. ¿Qué puede darme ella? Sus calles, bulliciosas y floridas antes, están silenciosas y marchitas; su luz, su luz maravillosa azulada y malva, rosa y verde, llega hasta mí más tamizada; pasó ya el tiempo en que su río indolente mecía ilusiones; pasó ya el tiempo en que paseantes se podían acodar en sus puentes y contemplar las golondrinas huyendo de las primeras sombras, y los murciélagos corriendo a la caza de su presa. Sus puentes están desiertos, tiene libres sus márgenes y ya no arrastra cadáveres; va lleno hasta los bordes de almas.

Igual que en su vida, la libertad es la preocupación esencial de Victoria Kent a lo largo de estos Cuatro años en París, un libro de enorme valor documental sobre el exilio:

Esto no ha sido una emigración; esto ha sido una hemorragia. España herida se desangraba y no se le prestó la asistencia necesaria para atajar la vida que se escapaba a raudales. No, esto no ha sido una emigración; esto ha sido sangre pura de un cuerpo joven que ha ido regando tierras próximas y tierras lejanas.

Santos Domínguez

Pétalo carmesí, flor blanca


Michel Faber.
Pétalo carmesí, flor blanca.
Traducción de Jaime Zulaika.
Compactos Anagrama. Barcelona, 2007.


Ambientada en el Londres del s. XIX, Pétalo carmesí, flor blanca, la amplia e intensa novela que acaba de publicar Anagrama en Compactos, su colección de bolsillo, es en gran medida un homenaje a Dickens y a la novela victoriana, aunque la ausencia de propósito didáctico o moralizante permite que su autor, Michel Faber (Holanda, 1960), ahonde en la complejidad psicológica y ética de los personajes, cuya carga simbólica no tiene la importancia que tuvo en las novelas del autor de Oliver Twist.

Los de Pétalo carmesí son personajes fríos en quienes la astucia pesa más que el sentimiento y la inteligencia más que la sensibilidad. Personajes complicados y contradictorios, con muchas aristas morales y en los que la relación con el sexo, el asunto central del libro, es tan compleja como su comportamiento.

Nada de simplificaciones, pues, en el tratamiento de unos personajes en principio intachables que practican transgresiones, y al contrario: personajes abyectos que en un determinado momento tienen comportamientos imprevisiblemente generosos.

Estructurada según el esquema del folletín clásico, el autor asume ese modelo para forzarlo según la óptica de la posmodernidad, en torno a la protagonista Sugar, la prostituta que cuando comienza la novela tiene 19 años y ejerce la prostitución desde los trece. Asombrosamente culta y refinada, ama su oficio y ejerce una fuerte atracción sobre un escritor rico y mediocre.

La posesión, la relación de dominio de un sexo sobre otro, se convierten en el centro de una novela que mantiene con facilidad la atención del lector con una ambientación bien documentada que representa la totalidad de la vida, desde lo sórdido a lo sublime, desde el idealismo al materialismo, los instintos y la inteligencia.

Pétalo carmesí, flor blanca es una reunión de tendencias y técnicas novelísticas con una estructura tradicional y un narrador omnisciente que controla la acción desde la primera a la última página.

El traductor, Jaime Zulaika, vuelve a acreditar su eficiencia al trasvasar la obra al castellano.

Mayra Vela Muzot

18 mayo 2007

Hoy, Júpiter



Luis Landero.
Hoy, Júpiter.
Tusquets. Barcelona, 2007.


Decía Elías Canetti que hay dos tipos de hombres: los que viven en las heridas y los que habitan las casas. Inevitablemente lo recuerda uno mientras lee Hoy, Júpiter, la quinta novela que publica Luis Landero en Tusquets, cinco años después de El guitarrista.

Hoy, Júpiter narra dos vidas paralelas: la de Dámaso Méndez, un habitante del odio y la venganza, dos pasiones intensas y destructivas, y la de Tomás Montejo, que vive en la ensoñación de la literatura, en la pasión de los libros.

Dos vidas que de alguna manera son una sola, que surge de la semilla autobiográfica del autor, que se desdobla y proyecta en los dos protagonistas los recuerdos de su infancia rural y de su profesión docente.

El odio y el amor, el humor y la amargura, lo admirable y lo ridículo, la comedia y la tragedia, los mundos literarios y viscerales acaban convergiendo en un destino común que recuerda al de don Quijote y Sancho.

Y es que, como en el resto de la narrativa de Landero, el Quijote está pesando benéficamente en Hoy, Júpiter, desde el principio, desde antes de que empiece la novela, en la cita cervantina que la abre y la resume tan bien como la magnífica portada que se ha elegido para editarla.

Cuidadosamente compuesta, Hoy, Júpiter se estructura en cuatro partes de ocho capítulos cada una, con estructura alternante que va pasando de un protagonista a otro, salvo en la última, en la que se funden las peripecias de Dámaso, la voz del odio que entronca con Yago, y la de Tomás, un contemplador de sí mismo como don Quijote, un personaje que quiere ser otro a través de los libros, en una peculiar confusión de vida y literatura, de imaginación y realidad.

Hoy, Júpiter, que es una reivindicación de la necesidad de la imaginación, de la seducción de las palabras, es también un ajuste de cuentas con el pasado, con el padre, con la realidad y con el deseo a través de dos personajes que recuerdan las dos posturas de los de Juegos de la edad tardía. Dos personajes tratados con la afectividad cervantina que evidencian los frecuentes diminutivos del texto.

El eficiente narrador que ha sido siempre Landero encuentra en esta novela su estilo más depurado y sus recursos más efectivos con un ritmo de andante y con la agilidad narrativa a que tiene acostumbrados a sus lectores.

Y con ese empaste especial que tiene en Landero la palabra, que adquiere en su escritura un volumen y un relieve infrecuentes y brillantes, en una demostración reiterada de la calidad de página:

La madre, que allá donde se instalara convertía el lugar en un rincón remoto, remendaba, guisaba, trasteaba, y si se quedaba quieta y absorta, lo hacía de un modo tan expresivo, que parecía que las sombras de los pensamientos se le pintaban en el rostro. Dámaso la miraba de vez en cuando, sin apenas fijar los ojos en ella, tal como se mira la amplitud de un paisaje, o como miraba ahora el fluir del agua, y luego a hurtadillas espiaba a Natalia: sus dedos frágiles y aplicados, el cabello por los hombros, la nitidez de sus rasgos, los accidentes mínimos de su piel, el gesto siempre sereno y concienzudo. Y era hermoso cuando juntaba un momento su cabeza a la de él para ayudarlo o enseñarle algo de sus cosas, su voz susurrante, la limpia fragancia a sol y a hierba de su pelo... Luego volvía a la tarea, pero ya distraído y debilitado por las menudencias del entorno. Venía la noche y ellos continuaban allí, cada cual en su sitio y en su cometido, y aunque los ruidos cesaban por completo en toda la casa, y en el patio y en los traspatios, el silencio del padre se distinguía del gran silencio general, sin disolverse en él, y Dámaso lo notaba del mismo modo que pueden intuirse las aguas profundas de un río sin que en la superficie aparezca ningún indicio delator.

Es esta una novela redonda en su calidad y circular en su estructura. La cierra un guiño cómplice a Cien años de soledad, cuando, como Melquíades, Tomás Montejo empieza a escribir la historia en la última página del libro, al cierre del último capítulo de la novela, que se titula Aquí empiezan las verdaderas aventuras:

Cuando comenzó a anochecer, Tomás Montejo no había abierto aún la carta. Su mente estaba en otro lado, en otro texto. Había sacado una carpeta sin estrenar para empezar a tantear una novela que se le había venido ocurriendo en los últimos días y que era como si ya estuviese escrita, un relato que en realidad eran dos historias entrelazadas, sacadas del barro mismo de la vida, y que eran la de Dámaso y la suya propia, unas cuatrocientas páginas, calculó, y de la cual tenía ya pensado hasta el título. Por la ventana entraba una leve brisa de verano. Miró al cielo. Aún no se distinguían las primeras estrellas. Sí, bueno o malo, aquél era su mundo, y ahora, como Ulises, después de algunas peripecias, regresaba finalmente a su hogar. Y aunque el dolor era mucho, tampoco la esperanza era poca.
Tomó un lápiz, lo afiló a conciencia, y escribió la primera frase. Sí, allí empezaban para él las verdaderas aventuras.

Santos Domínguez


17 mayo 2007

Cuentos de Ribeyro


Julio Ramón Ribeyro.
Cuentos.
Edición e introducción de Ángel Esteban.
Austral Narrativa. Madrid, 2007.


Hace casi diez años que Espasa Calpe publicaba la primera edición de esta antología de cuentos de Julio Ramón Ribeyro, que reaparece ahora en la rediseñada colección Austral narrativa.

Con una introducción de Ángel Esteban sobre el cuento hispanoamericano en la perspectiva del boom, sobre Ribeyro y sus demonios personales y literarios, el volumen recoge una muestra de veintiséis relatos. Menos el último, La careta, todos forman parte de las distintas entregas que con el título La palabra del mudo han ido recogiendo los casi cien relatos que constituyen la obra narrativa corta de Ribeyro.

Casi un tercio de esos relatos los recoge esta amplia antología en la que está el mejor Ribeyro, el heredero de Kafka, el discípulo de Borges y el creador de uno de los mundos literarios más personales e interesantes de la narrativa hispanoamericana contemporánea.

Están en este volumen los relatos de más calidad del peruano y también -ese ha sido el segundo criterio de selección- aquellos que mejor reflejan su universo literario, su actitud vital, su ideología o su variedad técnica.

Entre lo autobiográfico y la mirada crítica o escéptica, los relatos seleccionados por Ángel Esteban constituyen una muestra representativa del autor de cimas como Los gallinazos sin plumas o Sólo para fumadores.

Son relatos apoyados en una sólida técnica y en una reflexión constante que se plantea los límites y las características técnicas de un género más mostrativo que didáctico. De esa reflexión surgió un decálogo que reivindicaba el interés de la historia y miraba hacia el lector con afirmaciones como estas:

El cuento se ha hecho para que el lector pueda a su vez contarlo. La historia del cuento puede ser real o inventada. Si es real debe parecer inventada y si es inventada, real.

Entretener, conmover, intrigar o sorprender son algunos de los objetivos que Ribeyro propuso en el decálogo. Y estos cuentos, a menudo abiertos y siempre brillantes, son su demostración eficiente. Desde el inicial Los gallinazos sin plumas al maduro Sólo para fumadores, en cuarenta años de dedicación insistente y brillante a la narrativa breve con una pericia narrativa que pasa por dos momentos, por dos modalidades sucesivas: la modalidad inventiva que domina en sus primeros libros y la modalidad evocativa que se va imponiendo a partir de los años ochenta en sus relatos.

El prólogo sitúa la obra de Ribeyro en su contexto hispanoamericano y hace oportunas observaciones sobre el escepticismo vital del peruano y su proyección sobre la figura del narrador, sobre el reflejo de los cambios sociales y las diversas formas del desarraigo social y personal de Ribeyro, sobre su ironía, su humor y su amargura.

Es la imprescindible recuperación de una lectura imprescindible.

Santos Domínguez

16 mayo 2007

Segunda antología de poesía china

Marcela de Juan.
Segunda antología de poesía china.
Alianza Editorial. Madrid, 2007.


El libro de bolsillo de Alianza Editorial rescata la Segunda antología de poesía china, de Marcela de Juan, una antología que publicó Revista de Occidente en 1962 y que se ha convertido en obra de referencia por dos razones: por la selección de los textos y por la traducción, hecha -decía Foxá- con finura oriental y claridad de Occidente.

Precedidos por la evocación y el elogio de Marcela de Juan en la presentación de Antonio Segura, y del prólogo de la propia traductora, se recogen cuarenta y dos siglos de tradición poética en un muestrario delicado que contiene poemas de una modernidad asombrosa como el texto del siglo VII en el que

llega la marea con su carga de estrellas.

Las flores del ciruelo, la oropéndola amarilla, peces dorados en los estanques y pájaros en la enramada, la noche clara, la luna en el río, la niebla en los montes, la escarcha en los caminos configuran el telón de fondo que a veces se convierte en centro de una poesía como esta.

Un paisaje sutil apenas esbozado, no detallado y por eso mismo más sugerente, es el paisaje habitual en la poesía china, del que Goethe le hablaba a Eckerman, un paisaje que es la proyección exterior de una nostalgia dulce y antigua, como en este texto sereno y elegiaco de Tao Ch'ien:

Los años corren rápidos más allá del recuerdo;
es solemne la paz de esta dulce mañana.
Me vestiré las túnicas para la primavera
y me iré a las laderas de los montes del Este.
Una neblina cubre el arroyuelo que surca la colina;
mas es sólo un instante y pronto se disipa.
Luego, el viento del Sur viene a peinar
los campos donde nace el trigo nuevo.


O los del excelente Li Po, conmovido, existencialista y borracho bajo la luna de hace mil años:

Si es la vida un gran sueño,
¿para qué atormentarse?

Yo bebo todo el día.

Cuando me tambaleo,

me duermo al pie de las columnas,

despierto bajo el sol;

oigo cantar un pájaro oculto entre las flores.

¿Qué hora será?
El viento de la primavera

difunde la canción del ruiseñor.
Me siento conmovido y pronto a suspirar,
mas me sirvo otra copa.
Y canto yo también como los pájaros.

Cuando la noche llega a relevar al sol,

se agotan mis canciones,
mas he perdido ya de nuevo
la sensación de lo que me rodea.


Santos Domínguez

15 mayo 2007

Exégesis de los lugares comunes



Léon Bloy.
Exégesis de los lugares comunes.
Traducción de Manuel Arranz
Acantilado. Barcelona, 2007.

Fue uno de los antimodernos de los que habló Compagnon y uno de los referentes constantes de Borges, que le dedicó horas de lectura admirativa y páginas de escritura brillante, como esta:

Como Hugo, a quien malquería por notorias razones, León Bloy suscita en el lector una deslumbrante admiración o un total rechazo. Desdichadamente para su suerte y venturosamente para el arte de la retórica, se hizo un especialista de la injuria. Escribió que Inglaterra era la isla infame, que Italia se distingue por la perfidia, que conoció al barón de Rothschild y tuvo que estrechar "lo que se ha convenido en llamar su mano", que el genio está severamente prohibido a todo prusiano, que Émile Zola era el cretino de los Pirineos, que Francia era el pueblo elegido y que las demás naciones del orbe debían contentarse con las migajas que caen de su plato. Cito al azar de la memoria esas inapelables sentencias. Deliberadamente inolvidables y trabajadas con esmero, borran al profeta y al visionario que se llamó León Bloy. (...) Negaba imparcialmente la ciencia y el régimen democrático.

Léon Bloy (1846-1917) proyectó gran parte de su inteligencia, de su ingenio y de su intemperancia en la Exégesis de los lugares comunes (1902), que acaba de publicar Acantilado con traducción de Manuel Arranz.

La empezó a escribir un 30 de septiembre bajo la advocación de San Jerónimo, recopilador de los lugares comunes eternos, con el propósito de arrancar la lengua a "los imbéciles, lamentables y definitivamente idiotas de este siglo" que acababa de terminar.

Desterró de su estilo el eufemismo y la perífrasis, como puede deducirse de un párrafo como este, sobre uno de los lugares comunes, Los niños no piden venir al mundo:

El señor Paul Bourget, eunuco por vocación y uno de los aficionados más ilustres al lugar común, se ha tomado la molestia de recomendar éste. No haré a mis lectores la ofensa de recordarles el título del importante libro vertebrado por esta fórmula. Parece muy cierto, en efecto, que los niños no piden tanto. Esa es su manera de rozar el estado divino, y es por eso, sin duda, por lo que pueden agradar en ocasiones al alma religiosa del Burgués, que adora por encima de todo que no se le pida nada.


Prosa contundente y temperamental, como se ve, en la que no se ahorran calificativos como fétido (Schopenhauer), el cretino de los Pirineos (Zola), orificio excrementicio (Voltaire). Esas son algunas de las flores del jardín de un Bloy incisivo, católico y conservador, que atacó con vehemencia el escepticismo, despreció la democracia y cultivó la intransigencia con pertinaz dedicación hacia sus demonios particulares ( la burguesía, los liberales o una parte del clero) y con un uso graneado de la ironía:

No hace falta decir que me prohíbo absolutamente, en esta ocasión, rozar la idea religiosa, implicando cosas tales como la presciencia divina o la predestinación, que el perspicaz Burgués desprecia. Se dice que san Columbano oía los gritos de los niños que le llamaban desde el seno de sus madres. Mi peluquero no ha oído nunca nada parecido, y todo lo sobrenatural ha sido de sobra desmentido por la bicicleta.

La Exégesis, quizás su obra más panfletaria y virulenta, se publicó en 1902 y tuvo una segunda entrega en 1913, más templada en la forma aunque igual de intemperante en el fondo, con una nueva serie de lugares comunes y un final que recuerda en su tono al de los profetas del Antiguo Testamento:

¡Piénsalo! ¡Un abismo insondable, como está escrito en el Libro Santo, en el que sólo los Ojos del Señor, lucidiores super solem, son capaces de penetrar! ¡Tú, el tendero irreprochable y ejemplar, serás el abismo de Job cuando clamaba: «La sabiduría no está en mí», ¡tú serás el abismo que invoca el abismo en vano, cuando Aquel que te empeñas en ignorar te presente el recibo por el alquiler de tu abismo!
Tendrías que pensar en ello, pobre imbécil, y, pensándolo, dejar por un momento de ser un estúpido y de hacer sufrir a los desdichados. ¡Porque tú y yo somos eso, y nada más que eso, abismos!

Ambas ediciones las recoge en este volumen Acantilado, que anuncia ya la próxima publicación de sus Diarios, uno de los modelos indiscutibles del género.


Santos Domínguez

14 mayo 2007

México en Minúscula


Emilio Cecchi.
México.
Traducción de Mª Ángeles Cabré.

Minúscula. Barcelona, 2007.

México no es alegre. Pero es mejor que alegre: está lleno de una furia profunda, señala Emilio Cecchi en México, un libro que edita Minúscula en la colección Viajes narrados, con traducción de Mª Ángeles Cabré y presentación de Italo Calvino.

Todo empezó cuando Emilio Cecchi, profesor en Berkeley, emprendió unas vacaciones que le llevaron a México a través de lugares de California y Nuevo México por paisajes que evocan las ciudades abandonadas de California tras la fiebre del oro, las diligencias y los salones del Oeste que luego popularizó el cine. El desierto de Sonora y el Hollywood de Keaton y Chaplin, Gloria Swanson y Beverly Hills.

No es, con todo, lo más espectacular. Al lector de estas páginas le esperan un criadero de caimanes a un cuarto de hora de Los Ángeles; una admirable descripción de Santa Fe, en Nuevo México, la ciudad más antigua de las que fundaron los europeos en los actuales EE.UU; la coexistencia de antigüedades y vitalidad, ruinas y miseria en la frontera de El Paso, con cowboys algo residuales ya en 1930.

Aparecen aquí los mismos indios y los mismos ritos que figuran en La mujer que se fue a caballo, de D. H. Lawrence o en Centauros del desierto. Y allí, entre otros, un párrafo tan admirable como este:

Cuando una mujer navaja está a punto de acabar uno de esos tejidos, deja en la trama y en el dibujo una pequeña fractura, un defecto, «para que el alma no quede prisionera dentro del trabajo». Esta me parece una profunda lección de arte: prohibirse, deliberadamente, una perfección demasiado aritmética y cerrada. Porque las líneas de la obra, soldándose invisiblemente sobre sí mismas, constituirían un laberinto sin salida; una cifra, un enigma del que se ha perdido la clave. El primero que caería en el engaño sería el espíritu que ha creado el engaño.

De Ciudad Juárez, que no era aún el escenario de los crímenes que es hoy, a una corrida en Ciudad de México: Hay juegos de bolsa, tratados poéticos y cartas de amor más crueles que cualquier tauromaquia.

Corridas en la plaza de toros y corridos de la revolución en el cine; una excelente descripción de los jardines flotantes de Xochimilco y una serie de observaciones sobre las máscaras y las calaveras de las que tanto escribió luego Octavio Paz a propósito del culto a los muertos.

Las ruinas de Quetzacóatl, la religiosidad popular, más azteca que cristiana, y la voracidad económica y sexual de un clero tan poderoso como corrupto dejan paso a Diego Rivera y sus murales en Cuernavaca.

Y en Cuernavaca un inglés que parece un presagio de Malcolm Lowry, un aventurero sesentón con muchas barrabasadas a sus espaldas y cargado de whisky desde las ocho de la mañana.

De una historia de escorpiones se pasa a un análisis del barroco colonial español visto por un crítico de arte como Cecchi y a la selva de oro de los retablos.

Ya de regreso a EE. UU., Querétaro, la ciudad de los ópalos, su mercado y sus conventos de 8.000 monjas, y un incidente en la frontera con la policía norteamericana, antes de esta despedida, bellísima y llena de dudas, de un viajero sensible y un notable escritor:

Cuando uno ha estado en un país que probablemente no verá nunca más, y no ha estado como un baúl, sino teniendo abiertos los ojos y el intelecto, es natural que este país le vuelva a la memoria. Y yo siempre he notado que los recuerdos de esta especie tienen algo de inocente remordimiento. Mientras defendemos su novedad del roce del vivir cotidiano, no podemos por menos que preguntarnos si estamos completamente seguros de haber sido leales a los testimonios que nos ofrecieron la naturaleza, la vida y los monumentos, y de no haber desfigurado, para mal o para bien, lo poco que nos parecía haber visto. Un viajero sensible repite en la mente sus peregrinaciones, un poco como un asesino de una clase especial, que de puntillas regresa al lugar de su involuntario y placentero crimen.

Santos Domínguez

13 mayo 2007

¿Qué es la 'patafísica?



Enrico Baj.
¿Qué es la ‘patafísica?
Seguido del Calendario patafísico y otros documentos.

Traducciones de Carlos García Velasco,
Margarita Martínez y Cinthia Daiban.
Pepitas de calabaza. Logroño, 2007.


Para Enrico Baj (Milán, 1924 -Varese, 2003) la patafísica, la ciencia de las soluciones imaginarias que fundó Alfred Jarry, es una actividad anarquista, surreal, escandalosa y absurda, un ariete poderosísimo contra la ciencia, el robot consumidor y consumido, la masificación de la sociedad posindustrial, megaindustrial o industrial a secas. El triunfo de la imaginación frente al racionalismo economicista, el humor que desafía y desnuda al poder, la alegría de vivir pese a todo y contra todo. Lo explica el autor en este párrafo:

En el fondo la ‘patafísica, como el arte y como la anarquía, defiende el principio de la libertad y de la libertad existencial y recomienda precisamente la imaginación fantástica como la mejor arma de defensa para preservar por lo menos la autonomía de nuestro pensamiento.

En definitiva, y tal como la definió el propio Baj, en la falsa entrevista que simula ser este ¿Qué es la ‘patafísica?, se trata de una manera de resistencia del individuo contra toda forma de abuso de poder, de arrogancia.

Pepitas de calabaza ha reunido en un volumen esta obra y dos complementos imprescindibles para entender las claves de la patafísica, un Calendario Patafísico perpetuo y el Cymbalum Pataphysicum, un cuadro recopilativo de las Comisiones, Co-comisiones, Sub-Comisiones & intermisiones del Cymbalum Pataphysicum.

José Manuel Rojo ha escrito el prólogo y el epílogo de esta edición. Dos textos que sitúan la vida y la obra de Enrico Baj y de sus compañeros de la Internacional Situacionista en el marco de los movimientos de resistencia intelectual de la segunda mitad del siglo xx, herederos del dadaísmo y del Cabaret Voltaire.

Baj, pintor y escritor, fue una figura capital en las vanguardias culturales y artísticas posteriores a la Segunda Guerra Mundial, un revolucionario y un artista en un tiempo en el que ser ambas cosas era inevitable, porque una implicaba a la otra. La creación artística, la imaginación y la poesía fueron su forma de ser y los vehículos con que ejerció una crítica feroz, sutil e irónica contra la degradación de la realidad contemporánea, del hombre contemporáneo, diríamos mejor, en una época que ha engendrado monstruos como Berlusconi o ese Andreotti que parece, en palabras de Baj, hijo de un Papa:

Más que vivir una vida real o aprender de los acontecimientos reales a través de un discurso coloquial o mediante la lectura de un periódico, accedemos al conocimiento de hechos monitorizados. Nuestras mismas emociones, que derivan de la visión de la sangre, de una tragedia o de un niño al cual se debe amputar una pierna o extirpar un ojo, se suministran normalmente por la televisión. Después de un cierto ciclo de representaciones de esas cosas, como ha ocurrido con la reciente guerra del Golfo o con la guerra yugoslava, se produce en nosotros la indiferencia y el rechazo de esas violencias sanguinarias. Totalmente privados de cualquier capacidad de entender y querer, caemos en brazos de FIAT y de Renault, de Dash y de Swatch, del «pague uno y llévese dos». Esa es la visión virtual, hacernos repeler y olvidar también nuestras más inmediatas reacciones humanas frente a la sangre, el homicidio, el hambre y lo que sea.

José Manuel Rojo cierra su epílogo, titulado Los robots no pasarán. De cómo el Cardenal de Anti-Espacio desafió a la Máquina de Descerebramiento, y qué sucedió después, con estas palabras, que reproducimos para terminar porque nos parecen el mejor resumen del libro:

Resistir, poner palos en las ruedas de la Máquina de Descerebramiento, esbozar un camino de salida hacia delante o hacia atrás o mejor hacia la otra parte, invocar los poderes perdidos y restañar lo roto, agitar a los que duermen bajo el letargo de la gran incubadora para que recuerden que el verdadero sueño está ausente, rehacer una a una las piezas del entendimiento humano, sabotear la mercancía, reinventar el amor y reapasionar la vida: todo es utópico, todo es imaginario. Son soluciones imaginarias, como la ‘patafísica, como la poesía. Por eso Baj no quería dejar de imaginar. Y esta será su última y mejor lección ‘patafísica. ¿Será verdad, como pensaba Alain Jouffroy, que «en la medida en que sean felices, los hombres futuros deberán a Baj algunos secretos de su alegría»?

Luis E. Aldave